—¿Eh? Ah.—Sonrió al pensar en Malik, sin poder evitarlo. Entrelazó los dedos de las manos. Sabía que no podría expresarle a Ivan Kit lo importante que había sido Malik para su vida, porque antes tendría que destapar el velo de otro asunto y… No quería. Ivan Kit había madurado mucho, pero no era el momento ni el lugar. Además, tampoco hacía falta. Él sólo había conocido a Fátima y en Fátima se iba a quedar la cosa. Sería lo mejor para los dos—. Bien, sí… Vamos, es oficial y estamos juntos.—En realidad no sabía si Ivan Kit conocía a Malik aunque fuera de vista y no estaba segura de si debía determinar que no era, precisamente, «un chico»—. Le quiero muchísimo y… Él también a mí. Soy muy feliz con él. Y, bueno, sobre Tierra de Partida, las cosas van bien, quitando lo de… Ya sabes. La guerra. De momento no ha habido bajas, por suerte. No sé si sabes que Xefil se fue, seguramente Nadhia pueda contártelo mejor. Ah, ¿sabes? Puede que este año, si me veo preparada, intente el examen de Maestra.—Sonrió con cierto nerviosismo. Era una idea que le provocaba hormigueos y, a la vez, un miedo indescriptible. La idea de fallar resultaba mareante.
De pronto se dio cuenta de lo que estaba haciendo y fue a cubrirse la boca con una mano. Hablar del futuro con una persona moribunda… Sin duda era doloroso. Miró a Ivan Kit, pidiéndole perdón con un gesto. En ningún momento había querido hacerle sufrir. Estaba segura de que él también había soñado con convertirse en un Maestro o, peor aún, que había estado seguro de que sería uno.
Se sintió muy violenta. No tenía ni idea de cómo corregir el rumbo de la conversación. Al final, nerviosa, se dio cuenta de que estaba dándole vueltas a un anillo y recordó sus planes para los hechizos.
—Yo, eh, Ivan, estoy preparando una invocación un poco compleja… Realmente no sé si podría hablar de «invocación» y como siempre se te ha dado bien la magia, quizás podrías ayudarme—farfulló. Le miró de reojo. Si no le veía interesado intentaría no excederse—. Mira, es esto.
Se quitó el anillo y se lo entregó.
—Llevo un tiempo pensando que podría necesitar refuerzos durante el combate. Lo ideal sería invocar a un espíritu de agua (es lo que me resultaría más fácil de dominar) pero no quiero esclavizar a ninguna criatura ni tampoco depender tanto de ellas. Así que había pensado en crear una. Encontré esta piedra, que tiene un gran poder espiritual, y he estado investigando sobre hechizos y pensé en grabar unas runas, pero es algo peligroso y no tengo mucha idea de cómo sería el tema de la invocación. Quizás tú puedas orientarme un poco…
Le sonrió de medio lado. Ivan Kit siempre había dedicado más atención que ella a la magia o, al menos, al estudio de magias variadas. Ella había decidido aprender los hechizos más básicos y luego concentrarse en el agua. Así que era muy posible que Ivan, durante sus estudios, hubiera averiguado algo que pudiera servirle de ayuda.