—
Abrí sus entrañas tantas veces que finalmente se suicidó tirándose desde lo más alto de la Torre del Reloj.Verdad o mentira, aquella confesión me lastimó a tal grado, que por un instante pensé que mi agarre me había traicionado y me había clavado mi propia daga en el corazón.
Sentí la Locura hervir en mi interior como no había sentido desde... Bueno, pues desde nunca. Aquellos recuerdos eran de un Xefil del pasado, alguien que en aquel instante seguramente descansaba plácido sobre la cama de su dormitorio o entrenaba con determinación para poder salvar a su reino. Quién sabía cuánto tiempo había pasado desde que al Xefil real le habían arrebatado sus recuerdos; mi otro yo podría ya haber llegado a Maestro, o tal vez murió en batalla, o de viejo. Nada me aseguraba que no habían pasado siglos desde que Xefil había contestado aquel cuestionario hasta que Felix había sido creado.
Pero aun así, sentí la Locura. No me apoyó la voz de ninguna Bruja, sin embargo. El fuego que ardía iracundo en mi interior, y cuya luz escapaba apenas por mis iris color rubí, no era producto de ninguna maldición o posesión. Venía de mí, de mi interior... y sólo de mí. Experimenté la sed de sangre mientras me lanzaba con rapidez en dirección al encapuchado y el deseo de venganza a la par que él se apartaba sin esfuerzo.
En el mismísimo aire, aquel espectro desapareció. No se defendió en ningún momento: no se movió ni una pulgada para evitarme y tampoco levantó su arma para bloquearme. Sencillamente, con gran confianza en sus habilidades, recibió mi ataque de lleno... y luego desapareció.
Antes de que me diera cuenta siquiera, ya había atravesado a Crow de lado a lado. Grité su nombre, preocupado por su seguridad. Encontrando un sádico disfrute en aquella acción, nuestro oponente sanó las heridas del joven sólo para atravesarle una vez más. Sin poder hacer nada para defenderse, Crow cayó al suelo con pesadez, con sus heridas haciéndole mella.
―
Este desgraciado es capaz de transportarse a través de las sombras de los Jugadores ―explicó en voz alta, para que todos pudiéramos escucharlo. En su voz era imposible esconder el dolor que aquella estocada le causaba―.
Sin embargo, parece que no es invencible siempre y cuando no esté en la oscuridad. Y… no puede curarse a sí mismo.―
No puede sanar... ―repetí en mi mente, mientras contemplaba cómo el hombre se deshacía del ataque de Neku como quien se sacude un insecto del hombro.
Se veía como un dios... pero no era inmortal. Podíamos derrotarlo, entonces, si lográbamos golpearlo en el momento justo. La pregunta era... ¿cómo? Hasta aquel momento, nadie había sido capaz de rozar su cuerpo siquiera. ¿Cómo demonios íbamos a atravesarlo con nuestras armas, entonces?
Descendiendo desde las alturas, decenas de cartas cayeron como un castigo divino sobre el encapuchado. Como era de esperarse, no obstante, se deshizo de ellas con apenas un movimiento de su sable. Ni una sola logró tocarle.
Pero la aparición de aquellos naipes sólo podía significar una cosa. No pude evitar que, con un destello de esperanza alimentándola, una sonrisa se dibujara en mi rostro.
Alec...—
¡Light! ¡Alejaos de él ya! —
Ah, el pecador mayor se une a los pequeños. ¿Desesperado, Reaper? ¿Soy demasiado poderoso para vosotros? Tranquilos... Llamaré a alguien de vuestra altura.¿Reaper...? ¿Había llamado a Alec... un Reaper?
Así que el hechicero había estado ocupado... Tanto que había terminado uniéndose a las filas de los Reapers. No tenía tiempo ni ganas de criticarlo, en lo más mínimo. Si había decidido acoplarse a su filosofía, lo respetaba; eso podía aceptarlo, en cierto grado.
Pero los Reapers asesinaban Jugadores. Era su trabajo. Eran su alimento.
¿Cuántos habían sido eliminados bajo sus cartas?
—
Detente, Erased.Súbitamente, un haz de luz cayó sobre la vidriera, obligándome a cubrirme los ojos con mi brazo para no ser completamente cegado. En mi pecho sentí una tranquilidad inexplicable, tan parecida a aquella aura que había rodeado a Hanekoma cuando lo había conocido, como si lo que había llegado en ese momento, fuese lo que fuese, pudiese salvarnos a todos.
Una chica. Una chica usando el mismo atuendo que el supuesto
Erased. Una chica cuyo aspecto no podría describir debido a la impresión que había creado en mí; salvo su piel grisácea y su cabello casi rosado, no había mucho que pudiese decir de ella. Sencillamente, mis ojos no podían analizarla. Simplemente... era ella.
—
Oh, Eileen, creadora de este mundo... ¿Vienes finalmente a combatirme?La Creadora...Se acercó a mí, luego de atender a Crow. Contemplándome con sus brillantes pero viejos ojos, tan carmesíes como los míos, parecía que era capaz de deshacerse de todos mis temores. Con aquella profunda mirada, parecía aislar al resto del mundo, dejándonos sólo a ella y a mí.
—
Es, de verdad... una Diosa —pensé finalmente, cuando la joven sanó mis heridas al extender sus manos hacia mí.
Después de ello, Eileen volvió a dirigir sus ojos hacia
Erased y se dispuso a contestar a su pregunta:
—
No. —respondió cortante, clavándole la mirada al encapuchado. Sorprendentemente, no necesitaba decir más: sus palabras cargaban con una fuerza y una determinación admirables—
Noté tu presencia en este mundo cuando atacaste a Joshua y me negué a creer que todavía existieras. Y cuando lograste descender aquí me vi obligada a comprobarlo.—
Aquí estoy pues —se burló Erased, dedicándole una reverencia a la Creadora. Era una pena que no tuviese rostro para dibujar la sádica sonrisa que, seguramente, habría mostrado de otra manera—
. Y pronto estará el equipo completo. Nadhia se nos unirá pronto.La mención de su nombre cayó con pesadez sobre mi alma. No pude decir nada.
—
Nadhia está...—
Viva —la interrumpió el desconocido, con una pizca de regocijo en sus palabras. Eileen no pudo evitar una mueca de sorpresa que irremediablemente me molestó: ¿no era eso bueno? ¿Que Nadhia estuviese viva no era bueno?—
. ¿Crees que yo estaría aquí si ella hubiese caído? Es mi razón de ser. Por eso quiero que sea la siguiente.Al menos para mí, esas debían ser las mejores noticias del mundo. Si no era otra astuta mentira, aquellas palabras se habían llevado consigo mi ira y desesperación al perderse en el vacío.
Estaba viva...
—
Os necesito —pidió Eileen, mirándonos a todos—
. No me he presentado, y todo tiene un momento y lugar. Ese momento no es ahora. Él es peor que Avatar, que Corrupted Data, que todo lo malo que hayáis conocido en este mundo y en cualquier otro. Yo prometí no volver a luchar cuando creé este mundo. Necesito que vosotros le combatáis, pero... Jamás podréis derrotarle en vuestro actual estado.»
Estos son vuestros corazones. Acceder a este lugar no ha sido cosa del azar: es vuestro destino estar aquí. Si habéis llegado hasta este punto es porque estáis preparados. Sólo cuando sepáis quiénes sois, sólo cuando lo aceptéis y dejéis atrás vuestro pasado podréis decir que estos son de verdad vuestros corazones. Hasta entonces, no serán más que vacías copias digitales.Inevitablemente, miré a mis pies. Al cristal vacío, casi transparente, que simbolizaba nuestra Nada. Si Eileen lo decía... entonces le creía. De todas las personas que había conocido en aquel Reapers' Game (excluyendo a los Jugadores), ella era en quien realmente creía que podía confiar. Después de todo, Hanekoma y Higashizawa ya no estaban con nosotros...
—
Jamás seréis más que eso. Podéis cambiar vuestros nombres, prometer crearos vuestro propio futuro. Pero siempre seréis copias, y jamás nada más.¿Lo éramos? Yo mismo había cambiado mi nombre, pero no porque quisiera abandonar mi pasado. No, sino porque quería mirar al frente al futuro como una persona nueva, tal y como
Erased decía que no podía hacerlo. ¿Pero entonces todo eso no tenía significado? Apenas había tenido tiempo de pensar en aquellos últimos días, después de enterarme de la verdad... Una lucha tras otra, siempre buscando sobrevivir; conociendo nuevos aliados, perdiendo gente querida, reencontrando amigos valiosos.
—
No. Tú y yo lo somos. Ellos son distintos. Ellos son únicos.Sencillamente, no había podido pararme a pensar sobre mí. Y mucho menos a hablar con Maya, a ayudarla con el problema que compartíamos; a ella, que era sólo una niña, que aunque no le agradase aceptarlo, era frágil como una muñeca.
—
¿Y qué les hace tan especiales?No había sido justo. No era justo.
Si tan sólo, por un momento... si pudiesen...
—
Por favor... sólo por un instante...—
Eso depende de ellos.—
Parad.Eileen desapareció en la más brillante luz, reapareciendo en la gran vidriera de la cual Alec había saltado. Estaba dispuesta a observarnos solamente, porque confiaba en nosotros. Pese a que el mundo, ese mismo que yo había jurado comenzar a proteger y a moldear como era debido, ya había sido perdido... seguía confiando en nosotros. Incluso después de todas las derrotas y pérdidas que habíamos sufrido... seguía confiando en nosotros.
—
Está bien. Si ella cree que podéis hacerme frente dadme al menos un ratito de diversión antes de que llegue Nadhia.Pero aun así... el mundo no estaba dispuesto a detenerse.
***—
El mundo debería guardar silencio. Debería detenerse y callar.—
Enhorabuena, nuevo Game Master. Comete los mismos pecados que Ariasu, por favor. Estoy hambriento de ellos.—
Quiero correr. Esto no es realidad, física o digital: es una pesadilla. Sin tiempo para imaginar un futuro, sin tiempo de rememorar el pasado, sin tiempo de disfrutar el presente...
>>¿Cómo es esto tan fácil para Alec? ¿De dónde ha sacado la fuerza...? Comparado con él, no soy nada. No soy digno de ser único. Ni siquiera sé si quiero ser único. ¿No soy Xefil...? ¿Cómo pueden estar tan seguros de eso? ¿Estoy equivocado al pensarlo?—
Por favor, menos sentimentalismo. Traicionarás a todos estos chicos en cuanto tengas la oportunidad, como habrían hecho todos tus amigos. ¿Acaso no mataste una vez ya a Light?—
Eileen está convencida de que puedo encontrar mi propio yo, mi corazón. Pero lo he visto. Lo he visto con mis propios ojos: sólo un caos de caracteres desordenados, corruptos por aquellos estúpidos "coding error", causados por la Locura y esta maldita Bruja.
>>¿Cómo puedo ser único, si siempre he sido el Monarca de la Locura? Desde mi "despertar" como Caballero, he estado huyendo de una gigantesca sombra que me pisa los talones. Con el tiempo, Xefil perdería y era estúpido pensar lo contrario. Primero se había negado y luego se había convencido a sí mismo que podría dominarse, dominarla, si era para proteger a aquellos que eran importantes. Pero al final, siempre era una lucha que estaba destinado a perder.—
Tuve un sueño una vez, Eileen. Bueno, resulta que lo único que he podido hacer en dieciséis años eliminado mi cuerpo digital es soñar. Incluso antes de que se crease una copia de él, de mí... Ya estaba echado a perder. Desde el principio, aunque intentase negarlo, estaba determinado a fallar. Cada vez empujaba mis límites más lejos, permitiéndome romper las cadenas de Némesis una por una, para tomar prestado su poder. ¿Y creía que iba a poder con ello? Algún día, si es que no había pasado ya allí afuera, Xefil perdería su batalla.
>>Si mi original ya era un error de la naturaleza... ¿cómo pretendían que yo no fuese un error digital?—
En mi sueño te alcanzaba, pasaba a dominar este mundo y me reunía con mi auténtico ser. Una vez juntos destruíamos este lugar para crear lo que quisiéramos: cientos de tús, por ejemplo. Desgraciadamente, lo que siempre más quería era incapaz de ser reproducido en esta masa de ceros y unos. Tan cerca y tan lejos.—
Tengo miedo. Tengo miedo... porque sé que no soy suficiente. Porque sé que no me comparo. Si pudiera ver mis ojos, no vería más que el color de la sangre. No puedo escapar de la Locura, porque la Locura es parte de mí. Con Bruja demente o sin ella... esa arma de doble filo es la que siempre he tomado entre mis dedos. Esa Danza de la Demencia era mía y sólo mía... no de nadie más.
>>Hicieron una copia defectuosa de un ser defectuoso.
>>Light nunca se ha rendido y lucha por Ragun y sus amigos con todas sus fuerzas. Alec está dispuesto a no quedarse en el margen, a no convertirse en un sitio vacío. Crow está determinado a dejar su pasado detrás y a pelear por un nuevo futuro. Zait busca proteger a su hermano y a cobrar venganza, o justicia. Maya espera reencontrarse consigo misma algún día, y sencillamente ser quien quiere ser. Fátima quiere demostrar su valía y ayudar a Neku, que sólo quiere su hogar y sus amigos de vuelta.
>>Pero yo... ¿por qué lucho?—
Y entonces desperté. Lo hice rememorando sus recuerdos, los últimos días que pasaste con él. ¿Te acuerdas? La tortura, la investigación, Ryota... Pero no era lo mismo. ¡No eras tú! Era tu cuerpo físicamente, pero la mente, los ojos, el corazón... Se trataba de otra persona completamente distinta.—
Escúchalos... escúchalos hablar, Xefil. Siguen cambiando, salvajes, imparables... Y luego mira a tu copia: congelada, aterrada en su sitio, sin saber qué hacer... o quién ser. Es patético lo que has creado, lo que hemos creado. Un error, producto de otro error.
>>¿Qué quieres, Felix...? "Quiero que este mundo sea libre. Quiero tener una vida con mis amigos, ahora que sé que no puedo volver a ser un Portador. Quiero jugar Struggle, comer helado, subir a los trenes, correr por la Plazoleta, ver el atardecer... Y los quiero a todos a mi lado. Conocidos o sin conocer. Quiero que esta Villa Virtual viva libre de todas cadenas. Sin Reapers, sin Avatar, sin Corrupted Data, sin Erased, sin Eileen. Sólo un mundo despreocupado, lejos de la realidad. Un mundo como cualquier otro. Eso nos volvería reales".
>>Estaba dispuesto a luchar por eso. Estaba dispuesto a arrebatarle todo a los Reapers y a Avatar; y a Eileen, si era necesario. Asegurarme de que nadie jamás tocase nuestro pequeño refugio y lo usara para el mal nunca más. Si alguien quería jugar a ser Dios, yo podía ser el Demonio, desafiándolo en todo momento.
>>Pero luego... murieron. Hanekoma murió. Mei murió. Ragun murió. La pareja cuyos nombres nunca conocí murió. Hana murió. Yagami murió. Mickael murió. Neas murió. Fyk murió. Hiro murió. Exuy murió. Hikaru murió. Saxor murió. Beat murió. Incluso Andrei, y Diana, y Ryota, y Alexis, y Shinju, y Ariasu. La mismísima Villa cayó bajo la Corrupción. Todos, todos, absolutamente todos... murieron. Al final, no quedamos más que seis. Sólo seis...
>>¿Cómo pretendía crear un mundo con seis habitantes y una villa corrupta?—
Y su nombre, surgido de la nada en mi mente, se volvió una obsesión para mí. ¡No podía dejar de pensar en ella! Una chiquita entrometida, una suicida, una idiota. Su nombre todavía me acosa ahora mismo. Quiero que cese, Eileen. Quiero callarla para entonces ir a por ti.—
No tengo nada por qué luchar. No tengo nada. ¿Por qué debería molestarme en ser alguien, si al final no queda nada más que muerte? ¿Vacío, Oscuridad...? Erased...
>>...Erased tiene razón.—
¿Verdad, Nadhia?***La mención de su nombre me obligó a alzar la vista. El movimiento de cabeza que de otra manera hubiese requerido un esfuerzo sobre humano no necesitó más sino la acción simultánea de varios músculos. Cuando incluso respirar para mantenerme vivo costaba un Infierno... pude levantar la cabeza y mirar al frente.
Ni siquiera había notado que me hallaba en el suelo de rodillas, con lágrimas bajando por mi rostro. Qué curioso era aquello.
Y mis ojos se toparon con ella. La buscaron por unos instantes, recorriendo todas las vidrieras en un instante; y luego se la encontraron, de pie frente a la puerta por la que habíamos llegado. Y parecía que brillaba, que de ella salía una luz más poderosa que la de Eileen. Nadhia... Nadhia Hoghes, la niña testaruda...
Estaba viva. Estaba viva y estaba allí.
—
¡Na-!Cuando quise pronunciar su nombre, algo me interrumpió. Una punzada en el centro de mi pecho, destrozándome desde el interior, demoliendo mi pobre corazón digital. Aquel dolor no se comparaba con el que Erased había provocado al atravesarme con su sable. No, porque aquel dolor no era físico.
Era mi corazón, rompiéndose en pedazos. Era mi corazón rindiéndose.
De rodillas como estaba, sólo me desplomé al frente. Mi torso no pudo sostenerse a sí mismo y la gravedad lo arrastró hasta el cristal, donde mi cabeza se estrelló y rebotó. Si era coincidencia o si era el destino, no lo supe, pero al caer terminé viendo en dirección a mi compañera.
—
Maya... —murmuré. Pero si logró escucharme y se aproximó a ayudarme nunca lo supe. Si lo intentaba, se encontraría con que era imposible sanarme, pues no tenía ninguna herida; sus hechizos sencillamente rebotarían. Pero incluso así incluso si la niña se acercaba hasta mí y gritaba mi nombre... no lo notaría.
Porque en aquel momento, mi deseo se cumplió. El mundo se detuvo. Alguien más estaba junto a ella.
Con una mano sobre el hombro de la niña, Némesis me observaba fijamente. En sus ojos carmesíes y en su rostro pálido, sin embargo, no se hallaba la usual expresión de orgullo y prepotencia. Sólo había decepción y lástima. Incluso la Bruja Eterna se lamentaba por mí en mi situación.
Era la misma de siempre, sin embargo. Las sombras no la ocultaban como lo habían hecho cuando la conocí por primera vez, pero sabía que era ella. Con su corto cabello blanco, tan blanco como la nieve, que descendía en rizos hasta sus hombros; con sus grandes y brillantes ojos color rubí, tan femeninos y llamativos; con el atuendo de sirvienta blanco y negro que había usado, decía, el mismísimo día que había cometido su pecado; con las vendas cubriendo las heridas de sus brazos, aquellas de las cuales había conseguido sangre para sus sacrificios; con sus alas, creadas por ella misma, saliendo de su espalda, excepto que esta vez no sostenían ni un solo cristal.
Némesis, la Bruja Eterna estaba allí. Incluso cuando ella estaba dentro de Xefil, no de mí. Incluso cuando yo era una copia que en su pecho no llegaba más que un arreglo de números. Incluso cuando tener visiones y soñar en aquel mundo era imposible. Incluso así, estaba allí.
—
Estoy alucinando, Maya... Estoy muriendo, creo... —reí con frialdad, crudo—.
Qué patético.Pero la Bruja se hincó a mi lado y colocó sus manos sobre las mías. Aquel gesto de amabilidad era el único, al menos físico, que me había dedicado jamás.
O lo era, hasta que me dio un fuerte pellizco. Mi mano se apartó al instante, huyendo de aquello que le había hecho daño.
—
Ese es tu cerebro engañándote. Pero el punto que intenta demostrar es el mismo... puedes moverte.
>>Así que ponte de pie y lucha.—
¿Me he vuelto loco...? —murmuré. Pero supe que la Bruja tenía razón. Recuperé conciencia de mi cuerpo al instante. Si quería, podía moverme. Entonces todo aquello... ¿qué significaba? ¿Había sido un drama por mi parte caer al suelo de esa manera? ¿Había estado exagerando mis emociones? ¿O realmente mi cuerpo había resentido mi completa decepción y mi derrota?
—
¿No lo has estado siempre...? Porque ése, Monarca de la Locura...Su cuerpo cambió. Un velo de estática la cubrió por unos instantes, cambiándola justo frente a mis ojos. Y en unos instantes, quien se hallaba frente a mí no era Némesis. Sino...
—
Es nuestro don.Era yo. El joven que se hallaba de pie junto a Maya, aunque inexistente para ella, era yo. Con mi cabello desaliñado y de mechones largos y descuidados, producto de meses y meses en los que el entrenamiento había sido más importante y en los que ya no era necesario mantener una perfecta imagen para la nobilidad. Con mis ojos marrones y mi media sonrisa con la que siempre intentaba tranquilizar a los otros. Con el atuendo que yo mismo había armado, intentando balancear utilidad y elegancia.
Yo. Pero no Felix, el Jugador que había sobrevivido seis días en un mundo ajeno. No, sino el noble que había perdido a su familia bajo un hechizo y que había viajado a incontables estrellas a defender al universo de los Sincorazón... Xefil Arazecsson.
—
No puedes estar aquí... No eres real... —
Claro que no estoy aquí, y claro que no soy real. Pero aun así, vine a rescatarnos.
>>Ese es el don de la Locura. El estar loco te permite ver cosas que los demás no ven, oír cosas que no pueden oír y sentir cosas que no pueden sentir. Y a veces... esas cosas son justo lo que necesitas.
>>Ahora, ponte de pie. Recuerda que no tienes tiempo para pensar —me guiñé a mí mismo un ojo—.
Y nos necesita. Todavía tienes que protegerla.Miré hacia donde el Xefil imaginario señalaba. Allí se encontraba Nadhia, tan frágil como yo, de rodillas en el suelo. Se hallaba ensimismada, tanto que parecía haber entrado en shock.
Todavía tenía que protegerla. Y no sólo a ella. A Maya y a todos los demás. Eso era lo que quería hacer.
Me puse de pie de un salto. Si mi compañera se había acercado a ayudarme, se lo agradecí con un apresurado beso en la mejilla, sin decir nada más. Eché a correr y materialicé mi daga en mi mano, por si alguien intentaba detenerme. Avancé con tal velocidad que llegué hasta donde Nadhia en unos segundos; y la única manera de parar fue dejarme caer y deslizarme sobre el cristal con mis rodillas.
—
¡Nadhia, Nadhia!Intenté tomar a la chica del rostro, para verla a los ojos, pero me fue imposible. Para mi sorpresa, al sentir mis manos, lo que Nadhia hizo fue lanzarse a mí en un abrazo. Aliviado por su tacto, le respondí de inmediato, hundiéndome en su hombro para sentir su fragancia de nuevo.
—
Nadhia... ¿estás bien? Oh, estás viva... Viva... —murmuré, separándome un poco para apartarle el cabello del rostro. Sin poder creerme que la tuviera conmigo en aquel momento, apoyé mi frente contra la suya, agradecido—:
Estás aquí, y estás viva... Cuando vi sólo seis vidrieras, pensé... Y cuando Erased dijo que habías... —
¿X-Xefil? Tú también... estás vivo —Nadhia se llevó la mano al sombrero que llevaba en la cabeza; azul, cubierto de estrellas y puntiagudo, como el de una hechicera. Cuando hice ademán de tocarlo, sin embargo, la chica me apartó a un lado—.
Sí... yo estoy viva. Tengo que estarlo, ¿no?—
Más te vale...—
¿Qué ha pasado? ¿Dónde está? ¿Él...?—
Somos los que quedamos... Sólo nosotros. Y él es... —tragué saliva, mirando al encapuchado del que estábamos hablando—.
No sé, es sólo... Datos. Todo dentro de él está... mal. Insiste en que es igual a nosotros, que nuestra oscuridad lo hace fuerte y que es... Que es quien vino primero: la primera Réplica.—
Esa réplica... es la copia de alguien que hizo mucho daño en el pasado, Xefil. A Ryota... y a Eileen —Nadhia miró hacia arriba, hacia donde estaba la joven, y sonrió. Sin embargo, su gesto se fue borrando conforme comenzó a hablar—:
No sé si realmente pasó o no. Me tuvo cautiva, un tiempo que me pareció una eternidad. Me despedazó, me... me abrió las entrañas una... y otra vez... lo sentí en mis carnes, la tortura de Eileen. Sólo sé... que deseaba morir.Aquello me enfurecía. Se habían atrevido a lastimarla, a borrar su sonrisa. Sin saber cómo consolarla, no supe hacer más sino buscar su mano con la mía.
—
Seguí a los recuerdos de Eileen y... lo siento. Tampoco sé si esos sentimientos eran míos, pero decidí acabar con todo tirándome de la Torre. Aquel fue el final de Eileen. Y puede que... el mío también...
>>> No permitiré... que nadie vuelva a pasar por eso otra vez. Nunca más. Se lo prometí a ella. —
Eileen... Es ella, ¿no? —quise confirmar lo que ya había asumido, mirando en dirección a la joven—.
La Creadora... es ella, ¿verdad? Creo que la conocí. El primer día... Ryota y Ronin, y ella... parecían ser tan felices juntos, los tres...
>>¿Qué pasó para que terminaran así...? Y tú, que viviste lo mismo que ella... —acaricié la mano de Nadhia, intentando que mi gesto ilustrara mis disculpas—.
No hubo nadie para protegerte, ayudarte...
>>Yo... lo siento mucho...—
Eileen era la persona más importante para Ryota. Él le engañó, y usó ese afecto en su beneficio para apoderarse de ella. Es un ser despreciable... No tienes por qué sentirlo. Yo estaba muy lejos de vosotros.
>> Y habréis sufrido mucho...—
Nadhia...Súbitamente, un nuevo espectáculo luminoso irrumpió en aquel lugar. Sin saber muy bien qué hacer al respecto, abracé a Nadhia para que quedase protegida en mi pecho, mientras yo cerraba mis ojos con fuerza e intentaba esconderlos entre su cabello. Aun así el destello era tan potente que supe exactamente cuánto duró y en qué momento desapareció, incluso tras haber ocultado mi mirada.
—
¿Q-Qué ocurre? Esta calidez... ¿Light? —murmuró Nadhia, sin que yo supiera muy bien qué estaba ocurriendo. Sin embargo, comprendí por qué había dicho eso: la vidriera bajo nuestros pies... Había cambiado. Era de Light. Era su corazón.
—
Lo hizo —murmuré, sonriente y orgulloso por mi amigo—.
Maldita sea, ¡lo hiciste! Light llegó hasta nosotros con su usual sonrisa determinada, cargando consigo su nueva y fantástica arma. La hoja de su espada brillaba con una intensidad increíble, mientras que la empuñadura era tan oscura que eclipsaba al vacío que nos rodeaba.
—
Tienes buen aspecto —señaló Nadhia sonriente. Luego de ello, apuntó con su mano a la espada de Light y preguntó, titubeante—:
¿R-Ragun?Aquello me sorprendió un poco, tanto que permití que un silencio se alzara entre nosotros. El arma definitiva de Light, su corazón personificado...
Ragun.—
Oh, sí, lo siento... —me excusé, recordando que Nadhia necesitaba explicaciones—.
Gran nombre. Light y Ragun... bueno, te sorprenderás, pero terminaron siendo compañeros. Y qué buenos... —miré a la espada con orgullo. Por lo bajo, donde Light no podía escucharme, añadí—:
Al final, ambos lo lograron...Sonriente, finalmente logré ponerme de pie. Sin soltar en ningún momento la mano de Nadhia, le ayudé a incorporarse también.
Fue entonces cuando Light me dio el último empujón que necesitaba. Con un deseo sincero, una petición de amigo... me encomendó proteger a Nadhia. Y eso fue lo que me llenó, finalmente, de determinación. Sin dudar ni un instante, asentí terminantemente con la cabeza.
—
Xefil, yo también voy a luchar —expresó Nadhia.
—
Como si no supiera ya, testaruda —respondí, apretando su mano con fuerza una última vez antes de soltarla, dándole suficiente espacio.
—
Mi arco será el corazón de Eileen. Una nueva fuerza me llenó mientras apretaba con seguridad mi daga incorpórea, después de cambiarla a mi mano dominante. La giré, juguetón, y luego me giré hacia Maya:
—
¿Estás lista, pequeña?No obstante, al girarme de nuevo hacia Nadhia, me encontré con una frase que todavía no estaba listo para escuchar:
—
Xefil, tú también eres como Light —me dijo, refiriéndose a mi vidriera—.
Estás preparado para aceptar quién eres. Negué con la cabeza y retrocedí medio paso, mientras Nadhia preparaba su flecha. Yo no estaba listo, no todavía... No tenía la fuerza suficiente, no después de todo lo que había ocurrido; no después de todo lo que había pensado.
El don de la Locura. De ver sólo lo que necesitas ver.Giré la cabeza en dirección a donde había caído al suelo, a donde había sufrido aquel breve episodio. Aquel había sido yo... Ninguna Bruja, ni ningún Xefil de una realidad alterna. Había sido yo, viendo justo lo que necesitaba ver...
Justo como la luz que brillaba alrededor de Nadhia, como un aura angelical, cuando volví a girarme hacia ella.
Lo que necesitaba...
—
¡¡Esta vez no estoy sola!! ¡¡No dejaré que nos pongas una mano encima!! ¡¡Ni a mí, ni a Eileen, ni a mis amigos!!...justo frente a mí.
—
¡Por favor, espera! —exclamé sin pensarlo, dejando que las palabras escaparan de mi boca. Justo después de que Nadhia disparase su flecha, solté aquello con desesperación, como si al no decirlo pudiese perder la vida. Hice desaparecer mi daga y, sin decir nada más al respecto, tomé a Nadhia de la mano y de la cintura, para luego atraerla hasta mí—.
Hay algo...La miré directamente a los ojos, y al instante sentí que quería apartar la mirada. Como todas aquellas decenas de veces que habíamos terminado viendo al otro, toda clase de murallas alrededor de mi persona se desplomaron al instante. Frente a ella, y cuando no había nada más importante que ella, me volvía un niño nervioso: mis dedos comenzaban a temblar, mi voz a quebrarse y mis mejillas a encenderse.
Pero aquella vez, no había vuelta atrás; tampoco había un Tandy para interrumpirme. Iba a cuidar de ella, lo había prometido, y para ello debía de...
Me acerqué a su oído, atrayéndola a mí tanto como me fue posible. Y en un murmullo tan suave que nadie, absolutamente nadie en el mundo salvo ella, pudiese escucharme... le dije justo lo que sentía.
Dos sencillas palabras, tan simples de pronunciar, pero con un significado tan poderoso para ella y para mí.
Sabía que había sido la decisión correcta. No era precisamente una confesión, pues era cierto que ya ambos los sospechábamos de cierta manera... Era más una confirmación: una señal de que finalmente me había armado de valor y estaba dispuesto a luchar no sólo por mí, sino también por ella. Por los dos.
Me aparté y le dediqué la más grande de las sonrisas, tan inmensa como estúpida. Apreté sus manos con fuerza y luego señalé las vidrieras con la cabeza, queriéndole hacer saber que, gracias a ella, creía estar listo.
Esa Locura era mi don. Al igual que mi pasado, el pasado de mi original, era parte de mí y me volvía quien era realmente. Era una equivocación considerarla un error o un defecto, cuando no era más sino un componente esencial de mi vida. Era problemática y arriesgada, peligrosa y fatal, pero era mía al fin y al cabo.
Lo mismo sucedía con mi pasado: era una parte de mí que no estaba dispuesto a tirar a la basura. Mitad real, mitad digital. Mitad Xefil, mitad Felix. Llevarse a uno de los dos no me iba a volver un ser completo. Sencillamente... me dejaría a la mitad.
Había llegado a ese mundo como Xefil. Y estuve vivo desde el principio. Así que me negaba a convertirme en alguien más. Si eso requería dejar atrás aquello que me volvía quien era, defectuoso o no, era un desperdicio total. Y si jamás lograba descubrir mi verdadero potencial de esa manera, entonces estaba dispuesto a vivir con ello.
No, no iba a determinar quién era. No iba a decirlo con tanta seguridad como quien dice que el cielo es azul. Pretender que podía convertirme en alguien nuevo en cinco minutos con la excusa de volverme más fuerte, de estar completo, de ser real... era una tontería.
Si realmente era único, entonces estaba dispuesto a descubrirlo por mi cuenta. Pero no así.—
No voy a dejar atrás mi pasado... —expresé—.
No voy a tirar a la basura algo tan preciado como eso; me define tanto como mi Locura, mis sueños, mis miedos, mis ideales. Es cierto: no sé quién se supone que deba ser... —miré a Nadhia a los ojos—.
Pero sé quién fui, Xefil; y sé quién soy, Felix. Y sobre quién puedo llegar a ser... quiero luchar por saberlo. Estoy dispuesto a descubrirlo. Puedo crear un brillante futuro para mí.Tomé la mano de Nadhia con fuerza, preparado para acompañarla en todo momento.
—
¡Por ella, lo haré lo mejor que pueda!