Inútil.Esa era la palabra perfecta para mí. Inútil. En cuanto subí con mis compañeros a por aquel Camaleón gigante, tras habernos dicho Yuffie que conocía un atajo, mi mente se había quedado en blanco, incapaz de pensar, de razonar...
Sin embargo, era extraño, pues antes ya me había enfrentado a un sincorazón de tal magnitud: una Armadura gigantesca, en Ciudad de Paso. Aunque, bueno, no fue exactamente luchar contra ella, sino que Ragun y yo tuvimos que idear un plan para escapar.
Escapar.Algunos pensarían que escapar era de cobardes. Yo sé que existen circunstancias que te impiden ser valiente. Si no hay posibilidades de sobrevivir, lo primero que te dice la mente es: "Escóndete" o "No vayas".
Pero , el ver como mis compañeros habían luchado con valentía contra ese sincorazón, no por eso me hacían tener el derecho de quedarme de brazos cruzados sin hacer nada.
Siempre me culpaba de todo. A pesar de que no tenía culpa alguna, pues, no es que no quisiera ayudar, y más cuando Adelaida, aquella simpática y bella muchacha que me recordaba a la luz de luna llena, fue agarrada por nuestro enemigo y lanzada por los aires. Paralizada, veía a Fátima corriendo hacia ella, ejerciendo
Cura.
¿Por qué no era capaz de moverme? ¿Por qué me temblaban las piernas, a pesar de haber asumido ya tantos riesgos?
Y, en medio de mi delirio, encontré la explicación de por qué no reaccionaba de la manera correcta.
Mis ojos veían al camaleón, pero al escuchar sus gritos de dolor, percataba otros gritos en la lejanía, sollozos, gente sufriendo.
Visualizaba el muro de mis pesadillas. Los gritos de auxilio, pidiendo que los sacase de allí. Todo aquello se concentró en el camaleón. Y fue entonces cuando tuve una visión espantosa: el camaleón fue sustituido por una decena de niños, suplicando.
"¡¡Tened piedad de nosotros!!"Pero era la única que los escuchaba. Pude ver como Kit, Kousen, Hitori... incluso la gran ninja Yuffie, los atacaba. Los niños se desangraban, y uno me miró, con unos preciosos ojos del color de la miel, extendiéndome la mano para salvarlo.
"Por favor... Evangeline..."Pero no pude hacer nada. El pequeño espiró ante mis ojos.
Los niños habían muerto, amontonados en una pila por debajo de Kit y los demás. De repente, perdí el poco razonamiento que me faltaba. El odio se apoderaba de mí. Una rabia interna, la cual desconocía. Pero se sentía tan bien, aquel deseo de venganza... de coger a los asesinos, torturarlos a todos.
Hubo un momento en el que, incluso alcé mi Llave-Espada, y me atreví a correr hacia todos. Pero algo me detuvo.
"¡Despierta, mi princesa!"Y desperté, haciendo desaparecer mi Llave-Espada. La pila de niños degollados había desaparecido para dar lugar a la ida del corazón de aquel camaleón gigante. Los demás descansaban, reuniéndose todos en un mismo punto.
A la vista de todos debía estar pálida, sudando sin apenas haber luchado. Mis rodillas me fallaron y caí al suelo. Y fue entonces cuando me di cuenta de que mi broche de plata brillaba débilmente. Lo agarré, tranquilizándome, intentando respirar con normalidad.
Me distraje con los comentarios. Sobretodo con Kit, quien se estaba... ¿disculpando? En otras circunstancias, habría sonreído por la sorpresa, pero lo que más me preocupaba era que nadie se diese cuenta de mi deplorable aspecto... y mi sutil comportamiento, pues... ¿había estado a punto de asestarle un golpe a mis compañeros?
Invoqué mi arma y la usé para ponerme en pie. El broche dejó de brillar, por lo que el dolor de mi pecho se hizo más llevadero, aunque también se debía a que estaba ya acostumbrada. Tras eso, me acerqué, escuchando lo que todos tenían que decir. ¿Ir al castillo?
—
Aquí estamos todos en peligro, y movernos por la ciudad nos hará encontrarnos con más Sincorazón. Yo voy al castillo. Si nos encontramos juntos, podremos sobrevivir más. Yuffie, por favor, ¿puedes hacernos de guía? Puede ser peligroso, pero estás con nosotros.A pesar del aspecto infantil de nuestra guía, sus habilidades atacando a aquellos niñ... a a-aquel camaleón había sido impresionante. Algo me llamó la atención de lo que expusieron Fátima y Adelaida.
—
¿Alguien hizo algo dentro del castillo? —repetí, aunque tosí por no haberme recuperado de aquel fortuito delirio mental y me volví hacia Yuffie—
¿Hay gente atrapada dentro del castillo? He podido actualizar a tiempo, aunque, como veréis, he tenido que improvisar para mi post con la historia de Nadhia en su mayoría. Pero atrasar ya más a mi personaje iba a ser excesivo.