[Ciudad de Paso] Atracción Fatal

[EspeYuna]

Participantes: Nadhia, Xefil y Light
Mundo: Ciudad de Paso
Cronología:
Nadhia (Trama Syntax Error > Encuentro Atracción Fatal)
Xefil (Encuentro Atracción Fatal)
Light (Trama La mina abandonada > Encuentro Atracción Fatal)

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—¡He dicho que no es posible, kupó!

—¿Pero por qué no?

¿Quién me iba a decir a mí que negociar con un moguri iba a ser tan agotador? Bueno, más bien... ¿cómo se me ocurría, inocente de mí, meterme en aquellos líos?

Al haber tenido la tarde libre en Tierra de Partida, decidí que ya era hora de adquirir un arma que me ayudase a mejorar la puntería: un arco. Pero no un arco cualquiera, quería que su aspecto fuese idéntico al que utilicé en mi descenso, cuando conocí a Ángel Forjado, el alma de mi compañera, la Llave-Espada.

Había buscado información en la biblioteca, de los materiales necesarios, el tallado y, por supuesto, había realizado bocetos. Puede que no se me diese tan bien dibujar, pero no era desastroso como para que el moguri no lo entendiera a simple vista.

Sin embargo, la Orfebrería podía llegar a ser cara. Demasiado cara.

—¡Los requisitos que pides para tu arco ascienden a los 50000 platines, kupó! ¡No es posible, kupó! ¡No tienes lo suficiente para pagar, kupó, kupó!

Era cierto. Había sacado todos mis ahorros encima del mostrador. Pero a aquel maldito moguri se le había metido en la cabeza que yo pedía un arco de oro macizo, y no era así.

—¡Pero yo no pido un arco de dioses! ¡Sólo el aspecto! Además, sería estúpido pedirlo de oro, pesaría demasiado ¿no crees? ¡Pintura dorada! ¿No? —comentaba, ya desesperada— Por favor, ¿podría hablar con alguien más que se encargue de esto...?

Para qué decir más. El moguri, insultado por aquel inocente comentario, se elevó del mostrador y me amenazó con su fulminante —a la vez que adorable— mirada.

—¿¡Osas poner en duda mis conocimientos sobre armas, kupó, kupó!? —exclamó, haciendo que los moguris de alrededor se interesasen por nuestra discusión— ¡No es sólo el aspecto, kupó! ¡¡Pides un tallado exquisito, proveniente del descenso de tu corazón, kupó!! ¡No es como si pides que talle el nombre de tu novio, kupó! ¡Esto no es como hacerte un tatuaje, kupó!

Todavía no estaba acostumbrada a ser el centro de atención, por lo que, aunque los que estaban presenciando la escenita fuesen moguris, mis orejas tornaron rojas. Tenía que tranquilizarme.

—Así que tendrás que conformarte con el límite establecido con el dinero que tienes, o venir cuando ahorres lo suficiente. Además... eso de tallar el nombre de tu llavero... —el moguri rió a carcajadas, burlándose de la joven— ¿Y dices que a tu nivel has conseguido contactar con el alma de tu Llave-Espada, kupó? ¡Deja de decir tonterías, kupó!

—¡Es cierto! —grité, cansada de sus burlas— ¡Y no me iré de aquí! ¡No quiero ningún otro arco! ¡Quiero ESE arco!

Me había enfrentado a cosas peores: una armadura gigante, lobos, un hombre que llegaba a la locura por llevarme consigo hasta su "amo", mi mejor amigo, poseído por la más terrible oscuridad... ¡y por no mencionar a la Maestra Lyn!

No me iba a dejar vencer por un moguri.

[Light]

Así que Ciudad de Paso... ¿Eh?

Desmaterializó la armadura y empezó a dar sus primeros pasos en aquel mundo que era totalmente nuevo para él. A primera vista, parecía una ciudad bastante tranquila y acogedora, carente de Sincorazón alguno, aunque claro... aún no se había paseado por los otros distritos...

Aquel era el Distrito 1, el lugar más animado y seguro de todo el lugar: Ciudad de Paso.

Tenía sus motivos para investigar aquel lugar, por supuesto. Si los rumores eran ciertos, en aquella ciudad vivía un mago con amplios conocimientos e increíbles poderes mágicos. Si alguien podía conocer sobre sus padres, tenía que ser él.

Y también se rumoreaba que algunos supervivientes de Bastión Hueco se encontraban allí, en la ciudad nocturna. Supervivientes de allí... como él. Quizás podría sacar alguna información interesante de ellos.

Estaba claro que no podía dejar pasar por alto la oportunidad de visitar aquel mundo.

Light se paró en seco ante la tienda con el llamativo letrero. Seguramente encontraría algo interesante allí dentro, como una gran espada o un llavero increíble, pero desgraciadamente el dinero no era algo que le sobrara en exceso, así que pasó de largo...

—¿¡Osas poner en duda mis conocimientos sobre armas, kupó, kupó!?

Volvió a detenerse tras escuchar aquella exclamación. Moguris... ¡Cuánto le desagradaban! ¡Cuántos malos recuerdos de sus enfrentamientos con ellos! Aquellos gritos provenían de la parte trasera de la tienda, de la orfebrería.

El aprendiz se dejó guiar por las continuas quejas del Moguri y rodeó con celeridad todo el establecimiento, hasta acabar delante de la puerta del taller de los Moguris, donde se detendría para poder escuchar con más detenimiento.

"¿Qué estará pasando?" se preguntaba el muchacho tras escuchar las carcajadas de la burlona criatura. Solo había conseguido percibir algo de "un tatuaje" y de "un novio", por lo que no podía hacerse idea alguna de lo que estaba sucediendo allí dentro.

—¡Deja de decir tonterías, kupó!

—¡Es cierto!—replicó una desesperada voz femenina que reconocería fácilmente.

¿¡Nadhia!?

¿Se encontraba la hermana de Dan en problemas? ¿Acaso uno de esos Moguris indeseables la estaba molestando?

—¡Y no me iré de aquí! ¡No quiero ningún otro arco! ¡Quiero ESE arco!

Tras escuchar a una Nadhia tan alterada, el joven no pudo evitar entrar en el lugar. Abrió de golpe las dos puertas y entró con una velocidad vertiginosa en escena, para la sorpresa de todos los presentes. Allí, comprobó que un amplio grupo de Moguris la habían rodeado, y tal como se había imaginado, la muchacha parecía bastante alterada.

—¡Nadhia! —se acercó hasta ella y empezó a mirar con recelo a todos los Moguris. Algunos retrocederían del miedo por su mirada severa, y otros se quedarían simplemente petrificados por su inesperado acto de presencia—. ¿Tienes algún problema? Si alguien te está molestando, dímelo y yo me encargaré de él...

Entrechocó su puño derecho con la palma de la otra extremidad.

No podía abandonar a una damisela en apuros.

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Aclaración: Nadhia y Light ya se conocían antes de este encuentro.

[Zee]

La Llave-Espada es la personificación del corazón, ¿no es así? Sólo aquellos de fuertes convicciones, que luchan por lo que aman o que tienen algo que proteger, son capaces de blandirla. No elige a su dueño por cuestión de fuerza física o desenvoltura con las armas, sino con la fuerza de los latidos de su pecho.

¿No es así?

Dicho esto, es entonces natural que la Llave-Espada evolucione conforme lo hace su portador. No son raros los casos en los que las circunstancias moldean a la persona, a su corazón; y con él, a su fiel arma. Después de todo, son estas mismas circunstancias las cuales definen quienes somos en realidad.

Esa idea no me agrada en lo más mínimo. Lo que en aquel momento sostenía entre mis manos y que contemplaba con atención, ajeno al resto del mundo a mi alrededor, no era mi corazón.

—Danza de la Insanidad...

La delgada y puntiaguda Llave-Espada que no paraba de dar vueltas y vueltas, mientras intentaba absorber cada uno de sus detalles en mi memoria, era un misterio que todavía no podía resolver. Había aparecido por primera vez en aquella "excursión" a Bastión Hueco, poco antes de enfrentarnos a Wi--. A Iwashi.

Rojo oscuro en casi toda su extensión, salvo la empuñadura y la punta, que eran más claros. Delgada, tanto que si no uno la ponía de lado parecería sostener una varilla de metal en lugar de una Llave-Espada. Y puntiaguda, muy puntiaguda, para que cada golpe le doliera a mi rival, sin importar dónde impactara. Aquellas eran las características más relevantes de mi nueva arma: eso y que, cuando la invocaba, no aparecía de un destello de luz, sino de una salpicadura de sangre.

Click.

...y que podía dividirse en dos dagas.

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OFF: Geez, soy tan mal dibujante... No me gusta exhibirlo, pero es el único dibujo que tengo xDDD

Alcé las dos armas, prácticamente idénticas, y el sombrío metal rojizo pareció confundirse con la oscura noche que había descendido sobre Ciudad de Paso, el mundo al que había ido por mi cuenta sin avisar a nadie. Había ido a resolver un asunto, ese asunto, que sólo me concernía a mí. Quería ir a la Orfebrería y preguntar las razones: ¿cómo es que había terminado con un Llavero que no terminaba de comprender?

Los Moguris se especializaban en ello: en los Llaveros. Ellos debían tener una mínima pista de lo que debía estar sucediendo. De lo que debía estar sucediéndome. Quería hablar con ellos, quería pedir explicaciones... quería no estar solo en este embrollo que, sin importar por cuánto tiempo pensara, siempre escapaba de mi comprensión.

Pero me recargué por enésima vez en los escalones en los que me hallaba sentado, convencido de que no hallaría el suficiente valor para entrar. No por miedo a lo que fuesen a decirme o a cómo fuesen a juzgarme... sino por miedo a que el entender lo que llevaba en las manos fuese peor a ignorarlo.

Suspiré de nuevo y dejé que mis ojos volviesen a perderse en dirección al edificio...

—¿Light...?

Una figura familiar cruzó la puerta doble con evidente prisa. O desesperación, quizá. ¿Pasaba algo allí dentro? Era cierto que Light era algo precipitado y temerario, pero aquella actitud era indudablemente signo de que algo importante había sucedido.

Al final, siempre necesitaba de otros y no podía hacer las cosas por mi cuenta...

De una u otra manera, la visión de mi amigo me ayudó a ponerme de pie y a entrar en la Orfebrería, con las dos dagas todavía en mis manos.

[EspeYuna]

De repente, tanto yo como el resto de moguris nos sobresaltamos tras escuchar cómo alguien entraba de forma brusca en la Orfebrería, abriendo las puertas de par en par. Reconocía aquella mirada, que al principio podía intimidar, pero aquellos que conocían a su propietario sabían que no tenían nada de comparación a su manera de ser: Light.

Aquel muchacho con el que pasé una tarde en Villa Crepúsculo, en el torneo menor de principios de verano. Conocía a mi hermano Dan y había competido con él muchas veces en los campeonatos de Struggle.

El joven, con su mirada amenazadora, hizo que algunos moguris de mi alrededor se alejasen, o, expectantes, otros más se acercasen. Como cuando en la plaza de mi hogar se monta un follón cuando hay peleas callejeras.

—¡Nadhia! ¿Tienes algún problema? Si alguien te está molestando, dímelo y yo me encargaré de él... —tras eso, entrechocó uno de sus puños con la palma de la otra mano, en señal de buscar aquello mismo que no deseaba.

—¡N-no, Light! ¡Estoy bien, no pasa nada! —le dije, intentando tranquilizar su temperamento. Sabía que era muy "impulsivo", me lo había dejado claro en las calles de nuestro lugar de origen— Es sólo que, bueno... no soy buena negociando. Pero ahora no es eso lo que me preocupa.

Me giré de nuevo hacia el moguri, desafiante. No me iba a ir de rositas, y más si me tomaban por mentirosa.

—Te estoy diciendo la verdad. Mi llavero me llamó, descendí a mi corazón y conseguí materializar su forma de nuevo —expliqué, siendo totalmente sincera. Sin embargo, el moguri no dejaba de reír, burlándose de mis palabras.

—¡Imposible, kupó! Una niña como tú no ha podido hacer lo que un aprendiz a punto de ser Maestro, kupó. Así que, ¿por qué no te vas por dónde has venido, kupó?

Aquellos gestos de superioridad eran incluso peores que los de Akio. Me sacaban de mis casillas. Hacía mucho tiempo que no me irritaba tanto, y más por una tontería así. Ahora quería defender mi verdad.

Había conocido a Ángel. Incluso había presenciado su forma humana.

—¡P-pero!

—¿Por qué tanto alboroto, kupó?

En un instante, el rostro de aquel pequeño moguri se palideció. Giré hacia la voz del moguri que había hecho acto de presencia.

Un aspecto bastante diferente a lo que estaba acostumbrada respecto al concepto de "Moguri". Más grande, con un parecido a un animal concreto, un conejo. Presentaba un pelo lacio y rubio y un gran pompón en la cabeza. Caminaba a la par que, con un hermoso bastón de madera, decorado con flores, marcaba sus pasos.

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—¡M-Montblanc, señor, kupó! —parecía un personaje importante, pues algunos moguris volvieron a sus puestos de trabajo con la cabeza gacha.

—¿Qué ocurre, kupó? ¡No hay quien se concentre ahí abajo con todo este barullo, kupó! —el llamado Montblanc me miró de arriba abajo con sus ojos, más expresivos que cualquier otra criatura pomposa de aquel establecimiento— Oh, vaya, aprendices, kupó. ¿Algún problema, kupó?

El moguri encargado de provocarme dolor de cabeza comenzó a explicar lo sucedido, mofándose de mi supuesta mentira. Sin embargo, Montblanc se acercó a mí.

—¿Tu nombre, kupó? —me preguntó, con toda la educación posible.

—N-Nadhia. Nadhia Hoghes.

—Bien, Nadhia. ¿Podrías invocar tu Llave-Espada, kupó? —pidió el "jefe". Yo alcé mi mano, y deseé que Ángel apareciese empuñada entre mis dedos.

Un intenso destello dorado iluminó la Orfebrería. Brillaba con intensidad. Algunos moguris se acercaron, curiosos del aspecto de ésta.

—¡E-eso es...! —titubeó el moguri gruñón. Sorprendido, quizás. ¿De qué?

—Mmm... interesante, kupó —Montblanc parecía pensativo—. Ahora, Nadhia, dime el nombre de tu Llave-Espada, kupó.

—Ángel Forjado —antes de que pudiese responder, añadí:— Y he visto su forma humana, se presentó ante mí. Tiene aspecto de un joven de cabellos dorados, ojos celestes y vestiduras propias de un rey. Es...

Montblanc rió por lo bajo, pero no con maldad. Voló con sus pequeñas alas para alcanzar el filo de Ángel y cerró los ojos por unos instantes. Luego, los abrió, mirándome a mí.

—Te creo, Nadhia, kupó —después, se giró hacia el encargado—. Está diciendo la verdad. Conoce el verdadero nombre de su llavero, kupó. Y, como verás, kupó, no es un diseño propio de la Orfebrería, kupó.

—¡I-imposible! ¡A ese nivel, kupó!

—Además, ella no es la única de la sala que lo ha conseguido, kupó.

Por unos instantes, pensé que se refería a Light. Sin embargo, los ojos de Montblanc se dirigieron hacia un joven que había entrado poco después que Light, pero que debido al alboroto formado no me había dado cuenta de su presencia. De cabello castaño y bellos ojos verdes esmeralda, habría presenciado todo aquello.

—Parece que los nuevos aprendices de Tierra de Partida son bastante buenos, kupó. Los Maestros han sabido elegir bien a sus pupilos, kupó.

>> Muchacho, ¿podrías enseñarnos tu Llave-Espada y pronunciar su verdadero nombre?

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Montblanc, por si no lo sabéis, es el líder de los Moguris de Ciudad de Paso. Supongo que también ayudará a la historia de Xefil si quiere descubrir sobre su Llave-Espada =P

[Light]

—¡N-no, Light! ¡Estoy bien, no pasa nada! —le contestó algo sobresaltada por su presencia y por sus intenciones—. Es sólo que, bueno... no soy buena negociando. Pero ahora no es eso lo que me preocupa.

Esperaba que aquello fuera verdad y que realmente no estuviera metida en un lío. Quizás había sido demasiado impulsivo por su entrada, pero su reacción violenta resultaba normal con aquella "alergia" a Moguris que padecía.

—Te estoy diciendo la verdad. Mi llavero me llamó, descendí a mi corazón y conseguí materializar su forma de nuevo —pese a que Nadhia seguía intentando convencerle, el moguri no dejaba de mofarse.

¿Su llavero la llamó y descendió a su corazón? Light no pudo evitar rememorar aquella voz cálida que escuchó dentro de su cabeza en Bastión Hueco. La historia de Nadhia resultaba extraña y fantástica por todos los costados, pero a él también le habían pasado cosas bastante raras, así que quizás había alguna semejanza con lo de la aprendiza... aunque a diferencia de ella, él no había recibido llavero alguno.

—¡Imposible, kupó! Una niña como tú no ha podido hacer lo que un aprendiz a punto de ser Maestro, kupó. Así que, ¿por qué no te vas por dónde has venido, kupó?

La actitud vacilante y burlona del Moguri empezaba a erizar los pelos de Light Hikari. Nadhia era solo una aprendiza, sí, ¿pero y qué? Aunque no dispusiera de ningún título de Maestra y fuera una principiante, eso no la impedía tener alguna conexión especial con su arma. La Llave Espada era un arma legendaria y misteriosa, y como tal, era totalmente imposible conocer todo sobre ella.

—¡P-pero...!

—¡Eh, tú...!

—¿Por qué tanto alboroto, kupó?

¿Otro Moguri? Lo que nos faltaba...

Podrían contemplar una mueca desagradable en el rostro del joven Light. Un nuevo Moguri se había mostrado, uno bastante diferente que los demás. Sus largas orejas y su cuerpo de mayor tamaño le diferenciaban del resto de su raza, su gran pompón amarillo también.

No intimidó ni aterrorizó a todos sus compañeros Moguris como Light, pero consiguió que volvieran a ocuparse de sus tareas en el taller. El joven intuyó que debía de ser alguien importante en lugar, al igual que lo eran los Maestros en su Tierra de Partida.

—¡M-Montblanc, señor, kupó! —exclamó el moguri vacilante.

—¿Qué ocurre, kupó? ¡No hay quien se concentre ahí abajo con todo este barullo, kupó! —el líder de los Moguris les examinó de arriba a abajo; no le costaría mucho identificarles—. Oh, vaya, aprendices, kupó. ¿Algún problema, kupó?

El Moguri que había negado la historia de Nadhia empezó a explicar a Montblanc todo lo sucedido. Éste se acercó hasta Nadhia para sacar sus propias conclusiones.

—Bien, Nadhia. ¿Podrías invocar tu Llave-Espada, kupó? —le pidió amablemente a la muchacha.

Aceptó, y materializó su llavero especial delante de todos los asistente. La Llave Espada de Nadhia era un arma hermosa, un llavero jamás visto. Dorada y con alas angelicales en el mango, aquella Llave Espada parecía el arma digna de un ángel. Transmitía una luz tan cálida...

Desgraciadamente su llavero de Teluria no se podía comparar con aquella arma tan especial. Light no pudo evitar sentir un poco de envidia...

—Es increíble... —opinó Light sin despegar la mirada del arma de su compañera.

—Ángel Forjado —así se llamaba el llavero angelical según Nadhia—. Y he visto su forma humana, se presentó ante mí. Tiene aspecto de un joven de cabellos dorados, ojos celestes y vestiduras propias de un rey. Es...

Tras conocer el nombre de su espada, Montblanc dejó escapar una risa inocente. Se acercó hasta la Llave Espada de la muchacha y la acarició con suavidad, esperando encontrar como ciertas las palabras de Nadhia.

—Entiendo que seamos aprendices con poca experiencia aún... pero eso no quiere decir que mi compañera esté mintiendo. ¡Ha podido establecer perfectamente alguna especie de vínculo con su Llave Espada! —justificó Light a ambos Moguris. Aquel Llavero no era normal y corriente, y aun sin haberlo visto, habría creído en las palabras sinceras de Nadhia igualmente.

El jefe de los Moguris de Ciudad de Paso tenía ya su veredicto.

—Te creo, Nadhia, kupó —concluyó, y se dirigió hacia el otro moguri no tan convencido—. Está diciendo la verdad. Conoce el verdadero nombre de su llavero, kupó. Y, como verás, kupó, no es un diseño propio de la Orfebrería, kupó.

—¡I-imposible! ¡A ese nivel, kupó! —el moguri vacilante retrocedió lentamente sin comprender aquello.

—Además, ella no es la única de la sala que lo ha conseguido, kupó...

Montblanc se dirigió hacia... ¿Xefil? ¿Qué estaba haciendo allí? Light sí que se había dado cuenta de que alguien había entrado tras él, pero no le había dado importancia, y por tanto, tampoco se había girado para comprobar que se trataba de su compañero, hasta ahora.

—¿Xefil? —¿se refería a él? Estaba claro, pues él no podía ser de ninguna manera, que él supiera no había conectado con su Llave Espada. Además... intuía que el llavero rojizo y semejante a dos dagas de su amigo no era uno cualquiera, era especial, como el de Ángel Forjado.

[Zee]

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Creo que como tú eres la más interesada en lo que va a suceder en este Encuentro, dejaré el control de los NPC's en tus manos ^^

Oh, y Xefil tiene los ojos marrones :p

—Danza de la Insanidad...

Alcé la daga que llevaba en la mano derecha y, ante el simple hecho de ordenárselo mentalmente, su gemela tomó su lugar inicial con una pequeña salpicadura de sangre. Las manchas que cayeron al suelo o que mancharon mi ropa se desvanecieron al cabo de unos segundos. La Llave-Espada, completa, descansaba entre mis dedos, donde todos los presentes pudieron observarla.

Observé al moguri que parecía ser el líder de todos los trabajadores de la Orfebrería, y éste me sostuvo la mirada. Yo esperaba que él pudiese decir algo, fuesen explicaciones o opiniones personales, no importaba; él, supuse, simplemente me examinaba, más allá de las apariencias externas, con sus ojos. Nuestro encuentro fue fugaz, pues la impaciencia pudo conmigo:

—¿Así que... esto que llevo en las manos es, supuestamente, la verdadera forma de mi Llave-Espada? ¿Una representación de su alma?

Gruñí por lo bajo y apreté los dientes. Aquello... aquello era lo único que me recordaba a la Locura de Bastión Hueco, a Némesis, aparte del brillo rojizo de mis ojos cuando me enfadaba (y cabe decir que justo en aquel momento comenzaron a resplandecer). Aquella Llave-Espada, la Danza de la Insanidad, era la muestra de que no había sabido dominar a la oscura presencia que corrompía mi alma, la muestra de que había sido débil.

¿Cómo se atrevían...?

—Tonterías —sentencié, evitando a toda costa utilizar una palabra más vulgar. Enfadado, clavé el arma en el suelo y, debido a su forma, se quedó atorada entre dos losas de piedra—. La Llave-Espada está unida al corazón de su portador. ¿Intenta usted decirme, señor Montblanc, que esto —señalé al arma con el dedo, con repugnancia— es finalmente también parte de mí, de mi corazón, de mi alma?

>>No cuestiono sus conocimientos ni los de sus empleados. Pero me rehuso a aceptarlos. Esto no es lo que soy.

Tragué saliva. Tenía miedo de escuchar lo contrario.

[EspeYuna]

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Pensé que eran verdes lol!!

—¿Xefil?

Así que aquel chico se llamaba así. ¿Light lo conocía?

—Danza de la Insanidad...

Me sorprendió sobremanera el cómo su Llave-Espada pareció volver a... ¿unirse? O lo que es más intrigante, salpicaduras de, ¿¡sangre!?

Sin embargo, aquellas manchas se desvanecieron del suelo y de sus ropas. Dirigió una mirada algo intimidante a Montblanc, que le observaba, serio.

—¿Así que... esto que llevo en las manos es, supuestamente, la verdadera forma de mi Llave-Espada? ¿Una representación de su alma?

El joven gruñó por lo bajo. Parecía disgustado porque aquella fuese la verdad. ¿Sería por el aspecto de su arma? Sus ojos comenzaron a tonarse de un color que... bien reconocería. Como cuando Ragun se convirtió en aquel monstruo. Por un momento, agarré con fuerza a Ángel Forjado, preparada por si aquel aprendiz podía ser... pero entonces recordé su rostro.

Eran memorias lejanas, pertenecientes a un mundo de pesadilla: Bastión Hueco. Él, junto con otros aprendices, habían sido tan valientes de hablar con decisión frente al Maestro Ryota y los demás "traidores".

Me calmé, al mismo tiempo, cuando vi que el jefe de los moguris parecía calmado, escuchando detenidamente las palabras del muchacho.

—Tonterías —sentenció, enfadado y clavando su Llave-Espada, fina pero elegante, en el suelo de la Orfebrería—. La Llave-Espada está unida al corazón de su portador. ¿Intenta usted decirme, señor Montblanc, que esto —señaló su arma con el dedo, repudiándola con la mirada— es finalmente también parte de mí, de mi corazón, de mi alma?

>>No cuestiono sus conocimientos ni los de sus empleados. Pero me rehuso a aceptarlos. Esto no es lo que soy.

Estuve a punto de decir algo, pero mis labios permanecieron sellados. No por timidez, sino por respeto. No conocía al chico, ni el origen de la forma de su arma, de su compañera... pero...

Montblanc se dirigió hacia mí, con una sonrisa entre sus finos bigotes.. como si me hubiese leído el pensamiento, o conociese la historia de mi reunión con Ángel.

—¿No tienes nada que decir, Nadhia? —dijo el moguri, dando un par de golpecitos a mi pierna con su enorme bastón— No seas tímida. Sabes que tienes que decir algo.

Titubeante, miré fijamente a los ojos de Xefil, intentando transmitir algo... sin embargo, no fui capaz de expresar lo que sentía. Lo que llegué a experimentar durante mi duelo con Aguacero... cómo la repudié, y, después de todo, ella me volvió a buscar, dándome fuerzas para seguir adelante... convirtiéndose en mi ángel de la guarda.

—Y-yo... creo que es mejor que...

>> Debe descubrirlo él mismo.

El jefe moguri asintió con la cabeza, contento por mis palabras. Luego, alzó de nuevo sus ojos, expresivos y llenos de luz, para dedicarle un pequeño consejo a Xefil.

—El corazón nunca miente. Y, como ha intentando transmitirte Nadhia, hay cosas que incluso uno mismo puede ignorar.

>> Debes enfrentarte a tus miedos. Cuando seas capaz de hacerlo, puede que tu compañera responda en consecuencia.

Sin nada más que decir, el moguri salió de la estancia, a la vez que un pequeño moguri le susurraba al oído. Puso una mueca un tanto extraña, mirándonos de nuevo de arriba abajo. ¿Divertida, quizás?

—Si me disculpáis, tengo que aclarar un par de cosas. ¿Podríais esperar un momento, por favor? Los tres, a ser posible —señaló.

—D-de acuerdo.

Muerta de vergüenza, aparté la mirada del joven, sin saber qué decir. Me sentía algo incómoda, al haber dicho aquello. ¿Qué pensaría ahora de mí aquel tal Xefil?

[Light]

Su compañero no estaba conforme con la opinión del jefe de los Moguris. Se negaba a aceptar aquel llavero como la verdadera forma de su Llave Espada; se negaba a admitir que Danza de la Insanidad, la Locura, era la representación de su alma.

—Bueno... supongo que Xefil es el más indicado para saber estas cosas, ¿no creéis? Si dice que no es la verdadera forma de su Llave Espada tendrá razón —declaró franco y conciso. Compartía la opinión de su amigo, y además, ¿quién, aparte de él, podría conocer mejor su Llave Espada?

No sabía mucho sobre aquel tema, así que no pudo decir nada más. Él veía la Llave Espada como un arma como cualquier otra; un arma poderosa, pero peligrosa si se utilizaba inadecuadamente.

En definitiva: una gran responsabilidad.

Aún le quedaban muchos secretos de su Llave Espada por descifrar...

—¿No tienes nada que decir, Nadhia? No seas tímida. Sabes que tienes que decir algo.

Seguramente Nadhia sí que tenía algo que decir después de todo. Ella realmente había conectado con su Llave Espada, por lo que podría aconsejar al joven aprendiz sobre su llavero.

—Y-yo... creo que es mejor que..

>> Debe descubrirlo él mismo.

Nadhia tenía también razón en lo que decía. Tal como pensaba Light, la Llave Espada era un arma misteriosa, y conocer todos sus secretos podía resultar incluso imposible. Xefil necesitaría su tiempo para descubrir la absoluta verdad.

Quizás el aprendiz del Reino Encantado no tenía razón después de todo.

Tendría que descubrirlo...

“Descubrirlo él mismo”. Aquello sonaba fácil, pero no debía serlo en absoluto.

“¡Imposible, kupó! Una niña como tú no ha podido hacer lo que un aprendiz a punto de ser Maestro”

La verdadera forma de una Llave Espada, la representación material del corazón y del alma de una persona. Si quería obtener el título de Maestro como sus padres, seguramente tendría que lograr lo que Nadhia ya había conseguido.

¿Lo habrían conseguido sus padres en poco tiempo? Había oído hablar de ellos como genios de la Llave Espada, no sería extraño que ese fuera el caso. De todas formas, quizás no se requería de ser una persona con cualidades extraordinarias para obtener la verdadera apariencia de una Llave Espada.

Pero igualmente, Nadhia tenía muchísimo mérito por haber logrado esa hazaña.

—El corazón nunca miente. Y, como ha intentando transmitirte Nadhia, hay cosas que incluso uno mismo puede ignorar.

>> Debes enfrentarte a tus miedos. Cuando seas capaz de hacerlo, puede que tu compañera responda en consecuencia.

“Enfrentarse a tus miedos”. Debía de ser un requisito imprescindible para lograrlo. Por mucho que discurría, el joven Light no podía dar con alguna fobia o miedo en particular.

Y resultaba normal, pues el mayor de sus temores se encontraba todavía en lo más profundo de su subconsciente...

O también estaba la posibilidad de que simplemente no quisiera admitir sus miedos...

Montblanc no dijo nada más, y salió de la estancia, acompañado por uno de los trabajadores de la Orfebrería. Éste le susurró cierta información al oído; algo que por el rostro de Montblanc debía resultar divertido.

—Si me disculpáis, tengo que aclarar un par de cosas. ¿Podríais esperar un momento, por favor? Los tres, a ser posible —especificó, haciendo clara referencia a los tres aprendices entre los que se incluía Light.

—Claro.

Se mantuvo en su sitio con los brazos cruzados, pensativo. Nunca había tenido mucha paciencia y aquello no sería una excepción, esperaba que Montblanc no se entretuviera demasiado. Ese día lo tenía libre, y tenía que aprovecharlo encontrando a ese famoso mago del que tanto había oído hablar.

Observó disimuladamente a Nadhia. Cohibida, no se atrevía a establecer ni siquiera contacto visual con el joven Xefil. La “tensión” del ambiente no debería ser impedimento alguno en las presentaciones.

Se dirigió a Xefil.

—¿Tienes asuntos también por aquí? Entonces ya somos dos —dijo Light para “romper el hielo”. Depositó su mano izquierda sobre el hombro de amiga y procedió a presentarla—: Ella es Nadhia, una aprendiz de Tierra de Partida.

Nadhia no tenía nada que temer, pues estaba casi seguro de que Xefil no se enfadaría por algo como eso.

[Zee]

¿Nadhia, había dicho?

—¡Oh! —exclamé, sin poder evitarlo, en cuanto Light me presentó a la chica.

En ese instante, finalmente observándola frente a frente, advertí que había algo familiar en ella: como si hubiese visto su rostro en un sueño o una visión. Lo atribuí simplemente a que me la había topado varias veces por Tierra de Partida. No recordé en absoluto (sino hasta mucho después) que ella, al igual que Light y yo, había estado en Bastión Hueco.

—¡Es un placer conocerte finalmente! Eres...—añadí. Estuve a punto de decir "Eres amiga de Ragun, ¿no?", pero decidí detenerme a último minuto. No podía arriesgarme a que ella no tomara el asunto de las "traiciones" con tanta tranquilidad—. Ah, quiero decir... Soy Xefil —le tendí la mano. Sin saber qué más decir, agregué—: Vengo de Reino Encantado.

Me arrepentí por aquel arrebato ante las palabras de Montblanc. Al instante hice desaparecer mi Llave, que había quedado incrustada en las losas como una espada legendaria en un pedestal. El arma se cubrió por completo por un viscoso líquido rojo y luego desapareció con rapidez, convirtiéndose primero en un charco y luego desvaneciéndose como si jamás hubiese estado allí.

—No termino de acostumbrarme... —murmuré, dirigiéndole las palabras más a Light que a Nadhia. Después de todo, él me había acompañado la primera vez que usé ese llavero: cuando luchamos contra Iwashi. Supuse que entendería la situación y no mencionaría nada; aunque, si Nadhia llegaba a preguntar por curiosidad, no rehuiría la pregunta.

Suspiré y me dispuse a esperar a Montblanc, mientras pensaba en lo que me había dicho:

—El corazón nunca miente. Y, como ha intentando transmitirte Nadhia, hay cosas que incluso uno mismo puede ignorar.

>>Debes enfrentarte a tus miedos. Cuando seas capaz de hacerlo, puede que tu compañera responda en consecuencia.

¿Podría el moguri tener razón? No podía cuestionar los conocimientos que había cultivado a lo largo de los años, sirviendo a Aprendices y Maestros de la Llave-Espada. Probablemente no había vuelta de hoja: Montblanc no se equivocaba. Y para mostrar su punto, allí se hallaba Nadhia. Entonces...

¿...qué clase de monstruo moraba mi corazón?

—Obtuviste tu llavero por tu cuenta al descender a tu corazón —dije, dirigiéndome a Nadhia, aunque sin mirarle. Mis ojos se perdían en las líneas de la palma de mi mano, donde tantas veces había empuñado la Llave-Espada—. ¿Fue... fue agradable? Yo nunca he hecho tal cosa.

>>Y si lo piensas —agregué, girándome a ella—. No tiene sentido que haya conseguido la verdadera forma de mi Llave sin siquiera conocerme a mí mismo.

Una última frase terminó mis palabras, aunque no la dije en voz alta. No quería. Pero aun así, no pude evitar pensarla.

¿Entonces algo externo, más allá de mi entendimiento, me manipuló para llegar a esto?

[EspeYuna]

Light quiso romper el silencio tan incómodo que pudo llegar a provocarse, presentándome a aquel que se hacía llamar Xefil. Mis ojos volvieron a encontrarse con los suyos.

—¡Oh! —exclamó. Al parecer, mi nombre le sonaba de algo— ¡Es un placer conocerte finalmente! Eres...—en ese momento, me di cuenta de que me conocía por algo en especial, pero quiso callarlo. Entonces pensé que fuese por los rumores que había sobre mí desde que llegué a Tierra de Partida: que había vencido a Lyn, que era un ángel caído del cielo.. en fin. Todos aquellas leyendas seguían persiguiéndome, al parecer—. Ah, quiero decir... Soy Xefil. Vengo de Reino Encantado.

Me tendió la mano, con cortesía y elegancia. Marqué una sonrisa que surcó mi rostro y correspondí a su apretón de manos ¿Reino Encantado? Un mundo que desconocía, pero su nombre me atraía sobremanera.

—Encantada, Xefil. Como te ha dicho Light, también soy aprendiz. Y provengo de Villa Crepúsculo, al igual que él.

No podía evitar el fijarme en el líquido viscoso y rojizo que hizo desaparecer el arma del joven, dejando en su lugar un charco de sangre. Sin embargo, éste desapareció a los pocos segundos. Seguramente a muchos aprendices aquel tipo de invocación de la Llave-Espada les parecería algo macabro y desagradable. Aunque no quise transmitir aquellos pensamientos para que Xefil no se sintiera incómodo. Pero, ¿cómo? Mi cara era como un libro abierto.

—No termino de acostumbrarme... —murmuró.

—¿A.. a qué..? —pregunté, pero Xefil no contestó, hundido en una mirada distante y lejana. Respeté su silencio, pues bien sabía lo que podía estar sintiendo. Porque.. yo pude pasar por algo similar en su momento.

Aquellos minutos, miles de recuerdos asaltaron mi mente: mi repentina huida de Tierra de Partida, mi aterrizaje en las Islas del Destino, el ataque de aquella neosombra.. Aguacero rota por la mitad.. y Ángel. Mi Llave-Espada brilló y me acarició la mano. Puede que no se pudiera ver a los ojos de los demás aprendices, pero sentía cómo la mano de Ángel rozaba la mía.. como si se encontrara a mi lado en su forma humana.. y me susurraba cosas que yo sólo podía oír.

"¿Por qué quieres grabar mi nombre en el arco?"

"Porque es tu nombre, simplemente"

"Oh.. qué profunda reflexión"

Oí su risa cristalina y celestial, a la vez que burlona.

"Nadhia.. mi nombre ya está grabado en tu corazón. No hace falta que lo marques en otro lugar"

A veces resultaba bastante difícil mantener una conversación con tu arma cuando tenías que estar pendiente de la realidad que te rodeaba.

—Obtuviste tu llavero por tu cuenta al descender a tu corazón —dijo Xefil, contemplando su mano, sin intercambiar una mirada conmigo. Asentí—. ¿Fue... fue agradable? Yo nunca he hecho tal cosa.

>>Y si lo piensas.. No tiene sentido que haya conseguido la verdadera forma de mi Llave sin siquiera conocerme a mí mismo.

—Creo que.. cada portador de la Llave-Espada se enfrenta en un momento de su aprendizaje a eso —dije, aún sabiendo que no entendía del todo lo que me ocurrió a mí antes de enfrentarme a... a... —. Si... ¿si fue agradable? No sabría decirte.. al principio, me encontraba perdida, confusa, paralizada.. y no te puedo explicar cómo llegué a mi descenso. Simplemente.. Ángel me llamó.

>> Además.. tampoco estoy cien por cien segura de que la forma definitiva de Ángel Forjado sea ésta.

Hice desaparecer a Ángel Forjado en un fino hilo de destello dorado, dejando caer al suelo unas cuantas plumas blancas que al rato también se desvanecieron.

—Y fue en el momento oportuno, debo decir, porque... —no me di cuenta de lo que estaba diciendo hasta que pronuncié aquel nombre— Ragun.. casi acaba con mi vida.[/color]

Mi rostro palideció, mucho más de lo que era siempre. Entristeció, paralizado por los sucesos que me llevaron a enfrentarme a mi mejor amigo. ¿Cuánto tiempo había pasado desde entonces? ¿Qué estaría haciendo en aquel momento? ¿Seguiría conservando su personalidad, a pesar de que su otro yo estuvo a punto de matarme?

Seguramente Light y Xefil estaban esperando una continuación tras haber pronunciado el nombre de un traidor. ¿Habrían escuchado mis últimas palabras?

—Yo..

—Bueno, bueno, kupó.. parece que no habéis salido huyendo, kupó.

Me salvé por los pelos cuando Montblanc apareció de nuevo en el recibidor de la Orfebrería. Traía una bolsa de tela azul, con bordaje plateado que simulaba la luna y las estrellas. Parecía contener algo valioso dentro.

—Me gustaría que me hicieras un favor, Nadhia, kupó —me dijo, pero antes de que pudiera negarme, él insistió—. ¿Qué me dirías si hacemos un trato, kupó?

—¿Un trato? —pregunté. Sin duda, Montblanc había despertado mi curiosidad.

—Así es, kupó. Verás, desde que los sincorazón andan por los Distritos 2 y 3, kupó, muchos de mis subordinados no se atreven a llevar algunos pedidos a nuestros clientes, kupó.

>> Existe un cliente, buen amigo mío, kupó. Merlín se llama, kupó, es un mago. Vive en el Distrito 3, tras la puerta de la llama, kupó. Me pidió hace tiempo esto, pero, aún sabiendo que se lo tendría en dos semanas, él no ha acudido en su busca todavía, kupó. Ya llevo un mes sin verle por aquí y me preocupa, kupó. Iría yo mismo, kupó, pero no puedo dejar desatendido el Distrito 1, kupó. Y no me atrevo a mandar a los moguris esta tarea, pues hay una armadura suelta.. kupó.

—¿Todavía sigue rondando por ahí? —pregunté, realmente preocupada, a lo que el líder de los moguris asintió con la cabeza. Se suponía que ya habíamos sido muchos los aprendices que nos topamos en alguna ocasión con aquel sincorazón gigante.. ¿los Maestros aún no se habían hecho cargo del peligro que suponía? ¿O es que había más de una?— Entonces, si encontramos a ese tal Merlín y le entregamos esto.. ¿qué nos das a cambio?

Montblanc esbozó una sonrisa pícara.

—Tendrás tu arco, kupó. Con el nombre de Ángel Forjado, kupó —mis ojos brillaron por la sorpresa. El moguri del mostrador estuvo a punto de intervenir, pero calló de inmediato al saber que no podía enfrentarse a Montblanc, pues le respetaba—. Debido al peligro que supone que vayas tú sola, kupó, deberías ir acompañada de tus compañeros, kupó.

Giré mi cabeza hacia ambos. No les iba a obligar que viniesen conmigo.

—No importa que vaya sola. Me las puedo apañar.. seguramente tengáis cosas que hacer..

Recogí de las manitas de Montblanc la pequeña bolsa de tela, guardándola en uno de los bolsillos de mis pantalones. En realidad, sabía que NO me las podía apañar yo sola en los Distritos 2 y 3 con una armadura gigante rondando por ellos. Pero intenté sonar lo más convincente posible antes de abandonar la orfebrería.

Spoiler: Mostrar

Xefil y Light escuchan lo de "por poco me mata", por si hay dudas..

[Light]

—¡Oh! —exclamó, como si Nadhia le resultase familiar. Ambos eran aprendices de Tierra de Partida, por lo que no sería extraño que se hubiesen cruzado por los pasillos del castillo en más de una ocasión—. ¡Es un placer conocerte finalmente! Eres... —se disponía a decir algo, pero en el último momento se detuvo—. Ah, quiero decir... Soy Xefil —se corrigió en el último momento, tendiendo la mano a la muchacha—. Vengo de Reino Encantado.

Aunque Light ya se había anticipado presentando a la chica, ella lo hizo igualmente y estrechó su mano con el aprendiz, especificando su mundo de procedencia.

Light observó fijamente como el arma de Xefil se ocultaba tras un fluido rojizo y repulsivo, semejante a la sangre. Primero se deshacía hasta que solo quedaba un simple charco de sangre. Después desaparecía simplemente, sin dejar líquido o rastro alguno...

Jamás había contemplado una desmaterialización tan peculiar como aquella. Daba igual las veces que lo viera, siempre era igual de sorprendente.

—No termino de acostumbrarme...

—¿A.. a qué..?

Light desvió la mirada simplemente. Resultaba normal que aún no se acostumbrara, no había pasado demasiado tiempo desde la primera vez que el joven del Reino Encantado había recibido su llavero.

En la batalla contra Wix en Bastión Hueco. Allí, un Xefil completamente distinto, enloquecido, luchó con uñas y dientes contra la Guardiana que les impedía el paso, acompañado por ese llavero tan... peculiar.

Light no resolvería las dudas de Nadhia; no era el más indicado para hacerlo. Durante el silencio, se limitó a observar con cierta serenidad a través de una de las ventanas de la Orfebrería. Podía vislumbrar a un grupo de niños cruzando por el lugar, tendrían aproximadamente unos ocho años. Se les veía bastante animados y parecían dispuestos a pasárselo bien.

"Afortunada juventud sin responsabilidades" pensó, esbozando una sonrisa.

Despegó rápidamente la mirada de la cristalera, aunque no tardaría en volver a fijarse en ella tras detectar a alguien por el rabillo del ojo...

Una mujer permanecía inmóvil ante ellos, contemplándoles fijamente tras la ventana de la orfebrería, sin sorpresa, sin sentimiento o expresión alguna. Especialmente llamativa por su tez pálida y por sus cabellos blancos, ligeramente azulados. Especialmente hermosa por sus ojos azules e hipnóticos, sinceros...

Spoiler: Mostrar

Un aura de misterio rodeaba a aquella mujer. Si lo que deseaba era atraer la mirada del joven Light... lo había conseguido. No podía deshacerse de ese contacto visual tan magnético de ninguna manera.

No, en realidad no quería. No quería pestañear por nada del mundo, no... no quería que se esfumara...

Qué escurridiza...

Un simple pestañeo y la misteriosa dama había desaparecido de su vista. Se restregó los ojos y probó a volver a encontrarla con la mirada, pero nada.

¿Seducción? ¿Amor a primera vista? Para nada... no era ese caso. No lo entendía, ni tampoco podría explicarlo, aún no.

Esa mujer...

Regresaría a "tierra firme" tarde o temprano. Avergonzado por su comportamiento, deseaba no haber mostrado demasiado grosería delante de sus amigos por su "breve ausencia". ¿Se habría quedado mucho tiempo ensimismado?

—Creo que.. cada portador de la Llave-Espada se enfrenta en un momento de su aprendizaje a eso —dio su opinión al respecto, aunque no parecía muy segura de sus palabras—. Si... ¿si fue agradable? No sabría decirte.. al principio, me encontraba perdida, confusa, paralizada.. y no te puedo explicar cómo llegué a mi descenso. Simplemente.. Ángel me llamó.

>>Además.. tampoco estoy cien por cien segura de que la forma definitiva de Ángel Forjado sea ésta.

—Ajá... —simplemente asintió. Realmente no había escuchado a Xefil, así que optó por mantener una posición pasiva en esa conversación. Tampoco tenía mucho que decir...

—Y fue en el momento oportuno, debo decir, porque... Ragun.. casi acaba con mi vida.

—¿Qué...?

¿Qué había acabado de decir? ¿Había escuchado bien?

Habría procedido a interrogarla, pero desgraciadamente no tuvo tal oportunidad, además de que seguramente no era el lugar más apropiado para hacerlo. Montblanc regresó a la habitación, con cierto encargo para la aprendiza de Villa Crepúsculo. Un recado perfecto para los aprendices, ya que podrían surgir Sincorazón por el camino, un peligro para la gente normal que no supiera defenderse.

—Existe un cliente, buen amigo mío, kupó. Merlín se llama, kupó, es un mago. Vive en el Distrito 3, tras la puerta de la llama, kupó. Me pidió hace tiempo esto, pero, aún sabiendo que se lo tendría en dos semanas, él no ha acudido en su busca todavía, kupó. Ya llevo un mes sin verle por aquí y me preocupa, kupó. Iría yo mismo, kupó, pero no puedo dejar desatendido el Distrito 1, kupó. Y no me atrevo a mandar a los moguris esta tarea, pues hay una armadura suelta.. kupó.

¿Había dicho Merlín?

—¿Todavía sigue rondando por ahí? —preguntó. Light dirigió una curiosa mirada hacia una Nadhia que parecía preocupada por cierta armadura. ¿Sería ese Sincorazón tan temible y peligroso?—. Entonces, si encontramos a ese tal Merlín y le entregamos esto.. ¿qué nos das a cambio?

—Tendrás tu arco, kupó. Con el nombre de Ángel Forjado, kupó —Nadhia se mostró bastante sorprendida. El Moguri del mostrador se dispuso a quejarse, pero sabía que tenía las de perder con Montblanc—. Debido al peligro que supone que vayas tú sola, kupó, deberías ir acompañada de tus compañeros, kupó.

—No importa que vaya sola. Me las puedo apañar.. seguramente tengáis cosas que hacer..

—Sí, pero de todas formas nuestros caminos se juntan —le dijo, aunque procedería a especificar sus razones, por lo que añadió—: Quería ir de todas formas a la casa de ese tal Merlín para consultarle algunas dudas, y bueno... tampoco te voy a dejar ir sola con un Sincorazón peligroso de por medio...

>>Voy saliendo.

Fue el primero en salir de allí, a paso rápido, como frecuentemente hacía cuando no se encontraba cómodo en un lugar.

Pero de todas maneras esa no era la razón, no... sino esa mujer...

Volteó la cabeza hacia la derecha, no había rastro de ella. Hacia la izquierda también, y tampoco, nada de nada. ¿Por qué les estaría espiando esa misteriosa mujer? Quizás solo era una habitante normal de aquel mundo que se entretenía observando el taller...

O quizás solo eran imaginaciones suyas...

—Al distrito tres, ¿verdad? —preguntaría a sus compañeros en cuanto salieran del establecimiento, para asegurarse. Estaba totalmente desorientado y nunca había entrado en los otros dos distritos, por lo que seguiría a Nadhia—. Vamos.

Tan rotundo y directo como siempre, sin rodeos, deseoso de llegar a su destino cuanto antes.

Tan rotundo y directo...

—¿Qué fue lo que te hizo Ragun? —interrogó a la muchacha, con una seriedad y una intensidad en su mirada que incluso asustaba. La pregunta del millón. Escucharía toda la historia de la muchacha, sin interrumpirla.

Aunque... tampoco la presionaría si se negaba a hacerlo.

[Zee]

—Creo que.. cada portador de la Llave-Espada se enfrenta en un momento de su aprendizaje a eso —me dijo Nadhia, así que me vi obligado a devolverle la mirada. Era bastante tímida, y podía notarlo en su expresión. ¿Sería capaz, alguna vez, de romper aquel muro y conversar con ella normalmente...? Mentiría si dijera que la chica no me había interesado—. Si... ¿si fue agradable? No sabría decirte.. al principio, me encontraba perdida, confusa, paralizada.. y no te puedo explicar cómo llegué a mi descenso. Simplemente.. Ángel me llamó.

>> Además.. tampoco estoy cien por cien segura de que la forma definitiva de Ángel Forjado sea ésta.

—Ángel Forjado... —murmuré, repitiendo el nombre del llavero de Nadhia. Era bastante bonito... comparado con "Danza de la Insanidad". Y ella podía ponerle un diminutivo, con cariño. En cambio yo sonaría ridículo diciendo "Danza" solamente.

—Y fue en el momento oportuno, debo decir, porque... —comenzó de nuevo— Ragun... casi acaba con mi vida.[/color]

—¿Qué...?

Yo no reaccioné de la misma manera que Light, pero me sentí igualmente sorprendido. ¿Lo que Nadhia había dicho era cierto? ¿Ragun... había intentado matarla? ¿A su amiga?

No me parecía. No conocía mucho a Ragun, sólo había hablado con él unas pocas veces y habíamos estado juntos en dos misiones, pero... ¿Cómo era aquello posible?

—Yo..

—Bueno, bueno, kupó.. parece que no habéis salido huyendo, kupó.

Me giré cuando escuché la voz del moguri líder interrumpiendo a Nadhia. En un excelente momento, claro; entiéndase el sarcasmo. No pude hacer nada más salvo quedarme con la curiosidad, pues Montblanc inmediatamente continuó para pedirnos un favor. Advertí, además, que llevaba consigo una pequeña bolsa azul.

—Me gustaría que me hicieras un favor, Nadhia, kupó. ¿Qué me dirías si hacemos un trato, kupó?

—¿Un trato?

—No caigas en su trampa, niña —me dije, recordando a todos los astutos comerciantes que de vez en cuando llegaban al mercado en mi mundo nativo.

Pero incluso cuando no estaba de acuerdo con las maneras de aquel moguri, escuché pacientemente. Después de todo, parecía que lo que Nadhia esperaba obtener era bastante importante, a juzgar por su actitud previa. ¿Cómo iba a negarle algo que quería con tanta fuerza? Así que me crucé de brazos y escuché la historia de Montblanc: como los Sincorazón se habían apoderado de algunas zonas de la ciudad, los moguris no se atrevían a llevar los pedidos a los clientes. Uno de ellos en concreto, un supuesto mago de nombre Merlín vivía en el Distrito 3 y necesitaba que le llevasen algo, que supuse se hallaba en el interior de la bolsa. Y si lográbamos hacer el pedido... Nadhia obtendría su preciado arco.

—Debido al peligro que supone que vayas tú sola, kupó, deberías ir acompañada de tus compañeros, kupó —añadió luego el moguri. Después de todo, se había mencionado a una Armadura en algún momento de la conversación. Sin duda, no podíamos dejar a Nadhia ir sola, aunque ella no parecía quererlo así:

—No importa que vaya sola. Me las puedo apañar.. seguramente tengáis cosas que hacer..

—Sí, pero de todas formas nuestros caminos se juntan —comenzó Light, negándose a la idea de Nadhia—: Quería ir de todas formas a la casa de ese tal Merlín para consultarle algunas dudas, y bueno... tampoco te voy a dejar ir sola con un Sincorazón peligroso de por medio...

—Prefiero acompañarte, Nadhia. Si necesitas ayuda, cuenta conmigo —me uní, dedicándole una sonrisa a la chica. Sería una buena oportunidad para conocer a alguien tan interesante, que con suerte sería capaz de darme algunas respuestas.

Así que salí con ella de la Orfebrería, convenciéndome a mí mismo que podría volver a investigar sobre mi llavero más tarde. Light se nos adelantó un poco, pero a final de cuentas íbamos todos juntos.

—Vamos por ese arco tuyo, ¿de acuerdo? —añadí, abriéndole un poco más la puerta.

Caminamos un poco hasta que alcanzamos a Light. Luego Nadhia tomó la delantera, pues ni mi amigo ni yo conocíamos aquel mundo lo suficiente para navegar por nuestra cuenta. Rumbo al Distrito 3, entonces.

Alcé la vista al cielo, contemplando la infinidad de estrellas... de mundos.

—¿Qué fue lo que te hizo Ragun?

La voz de Light sonó muy fría al preguntar lo que había estado rondando por mi cabeza hasta hacía unos momentos. Hice una mueca, pero no aparté la mirada del vacío de la gran bóveda.

Me había prometido no considerar a nadie un "traidor"... pero si Nadhia había dicho la verdad...

[EspeYuna]

—Sí, pero de todas formas nuestros caminos se juntan —comentó de pronto Light, por lo que me paré en seco y giré hacia él antes de salir de la Orfebrería. Típico de él, no me dejaría ir sola tras haber escuchado la mención de la armadura gigante—: Quería ir de todas formas a la casa de ese tal Merlín para consultarle algunas dudas, y bueno... tampoco te voy a dejar ir sola con un Sincorazón peligroso de por medio...

—Oh, b-bueno, si tenías pensado ir.. pero tú, Xefil —empecé a decir, titubeante. Estaba nerviosa, más bien por haber metido la pata otra vez: había dicho que Ragun casi acababa conmigo. Y, en realidad, no era la verdad exacta, al menos eso quería creer.

—Prefiero acompañarte, Nadhia. Si necesitas ayuda, cuenta conmigo —se unió. No me extrañaba, si era amigo de Light. Su grata y cálida sonrisa, combinada con mis nervios y la timidez provocaron que mis mejillas se encendiesen, alarmadas. ¿Por qué me estaba comportando como una idiota? ¿Era porque apenas conocía al nuevo acompañante? ¿O porque temía que tuviese mala impresión de mí?

Lo mismo de siempre. En Villa Crepúsculo, me pasaba exactamente lo mismo. Siempre tenía miedo a lo que los demás pensaran de mí... y no fue de gran ayuda todo lo que pasó a lo largo de mi niñez y adolescencia. Aunque... gracias al torneo menor al que asistí con Light, pude deshacerme de la máscara de la chica rara para convertirme de nuevo en Nad, la inseparable compañera de Dan: uno de los mejores jugadores de Struggle de la Villa. Y mi hermano pequeño.

—Vamos por ese arco tuyo, ¿de acuerdo? —añadió Xefil, abriéndome la puerta de la Orfebrería con amabilidad. Sus modales sólo hacían que me pusiera algo más nerviosa, pero una vez que estuvimos ante las puertas del Distrito 2, volví a recuperar a la nueva Nadhia.

"Vamos allá"

Sí

Abrí con esfuerzo los grandes portones. Una vez estuvimos dentro, me puse a la delantera para guiar a ambos. Sumida en vigilar la plaza que se extendía por toda la zona, probablemente buscando indicios de Sincorazón, estaba tan distraída que la pregunta de Light, fría y directa —puede que demasiado directa—, me pilló desprevenida.

—¿Qué fue lo que te hizo Ragun?

Lo sabía, pensé. Puede que Xefil no conociera a Ragun, que quizás no le dio la más mínima importancia, pero conociendo a Light, lo más probable es que mis palabras estuviesen retumbando en su cabeza como martillos, o como los golpes de su abuela.

Nadhia, deberías dar explicaciones. ¿Recuerdas lo que pasó con tu pequeño amigo azulado?

No hacía falta que Ángel me lo recordara. Tiempo atrás, me vi sumergida dentro de un programa de ordenador, atrapada junto con Maya, Fyk y Akio. Dije algo sin pensar, algo que pudo malinterpretarse, no di una explicación exacta de lo que sucedió realmente y Fyk pareció disgustado conmigo... como si le hubiese mentido. Como si estuviese renegando de nuestro amigo, aunque fuese ahora, lo que decían muchos en Tierra de Partida, un traidor.

Seguí andando, sin mirar a Light o a Xefil. Me paré en cuanto los tres pasamos al lado de una sombrerería bastante llamativa, con las luces de dentro encendidas, aunque sin vendedor que nos atendiera ni clientes probándose extravagantes sombreros dentro. A través del cristal, pude observar en mis recuerdos el rostro de un Ragun que desconocía.

—Lo siento, Light —dije, tocando con una de mis manos el cristal del escaparate, frío y abandonado—. En realidad, fui yo quien me batí en duelo con él para traerlo de vuelta.. la cosa no acabó bien.

>> Una parte de mí me dice que el que intentó matarme no fue Ragun.

Mis palabras sonarían confusas a oídos de los dos, por lo que eché a andar por las escaleras que daban a la plaza, vigilando los callejones, seria. Pero no iba a perder la oportunidad de hablar sobre aquello.

—Os contaré lo que realmente sucedió.

Durante el camino, vigilando nuestras espaldas de un posible ataque sorpresa, comencé a contarle a Light y a Xefil los sucesos acontecidos con respecto a ese día: cómo esa neosombra me atacó, cómo Aguacero se partió a la mitad, la pequeña batalla en mi descenso rodeada de cadenas. Por supuesto, me salté los recuerdos más dolorosos de mi niñez, no quería ponerme dramática. Les expliqué, tranquila y serena, mi encuentro con Ragun. Y cómo se transformó en alguien que no era.

—Tengo dos teorías, ¡oh! —recordé de pronto que fue en esa puerta donde dejé atrás a un sincorazón tipo soldado y me llevé un regalito en uno de mis párpados. Me toqué la cicatriz, añorando viejos tiempos, aunque seguí con mi discurso, pidiendo disculpas por la interrupción—: la primera es que el Maestro Ryota le haya hecho algo. No estuve presente, pero he oído acerca de la Maestra Iwashi. Si... si fueron capaces de hacerle eso a una Maestra, ¿quién sabe si estarán experimentando con ellos..?

Supongo que mi primera teoría pudo poner la carne de gallina a Xefil y a Light. ¿Nosotros, carne de cañón? Cuando ellos habían destruido un mundo, habían liberado a los sincorazón...

—Pero si lo que dijo el otro Ragun es cierto —dije, dando a conocer mi segunda teoría—, puede que la oscuridad de su corazón se esté haciendo demasiado fuerte... y que le esté consumiendo poco a poco.

"¿Qué te dice que yo no soy el verdadero dueño de este cuerpo?"

Cuando entramos en el Distrito 3, mis sentidos se agudizaron. Mi expresión tornó seria, atenta a cada mísero susurro de viento que pasara por allí. Como era de esperar, la fuente decorada con una simpática pareja de perros seguía funcionando. El burbujeo del agua me tranquilizó un poco, así que me dispuse a buscar la puerta de la llama.

—Prometí hacerme más fuerte —dije, girando mi cabeza de un lado a otro hasta que pude encontrar con mis ojos avellana una especie de pintura similar a la de una llama de fuego. Noté cómo me llamaba—. Sigo teniendo los mismos ideales: pienso recuperar a Ragun.

>> Quizás me precipité. Podría recuperar a Ragun sin necesidad de traerlo a Tierra de Partida. Sé que podemos seguir siendo amigos. A veces, me es difícil asimilar algo así. Odio a Andrei, a Ariasu, a Ryota... los odio a todos.

Ángel apareció en mi mano entre luz y plumas celestiales. Mi mano se alzó por sí sola, señalando hacia la puerta: como si ya supiera lo que tenía que hacer.

—Me convertiré en Maestra, algún día —sentencié, terminando por conjurar una llama en la punta de Ángel—: ¡Piro!

Habiéndome dado cuenta del discursito que había montado en unos minutos, me giré hacia los dos. La realidad volvió a mí, por lo que el rojo de mis mejillas volvió a resurgir, avergonzada.

—B-bueno, s-supongo que es por aquí...

* * *

En la Orfebrería, los moguris se sobresaltaron cuando una nube de humo azul con brillo chispeante invadió el mostrador. Sin embargo, Montblanc no pareció asustarse, ni un ápice de miedo recorrió su rostro. Porque sabía que se trataba de una agradable visita, aunque, para qué mentir, inesperada para muchos:

—¡Hola a todos! ¿Como habéis estado durante mi ausencia? —preguntó, ajustándose sus gafas y limpiando el polvo de sus hombros.

—Es una grata sorpresa verte, kupó —dijo Montblanc, volando con sus alas para estrechar su manita—. ¿Qué tal el viaje, Merlín, kupó?

Ambos estuvieron charlando un buen rato. Tras que Merlín se marchara a hacer algunas compras por el Distrito, el encargado del mostrador se acercó a Montblanc.

—S-señor Montblanc, kupó... ¿no ha mandado a esos tres a entregar un paquete, kupó? —preguntó, trastornado.

—Así es, kupó —respondió Montblanc, bastante tranquilo.

—Pero, señor, kupó —insistió el moguri—. Discúlpeme, kupó, pero... ¿ese caballero no era al que tenían que buscar, kupó? ¿No se supone que..?

Montblanc se giró hacia el encargado.

—Supongo que he sido un poco travieso, kupó —dijo, escapando de entre sus bigotes una sonora risa—. El paquete va destinado a... alguien especial, muy especial, kupó.

La mirada de Montblanc, junto con su mueca sarcástica, alarmaron al moguri:

—¿¡A él, kupó!? —exclamó, sorprendido— Vaya, kupó... ahora siento lástima por esos aprendices, kupó.

El patriarca se dirigió hacia la ventana, observando el manto de estrellas que iluminaban el cielo.

—Creo que esa muchacha es justo lo que necesita el pequeño granuja, kupó —sentenció, mostrando una cálida sonrisa tras su reflejo—. Confiaré en mi criterio, kupó.

[Zee]

Sin duda, la chica se mostró incómoda ante la pregunta de mi amigo. Y no podía culparla: era conocimiento mío, incluso, que Nadhia solía pegarse mucho a Ragun antes de los incidentes de Bastión Hueco. Ni quería pensar la cantidad de sentimientos que habían inundado su corazón... cuando su propio amigo intentó asesinarla. De cierta forma, me sentí aliviado de que Light hubiese planteado la cuestión: no lo hubiese hecho yo de no haber sido así; hubiera supuesto un duro golpe incluso para mí.

Nadhia prefirió no responder por unos momentos, aunque era evidente que debía hacerlo con el tiempo. Así pues, seguimos caminando hasta que cruzamos una gran puerta detrás de la Orfebrería. Supuse, entonces, que nos habíamos movido a un distrito diferente: el sitio se hallaba completamente vacío, la única señal de vida siendo las luces de la ciudad y el agua corriendo en una fuente.

Frente a nosotros se alzaba una gran catedral, con una explanada delante de ella y los edificios rodeándola en las otras direcciones, construidos en un nivel más alto al que podía accederse por medio de varias escalinatas. Por lo tanto, la plaza quedaba directamente frente a la puerta por la que habíamos entrado, tras bajar las escaleras.

Spoiler: Mostrar

Nadhia prefirió avanzar por la derecha. Como pensando qué era lo que iba a decir, se alejó pensativa hasta la fachada de una tienda de sombreros. Algo melancólica, apoyó su mano sobre el cristal sucio, casi acariciándolo. Pacientemente, esperé a que encontrara su propia fuerza.

—Lo siento, Light... En realidad, fui yo quien me batí en duelo con él para traerlo de vuelta.. la cosa no acabó bien.

—Ya veo... —murmuré, olvidándome por un instante que la frase no iba dirigida a mí y que, por lo que Nadhia sabía, yo no conocía a Ragun ni su situación. Sin embargo, la chica pareció darle más importancia a su historia, pues continuó casi sin detenerse:

—Una parte de mí me dice que el que intentó matarme no fue Ragun.

Por alguna razón, aquella frase me recordó a mi experiencia con Némesis. ¿Podría acaso...? ¿Ragun también era afectado por algo más allá de su propio entendimiento?

Yo mismo... Light... Y ahora Ragun... Parecía que la Llave-Espada atraía no sólo a los Sincorazón...

—Os contaré lo que realmente sucedió.

—Por favor... adelante —pedí, mientras seguía a Nadhia con toda mi atención puesta en ella.

Y así, comenzó a relatar su historia. Desde el mismísimo principio, cuando fue atacada por varios Sincorazón, hasta su duelo final con un Ragun que no parecía ser él. Escuché con especial atención cómo había obtenido su Llave-Espada después de que su anterior llavero se hubiese roto, y cómo ésta se le había presentado incluso en forma humana. Varias veces intervine, pero fueron aportaciones sin importancia, como algunas exclamaciones de asombro o peticiones a que continuara.

—Tengo dos teorías, ¡oh! —comenzó a decir la chica, especulando sobre la extraña actidud de Ragun. Se interrumpió brevemente, pero luego se disculpó y continuó hablando—: La primera es que el Maestro Ryota le haya hecho algo. No estuve presente, pero he oído acerca de la Maestra Iwashi. Si... si fueron capaces de hacerle eso a una Maestra, ¿quién sabe si estarán experimentando con ellos..?

Ante las palabras de Nadhia, le dirigí una mirada de reojo a Light. Supe que el me la devolvería. Aquel tema era algo que ya habíamos discutido antes, aquella vez que hablamos sobre todo lo sucedido en Bastión Hueco para desahogarnos con el otro. Y habíamos dado con varias respuestas, pero no eran suficientes para comprobar o descartar la teoría de Nadhia.

Sin embargo, no dije nada al respecto.

—Pero si lo que dijo el otro Ragun es cierto, puede que la oscuridad de su corazón se esté haciendo demasiado fuerte... y que le esté consumiendo poco a poco.

Me quedé en silencio en aquellos momentos. Aunque hubiese estado callado anteriormente; aquella frase realmente fue un duro golpe. Me quedé helado, de hecho.

Así que... Ragun no era la Estocada Oscura por nada. La Oscuridad de su corazón era parte de él, no sólo su magia afín. Más que un Sincorazón, menos que un humano... Una existencia deplorable y admirable al mismo tiempo.

¿Qué secretos ocultaba aquel joven? Era cierto que no lo conocía mucho, pero me gustaba pensar así... Había confiado en él, después de todo, y había sido bastante amigable en todo momento.

Y ahora resultaba que no sabía nada sobre él. Nada. Y se hallaba solo, combatiendo algo tan poderoso como la Oscuridad de su propio corazón.

...brevemente, me pregunté si alguna vez la Locura haría lo mismo conmigo.....

—Prometí hacerme más fuerte —sentenció Nadhia, con una fuerza renovada. Sus ojos se llenaron con un brillo de determinación que me hizo sonreír—. Sigo teniendo los mismos ideales: pienso recuperar a Ragun.

>>Quizás me precipité. Podría recuperar a Ragun sin necesidad de traerlo a Tierra de Partida. Sé que podemos seguir siendo amigos. A veces, me es difícil asimilar algo así. Odio a Andrei, a Ariasu, a Ryota... los odio a todos.

Agaché la cabeza, a la par que Nadhia invocaba su Llave-Espada. Sabía por experiencia que estar en bandos diferentes no podía romper nuestra amistad...

O eso quería creer. Eso era lo que había quedado claro. Pero...

Debíamos luchar. Éramos Luz y Oscuridad. ¿De verdad era posible?

Con el tiempo... ¿terminaríamos odiándonos los unos a los otros tal y como Nadhia repudiaba a los Aprendices Traidores?

—Me convertiré en Maestra, algún día —exclamó finalmente la chica, alzando su Llave-Espada para disparar un hechizo ígneo a la puerta que se hallaba frente a nosotros.

Sin darme cuenta, habíamos llegado.

—B-bueno, s-supongo que es por aquí...

Advertí que la chica había enrojecido. Y no la culpé: después de todo, había dicho bastantes cosas a un desconocido. Y muchas de ellas debían de haberle costado bastante trabajo sacar.

No era sorpresa alguna pensar que ella era una mejor Aprendiza que yo.

—¿Qué pasa? —pregunté, deteniéndome para forzarla a parar su avance—. No deberías avergonzarte ahora por todo lo que has dicho. Tienes ideales muy nobles, Nadhia, y una determinación que sorprendería a los mejores guerreros de mi mundo. Si sigues así, creo que más de uno llegaremos a admirarte.

Sonreí. Como para tranquilizarla, invoqué mi Llave (aunque se materializó macabramente, logrando un efecto totalmente contrario) y la alcé frente a mí:

—Yo también quiero ser un Maestro (¿aunque no quiere todo Aprendiz serlo? Ha...). ¿Sabes para qué estamos aquí...? Para proteger. Para proteger todo lo que es importante; todo lo que amamos —alcé la vista al cielo, esperando encontrarme la estrella de Reino Encantado brillando en la oscura noche.

>>Incluso si debo ir tanto en contra de la Luz y como de la Oscuridad, voy a defender el Equilibrio. Pero más importantemente, a mis amigos; Ragun incluido. No importa que mi reino haya caído en el sopor, o que mi Maestra me haya abandonado, o que mis compañeros me hayan... me hayan "traicionado". Porque soy un Aprendiz de la Llave-Espada. Y con ella, yo moldearé mi propio destino.

>>Tal vez Montblanc tenga razón. Tal vez Némesis y la Danza de la Insanidad son partes de mí que quisiera no ver. Pero estoy dispuesto a aceptarlas esta vez. No fingiré olvidar. Incluso si debo ser el Monarca de la Locura... protegeré lo que es importante.

Desmaterialicé mi Llave-Espada, la cual había sacado sólo por dramático, y luego hice ademán de avanzar rumbo a nuestro destino. Supuse que ambos jóvenes habrían visto una gran sonrisa en mi rostro.

—Gracias por eso, Nadhia.

[Light]

Nadhia no dijo nada al respecto, tal como esperaba. Los problemas que tuviesen esos dos no tenían porque ser de su incumbencia... aunque si no se lo preguntaba, Light no se podría quedar completamente tranquilo.

Quería protegerla.

Respetó el silencio de la muchacha y siguió avanzando con la cabeza gacha por el Distrito segundo. Light, al igual que Nadhia, evitó a toda costa las miradas de sus compañeros, con la mirada pegada en suelo y ambas manos en los bolsillos.

En definitiva, una situación bastante tensa para los tres aprendices. Chasqueó la lengua, con amargura.

Ya la había fastidiado.

—Lo siento, Light —simplemente dijo, mientras tocaba con una de sus suaves manos la cristalera del escaparate de la tienda de sombreros—. En realidad, fui yo quien me batí en duelo con él para traerlo de vuelta.. la cosa no acabó bien.

>>Una parte de mí me dice que el que intentó matarme no fue Ragun.

—Nadhia...

¿A qué se refería Nadhia exactamente?

—Os contaré lo que realmente sucedió.

—Por favor... adelante —rogó Xefil, claramente interesado en la historia.

Light simplemente asintió con un gesto de cabeza.

La historia resultaba bastante sorprendente, y por no decir trágica. Durante su estancia en Islas del Destino, Nadhia fue atacada por un neosombra y se vio obligada a despertar su propia Llave Espada: Ángel Forjado, la cual luego utilizaría en su inevitable duelo contra Ragun.

Light pudo percatarse del afecto que la chica sentía por la estocada oscura. Aunque mostraba serenidad y calma en sus palabras, le defendía, justificaba desesperadamente que aquel no era su amigo Ragun, sino una tercera persona que le estaría controlando. Esa entidad misteriosa habría transformado a Ragun en un monstruo, y para colmo, habría intentado matar a Nadhia...

Durante toda la narración de la historia, Light adoptó una actitud pensativa y silenciosa, inmerso en sus reflexiones.

No conocía en absoluto a Ragun, pero le extrañaba bastante el comportamiento descrito por la chica. Pese a que apestaba a oscuridad, conocía de él su humanidad (pues curó a Iwashi tras el horrible enfrentamiento). Era inimaginable que intentase matar a su amiga...

No estaba seguro, pero la opción de que una tercera persona estuviera involucrada era una posibilidad...

—Tengo dos teorías, ¡oh! —se detuvo sin más, pero rápidamente se disculparía para seguir con lo que tenía que decir—. La primera es que el Maestro Ryota le haya hecho algo. No estuve presente, pero he oído acerca de la Maestra Iwashi. Si... si fueron capaces de hacerle eso a una Maestra, ¿quién sabe si estarán experimentando con ellos..?

Abrió los ojos de repente, tras escuchar de ella ese nombre tan familiar: Iwashi. Dirigió otra disimulada mirada hacia Xefil. Ese nombre les traería dolorosos recuerdos a los dos, seguramente.

Y lo peor de todo: ¿experimentarían realmente con los aprendices?

—Imperdonable... —declaró, manifestando la aflicción en sus ojos caídos, incapaz de expresar con palabras sus sentimientos.

—Pero si lo que dijo el otro Ragun es cierto, puede que la oscuridad de su corazón se esté haciendo demasiado fuerte... y que le esté consumiendo poco a poco.

Al igual que Xefil, Light permaneció en silencio, aunque no resultó un golpe tan duro para él. Nunca había considerado a Ragun como alguien importante, ya que apenas le conocía; solo habían coincidido ambos en Bastión Hueco.

"Utilizar el poder de la oscuridad... es imperdonable. Solo acarrea destrucción, muerte"

“Eso es mentira. La Oscuridad, la Luz... Todos son destructivos por igual. Un elemento no representa que su portador sea bueno o malo. ¿Crees que la Maestra Yami es cruel o malvada por usar la oscuridad como arma? Porque yo creo que no”

Ahora estaba más seguro que nunca. Utilizar el poder de la oscuridad conllevaba perder el corazón y toda la humanidad de uno, no había vuelta de hoja. Quizás las intenciones de Ragun fuesen buenas en un principio, pero... ¿En qué se había convertido ahora? Aunque le estuviesen controlado, eso no le eximía de nada.

Lo mismo se podría decir de Saxor. Y de Zeix...

“La oscuridad no debería existir” dijo para sus adentros, entrando por primera vez en el distrito 3 de la Ciudad de Paso.

El tercer distrito. Se trataba de un distrito bastante más pequeño que los otros dos. Constaba principalmente de una plaza, rodeada por farolas y engalanada con una fuente luminosa bastante llamativa, decorada a su vez ésta con una tierna pareja de perros. Sin duda, el agua que emanaba de allí tenía cierto efecto tranquilizador...

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—Prometí hacerme más fuerte —justificó la aprendiza, buscando con ahínco la puerta de la llama. Tarde o temprano terminaría por encontrarla—. Sigo teniendo los mismos ideales: pienso recuperar a Ragun.

>>Quizás me precipité. Podría recuperar a Ragun sin necesidad de traerlo a Tierra de Partida. Sé que podemos seguir siendo amigos. A veces, me es difícil asimilar algo así. Odio a Andrei, a Ariasu, a Ryota... los odio a todos.

Entendía perfectamente a Nadhia. Por culpa de ellos... todo había cambiado, para peor.

Presenció una vez más como la chica materializaba el seráfico llavero.

—Me convertiré en Maestra, algún día —espetó, preparada para disparar cierto conjuro contra la puerta—. ¡Piro!

Gracias a las habilidades mágicas de Nadhia, los aprendices pudieron continuar su camino. Sin ella, nunca habría dado con la casa del mago Merlín.

Quizás iba siendo hora de iniciarse en el arte de la magia...

—B-bueno, s-supongo que es por aquí... —comentó Nadhia algo enrojecida. Sus mejillas la delataban...

Qué linda.

Detrás de esa chica con aspecto débil se escondía una guerrera con una inmensa determinación. Nunca se habría imaginado que ella, Nadhia Hoghes, la chica que en su día había temido utilizar una espada de struggle, fuera capaz de luchar contra la más temible oscuridad para hacer regresar a Ragun.

Xefil tampoco se quedaba corto con sus convicciones. Anteponía sus amigos a cualquier cosa, e incluso no le importaba traicionar al bando de la luz, si con eso conseguía proteger a sus amigos. También estaba dispuesto a admitir a Némesis; la Locura.

Muy noble por su parte, tal como esperaba de él.

—Ambos tenéis ideales más que nobles —señaló, esbozando la sonrisa de satisfacción que confirmaba sus palabras—. Pero...

Acentuaría la seriedad de su rostro y pasaría a comentar su opinión.

—Puede que Ragun este siendo controlado. Puede que la oscuridad le devore poco a poco...

>>Pero fue el camino que eligió, te pongas como te pongas. Si él no quiere regresar, no puedes traerle por la fuerza, aunque... aún no es tarde. Antes de que ambos bandos nos enfrentemos directamente... Ragun tiene que darse cuenta, tiene que elegir. ¿El poder de la oscuridad? ¿O sus amigos? Si elige lo segundo, bien, pero si elige lo primero...

No terminó la frase, aunque tampoco hacía falta decir más...

—Intenta hablar con él y convéncele de que vuelva... pero esta vez no vayas sola, por favor...

Avanzó con decisión hasta la puerta de la llama, pero no la atravesó. Antes de nada, se paró en seco y empezó a acariciar su ardiente textura.

—Yo siempre lucharé por Tierra de Partida. Es mi hogar, mi nueva familia... mi vida. Exacto, mi vida cambió totalmente desde el día en el que Ronin me encontró en Villa Crepúsculo. Descubrí el legado que me depositaron mis padres... proteger los mundos de la oscuridad que les acecha. Luchar por la luz que mi nombre evoca y derrotar al bando de la oscuridad, aunque... no quiero enfrentarme a él.

Sacudió la cabeza. Se negaba a algo como aquello.

>>No. Él no es como los demás, le conozco, y sé que volverá a casa algún día...

Se giró y dirigió su mirada hacia Xefil, tras decir esas palabras tan alentadoras, llenas de confianza y seguridad. Seguro que sabía de quien estaba hablando.

—Lucharé contra Ryota y los suyos. Ellos lo han arruinado todo. Me lo han quitado todo.

Vergel Radiante, sus amigos...

—Debo hacerlo. No tengo intención de luchar contra aquellos aprendices que nos traicionaron, pero si se ponen en mi camino y optan por luchar por Ryota y los Sincorazón...

>>Si se ponen a favor de la oscuridad que amenaza el equilibrio del universo y nuestras vidas...

Esta vez sí que terminaría la frase.

—Les eliminaré.

Había nacido para esto, después de todo...

¿O no?

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Pues Light también se ha tirado un testimonio de hablar xD kryota
Ah, Espe, si quieres edita ya la cronología de Light. Después de mina abandonada xD no veo ningún problema.