Cuando Bavol volvió a abrir los ojos comprobaría que ya no se encontraba en el bosque, sino rodeado de montañas de libros en el interior de la biblioteca. Se acordó de la primera vez que fue al Bosque de los Cien Acres y todo lo que se sorprendió en aquel momento. Ahora todo aquellos viajecitos ya eran una costumbre más para él.
Se levantó de un salto del suelo en el que estaba tirado y se giró hacia su compañera que también se estaba despertando en ese momento.
—
¿Qué? ¿Te ha gustado el viajecito? —Bavol esbozó una sonrisa mientras le tendía la mano para ayudarla a levantarse.
Después de ayudarla a levantarse, Bavol se sacudió el polvo de los pantalones mientras pensaba en qué hacer a continuación. Por el momento ya no sabía qué más podía enseñarle a su nueva amiga justo en aquel momento, sobre todo teniendo en cuenta lo novata que era y que, por tanto, no estaría preparada para cosas más avanzadas.
—
Vuelve a verme cuando ya puedas salir de Tierra de Partida y nos divertiremos un rato —le dijo el gitano mientras le guiñaba un ojo y se marchaba de la biblioteca.
Sin embargo, una idea se le pasó de pronto por la cabeza, lo cual le hizo detenerse. Aún no se había vengado de la chica por aquel pegote de miel que le había lanzado antes en el Bosque de los Cien Acres y se le acababa de ocurrir una manera de no tener que mancharse las manos.
—
Eh, ¿has dicho que tienes hambre, no? —le preguntó Bavol sin girarse hacia ella—.
Hay bastantes dulces en la cocina, deberías ir a coger unos cuantos, seguro que a los moguris no les importara… —por poco no le soltó una carcajada al decir aquellas últimas palabras—.
Bueno, ya me contarás… mi Aprendiza. Mi Aprendiza… le gustaba cómo sonaba eso. En el fondo no le había caído mal la chiquilla, que le había dado más esperanzas de las que ella creía en su sueño de convertirse su Maestro. ¿Quién sabía si algún día el pequeño Bavol se convertiría en el Maestro de la novata Aru?
Y si no, siempre habría ganado una amiga. Y todos sabían que para hacerse más fuerte necesitas a tus amigos. O al menos eso había aprendido él en su primera visita al Bosque de los Cien Acres.
Pues nada, último post por mi parte. Aru, siempre decimos que no es nuestro mejor encuentro, pero, bueno, creo que al menos nos lo hemos pasado bien y siempre es un placer rolear contigo.
Y a mis queridos lectores-moradores del chatango les vuelvo a desmentir el AruxBavol (¡qué es un niño!), aunque si les gusta, que no se pierdan la próxima entrega XD