Re: [Evento Global] The End Is Where We Begin - Día 4
Publicado: Lun Feb 25, 2013 4:18 pm
Hana y Mickael prefirieron tomar caminos distintos al mío. Mis sombras parecían desconcertadas al principio, pero no tardaron mucho en ponerse en marcha. Una de ellas siguió el camino de Neku y Fátima mientras que la otra acompañó a Hana. Si estos encontraban más bifurcaciones, las sombras seguirían la misma instrucción, tomar los caminos libres.
Empecé a recorrer la ruta que había elegido, atento a cualquier posible trampa. Al llegar al final del pasillo, mi única opción fue girar a la derecha, donde me encontré con una rampa algo empinada. No parecía difícil subir… Antes de ponerme a ello, recibí una pequeña punzada de dolor. Supuse que alguna de mis sombras había recibido daño por alguna trampa. Por suerte, no dolía mucho, así que me pude subir la rampa sin problemas.
Mientras subía, no pude evitar pensar en cierto detalle… No estaba seguro de cuánto tiempo había pasado, pero estaba seguro que entre paseos y discusiones ya habíamos superado la media hora del tiempo límite. Si seguíamos vivos significaba que habían llegado suficientes parejas al bosque… ¿Pero por qué no había acabado el día? Tal vez aquél día funcionaba diferente… O tal vez la misión era una trampa…
No había tiempo de pensar en eso, el día iba a terminar tarde o temprano y necesitaba encontrar el nido del Laberinto. Mientras subía por la cuesta empezaba a vislumbrar un objeto a lo alto de la rampa. Un cofre. Emocionado, aceleré un poco el paso para llegar a la cima. El camino terminaba allí, no había ninguna otra salida que tomar. Me acerqué con cuidado al cofre, observándolo para comprobar que no tuviese ninguna trampa.
Comencé a abrirlo despacio, atento a cualquier ruido delatador, pero por suerte, el cofre parecía estar libre de trampas. Metí la mano para explorar su contenido y me encontré…
—Tienes que estar de coña...
Lo único que había en el cofre eran unos gayumbos con corazones rojos.
Intenté rebuscar en el interior del cofre para ver si podía encontrar algún hueco oculto o algo, pero nada. La “recompensa” era aquella. ¿Debía…ponérmelos? Tal vez el hecho de que estuviesen en un cofre… ¿Pero y si no eran más que una estúpida broma colocada por algún Reaper? Realmente no sabía que hacer…
Me vinieron imágenes de Ragun, con su ridículo vestido de sirvienta y de Hana, con su provocador bikini de conchas. ¿De veras las “prendas” de aquél juego daban algún tipo de ventaja? Suspiré… ¿Qué perdía por intentarlo? Empecé a desnudarme para poder colocarme los nuevos gayumbos, vigilando la esquina del pasillo esperando que nadie viniese justo en aquél momento…
Cuando acabé, volví a bajar por la rampa para dirigirme a la sala central mientras comprobaba la aplicación del móvil. Mickael, Fátima y Neku parecían haberse encontrado con trampas, lo que explicaría el daño que sufrí antes. Hana no había encontrado problemas, aparentemente. Y todos habían llegado a una bifurcación.
Como una de mis sombras había acompañado a Hana, estaba seguro de que tomaría el camino libre, igual que con la bifurcación de Neku y Fátima, puesto que estos dos parecían no querer separarse. De modo que mi mejor opción era reunirme con Mickael y tomar el camino que él no eligiese. La trampa de su camino estaba marcada, así que no tendría problema para evitarla.
Guardé el móvil cuando llegué de nuevo a la zona donde habíamos empezado. Antes de ir por el pasillo que había tomado el niño rata, generé otro orbe de oscuridad y lo lancé al centro de la estancia, generando un pequeño bicho verde que flotaba.
Ordené al sincorazón que curase mis heridas, para poder estar de nuevo en plena forma.
—Quédate en esta sala. —le ordené— Si vuelve alguien que esté malherido, asegúrate de curarle.
El pequeño hizo un movimiento en el aire indicándome que lo había entendido. Empecé a dirigirme hacia la entrada por donde había pasado Mickael hasta que recordé algo. Me giré hacia el pequeño sincorazón y le di una última orden.
—Excepto… a Neku…y a Fátima. —le indiqué— Si están débiles… házmelo saber.
Continué por el camino, esquivando la trampa que había activado mi compañero, hasta que llegué a la bifurcación. Mirando la aplicación del móvil pude ver que Mickael ya se había adentrado por el pasillo que estaba más a la derecha, así que a mí me tocaba probar suerte por el otro. Suspiré y empecé a caminar, esperando volver a tener suerte esta vez…
Empecé a recorrer la ruta que había elegido, atento a cualquier posible trampa. Al llegar al final del pasillo, mi única opción fue girar a la derecha, donde me encontré con una rampa algo empinada. No parecía difícil subir… Antes de ponerme a ello, recibí una pequeña punzada de dolor. Supuse que alguna de mis sombras había recibido daño por alguna trampa. Por suerte, no dolía mucho, así que me pude subir la rampa sin problemas.
Mientras subía, no pude evitar pensar en cierto detalle… No estaba seguro de cuánto tiempo había pasado, pero estaba seguro que entre paseos y discusiones ya habíamos superado la media hora del tiempo límite. Si seguíamos vivos significaba que habían llegado suficientes parejas al bosque… ¿Pero por qué no había acabado el día? Tal vez aquél día funcionaba diferente… O tal vez la misión era una trampa…
No había tiempo de pensar en eso, el día iba a terminar tarde o temprano y necesitaba encontrar el nido del Laberinto. Mientras subía por la cuesta empezaba a vislumbrar un objeto a lo alto de la rampa. Un cofre. Emocionado, aceleré un poco el paso para llegar a la cima. El camino terminaba allí, no había ninguna otra salida que tomar. Me acerqué con cuidado al cofre, observándolo para comprobar que no tuviese ninguna trampa.
Comencé a abrirlo despacio, atento a cualquier ruido delatador, pero por suerte, el cofre parecía estar libre de trampas. Metí la mano para explorar su contenido y me encontré…
—Tienes que estar de coña...
Lo único que había en el cofre eran unos gayumbos con corazones rojos.
Intenté rebuscar en el interior del cofre para ver si podía encontrar algún hueco oculto o algo, pero nada. La “recompensa” era aquella. ¿Debía…ponérmelos? Tal vez el hecho de que estuviesen en un cofre… ¿Pero y si no eran más que una estúpida broma colocada por algún Reaper? Realmente no sabía que hacer…
Me vinieron imágenes de Ragun, con su ridículo vestido de sirvienta y de Hana, con su provocador bikini de conchas. ¿De veras las “prendas” de aquél juego daban algún tipo de ventaja? Suspiré… ¿Qué perdía por intentarlo? Empecé a desnudarme para poder colocarme los nuevos gayumbos, vigilando la esquina del pasillo esperando que nadie viniese justo en aquél momento…
Cuando acabé, volví a bajar por la rampa para dirigirme a la sala central mientras comprobaba la aplicación del móvil. Mickael, Fátima y Neku parecían haberse encontrado con trampas, lo que explicaría el daño que sufrí antes. Hana no había encontrado problemas, aparentemente. Y todos habían llegado a una bifurcación.
Como una de mis sombras había acompañado a Hana, estaba seguro de que tomaría el camino libre, igual que con la bifurcación de Neku y Fátima, puesto que estos dos parecían no querer separarse. De modo que mi mejor opción era reunirme con Mickael y tomar el camino que él no eligiese. La trampa de su camino estaba marcada, así que no tendría problema para evitarla.
Guardé el móvil cuando llegué de nuevo a la zona donde habíamos empezado. Antes de ir por el pasillo que había tomado el niño rata, generé otro orbe de oscuridad y lo lancé al centro de la estancia, generando un pequeño bicho verde que flotaba.
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Ordené al sincorazón que curase mis heridas, para poder estar de nuevo en plena forma.
—Quédate en esta sala. —le ordené— Si vuelve alguien que esté malherido, asegúrate de curarle.
El pequeño hizo un movimiento en el aire indicándome que lo había entendido. Empecé a dirigirme hacia la entrada por donde había pasado Mickael hasta que recordé algo. Me giré hacia el pequeño sincorazón y le di una última orden.
—Excepto… a Neku…y a Fátima. —le indiqué— Si están débiles… házmelo saber.
Continué por el camino, esquivando la trampa que había activado mi compañero, hasta que llegué a la bifurcación. Mirando la aplicación del móvil pude ver que Mickael ya se había adentrado por el pasillo que estaba más a la derecha, así que a mí me tocaba probar suerte por el otro. Suspiré y empecé a caminar, esperando volver a tener suerte esta vez…
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