Era lo único que era capaz de oír, a medida que avanzaba por el misterioso bosque nevado que ante mí se aparecía. Miles de pinos y árboles siniestros y blancos, cubiertas de una densa capa de nieve me rodeaban, y perseguían, de una manera hipnótica y misteriosa.
A medida que avanzaba, el misterioso camino se extendía, más y más, dando a entender que no parecía tener fin. Al alzar la vista sólo era capaz de ver nubarrones y tormentas, que impactaban con sus rayos el mismo suelo que pisaba, metros cerca y lejos a la vez de mi.
Y más, y más…
Hasta que la oscuridad me tragó.
Me desperté de un sobresalto, con el corazón en la garganta. Tratando de apoyarme en la cama me levanté lentamente, para asegurarme de que esta vez el entorno dónde me encontraba era real. Era mi cuarto. Sólo mi humilde cuarto.
Me llevé las manos a la cabeza mientras comenzaba a transpirar y a respirar de forma brusca, de forma cada vez más lenta y tranquila. Desde hacía un par de noches, no era capaz de conciliar el sueño. Pesadillas de todo tipo interrumpían mis ensoñaciones una y otra vez…
La mañana comenzaba a asomar por los ventanales de los pasillos, mientras yo terminaba de planear mis ideas para aquel día. Era hora de empezar mi búsqueda personal, la de mis amigos y conocidos. Saliendo a los jardines delanteros de la enorme estructura que constituía nuestro hogar y base de operaciones, alcé mi llave espada a los cielos, a la vez que comenzaba a pensar por qué mundo empezaría hoy a buscar.
El Intersticio se abría ante mis ojos, como una puerta gigantesca, un portal para ir allá adonde quisiera. Y aunque ya lo había cruzado alguna que otra vez, era una experiencia que me sorprendía una y otra vez.
Mi objetivo: un mundo conocido según había leído por sus playas blancas y su gran flora: “Islas del Destino”, tal y como era nombrada en las bases de datos que ya había consultado.
Pero, el Destino tiene un modo caprichoso de contar bromas, y lo aprendí con bastante rapidez.
Mientras viajaba hacia mi destino pude notar como, misteriosamente, cada vez era capaz de ver menos. Como… como si todo comenzará a oscurecerse. Fue entonces cuando oí un ruido, como el de un bostezo grande pero apagado. Fue entonces cuando alcé la vista…