Participantes: Ivan Kit (Narrador) Y Zait Laind (Little Sho)
Ubicación: Londres, Nunca Jamás.
Cronología: Directamente después de la Misión: "Cuidado con los asteroides".
____________________________________________________________________________________________________
Capturar a Ogro no fue fácil, pero sí entretenido. Colaborar con Saxor e Ivan Kit me gustó notablemente, aunque seguía angustiado y avergonzado por mi error de comprensión al llamar “Ivon Pit” a Ivan. Sin embargo, dentro de aquella gran nave, aunque diminuta en comparación con la de Espacio Profundo, me consolaba al mirar las estrellas desde una de sus ventanas. Al mando de la Black Hunter, Ivan pilotaba rumbo a Nunca Jamás. Hacía mucho que no pasaba por allí, pero, tras escuchar las últimas noticias, ardía en deseos de llegar.
—¿Has ido alguna vez a Nunca Jamás? —pregunté a Ivan Kit, quien parecía bastante atento al control de la nave. Ciertamente, había mostrado algo de simpatía al acceder a llevarme hasta Nunca Jamás en su nave y, posteriormente, meter a un perro dentro de ella. Sin embargo, no podía evitar pensar que algún otro motivo, oculto, debía de haber en aquel misterio.
Y siguiendo con mi afán por hacer el viaje más llevadero, seguí intentando crear una conversación más fluida. Aunque, seguramente lo que hacía era distraer a Ivan de los controles de la Black Hunter.
—¿Sabías lo de las mascotas? En cuanto me enteré, quise ir a por Tak, pero no supe saber cómo podría llevarle desde allí hasta Tierra de Partida. Cuando llegué por primera vez, Simon, el conserje, me trajo en su nave. Pero no creo que quisiese hacerlo otra vez. De nuevo, muchas gracias por llevarme —dije algo pensativo y, tras acordarme nuevamente de mi error, volví a rectificar—. Ah, y, de nuevo también, siento haberte llamado “Ivon Pit”.
Tras quitarme de una de las ventanas laterales de la nave, contemplé muy contento cómo, desde la ventana frontal, se podía observar a lo lejos Nunca Jamás. De un modo u otro, estaba muy contento de volver.
—¡Oh! Y tenemos que bajarnos en Londres. Una zona… Muy aparte de la isla, al menos de la principal. Y, sobretodo, muy diferente —recordé al visionar el mundo al que yo creía mi lugar natal desde lo lejos.