[Evento Global] The End Is Where We Begin - Día ??

Sector S - Torre

Nunca olvidarás que tomaste parte en alguno de estos jolgorios. Kazuki tampoco.

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[Evento Global] The End Is Where We Begin - Día ??

Notapor Soul Artist » Vie Mar 08, 2013 11:18 pm

¿Alguna vez has creído en el infierno?

Si Nadhia estuviese libre, probablemente hubiese sido capaz de pensar en acabar con todo antes de volver a aquella situación. Los grilletes en sus muñecas, enganchados con resistentes cadenas de hierro que estaban firmemente suejtos al techo, evitaban toda opción de huida. Y el hecho de que su cuello también estuviese preso con un grillete de pinchos que se clavaban en su piel no lo hacían mejor.

Llevaba ya días enteros sufriendo. Sin comer, sin beber. Sólo allí presa, con los ojos en blanco y rememorando lo sucedido aquel día en la torre. La caída de Eileen, la muerte de Saeko... Y la llegada del Maestro de la Torre.

Nunca había podido verle con claridad. Vestía ropajes azules, con dibujos de lunas y estrellas, y le había parecido ver que llevaba un gran gorro en la cabeza. Alguna vez se había presentado en su celda, pero la baja iluminación de las velas y su propia fuerza física debilitada no le permitían distinguir su rostro. Sólo sabía que estaba al mando de otra persona a quien tampoco había visto.

No sabía tampoco nada de él. Alguna vez había sido referenciado como "Avatar", y debía tratarse de alguien realmente poderoso. Este había decidido perdonar su vida, pero no para bien; Nadhia había sido un conejillo de experimentos. Le habían hecho toda clase de barbaridades, le habían impuesto las mayores torturas imaginables, para después ser curada mediante hechizos revitalizantes y vuelta a empezar. Y nunca iban a parar.

Allí fue donde descubrió su corazón digital.

Lo sacaron varias veces. El Maestro había hurgado en ella y había extraído su corazón para exponerlo a toda clase de pruebas, cada cual más dolorosa que la anterior. Su compañero misterioso, una figura alta con capucha negra, también se había visto muy interesada en su corazón. Y casi sonaba como un disco rallado, pues siempre escuchaba las mismas frases cuando este tomaba su órgano digital:

Eres pura, eres válida.

Sin pecado no hay sufrimiento.

Díselo, y también verá su propio corazón...

Siempre lo mismo. Cuando le permitían descansar se quedaba allí atrapada, colgando y sin fuerzas, para a las pocas horas retomar las torturas. Lo que quisieran de ella daba igual: era demasiado tarde para echarse atrás. Había aceptado entrar en la torre, habían tocado a Ryota...

Las consecuencias eran claras. Nunca más sería libre. ¿Qué más daría? Era una masa de códigos binarios.

* * *

Aquel día las cosas podían cambiar.

El encapuchado se había ido hacía diez minutos, diciendo que en nada volvería. Diez eternos minutos que pasaban con el tic tac de un reloj externo a la celda, pero que escuchaba perfectamente en la distancia. Su único compañero en todo aquel tiempo, en sus días de soledad. Ya lo sabía: nadie vendría a rescatarla ya. Nadie acudiría en su ayuda nunca más.

Al agitar sus manos, se dio cuenta de que el grillete de la derecha le quedaba grande. Quizás fuera por los problemas de alimentación, o quizás fue que se lo habían ajustado mal... Pero si hacía un esfuerzo, quizás pudiese sacar la mano y liberarse. Quizás tuviese que romperse la muñeca, pero era capaz de liberarse.

Y a su izquierda, casi tentadoramente, una mesa de madera le esperaba con instrumentos en ella. Una sierra oxidada, un par de cuchillos carniceros, un destornillador de gran tamaño y un aparato con forma de sacacorchos era lo que tenía a mano. Si se liberaba la mano derecha, con algo de esfuerzo de extenderla podría alcanzar uno de ellos. Sería doloroso, difícil con la muñeca rota, pero... Era aquello, o esperar a que él volviese.

Y no quería volver a empezar el proceso.
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Re: [Evento Global] The End Is Where We Begin - Día ??

Notapor EspeYuna » Sab Mar 09, 2013 3:14 pm

Dulces sueños, mi ángel de oscuridad

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¿Por qué tuve que coger aquel tren?

¡No! ¿¡Qué hacéis!?

Nunca había llegado a entender que la gente deseara la muerte ante situaciones que yo consideraba salvables. Y ahora me daba cuenta de lo estúpida que era, de lo poco que entendía del mundo. Un mundo cruel. De lo que le hice sufrir a Saeko antes de que dejara de respirar. De la razón que tuvo Eileen en su momento.

¡Soltadme! ¡No! ¡¡Dejadme!!

Allí, colgada del techo por cadenas de hierro, grilletes que torturaban mis muñecas y el que colgaba de mi cuello a base de puntiagudas espinas... comprendía lo que sentía un vagabundo al no tener qué comer ni beber.

Por favor... agua...

Durante aquellos días no pude ver con claridad el rostro del que me mantenía cautiva. Ni siquiera sabía si me encontraba todavía en la Torre, ni cuantos días habían pasado desde que Saeko y Eileen desaparecieron de mi vista, quizás para siempre.

No tenía fuerzas ni para llorar. Ya había malgastado todas las lágrimas que quedaban dentro de mí. Cuando no pude alcanzar la mano de la torturada Saeko, ni avisar a Eileen de la presencia de aquel ente que atacó a ambas sin piedad.

Y, sin embargo, había decidido no acabar conmigo. Realmente, habría sido lo mejor. Deseaba la muerte a cada instante que él comenzaba a... a...

¿Por qué... me curas...?

Incluso teniendo un pequeño atisbo de esperanza en mi corazón, la vuelta a comenzar aquella tortura lo rompía en mil pedazos. DOLOR. DOLOR. DOLOR.

¡¡¡Para, te lo suplico!!!

"Avatar". Su nombre me aterraba. Cada vez que entraba en aquel lugar donde me tenía recluida, comenzaba a gritar de espanto. Le hablaba, le suplicaba que, por favor, dejara de usarme para aquellos desagradables experimentos. ¿Desagradables? Aquella no era la palabra más exacta para definir el sufrimiento de mi cuerpo.

Y a pesar de que sabía que nadie merecía tal atrocidad, ni el peor de mis enemigos, en parte aceptaba la tortura como el castigo que me merecía por haber traído a Saeko hasta allí. En medio del delirio, intentando pensar en otra cosa que no fuese el dolor de mil cuchillas, el fuego abrasador en mis huesos o la sensación de falta de aire, mi cabeza comenzó a crearse su propio mundo de fantasía, donde allí, aparecían aquellas personas que tanto quería.

Mamá, papá, Dan. Viejo Sendh... el mundo es muy peligroso. Tú mismo me lo dijiste. Y el peor enemigo de ese mundo, es la mente humana. Se aprovecha de cada mísera debilidad del prójimo, arrancando de él y usándolo en su propio beneficio, sin importarle cuanto sufra. Xefil... ojalá, pudiese volver a bailar contigo en aquel salón. Recordé nuestra despedida antes de embarcarnos en el Reaper's Game.

Siempre juntos.


Light, Ragun, Saeko, Maya, Fyk, Kit... Akio, Lyn... Tandy.................

¡¡¡NO!!!

Pero evadirme de la realidad no era suficiente para dejar atrás el DOLOR. No... no era capaz de soportarlo. Las hechizos revitalizantes. Abusaban de ellos como mera droga para mi cuerpo. No se daban cuenta de que podían regenerar mi piel dañada, pero mi mente se encontraba exhausta. Tenía pesadillas constantes, la realidad se podía comparar, o ser mil veces peor.

Y fue en esos días, cuando Avatar decidió hacer algo terrible.

¡No, mi corazón! ¿¡Qué haces!? ¡¡PARA!! ¡¡ARGH!!

Días peores vinieron. Pensaba que nada podría ser peor, hasta que Avatar hurgó en mi corazón. Sentí por primera vez lo que, quizás, debían experimentar las víctimas de los sincorazón. El cómo te arrancaban el alma. Sin embargo, la cosa no acababa ahí. No, en absoluto.

¡Piedad, por favor...!

Lo exponían a todo aquello que habían experimentado con mi cuerpo. El dolor se multiplicó mil veces más, teniendo la sensación de encontrarme en el mismísimo infierno. Y me di cuenta, entonces, que mi corazón era falso. Llegó el día en el que descubrí que no era un ser de carne y hueso.

Era una masa de datos.

Eres pura, eres válida.

Sin pecado no hay sufrimiento.

Díselo, y también verá su propio corazón...


Mis súplicas ya no servían para nada. Daba igual lo mucho que llorase, lo mucho que gritara, pidiera ayuda.

¡Que alguien me ayude! ¡Xefil, Light...! ¡Ragun! ¡¡Akio!! ¡T-Tandy...!

A veces, caía desplomada en medio de los experimentos. Cuando despertaba, me hallaba otra vez en la sala, con mis brazos colgando. Allí, sufriendo la soledad, comenzaba a gritar. Cualquiera podría decir que había perdido la cabeza. Que me había vuelto loca, hablando sola. Pero, ¿qué se me podía recriminar, habiendo llegado a tal límite?

Llamaba en sueños a Ángel Forjado. Mi compañera, mi fiel arma.

Pero aquellos últimos días supe que ella no vendría a por mí.

Pues yo no era su dueña.

¿QuiéN SoY...?

No era Nadhia.

* * *


Diez minutos, dijo. Aquel encapuchado que seguía usándome como una cobaya para sus torturas. Otro día más, temiendo por el DOLOR. InSoPORTaBLe DoLOR...

Aquel reloj que funcionaba en la lejanía, avisándome de que el tiempo de descanso se agotaba. ¿Cuántas habían sido las veces que había deseado clavarme los pinchos del grillete del cuello en la garganta, para dejar de respirar y acabar con todo? Pero ellos jamás lo permitirían. Me curarían. Y vuelta a empezar.

En medio de la rabia, comencé a gritar, sollozando y zarandeando mis brazos en el aire. Y fue entonces cuando un pequeño atisbo de luz iluminó mis alas de ángel corrupto.

Uno de los grilletes estaba bastante más flojo que el otro. El de mi mano derecha. La desesperación pudo conmigo. No pensé en las consecuencias de aquel acto, simplemente, tiré. Con todas mis fuerzas, entre fuertes alaridos, ellos creerían que seguía gritando debido a la locura que se había adueñado de mí.

No me importaba quedarme sin muñeca. Si dudaba, me arrepentiría el resto de los días que me quedaran de insufrible trato.

Habiéndome roto o no los huesos de la mano, gritando como el único alivio, y si conseguía liberarme, extendería con mis pocas fuerzas el brazo derecho, intentando alcanzar algún objeto de la mesa que se encontraba a la izquierda. A pesar del delirio, supe que no podría llegar muy lejos con la sierra oxidada, y con los cuchillos tampoco. No tenía fuerzas suficientes para cortar las cadenas. Y el destornillador gigante... el ligero temblor de mi cuerpo sólo haría que, añadiendo una muñeca rota, no alcanzara a deshacerme de todos los tornillos. Era un trabajo muy minucioso, y no tenía tiempo. Por eso, no dudé e intenté alcanzar el sacacorchos. Con la punta de aquel instrumento, quizás podría usarlo como llave para abrir los grilletes.

¡Vamos, VaMOs...!

El tic-tac del reloj acompañó aquellos angustiosos minutos.

ERa Mi OPoRTuNiDAD.
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Recuperar lo que es tuyo

Notapor Soul Artist » Sab Mar 09, 2013 5:42 pm

Funcionó. Gracias al extraño aparato la chica fue capaz de abrir la cerradura de la cadena que la tenía presa. Debilitada por el dolor, sobre todo psicológico, se desplomó en el frío suelo de piedra. Estaba húmedo y pegajoso... Manchado con su propia sangre.

Pese a todo, hizo un esfuerzo por levantarse. La puerta estaba abierta, por lo que era su oportunidad. Caminó hacia la puerta abierta y se asomó para ver un largo pasillo, el cual llegaba hasta una puerta de metal con unos barrotes en la ventanilla. Estaba cerrada firmemente con llave, como comprobó, y estas se encontraban en el bolsillo del hombre encapuchado sin duda alguna.

Al recordarle un intenso dolor de cabeza atravesó a la joven, que se vio obligada a agacharse en el suelo, sin fuerzas. Distintas imágenes cruzaron su mente, muchas de ellas relacionadas con él torturándole. Pero una en concreto se quedó grabada en ella, recordándola clara como el agua: el día que llegó allí.

Estaba sentada en su cama, con la mirada perdida e incapaz de creer lo que le estaba sucediendo. Las torturas no habían comenzado, pero el daño psicológico ya estaba en ella. Y unas palabras llegaron a su mente, las más dolorosas que probablemente hubiese escuchado nunca.

Lo hago por tu bien.
No estabas segura con él.
Yo... Soy lo mejor para ti.


¡Mentiras!

La puerta no se podía abrir con nada. Si no disponía de las llaves, sólo una cosa más en el universo podía abrirle el camino: la Llave Espada. Pero esta estaba tan distante, tan lejana, que llamarla era inútil. Otra imagen cruzó su mente: el encapuchado con su llavero, portando su propia arma.

Dudas de ti misma. Tu Llave te ha rechazado. Jamás volverás a portarla: ¿acaso la notas en tu corazón? ¿Acaso te perteneció alguna vez? Es mía. Y no volverás a verla nunca más.

Hasta allí había llegado su viaje. En poco tiempo, el hombre volvería a llegar y la apresaría de nuevo, sin darle oportunidad de escapar. Porque él era tan fuerte, tan inteligente y tan perverso que... No tenía oportunidad. Si le encontraba, le volvería a llevar de nuevo a la sala de torturas, y esta vez no cometería el mismo error.

Pero no podía rendirse. Había perdido su Llave Espada, pero no podía renunciar a ella. Era su luz. Sin ella, ¿quién era? Nadie. Y por ello debía confiar.

Si ganaba la suficiente confianza, si suplicaba mucho, quizás... Quizás la Llave Espada acudiese a ella una vez más.
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Re: Recuperar lo que es tuyo

Notapor EspeYuna » Sab Mar 09, 2013 8:01 pm

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El "clic" que sonó fue dulce para mis pobres tímpanos, torturados por el "tic-tac" del reloj que descansaba en la pared. Pero no pude hacer nada por evitar mi caída contra el suelo. Frío, húmedo... parte de mi rostro se vio recubierto con la sangre que había caído de mi cuerpo aquellos días. No sabía si mi muñeca se había roto o no, estaba tan entumecida de las torturas que seguramente haberme roto un par de huesos no significaban nada.

De pronto, el reloj volvió a advertirme de que era poco el tiempo que me quedaba.

TenGo qUe... LeVanTarME...

Pese al enorme esfuerzo de levantarme, mi fuerza de voluntad, a la cual creía perdida, me ayudó a ponerme en pie. Pero no podía correr, mis tobillos estaban muy débiles. El primer paso fue el más difícil de todos, DOLÍA, mucho. Aun así, no sabía cómo, pero llegué a atravesar la salida de aquella espantosa habitación mientras me limpiaba la sangre que me tapaba el ojo sobre el que había caído antes al suelo.

El largo pasillo que se me presentó me hizo estremecerme. Tan frío y húmedo como el suelo de mi prisión, tirité y di consuelo con los brazos a mi débil cuerpo, a la vez que me apresuraba a llegar a la salida de aquel terrible lugar. Pero cuando me encontré con una gran puerta de metal, ésta cerrada firmemente con llave, aquel pequeño atisbo de luz se desvaneció. No grité, pero enloquecí en mi interior. No aporreé la puerta, pero intenté usar mis manos para abrirla...

¡NO, PoR FAvOr! ¡Él Vendrá a Por Mí, No...!

¡AGH!

Su recuerdo. Lo había intentado evitar desde que me liberé de los grilletes. Diversas imágenes, su tortura, violando físicamente mi cuerpo y mi corazón, sin importarle Mi SuFRiMIENtO. De repente, un nuevo recuerdo quedó congelado en mi memoria, haciéndome agacharme del dolor al suelo, mientras me escurría en el apoyo de la fría puerta de hierra, dejando alguna huella de mi sangre como evidencia de que había estado allí.

Sentada en una cama, cuando todo comenzó. Cuando no sabía lo que me esperaba. Cuando era incrédula y confiaba en la bondad de las personas. Sus palabras, aquellas que me hicieron cambiar. Cuando empezó la pesadilla.

Lo hago por tu bien.
No estabas segura con él.
Yo... Soy lo mejor para ti.


AsEsINo —mascullé, soportando el dolor de aquellas memorias que me destrozaban—. Has acabado con Mi ViDa tantas veces... me has dejado al FiLO De la MUERTE incontables días... sólo PoR... ¿¡PoR QUÉ!?

Di un golpe seco a la puerta, temiendo mirar atrás. Tenía la sensación de que, si lo hacía, el encapuchado estaría detrás mía. Estaba a punto de sumergirme en mi mundo de ensueño, en aquel donde notaba el sabor de helado de sal marina descender por mi garganta, contemplando la luz del crepúsculo que, quizás, no volviese a ver nunca más, cuando...

... contemplé la cerradura de la puerta.

Dudas de ti misma. Tu Llave te ha rechazado. Jamás volverás a portarla: ¿acaso la notas en tu corazón? ¿Acaso te perteneció alguna vez? Es mía. Y no volverás a verla nunca más.


¡Ángel! —de pronto, sentí calor en mi corazón, que, aunque falso, aún experimentaba los sentimientos de una persona real. Sí, sí. Ángel Forjado estaba allí, cerca de mí. Pero debido a la tortura, aquel recuerdo se había perdido en el limbo de mi pobre mente torturada— No... no es TuYa. ¡Es MÍa!

Podía abrir la puerta. Con el poder de la Llave-Espada.

¿Has estado... sufriendo mucho, verdad? —pregunté al aire, entre fuerte delirio, mientras hacía ademán por levantarme y apartarme un poco de la pared. Di unos pasos hacia atrás y observé las rejas que daban Al OTrO LaDoÁngel, tú misma lo has visto. Me estaban HacIeNDo DAñO. En Tu PrESEnCiA.

>> Y puede que, quizás te hayan usado... para hacerme AúN Más DañO.

Bajé la mirada y contemplé mi diestra, ensangrentada y torturada por la fuga.

No te tengo rencor por ello, sé que... pensé que... jamás volvería a saber de ti —dije, aun como si Ángel estuviese en aquel momento en mi corazón, como cuando era Nadhia Hoghes—. Ángel, no sé si... eres tú. O eres falsa, como yo. P-Puede que no seamos Nadhia y Ángel, pero... ellos existen, y jamás permitirían que algo así nos... nos pasara, ¿verdad? ¿¡Verdad!?

En medio de aquel monólogo interno, las lágrimas bajaron por mis mejillas hasta caer en mi diestra. ¿Cuándo había sido la última vez que dos gotas de agua habían aparecido en mis ojos, los cuales habían perdido la luz que los mantenían esperanzados?

Vuelve conmigo, Ángel —supliqué, entre sollozos—. Yo soy tu dueña, yo... te necesito. Eres mi luz.

>> ¡Deja que vuelva a escuchar tu risa una vez más, maldita sea!

Quería tener fe. Creer en que Ángel estaba sufriendo el mismo infierno que yo, en las garras de aquel monstruo. Que no era la única que estaba allí. Que no estaba sola.

¡¡¡ÁNGEL!!!
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Notapor Soul Artist » Sab Mar 16, 2013 6:24 pm

Sus súplicas vencieron. En su mano se materializó lo que más necesitaba en aquel momento, lo que añoraba para alcanzar su preciada libertad: la Llave Espada. Sin decir nada, esta se limitó a enviar un haz de luz directo a la cerradura, la cual sonó y la puerta se movió unos centímetros lentamente con un chirrido. Podía escapar.

Sin embargo, su arma desapareció de inmediato. Ya volvía a no sentirla en su poder. Silenciosa como había venido se fue, y sabía que esta vez era para siempre. En cierto modo notó como supiese que nunca jamás volvería, como si aquella parte de ella hubiese muerto del todo. Aquella pequeña luz que reconfortaba su corazón no volvería a visitarla...

Quedaba la esperanza. Y la esperanza se hallaba en la habitación contigua: otro sótano oscuro, con apenas iluminación y algunas cadenas y sierras colgadas en las paredes. Otra puerta le esperaba al otro extremo de la habitación, la cual, al atravesarla, dio a una habitación con un ordenador y una puerta situada frente a este.

Un ordenador y múltiples pantallas. La pantalla parpadeaba con un documento escrito a medias, el cual la chica no pudo evitar echarle un vistazo por encima. Estaba demasiado agotada como para leerlo por completo, pero vio su nombre repetidas veces en él, además de la constante repetición de elegida y corazón, además de... ¿Copia virtual?

Aquello llamó su atención. Llevó el ratón hasta esta parte y una pequeña ventanita se abrió justo encima, explicando el concepto:

... Límite de sus capacidades físicas. Está perdiendo las ganas de vivir. Lo mejor que puede hacerse en este caso, para mantener la pureza del sujeto, es archivar sus datos y digitalizar su corazón para, en el futuro, conservar toda la información posible y acercarme a las demás.

Después des proceso, debe ser eliminada.

El sonido de la puerta abriéndose tras ella llegó a los oídos de la joven. Y tras girarse lentamente vio su rostro, quizás el rostro que menos esperaba ver allí y en ese momento entre todos los del mundo. Allí estaba de nuevo, su peor pesadilla personificada en un uniforme negro y un rostro devorado por una capucha llena de oscuridad.

Hola, pequeña...

No había tiempo. No lo había. Tenía que escapar ahora que había sido descubierta, pero sólo había dos opciones: lanzarse contra la puerta de salida, empujándole con lo que le quedaran de fuerzas, o retroceder pero dándole tiempo al encapuchado a capturarla. Y ambos sabían que él llevaba todas las de ganar.
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Re: Única oportunidad

Notapor EspeYuna » Sab Mar 16, 2013 10:31 pm

Un cálido destello de luz acarició mi mano, materializándose en aquel momento lo que más podía apreciar desde que seguí el camino de Akio, o el que siguió la auténtica Nadhia: la Llave-Espada. Sin ordenárselo, la misma emitió un haz de luz hacia la cerradura. Ésta se abrió y la puerta chirrió. En mis labios se dibujó una sonrisa.

Ángel...

Sin embargo, aquella pequeña chispa de luz desapareció. Tal y como había aparecido en mi mano, se desvaneció. Mis ojos, perturbados y asustados, contemplaron mi mano, de nuevo vacía.

¡Ángel, no me dejes sola! ¡¡Ángel!!

De nada sirvió. Y fue en ese momento cuando noté una sensación de vacío en mi interior. Mi corazón digital me lo estaba diciendo, a pesar de que quisiera negarme a creerlo. Aquella había sido su despedida, su última ayuda. Nunca más volvería a hablar dentro de ese corazón, ni a reír ante las ocurrencias de Nadhia Hoghes. Como si hubiese marcado su último suspiro en mí, una pequeña lágrima descendió por mi mejilla izquierda. Me la limpié con mi mano, sucia y herida, dejando escapar un triste Gracias, antes de descubrir fuera lo que hubiese detrás de aquella puerta de hierro.

Muerta de miedo al contemplar las sierras que colgaban de las paredes, recordando las torturas, intenté por todos los medios que mis sentidos se centraran en buscar la salida, y rápido. En cuanto vi otra puerta al otro extremo, corrí sin demora.

Di con un ordenador. Pero antes de fijarme en la puerta frente a este, la curiosidad de Nadhia Hoghes, a pesar de la situación, no había abandonado mi corazón digital. Leer el nombre de Nadhia en la pantalla, tantas veces. Elegida, corazón, copia virtual... mis puños se cerraron de pura rabia, mientras decidía indagar un poco más y posar el icono del ratón sobre una parte en concreto:

... Límite de sus capacidades físicas. Está perdiendo las ganas de vivir. Lo mejor que puede hacerse en este caso, para mantener la pureza del sujeto, es archivar sus datos y digitalizar su corazón para, en el futuro, conservar toda la información posible y acercarme a las demás.

Después del proceso, debe ser eliminada.


¿¡Eliminada...!?

El chirriante ruido de la puerta abriéndose tras de mí me dejó sin respiración.

No...

Me giré enseguida, y el pánico se apoderó de mí. Allí estaba, frente a mis ojos, aquel cruel fantasma que torturaba mi cuerpo y corazón a cada segundo, llevándome al filo de la muerte, sólo por... ¿por qué? Podría haber proferido un grito, pero a aquellas alturas, me faltaban fuerzas para hacerlo. Ni para huir.

Me había encontrado.

Hola, pequeña...


Me heló la sangre. Estaba a punto de echar a correr, a cualquier sitio, hacia la salida, por donde había entrado. Pero era inútil. Sabía que así era, que nada podría salvarme. No podía contra su fuerza, nunca había podido escapar de sus torturas y jamás lo haría. Aquel había sido mi último suspiro de libertad. Pero algo me había dejado claro: el sufrimiento pronto llegaría a su fin. Retrocedí un paso.

¿Por qué...?

Puede que fuese mi única oportunidad para poder transmitir mis sentimientos. Puede que me fuese robada la libertad, la felicidad, pero una parte de Nadhia Hoghes seguía allí.

¿¡Por qué me haces esto!? —exclamé, furiosa y en medio de la locura, sintiéndome aliviada incluso de poder sentir. Señalé la pantalla, hacia el texto— ¡¡Por supuesto que estoy perdiendo las ganas de vivir!! ¡¡No puedo más con este dolor!!

>> ¿¡Acaso pensabas que esas torturas no las sentía!? ¿¡Es eso por lo que estás hurgando dentro de mí!? ¡¡Claro que siento!! ¡¡Mi corazón siente!! ¡¡Mi corazón sufre!!


Cogí fuerzas y aire de nuevo. Era mi última oportunidad para sentirme viva. Pues, en poco tiempo, volvería a sentirme en el infierno. Aunque fuese rabia, impotencia, tristeza, desolación, ya daba igual. Si no había oportunidad para escapar, que así fuera. Pero...

Pero, ¿sabes qué? ¡Jamás lo entenderás! ¡¡Jamás entenderás lo que un corazón siente!! —exclamé, con todas mis fuerzas— ¡Por muchas veces que me tortures, me vuelvas a recomponer, me elimines o archives! ¡¡Nunca podrás comprender los sentimientos de un corazón, sea digital o no!!

Y fue entonces cuando le encaré. Le desafié. No con un arma, no con mi cuerpo, si no con mis palabras... aquellas que salían del corazón.

¡Puede que haya sido por muy poco...! ¡¡Pero mi Llave-Espada volvió!! —grité, alzando mi muñeca, medio rota y dolorida, cubierta de sangre— ¡Le perteneció a Nadhia Hoghes! ¡Y acudió a mí cuando más la necesité! ¡¡Eso demuestra lo muy equivocado que estás conmigo!! ¡¡Con nosotros!!

>> ¡¡Aunque me elimines, juro que acabaré contigo, esté donde esté!! ¡¡Porque mi corazón, sea digital o el de la auténtica Nadhia, se asegurará de que jamás vuelvas a hacerle daño a alguien!! ¡¡JAMÁS!!


Había sufrido.

¡¡No me destruirás!!

Pero me había hecho más fuerte.

¡¡No te tengo miedo!!

En el último momento, fui valiente. Es todo cuanto podía hacerme feliz.

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Corazón corrupto

Notapor Soul Artist » Dom Mar 17, 2013 12:04 am

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El encapuchado caminó hacia ella, obligándola a retroceder hacia la habitación anterior. Bajo la oscuridad de su capucha sonrió para sí mismo, dejando que la risa saliese a través de su garganta de forma natural y tranquila. Ninguna de las palabras de la joven tenía efecto alguno sobre él: ni le sorprendían ni le hacían temer lo más mínimo. Estaba muy seguro de sí mismo, y sobre todo, de las nulas capacidades de su prisionera.

Finalmente se detuvo una vez llegaron a la habitación anterior a la del ordenador, a un par de metros de la puerta. Estaba lográndolo: la acercaba a cada paso a la sala de torturas. Era algo obvio, pero inevitable por la decisión que ella misma había tomado.

Lo que le detuvo fueron sus palabras. El volumen de la risa del hombre creció, casi rompiéndole los tímpanos, mientras este no se movía ni lo más mínimo.

¿No tienes por qué temerme? ¿Eso crees, niña?

El encapuchado hizo un movimiento ligero de su mano hacia el suelo, invitándola a observarlo. Tuvo que guardar el aliento: la sombra de su enemigo, proyectada por la luz de la bombilla detrás de este, comenzó a cobrar vida propia. Primero una larga sonrisa se dibujó en su rostro, como si alguien le hubiese cortado por la zona de la boca a la sombra. Aparecieron ojos en él, dos grandes y redondos ojos, mientras su cuerpo comenzaba a materializarse a partir del suelo; un monstruo hecho de pura oscuridad, con las patas delanteras prisioneras en un par de grilletes, como ella. Era gigantesco y a duras penas podía entrar en la habitación, pues incluso tocaba el techo debido a su gran tamaño. Jamás había visto algo así.

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Él surgió por detrás de la bestia, acariciándole la cola y riendo por lo bajo. Clavó su mirada en la joven, despreocupado.

Témeme.

El monstruo expulsó un chillido de su boca y atacó con su cabeza a su enemiga, echándola hacia atrás, cerca de la puerta de vuelta al pasillo a la habitación de torturas. Su fuerza era descomunal, e incluso si contase con la Llave Espada a su disposición sería completamente incapaz de derrotarlo. Un monstruo como aquel, surgido de simplemente la oscuridad de aquel hombre...

El monstruo tomó a la chica en su boca y comenzó a apretar con todas sus fuerzas, clavando sus afilados dientes en ella y saboreando su pecho, queriendo acercarse a su corazón con la lengua. La sangre salpicó el suelo, mientras el hombre observaba la escena sin siquiera preocuparse lo más mínimo; más bien, la disfrutaba. El sufrimiento de la chica, su desgarro, sus lágrimas... ¿Por qué pararlo?

Cura ++

El monstruo volvió a morder con fuerza a la joven, una vez recuperada, y la escupió con violencia contra la pared. El encapuchado rió y se acercó a ella, agarrándola de sus mofletes y obligándola a levantar la mirada hacia él.

Seguiremos con los experimentos. Lo haremos hasta que yo lo diga. Ya no queda nada de la Llave en ti, porque eres débil e inútil. Y seguirás en silencio, o él pagará las consecuencias. Eres mi joya más preciada... Pero mereces un castigo por ser tan traviesa. Cura ++

De nuevo, notó cómo las graves heridas de su cuerpo se recuperaban mágicamente y dejaba de sangrar, a la vez que recuperaba parte de la cantidad de sangre que ahora se hallaba derramada por el suelo. Sin embargo, el monstruo lo interpretó como una señal para seguir atacándola; volvió a dirigirse hacia ella y clavó sus dientes en ella, para de inmediato volver a lanzarla contra otra pared. No llegó a tocarla, pues antes de alcanzarla se vio enganchada entre la serie de cadenas que colgaban del techo, quedando con los brazos hacia el suelo mientras notaba cómo su cuerpo se resbalaba.

Cura ++

La joven se recuperó lo suficientemente rápido como para darse cuenta de que el monstruo se dirigía hacia ella a toda velocidad. Y entonces se le cruzó algo por la mente; quizás, de algún modo, pudiese usar las cadenas para contraatacar, o al menos retenerlo y correr hacia la salida. Era su única y última oportunidad de escapar.

No quería volver a esa sala nunca más.
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Re: [Evento Global] The End Is Where We Begin - Día ??

Notapor EspeYuna » Dom Mar 17, 2013 4:26 am

Caminó hacia mí, obligándome por mero instinto a retroceder. No le tenía miedo, por supuesto que no. ¿O sí?

Sí. Era obvio que todavía no podía olvidar el dolor, las torturas, el abuso a mi cuerpo y a mi mente. Y a mi corazón. Pero si me dejaba vencer por ello, le haría saborear su victoria, sus teorías se verían más fuertes ante mi nula capacidad para enfrentarme a él.

Su risa me destrozó los tímpanos, atravesando todo mi ser. Se burlaba de mí, me consideraba un mero instrumento para disfrutar de sus experimentos. No buscaba ningún bien conmigo, sólo torturarme hasta que mi corazón digital no pudiese soportarlo más. El caso es... ¿yo había sido la primera en estrenar esa sala de torturas a la cual me hacía volver? ¿Y si habían existido más corazones aparte del mío, siendo destrozados por la crueldad de aquel monstruo? No, ¿¡y si osaba destrozar los corazones de mis amigos, cuando yo cayera!? Porque aunque ellos fuesen copias como yo, seguían siendo los amigos de Nadhia. Mis amigos.

¿No tienes por qué temerme? ¿Eso crees, niña?


La imagen que se mostró delante mía me dejó sin aliento, cortándome la respiración. De la sombra de aquel monstruo surgió una criatura. Una criatura temible, que me hizo estremecer con tan sólo ver su aspecto. Sus ojos, fijos en mí. Y sus patas delanteras, con grilletes, tal y como las había sufrido yo en mis carnes. Gigantesco, temible, espantoso. Si aquello era un sincorazón... sería la más horrible imagen de un ser de oscuridad. Para mí. Para Nadhia Hoghes.

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Témeme.


Le vi acariciar la cola del monstruo, como si se tratara de su fiel mascota, mientras el chillido de la bestia me destrozaba aún más los tímpanos y su cabeza se dirigió contra mí. Sin tiempo a reaccionar, recibí el cabezazo de lleno, cayendo al suelo y siendo arrastrada a la sala de torturas. Mi rostro cayó en dirección a contemplarla. Recordé los gritos de compasión, los sollozos, sus palabras de falso consuelo, de pura crueldad.

Y el...

¡¡¡Agh!!!

No lo vi venir. El dolor. Insoportable dolor que hacía retorcerme de sufrimiento. Ni siquiera me atreví a levantar mi cabeza, sólo sabía que estaba colgada de la boca de aquel monstruo, siendo descuartizada. Mi piel, mis pulmones, mis costillas. El frío y húmedo tacto de su lengua en mi corazón. Era capaz de sentirlo.

Terrible. Era insufrible, pero...

Cura ++


Un Déjà vu cruzó mi mente, tanto como el dolor que me había atravesado. El reconfortante efecto de aquella droga curativa. Y otra vez, el dolor volvió. ¿Cuántas veces había experimentado aquello? ¿Cuántas veces había aceptado ese Cura temiendo porque finalizara, sintiendo pavor cuando la última herida cicatrizaba, pues era la señal para que volviera el dolor?

¡Por supuesto! Haberlo sentido tantas veces en mi cuerpo, eso me había hecho más fuerte contra el encapuchado. Por eso, cuando el monstruo me lanzó contra la pared, como si fuera una insignificante muñeca de trapo, no grité. Aguanté, no proferí ese grito que tantas ganas quería escuchar aquel repulsivo y retorcido ser.

"No te voy a dar el placer de oírme gritar, ¡no esta vez!"

Su risa se acercó hacia donde yo estaba. Sus frías manos, ocultas en sus ropas, apretaron mis mejillas, obligándome a alzar la mirada. Aunque estuviese a pocos centímetros de su rostro, no pude reconocer a nadie bajo la capucha. Su oscuridad cegaba toda existencia bajo la ropa. Pero no le mostré una mísera lágrima, sino un rostro desafiante, dispuesta a morderle un dedo si era necesario. No me doblegaría, ¡no!

Seguiremos con los experimentos. Lo haremos hasta que yo lo diga. Ya no queda nada de la Llave en ti, porque eres débil e inútil. Y seguirás en silencio, o él pagará las consecuencias. Eres mi joya más preciada... Pero mereces un castigo por ser tan traviesa. Cura ++


Mientras sentía otra vez el hechizo curativo en mi interior, sin apartar la mirada de mi secuestrador, ocurrió algo que me dio fuerzas. Gracias a sus palabras, recordé unas del pasado, cuando era la auténtica Nadhia. Las palabras de un pequeño demonio.

¿Querrías ser mi nueva e inútil aprendiz?


Sí, tienes razón. Soy débil e inútil… pero Akio adoptó a Nadhia como aprendiz, gracias a que lo era. Confió en ella, confió en mí. Ser débil… e inútil… nada de eso me hace inferior a ti. En absoluto. ¡De nosotros dos, tú eres una repulsiva y despreciable rata…!

De nuevo sus colmillos atravesando mi piel, dejando que ahogara un grito en mis entrañas. Había jurado no gritar, no llorar. El encapuchado había cometido el error de hacerme más fuerte a las torturas. Me había hecho acostumbrarme al dolor. Ahora, era más poderosa.

Los Maestros nos escogieron por ver potencial en nosotros.

Ambos tenéis ideales más que nobles.


Fui lanzada de nuevo contra una de las paredes del lugar, esperando el inevitable hechizo curativo, consecutivo, que agotaba y nublaba mi mente, notando como la droga me atontaba… fue entonces cuando no llegué a la pared como había esperado hacer. Unas cadenas colgadas del techo se cruzaron en el camino, haciendo escurrir mi cuerpo por ellas.

Tienes ideales muy nobles, Nadhia, y una determinación que sorprendería a los mejores guerreros de mi mundo. Si sigues así, creo que más de uno llegaremos a admirarte.


Cura ++


Ahí llegaba la droga inyectada en mi cuerpo, una vez más. Y pronto, el ataque de la bestia. Pero me di cuenta, en aquella milésima de segundo, que su ataque estaba tardando en llegar. Alcé la mirada, usé las cadenas para elevar mi cuerpo, poniéndome en pie. Tenía que aprovechar aquella oportunidad. ¡Mi cuerpo estaba sano, era hora de contraatacar! ¡No! ¡Pero sí! ¡Tenía una oportunidad para escapar!

Puede que me encontrara embobada por culpa del conjuro, pero mi cerebro respondió y mi cuerpo también. Usé las fuerzas que me había regalado el encapuchado para alcanzar un puñado de cadenas y lanzarlas contra la cabeza de la bestia. Grité como nunca antes lo había hecho, lanzándolas con fiereza, dispuesta a hacerle daño, o por lo menos, distraerlo lo suficiente. Justamente intenté lanzar aquellas que estuvieran del lado contrario a la salida.

Bien, esa es la Nadhia que me impresionó y fortaleció en las Terrazas, adelante, a por todas.


Y como alma que lleva el diablo, cogería carrerilla e impulso, aunque fuese poco debido al limitado espacio, y saltaría a una de las cadenas que se encontrara en dirección a la salida. En cuanto estuviera lo suficientemente cerca de la salida tras el impulso, me soltaría, y aunque cayera de pie, de rodillas o de espalda mismo, correría, usaría las fuerzas que me había otorgado para alcanzarla. Y huiría. Sin mirar atrás.

Si soy tu preciada joya, entonces haré todo cuanto esté en mi mano para que me pierdas. ¡No descansaré hasta alejarme de ti!
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Huida artificial

Notapor Soul Artist » Dom Mar 17, 2013 8:19 pm

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Los rápidos movimientos de la joven permitieron que las cadenas atraparan al monstruo en el aire. Este intentó capturarla con la boca, pero ella se soltó y el ser oscuro atrapó con las cadenas con sus dientes. En cuanto intentó soltarse descubrió que su cuerpo estaba preso entre tantas largas cadenas, las cuales pronto se engancharon con sus grilletes y le dejaron colgado boca abajo, justo encima de ella. Comenzó a agitarse con fuerza, intentando devorar a la Portadora, y cada vez descendía unos centímetros más.

Se puso de pie justo a tiempo: el monstruo cayó al suelo y por poco la aplastó. Tenía unos segundos muy preciados para volver a escapar, por lo que se dirigió a toda prisa hacia la puerta de salida. Vio en su huida al encapuchado, el cual ni siquiera se molestó en intentar capturarla, a apenas unos metros de ella. Se limitó a... Reír tranquilamente. Sabía que, hiciese lo que hiciese, no podía esconderse muy lejos. Era suya, absolutamente suya.

Al salir de la habitación, la joven vio cómo el monstruo volvía a levantarse y clavaba su mirada en ella, preparado para cargar de nuevo. Sin embargo, algo más le llamó la atención por el rabillo del ojo: dos figuras de aspecto antropomórfico, hechos de pura oscuridad y de la altura del encapuchado, le observaban con enormes ojos amarillos y largas antenas que caían por sus espaldas. Jamás había visto algo así... Y esperaba no tener que verles más.

Traédmela.

La chica cerró la puerta detrás de sí, esperando que aquellas bestias dejaran de perseguirla. Atravesó corriendo la habitación del ordenador y accedió a un oscuro hall, con una enorme lámpara de cristal iluminada en el tejado y una puerta doble como forma de entrada. Pero antes de salir tenía que asegurarse de que no la perseguían.

Cerró la puerta de un portazo y se acercó a una mesilla con un jarrón donde descansaban unas preciosas flores, las cuales se vio obligada a arrojarlas al suelo con violencia. Tomó el mueble y lo colocó contra la puerta, atrancando su pomo para que ninguno de sus perseguidores le diera caza. Se apresuró a las puertas dobles y las abrió de par en par para encontrar su situación.

Era de noche. La lluvia de la tormenta golpeaba con fuerza el bosque de Villa Crepúsculo, y los árboles intentaban resistir los fuertes vientos que casi arrancaban sus raíces de cuajo. Iba descalza, y la idea de correr por la hierba húmeda quizás no fuese la más interesante para ella. Pero sin embargo, pronto se vio atrapada entre opciones.

Corre la niñita, no puede escapar...

Se giró y le vio de nuevo, iluminado por un rayo lejano que provocó un destello inmediato. En el piso superior del hall, completamente tranquilo, el encapuchado le observaba fijamente despreocupado. La puerta de acceso a la sala del ordenador seguía atrancada, y algo al otro lado la golpeaba, intentando salir. ¿Cómo había llegado hasta allí? ¿Cómo podía tener tal tranquilidad, tal seguridad, cuando con un sólo movimiento podía apresarla o incluso matarla sin que siquiera tuviese tiempo para darse cuenta?

Pero no estaba solo. Del techo comenzaron a caer gotas que descendieron por las escaleras, como un pequeño mar que descendía hacia ella. Pero tras un segundo se dio cuenta de que no era agua, sino... Oscuridad. Pura oscuridad que se dirigía hacia ella, la cual comenzaba a tomar forma: aquellos monstruos antropomórficos, de enormes ojos amarillos, que clavaban sus miradas en su objetivo: ella. ¿Cuántos habría? ¿Diez? ¿Veinte?

Y lo peor fue que, finalmente, los dos anteriores invocados por él también llegaron. Para sorpresa de la joven, se apegaros al suelo y salieron cuales sombras del marco de la puerta, volviendo a tomar forma frente a ella.

Todos ellos se dirigían hacia ella. Y no tenía muchas opciones: enfrentarse a todo aquel ejército o correr hacia el bosque, descalza como estaba, con aquella terrible tormenta.
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Re: Huida artificial

Notapor EspeYuna » Dom Mar 17, 2013 9:41 pm

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Su risa despreocupada, sin mover un ápice en alargar su brazo para atraparme. Era su preciada joya... y al igual que yo jamás querría volver a estar bajo su poder, él no descansaría hasta estar satisfecho de mi existencia. Nunca. Lo supe en el mismo instante en el que sentí a más criaturas de oscuridad emergiendo a su alrededor. Mi huida era un simple juego para él. Una mera diversión. Pero no le daría el placer de huir asustada. Si me atrapaba, volvería a huir. Si volvía a ponerme la mano encima, le asestaría patadas y mordiscos.

Traédmela.


Cerré la puerta con las fuerzas que había ganado, sin dejarme vencer por el cansancio de mi mente, y corrí, atravesé la sala del ordenador. En la siguiente estancia, sorprendida por la luz de una lámpara que me dejó ciega por unos instantes, no tuve reparo alguno en lanzar un jarrón al suelo y colocar la mesilla que lo soportaba contra el pomo de la puerta. Los rugidos de las bestias se acercaban, no tardé en abrir de par en par las puertas que daban...

... al exterior.

¡Esto es...!

Conocía aquel sitio. Cuando era pequeña jugaba con Dan, en aquel bosque. El mismo donde Nadhia se disputaba el título de la mejor nombrada Hoghes jugando al escondite. Tanto Nadhia como Dan nunca se atrevieron a acercarse a la mansión. "Estaba embrujada", decían.

Pues bien, no iban mal encaminados.

Un trueno me despertó de la sorpresa. No esperaba encontrarme en Villa Crepúsculo. Siempre había barajado la posibilidad de hallarme aún en aquella torre, o quizás, en otro mundo. Eso significaba que estaba más cerca de lo que pensaba de ellos. De mis amigos. De Ragun, de Xefil, de Light, de Maya... de todos. La lluvia, aun pesada para mi cuerpo, fui un regalo de bendición para mi piel. A pesar del frío, del tacto húmedo de mis pies contra la hierba mojada, disfruté de esa milésima de segundo de libertad.

Por muy poco.

Corre la niñita, no puede escapar...


Me giré, encontrando a mi pesadilla asomado en el piso superior del hall. No le mostré miedo, sino desafío en mis ojos. Escuché los golpes que las criaturas proferían sobre la puerta que había dejado atrancada pocos segundos antes.

¡Jamás volveré contigo! —grité bajo la lluvia, siendo iluminada por los rayos que atacaban el bosque.

El bosque daba a la ciudad. Al hogar de Nadhia. Aunque fuese una falsa ciudad, aunque estuviese habitada por copias virtuales... allí me esperaban mis amigos. Allí no estaría sola en esa batalla. Y aunque estuviera sola, siempre quedaría un atisbo de esperanza en mi corazón.

Ahogué un grito, al contemplar como cientos de sombras de oscuridad me rodeaban, poco a poco. Y los dos que me habían intentado dar caza, también estaban allí. Eran sincorazón, sin duda. Su forma de usar las sombras del suelo para camuflarse, para atravesar una fortaleza, para llegar a donde se encontraba su presa.

Puede que Ángel Forjado me hubiese abandonado. Pero seguía teniendo el corazón de una Portadora. Cualquier Caballero de la Llave-Espada no se dejaría vencer por un ejército. Y pensé, como lo haría un auténtico Maestro, con la cabeza fría. Y mi única opción, en ese momento, era huir de allí y buscar un lugar donde el encapuchado jamás pudiera encontrarme.

Corrí hacia el bosque. Estaba oscuro. Mis pies se hundían en el barro, pero aunque tropezara o quedara atrapada entre los matorrales o las ramas, seguiría corriendo, sin mirar atrás. Tal y como me prometí a mí misma.

Recordé la sonrisa de Saeko. Confió en mí, hizo un Pacto conmigo. No podría decir que vengaría su muerte. Ni la de Eileen. Pero sí que arreglaría las cosas, y que la eliminación de sus existencias no sería en vano. Haría cuanto estuviera en mis manos para escapar de aquella abominación, encontraría a mis amigos, y buscaría la forma de acabar con él.

Sin embargo, una pizca de miedo seguía asomándose en mi corazón. Suplicaba a gritos ayuda, mientras corría, pues mi existencia dependía de ello. De sobrevivir.

"¡Que alguien me ayude, por favor...!"
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Tardes del presente

Notapor Soul Artist » Lun Mar 18, 2013 4:37 pm

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La huida de la joven la llevó a atravesar el bosque como única opción. Las sombras pronto marcharon en su persecución, con el encapuchado quedándose atrás, en el interior de la mansión, sin mover un sólo músculo para evitar que corriese.

Los árboles parecían querer evitar que la chica huyese. Las ramas se agitaban con violencia con la fuerza del viento, arrojando cientos de gotas de agua sobre su rostro para evitar que su vista alcanzara una salida. ¿Por dónde había entrado la última vez? Tuvo que guiarse por su instinto, moverse en la oscuridad que se había tragado toda luz de esperanza. Y nadie acudía para ayudarla.

Una raíz sobresaliendo del suelo se enganchó en su pie y cayó con fuerza, golpeándose con un tronco. Algo húmedo comenzó a brotar de su pelo, algo rojo y de tacto desagradable. El cuerpo de la joven se había manchado de barro, pero no le importó. Con algo de pesar, con la muñeca rota, su cuerpo magullado y la herida en la cabeza, volvió a levantarse para seguir corriendo sin dirección alguna. Si las sombras le alcanzaban, la historia habría llegado a su fin.

Alguien gritó su nombre, y su corazón se llenó de esperanza por un segundo. La llamada venía de su derecha.

La joven corrió en aquella dirección, esperando encontrar el origen de la voz, y volvió a tropezar de camino. Esta vez estaba preparada; tocó la húmeda hierba con su mano derecha y, aunque doliese, volvió a recuperar velocidad en un pispás. Podía escapar, podía reunirse con él.

Sus ojos se llenaron se esperanza cuando vio un muro delante, el cual se vio iluminado una décima de segundo gracias al destello de un rayo cercano. Un enorme agujero hecho en él daba acceso a la ciudad, y sin duda alguna, la voz provenía de allí. Estaba salvada.

La chica se dirigió hacia allí con paso firme, pero algo le agarró del tobillo y comenzó a absorberla. Una de las criaturas de oscuridad, apegado al suelo, había comenzado a tragarla con el objetivo de devolverla con su amo. Había sacado uno de sus brazos y la había tomado con fuerza, arañándola y clavando sus garras en ella, y funcionando el resto de su cuerpo oscuro como arenas movedizas.

No había llegado hasta allí para rendirse. La joven, casi como acto reflejo, metió la mano en la oscuridad y agarró lo que debía ser la cabeza del monstruo, la cual sacó con violencia y golpeó con la suya propia. La bestia se materializó por completo y saltó hacia atrás, liberándola por completo de su prisión y dándole unos segundos para recuperarse. Pero de poco sirvieron: pudo ver cómo de los propios árboles, como si tuviesen vida propia, surgían cientos de criatuas como aquellas. Incluso la figura del monstruo invocado directamente por el encapuchado estaba allí.

No dudó. Echó a correr al interior de la ciudad, perseguida por aquel ejército de las tinieblas, dispuesta a alcanzar a aquel que la salvaría. Sin embargo, la llamada no sonó de nuevo. No tenía tiempo para esperar a que sonara de nuevo: guiada por una corazonada, corrió calle arriba, directa hacia la plaza de trenes. Allí es donde las misiones como portadora siempre comenzaban.

Las sombras también se apresuraron. Pronto tomaron todo el muro como si fuese parte de ellos, y la calle entera se vio invadida por ellos, apegados en el suelo. Gritaban, chillaban desesperados por alcanzarla y cumplir las órdenes de su señor. Corrió, dispuesta a no ser alcanzada, pero no pudo evitar mirar atrás: cada vez eran más rápidos, y ella cada vez estaba más agotada. La desesperación comenzaba a angustiarla.

El camino calle arriba fue mucho peor. Las bestias ya casi le habían alcanzado, y lejos de capturarla simplemente, comenzaron a torturarla visualmente. Comenzaron a tragar los edificios enteros por delante de ella, creando una ciudad de plena oscuridad a su alrededor, tapando los puntos de luz de las estrellas en el cielo. La única luz que quedaba era ella, y podía escuchar cómo el cazador de la noche, a su espalda, corría a cuatro patas dispuesto a devorarla.

Llegó hasta la plaza de la estación de trenes y se llevó la mano al pecho, comenzando a encontrarse agotada. Como era de esperar, nadie estaba allí. La torre del reloj, el único edificio que quedaba sin ser tragado por las sombras, marcaba que pronto serían las doce de la noche. Y los monstruos seguían llegando por detrás de ella.

Sólo hubo una única opción: entrar en su interior. La joven, completamente desesperada, corrió hacia el edificio. Sin pensárselo dos veces rompió el cristal de la entrada con su cuerpo y entró con rapidez y cuidado para no pisar los cristales del suelo. Había trenes, pero ninguno se iba a mover de allí. No podía huir a otros sectores de la ciudad.

Las sombras comenzaron a materializarse en la entrada, dispuestas a no darse por vencidas. Sólo le quedaba un camino entonces: la torre del reloj, el lugar donde había compartido tantos recuerdos y tantos helados con sus amigos. Tragó saliva y accedió a la sala donde las escaleras le permitirían subir. Quizás allí podría ser salvada, quizás allí podría volver a encontrarlos a todos.

Al límite de sus capacidades físicas, saltó los escalones de dos en dos. Escuchó cómo los monstruos accedían a la habitación y le pareció ver cómo se apresuraban a cuatro patas a perseguirla, sin darle un sólo segundo de descanso. Le fallaba la respiración. Le fallaba la vista. Sangraba, tenía la muñeca rota y la vista se nublaba. Pero un último atisbo de esperanza permanecía en ella: volvía a escuchar la voz llamando a su nombre.

Golpeó con fuerza la puerta de salida, saliendo junto al reloj de la torre, y la cerró de golpe. Con una gran sonrisa se dirigió hacia el borde del edificio, con el suelo resbaladizo por el agua y las gotas de lluvia ocultando sus lágrimas de felicidad. Y le vio llegar entre los edificios de la ciudad. Una persona había aparecido allí, alguien que conocía bien, pero que no estaba segura de si quería que fuese su salvador entre todas las del universo.

Ryota. El Maestro Ryota.

Su corazón se encogió de miedo, sabiendo que no le vería a aquella distancia y con aquella tormenta. Su voz estaba débil, y sus fuerzas más. No sería capaz de oírla si le llamaba, y en gran parte, era mejor así. Pero por otro lado...

La puerta de la torre se abrió de golpe, y dos de aquellas criaturas antropomórficas hechas de pura oscuridad salieron para dirigirse hacia ella. Tenían un objetivo claro. Clavaron sus ojos amarillos en ella, sabiendo que ya no tenía escapatoria. Volvería con su amo y allí acabaría todo. O...

Sin pensar demasiado, la joven se subió al borde con cuidado, sin apartar la mirada de los monstruos. Resbalaba y el agua amenazaba con dejarle caer, pero era lo mejor que podía hacer. Si volvía con él, sufriría. Sería torturada de por vida hasta que llegara el momento en el que dejara de ser inútil, y el encapuchado ganaría. No sólo eso, sino que sus amigos, él, también lo pagaría. Tragó saliva.

Los monstruos se quedaron quietos durante un instante, sin saber qué hacer bien. Pero poco a poco, comenzaron a caminar hacia ella.

Cerró los ojos. Aquella era su última decisión. El lugar donde había comenzado a hacer amigos, donde tantos recuerdos tenía, podía ser donde todo acabara. Las tardes del pasado estaban ya lejanas, quedando sólo el sufrimiento del presente. Jamás iba a recuperar lo que era suyo, pues su corazón roto había sido mancillado por aquel hombre, traicionado por quien había confiado. Su falsa huida no había llegado a ninguna parte, excepto a aquel punto. Y por ello, aquella era una oportunidad única. Una última oportunidad para evitar que él alcanzara su objetivo.

Una oportunidad para terminar donde todo había comenzado.
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Re: [Evento Global] The End Is Where We Begin - Día ??

Notapor EspeYuna » Mar Mar 19, 2013 1:11 am

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Atravesé el bosque, llevándome por delante unas cuantas ramas, arañando mis mejillas, mis brazos, mis piernas… pero daba igual. Ese dolor era insignificante a comparación de todo a lo que había estado expuesto mi cuerpo. Aquello era un juego de niños, si no fuese porque el cansancio comenzaba a apoderarse de mí.

Igual que cuando Nadhia era pequeña, los árboles en la oscuridad imponían y no dejaban saber si estaba corriendo en la dirección correcta o, sin embargo, estaba dando vueltas como un ratón atrapado. Mi corazón digital ahogaba dolor, mucho dolor.

No quería que la desesperación se apoderara de mi cuerpo, no otra vez. Lo había prometido, que incluso si me volvía a atrapar conseguiría encontrar la forma de alejarme de su lado. ¿Pero cuánto tiempo pasaría desde que tuviera otra oportunidad así? ¿Cuánto pasaría hasta que decidiera almacenar mi corazón como meros datos en un ordenador?

No era sólo una masa de números. Tenía alma, sentimientos… y un corazón que seguía latiendo deseoso de encontrar la libertad. Y la felicidad que se me había arrebatado. Todo con tal de acabar con él.

¡Agh!

Caí inevitablemente al suelo, sin darme tiempo a proteger con mis brazos la cabeza. El golpe fue tremendo. Intenté levantarme, emitiendo un chillido ahogado cuando vi que mi muñeca seguía rota al apoyarme. Aquel vil ser había sanado mi cuerpo descuartizado, pero no las heridas que me había provocado yo misma por escapar. Un líquido viscoso y rojizo comenzó a caer de mi pelo. Tambaleé al incorporarme. El dolor, el desagradable olor de la sangre y su pérdida en mi cabeza estaban provocando un mareo atroz. Escuchaba a lo lejos los gritos de aquellas terribles bestias.

Tengo que… correr…

Mi cerebro obedeció, pero al mismo tiempo me avisaba que aquello estaba llegando a su fin. Mi cuerpo no podría soportar mucho más aquello. Con una hemorragia así, no llegaría a ninguna parte, y menos si corría en círculos y… sin ayuda. Porque estaba sola.

Nadhia


Mis ojos albergaron la esperanza que llenaba mi nombre. O el nombre de mi yo original. Daba igual. El caso es que alguien lo pronunciaba en la lejanía. ¡¡A la derecha!!

¿¡Quién eres!? ¡¡Por favor!! ¿¡D-Dónde estás!? —grité, pidiendo auxilio mientras tropezaba de nuevo. Sin embargo, en aquel momento pude recomponerme enseguida. Cogí velocidad apoyándome en la húmeda hierba, aun sintiendo la rotura de mi muñeca como mil agujas torturándola.

No. Eso no era una tortura, en absoluto.

Alguien me llamaba. Alguien había escuchado mis súplicas.

¡Ah!

Algo me agarró del tobillo, haciendo que profiriera un grito lleno de terror. Una criatura de oscuridad. Sus ojos me bloquearon. No. ¡Me había atrapado! ¡No, no, no!

¡¡Agh!! ¡¡Suéltame!! —chillé con todas mis fuerzas, sintiendo sus garras atravesar mi piel.

Pero era más fuerte que antes. Iba a sobrevivir. Iba a escapar.

La nueva Nadhia Hoghes no tuvo reparo alguno en agarrar la cabeza de aquella bestia y propinarle un cabezazo con su propia frente. Mi cráneo retumbó como las campanas de la mismísima Torre de la Villa.

La criatura se materializó, dejándome libre de las arenas movedizas que me habían arrastrado con ella momentos antes. En cuanto vi cientos de ojos acechando a través de los árboles, y los grilletes de la bestia que me había descuartizado frente al encapuchado, supe que tenía que correr. Era mi única opción. Huir.

¿¡Dónde estás!? —grité con el poco aire que quedaba en mis pulmones.

No hubo respuesta, pero aun así…

… fui directa a la plaza donde se hallaban los trenes.

¿Por qué había decidido tirar por ahí? ¿Qué me llevaba hacia allí?

Aquella no era Villa Crepúsculo. No era mi hogar. El rojizo atardecer no existía, tan sólo una feroz tormenta que lo convertía todo en horripilante oscuridad, deseando tragarme con ella. Los gritos de mis perseguidores, y una oscuridad infinita que atravesaban las calles me hizo correr aún más deprisa, pero la mente me engañaba, a falta de sangre.

Quienes corrían más rápido eran ellas. Yo era quien estaba perdiendo las fuerzas, pero no lograba darme cuenta. Las bestias comenzaban a tragar con su oscuridad los edificios, dándome falsas esperanzas a esconderme.

Tan sólo seguía gritando, pidiendo auxilio. A aquella persona que había pronunciado mi nombre.

Y llegué. A la Torre del Reloj.

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Me llevé la mano a mi pobre corazón, a punto de salirse por el pecho. Mi boca estaba seca, tosí bruscamente, pero no podía quedarme parada. Alcé la mirada para contemplar la hora: a punto de dar las doce.

Los cristales que rompí con mi cuerpo se esparcieron por el suelo. Ya no podía ni darme el privilegio de abrir la puerta, ni unos segundos en comprobar si estaban abiertas o cerradas. ¿Desde cuándo me había vuelto tan temeraria? ¿Tan valiente como para agarrar la cabeza de una de esas bestias para usar mi propio cuerpo como arma? ¿Desde cuándo había perdido miedo al dolor?

Ningún tren se movía, así que corrí en dirección a las escaleras que daban a lo más alto de la Torre. Sin tener en cuenta que no habría escapatoria. ¡No, mis amigos! ¡Ragun, Light, quizás ellos…!

No me estaba dando cuenta que albergaba falsas esperanzas para mi atormentada mente, para la locura que se había adueñado de ella.

Y fue entonces, cuando un último vistazo hacia atrás me hizo contemplar la taquilla donde mi… mi…

Papá…

La taquilla donde trabajaba mi padre. Pero estaba vacía. Él no vendría a salvarme de la oscuridad del bosque. Ya era mayor, no me cogería entre sus brazos para protegerme.

Nunca más volvería a verle.

Mamá… Dan…

¡¡Ragun!! ¡¡Light!! ¡¡Xefil!! ¡¡Contestadme, por favor…!!

Ya no podía más. No era capaz de respirar, mis pulmones fallaban, mis piernas también. Mi vista tornaba nublosa, no distinguía los escalones que saltaba de dos en dos para huir de ellos.

¡¡Por fav…!!

Nadhia


¡¡Espera!!

Golpeé con mi cuerpo la puerta que daba al reloj de la torre emblemática de Villa Crepúsculo, la cual, siendo habitualmente bañada con el atardecer anaranjado, ahora era corrompida su imagen con la tormenta que se estaba desatando. Cerré la puerta tras de mí y volví a sentir esa sensación de libertad, de absoluta felicidad, cuando las gotas de agua se deslizaron por mis brazos, los cuales tiritaban muertos de frío.

Pero cuando me asomé a la ciudad, perdí el poco aire que quedaba en mis pulmones. Y mi corazón se encogió, al contemplar como una figura aparecía de entre los edificios.

Ryo…ta…

¿Estás… vivo…?

Estuve a punto de hacerlo. De pedirle ayuda, de suplicarle, de gritar desde allí. Rogarle al mismísimo Maestro Ryota que me salvara. Una locura. Mi mano, la cual pasó a rozar mi frente, se manchó de la sangre que seguía cayendo. Alcé ésta, pero era tarde. La tormenta era muy fuerte, él estaba demasiado lejos. Y era un enemigo. Recordé las palabras de Saeko, pidiendo compasión por él. Por su mero recuerdo. Y como acabó ella.

Ya no atendía a la razón, tan sólo a la desesperación porque alguien me tendiera la mano y me apoyara.

El ruido de la puerta abriéndose de par en par me hizo girar el cuello y encontrarme con aquellos ojos amarillos. Se acercaron poco a poco, cuando…

… me subí al bordillo.

Y como si él estuviese allí, le encaré, a través de sus criaturas. Aunque más bien, era un mecanismo de autodefensa. Quería mantener mi mente alejada de lo que en realidad estaba a punto de hacer.

Huir. Para siempre.

Te lo dije —mis ojos se fijaron en los de la bestia de los grilletes, que incluso en un momento como aquel, me dio lástima—. Juré no volver a tu lado jamás. Y eso es lo que pienso hacer… aunque sea lo último que haga.

Tragué saliva cuando mis pies descalzos comenzaron a notar el resbaladizo suelo del bordillo. No miré abajo. Seguí encarando con mis ojos a las bestias, en especial a la que había saboreado mi sangre más de una vez.

Y sonreí. Y mis ojos volvieron a recuperar el destello dorado que los atravesaban.

Chicos, dadme fuerzas.

Cerré los ojos y alcé mis manos a la altura de mi corazón digital. La sana acarició a la enferma, y la sujetó con cariño. Como un último rezo, alcé mi rostro y las gotas de lluvia camuflaron mis últimas lágrimas.

Y me dejé empujar por el viento, sintiendo la velocidad de la caída, violenta y feroz, y un rayo iluminando mi decisión.

Muchas imágenes sucedieron por mi cabeza. Mi familia, todos mis amigos, mis maestros… todos aquellos nativos a los que había conocido, los mundos que había visitado… y mi preciada Llave-Espada, la cual me había ayudado a escapar del terrible sufrimiento.

Hasta siempre

Sólo rogaba porque aquello terminara pronto.

Que no doliera, por favor.
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Su final fue donde nosotros comenzamos

Notapor Soul Artist » Jue Abr 11, 2013 7:24 pm

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Sin opciones. Sin esperanzas. Nada a lo que aferrarse, nada por lo que querer estar allí. Ya nadie más la echaría de menos, puesto que llevaba desaparecida tiempo y no se habían molestado en buscarla. El corazón de la joven temblaba ante la única opción que cruzaba su mente, y tragó saliva antes de hacerlo. Pero lo tenía claro: jamás volvería con él.

Abrió los ojos llenos de lágrimas y extendió sus brazos. Los monstruos de oscuridad ignoraron aquella acción, continuando su caminata hacia ella. Pero de poco sirvió: el viento y el resbaladizo suelo que pisaba hizo todo el trabajo.

Ryota gritó su nombre. Una lágrima salió de los ojos de la joven, perdiéndose en su caída, mientras pasaba a recordar todo lo que le había llevado a aquella situación.

Uff, agotador, ¿no crees?

El rostro de un joven sonrió tímidamente en su mente, sin saber exactamente qué contestar. Recordaba cómo se había comportado con él, pretendiendo ser frío y cerrado en un principio, pero pronto alcanzando su corazón y haciéndole cambiar de opinión, pese a que la viese todavía como una bárbara. Conversaron durante tiempo largo, y cuando llegó el momento de separarse hubiese deseado no haber parado, continuar durante más y más horas.

Los monstruos de oscuridad se acercaron al borde de la torre, observando cómo caía.

Eres peor que una niña de párvulos...

Aquella frase la repetía mucho. En cuanto se ponía a pelearse o jugar con alguien le criticaba por no ser tan refinada como él, pero nunca se lo tomaba en serio. Incluso a veces le provocaba para ver si aceptaba una pequeña pelea, siempre sin éxito. Pero al menos conseguía llamar su atención, le hacía sentarse a que hablaran, y así aprendían el uno del otro. Los años en Tierra de Partida con él eran buenos, inolvidables. No quería que acabaran.

Ryota levantó la vista, alcanzando a ver a la joven cayendo de la torre.

¿No soy suficiente para ti?

Aquellas palabras fueron dolorosas, pero mayor era el daño que ella estaba provocando. Se estaba separando de su lado, con todo lo que conllevaba, y lo sabía. No podría volver a verle. Se marchaba por las posibilidades, se marchaba porque siempre había querido más, pero aquello él no era capaz de comprenderlo. Y fue cobarde, incapaz de decirle la verdad. Si las cosas hubiesen sido hechas de otra manera...

El hombre corrió en su dirección, gritando su nombre. La distancia era demasiado grande, y el grito se perdió entre la lluvia.

Sólo quiero protegerte.

Egoísmo. Cuando le escuchó decir aquello sólo podía pensar en lo egoísta que estaba siendo. Le retenía en contra de su voluntad en la mansión, y ambos sabían que en el fondo no era porque no pudiera fiarse de su Maestro, sino porque le echaba de menos. Y no podía perdonarle porque sentía algo claro por él, algo importante y grande. El daño a los seres queridos es el peor de todos.

Unos centímetros de diferencia al suelo. Cerró los ojos sólo para recordar tres palabras, las únicas que hubiese necesitado para seguir luchando.

Te quiero...

Ya no podía hacer nada. Ni Ryota, ni ella, ni el encapuchado. Aquel era su destino y su decisión. Aunque fuese la última que tomó.

... Eileen.

* * *

Nadhia era libre. Ya no se encontraba atada a un cuerpo que no era el suyo, ya no debía seguir los instintos que le habían empujado a correr hasta la torre del reloj. Todo cuanto había vivido era real, ella misma lo sentía. Pero a su vez, costaba diferenciar dónde estaba el límite de sus decisiones en los últimos días. Y lo que estaba segura es que ahora era libre de nuevo.

Ryota lloraba de rodillas frente a ella con Eileen en brazos, abrazándola contra su pecho mientras las lágrimas eran ocultas por las gotas de lluvia que caían del oscuro cielo. El rostro de la joven no expresaba emoción alguna ya, observando a su amigo con los ojos en blanco y sin mover ni un sólo músculo. No calmaría el dolor del Maestro, ni tampoco intentaría aumentarlo: era difícil saber si seguía o no viva.

Una figura caminó hasta colarse junto a Nadhia. Vestida de nuevo con la túnica negra con la que le había conocido la Jugadora, Eileen había acudido hasta ella. No pudo apreciar su rostro debido a su capucha, pero su manera de observar la escena lo decía todo.

No estaba cargada de rabia ni odio. Tampoco lloraba ni parecía mostrar sentimiento de pena. Pero con su presencia algo se hacía más pesado en el ambiente, más triste o cargado.

Nunca pudo despedirse.

»Había olvidado esto. No sé por qué, pero... Yo no quería recordarlo. Eché la culpa a Ryota de acabar en este Mundo Virtual cuando él no quiso nada de todo esto. Siempre estuvo ahí por mí, de una manera positiva o no, y al final no fue él quien mató a Eileen. Fue ella. Su final...

Eileen bajó la mirada a Ryota. El cuerpo de la joven comenzó a brillar entre sus manos, aumentando los gritos de angustia del Maestro, que intentó abrazarse a ella con más intensidad. Pero el cadáver había comenzado ya la fase de su final y, por mucho que quisiera evitarlo, no pudo. Mientras sus lágrimas caían sobre las mejillas de Eileen, esta se iluminó intensamente e ignorando una súplica en alto de Ryota desapareció con un intenso flash.

Su final... Fue donde nosotros comenzamos.

El Maestro bajó la cabeza contra su pecho, aguantando las lágrimas. Sabía lo que significaba lo que acababa de suceder y que jamás podría remediarlo. Dejó marchar al corazón de Eileen hacia los cielos, permitiendo que Nadhia lo viese por primera vez. Su luz era mucho más intensa que cualquier otro corazón que hubiese visto antes, tanto que no pudo evitar recordar muchos momentos felices que había vivido tanto ella como su original. Pero aquella felicidad fue pasajera, pues el luminoso órgano acabó desapareciendo entre las nubes en los cielos, mientras los Sincorazón de lo más alto de la torre se retiraban para no dejar rastro de su presencia.

Eileen se llevó una mano al pecho y sacó su corazón virtual, mostrándoselo a Nadhia. De nuevo pudo sentir todos aquellos buenos sentimientos recorrer su cuerpo al verlo, como si produjese algún tipo de magia única y especial.

Por esto es por lo que existo —explicó la joven, clavando sus ojos en Nadhia—. Me creó para poder acceder al corazón de la auténtica Eileen cuando llegase el momento, o quizás sólo para experimentar. Pero por alguna razón, me olvidó. No se centró más en mí. Y así es como pude crear todo esto, aunque temía que algún día volviese.

La joven volvió a ocultar su corazón en su cuerpo digital y a dirigir la mirada hacia Ryota. Pero sus ojos fueron a detenerse en otra figura detrás de él, quieta, a unos pasos del Maestro. Era imposible saber cuándo había llegado, pero la oscuridad de su capucha podía ser reconocida por Nadhia en cualquier parte. Porque no era oscuridad normal, sino la más intensa de todas las sombras que jamás había visto.

Y sabía sonreía por dentro, aunque no lo viese.

Él me creó.

La oscuridad lo engullió todo de golpe. Y Nadhia pudo volver a escuchar su voz.

No llores, Maestro Ryota...
... pues ella ha muerto por tu culpa.


* * *

Nadhia se encontraba de nuevo en la torre. Estaba en la misma plataforma en la que había visto caer a Eileen y Saeko tras ser atacadas por la figura vestida de azul. Parte del suelo se encontraba destruído, donde Eileen se encontraba sentada observando la oscuridad y donde Saeko había caído. Unas nuevas escaleras habían aparecido a su derecha, las cuales conducían hasta una doble puerta de tres metros de alto y color blanco, esperando a ser abiertas por la joven.

Eileen observó a Nadhia por encima del hombro, sin molestarse en levantarse. Invocó un helado de sal marina en su mano con un flash y comenzó a tomarlo en solitario.

Esa era la segunda prueba. Ya sólo te queda derrotar al amo de la torre para alcanzar tu destino. Pero te aviso: no puedes ganar. No puedes eliminarle.

»Antes de que vayas, sólo quiero que sepas que lo siento. Lo de Saeko... Es mi culpa. Y algún día todos pagaremos las consecuencias.

Un flash pasó rápidamente por los ojos de Nadhia: el encapuchado observándola fijamente a través de su capucha negra. Pero tan rápido como vino, se fue.

Se encontraba sola ante su destino. Si quería hablar con Eileen antes de partir a la que parecía ser su batalla final, era el momento.
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Re: [Evento Global] The End Is Where We Begin - Día ??

Notapor EspeYuna » Vie Abr 12, 2013 3:23 pm

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Nadhia's Theme


Escuché un grito en la lejanía. Alguien me llamaba. Gritaba con desesperación mi nombre. Una y otra vez. Como si la muerte aún no quisiera interponerse en mi camino, sufrí la caída de la forma más espantosa posible. Jamás llegaba el final. Mi mente se llenó de recuerdos, algunos eran de los más especiales que había vivido en los últimos meses.

Uff, agotador, ¿no crees?


Aquellas ropas escondían parte de su rostro, pero conocía la expresión que estaba mostrando a través de sus ojos. Recordé lo mucho que le costaba en un principio abrirse a los demás, la reacción de los que no se atrevían a acercarse a él por las apariencias, los rumores sobre la Estocada Oscura. Pero desde el primer momento ambos comenzamos a entablar una profunda amistad. Se convirtió en mi primer amigo en Tierra de Partida, en el mejor. Ragun me sonreía mientras entrenábamos juntos en los jardines, poco antes de su ida a Bastión Hueco.

Eres peor que una niña de párvulos...


Reí para mis adentros. Desde que nos conocimos siempre pensó que era un poquito testaruda. Lo supo durante aquella ardua batalla contra el eidolon de Light, cuando me sacrifiqué como mera distracción de una forma un tanto temeraria. Me hizo prometer que jamás le hiciera pasar por lo mismo de nuevo, que nunca más volviera a preocuparle. Lo siento, Xefil. Esta vez no hay vuelta de hoja. Siento haber tomado esta decisión sin tener en cuenta tus sentimientos. Porque si algo te pasara, yo… Xefil, te entiendo. Espero que algún día me perdones.

Las criaturas se alejaban de mi vista. Jamás llegarían a alcanzarme. No volverían a hacerme daño nunca más.

¿No soy suficiente para ti?


Por alguna razón me acordé del daño que le hice a Light esa noche, y cómo ese dolor se plasmó en la invocación de su eidolon. A pesar de que todo comenzó con las travesuras de un moguri, siempre tuve la sensación de que parte de esos sentimientos eran reales. Al menos, los referentes a nuestra amistad. Y por eso consideré su reacción como un presente de su más sincero afecto hacia mí, aquello que le hacía pasar ratos a mi lado con una vivaracha sonrisa mientras degustábamos un helado de sal marina. Creciendo en la misma rutina y compartiendo algunas aficiones, arrasando con las pastas de su abuela y riendo juntos…

Otra vez escuché aquella voz que me llamaba, ahogando gritos de terror. Pero jamás llegaría. Era demasiado tarde. La decisión estaba tomada.

Sólo quiero protegerte.


Egoísta, así era Tandy. Bromista, engreído y cabezota. Desde aquel día se nombró a sí mismo como mi fiel guardián, aquel que me protegería de todos los males que osaran hacerme daño. Si no fuese por el pacto, quizás me tuviera retenida en algún sitio, temiendo que algún día marchara y no regresara a por él. ¿Quién se encargaría a partir de ahora de su cuidado?

Oh, cierto. Nadhia seguía existiendo.

Nadhia seguiría velando por Tandy.

Antes de llegar al suelo, a pocos centímetros de sentir la última chispa de dolor atravesar mi cuerpo, sonreí y cerré los ojos con fuerza. Agradecí de todo corazón que fuese una copia. El verdadero Tandy no se quedaría solo. Ni mis amigos lamentarían mi pérdida. Sólo debía pedir perdón a sus respectivas copias. Ojalá… ellos encontraran el modo de acabar con él. De detenerle a toda costa. Antes de que volviera a sufrir alguien más.

Te quiero...


¿Quién…?


... Eileen.


* * *


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¿Qu… qué…?

Los truenos en la lejanía me hicieron recobrar el sentido. Lo había perdido durante unos instantes, justo antes de…
Allí, bajo la lluvia, me incorporé de golpe.

… de matarme

Por mero instinto mis brazos comenzaron a examinar cada parte de mi cuerpo. Era imposible haber caído desde esa altura sin romperme algo. ¿Mis brazos, agotados? ¿Débiles? En absoluto. Asustada, pensé por un momento en lo que podía haber ocurrido. Observé a mi alrededor. Alcé mis ojos a la Torre del Reloj. ¿Y si… él había llegado a tiempo? ¡Maldición, tenía que correr antes de que me volviera a atrapar!

¿Había fracasado? ¿Mi sacrificio no había servido para nada…?

Preguntándome aquello, alcé mi muñeca, supuestamente rota, la cual giré de izquierda a derecha, de derecha a izquierda. La marca de las cadenas… no estaba.

Algo extraño sucedía. No me sentía de la misma forma que antes. La sensación de hambruna, la sed, el agotamiento de las torturas… habían desaparecido.

¡¡Ugh!!

Los recuerdos de los últimos días atravesaron mi mente, como fieras estrellas fugaces. Las imágenes asomaron de nuevo mientras un intenso y agudo dolor cruzaba mi sien con violencia. Pero yo no era quien sufría la tortura. No era mi voz la que suplicaba, la que pedía piedad. No era yo quién huía de los monstruos que osaban destriparla en sus fauces. No fui yo quien tomó la decisión de acabar con su vida.

No… no puede ser…

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Musique pour la tristesse d'Eileen


Las lágrimas asomaron por mis mejillas.

E… Eileen… ¡no!

Me negaba a creerlo. No podía ser verdad.

¡No! ¡No, no, no!

Sollocé en medio de la penumbra, bajo la tormenta, golpeando el puño de mi muñeca, ésta ahora sana, contra el húmedo asfalto.

Tiene que ser una broma —me negué de nuevo, sacudiendo la cabeza—. Todo esto… Eileen…

Posé mi frente sobre el suelo, buscando un apoyo donde desgarrar mi ira. Había sido doloroso sentir en mis carnes aquel insoportable sufrimiento. Pero era aún más doloroso descubrir que lo que había experimentado… le pertenecía otra persona.

¡No puede ser verdad que estés muerta! —grité, desconsolada— ¿¡Todo este tiempo has sido un fantasma del pasado!? —me incorporé de rodillas y grité al cielo— ¡¡Contesta!!

Y fue entonces cuando le vi. Una figura me acompañaba sufriendo por la misma pérdida. Me quedé muda al presenciar la escena. Era horrible.

Ryota.

El mentor abrazaba contra su pecho el cuerpo sin vida de Eileen. Lloraba, suplicaba entre sollozos porque Eileen volviera a decir su nombre, que le mirara a los ojos, que le sonriera. Pero ella no respondió.

¡Ryota…! ¡No! —compadeciendo el dolor del Maestro, me agaché y seguí allí, compartiendo la pérdida, en silencio y bajo la tormenta.

Olvidé al Maestro vil y despiadado que había conocido en Bastión Hueco, el que intentó acabar con nosotros en una ocasión, y contemplé por primera vez al joven que había amado con todo su corazón a Eileen. Porque sus sentimientos eran mutuos. Se habían querido tanto… que dolía. Dolía demasiado.

Recordé como Saeko se había compadecido de él. Y yo había rechazado el tenderle la mano cuando quizás lo hubiese necesitado. Pero quizás… podía arreglarlo.

Si tan sólo fuera capaz de alcanzarle.

Y estuve a punto de tocar su hombro, cuando una sombra pasó justo por mi lado. Giré mi cabeza, temiendo que se tratara del encapuchado. De hecho, el personaje iba oculto tras una capucha, pero la sensación que despertó en el ambiente no era la misma. La tristeza, el sinfín de sentimientos que desprendía. Aunque no podía compararse a todo aquello que había experimentado.

Nunca pudo despedirse.

Eileen, ¿por qué? —fue lo primero que pude preguntar, confundida y apenas sin fuerza en la voz, cargando con la tristeza de aquel fatídico recuerdo— ¿Por qué… yo…?

Había olvidado esto. No sé por qué, pero... Yo no quería recordarlo —comprendía que no quisiera recordarlo. El dolor, el miedo. La muerte—. Eché la culpa a Ryota de acabar en este Mundo Virtual cuando él no quiso nada de todo esto.

Entonces… eres como yo —me atreví a decir, sacando conclusiones mientras seguía cargando con imágenes tan dolorosas como aquella—. Eres una copia de Eileen.

Siempre estuvo ahí por mí, de una manera positiva o no, y al final no fue él quien mató a Eileen. Fue ella. Su final...

En aquel momento, Eileen bajó la mirada al joven que lloraba. De repente, un destello de luz comenzó a rodear el cuerpo de la fallecida, y los gritos de angustia de Ryota me hicieron comprender que había llegado el final de Eileen. La abrazó con todas sus fuerzas, aferrándose a su pecho, sintiendo por última vez su pequeño cuerpo bajo el suyo, en un posible anhelo de hacer llegar su afecto por última vez. No. Él no quería que se fuera. Su desolación, sus lágrimas, sus súplicas. De nada sirvieron cuando un último flash de luz la hizo desaparecer… para siempre.

Su final... Fue donde nosotros comenzamos.

Ryota…

Seguí llorando. Había prometido que no volvería a llorar, minutos antes, frente a él, pero el rostro del mentor me hundía en la desolación, y el impacto de conocer la verdad, detrás de los sucesos que habían acontecido los últimos días, era demasiado fuerte como para no descargar todo fuera. Ryota perdió a la persona más importante para él de una forma tan cruel… pero un tenue y acogedor brillo me hizo alzar la mirada y olvidar por un momento la tristeza. Seguí con mis ojos avellana el corazón que ascendía a los cielos. Esa luz que desprendía… jamás había visto un corazón brillar con tanta fuerza. Recordé de pronto a mis amigos, a los amigos de Nadhia. Los buenos momentos, las risas, las victorias, el apoyo de unos y otros. Nuestras promesas. Y la paz. Alcé la mano, como si por un momento intentara alcanzarlo.

La sensación, acogedora y reconfortante, desapareció cuando lo hizo el corazón de Eileen. Sin embargo, volví a notar esa calidez más cerca de mí. Me giré y encontré ante mis ojos el corazón digital de Eileen. Me llevé la mano al pecho, escuchando los latidos del mío, compartiendo un parecido increíble a nuestro origen. Pero su luz era desbordante, no tenía punto de comparación. ¿De dónde procedía aquel sentimiento tan especial?

Por esto es por lo que existo —me explicó Eileen, y yo asentí con la cabeza—. Me creó para poder acceder al corazón de la auténtica Eileen cuando llegase el momento, o quizás sólo para experimentar.

¿Cuándo llegara… el momento? —pregunté, sin saber exactamente a qué se refería.

Pero por alguna razón, me olvidó. No se centró más en mí. Y así es como pude crear todo esto, aunque temía que algún día volviese.

¿Así que... tú creaste la Torre? —en medio de la cuestión, Eileen volvió a ocultar su corazón digital— ¿Toda la Villa Crepúsculo en la que estuve… también es de tu invención? ¿Eileen?

Pero Eileen no contestó. Dirigió de nuevo su mirada a Ryota, pero no fue por él. Una figura apareció detrás del joven, desolado. Aquella capucha, la oscuridad que emanaba. Mi cuerpo se puso en tensión. Puede que no de miedo, o sí. Pero algo estaba claro: su mera presencia encendía dentro de mí el fuego de la más terrible ira.

.

Sentía su sonrisa, cínica y cruel. Apreté los dientes en señal de odio.

Él me creó.

No pude advertir a Ryota de su presencia. La oscuridad me lo impidió, engullendo todo a su paso.

No llores, Maestro Ryota...

... pues ella ha muerto por tu culpa.


* * *


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¡Ryota, eso no es verdad!

Abrí con fuerza los ojos. Llegué tarde a la hora de advertirle a Ryota sobre las palabras del encapuchado. De hecho, el Ryota de aquel recuerdo era joven. ¿Cuántos años habrían pasado desde entonces?

Había despertado de pie, y reconocí las paredes, la plataforma en la que me hallaba. El suelo se encontraba hecho trizas, haciendo que recordara con una punzada en el corazón la muerte de Saeko. Eileen estaba sentada en uno de los bordes, contemplando la oscuridad del vacío que se cernía a nuestro alrededor y debajo de la plataforma. Mis ojos prestaron atención a unas escaleras que parecían eternas, aunque puede que no tanto como las que tuve que subir cuando quise salvar la vida de mi compañera. Allí, en lo más alto, una puerta de inimaginables dimensiones, hermosa y atrayente, se alzaba con majestuosidad.

Me giré a Eileen, quien me observó por unos instantes y luego, por arte de magia, invocó algo que reconocería en cualquier parte. Un helado de sal marina.

Esa era la segunda prueba —fui a decir algo, cualquier cosa, para comprender el por qué aquellas memorias habían sido la segunda prueba. La primera, ¿no había sido tan sencilla, más “inocente”? ¿Qué había sido de los recuerdos de Eileen con aquel singular y peculiar personaje de voz aguda y simpática? ¿Por qué la segunda prueba había sido tan horripilante? ¿De verdad podía creer que aquello hubiese sido parte de las pruebas del Maestro? —. Ya sólo te queda derrotar al amo de la torre para alcanzar tu destino. Pero te aviso: no puedes ganar. No puedes eliminarle.

¿Alcanzar mi destino? —pregunté, molesta en cierto modo— La razón por la que Saeko y yo entramos aquí no fue para alcanzar nuestros destinos. Todo lo que hicimos fue para salvarte. Pedías ayuda, y vinimos en tu rescate. ¿Acaso piensas que lo hacíamos por nosotras? ¿Para demostrar qué?

» Mi destino… es salvarte. Eres ahora lo único que me queda para aferrarme a mi existencia, Eileen. Yo no soy Nadhia. Soy como tú, una copia creada a partir de un corazón original. Saeko también lo era. Antes de saberlo, ambas teníamos la idea de ganar un juego de locos y volver a casa. Ahora… no tengo un sitio al que volver. La auténtica Nadhia sigue al lado de los suyos, por lo que no tengo que preocuparme por su familia, ni por sus amigos. Nadie me echará de menos.

»» En cierto modo, prefiero que sea así. Si alguien llorara por mi muerte, me sentiría culpable. Aunque… otras personas están luchando en ese juego que te he mencionado. Las copias de los amigos de Nadhia. Quizás, ellos sí me echen en falta… pero ahora están demasiado lejos. Podría regresar al juego, pero no lo haré. Estoy demasiado cerca de acabar con esta locura… de una vez por todas.

Antes de que vayas, sólo quiero que sepas que lo siento. Lo de Saeko... Es mi culpa. Y algún día todos pagaremos las consecuencias.

Un flash atravesó de pronto mi mente. El encapuchado me sonrió y, tan pronto como apareció invadiendo mi corazón digital, se fue.

Ante aquella visión y las palabras de Eileen el enfado se apoderó de mí y la agarré por el hombro, quizás con fuerza, pero quería que me mirara a los ojos. Me agaché hacia ella.

Escúchame bien, Eileen —no era mi intención reñirle, ni mucho menos recriminarle nada. No tenía derecho alguno, de hecho. Pero… tenía que decírselo—. No fue tu culpa. Ni tuya, ni mía, ni de Ryota. Todo lo que hemos sufrido, todo el dolor sólo lo ha ocasionado una persona. Y es la que se encuentra detrás de esa puerta, si no me equivoco.

Me senté entonces a su lado.

Hiciste lo correcto —le dije, agradecida—. Jamás pensé en lo que estaba sufriendo Saeko en aquel instante. Seguramente, fue como nuestra tortura. O mil veces peor. Ella deseaba la muerte a cada segundo, igual que hicimos nosotras en su momento. Yo fui una cobarde. No quería quedarme sola, y deseaba aferrarme a ella. Echaría en falta su pérdida.

» Actuaba como… Ryota. Él siempre te quiso, y por eso actuaba de forma egoísta. Porque… te necesitaba. Y no quería quedarse solo.

El silencio se hizo en el lugar, y contemplé, acurrucada en mis rodillas, la gran puerta que me llamaba a luchar contra lo que se encontrara detrás. Mentiría si dijera que estaba muerta de miedo. Pero… ya había saludado a la muerte una vez, tomando una decisión junto a Eileen. ¿Por qué no hacerlo una vez más?

Me levanté del sitio y me dirigí al centro de la plataforma. Allí estaban, desperdigadas por el suelo, mis flechas y el arco de Jugadora. Fui recogiendo poco a poco mi arsenal y me colgué el carcaj.

Eileen, ¿de qué estabas hablando antes? ¿Qué quisiste decir con “cuando llegara el momento”? ¿A qué te refieres? ¿Él tenía planes de futuro? Y lo más importante, ¿qué querías conseguir tú creando todo esto? Quiero decir, ¿era sólo por rememorar viejos recuerdos?

» O quizás, ¿era un señuelo para que alguien te ayudara?

Mientras esperaba una respuesta por su parte, comprobé el estado de mi arco. Por suerte, no había sufrido daños, pero, ¿lograría usar su poder, ahora que estaba desemparejada? Pensé por un momento en que Eileen me acompañara detrás de esa puerta, no como compañera, claro. Pero no podía pedirle eso. Ya me había dado las fuerzas suficientes para seguir adelante. Su determinación me había hecho cambiar… para bien o para mal. Pues me esperaba un contrincante supuestamente invencible. Y yo no era más que una mera copia. Pero no me iba a quedar allí de brazos cruzados.

Saeko tampoco se hubiese quedado a las puertas del final.

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Nadhia & Saeko's Theme


Ella no habría dudado. Decidida, habría pasado a mi lado, y Gengar le seguiría a pocos metros. Su larga melena se apartaría para dar paso a sus ojos, brillantes y llenos de valentía, y sus labios habrían suspirado una frase luchadora.

¡A por todas!


Acordándome de mi compañera, saqué una de mis flechas y la clavé sin previo aviso en el suelo. Pensándolo mejor, añadí una más, no sin antes atravesar con ella la palestina que resguardaba mi cuello del frío. El pañuelo ondeó entre ambas flechas.

Saeko, gracias por haber sido mi pareja en el Reaper’s Game —comencé a ensalzar, arrodillada mientras contemplaba el pequeño lecho que había construido con aquellos míseros materiales—. Puede que haya sido por poco tiempo, y quizás pude haber hecho algo porque fuese más. Siento que sufrieras de esa forma, y mi egoísmo por tratar de aferrarte a tu existencia cuando lo que más deseabas era descansar en paz.

» Me encargaré de que tu sufrimiento no haya sido en vano, ni el de Ryota tampoco. Saeko, ojalá puedas perdonarme. Gengar, tú también. Por no saber protegerla. Espero que, estés donde estés, te encuentres al lado de tu dueña. Era una mujer valiente, muy fuerte. Y tenía también miedos e inseguridades. Pero eso la hacía ser una persona, una realmente extraordinaria. Ojalá la auténtica Saeko pueda encontrar algún día a sus seres queridos y recuperar la memoria.

Una pícara sonrisa despertó en mi rostro.

Y, ¿quién sabe? —dije, divertida— Puede que Nadhia y Saeko se conozcan ahí fuera, algún día. Aunque creo que les será más difícil llevarse bien sin un pacto al que aferrarse, ¿no crees?

Reí ante la tumba que había improvisado con lo que tenía a mano. Fue una risa nerviosa, aunque a la vez llena de paz.

Ojalá que Ryota también… llegue a comprenderlo algún día.

» Puede que ahora Nadhia y yo seamos muy diferentes. Ella se encuentra aliada a uno de los dos bandos, no ha vivido lo que yo, y quizás y espero que no lo vuelva a sufrir, a ser posible. Pero yo ahora no veo diferencia entre uno y otro bando. Sólo distingo guerra y personas incomprendidas. Si tan sólo pudiera enviarle los sentimientos de Ryota y Eileen… pero sé que eso es imposible.

Pensando en voz alta sobre todo aquello, vi a Eileen degustar el helado de sal marina, contemplando la oscuridad. Entonces fue cuando se me ocurrió una idea. Me senté de nuevo a su lado.

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Musique pour la tristesse d'Eileen (Vocal)


No entiendo cómo puedes estar tomando un helado de sal marina con un paisaje tan tétrico como éste—bromeé, liberando la tensión acumulada en el cuerpo—. Creo que el atardecer de Villa Crepúsculo es la imagen perfecta para acompañar un sabor como ese, ¿no te parece? Aunque me da envidia que puedas invocar uno, ¡yo también quiero!

Reí nerviosa, esperando una reacción por su parte. En realidad me moría de ganas, pues puede que fuera mi última oportunidad por degustar aquella combinación salada y dulce en mi interior antes de enfrentarme a mi destino. En silencio observé si Eileen me hacía caso o, quizás cohibida, seguía comiendo como si no hubiese escuchado nada. Sonreí, pasara lo que pasara.

Ahora que lo pienso, cuando nos conocimos me dijiste que yo también me había caído de la torre. Y es cierto —recordé, aunque la auténtica Nadhia se había salvado, bien a saber por qué. Sin embargo, no es que me importara la identidad de su salvador en aquel momento—. Es curioso que lo sepas. ¿Cómo sabías que ese día estaba esperando a Akio? ¿Acaso… ves más allá del mundo que has creado? ¿Ves los sucesos reales a través del Mundo Virtual?

» Perdona que te haga tantas preguntas, es sólo que… quiero saber más de ti.

Dejando las bromas a un lado, comprendí que quizás aquella fuera la última vez que compartiera un momento como aquel, con Eileen. Era doloroso pensar que no pudiera vencer al amo de la torre. Pero al menos, conseguiría hallar respuestas. Y lucharía por aquellos que habían sufrido.

Eileen, sé que no puedo pedirte que vengas conmigo —confesé, rascándome la sien—. Pero me gustaría saber algo antes de marcharme. No es información sobre lo que me espera ahí dentro, es… sobre ti.

» No quiero llevarme sólo malos recuerdos de Eileen. No es que te pida que uses de nuevo tu poder sobre mí, pero… me gustaría guardar en mi corazón algún recuerdo feliz. Del tuyo propio.

Contemplé su helado de sal marina y seguidamente el paisaje que se cernía frente a nosotras.

Quiero escucharlo de tu boca —dije, mostrando una sonrisa—. ¿Cómo era Ryota? ¿Qué tanto tenía de especial que fuese tan importante para ti?

» Dime, Eileen. Regálame un recuerdo, el más feliz de todos. Y te juro que lo usaré para enfrentarme a lo que me espera tras esa puerta. No. Lucharé con los sentimientos de Eileen y Ryota para salvarte.

Para salvarnos a todos.

Dicho esto y si la copia digital decidía hacer caso o no a mis palabras, me levanté y eché una última mirada al lecho de las flechas. Una era por Saeko y Gengar. La otra descansaba en memoria a Eileen. La persona más preciada de Ryota.
Subí poco a poco las escaleras, recordando las palabras de mis compañeros virtuales antes de partir.

Siempre juntos.


Y, antes de abrir el gran portón, me giré hacia la joven encapuchada. Sonreí.

Me alegro de haberte conocido, Eileen.

Dicho aquello, desaparecí tras las puertas con arco en mano, dispuesta a enfrentarme al destino que me deparaba ahí dentro.

Pues tenía claro cuál era mi misión.

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El lazo

Notapor Soul Artist » Vie Abr 12, 2013 5:43 pm

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Eileen escuchó cabizbaja las palabras de Nadhia cuando le tomó de los hombros. Una a una, digirió todo cuanto le dijo: no era su culpa, hizo lo correcto. Sin embargo, aquello no le quitó el peso que tenía encima. Sabía que había fallado, y que aunque había intentado cesar su sufrimiento sólo lo había empeorado. Pero se calló todo aquello: guardó para sí misma sus pensamientos, escuchando las palabras de Nadhia. Algún día entendería que, por su culpa, había nacido un sufrimiento mayor del que podía imaginar.

Una vez la Jugadora la soltó, sencillamente volvió a sentarse mirando a la oscuridad, dándole la espalda. Nadhia comenzó a comprobar su equipo antes de entrar por la puerta y dejarla atrás, por lo que Eileen aprovechó para pensar en todo lo que le había dicho, todas las preguntas formuladas. No sabía por dónde comenzar.

Al principio creía que vuestro destino era salvarme. Pero yo... Eileen... Está muerta. Poco se puede salvar de mí. Vuestro destino va más allá de mí, y tu condición de copia es lo que te hace especial. Es hora de dejar a Nadhia Hoghes atrás y tomar tu vida.

Volvió a chupar su helado con lentitud mientras Nadhia asumía aquellas palabras. No supo expresarse más allá de aquello.

Eileen, ¿de qué estabas hablando antes? ¿Qué quisiste decir con “cuando llegara el momento”? —preguntó Nadhia una vez digeridas las palabras de su compañera—. ¿A qué te refieres? ¿Él tenía planes de futuro? Y lo más importante, ¿qué querías conseguir tú creando todo esto? Quiero decir, ¿era sólo por rememorar viejos recuerdos? O quizás, ¿era un señuelo para que alguien te ayudara?

La última pregunta tuvo cierta reacción en la chica, la cual dejó de saborear el helado para quedarse unos segundos con la boca abierta. Finalmente, se quitó la capucha y observó con sus propios ojos a Nadhia, triste.

No sé lo que él quería. Sólo sé que debía esperar. Pero sé que yo me sentí sola. Siempre lo había estado, y aquí... Podía hacer lo que quisiera. Así que nací, cree todo el mundo y a un compositor que me ayudara a ello. Sólo quería tener algo mío... Sólo quería vivir.

»Pero ahora sé que sólo quería recuperar mis últimos días con Ryota. Pero él jamás encontrará a Eileen.

Nadhia, tras escuchar la respuesta de la joven, se alejó hacia la puerta para despedirse de Eileen antes de enfrentarse a su destino. El paisaje de oscuridad permitió ver una plataforma a lo lejos simulando la plaza de Tierra de Partida, donde un joven Ryota y una versión de ella misma se encontraban tumbados, observando el cielo con largas sonrisas.

La plataforma fue engullida por una nube de oscuridad mientras Nadhia se acercaba a ella, sentándose a su lado y observando junto a ella las infinitas sombras que hacían de muros del interior de la torre. Sonrió para su compañera y habló animadamente:

No entiendo cómo puedes estar tomando un helado de sal marina con un paisaje tan tétrico como éste. Creo que el atardecer de Villa Crepúsculo es la imagen perfecta para acompañar un sabor como ese, ¿no te parece? Aunque me da envidia que puedas invocar uno, ¡yo también quiero!

Eileen esbozó una ligera sonrisa, sabiendo lo que quería la chica. Primero alzó su mano hacia la oscuridad frente a ellas y, con un movimiento en forma de arco, el característico sol naranja de la ciudad de Nadhia apareció frente a ellas, iluminándolo todo con su mágica luz. Después dirigió la misma mano hacia su compañera y materializó un helado de sal marina idéntico al suyo, el cual la joven cogió con sumo gusto.

Saborearon los helados juntas, como si fuese un día cualquiera en Villa Crepúsculo. Por un momento Eileen olvidó por qué estaban allí: lo único que importaba era su amiga, el helado y el sol. No hubiese habido diferencia alguna si sencillamente fuesen chicas que iban a un mismo instituto que subían a la torre para pasar el rato. La felicidad que desprendía a los demás su corazón se vio impresa en su cuerpo digital. Y sonrió.

Ahora que lo pienso, cuando nos conocimos me dijiste que yo también me había caído de la torre. Y es cierto. Es curioso que lo sepas. ¿Cómo sabías que ese día estaba esperando a Akio? ¿Acaso… ves más allá del mundo que has creado? ¿Ves los sucesos reales a través del Mundo Virtual?

Eileen bajó la mirada y movió sus pies, riendo un poco por lo bajo. Miró al sol, sin atreverse a observar los ojos de la chica de forma directa.

No tengo forma física en el mundo real. Pero yo... Me gustaría asegurarme de que nadie más cae de esa torre. No tengo poder, por eso no sé si... Fui yo. O un fantasma de mí. Sólo sé que veo esa torre siempre, toda la gente que se sube, y que nadie más volverá a caerse. Nunca.

Perdona que te haga tantas preguntas, es sólo que… quiero saber más de ti.

Eileen hizo un gesto para restarle importancia, acompañado con una leve risa de la chica. Siguió saboreando su helado hasta terminarlo, al igual que Nadhia. Y después sólo se quedó observando al inalcanzable sol. Se inclinó hacia él, con el palo del helado entre sus descalzas manos, acariciándolo con lentitud. No supo cuánto tiempo pasó, pero daba igual: si por ella fuera, aquel momento nunca terminaría. Pero ambas sabían que el fin estaba cerca.

Eileen, sé que no puedo pedirte que vengas conmigo. Pero me gustaría saber algo antes de marcharme. No es información sobre lo que me espera ahí dentro, es… sobre ti.

»No quiero llevarme sólo malos recuerdos de Eileen. No es que te pida que uses de nuevo tu poder sobre mí, pero… me gustaría guardar en mi corazón algún recuerdo feliz. Del tuyo propio.

»Quiero escucharlo de tu boca —dije, mostrando una sonrisa—. ¿Cómo era Ryota? ¿Qué tanto tenía de especial que fuese tan importante para ti?

Eileen sonrió para sí misma, volviendo a mirar el palo de su helado. Sus ojos se llenaron de nostalgia, recordando el rostro de Ryota y todos sus momentos en vida junto a él. Ocultó el palo en su puño y habló con decisión.

Único. Algo testarudo con modales y lo que significaba ser civilizado, pero respetuoso con mis ideas. Siempre me ayudaba con lo que necesitaba, a mí y a Ronin. Le gustaba tocarme la nariz y decir que era una niña bruta siempre que me peleaba. Cuando se reía parecía tonto, no sabía cómo echar una carcajada sin hacer el ridículo, aunque al menos lo intentaba. Hubiese hecho cualquier cosa por seguir a mi lado, y... Sé que Eileen también hubiese querido hacerlo.

Dime, Eileen. Regálame un recuerdo, el más feliz de todos. Y te juro que lo usaré para enfrentarme a lo que me espera tras esa puerta. No. Lucharé con los sentimientos de Eileen y Ryota para salvarte.

Eileen se levantó y, con una sonrisa, tomó de la mano a Nadhia para que también lo hiciese ella. Colocó la cálida mano de la Jugadora en su pecho y sonrió mientras una lágrima caía por su mejilla, acordándose de la escena que le entregaba.

Dos recuerdos te daré. Lo que hacía más feliz en el mundo a Eileen todos los días, la aprendiza de la Llave Espada...

La sensillez de la escena alcanzó la mente de Nadhia, muy fácilmente interpretable. Entre todos los recuerdos que podría haber seleccionado, tomó el más importante y especial para ella, por muy común que fuera, pues su magia era irrepetible y jamás volvería a darse en ninguna otra persona. Una sonrisa de Ryota.

Y el otro... Es mi recuerdo personal.

Eileen colocó el palo del helado que había tomado junto a su amiga en sus manos. Cerró el puño de Nadhia y le sonrió con tristeza.

Adiós, amiga.

El cuerpo de Eileen comenzó a desaparecer frente a ella, como un fantasma que nunca había estado allí. Nada pudo hacer para evitarlo, aunque tampoco hubiese querido. Los recuerdos que habían compartido habían creado un lazo que jamás les separaría, y aquel objeto lo simbolizaba. Caminó escaleras arriba hacia la puerta con el valioso recuerdo en sus manos, escrito con una palabra única y especial.

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