Re: The End - Ronda #4
Publicado: Lun Dic 30, 2013 9:55 pm
—¿Es que me engañan los oídos? ¿De verdad me necesitas, princeso?
—¡Sí! —rugí, extendiendo ambas manos a los Incorpóreos, dispuesto a cambiar mi estrategia para continuar con hechizos gravitatorios—. ¿Puedes hacer algo? ¿Puedes?—Joshua no me respondió. En lugar de ello, decidió sacar un teléfono móvil del bolsillo de su camisa. Y así, sin más, se puso a escribir un mensaje—. No me jodas que tienes cobertura ahora.
Muy pronto, sin embargo, entendí que el Compositor no estaba mensajeándose con Mami o jugando Snake. Cuando volvió a dirigir su mirada hacia los Incorpóreos, comprendí que aquello era parte de algún plan que yo todavía no entendía. Recé porque su móvil tuviese alguna función oculta o que hubiese llamado a alguien cuya existencia todavía no nos hubiese sido revelada, porque de lo contrario estaríamos acabados.
Y entonces los Incorpóreos miraron al cielo. No diría que asustados, porque las bestias no poseen sentimientos, pero sí extrañados sin duda. Salidos del vacío, decenas de objetos cayeron como una especie de lluvia. Todos objetos urbanos y cotidianos transformados en letales meteoritos. Neumáticos, señales, máquinas expendedoras, autos y bicicletas... Gran parte de nuestros enemigos pereció sepultada.
—¡Sí, eso es fantástico! —felicité. No obstante, al instante tuve que volver a alzar las manos, porque el ejército se recuperó en sólo unos cuantos segundos. Incluso con la ayuda de Joshua, seguían siendo demasiados como para detenerlos. Y con Ariasu y Eileen ocupadas, dependía de sólo nosotros cuatro enfrentarnos a aquella interminable horda.
—¡Ah, demonios!
Uno de los Incorpóreos se escabulló en el último momento, esquivando la lluvia de Joshua, las cartas de Joker y mis propios hechizos. Como una infernal serpiente, se deslizó por el suelo a una velocidad increíble; en unas milésimas, ya estaba frente a mí.
Intenté dar un salto hacia atrás, pero su cuerpo se enredó alrededor de mis rodillas y me impidió moverme. Inmediatamente materialicé mi daga e hice amago de clavársela a la criatura, pero fue demasiado veloz: escaló por mi cuerpo y bloqueó los movimientos de todas extremidades.
—¡Quítate, fuera! —rugí, sacudiéndome. Mi mente trabajaba a mil por hora, intentando buscar una solución con los recursos que me quedaban. Pero aquella bestia se movía todavía más rápido... se acercó a mi rostro, posando sus ojos amarillos a sólo unos pulgadas de los míos, y abrió sus fauces para asestar el golpe fatal—. ¡Ayuda! —fue lo único que se me ocurrió gritar, mientras alejaba la cabeza tanto como mis músculos me lo permitían.
Respondiendo a mis plegarias, un disparo se estrelló en el Incorpóreo, desintegrándolo inmediatamente. Retrocedí un par de pasos en cuanto perdí el equilibrio, pues toda la tensión que había puesto en mi cuerpo de pronto se encontró con que ya no había nada deteniéndolo. Me llevé una mano a la cabeza, sin poder creerme que hacía sólo unos instantes había estado tan cerca de perder... era tan sencillo morir en aquel apocalipsis.
Me giré en todas direcciones, buscando a mi salvador. Sabía muy bien que ni Joker, ni Light, ni Joshua tenían armas de fuego. ¡Había alguien más, tenía que haberlo!
Una nueva serie de disparos me otorgó las pistas que necesitaba: siguiendo el sonido, dirigí mi mirada hacia la cima de uno de los edificios, donde distinguí la silueta de una joven, quien inmediatamente saltó al centro de la tormenta, justo sobre los Incorpóreos. No pude reconocerla debido a sus rápidos movimientos, pero al niño que había estado detrás de ella...
—¿Maestro Akio...?
—Mirad quiénes han sobrevivido —comentó Joshua, agradeciendo en silencio la ayuda y dirigiendo sus ataques hacia otra zona—. Me pregunto quién les habrán recordado quiénes eran antes del juego...
—¿¡Los Maestros!? —exclamé, entusiasmado. ¡Así que habían sobrevivido! Era un alivio tenerlos allí. ¡Jamás en mi vida me había alegrado tanto de ver a Kazuki! La chica que había saltado a la multitud debía ser la Maestra Lyn, sin duda... Y la que apoyaba a mi Maestro con un magnífico hechizo ígneo debía ser la Maestra Rebecca.
No pude evitar soltar una carcajada cuando la Maestra Yami apareció montada sobre una mariposa gigante.
—¡Abierto! —llamó Ariasu, declarando que finalmente había logrado hackear la puerta. Sin necesidad de que lo repetiera por segunda vez, inmediatamente me di la vuelta y eché a correr hacia la puerta. Eileen y Joshua iban delante de mí, y no tardaron ni un segundo en cruzarla.
—¡Deprisa! —exclamé, girando mi cabeza hacia Joker y Joshua, cuando sólo me quedaba un paso para seguir al Compositor y la Creadora. Luego me giré hacia Ariasu, sin poder evitar dedicarle una sonrisa sincera...
...cuando una terrible sensación invadió mis oídos. Una estática que en realidad no estaba allí, sino en el interior de mi cabeza, apareció en cuanto mis ojos se toparon con los de Ariasu. Y entonces comprendí... que la Corrupción se estaba apoderando de ella. No pretendía seguirnos.
Sin decir nada al respecto, la Maestra me sujetó del hombro y me sostuvo la mirada. El sonido aumentó hasta ser insoportable, pero me esforcé por no demostrarlo con ningún gesto. En silencio, tomó la cajita de madera que había estado protegiendo y me la tendió, esperando que la tomara.
—Ve.
La tomé con la mano izquierda, apretándola con fuerza. Con la otra mano, sujeté por un momento el antebrazo de Ariasu.
—Gracias. Ganaremos —prometí. Tras aquello, miré por encima de su hombro y grité con tanta fuerza como puede permitirme—: ¡¡Maestros...!!
Como reflejando las mismas palabras que Ragun me había dicho cuando todo había comenzado, les rogué:
>>¡¡No mueran!!
Y con una sonrisa de determinación, me di la vuelta y entré al edificio. Guardé la cajita en el interior de mi saco y me apresuré a seguir a Joshua y a Eileen por las escaleras.
—¡Sí! —rugí, extendiendo ambas manos a los Incorpóreos, dispuesto a cambiar mi estrategia para continuar con hechizos gravitatorios—. ¿Puedes hacer algo? ¿Puedes?—Joshua no me respondió. En lugar de ello, decidió sacar un teléfono móvil del bolsillo de su camisa. Y así, sin más, se puso a escribir un mensaje—. No me jodas que tienes cobertura ahora.
Muy pronto, sin embargo, entendí que el Compositor no estaba mensajeándose con Mami o jugando Snake. Cuando volvió a dirigir su mirada hacia los Incorpóreos, comprendí que aquello era parte de algún plan que yo todavía no entendía. Recé porque su móvil tuviese alguna función oculta o que hubiese llamado a alguien cuya existencia todavía no nos hubiese sido revelada, porque de lo contrario estaríamos acabados.
Y entonces los Incorpóreos miraron al cielo. No diría que asustados, porque las bestias no poseen sentimientos, pero sí extrañados sin duda. Salidos del vacío, decenas de objetos cayeron como una especie de lluvia. Todos objetos urbanos y cotidianos transformados en letales meteoritos. Neumáticos, señales, máquinas expendedoras, autos y bicicletas... Gran parte de nuestros enemigos pereció sepultada.
—¡Sí, eso es fantástico! —felicité. No obstante, al instante tuve que volver a alzar las manos, porque el ejército se recuperó en sólo unos cuantos segundos. Incluso con la ayuda de Joshua, seguían siendo demasiados como para detenerlos. Y con Ariasu y Eileen ocupadas, dependía de sólo nosotros cuatro enfrentarnos a aquella interminable horda.
—¡Ah, demonios!
Uno de los Incorpóreos se escabulló en el último momento, esquivando la lluvia de Joshua, las cartas de Joker y mis propios hechizos. Como una infernal serpiente, se deslizó por el suelo a una velocidad increíble; en unas milésimas, ya estaba frente a mí.
Intenté dar un salto hacia atrás, pero su cuerpo se enredó alrededor de mis rodillas y me impidió moverme. Inmediatamente materialicé mi daga e hice amago de clavársela a la criatura, pero fue demasiado veloz: escaló por mi cuerpo y bloqueó los movimientos de todas extremidades.
—¡Quítate, fuera! —rugí, sacudiéndome. Mi mente trabajaba a mil por hora, intentando buscar una solución con los recursos que me quedaban. Pero aquella bestia se movía todavía más rápido... se acercó a mi rostro, posando sus ojos amarillos a sólo unos pulgadas de los míos, y abrió sus fauces para asestar el golpe fatal—. ¡Ayuda! —fue lo único que se me ocurrió gritar, mientras alejaba la cabeza tanto como mis músculos me lo permitían.
Respondiendo a mis plegarias, un disparo se estrelló en el Incorpóreo, desintegrándolo inmediatamente. Retrocedí un par de pasos en cuanto perdí el equilibrio, pues toda la tensión que había puesto en mi cuerpo de pronto se encontró con que ya no había nada deteniéndolo. Me llevé una mano a la cabeza, sin poder creerme que hacía sólo unos instantes había estado tan cerca de perder... era tan sencillo morir en aquel apocalipsis.
Me giré en todas direcciones, buscando a mi salvador. Sabía muy bien que ni Joker, ni Light, ni Joshua tenían armas de fuego. ¡Había alguien más, tenía que haberlo!
Una nueva serie de disparos me otorgó las pistas que necesitaba: siguiendo el sonido, dirigí mi mirada hacia la cima de uno de los edificios, donde distinguí la silueta de una joven, quien inmediatamente saltó al centro de la tormenta, justo sobre los Incorpóreos. No pude reconocerla debido a sus rápidos movimientos, pero al niño que había estado detrás de ella...
—¿Maestro Akio...?
—Mirad quiénes han sobrevivido —comentó Joshua, agradeciendo en silencio la ayuda y dirigiendo sus ataques hacia otra zona—. Me pregunto quién les habrán recordado quiénes eran antes del juego...
—¿¡Los Maestros!? —exclamé, entusiasmado. ¡Así que habían sobrevivido! Era un alivio tenerlos allí. ¡Jamás en mi vida me había alegrado tanto de ver a Kazuki! La chica que había saltado a la multitud debía ser la Maestra Lyn, sin duda... Y la que apoyaba a mi Maestro con un magnífico hechizo ígneo debía ser la Maestra Rebecca.
No pude evitar soltar una carcajada cuando la Maestra Yami apareció montada sobre una mariposa gigante.
—¡Abierto! —llamó Ariasu, declarando que finalmente había logrado hackear la puerta. Sin necesidad de que lo repetiera por segunda vez, inmediatamente me di la vuelta y eché a correr hacia la puerta. Eileen y Joshua iban delante de mí, y no tardaron ni un segundo en cruzarla.
—¡Deprisa! —exclamé, girando mi cabeza hacia Joker y Joshua, cuando sólo me quedaba un paso para seguir al Compositor y la Creadora. Luego me giré hacia Ariasu, sin poder evitar dedicarle una sonrisa sincera...
...cuando una terrible sensación invadió mis oídos. Una estática que en realidad no estaba allí, sino en el interior de mi cabeza, apareció en cuanto mis ojos se toparon con los de Ariasu. Y entonces comprendí... que la Corrupción se estaba apoderando de ella. No pretendía seguirnos.
Sin decir nada al respecto, la Maestra me sujetó del hombro y me sostuvo la mirada. El sonido aumentó hasta ser insoportable, pero me esforcé por no demostrarlo con ningún gesto. En silencio, tomó la cajita de madera que había estado protegiendo y me la tendió, esperando que la tomara.
—Ve.
La tomé con la mano izquierda, apretándola con fuerza. Con la otra mano, sujeté por un momento el antebrazo de Ariasu.
—Gracias. Ganaremos —prometí. Tras aquello, miré por encima de su hombro y grité con tanta fuerza como puede permitirme—: ¡¡Maestros...!!
Como reflejando las mismas palabras que Ragun me había dicho cuando todo había comenzado, les rogué:
>>¡¡No mueran!!
Y con una sonrisa de determinación, me di la vuelta y entré al edificio. Guardé la cajita en el interior de mi saco y me apresuré a seguir a Joshua y a Eileen por las escaleras.