Re: [Evento Global] The End Is Where We Begin - Día 1
Publicado: Sab Nov 10, 2012 10:20 pm
Edge jadeó y miró de un lado a otro y comprobó que podían, por fin, relajarse. Su compañero hizo lo mismo. Habían llegado sanos y salvos a la playa, huyendo de aquellos sincorazón con forma de barril. ¿Habían pues cumplido la misión del primer día? Lo averiguarían pronto. Sus respectivos móviles anunciaron un nuevo mensaje del Game Master y no eran buenas noticias. Al parecer les habían cobrado una entrada por participar en aquel misterioso juego. Ni más ni menos que la llave-espada. Ni frío ni calor, Edge apenas se inmutó. Unos instantes antes había renegado de ella y ahora tenía, aparentemente, otra razón más para hacerlo, si ya le había sido de poca ayuda en el pasado, ahora que la podía necesitar no estaba ni siquiera en su poder.
El caso es que, por mucho que renegara de su llave-espada, necesitaría un arma para defenderse y derrotar a posibles, y muy probables, enemigos. El móvil le dio la respuesta de nuevo. Edge empezaba a familiarizarse fácilmente con aquel aparato e iba ganando velocidad al acceder a los mensajes.
El Game Master les daba información realmente importante para la supervivencia del juego. Para obtener un arma debían hacer un pacto con otro jugador. A partir de entonces se verían atados a él y no podrían sobrevivir al final del día si éste perecía y no tenían un nuevo compañero.
Dadas las circunstancias, no tenía mucho donde elegir. Zait no había terminado de leer los mensajes, así que lo examinó con detalle. En Bastión Hueco le había parecido un niño bastante inocentón y puede que incluso algo llorón, pero ahora le parecía un poco distinto. Sin saber del todo si eso era bueno o malo tendría que hacer un pacto con el chico. Sólo así conseguiría conseguir un arma. Un arma con la que podría llegar al final del juego. Pero para ello… debería ser capaz de cumplir las misiones, derrotar a sus adversarios y proteger a su compañero, Zait Laind. Estaba decidido, no más compañeros fallecidos en combate ni tampoco más cicatrices.
El joven le dio tantas vueltas al asunto que Zait se le acabó adelantando. Al parecer habían llegado a conclusiones parecidas y no tenía nada en contra de él. Puede que ambos hubieran tenido suerte al encontrarse.
―Será un placer, señorito Laind ―sonrió―. Acepto. Ganaremos este juego… pase lo que pase ―concluyó.
De pronto toda la playa tembló y apareció un gigantesco sincorazón de la arena.
―Esto es harto cómico ―bufó.
Era descomunal y amenazaba a otros dos chicos, ¿jugadores? Podía ser una buena ocasión para colaborar con ellos. Hoy por ti, mañana por mí. Sin embargo no les ayudaría hasta comprobar qué tipo de arma estaba en su poder. Existe una línea muy fina entre el coraje y la temeridad. La última solía ser la fortuna de pocos y la desgracia de muchos. Mejor prevenir que curar.
El caso es que, por mucho que renegara de su llave-espada, necesitaría un arma para defenderse y derrotar a posibles, y muy probables, enemigos. El móvil le dio la respuesta de nuevo. Edge empezaba a familiarizarse fácilmente con aquel aparato e iba ganando velocidad al acceder a los mensajes.
El Game Master les daba información realmente importante para la supervivencia del juego. Para obtener un arma debían hacer un pacto con otro jugador. A partir de entonces se verían atados a él y no podrían sobrevivir al final del día si éste perecía y no tenían un nuevo compañero.
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Dadas las circunstancias, no tenía mucho donde elegir. Zait no había terminado de leer los mensajes, así que lo examinó con detalle. En Bastión Hueco le había parecido un niño bastante inocentón y puede que incluso algo llorón, pero ahora le parecía un poco distinto. Sin saber del todo si eso era bueno o malo tendría que hacer un pacto con el chico. Sólo así conseguiría conseguir un arma. Un arma con la que podría llegar al final del juego. Pero para ello… debería ser capaz de cumplir las misiones, derrotar a sus adversarios y proteger a su compañero, Zait Laind. Estaba decidido, no más compañeros fallecidos en combate ni tampoco más cicatrices.
El joven le dio tantas vueltas al asunto que Zait se le acabó adelantando. Al parecer habían llegado a conclusiones parecidas y no tenía nada en contra de él. Puede que ambos hubieran tenido suerte al encontrarse.
―Será un placer, señorito Laind ―sonrió―. Acepto. Ganaremos este juego… pase lo que pase ―concluyó.
De pronto toda la playa tembló y apareció un gigantesco sincorazón de la arena.
―Esto es harto cómico ―bufó.
Era descomunal y amenazaba a otros dos chicos, ¿jugadores? Podía ser una buena ocasión para colaborar con ellos. Hoy por ti, mañana por mí. Sin embargo no les ayudaría hasta comprobar qué tipo de arma estaba en su poder. Existe una línea muy fina entre el coraje y la temeridad. La última solía ser la fortuna de pocos y la desgracia de muchos. Mejor prevenir que curar.