90 minutos restantes...
Publicado: Jue Nov 29, 2012 2:00 am
Nadhia y Saeko abandonaron la Colina del Atardecer con el objetivo de descubrir el misterio acerca del tren que, como bien había pensado la primera, se trataba de una de las Maravillas del mundo.
Sin embargo, al poco de salir de la colina, un susurro en el aire las detuvo. Al girar la cabeza hacia la cascada que antes habían estado contemplando, pudieron ver una figura reflejada en ella... Pero sin nadie delante. Al poco de acercarse descubrirían que la imagen era familiar, demasiado quizás:
Se trataba de Saeko.
El reflejo dirigió la mirada hacia su original, invitándola a acercarse con una amplia sonrisa para nada benigna. Pero a los pocos segundos, el reflejo desapareció para dar lugar a otro que sólo ella podría reconocer, pues para su desgracia acababa de verlo:
Pero allí no quedó la cosa. El reflejo, insatisfecho por su falta de existencia, extendió la mano hacia adelante. Su mano atravesó el agua y cobró vida, comenzando a salir de la cascada... Y sin una sola gota de agua en la ropa.
El misterioso desconocido movió el cuello, desperezándose, y se llevó la vista a su mano derecha, contemplándola como si fuese la primera vez que la viera. Tras aquello, levantó la mirada hacia Saeko y después se detuvo en Nadhia. Una misteriosa sonrisa sarcástica cubrió su rostro.
—Así que vosotras me habéis traído —señaló la figura, colocándose mejor las gafas—. Gracias. ¿Hay algún modo de compensároslo?
El misterioso hombre esperó a las respuestas de las jóvenes. En ningún momento borró su misteriosa sonrisa, pese a todo lo que le dijeran; finalmente, negó con el dedo hacia ambas.
—Demasiadas preguntas. ¿Qué tal si lo arreglo haciendo que olvidéis que me habéis visto? Por supuesto, no puedo hacerlo desde aquí, pero existen métodos más... Eficaces de manteneros en silencio.
Un destello de luz surgió al lado del hombre, cegándolas por completo. Cuando pudieron abrir los ojos de nuevo, comprobaron que ya no estaba solo: una figura blanca y gris le acompañaba, con extremidades afiladas y dos katanas a su espalda. Jamás habían visto tal criatura, ni siquiera algo que se asemejase: y, desde luego, no se trataba de un Sincorazón. ¿Qué demonios era aquello?
—Elimínalas —ordenó el hombre, dando un par de pasos hacia atrás para evitar verse involucrado en combate.
El enemigo obedeció, tomando sus dos armas contra las chicas.
* * *
Mei y Neas comenzaron a bailar sin ton ni son en las recreativas, esperando ganar el concurso.
Y bailando y bailando, en media hora habían avanzado bastante. Ya habían llegado a Semifinales, donde su próximo contrincante se presentó ante ellos. Vestido de azul y con unas horribles alas amarillas, el sujeto les sonrió ampliamente como símbolo de compañerismo. Aunque más bien, parecía un tiburón a punto de comérselos vivos.
—¡Ey, muchachos! Aquí vuestro ídolo favorito, ¡la figura de acción indefinida! Estoy tan seguro de que os voy a dar pa'l pelo, ¡que dejo que elijáis vosotros la canción con la que bailaréis, mequetrefes!
Menudo sujeto. Aunque la elección de una canción podía darles ventaja...
* * *
La empalagosa obra de teatro continuó sin la intervención de Kairi y Exuy. Lo cual, al parecer, pudo ser un error: pese a que el guerrero luchó con valentía, el Sincorazón que había surgido por su espalda extendió sus garras... Y acabó con él, haciendo desaparecer todo su cuerpo en un amplio destello de luz y un grito ahogado.
—Y así fue como se quedó sola...
—¿Os está gustando la obra, Jugadores?
La pareja quizás diese un brinco al darse cuenta de que, a su lado, bloqueando la única salida que conocían, una mujer les sonreía de mejilla a mejilla. Exuy se sintió inmediatamente embriagado nada más ver sus cuidado pelo rubio, su pálida piel, sus enormes ojos brillantes... Pero no fue el caso de Kairi, que pudo mantener en todo momento la cordura. Ni siquiera sintió un mínimo de aquel enamoramiento.
—Esperaba que os eliminaseis vosotros solitos... Oh, no se puede esperar nada de una parejita de enamorados. ¿O sí? Chico... Ven aquí.
La joven animó a Exuy a acercarse a ella, siendo iluminado con un foco. El chico se vio obligado por aquel sentimiento a acercarse a ella, deseando escuchar sus palabras, estar más cerca de su cuerpo, sus labios... Todo era mágico en la mujer, especial...
—Mátala.
Un foco pasó a iluminar a Kairi, pasando a ser los dos Jugadores el centro de atención. Exuy estaba obligado a obedecer a la mujer... Porque su corazón lo dictaba así.
Sin embargo, al poco de salir de la colina, un susurro en el aire las detuvo. Al girar la cabeza hacia la cascada que antes habían estado contemplando, pudieron ver una figura reflejada en ella... Pero sin nadie delante. Al poco de acercarse descubrirían que la imagen era familiar, demasiado quizás:
Se trataba de Saeko.
El reflejo dirigió la mirada hacia su original, invitándola a acercarse con una amplia sonrisa para nada benigna. Pero a los pocos segundos, el reflejo desapareció para dar lugar a otro que sólo ella podría reconocer, pues para su desgracia acababa de verlo:
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Pero allí no quedó la cosa. El reflejo, insatisfecho por su falta de existencia, extendió la mano hacia adelante. Su mano atravesó el agua y cobró vida, comenzando a salir de la cascada... Y sin una sola gota de agua en la ropa.
El misterioso desconocido movió el cuello, desperezándose, y se llevó la vista a su mano derecha, contemplándola como si fuese la primera vez que la viera. Tras aquello, levantó la mirada hacia Saeko y después se detuvo en Nadhia. Una misteriosa sonrisa sarcástica cubrió su rostro.
—Así que vosotras me habéis traído —señaló la figura, colocándose mejor las gafas—. Gracias. ¿Hay algún modo de compensároslo?
El misterioso hombre esperó a las respuestas de las jóvenes. En ningún momento borró su misteriosa sonrisa, pese a todo lo que le dijeran; finalmente, negó con el dedo hacia ambas.
—Demasiadas preguntas. ¿Qué tal si lo arreglo haciendo que olvidéis que me habéis visto? Por supuesto, no puedo hacerlo desde aquí, pero existen métodos más... Eficaces de manteneros en silencio.
Un destello de luz surgió al lado del hombre, cegándolas por completo. Cuando pudieron abrir los ojos de nuevo, comprobaron que ya no estaba solo: una figura blanca y gris le acompañaba, con extremidades afiladas y dos katanas a su espalda. Jamás habían visto tal criatura, ni siquiera algo que se asemejase: y, desde luego, no se trataba de un Sincorazón. ¿Qué demonios era aquello?
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—Elimínalas —ordenó el hombre, dando un par de pasos hacia atrás para evitar verse involucrado en combate.
El enemigo obedeció, tomando sus dos armas contra las chicas.
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Mei y Neas comenzaron a bailar sin ton ni son en las recreativas, esperando ganar el concurso.
Y bailando y bailando, en media hora habían avanzado bastante. Ya habían llegado a Semifinales, donde su próximo contrincante se presentó ante ellos. Vestido de azul y con unas horribles alas amarillas, el sujeto les sonrió ampliamente como símbolo de compañerismo. Aunque más bien, parecía un tiburón a punto de comérselos vivos.
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—¡Ey, muchachos! Aquí vuestro ídolo favorito, ¡la figura de acción indefinida! Estoy tan seguro de que os voy a dar pa'l pelo, ¡que dejo que elijáis vosotros la canción con la que bailaréis, mequetrefes!
Menudo sujeto. Aunque la elección de una canción podía darles ventaja...
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La empalagosa obra de teatro continuó sin la intervención de Kairi y Exuy. Lo cual, al parecer, pudo ser un error: pese a que el guerrero luchó con valentía, el Sincorazón que había surgido por su espalda extendió sus garras... Y acabó con él, haciendo desaparecer todo su cuerpo en un amplio destello de luz y un grito ahogado.
—Y así fue como se quedó sola...
—¿Os está gustando la obra, Jugadores?
La pareja quizás diese un brinco al darse cuenta de que, a su lado, bloqueando la única salida que conocían, una mujer les sonreía de mejilla a mejilla. Exuy se sintió inmediatamente embriagado nada más ver sus cuidado pelo rubio, su pálida piel, sus enormes ojos brillantes... Pero no fue el caso de Kairi, que pudo mantener en todo momento la cordura. Ni siquiera sintió un mínimo de aquel enamoramiento.
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—Esperaba que os eliminaseis vosotros solitos... Oh, no se puede esperar nada de una parejita de enamorados. ¿O sí? Chico... Ven aquí.
La joven animó a Exuy a acercarse a ella, siendo iluminado con un foco. El chico se vio obligado por aquel sentimiento a acercarse a ella, deseando escuchar sus palabras, estar más cerca de su cuerpo, sus labios... Todo era mágico en la mujer, especial...
—Mátala.
Un foco pasó a iluminar a Kairi, pasando a ser los dos Jugadores el centro de atención. Exuy estaba obligado a obedecer a la mujer... Porque su corazón lo dictaba así.
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