[Trama] La adorable fantasma

[Nell]

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Trama de Narrador, Hitori y Gray.

Podéis interpretar lo que queráis, sin sobrepasar la línea, ya sabéis.

Después de la hora de la comida, en Tierra de Partida, a tres aprendices en particular les llegó un mensaje urgente por parte de un moguri, hiperactivo y mucho más nervioso de los que habían conocido hasta entonces. El chiquitín se plantó frente a ellos, estuviesen donde estuvieran (sin que le importara interrumpir una siesta, un entrenamiento...), y les notificó, obviamente por separado:

—¡El Maestro Ronin quiere verte, kupó! ¡Dice que estés preparado, kupó! ¡Y que es urgente! ¡Reúnete con él en los jardines. kupopopó!

En cuanto hubiese entregado los tres avisos, se iría volando cual pájaro al que le han dado cinco platines gratis por entregar un mensaje de poco más de dos frases. Una risa, vamos. Y una paga que sin duda se gastaría en chuches que le hicieran más hiperactivo e insoportable.

En cualquier caso, en el punto de encuentro, sentado en el banco, Ronin les esperaba.

[Soul Artist]

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Death y yo lo hemos hablado y estábamos juntos durante el informe del moguri. Así que partimos de ahí.

El mensaje del moguri me dejó bastante atontado. Apenas acababa de comer y ya estaba pensando en ir con Hitori a por la Black Hunter para cumplir el recado que tenía pendiente, aprovechando que Ronin no me había llamado. Y sin embargo, una rosada criatura extra-cafeinada me había chafado los planes al venir para avisarnos de que mi Maestro me solicitaba. Y al parecer, a mi compañero también. No pude evitar dibujar una mueca de desagrado en mi cara mientras el bichito se iba volando raudo y veloz sin habernos proporcionado más información que su localización.

—El café debería estar prohibido para no-humanos —comenté, descontento con el comportamiento del moguri. Nos había avisado cerca de la salida del castillo, por lo que no tardaríamos en llegar—. Tendremos que dejar mi asunto para otro día. Leñe, yo quería pilotar la nave hoy...

Mis ganas de tener el control sobre la Black Hunter eran justificadas para mí: mi padre me la había prestado el día anterior para hacer un recado mientras él estaba de vacaciones. Disponía de un corto período de tiempo para pilotarla y viajar adonde quisiera con ella, algo que cada vez que tomaba el timón me hacía sentir quererla más. En aquel momento no me hubiese importado que sus vacaciones se alargaran unos meses más.

—Vayamos a ver qué tripas se le han roto a mi Maestro —ordené a Hitori, comenzando a caminar hacia los jardines.

[Hitori]

El pequeño descanso de Hitori y Kit había durado poco. Prácticamente de inmediato tras su vuelta de Ciudad de Paso, ambos aprendices fueron llamados por Ronin y, al parecer, era urgente. Al menos, habían tenido tiempo para comer algo.

—Bueno, vayamos —dijo Hitori, estirándose ligeramente.

—Tendremos que dejar mi asunto para otro día. Leñe, yo quería pilotar la nave hoy...

Hitori imaginó una horrible escena en la que Kit pilotaba la nave de forma algo demente y descuidada. El joven estaba convencido de que Kit iría por todo el espacio disparando rayos láser con la nave mientras gritaba algo como "¡Morid, escoria inferior, morid!" y riendo como un maniático. Aquella idea provocó en Hitori una mezcla de temor y risa. A pesar de que sería graciosa la situación, también sería algo traumático para el joven ver a Ivan así. Aunque Hitori consideraba que el mero hecho de ir en una nave pilotada por Kit ya sería traumático.

—Menos mal que Ronin nos ha llamado —comentó, algo burlón. Curiosamente, hacer aquel tipo de comentarios frente a Kit ya no le daba tanta vergüenza ni temor ante un posible insulto o contestación por parte de su compañero. "Quizás estoy empezando a cogerle confianza", pensó.

Sin esperar alguna respuesta o comentario de Kit, Hitori se encaminó hacia los jardines, donde Ronin, a quien Hitori conocía en ese mismo momento, les esperaba.

[Gray]

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Perdón por tardar. No quería empezar la trama sin el nuevo llavero.

No hubiera esperado nunca que aquel día tuviera que dirigirse a un nuevo entrenamiento con Ronin, el mismo con el que se había encontrado en la anterior práctica grupal. En la misma había conocido a Saxor y a Ragun, dos chicos que se podían considerar amigos de Gray, aunque aún no se podían considerar como tal. Aquel día había tenido que enfrentarse tanto al maestro Ronin como a los Moguris que habían estado allí para inspeccionar su trabajo en equipo, aquel mismo día no había conseguido desayunar. Desde entonces se levantaba antes de lo normal para conseguir desayunar, le gustaba tener energías para todo el día, y mas que no le ocurriera lo de la vez pasada.

El pequeño moguri llegó en el momento de justo después de la comida del medio día, precisamente cuando se encontraba en la biblioteca estudiando por un caso extraño. Hacía unos días, había recibido extrañamente un nuevo llavero para su llave espada, no sabía ni como había aparecido en su cuarto, ni quien lo había enviado. Fue un evento que rayaba lo poco común, y que hacía que no pudiera dejar de pensar en quien era el o la susodicha que le había hecho tal presente, e incluso el porque del mismo. Desde entonces había buscado algún indicio del anterior dueño del llavero, para intentar contactarlo y o bien darla las gracias o bien devolvérselo. Se quedó un tanto sorprendido ante la noticia de tener que ir a ver al Maestro Ronin, pero probablemente tendría que luchar de alguna forma.

— Bien. Entendido, muchas gracias, ya puedes irte.— Dijo levantándose mientras se disculpaba en silencio con las otras personas que se encontraban estudiando en la biblioteca, desde luego el Moguri había sido un poco maleducado.

Con la máxima velocidad que pudo, recorrió los pasillos del castillo, para finalmente pasar la puertas principales del castillo de Tierra de partida. Las escaleras se encontraban como siempre allí, tan largas. Con pequeños saltos iba bajándolos de dos en dos, e incluso de tres en tres, teniendo cuidado de no caerse. Una vez llegado a los jardines del castillo, con la mirada intentó localizar al Maestro Ronin, que debería encontrarse por los alrededores.

[Nell]

Voy a actualizar ahora todo lo del Al verles llegar, Ronin les pegó un silbido, desde su cómodo asiento, para que se acercasen, por si acaso no le habían localizado. En cuanto estuvieron todos reunidos, les saludó con un breve gesto.

—¡Vaya, por fin! Habéis tardado una eternidad. Ya comenzaba a pensar que el moguri se había ido a comprarse las golosinas antes de hacerme el recado —comentó.

Se levantó con pesadez del banco, como si fuera lo último que desease. Hizo unos pocos ejercicios con los hombros, moviéndolos en ambos sentidos, para quitarse el agarrotamiento. Sólo entonces continuó hablando.

—Entonces, ¿estáis listos? Hoy vamos a hacer un entrenamiento de campo y no quiero que ocurra lo de la última vez —advirtió, aunque ninguno sabía a qué se refería con lo de “la última vez”—. Vamos a viajar a otro mundo. Seguro que os suena, porque es muy conocido por este sitio. Así que, tomaos el tiempo que necesitéis para prepararos, que no tenemos prisa.

Mientras lo decía, Ronin se puso su propia armadura, esperando que sus alumnos hicieran lo mismo, si estaban listos, como había advertido el moguri

[Hitori]

—Vamos a viajar a otro mundo. Seguro que os suena, porque es muy conocido por este sitio.

A pesar del evidente cansancio de Hitori, causado por el viaje de vuelta a Tierra de Partida desde Ciudad de Paso, el chico mostró bastante ilusión y curiosidad ante la noticia. Ver nuevos mundos era algo divertido e interesante, y más si tenía sorpresa. El joven se preguntó a qué mundo se referiría Ronin. Según el maestro, era un mundo conocido, por lo que o bien era un mundo de donde venían muchos aprendices o era un mundo popular y que les gustaba a todos. Ante esa idea, Hitori se sintió afortunado de poder ir a aquel mundo.

El maestro Ronin se puso su armadura, diciéndoles que se preparasen. Hitori tenía todo preparado: había comprado algunos objetos muy útiles en Ciudad de Paso, como pociones, un éter e incluso un látigo que podría usar como arma.

—Todo listo —aseguró, pulsando la pieza metálica y haciendo aparecer su brillante armadura de tonos plateados y dorados. Todavía se sentía un poco incómodo al usarla debido a su peso, pero se acabaría acostumbrando.

Esperó a que los otros dos aprendices hiciesen lo propio, mientras que él invocó su Llave Espada y empezó a juguetear con ella, haciéndola girar y asestando algunos golpes al aire.

[Gray]

No podía creérselo. Los compañeros que tendría en su entrenamiento con Ronin eran ni mas ni menos que una pareja conocida por el chico del pelo azul. Hitori e Ivan Kit, ambos conocidos en el evento especial realizado del día de San Valentín. Debido a los sucesos acaecidos en aquel día, había cogido una especie de tirria por el segundo mencionado, debido a una especie de robo de una de sus posesiones mas preciadas, su colgante. Por un momento pensó en sacar su llave espada y plantar combate con él, pero no, el era un chico... Correcto.

Pasando de sus pensamientos oscuros, decidió hacer caso a su maestro. Sin mas dilación accionó el poder en su mano izquierda, para después golpear levemente con la misma en el amuleto de plata que tenía en la muñeca, a modo de protección leve. Su cuerpo irradio en luz y al poco apareció con su armadura reluciente, hacía un tiempo que no la veía, pero desde luego seguía tan bien como siempre. Le gustaba. Le hacía sentirse en cierta forma valeroso, como los héroes de los cuentos que le contaban de chico, aunque él aún no les llegaba ni a la suela de los zapatos. En su mano derecha reposaba su nueva llave espada, no le había puesto nombre, pero parecía una versión mejorada de la cadena del reino. Incluso el llavero era solo un poco distinto al de la primitiva llave, llevando una corona azul en medio de las dos orejas.

La noticia de viajar entre mundos le gustaba, hacía poco que había viajado con dos de sus compañeros, pero igualmente le hacía ilusión poder viajar a otro mundo, conocer nuevos lugares, ampliar sus horizontes. Su objetivo en la vida era la que su maestra le había dicho la primera vez que se vieron, mantener el equilibrio en el mundo en el que vivían, pero además, buscar a su hermano era otra razón para viajar. Si conocía a la gente de los mundos, quizás podía obtener información, quizás, solo quizás.

— Ya estoy preparado, cuando queráis nos vamos.— Dijo, con una sonrisa debajo del casco, mientras seguía sosteniendo su nueva llave espada.— Maestro ¿Le suena de algo este diseño de la llave espada?— Preguntó. Sabía que el Maestro Ronin había reconocido la llave de Ragun, con lo cual quizás podría tener información sobre su nueva llave espada, esperaba que la tuviera, así sabría a quien devolverle cual curioso llavero.

[Soul Artist]

Poco antes de llegar observé que una tercera figura se aproximaba al Maestro, al igual que nosotros. No tardé mucho en reconocerle y disgustarme un poco: mi "amorsín" durante San Valentín, el chico al que tuve que distraer para que Hitori puediese encontrar el amor (y yo recibiese la deliciosa tarta de queso aquella noche). Verle junto a mi Maestro no podía ser buena combinación, pues ya me había llevado un castigo por mi pequeña riña con el moguri de la lanza. Pensé que se chivaría de que le había "robado" aquel estúpido amuleto, pero al verme no dijo nada; se mantuvo callado a lo que Ronin tenía que decir.

El hombre nos informó de que aquel día tendríamos un entrenamiento especial. No pude evitar sonreír cuando dijo que iríamos a otro mundo; una ocasión más que perfecta para poder tomar mi querida Black Hunter y machacar algunos Sincorazón que se cruzasen en mi camino. Hitori hizo aparecer su armadura, pero le rodeé el cuello con mi brazo y me apoyé en él.

—¡Estamos de suerte, Yagari! Deja la armadura, nos vamos en mi nave. ¡Piloto yo, por supuesto! Con tus habilidades solo conseguirías que explotásemos por los aires...

Observé al chico de pelo color raro y le dediqué una sonrisa pícara. También había invocado su armadura, lo que señalaba que era un pobretón sin nave gumi, al contrario de un servidor. Tenía un llavero muy bonito que le mostraba a Ronin, pero no captó mi atención.

—Amor mío, si quieres también puedes ir en mi nave —le animé, queriendo en el fondo fardar del crucero.

No esperé a su respuesta. Hice llamar a la nave, preparado para activar la teletransportación a su interior en el mismo momento en el que el Maestro nos dijese que nos íbamos.

[Nell]

Ronin observó divertido al trío de alumnos, que parecían haber hecho caso al moguri antes de acudir a la cita.

—¿En serio? ¿Todo bien? ¿Ningún calzoncillo de la suerte perdido, ni un ratoncillo al que dar las buenas noches, por si no volvéis? Muy bien, pero que quede constancia de que os he avisado —sonrió, como si todos tuvieran un Mordisquitos esperándole frenético en una jaula sin rueda con la que entretenerse, y respondió a la pregunta de Gray—. No, no me suena de nada. No conozco todos los modelos, sólo los que he utilizado. Lo mejor en estos casos es probar sus límites por ti mismo —y le guiñó el ojo, con complicidad.

El siguiente guiño del mismo estilo fue para Ivan, antes de que se marchase a su nave, demostrando que no pensaba permitir que el comentario pasase inadvertido.

—Felicidades a los dos, pichoncines —obviamente, acompañado del guiño.

Indicó con un gesto a Gray, y a Hitori si decidía seguirle a él en vez de a Ivan, que saldrían de inmediato. Convirtió la Llave Espada en su vehículo y, en apenas unos segundos, ya sobrevolaba el pequeño mundo de Tierra de Partida, seguido por sus aprendices, fuera en nave o en llave.

No tardaron nada en llegar. Nada más verlo, Gray e Hitori pudieron reconocerlo (y quizá Ivan, si había estado anteriormente): el mundo donde entrenarían por primera vez no era otro que su tierra natal, Villa Crepúsculo. ¿Decepcionante o adecuado? Eso era algo que tendrían que decidir por sí mismos.

Ronin aterrizó, de un salto, antes de llegar a tierra, esperando a que sus alumnos hicieran lo mismo.

—¿Qué me decís? ¿Acaso no es una puesta preciosa? —preguntó, señalando el horizonte.

[Soul Artist]

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Iba a ir primero Hitori, pero...

Descendí de la nave junto a mi inútil compañero gracias al teletransporte con una sonrisa dibujada en mi cara. Nada mejor que coger la Black Hunter para comenzar bien el día; me sentía potente y fuerte cuando tomaba su control y machacaba otras naves enemigas que se cruzaban en mi camino. Mi control sobre ella era, en mi opinión, perfecta; ¿pequeños imperfectos chocándome con asteroides y los muros de los mundos? Todo bajo control, y con tal nave era imposible de evitar. Nadie, ni siquiera mi padre, podría recriminarme los choques.

—Impresionante, ¿eh, Yagari? Nadie puede controlar tan bien las naves gumi como yo... Claro que aprendí del mejor... Segundo mejor ahora mismo, ya que le supero. Si quieres, ¡yo mismo te enseño a pilotar! Claro que no llegarás ni a la suela de mis zapatos...

Dando por hecho que la respuesta de mi compañero sería un sí y que en caso contrario le ignoraría me acerqué al Maestro. Todo a mi alrededor eran edificios y más edificios; parecía que habíamos llegado a una pequeña ciudad de edificios no muy altos, pequeñas tiendas y niños jugando con espadas de goma en las plazas. En la lejanía Ronin señaló el sol, que en poco comenzaría a ocultarse para dar lugar a la noche. Nunca había estado allí, y la verdad es que parecía un lugar agradable... Y mortalmente divertido.

—Prefiero Ciudad de Paso —musité simplemente, apartando mi vista de la puesta de sol y mirando a otro lado.

[Hitori]

Hitori se sentó en cuanto alcanzó tierra firme. Sus piernas todavía temblaban, y su rostro tenía un color blanquecino y algo enfermizo. Se sujetó el estómago ante una nueva arcada, pero consiguió reprimir las ganas de vomitar.

—Impresionante, ¿eh, Yagari? Nadie puede controlar tan bien las naves gumi como yo... Claro que aprendí del mejor... Segundo mejor ahora mismo, ya que le supero. Si quieres, ¡yo mismo te enseño a pilotar! Claro que no llegarás ni a la suela de mis zapatos...

Hitori le dedicó una mirada cargada de todo el desprecio que su cuerpo le permitía en aquel momento. Había sido, sin duda, el peor viaje de su vida. Kit se había dedicado a pilotar de forma brusca, dando peligrosos giros, chocándose contra naves y mundos y disparando rayos láser mientras reía de una forma maniática e insana. Hitori se había limitado a acurrucarse en una esquina, sujetando sus piernas y hundiendo la cabeza en ellas, suplicando que aquello parase ya.

—Es un milagro que tu nave siga entera... —dijo por lo bajo, sin que nadie llegase a escucharlo. Ante la proposición de Kit, el chico se limitó a dedicarle una sonrisa sarcástica—. Gracias, pero creo que prefiero seguir con vida...

Con la agitación del viaje, Hitori tardó en percatarse de dónde estaban. Y de repente, al ver ese cielo tan familiar, reconoció el lugar, haciendo que su sorpresa le hiciese soltar un grito de sorpresa.

—¿¡Estamos... en Villa Crepúsculo!?

Hitori se levantó del suelo y comenzó a corretear feliz por el sitio donde habían aterrizado, mirando con alegría los elementos del mundo al que había pertenecido durante 17 largos años. Todo seguía igual, como si no hubiese pasado el tiempo (aunque, realmente, había pasado una semana escasa desde que el chico había salido de allí).

Tras salir de la alegría del momento, unida a la nostalgia, se acercó al maestro con semblante serio.

—¿Qué haremos aquí?

[Gray]

¿Irse en aquella nave gumi? Prefería quitarse las uñas de las manos una a una y sufrir con el sangrado, además del dolor, antes de meterse en aquel extraño aparato que manejaba un loco, que parecía demasiado confiado en si mismo, para Gray se podía resumir en una palabra. Ivan Kit era un egocéntrico. Si creía que todo lo hacía bien se podía observar por como se comportaba, no aguantaba esa actitud, y menos estar con él en la misma habitación. Si llegaban a encerrarlos algún día juntos, estaba seguro que acabarían sacándose hasta los ojos.

— Prefiero salvaguardar mi salud.— Dijo mientras transformaba su llave espada en el vehículo, mientras seguía al maestro Ronin.

El mismo había realizado un mal chiste antes, ya que el listillo de Kit había intentado volver al tiempo en el cual se habían enviado cartas, pero todo aquello lo había hecho para recuperar su colgante, el cual se encontraba en su cuello, colgado. Chistó ante la estúpida broma, pero ahora no podía concentrarse en eso, sino que tenía que tomar el mismo rumbo que su maestro. No sabía, porque, pero aquel rumbo le pareció extrañamente familiar.

Poco después se encontraban aterrizando bajo un cielo que recordaba muy bien. Ante él se encontraba su hogar desde hacía ya muchos años, el mismo en el que se encontraba el orfanato y en el cual había conocido a su hermano, Allen. Tuvo un extraño pesar al estar allí, había pensado hace mucho en regresar, pero el entrenamiento había impedido que pudiera volver allí. Aún así no estaba de visita en aquella ocasión, tenía que entrenar.

— Hogar dulce hogar.— Susurró mientras observaba el cielo, con el color del naranja crepúsculo. Mientras seguía atento a las palabras de su maestro, ya que Hitori había hecho la pregunta esperada, ¿Qué hacían allí?

[Nell]

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Gray ha dejado el rol, así que lo saco de la Trama.

El Maestro Ronin hizo caso omiso de los comentarios de los chicos y se estiró, gruñendo, como si el viaje le hubiese agarrotado los brazos, o se acabase de levantar de una larga siesta. El lugar en el que habían aterrizado no era otro que la cima de las empinadas calles de aquel mundo, la estación de Villa Crepúsculo, que sin duda Gray e Hitori conocían.

-Lo primero es lo primero, chavales -murmuró Ronin. Señaló a Gray-. A ver, tú, tira hacia la estación. Me reuniré contigo enseguida -le ordenó.

Mientras Gray obedecía, Ronin se volvió hacia los dos muchachos restantes, respondiendo con retraso a la pregunta de Hitori:

-Os vais a encargar de recopilar información para mí. Veréis, de esta ciudad, Villa Crepúsculo, por muy raro que parezca, no hemos recibido informes ni datos que certifiquen que los sincorazón han llegado a ella. Es por eso que, de vez en cuando, vale la pena echar un vistazo para asegurarnos de que no tenemos nada que temer. Y ahí es donde entráis vosotros. Sois libres de explorar por donde queráis, hacer una visita -miró significativamente a Hitori-, en definitiva, buscar algún brote de oscuridad o sincorazón. ¿Sabréis lo que son, no? Espero que sí, porque sino, ya os estáis volviendo a casa.

Como ninguno iba a regresar a Tierra de Partida, supiera o no cómo eran esas criaturas, Ronin no se molestó en esperar una respuesta para la pregunta. Tampoco parecía querer saberla.

-Si encontráis alguno, en vez de tratar de luchar contra él de inmediato, avisadme mediante la magia o pegad un grito, si no sabéis utilizarla. Estaré atento al cielo. Y, quizá, mientras llego, os haya dejado tan lelos que aprenderéis la lección que más les cuesta aprender a nuestros aprendices -les guiñó un ojo-. Gray y yo andaremos por aquí, por si tenéis alguna pregunta o necesitáis ayuda. Hay algo que necesito conocer de la estación.

Se dio la vuelta y se dirigió en pos de Gray. De espaldas, sin molestarse en girarse de nuevo, gritó al aire:

-¡Volved cuando creáis, o sino, ya iremos a buscaros!

[Hitori]

Después de escuchar atentamente las órdenes de Ronin, Hitori se giró hacia Ivan con una sonrisa. Empezó a pasearse por la gran plaza donde estaban, frente a la estación de trenes. La colosal torre del reloj, que se veía y escuchaba desde todo el pueblo, presidía aquella plaza. Hitori la miró con aire nostálgico, como si hubiese pasado meses fuera de su hogar. Después de distraerse mirando las innumerables casas, las verdes montañas del paisaje y, por supuesto, la puesta de sol, única de su mundo, volvió a mirar a Kit.

—Bueno, supongo que tendré que hacer de guía —dijo, para romper el hielo—. Empezaremos mirando por los canales subterráneos. Es mucho más probable que haya sincorazón ahí que en cualquier otro lado...

Comenzó a caminar hacia la entrada de los canales, tras hacerle una señal a Kit con la mano para que le siguiese. Sin embargo, cuando ya estaba casi en la entrada, se paró en seco e hizo un gesto con las manos.

—Oh, pero si vamos a los canales, no podremos avisar con magia... —se percató, dando media vuelta—. Quizás será mejor que dejemos eso para luego, ¿no?

Sin esperar respuesta, emprendió un nuevo camino hacia la salida de la plaza.

—En lugar de eso, iremos mejor a mirar la calle central. No tiene pérdida, sólo tenemos que bajar estas cuestas —señaló al frente, donde se podían ver unas empinadas calles— y llegaremos en un santiamén. ¿Vamos?

[Soul Artist]

Después de señalar hacia los túneles y señalar que desde allí no se podría ver ninguna señal que hiciésemos con magia, mi compañero tiró calle abajo. Decidí seguirle, pues tenía que admitir que me ganaba en aquel terreno al ser completamente desconocido para mí; pero antes de alejarme de la plaza, no pude evitar girarme y levantar el dedo índice hacia la estación, pensando en el hijo de puta cabronísimo de Gray. Era casi una fuerza sobrehumana la que me había obligado a hacerlo, pero me sentí mejor; incluso se me pasó una idea por la cabeza, y es que, si volvía a verlo alguna vez, iría hasta donde viviese y le asesinaría. Al fin y al cabo, sabía dónde vivía.

Me olvidé de aquellos pensamientos muy pronto y me dediqué a observar los edificios de la ciudad de reojo, mientras llevaba mis manos a mi nunca y me estiraba ligeramente. Iba a resultar una misión bastante aburrida, pues habría que patearse todo aquel mundo todo cuanto fuese posible. ¿No había Sincorazón por allí? ¿Solo eso? Mejor para los ciudadanos, desde luego. Menos problemas que tendrían.

—Dices que por aquí te criaste —comenté sin dar importancia—. ¿Cómo os divertís por aquí? ¿O este mundo está tan atrasado que todavía no ha descubierto la diversión?

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Sí, el primer párrafo es metagaming personal. Aceptaré la debida penalización de PX si se requiere.