—Parece que podremos irnos ya. El teletransportador de la nave ya está cargado de energía y creo que lo mejor será que nos marchemos. ¿Vamos?
Ragun me extendió la mano para poder ser ambos teletransportados a su nave. Yo había acudido con el Glider, así que agradecía que me acercara, pero... ¿De verdad me acercaría a Tierra de Partida? ¿Iríamos juntos en aquella nave tras un fracaso como aquel intentando ligar con las parisinas?
No. Golpeé su mano, rechazando tal propuesta, y puse la cara más seria que pude. Me levanté y salí de la paja, ganando por fin algo de espacio para mí. Me sacudí la suciedad y giré mi cabeza para mirar por encima del hombro a Ragun, justo a mi espalda.
—¡Ja! Te lo tienes muy creído si de verdad piensas que voy a aceptar una propuesta como esa.
Tras asegurarme de que no había moros en la costa invoqué mi Llave Bastón en mi mano y lo transformé en el Glider, sobre el cual me monté de inmediato. No pensaba pasar ni un sólo segundo más en aquel mundo de locos en el que corría más peligro que un gato en una perrera.
—Pero... Quizás algún día te lleve yo en mi nave.
Y con aquella despedida, salí volando hacia el Intersticio.