Cronología:
Aru: este encuentro > Trama Un mundo de papel
Light: Trama Nuestro Tesoro > este encuentro > Trama Sueño con oir tu voz
Solo se le podía ocurrir a Light aquella idea tan suicida: internarse dentro de Bastión Hueco.
Con la respiración y el pulso acelerados, se dejó caer sobre el suelo, apoyando la espalda en un muro de piedra. Por suerte sus perseguidores no le seguían (de momento), así que tenía que aprovechar esos valiosos segundos para recuperar las fuerzas.
Estaba cansado de correr por las calles de la ciudad ruinosa y, para colmo, había recibido severos daños por culpa de Sincorazón muy poderosos, no se había imaginado que fueran tan fuertes. Y lo peor, estos no habían dejado de perseguirle desde su llegada; ni siquiera le habían permitido aterrizar tranquilo: criaturas oscuras conocidas como Brujos liberaron una lluvia potente de relámpagos que le arrojó del glider. Se salvó por los pelos porque fue capaz de amortiguar la caída con un Planeador.
El motivo que le había impulsado a ir a Bastión Hueco no era otro que el de buscar su antigua casa, la residencia de sus padres. Con muchísima suerte, encontraría alguna pista de sus paraderos y saldría vivo de aquella locura.
No. Ni de coña tendría tanta fortuna.
Era consciente de que la situación de Bastión Hueco era mala. Pero no tan mala. La ciudad se había convertido en un nido de Sincorazón y no tenía la menor posibilidad de sobrevivir, le matarían antes de que llegara a encontrar su casa —Merlín, antiguo vecino de sus padres, le había dado algunas indicaciones—. Además estaba herido: tenía un hombro dislocado y una herida enorme en la cabeza, de la que brotaba un poco de sangre. Había múltiples quemaduras alojadas en su cuerpo y difícilmente podía moverse.
Angustiado, cerró los ojos y condujo la mano hasta su frente ensangrentada. ¿Qué demonios podía hacer?
«Coge el glider y huye. Me queda magia suficiente para envolverte con un Tenue. No te ayudará a escapar de los Sincorazón, pero ningún Portador de Bastión Hueco podrá perseguirte si te ve volando», le informó Gaomon, quien le había ayudado a huir de algunos Sincorazón. En aquellos momentos se encontraba desmaterializado y extenuado, había gastado casi todas sus energías.
Se había olvidado por completo de los Portadores del bando contrario. ¿Y si le habían visto llegar al mundo con su glider? ¿Qué sería de él si los Maestros de Bastión Hueco le capturaban? Estaban en guerra.
—Mierda. —Apretó los dientes, frustrado.
No le quedaba otra que retirarse.
Habían transcurrido exactamente siete días desde su incursión fallida. Se las arregló para ocultarles a todos los Maestros su aventura y justificó sus heridas asegurando que había salido mal parado de un combate contra un gigantesco Sincorazón. Ni siquiera se lo contó a alguno de sus compañeros aprendices, prefería guardárselo para sí mismo.
Desde los jardines, levantó la vista hacia el cielo y se preguntó qué podía hacer en su día libre. Por supuesto, ni se le pasó por la cabeza regresar a Bastión Hueco, todavía tenía que recuperarse de sus heridas.
«Ojalá hubiera alguna manera de burlar a los Sincorazón. Alguna forma de pasar inadvertido».
Si optaba por buscar la solución en la biblioteca, tardaría años en encontrarla. Si preguntaba a los Maestros, le pedirían explicaciones y no le apetecía darlas. Lo mismo sucedería con su abuela, le echaría la bronca si se enteraba de que planeaba hacer algo tan peligroso.
Entonces, le vino a la mente Merlín. Era un experto y sabio hechicero que parecía tener respuesta para muchas cuestiones. Además, no era la primera vez que le ayudaba en su búsqueda. Podía confiar en él con toda seguridad, después de todo era un viejo amigo de sus padres.
Estaba decidido, iría a Ciudad de Paso. Teniendo en cuenta la situación crítica de aquel mundo, se imaginaba que sería un viaje arriesgado.