—Así que sí que conoces a uno de ellos… —murmuró cuando mencioné a Ariasu.
De pronto, Xefil empezó a hablar. Parecía raro escucharle decir ese tipo de cosas, era como si fuese... Otra persona. Wix parecía también sorprendida de las afiladas palabras que salían por su boca, seguramente había tenido otra primera impresión de mi compañero que difería mucho con la que estaba mostrando. Incluso yo me sorprendí de como le hablaba a ella y por supuesto, como se había negado a Axel, que a pesar de querer que nos marchasemos de forma pacífica (cosa que aprobaba en cierto sentido pero que a aquellas alturas no podía aceptar) parecía querer aquel conocimiento a toda costa. ¿Qué hubiese hecho si yo estuviese en su lugar? El había dicho que lo hacía por nosotros, en parte.
—¿Escuchas lo que estás diciendo? No quiero decenas, ni centenas, ni miles de corazones. Sino el que me pertenece. El mío. El mío, el mío, el mío —la mujer había perdido su belleza cuando abrió los ojos todo lo que pudo con una especie de "pseudo-rabia" que no mostraba realmente. Sus ojos desorbitados se habían clavado en Xefil, aunque solo fuese un segundo—. Entonces, podré ser real. No necesito esa libertad de la que hablas, cuando lo único que tengo que hacer es ser fiel a quienes conocen la fórmula para que pueda existir por mí misma. ¡El final que me ofreces es sólo una excusa! ¡Nadie que no sea yo debería…!
Todos vimos el cuerpo de Mei caer desde arriba. Salté hacia atrás en aquel momento, justo antes de que pudiesemos hacer nada, Wix había sido tomada completamente desprevenida lo que provocó que la chica diese casi en el cuello de Wix. Una herida surgió en donde el golpe de donde salió sangre en abundancia. ¡Aquel era el defecto de Wix! No era buena prestando atención a muchas cosas, o se sentía tan poderosa que creía que no necesitaba atendernos demasiado.
Wix miró sorprendida hacia Mei y solamente se dedicó a hacer un comentario.
—Débil… —si se refería a ella misma o a Mei era un misterio.
Con su mano agarró el hombro de Mei (el herido) provocando en ella un intenso dolor que hizo que no pudiese moverse. Fue entonces cuando Xefil, Nyx y yo saltamos con tal de ayudarla. De una patada la apartó para así poder tener sitio suficiente para, coger con ambas manos su alabarda y girar sobre sí misma para golpearnos con el arma.
—¿Qué está... pasando? —pregunté. Algo estaba haciendo que no pudiese acercarme a Nyx, era como si un gran campo magnético evitase que nos acercasemos. Desconocía si mi compañero, imbuído en una gran furia que parecía haber tornado sus ojos rojos, como una bestia se había visto afectado. Me costaba mantenerme cerca, a pesar de que con esfuerzo podía mantenerme a una pequeña distancia de él. Decidí apartarme un poco para no entorpecernos.
—Vaya, Wix... No esperaba esto, no eres tan débil como creía al principio —admití—. Por tu comentario de antes deduzco que tú también conoces a Ariasu. ¿Puedo suponer que es este castillo al que se refería cuando me invitó a abandonar Tierra de Partida para ir con ella? De ser así, creo que estaría encantada de recibirme, mejor dicho. Creo que estaría encantada de reunirse con nosotros.
>Me temo que no puedo sobornarte con nada y no pienso obligar a nadie a que se vaya de aquí. Pero se suele decir "hoy por ti, mañana por mí" así que... Me gustaría verla. Ella lo dijo. Estaba preparando algo "Muy especial" y que pronto "Nos volveríamos a ver" —para mostrar que no era una mentira quise añadir algo más—. La conocí en una misión en un lugar conocido como "País de las Maravillas". La acompañé por un laberinto mientras perseguiamos a un esqueleto de nombre Hein.
Esperaba que como fuera Ariasu la que me había ofrecido unirme a ella no le importase a la Guardiana de su castillo (si es que mis suposiciones eran ciertas y el castillo de Bastión Hueco era al que se refería) que nos llevase ante ella.
—Si dejamos este absurdo combate esperaremos aquí a que vengas con ella.