Re: [Evento Global] The End Is Where We Begin - Día 4
Publicado: Dom Mar 10, 2013 9:56 pm
Fátima se puso en guardia al escuchar un aleteo y se volvió a tiempo de ver unos murciélagos albinos, con los ojos rojos como la sangre, abalanzarse sobre ella. Aguantó una exclamación al sentir unos picotazos de sus afilados dientes e hizo un amago para convocar una lengua de fuego. Pero Neku se le adelantó utilizando un pin que lanzó unas llamaradas con las que derribó a todos los murciélagos.
Le dio la mano con firmeza:
—Llegaremos hasta el final, tú y yo. No permitiré que desaparezcas.
Fátima se quedó mirando sus manos entrelazadas unos segundos, asimilando lo que acababa de decirle. Luego alzó los ojos y examinó su rostro serio, decidido, y comprendió que estaba hablando seriamente. Sintió un calor agradable en el pecho, acompañado de un profundo alivio. No iba a tener que hacerlo sola. Sonrió de corazón, sintiéndose un poco más fuerte, un poco más decidida.
—Gracias —la voz le salió algo rota por la emoción y tuvo que tragar saliva—, llegaremos hasta el final.
Se quedaron ahí unos segundos, hasta que el silencio se volvió tan pesado que Fátima no encontró otra solución que continuar con su camino. Fátima le dio un suave apretón a Neku en la mano como agradecimiento y todavía mantuvo el contacto unos segundos, reconfortada por su presencia. Pero cuando llegaron al final del pasillo y doblaron la esquina… volvieron a encontrarse con Hana.
Fátima se detuvo en seco, sorprendida y casi sin darse cuenta soltó a Neku. Este masculló algo entre dientes y, tras dirigir una mirada desagradable a Hana, se acercó para susurrarle disimuladamente:
—Nos hemos encontrado ya dos veces con ella. Creo que nos está siguiendo.
Fátima le dio la razón con un levísimo asentimiento, pero pensó que también podía tratarse de una casualidad, porque, ¿cómo iba a seguirles si habían tomado caminos distintos? Como no tuviera el poder de ver a través de las paredes… En cualquier caso, reprimió un suspiro de cansancio, no le gustaba tomar todas las decisiones unilateralmente, no creía que fuera buena idea que fueran juntos, no con un Neku irritado y tenso.
—¿Te encuentras bien?—inquirió entonces. Debía haber caído en alguna trampa, porque su vistoso modelito no conseguía cubrir toda una serie de arañazos que parecían bastantes dolorosos. Fátima sintió una punzada de preocupación, pero Hana la ignoró y pasó por su lado y por el de Neku sin dirigirles ni una mirada.
Fátima suspiró. Estaba rodeada de gente amable y educada, desde luego. Pero en el fondo le alegró que la chica les hubiera ignorado, porque así evitaba problemas con Neku: no tenía fuerzas para estar buscando la reconciliación con el chico cada vez que decía o hacía algo que no le gustaba.
Y ya que Hana había escogido su camino, que parecía llevarla de regreso al origen del laberinto y Neku no estaría dispuesto a recorrer la misma senda, pensó que lo mejor era que continuaran adelante. El pasillo tenía dos bifurcaciones a la derecha… Volvió a exhalar aire. No le gustaba la idea de separarse de Neku, pero era consciente de que les debía quedar muy poco tiempo y que tenían que aprovechar para destapar todo lo que pudieran del laberinto.
Además, se sentía mejor. Sabía que todavía caminaba por la cuerda floja y que si miraba hacia abajo volvería a tambalearse y probablemente a precipitarse al abismo. Pero había aprendido que tenía que mirar al frente y a nada más.
Mientras pudiera hacerlo, no se caería.
—Dividámonos —le indicó a su compañero—. Yo tomaré la ruta del fondo, tú la de en medio. Llámame… si ocurre algo.
Le sonrió débilmente y se encaminó a su ruta. Justo antes de entrar pensó que se encontraba muy débil y se aplicó un Cura, no fuera a encontrarse con otra trampa.
Le dio la mano con firmeza:
—Llegaremos hasta el final, tú y yo. No permitiré que desaparezcas.
Fátima se quedó mirando sus manos entrelazadas unos segundos, asimilando lo que acababa de decirle. Luego alzó los ojos y examinó su rostro serio, decidido, y comprendió que estaba hablando seriamente. Sintió un calor agradable en el pecho, acompañado de un profundo alivio. No iba a tener que hacerlo sola. Sonrió de corazón, sintiéndose un poco más fuerte, un poco más decidida.
—Gracias —la voz le salió algo rota por la emoción y tuvo que tragar saliva—, llegaremos hasta el final.
Se quedaron ahí unos segundos, hasta que el silencio se volvió tan pesado que Fátima no encontró otra solución que continuar con su camino. Fátima le dio un suave apretón a Neku en la mano como agradecimiento y todavía mantuvo el contacto unos segundos, reconfortada por su presencia. Pero cuando llegaron al final del pasillo y doblaron la esquina… volvieron a encontrarse con Hana.
Fátima se detuvo en seco, sorprendida y casi sin darse cuenta soltó a Neku. Este masculló algo entre dientes y, tras dirigir una mirada desagradable a Hana, se acercó para susurrarle disimuladamente:
—Nos hemos encontrado ya dos veces con ella. Creo que nos está siguiendo.
Fátima le dio la razón con un levísimo asentimiento, pero pensó que también podía tratarse de una casualidad, porque, ¿cómo iba a seguirles si habían tomado caminos distintos? Como no tuviera el poder de ver a través de las paredes… En cualquier caso, reprimió un suspiro de cansancio, no le gustaba tomar todas las decisiones unilateralmente, no creía que fuera buena idea que fueran juntos, no con un Neku irritado y tenso.
—¿Te encuentras bien?—inquirió entonces. Debía haber caído en alguna trampa, porque su vistoso modelito no conseguía cubrir toda una serie de arañazos que parecían bastantes dolorosos. Fátima sintió una punzada de preocupación, pero Hana la ignoró y pasó por su lado y por el de Neku sin dirigirles ni una mirada.
Fátima suspiró. Estaba rodeada de gente amable y educada, desde luego. Pero en el fondo le alegró que la chica les hubiera ignorado, porque así evitaba problemas con Neku: no tenía fuerzas para estar buscando la reconciliación con el chico cada vez que decía o hacía algo que no le gustaba.
Y ya que Hana había escogido su camino, que parecía llevarla de regreso al origen del laberinto y Neku no estaría dispuesto a recorrer la misma senda, pensó que lo mejor era que continuaran adelante. El pasillo tenía dos bifurcaciones a la derecha… Volvió a exhalar aire. No le gustaba la idea de separarse de Neku, pero era consciente de que les debía quedar muy poco tiempo y que tenían que aprovechar para destapar todo lo que pudieran del laberinto.
Además, se sentía mejor. Sabía que todavía caminaba por la cuerda floja y que si miraba hacia abajo volvería a tambalearse y probablemente a precipitarse al abismo. Pero había aprendido que tenía que mirar al frente y a nada más.
Mientras pudiera hacerlo, no se caería.
—Dividámonos —le indicó a su compañero—. Yo tomaré la ruta del fondo, tú la de en medio. Llámame… si ocurre algo.
Le sonrió débilmente y se encaminó a su ruta. Justo antes de entrar pensó que se encontraba muy débil y se aplicó un Cura, no fuera a encontrarse con otra trampa.
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