[Evento Global] Ruta de los Perdidos

[Marioxulo]

EL camino hacia el castillo fue lento y tedioso. Cuando llegamos, el Guía apareció frente a nosotros. Nos explicó que, con cierto esfuerzo, se podían alterar los recuerdos que uno tenía, y que esa visión de Tierra de Partida correspondía a como la veía Aaron, como si de una mazmorra se tratase. Además, nos avisó de que era importante recordar lo que las reminiscencias del recuerdo nos dirían. No sabía si se trataba de una trampa o de una verdadera advertencia, pero era algo que, sin duda, habría que recordar.

Con un enorme ruido, las puertas del castillo se abrieron, dejando a la vista una curiosa cuanto menos versión del castillo. Las paredes estaban cubiertas de zarzas y el color de estas era mucho más oscuras, de un tono casi negro. En las escaleras que llevaban a la sala del trono había un niño que nos miraba impasiblemente.

—Acerquémonos a hablar con él. Quizás lo que dijo el Guía era cierto y podemos sacarle algo de información. Además, deberíamos esperar a que llegaran el resto antes de enfrentarnos a Aaron. Cuantos más seamos, mejor.

Me acerqué entonces a hablar con aquel chaval.

―Hola... ―dijo el muchacho. En sus manos tenía un peluche que el mismo había roto―. ¿Queréis j̴̧͚́u̜͘ģ̷̱̘̲̗̲͕͘ͅa̩̦̜̘̩̠̗̥͡r̶̡̻͇͍̬ͅ conmigo? Mi madre no está...

—¿Estás tu aquí solo? Lo siento por ti, joder —me senté a su lado—. ¿A dónde fue tu mamá? Bueno eso da igual, jugaré contigo. ¿A que te apetece jugar?

[RedXIII]

—¿¡Tratas de tomarme el pelo!? Aaron estaba encerrado en su cuarto preparando las pruebas de Maestro cuando Nanami empezó a practicar magia sin supervisión. Ella... Trataba de crear un escudo de agua para protegerse de hechizos íngneos... Pero salió mal y acabó ahogándose porque yo no estaba allí, me había quedado dormido para el entrenamiento, era su compañero... Tendría que haber estado allí. ¿Intentas hacerte el interesante o algo? No sé que pretendes, pero prefiero que te marches o voy a partirte esa cara de idiota que tienes.

Goei se asustó un poco ante aquel cambio de humor tan repentino.

—Yo... Debería prepararme para el funeral. Ella se habría enfadado si no me asease un poco para darle un último adiós. Me llamo Kaminari, es un placer conocert... Conoceros.

>>Debo ir al castillo...

A continuación se largó hacia el castillo.

—No deberíais hacer mención a que es un recuerdo, no creo que ellos sean conscientes y nos mirarán raro si decimos que Aaron, un aprendiz de aquí, es el asesino así porqué sí, debemos ser cuidadosos — Lanzó una bocanada de humo que lentamente se disolvió en el aire junto al recuerdo de aquel lugar, que lentamente iba cambiando a otro sitio distinto.

Infinitas llaves se mostraban ante su mirada, oxidadas, relucientes, rotas, una gran combinación de llaves yacían clavadas en el suelo.

Un centenar de personas lucían sus armaduras mientras observaban una llave en especial, incluidos Rayim y un joven Ronin.

―Otra más… se va. Y aquí, por fin, descansará de su cometido, junto al resto de sus hermanos, su corazón nunca se marchará. No, al menos, mientras la recordéis. Vivirá en los recuerdos de quienes la amaron, la apoyaron y la ayudaron. Vivirá en Tierra de Partida, y en cada mundo que la vio crecer. Y la fuerza que nos brindó con su labor pasará a futuras generaciones. Jamás permitiremos que su sacrificio a la causa haya sido en vano.

»Los lazos forjados entre corazones no desaparecen. Sed fuertes, creed en ellos y nunca olvidéis a quienes nos dejaron.

Todos mostraron un afecto y respeto al fallecido, Hiro observó la llave, tan indiferente y a la vez tan nostálgico. Cogió su rifle y lo clavó sobre el suelo, parecía estar esperando algo.

Uno a uno los presentes fueron pasando delante de la llave, Hiro hizo un gesto a sus dos compañeros con la cabeza, incitándoles a que fueran ellos antes que el.

Cuando terminaron el aprendiz alzó su rifle y se lo colgó del hombro, como había hecho hasta entonces, y se acercó a la llave. Goei presentó sus respetos haciendo una breve reverencia y tocando la llave, a continuación Hiro se acercó y posó su mano con el escudo sobre esta.

—Ganbarou — Susurró.

A continuación se apartó de la llave y del resto de gente, que susurraban palabras que Hiro no quería escuchar, recordar a los caídos no era algo que le gustase precisamente.

Suspiró y otra nube de humo salió de su boca.

—¿Que hacemos? — Preguntó a sus compañeros. Decidieran lo que decidieran Hio iría detrás junto a Goei.

[xXOrbOOkXx]

Enok intentó consolarle, resultando muy efectivo, mientras Hiro se protegía con su escudo. Para ser un recuerdo, parecía que aún recordaba sus sentimientos al igual que el Maestro que me había encontrado en la cámara de tortura. Pero en cuanto pregunté, sus facciones cambiaron a unas de enfado.

—¿¡Tratas de tomarme el pelo!? —me gritó—. Aaron estaba encerrado en su cuarto preparando las pruebas de Maestro cuando Nanami empezó a practicar magia sin supervisión. Ella... Trataba de crear un escudo de agua para protegerse de hechizos ígneos... Pero salió mal y acabó ahogándose porque yo no estaba allí, me había quedado dormido para el entrenamiento, era su compañero... Tendría que haber estado allí. ¿Intentas hacerte el interesante o algo? —siguió con su monólogo—. No sé que pretendes, pero prefiero que te marches o voy a partirte esa cara de idiota que tienes.

Me encogí de hombros pasando por alto el insulto. En mi defensa diré que no iba para ofenderle ni nada, pero estaba claro que me había pasado un poco. La muerte de alguien querido no se podía tomar tan a la ligera, y me alegré que Enok lo hubiera pensado, sin duda alguna el chaval se arrepentía y se culpaba por la muerte de la chica. Como no quería ofenderle más con mi presencia, intenté caminar hacia el Castillo... Pero fue totalmente inútil, porque una ventisca me obligó a quedarme.

—No era mi intención ofenderte, si te sirve de consuelo —le dije, aunque por su cara, diría que con un puñetazo se habría desquitado mucho más.

—Yo... Debería prepararme para el funeral —anunció—. Ella se habría enfadado si no me asease un poco para darle un último adiós. —Le dedicó una sonrisa triste a Enok—. Me llamo Kaminari, es un placer conocert... Conoceros.

>>Debo ir al castillo...

—No deberíais hacer mención a que es un recuerdo, no creo que ellos sean conscientes y nos mirarán raro si decimos que Aaron, un aprendiz de aquí, es el asesino así porque sí, debemos ser cuidadosos. —Asentí levemente mientras me rascaba la perilla, no muy convencido. Era cierto que él no parecía ser consciente de que era un recuerdo, pero el Maestro de las mazmorras sí que lo sabía... Qué extraño. Al parecer en el interior del Castillo del Olvido sí que eran conscientes, pero dentro de los recuerdos de Aaron era otra historia.

En cuanto comenzó a alejarse hacia el castillo, pensé que podríamos seguir a los otros, pero no. Los jardines se iban haciendo borrosos, dando lugar... Dando lugar a un espacio completamente distinto.

Llaves Espada cubrían todo el desierto yermo. Al fondo, se veía un templo y montañas segadas de lo que una vez pudieron tener vida. Un grupo de personas se arremolinaban en torno a una Llave clavada en el suelo. Conocí algunos rostros que se hallaban entre ellos, el aprendiz, el recuerdo de la sala anterior, una mujer de pelo azul y... Le reconocí como un Maestro de Tierra de Partida, pero estaba con el ceño fruncido, y parecía tan joven...

―Otra más… se va ―comenzó el Maestro rodeando la Llave―. Y aquí, por fin, descansará de su cometido, junto al resto de sus hermanos. Su corazón nunca se marchará. No, al menos, mientras la recordéis. Vivirá en los recuerdos de quienes la amaron, la apoyaron y la ayudaron. Vivirá en Tierra de Partida, y en cada mundo que la vio crecer. Y la fuerza que nos brindó con su labor pasará a futuras generaciones. Jamás permitiremos que su sacrificio a la causa haya sido en vano.

Entonces me di cuenta de lo que en realidad significaba ser Caballero. Inconscientemente lo sabía ya, pero ver tantas Llaves clavadas en el suelo de otros Caballeros caídos en combate me lo recordó. Teníamos una misión que cumplir... Y dar nuestras vidas por ello. Me pregunté si mi Llave estaría un día allí, reposando y oxidándose con el paso del tiempo. Me pregunté si alguien lloraría mi muerte o simplemente la diera por sentado, como el grupo parecía hacer.

Acto seguido, y después de que el aprendiz dejara un amuleto sobre la Llave, las personas fueron dejando sus respetos. Tanto Hiro como su animalito se acercaron y presentaron respetos. Me acerqué cuando todo el mundo hubiera acabado. Más de lo que pudiera parecer, aquella Llave tenía el recuerdo de un alma humana que quizás murió por un error. Miré durante unos segundos el amuleto que había colocado el aprendiz, y me pregunté si sería el símbolo de una promesa perdida.

Un alma humana reposaba allí. Igual que Léa en el Sena. Murmuré una frase de despedida y me separé de la tumba.

―Era joven, ―escuché. Awyr apareció de repente―. Una buena chica. Me contaba cosas increíbles de su mundo, porque verás, procedía de uno muy particular. Se llama Tierras del Reino, me parece. Ella nació como una leona, y visitó en sus correrías de cachorra todo tipo de lugares: desde cementerios de elefantes hasta bosques agrestes ¡Y vivió muchas aventuras! Incluso una vez tuvo que socorrerla el soberano de ese reino por el lío en el que se habían metido ella y sus amigos.

Él y el Maestro comenzaron una conversación sobre las distintas muertes de otros aprendices, siete para ser exactos. Noté un nudo en la garganta al pensar que todas las podría haber causado Aaron. Vi como se alejaban poco a poco... Y al otro lado una armadura negra se acercaba, también había estado en el funeral.

—¿Que hacemos? —Preguntó Hiro, sacándome de mis ensoñaciones.

—Por ahora no podemos hacer mucho —susurré, mirando todavía la armadura negra—. Sólo esperar a que el recuerdo termine.

[H.S Sora]

Decir que nos dirigiríamos al Castillo había sido bastante más fácil que hacerlo... el camino resultó un completo infierno.

Aquella incesante lluvia hizo que nuestros movimientos se entorpeciesen, además del hecho de que aquel lugar se había cubierto de un pringoso barro que a medida que habíamos avanzado se había adherido a nuestros zapatos, sin claras intenciones de querer soltarlos. Pero nuestros ya invisibles zapatos no eran lo peor: nuestra ropa estaba calada por completo, y a pesar de no saber todavía si en los recuerdos uno podía enfermar prefería evitarme las molestias de comprobarlo en persona. Estaba deseando llegar a nuestro destino de una vez ya que por muy tenebroso que fuese no podía ser que lloviese ahí dentro... ¿no?

Estornudé de imprevisto, sobresaltándome a mi mismo y quizá a mis compañeros. Quizá hubiese sido una mera coincidencia... pero por si las mocas insté a mis compañeros a ir un poco más rápido y a Nanashi se lo insinué, a pesar de que la Maestra ya llevaba un buen ritmo.

Aquella cuesta que llevaba al Castillo y que apenas habíamos recorrido a pesar de llevar Dios sabe cuanto tiempo era un auténtico suplicio, parecía un maldito pantano que quería tragarnos vivos. Se me ocurrió entonces una gran idea: podíamos usar nuestros Gliders para llegar antes... era cierto que solo Freya y Nanashi conservaban la Llave Espada de los que estábamos en ese grupo y que quizá no sería demasiado bueno ir llamando la atención, pero era mejor que dejarse llevar por aquel barro o que coger una endiablada pulmonía.

Suspiré, puesto que ninguno de mis compañeros no se estaba quejando no sería yo el que se mostraría débil ante la imperturbable Dama de Hierro. Con lo que me gustaban a mí las tormentas... y el asco que podría acabar cogiéndoles por culpa de aquel lugar.

Con nuestros más y nuestros menos, por fin nos plantamos frente a las puertas de aquel inmenso lugar... y a pesar de que no conocía demasiado el aspecto del Castillo de aquella Orden, mi sexto sentido me decía — mejor dicho, me gritaba — que aquel lugar no era ni medio normal: tenía vagos recuerdos de como era el Castillo de Tierra de Traidores y aquello era una abusiva deformación del lugar en cuestión, mucho más tétrico y oscuro que el Castillo del Olvido sumándole además una bruma que daba la sensación de que tanto nosotros como el Castillo flotábamos.

—Los recuerdos...

Busqué el origen de aquella ya conocida voz que por lo visto no entendía lo que significaba un “Lárgate” de la Maestra Nanashi. Pero no hizo falta, dado que nos adelantó como si fuésemos tortugas hasta quedar más cerca de la puerta del tétrico lugar, para luego alzar los brazos en una postura y modo bastante dramáticos.

—Los recuerdos son misteriosos. En ocasiones pueden ser alterados con un poco de manipulación. Aaron estaba loco y no veía Tierra de Partida por su verdadera apariencia... Él tenía una visión que distaba por mucho de la que vosotros tenéis. Para él este lugar fue una mazmorra, un lugar horrible. Pobre niño incomprendido... Si tan solo alguien hubiese podido salvarle la desgracia que vais a presenciar jamás habría ocurrido...

¿Está diciendo que la culpa de que ese loco se volviese así fue de la propia Orden? Venga ya.

No había nada de lo que pudiesen haberle hecho que justificase todo lo que Aaron había hecho contra ellos y contra los aprendices que habían tenido que morir a sus manos para que aquel asesino pudiese satisfacer su deseo de experimentación. O mejor dicho, el de matar.

»Al final todos sois víctimas de un error que ocurrió hace más de treinta años. ¿Acaso el bien es tan blanco y el mal tan negro? ¿Qué es luz y oscuridad? Sois los primeros que vais a comprender lo más profundo de Aaron... ¿Quién sabe? Quizás algún día sirva de algo más que para conseguir la Llave que guardan Los Perdidos.


Lo miré con cierto aire inquisitivo, dado que no comprendía que clase de magnificencia trataba de transmitirnos con aquello que nos estaba diciendo. ¿Qué todo Bastión Hueco y todos nosotros habíamos sido afectados sin saberlo por lo que fuese que había hecho Aaron hacía treinta años?

Venga ya, aquello no podía ser. Aunque sí que resultaba interesante que aquí pudiésemos encontrar alguna pista para la Llave que necesitábamos, por lo visto aquel paseo por los recuerdos de Aaron sería muy provechoso para nosotros, si lográbamos salir de allí con vida una vez obtenida la información, claro.

—Explícate. —ordenó Nanashi, mientras el Guía se limitaba a sonreír.

—No, no... Todo quedará aclarado si lográis salir de aquí. Ahora bien... Lleváis mucho tiempo encerrados en este lugar, en este castillo... Han pasado... ¿Dos días desde que os internasteis en mis dominios? —¿Dos días enteros? ¿Qué coño era aquel lugar? A mi no me había parecido que pasase ni un solo día...— El tiempo corre de manera diferente en este lugar... Y sigue corriendo, y un universo entero sin portadores que protejan la luz... No es muy buena idea dejar solo un mundo asediado por plagas de sincorazón, ¿no? Incluso el mundo más luminoso puede caer si no es protegido... Los antiguos moradores de Vergel Radiante lo saben de sobra, ¿no? —Mientras se carcajeaba de nosotros, yo empalidecía por momentos.

¿Acaso insinuaba que estaban atacando Bastión Hueco u otros mundos mientras nosotros estábamos ahí atrapados? Solo podíamos esperar que Daichi se pudiese encargar de todo hasta nuestra vuelta. ¿Pero y si una horda como la que había asolado Tierra de Partida lo intentaba con nosotros? No quería quedarme sin mí hogar...

»Bueno, aquí os dejo. ¡Oh! Y antes de que me olvide. Recordad bien todo lo que digan las reminiscencias... Algunas veces las claves para escapar de un recuerdo están en las cosas que aparecen en este.

Tal y como había venido, se fue. Aquel bastardo ni siquiera había tenido el valor de quedarse para responder a una sola pregunta... seguía preguntándome que coño era aquel ser que iba y venía cuando y como le apetecía, ya fuese o no para “ayudar”.

Pero todo aquello dejó de importar cuando el potente ruido de las puertas de aquel Castillo abriéndose nos mostró su interior. Más nos valía avanzar en dirección a ese sitio seco antes de que por cualquier motivo nos tocase pelear ahí fuera.

Dejando a la Maestra Nanashi avanzar primera, la seguimos a través del interior de aquel misterioso lugar, donde esperaba poder encontrar muchas respuestas acerca de todo aquello que rodeaba al fatídico bastardo de Aaron y a aquello que según el Guía había influido en todos nosotros hacía treinta años.

***

Enarqué una ceja una vez nos hubimos adentrado en aquel supuesto “Castillo de Tierra de Partida”, desde luego la mente de Aaron era muy retorcida y enferma si todo aquello resultaba ser un producto de como veía la realidad: parecía un sitio normal a excepción de las paredes y columnas, que se encontraban rodeadas por unas zarzas oscura que las envolvían como apresantes cadenas.

Alargué mi mano para tratar de acariciar una de ellas, con tal de comprobar hasta que punto estábamos en un recuerdo. Resultó una sorpresa algo agridulce cuando traspasé la planta con la palma de la mano, como si alguno de nosotros dos no acabásemos de ser reales o encajar ahí. ¿Pero cual de los dos lo era y cual no?

Todo el salón estaba vacío... o eso parecía a simple vista. Pero a medida que avanzamos, me fijé en que había un niño sentado en unas escaleras y por un segundo perdí parte de mi aliento al fijarme en el parecido de este con Aaron: la piel pálida, el pelo negro y una fisonomía facial parecida. Pero aquello no podía ser... ¿o sí?

La mirada del joven nos había detectado, pero había pasado literalmente de nosotros tras una breve ojeada. ¿Qué debíamos hacer ahora?

—Acerquémonos a hablar con él. —propuso Lyon, al que mire algo atónito— Quizás lo que dijo el Guía era cierto y podemos sacarle algo de información.

—Lyon este chico tiene toda la pinta de ser Aaron en su juventud... espero confundirme. Pero de ser así, ¿de verdad crees que es buena idea tratar de razonar con él? —susurré, para que no me oyese el niño.

Además, deberíamos esperar a que llegaran el resto antes de enfrentarnos a Aaron. Cuantos más seamos, mejor.

Asentí, mientras él se acercaba al niño. A Aaron no podíamos enfrentarnos si faltaba el resto, aquello era cierto, pero mientras estuviésemos viajando por los recuerdos dudaba mucho que tuviésemos que acabar peleando. Aunque la otra opción que teníamos era subir por las escaleras en las que estaba el niño sentado, las cuales podían conducir a cualquier lugar.

—Yo creo que voy a ir por las escaleras, cuanto más terreno cubramos mucho mejor... ¿quién me sigue? —comentaría.

Tras que Nanashi y Freya me respondiesen, seguiría en la misma dirección por la que se había ido Lyon con el pequeño niño.

―Hola... ―Escuché como nos saludaba―. ¿Queréis j̴̧͚́u̜͘ģ̷̱̘̲̗̲͕͘ͅa̩̦̜̘̩̠̗̥͡r̶̡̻͇͍̬ͅ conmigo? Mi madre no está...

—¿Estás tu aquí solo? Lo siento por ti, joder —repuso Lyon, sentándose a su lado—. ¿A dónde fue tu mamá? Bueno eso da igual, jugaré contigo. ¿A que te apetece jugar?

Pisé un peldaño de la escalera, pero antes de empezar a subir por esta observé como aquel niño sostenía en sus manos un destrozado oso de peluche, del cual aún tenía parte de relleno en sus manos.

Esperaba que Lyon y los que se quedasen con él tuviesen cuidado. Tanto si era Aaron como sino, aquel niño tanto podía dar respuestas como causar una nueva multitud de problemas.

[Sombra]

Lyon

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Lyon decidió quedarse con el muchacho mientras que Nanashi y Saito ascendían por las escaleras. Freya podía quedarse con Lyon o subir las escaleras con el resto.

—¿Estás tú aquí solo? Lo siento por ti, joder.—El aprendiz se acomodó tomando asiento en las escaleras junto a él. Los ojos del niño buscaron los del aprendiz con cierta curiosidad—. ¿A dónde fue tu mamá?

—Mi mamá dijo que soy un niño malo, así que ha ido a por algo para castigarme —admitió con un tono triste.

Si Lyon se fijaba un poco, vería que por el cuello de su camiseta se podían percibir un gran número de moratones y marcas. También sus piernas y brazos tenían numerosas heridas y cortes. No parecían casuales, eso seguro.

—P-pero lo hace para demostrarme su amor. Al final siempre me dice que me ama y que me parezco mucho a mi papi .—Sonrió con desgana y clavó la mirada en el frío mármol de aquella "mazmorra".

—Bueno eso da igual, jugaré contigo. ¿A qué te apetece jugar?

Unos instantes de silencio.

—Mmm... —meditó, mucho más animado que momentos atrás—. ¿Alguna vez has jugado al ajedrez? ¡Oh! Pero el de aquí no se parece al de resto de mundos, ¡sígueme!

El niño se levantó dejando su muñeco abandonado en las escaleras y empezó a correr por un pasillo. No fue una carrera muy larga y el chico no era demasiado rápido, por lo que Lyon no tuvo ningún problema para seguirle. Finalmente, se detuvo frente a una puerta de madera podre llena de zarzas (falsas) y la abrió empujando con algo de esfuerzo. Por lo que se leía en una plaquita dorada junto a la puerta aquello era una biblioteca.

El lugar no distaría mucho de lo que el aprendiz podría recordar respecto al presente. Las estanterías no se habían movido ni un ápice, aunque los libros estaban completamente en blanco, era normal pues aquel recuerdo solo contenía lo que Aaron recordaba o conocía. Si nunca había abierto aquellos libros era obvio que tampoco él podría leerlos. Había varios que en cambio sí que estaban en todo detalle, títulos como "Los Mundos Oscuros", "Magia Avanzada", "El Poder de la Oscuridad"... Sin embargo aquellos libros estaban esparcidos por muchas estanterías y el muchacho esperaba por él, por lo que no pudo leer nada, aunque Los Mundos Oscuros era un libro muy conocido de Tierra de Partida y resultaba ser una guía sobre los Mundos conocidos del Reino de la Luz, además de que daba muchos consejos a portadores novatos.

El niño se acercó a una ventana de la biblioteca y se sentó en un banco; frente a él podría acomodarse Lyon. En la mesa había un tablero de ajedrez. Parecía no estar distorsionado por los recuerdos de Aaron, ya que sus colores eran demasiado puros y estaba en demasiado buen estado.

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—¿Sabes jugar? ¡Me pido Oscuridad! Luz empieza primero —informó. Las piezas ya estaban colocadas en el tablero, era un poco extraño ya que las cuadrículas estaban torcidas y el tablero parecía tener varias alturas.

Sin embargo si el aprendiz sabía jugar al ajedrez normal aquel sería un juego de niños, puesto que lo único que cambiaba era eso y la forma de las piezas.

La partida no se alargó mucho. Al fin y al cabo, el rival era solo un niño pequeño. Muy hábil, eso sí. Sin embargo no se podía comparar con alguien mucho más mayor que él, aunque Lyon podría estar seguro de que al menos no perdería con ningún niño de su edad, era demasiado talentoso.

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—Aaron... —se escuchó de golpe desde la puerta de la biblioteca.

—¡Oh no! —exclamó en un susurro—. Es mi madre, ¿qué hacemos? —preguntó nervioso.

Si la respuesta era esconderse no serviría de nada. Aquello debía suceder, era inevitable.

Una mano esquelética abrió la puerta y una siniestra calavera envuelta en una larga túnica negra como si de la mismísima muerte se tratase se internó en la biblioteca. El niño palideció al momento y sus ojos, hasta aquel momento felices, se apagaron.

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—Mamá...

El esqueleto de aspecto siniestro se acercó a ambos y lanzó una mirada a Lyon con sus cuencas vacías.

—Buenos días, jovencito. ¿Por qué no te vas a entrenar con tu Maestro? Estoy segura de que tienes mejores cosas que hacer antes que perder el tiempo con mi estúpido hijo. Nos vamos, Aaron.

Con eso dicho, agarró con una desmedida brutalidad del brazo al niño haciendo que un quejido lastimero saliese de su boca. El esqueleto miró amenazador a Aaron, como si el que se quejase pudiese significar que su castigo iba a ser peor. Mucho peor.

...Salvadme...

La mujer se lo llevó de la biblioteca, Aaron miró hacia Lyon con tristeza.

En ese momento, Lyon se daría cuenta de que alguien más había visto aquella escena. Se trataba de un joven de cabello blanco y ojos dorados muy vistosos, delgado y que no superaba los catorce años. Simbad le habría reconocido como Elphias Marvolo, aunque obviamente Lyon fue incapaz de aquello. El muchacho apartó la mirada y desapareció entre las sombras. Unas sombras que fundieron la escena terminando aquel fragmento del recuerdo.

Saito

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Nanashi, Saito y Freya (si es que Freya decidía ir con ellos) subieron las escaleras dejando a Lyon con el niño. Cuando pusieron un pie en la sala del trono se encontrarían con un grupo de tres personas. Awyr y Rayim estaban entre ellos... Sin embargo, la tercera persona no parecía humana siquiera. Era un esqueleto cuyo aspecto les recordaría a la mismísima muerte, incluso tenía una larga túnica negra con capucha.

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—¿Sabes por qué te hemos llamado, Maestra Melissa? —preguntó el hombre desde el trono central, donde estaba sentado. A su derecha la maestra peliazul dedicaba una mirada llena de pesar al esqueleto.

—¿De qué se trata, Maestro Rayim, Maestra Awyr? ¿A qué se debe que me llaméis a estas horas de la noche?

Rayim se echó hacia delante y apoyó los codos sobre las rodillas. Unas grandes ojeras se dibujaban en su cara y su aspecto no era el mejor. Lo mismo ocurría con Awyr, cuya piel estaba pálida como la de un muerto y sus ropas estaban empapadas en sudor y sangre.

—Como sabrás, los Maestros hemos estado explorando aquel extraño mundo que creemos que podría ser la clave para sellar a los sincorazón en el Mundo de la Oscuridad. Hacer eso nos libraría para siempre de esos monstruos y nuestra labor habría terminado. La Gran Misión de los portadores finalizaría tras más de mil años.

El esqueleto asintió.

—¿Y?

Awyr se levantó de su asiento y caminó hacia ella cojeando. Empezó a gesticular con las manos en el lenguaje de los mudos.

—"Hemos tenido bajas, cientos de Purasangre se lanzaron contra nosotros en cuanto pusimos un solo pie en el mundo. Jamás habíamos visto tal aglomeración de sincorazón. Tu esposo, Sam... Se sacrificó entreteniendo a los sincorazón para que pudiésemos huír el resto" —explicó con lágrimas en los ojos. Sus piernas temblaban y le resultaba casi imposible matenerse en pie debido a algunas horribles heridas que aquellos monstruos de oscuridad le habían provocado mientras escapaban.

—Sam... ¿Ha muerto? —preguntó incrédula.

Rayim asintió con la cabeza y se levantó de su asiento. En su mano llevaba una Llave Espada. Lo único que quedaba de su marido. El hombre entregó con cuidado el arma, que ahora solo era un trozo de metal inservible.

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—Lo sentimos, Melissa... —Rayim bajó la mirada.

—No... ¡No! —gritó la mujer.

Awyr y Rayim intercambiaron una mirada de preocupación.

—¡Sam no puede morir! ¡Él está aquí! ¿No lo veis? —Una risa desquiciada salió de la mandíbula de la mujer cuyo aspecto era el de un esqueleto—. ¡Eso es! ¡Aaron es su reencarnación! ¡Esta llave reaccionará a él! ¡Él es el dueño de esta llave!

Todo se volvió negro de súbito.

Hiro, Simbad y Enok

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Nadie decidió irse con ambos Maestros, por lo que allí quedaron, en la Necrópolis de la Llave Espada. Si se quedaban quietos no ocurriría nada, eso seguro. Por lo que se dirigieron hacia la armadura negra que se iba en dirección a aquella extraña construcción.

Los tres llegaron a un "cruce de caminos" entre las llaves espadas presidido por un extraño arco plateado que desentonaba mucho del resto del lugar. Por desgracia, al menos por ahora no les serviría de nada.

Tras media hora caminando, alcanzarían el extraño templo. La armadura negra golpeaba las puertas con fuerza, pero ni siquiera así era capaz de hacer un simple rasguño en sus paredes, como si aquel material fuese indestructible.

—¡El libro! —gritó el hombre enfundado en la armadura—. ¿A cuántos he de robarles el alma para entrar aquí y obtener lo que me pertenece por derecho? —golpeó con ambos puños el portón de piedra—. ¡Soy un descendiente de los Antiguos! ¡Tengo el derecho y el deber de despertar los poderosos hechizos arcanos! ¡Ábrete, joder! ¡Déjame bajar a tus entrañas y despertar al Guardián para que se convierta en mi siervo! ¡Obtendré la grandeza que un portador se merece!

>>¡Cambiaré el mundo con mis poderes! ¡Ni el Primero ni Zephyr serán rivales para mí! —aseguró sin obtener respuesta alguna—. ¡¡¡Maldita sea!!! ¿¡Por qué soy el único que no es apto para entrar al templo!? ¿¡Qué esperas de mí, Zephyr!? ¿Acaso tengo que ser el último portador con vida para que me hagas caso? ¡Pues que así sea! No dejaré ni un solo superviviente en Tierra de Partida. Yo, el Gran Maestro Aaron seré el que reinicie el mundo... ¡¡¡Todo será una utopía!!!

...PRIMERO DEBO DESHACERME DE LA BASURA...
...DEBO MATAR...

Dos Gliders descendieron desde el cielo. Aaron, enfundado en su armadura reconoció a los aprendices; uno era Ronin, un joven novato que no llevaba ni un mes en Tierra de Partida y que Rayim había recogido de una tripulación pirata; el otro era Kaminari, un aprendiz al que el propio Aaron había "adoptado" como su aprendiz y que además acababa de perder a su novia; Nanami, otra aprendiz que había estado bajo la tutela del Maestro Corrupto.

Aaron sonrió bajo su armadura y se volvió invisible.

Hiro y Simbad verían pasar el tiempo. Ronin y Kaminari hablaban, pero estaban demasiado lejos como para que se diesen cuenta de ambos aprendices. Sin previo aviso, un enorme rayo negro surgió desde el cielo impactando contra el aprendiz y matándolo al momento. Ronin retrocedió asustado y corrió. Corrió con tanta fuerza que los hechizos de Aaron no llegaron a alcanzarle El joven Ronin trató de volar en su Glider para escapar, pero tampoco lo logró, puesto que un hechizo de las mismas características lo derribó a pocos metros de la puerta. Sus ojos se clavaron en Hiro, Enok y Simbad.

—¡Tenemos que entrar! —gritó el joven Ronin cuando llegó a junto ellos. La puerta se abrió como por arte de magia permitiéndoles entrar. Una vez lo hiciesen escucharían un grito de frustración tras ellos.

Se habían salvado... O eso creían.

—Ábrete —ordenó Aaron desde el otro lado de la puerta.

Era como si aquella persona no hablase con ellos, sin embargo Ronin contestó de todos modos:

―Jamás.

—Tengo todo el tiempo del universo.

Silencio. Todo se sumió en un eterno silencio. Ninguno sabría decir si llevaban allí horas o días. Pero una cosa era clara: La sensación de estar allí... Era horrenda. Alguien algún día notaría que Ronin y Kaminari no estaban en Tierra de Partida e irían a por él. Pero sería eso, algún día. Hasta entonces, tendrían que esperar.

Ronin se apoyó contra la pared, sus ojos se centraron en una plaquita del templo:

Templo de la Reminiscencia
35 - 39 d.G.

Entra, si la verdad anhelas
Sal, si en la mentira te refugias
Pues nosotros contamos la Historia
y todo lo que ella esconda



A la memoria de quienes nunca volverán,
Zephyr

Las horas pasaron.

Saito

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Un campo de millones de Llave Espada. Un mundo baldío, unas estepa muerta. Si Saito había escuchado hablar de aquel lugar sin duda lo reconocería. La Necrópolis de la Llave Espada. El mundo reservado para rendir homenaje a todos los portadores caídos a lo largo de la historia. Pocos eran los que se aventuraban en aquel lugar, pues era bien sabido que solo les esperaba un lugar inhóspito.

Nanashi y Saito aparecieron en un cruce de caminos. Miraran a donde miraran solo verían millares de Llaves Espada muertas y oxidadas clavadas en el suelo. A lo lejos se distinguían montañas destrozadas y mutiladas.

Una armadura negra atacaba sin piedad la entrada de un lejano templo cuyo aspecto recordaba a los de la antigua Grecia. Nanashi palideció, como si reconociese aquella escena.

—Esto es... La batalla contra Aaron —se llevó la mano a la boca—. Ronin, Awyr y Rayim. Los tres fueron los únicos supervivientes de Tierra de Partida tras esa pelea. Ellos reconstruyeron Tierra de Partida reclutando a nuestro líder, Ryota, después a la difunta Eileen. Este recuerdo, este momento marcó un antes y un después para ellos. Un momento que muchos habrían querido ver ya que es una parte muy importante de nuestra historia. Ese de ahí es el Templo de la Reminiscencia, el lugar que archiva momentos clave para nosotros, los portadores.

En ese momento, un grupo de tres Gliders aterrizó tras ellos. La armadura negra se desvaneció y el gran grupo de portadores se aproximaron a la puerta del templo entre risas y miradas nerviosas. El Maestro de turno trataba de controlar a los aprendices para que se comportasen en un lugar de tal importancia con poco éxito.

Ninguno de ellos pareció darse cuenta de que Nanashi y Saito estaban allí, pasaron de largo sin más hacia una inevitable muerte. En cuanto llegaron a las puertas del Templo, una humareda negra cubrió todo junto a gritos de terror y dolor. Fueron apenas veinte segundos donde nadie pudo ver nada, donde nadie sabía qué ocurría. Lo que verían tanto Nanashi como Saito sería simplemente dantesco. Cuerpos destrozados pero aún vivos siendo consumidos lentamente por aquella maldición, el Miasma. La sangre de aquellos portadores fluía bajo el portón de piedra, y entre los cuerpos, de pie... Estaba aquella maldita armadura negra.

El joven Aaron retiró su armadura mostrándose una vez más.

—Maestro Aaron... ¿Por qué? —preguntó una de sus víctimas. Aaron pisó su garganta y sonrió dedicándole una sonrisa amable y encantadora que habría encandilado a cualquier mujer.

—No te lo tomes como algo personal. Solo es un juego, ¿sabes? Tan solo eso.

Levantó su bota y aplastó el pecho del muchacho, que se rompió como mil cristales brillantes dejando atrás los restos de una Llave Espada.

—Vosotros no tendréis tanta suerte... ¡Vamos Templo de la Reminiscencia! —gritó—. ¡Muéstrame tus maravillas! ¡Abre tus puertas a mí! ¿¡Por qué a ese puto piratilla de pacotilla sí!? ¿Acaso él es digno? ¡No! ¡¡¡YO SOY EL ÚNICO DIGNO!!!

»Mi madre me lo contó todo, padre venía de una familia de Portadores. ¡Él es un portador de Sangre Pura, como esos de las leyendas! ¡El pasado ha venido a mí, ha llamado a mi puerta! Es mi destino ser el que despierte los poderes ocultos en el Libro por mil años. ¡¡¡Como así lo hicieron aquellos conocidos como Los Perdidos!!! ¡Ábrete, Templo y cede tus poderes a la oscuridad! ¡A mí oscuridad!

Nanashi apartó la mirada.

—Es incluso peor de lo que me habían contado.

Pero por suerte, poco más vieron. Notaron como si algo tirase de ellos en dirección al templo con una fuerza monstruosa. No era Aaron, sino que el propio recuerdo les estaba llevando allí.

Hiro, Simbad, Saito, Freya Enok y Lyon

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Saito, Lyon y Nanashi se vieron teletransportados dentro del templo, donde Hiro y los otros estaban con un joven Ronin (con la diferencia de que este tenía aún dos ojos)

—Ya lo entiendo... —escucharon decir fuera del templo. Si pudiesen ver lo que ocurría al otro lado verían a Aaron agachándose junto a la moribunda Maestra. La agarró por el pelo y estampó su cuerpo contra la puerta sin ninguna clase de escrúpulos—. Esta puerta está protegida por un hechizo... Para entrar no solo hace falta ser un portador, sino que también es necesario pasar una prueba específica... Y esa prueba se pasa de una forma, haciendo que alguien que ya la ha superado la active. ¿Qué me dices? —Le habló a la mujer, cuya piel se pudría lentamente como una fruta abandonada al sol durante días—. Te dejo vivir a cambio de que la actives para mí.

Una luz extraña empezó a cubrir la puerta.

—¡Eso es! ¡VAMOS!

Ronin, que hasta aquel momento parecía como si no hubiese visto a los aprendices se levantó de sopetón y retrocedió unos pasos.

—¿De dónde demonios habéis salido? ¿Quiénes sois? —preguntó el joven—.Bueno, eso da igual. El Maestro Aaron está como una cabra y quiere matarnos. Debemos internarnos en el Templo. Quizás solo así podamos sobrevivir, tendiéndole una trampa. Ayudadme, por favor. Bueno, ¿qué coño digo? Si no me ayudáis moriréis conmigo, así que no tenéis más remedio.

Ronin les tendió una mano para aunar fuerzas. Nanashi colocó la mano sobre la suya y esperó a que el resto hiciesen lo mismo.

—¡Uno para todos, y todos para mí!

***

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Los sótanos del templo eran simplemente inmensos. Un subterráneo con un vacío casi infinito y oscuro, no se veían techos, ni paredes, ni siquiera el suelo a excepción de un amplio puente que atravesaba toda aquella habitación hasta lugares todavía más profundos.

Alrededor, del puente se alzaban con orgullo un gran número de estatuas sobre pilares que salían de la nada, desde aquel oscuro infinito. Una mujer con una armadura con el emblema de un unicornio, un hombre enorme con el símbolo de un oso... había en total cinco estatuas que podían ver sin demasiado problema, cada una representado a una persona que probablemente había sido importante en su momento.

Numerosas estatuas se perdían a lo lejos y tampoco hubo tiempo para fijarse en ellas.

El espacio se rasgó como si de una lona de tela se tratase surgiendo una bruma oscura muy leve. Una mano salió de aquel agujero en mitad del aire, y luego otra. Pronto reconocieron a Aaron, pero aquel tenía algo muy diferente respecto al que habían visto antes.

—Decidme... ¿Queréis escuchar mi historia? ¿¡Tanto os gusta hurgar en el pasado!?

La diferencia era que él era contra el que se habían enfrentado antes.

—Claro que sí... Puedo contaros muchas historias sobre mí. Tengo tantas que no entrarían en este castillo de mármol. ¡Pobre de mí! Creyendo que el Guardián y el Libro estaban ahí. Si tan solo hubiese removido las piedras de este castillo habría obtenido lo que quería. Pero primero, dejadme hacer algo que siempre he querido hacer.

Un látigo de oscuridad salió desde la mano de Aaron enganchando la pierna de Ronin. El Maestro Corrupto dio un tirón y atrajo al hombre hasta tenerlo frente a él. Sin dar tiempo a reaccionar, hizo aparecer su llave espada en su mano y atravesó sin miramientos al joven Ronin. Nanashi soltó una exclamación de sorpresa.

—Se supone que este recuerdo acaba con mi muerte. Logro entrar al templo, persigo a Ronin y justo cuando estoy a punto de matarlo aparecen Awyr y Rayim... Y colorín colorado. ¡Me río de ese final! Mi patético yo solo perdió por que ellos eran más. Al final los que os hacéis llamar los "buenos", los "héroes" no sois más que basura. No sois diferentes de uno de esos grupitos de matones. Sin los demás no sois nada, solo mierda en la suela de los zapatos.

Aaron dejó caer el cadáver de Ronin, que en vez de desaparecer atravesó el suelo rompiéndolo como si fuese el cristal de un espejo.

—¡Oh! Qué mal, acabo de destruir la sala al matar a Ronin, cuando eso se supone que no puede ocurrir. El recuerdo ha sido interrumpido y ya no tiene razón de ser, por lo que será autodestruído... Con vosotros dentro.

»Hay dos salidas de este lugar... Una está detrás de mí, aunque eso significaría que tendríais que pelear contra mí. Una verdadera batalla final. ¿No es lo tipico en estos casos? ¿Que al llegar casi al final salga el Jefe Final? La otra está fuera, en la necrópolis en un arco plateado... Pero tendríais que resolver un acertijo muy difícil y... Bueno, no os aseguro que lleguéis a tiempo. Decid de una vez, ¿saldamos las cuentas? Aunque total... Todos los caminos acabarán llevando a mí al final...

Fecha límite 12/08/2015 a las 23:59

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Ausencias:
-Mario51y1 II (I Justificada)
-CrystalWing (III Justificadas)
-Sheldon II
-xXOrbOOkXx I (Justificada)

[RedXIII]

Caminando por aquel conocido y a la vez tan desconocido campo de llaves encontraron un llamativo arco plateado ¿Que hacía aquello ahí? No tenía demasiado sentido, incluso Goei se acercó a tocarlo para saber si realmente estaba ahí o era una extraña ilusión, aunque no lo parecía, pero poco se pararon, ya que continuaron caminando hasta que rato después encontraron un extraño templo.

Un hombre que estaba en una armadura empezó a golpear la puerta con fuerza mientras le gritaba indignado, Hiro levantó su rifle en la distancia y por la mira empezó a contemplar la llegada de dos personas más.

—Parece que han llegado dos aprendices más pero... — de golpe un rayo fulminó a uno de los dos aprendices —¡La madre que le parió! Acaba de fulminar a un aprendiz de un golpe.

—¡El que ha sobrevivido esta viniendo hacia aquí! — Gritó mientras alzaba su rifle para incorporarse a la carrera.

—¡Tenemos que entrar! — Dicho esto Hiro y Goei se dirigieron junto al maestro hacia la puerta, que se abrió a su paso y se cerró después de que entraran todos.

—Ábrete.

―Jamás.

—Tengo todo el tiempo del universo.

—Y yo un paquete de cigarrillos — Murmuró.

***

Era difícil asegurar cuanto tiempo habían pasado en aquel pequeño limbo, minutos, incluso horas, lo único que se escuchaban eran las quejas del que estaba al otro lado y los murmullos de Goei, quien se empezaba a poner nervioso, hasta que llegaron mágicamente los refuerzos, si es que lo eran.

—¿De dónde demonios habéis salido? ¿Quiénes sois? .

—Bueno, eso da igual. El Maestro Aaron está como una cabra y quiere matarnos. Debemos internarnos en el Templo. Quizás solo así podamos sobrevivir, tendiéndole una trampa. Ayudadme, por favor. Bueno, ¿qué coño digo? Si no me ayudáis moriréis conmigo, así que no tenéis más remedio.

El desconocido aprendiz puso su mano junto a la de Nanashi, esperando que todos hicieran lo mismo, Hiro levantó a Goei con ambas manos y este puso su muñón por ambos.

—¡Uno para todos, y todos para mí!

—Eso suena demasiado mal.

***

Caminaron un buen rato por aquellas infinitas salas, estatuas y oscuridad se veían por todos lados hasta que un agujero extraño apareció ante ellos, y de el una figura conocida, Aaron.

—Decidme... ¿Queréis escuchar mi historia? ¿¡Tanto os gusta hurgar en el pasado!?

—No, la verdad, dejaste toda la sala llena de humo venenoso y nos dejaste encerrados en el único sitio donde estaban tus recuerdos, así que, tocó entrar sí o sí — Declaró el aprendiz.

—Claro que sí... Puedo contaros muchas historias sobre mí. Tengo tantas que no entrarían en este castillo de mármol. ¡Pobre de mí! Creyendo que el Guardián y el Libro estaban ahí. Si tan solo hubiese removido las piedras de este castillo habría obtenido lo que quería. Pero primero, dejadme hacer algo que siempre he querido hacer.

—Nononononono, no hace falta, de verdad — Insistió en vano el aprendiz al ver como se cargó al aprendiz desconocido que les acompañaba.

—Se supone que este recuerdo acaba con mi muerte. Logro entrar al templo, persigo a Ronin y justo cuando estoy a punto de matarlo aparecen Awyr y Rayim... Y colorín colorado. ¡Me río de ese final! Mi patético yo solo perdió por que ellos eran más. Al final los que os hacéis llamar los "buenos", los "héroes" no sois más que basura. No sois diferentes de uno de esos grupitos de matones. Sin los demás no sois nada, solo mierda en la suela de los zapatos.

—Te equivocas — soltó una pequeña carcajada —Yo no soy un héroe ni de los buenos — Levantó su arma con ambas manos y apuntó a Aaron —Los idiotas no somos tan buenos como para ser héroes.

—¡Oh! Qué mal, acabo de destruir la sala al matar a Ronin, cuando eso se supone que no puede ocurrir. El recuerdo ha sido interrumpido y ya no tiene razón de ser, por lo que será autodestruído... Con vosotros dentro.

»Hay dos salidas de este lugar... Una está detrás de mí, aunque eso significaría que tendríais que pelear contra mí. Una verdadera batalla final. ¿No es lo típico en estos casos? ¿Que al llegar casi al final salga el Jefe Final? La otra está fuera, en la necrópolis en un arco plateado... Pero tendríais que resolver un acertijo muy difícil y... Bueno, no os aseguro que lleguéis a tiempo. Decid de una vez, ¿saldamos las cuentas? Aunque total... Todos los caminos acabarán llevando a mí al final...

Hiro se acercó a los demás —Creo que se refiere también al Aaron de este recuerdo, puede ser que esté por aquí también, de todos modos luchar contra el sin Rayim será difícil, aunque sabemos donde esta el arco si lo que dice es cierto puede que ni lleguemos, por otro lado siendo el puede ser un bulo para que nos quedemos aquí — Les susurró mientras no le quitaba la mirilla de encima a Aaron —Decidid que queréis hacer rápido o a saber que pasará con nosotros — Aclaró mientras esperaba la decisión, de todos modos si Aaron intentaba acercarse le dispararía en la cara tres veces para retener su avance.

Si decidían retroceder para ir a por el arco Goei dejaría una Bomba rizoma y se irían junto a ellos.

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▪ Bomba Rizoma (HM) [Nivel 5] [Requiere afinidad Natura; Poder Mágico: 6] MoguDer deja una semilla en el suelo que extenderá sus raíces bajo tierra. Si un enemigo se pasa por encima, ésta explota como una mina.

[xXOrbOOkXx]

La armadura negra golpeaba con perseverancia las puertas del templo, gritando sobre un libro o no se qué y destruir el mundo como que era el gran Maestro Aaron. En cuanto dos gliders aterrizaron, con un aprendiz con cierto parecido a... ¿a quién? y lo que pareció ser su Maestro. El villano se volvió invisible y noté como si el tiempo se distorsionaba.

Un sudor frío me recorrió cuando un rayo salió disparado y mató al Maestro. No me podía creer que aquel hechizo proveniente de Aaron le había matado de un golpe. Por otra parte, el aprendiz había sido derribado, y se dirigió a nosotros para que entráramos en el Templo.

Suspiré con hastío, sin querer seguirle la corriente, por desconfianza y por pereza, pero dado que Aaron esperaba y no quería luchar contra él, también me precipité al interior de la estructura, aunque a regañadientes.

¿Cuánto tiempo pasó? No lo sabía. El comentario de Hiro (como la mayoría que hacía) me hizo reír en parte, pero la sensación de agobio no se me iba del cuerpo, habría dado lo que fuera por un maldito vaso de agua o algo que me tranquilizara un tanto. Quizá habían pasado un millón de años. El aprendiz miraba hacia una pequeña placa de metal que me apresuré a leer.

Templo de la Reminiscencia
35 - 39 d.G.

Entra, si la verdad anhelas
Sal, si en la mentira te refugias
Pues nosotros contamos la Historia
y todo lo que ella esconda

A la memoria de quienes nunca volverán,
Zephyr

El Templo de la Reminiscencia. Nanashi había dicho algo sobre él, y acabar en el recuerdo en el que Aaron quería conseguir entrar allí no me tranquilizaba para nada.

Y de repente...

Los demás aparecieron literalmente de la nada, no me dio tiempo a alegrarme, porque la voz de Aaron resonó de nuevo. A través de la puerta pude ver con horror cómo maltrataba a una mujer pidiendo a gritos un hechizo para abrir la puerta.

—¿Cómo se atreve a...?

El joven obligó a que le ayudáramos a preparar una trampa en el interior del edificio. Me pareció una buena idea, dado que su rostro me sonaba de algo, era posible que hubiera sobrevivido a este ataque y que todavía siguiese totalmente vivo y coleando en el mundo exterior. Ya me costaba diferenciar la realidad de lo que ocurría en aquel Castillo.

****

Los sótanos me inspiraban respeto e intranquilidad. Los ojos de las estatuas parecían mirarnos a cada paso que dábamos y me ponía de los nervios estar en el rincón de la sabiduría infinita y no tener ni la menor idea de lo que estaba sucediendo.

De repente, el aire se rasgó. Me parecía imposible que un recuerdo pudiera hacer eso, y estaba en lo cierto, porque no era el Aaron de fuera lo que nos esperaba. El hombre que había estado en el Castillo nos esperaba impacientes.

—Claro que sí... Puedo contaros muchas historias sobre mí. Tengo tantas que no entrarían en este castillo de mármol. ¡Pobre de mí! Creyendo que el Guardián y el Libro estaban ahí. Si tan solo hubiese removido las piedras de este castillo habría obtenido lo que quería. Pero primero, dejadme hacer algo que siempre he querido hacer.

El Guardian... Era aquello lo que estaba guardando aquel Maestro torturado, Elvias. Me sorprendió que Hiro pudiera bromear en un momento así, pero agradecí por aliviar el ambiente, más tenso que una cuerda de laúd.

—Se supone que este recuerdo acaba con mi muerte. Logro entrar al templo, persigo a Ronin y justo cuando estoy a punto de matarlo aparecen Awyr y Rayim... Y colorín colorado. ¡Me río de ese final! Mi patético yo solo perdió por que ellos eran más. Al final los que os hacéis llamar los "buenos", los "héroes" no sois más que basura. No sois diferentes de uno de esos grupitos de matones. Sin los demás no sois nada, solo mierda en la suela de los zapatos.

—Un final digno —diría con ironía, ignorando el insulto del final, estaba claro que aquel hombre estaba como una cabra, dijera o no lo contrario. Miraría a Hiro de reojo, con su frase en la mente: <<Los idiotas no somos tan buenos como para ser héroes>> e inesperadamente recordé al joven Bavol. Fue un pensamiento tan fugaz que lo olvidé al instante.

Aaron dio a elegir cuando destruyó el recuerdo, matando a quien no tenía que matar. Definitivamente era un cabrón. Sin lugar a dudas estaba cansado de aquel estúpido recuerdo, de lo que Aaron era y de la situación en general. Normalmente intentaba mantener la cabeza fría en momentos de tensión, pero aquello estaba acabando conmigo.

Hiro optó por dejar la elección a los demás. Por otra parte, sus razonamientos me parecieron lógicos y no me fiaba para nada del Maestro loco y dispuesto a destrozar todo lo que se le ponga por delante. No creo que fuéramos capaces de luchar contra él en el tiempo que se destruía el recuerdo, Nanashi estaba malherida, y nadie nos aseguraba que la brecha que franqueaba llevara a un lugar seguro. Además, si no acertaba el acertijo o lo que fuera, al menos tendría un digno final en lugar de luchar contra alguien a quien no podía vencer, podía parecer un cobarde, pero era una manera práctica de pensar.

—Yo me voy —diría a los demás—. Quien quiera que me siga, necesitaremos cabezas para resolver el acertijo.

Así que sin perder más tiempo, correría con todas mis fuerzas hacia la salida del Templo, hacia el arco plateado, y si las circunstancias lo permitían, invocaría mi armadura y mi glider para aumentar la velocidad.

[Crystal]

Freya decidió quedarse con Lyon, puesto que Nanashi acompañaría a Saito, y no le parecía bien que se quedase allí solo, aunque fuese de Tierra de Partida.

—¿Estás tú aquí solo? Lo siento por ti, joder.—Se sentó junto a él—. ¿A dónde fue tu mamá?

—Mi mamá dijo que soy un niño malo, así que ha ido a por algo para castigarme.

—Esto mejora por momentos —susurró, casi para si misma.

La pelirrosa se fijó en el hecho de que el niño estaba plagado de moratones y heridas, y no parecían precisamente de haber estado jugando. Atando cabos, llegó fácilmente a la conclusión de que todo aquello era obra de la madre del niño. En aquel momento, empezó a sentir algo de pena por él.

—P-pero lo hace para demostrarme su amor. Al final siempre me dice que me ama y que me parezco mucho a mi papi .

—Bueno eso da igual, jugaré contigo. ¿A qué te apetece jugar?

La aprendiza se acercó un poco más a ellos, quedándose justo en frente en cuclillas. Hubo unos instantes de silencio.

—Mmm... —meditó—. ¿Alguna vez has jugado al ajedrez? ¡Oh! Pero el de aquí no se parece al de resto de mundos, ¡sígueme!

El niño se levantó y abandonó su muñeco en las escaleras para empezar a correr por el pasillo. Freya miró algo confundida a Lyon, pero se limitó a encogerse de hombros y seguirle sin decir nada. Finalmente, se detuvo frente una puerta de madera y la abrió. La placa indicaba que aquel lugar era la biblioteca.

Freya no reconocía el lugar, pero le pareció bastante bello. Sintió mucho interés por todos los libros que contenía aquella biblioteca, pero estaba claro que el niño los estaba esperando, y que no podría detenerse a mirar nada. Él se acercó a una ventana de la biblioteca y se sentó en un banco. Freya entendió que el otro lado sería para Lyon, puesto que él se había ofrecido para jugar, así que se puso delante del tablero que había en aquella mesa.

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—¿Sabes jugar? ¡Me pido Oscuridad! Luz empieza primero —informó. Las piezas brillaban demasiado, y el tablero no era del todo normal, pero Freya sabía que si Lyon sabía jugar al ajedrez normal, aquello sería pan comido.

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—Aaron...

—¡Oh no! —exclamó en un susurro—. Es mi madre, ¿qué hacemos?

—No hay tiempo para esconderse —susurró, mirándolos con preocupación.

Una siniestra calavera envuelta en una túnica negra, con un aspecto que se podría confundir fácilmente con la muerte personificada, entró en la biblioteca. El niño perdió toda su alegría de golpe.

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—Mamá...

—Buenos días, jovencito. ¿Por qué no te vas a entrenar con tu Maestro? Estoy segura de que tienes mejores cosas que hacer antes que perder el tiempo con mi estúpido hijo. Nos vamos, Aaron.

—P-Pero...

Dicho eso, el esqueleto agarró al niño con una gran brutalidad, haciendo que soltase un pequeño quejido.

...Salvadme...

La mirada de tristeza de Aaron, le rompió el corazón.

En aquel momento, la aprendiza reparó en la presencia de alguien más. Un joven albino de ojos dorados, quizás de su edad. No tenía ni idea de quién se trataba, pero daba igual. Unas sombras fundieron aquel fragmento del recuerdo.

**

Freya y los demás fueron teletransportados dentro del tempo, junto con aquellos que habían dejado atrás y la presencia de alguien nuevo.

—Ya lo entiendo... —se escuchó fuera del templo—. Esta puerta está protegida por un hechizo... Para entrar no solo hace falta ser un portador, sino que también es necesario pasar una prueba específica... Y esa prueba se pasa de una forma, haciendo que alguien que ya la ha superado la active. ¿Qué me dices? Te dejo vivir a cambio de que la actives para mí.

Una luz extraña empezó a cubrir la puerta.

—¡Eso es! ¡VAMOS!

Ronin retrocedió unos pasos.

—¿De dónde demonios habéis salido? ¿Quiénes sois? —preguntó—.Bueno, eso da igual. El Maestro Aaron está como una cabra y quiere matarnos. Debemos internarnos en el Templo. Quizás solo así podamos sobrevivir, tendiéndole una trampa. Ayudadme, por favor. Bueno, ¿qué coño digo? Si no me ayudáis moriréis conmigo, así que no tenéis más remedio.

Ronin tendió la mano para aunar fuerzas, y al ver que Nanashi colocó su mano, Freya la imitó.

—¡Uno para todos, y todos para mí!

***

Los sótanos de aquel lugar eran increíblemente grandes y oscuros. Tan profundos, que Freya temía perder al grupo de vista en cualquier momento.

Cinco estatuas se alzaban alrededor del puente. Todas preciosas, representando a alguien que en su día fue importante.

De repente, se abrió una fisura en el espacio, dejando surgir a Aaron de nuevo.

''Empiezan los problemas otra vez.''

—Decidme... ¿Queréis escuchar mi historia? ¿¡Tanto os gusta hurgar en el pasado!? Claro que sí... Puedo contaros muchas historias sobre mí. Tengo tantas que no entrarían en este castillo de mármol. ¡Pobre de mí! Creyendo que el Guardián y el Libro estaban ahí. Si tan solo hubiese removido las piedras de este castillo habría obtenido lo que quería. Pero primero, dejadme hacer algo que siempre he querido hacer.

Hubo quien tuvo tiempo para bromear en una situación así, pero Freya se limitó a esconderse tras su capucha.

—Se supone que este recuerdo acaba con mi muerte. Logro entrar al templo, persigo a Ronin y justo cuando estoy a punto de matarlo aparecen Awyr y Rayim... Y colorín colorado. ¡Me río de ese final! Mi patético yo solo perdió por que ellos eran más. Al final los que os hacéis llamar los "buenos", los "héroes" no sois más que basura. No sois diferentes de uno de esos grupitos de matones. Sin los demás no sois nada, solo mierda en la suela de los zapatos. ¡Oh! Qué mal, acabo de destruir la sala al matar a Ronin, cuando eso se supone que no puede ocurrir. El recuerdo ha sido interrumpido y ya no tiene razón de ser, por lo que será autodestruído... Con vosotros dentro.

—Un final digno —La ironía de aquellas palabras era notable.

»Hay dos salidas de este lugar... Una está detrás de mí, aunque eso significaría que tendríais que pelear contra mí. Una verdadera batalla final. ¿No es lo tipico en estos casos? ¿Que al llegar casi al final salga el Jefe Final? La otra está fuera, en la necrópolis en un arco plateado... Pero tendríais que resolver un acertijo muy difícil y... Bueno, no os aseguro que lleguéis a tiempo. Decid de una vez, ¿saldamos las cuentas? Aunque total... Todos los caminos acabarán llevando a mí al final...

Hiro optó por dejar escoger a los demás. De todas maneras, Freya lo tenía claro; si había un acertijo por en medio, no lo dejaría escapar. La pequeña amante de los misterios no podía resistirse a una cosa así; fuese difícil o no, debía intentarlo y hacer algo útil para ayudar a los demás.

—Yo me voy —dijo Simbad—. Quien quiera que me siga, necesitaremos cabezas para resolver el acertijo.

—¡Yo voy contigo! —exclamó, sin poder contener su entusiasmo—. Resolvamos ese acertijo.

[Marioxulo]

Aaron quiso jugar al ajedrez. El tablero sin embargo era algo extraño, con distintas alturas y cosas así. Empezamos a jugar, yo con blancas y el con negras. Se alargó un poco la partida, pero conseguí ganar: a fin de cuentas, no era más que un crío. Pero se le daba bastante bien para su edad. Al acabar la partida, sin embargo, desde la puerta de la biblioteca en la que estábamos, una voz llamó a Aaron, quien parecía ser su madre, y luego se lo llevo agarrándole violentamente del brazo. Otro chaval observaba la escena, pero en cuanto reparé en él desapareció entre las sombras. Luego, el recuerdo llegó a su fin.

Después de esto, aparecí en una extraña sala junto a todos mis compañeros. Ronin estaba con nosotros, y desde fuera, la voz de Aaron, el Aaron que conocíamos, intentaba abrir la puerta para entrar y matarnos a todos. Acordamos ayudarnos entre todos, y decidimos adentrarnos aun más en aquel lugar. Llegamos a un puente donde a nuestro alrededor se alzaban varias estatuas de lo que parecían haber sido gente importante. Aaron apareció frente a nosotros. Antes de que nos diésemos cuenta, agarró a Ronin por la pierna y lo atravesó con su llave espada. Sorprendidos, vimos como el cadáver de Ronin atravesaba el suelo, y Aaron nos desafiaba a luchar contra él o a retroceder y buscar la salida en un acertijo en la Necrópolis. Deduje entonces que estábamos en aquel extraño templo del que había pido escuchar. Varios aprendices decidieron ir en busca del acertijo, y con dos personas menos, luchar contra Aaron me parecía una locura, así que decidí seguirles en busca del acertijo.

[H.S Sora]

Tras subir por aquellas escaleras acabamos llegando al que debía ser el Salón del Trono de Tierra de Partida, puesto que exceptuando ciertos matices compartía un peculiar parecido con aquella sala que usábamos en el Bastión. Pero nada más poner un pie allí, llegamos justo a tiempo de contemplar una escena un tanto peculiar:

En el trono central se encontraba el Maestro Rayim, a la derecha de este una mujer de pelo azul y por último... ¿un ente esquelético? Era la única manera de poder describir a aquello que se encontraba junto a los dos humanos restantes, puesto que parecía venir de mí Ciudad de Halloween; a pesar de estar acostumbrado a tratar con esqueletos por el tiempo vivido en aquel mundo, la sensación que me transmitía aquél que tenía delante era completamente aterradora. Con esa túnica y su aspecto me recordaba vagamente a las representaciones que conocía acerca de la muerte, cosa que no me daba ninguna clase de buen augurio en aquel caso.

¿Sería cosa de la visión demente de Aaron?

—¿Sabes por qué te hemos llamado, Maestra Melissa? —dijo Rayim al esqueleto.

—¿De qué se trata, Maestro Rayim, Maestra Awyr? ¿A qué se debe que me llaméis a estas horas de la noche?

Un tenso silencio se formó entonces, y a pesar de que no se habían percatado todavía de nuestra presencia tenía la extraña sensación de que ahí pasaba algo. El Maestro tenía unas grandes ojeras y no demostraba estar en uno de sus mejores días, al igual que aquella Maestra paliducha a la que el esqueleto había llamado “Maestra Awyr”.

Awyr... ¿dónde he oído yo antes ese nombre?

—Como sabrás, los Maestros hemos estado explorando aquel extraño mundo que creemos que podría ser la clave para sellar a los sincorazón en el Mundo de la Oscuridad. Hacer eso nos libraría para siempre de esos monstruos y nuestra labor habría terminado. La Gran Misión de los portadores finalizaría tras más de mil años.

—¿Y? —inquirió “Melissa”, tras asentir a lo que Rayim acababa de decirle.

Entonces Awyr se levantó del lado de Rayim y con una notoria cojera se acercó hasta ella para una vez allí empezar a gesticular con tal de hablarle en el lenguaje de los mudos. Para mi desgracia no entendía demasiado aquel lenguaje y por tanto no entendí nada de lo que le dijo, pero en cuanto esta primera se puso a llorar y a tambalearse comprendí que no podía ser nada bueno.

—Maestra Nanashi, —comenté en un susurro— ¿qué acaba de decir la Maestra Awyr?

—Sam... ¿Ha muerto?

No hubo ninguna respuesta salvo el doloroso gesto de afirmación de Rayim, el cual se levantó del trono para entregarle a aquella mujer una Llave Espada, seguramente la de la persona llamada Sam que ella misma acababa de nombrar. ¿Sería su hijo? ¿Su mejor amigo? ¿Su esposo? Aquello era imposible de saber... pero entonces pude ver más de cerca el arma que el Maestro le entregaba a Melissa y mi tez empalideció al momento:

Era la misma Llave Espada que Aaron había usado contra nosotros. ¿Qué relación tendría él en todo esto?

—Lo sentimos, Melissa... —El hombre fue incapaz de continuar mirando a aquella mujer a los ojos.

—No... ¡No!

La Maestra Melissa había empezado a gritar con una mezcla de algo que me pareció dolor y desesperación, quizá incluso algo de locura. Por lo que no me extrañó nada que tanto Awyr como Rayim se mostrasen preocupados.

—¡Sam no puede morir! ¡Él está aquí! ¿No lo veis? —La mujer comenzó a reír de una manera muy preocupante, sobretodo teniendo en cuenta el aspecto que mostraba—. ¡Eso es! ¡Aaron es su reencarnación! ¡Esta llave reaccionará a él! ¡Él es el dueño de esta llave!

¿Esa es la madre de Aaron?... no puede ser...

Pero antes de que la escena pudiese continuar o antes de que me diese tiempo a preguntarle a la Maestra Nanashi todo se oscureció sin que pudiésemos hacer nada por evitarlo.

***

Miré con aspereza a mi alrededor el cual había sufrido un atroz cambio, sin saber si aquello era mejor o no; a pesar de no estar en aquella deformada Tierra de Partida que Aaron tenía por verdadera, el lugar en el que nos encontrábamos ahora no era demasiado más alegre. El único paisaje que era capaz de ver era, de manera literal, un campo de muerte formado por un incontable número de Llaves Espada y a lo sumo algo que a lo lejos me recordaba a montañas, pero estas estaban destrozadas por completo.

A pesar de no haber estado nunca en aquel lugar, por la multitud de Llave Espada que se encontraban clavadas en el suelo podía hacerme una idea de donde estaba. Cada una de aquellas armas que ahora eran un trozo de metal sin valor, representaban a su antiguo portador a los cuales se les homenajeaba de aquel modo tras su muerte. Aquel era el futuro que antes o después nos deparaba a cada uno de nosotros.

...La Necrópolis de la Llave Espada...

—Esto es... La batalla contra Aaron —dijo Nanashi empalideciendo al instante en cuanto la miré.

Confuso, miré a mi alrededor hasta dar con lo que se refería la Maestra: una armadura azabache de casi el mismo tono que la puerta de Aaron estaba atacando la entrada que daba a una especie de templo. Aunque la escena me era nueva, tenía la sensación de haber oído hablar antes de ella o de haberla vivido antes de algún imposible modo.

>>Ronin, Awyr y Rayim. Los tres fueron los únicos supervivientes de Tierra de Partida tras esa pelea. Ellos reconstruyeron Tierra de Partida reclutando a nuestro líder, Ryota, después a la difunta Eileen. Este recuerdo, este momento marcó un antes y un después para ellos. Un momento que muchos habrían querido ver ya que es una parte muy importante de nuestra historia. Ese de ahí es el Templo de la Reminiscencia, el lugar que archiva momentos clave para nosotros, los portadores.

Asentí tomando nota mental de todo lo que Nanashi decía, y a pesar de que tratándose de Aaron no podía suceder nada bueno...opté por prestar mis cinco sentidos a lo que fuese que estaba por acontecer ahora.

Entonces un grupo de aprendices pasó por delante de nosotros tras haber aterrizado antes en aquel mundo, y parecieron no darse cuenta de nuestra presencia de la misma forma en que no lo habían hecho Rayim, Awyr o Melissa; estos avanzaron dirigidos por un Maestro en dirección a las puertas del templo, causando un poco de estruendo durante el trayecto. Entonces me fijé en como por arte de magia, Aaron ya no estaba allí.

Aquella situación se me hacía endiabladamente familiar, como si alguien me hubiese hablado ya de ella antes.

¿Espera eso no es?...

Un repentino humo negro lo envolvió todo en cuanto el grupo llegó al lugar donde debería haber estado el homicida, y aunque no se veía nada en absoluto por aquella niebla se podían oír a la perfección los gritos de dolor y miedo que plasmaban aquellos aprendices y el Maestro que les acompañaba. Si aquella situación era la que Rayim nos había contado, la habilidad que Aaron había usado era la misma con la que había tratado de acabar con nosotros mientras huía, Miasma.

Menos de un minuto después, tuve que hacer de tripas corazón por la desgarradora escena que teníamos Nanashi y yo que observar: aquellos aprendices que hasta hace poco habían estado riendo y bromeando... ahora tenían sus cuerpos destrozados y a pesar de continuar con vida, se iban consumiendo segundo por segundo con aquella abrumadora habilidad que solo un maldito perturbado podría crear; solo había una persona en pie, enfundada en aquella armadura diabólica, la cual retiró para mostrar mis ya confirmadas sospechas de quien era.

—Maestro Aaron... ¿Por qué?

Antes de que aquel desdichado pudiese seguir hablando, el bastardo de Aaron pisó su garganta mientras le dedicaba una sonrisa con la que a mi parecer merecería un puñetazo mínimo dada la situación.

—No te lo tomes como algo personal. Solo es un juego, ¿sabes? Tan solo eso. —Mantuve mirada fija en la bota del maníaco, que pisoteó con fuerza el pecho del aprendiz, destrozándolo sin ninguna clase de piedad o arrepentimiento.

Más Llaves Espada tendrían que ser enterradas en aquel lugar por culpa de aquel monstruo que había hecho un daño incalculable para la Orden.

—Vosotros no tendréis tanta suerte... ¡Vamos Templo de la Reminiscencia! —Su exceso de locura se presentó en cuanto empezó a gritarle al templo, como si pudiese escucharle o hacerle caso—. ¡Muéstrame tus maravillas! ¡Abre tus puertas a mí! ¿¡Por qué a ese puto piratilla de pacotilla sí!? ¿Acaso él es digno? ¡No! ¡¡¡YO SOY EL ÚNICO DIGNO!!!

Aaron quería entrar al Templo de la Reminiscencia, pero este seguía sin abrir sus puertas a pesar de todo el escándalo que estaba formando aquel perturbado. Me acordé de lo que nos había contado Nanashi sobre aquel lugar y sonreí con brevedad, porque aquel cabrón no tenía ni idea del motivo por el que no podía entrar. Y como siguiese eliminando gente, no podría entrar jamás.

Porque si aquel bastardo no había pasado la prueba de aptitud que había dicho Nanashi, necesitaría de alguien que lo hubiese hecho ya.

»Mi madre me lo contó todo, padre venía de una familia de Portadores. ¡Él es un portador de Sangre Pura, como esos de las leyendas! ¡El pasado ha venido a mí, ha llamado a mi puerta! Es mi destino ser el que despierte los poderes ocultos en el Libro por mil años. ¡¡¡Como así lo hicieron aquellos conocidos como Los Perdidos!!! ¡Ábrete, Templo y cede tus poderes a la oscuridad! ¡A mí oscuridad!

Abrí los ojos como platos, tratando de retener por un momento aquello último que había dicho acerca de “Los Perdidos”. Según sabíamos, ellos podían ser la clave para obtener la tan ansiada parte de la llave que estábamos buscando. ¿Pero qué pretendía hacer un desquiciado como él una vez hubiese despertado aquella clase de poderes? Alguno bueno seguro que no, aquello estaba claro.

—Es incluso peor de lo que me habían contado.

—Está completamente ido... Maestra Nanashi, ¿sabe usted algo acerca de “esos poderes ocultos” y de que tienen que ver Los Perdidos en todo eso?

Me respondiese o no, pocos segundos después algo con una fuerza abrumadora empezó a tirar de nosotros a pesar de la resistencia inicial que traté de poner. No podía ser Aaron ya que estaba enfrascado con como poder entrar en el dichoso templo... así que confiaba en que aquello que trataba de dirigirnos hacía el Santuario fuesen la fuerza de los recuerdos por nuestro propio bien.

***

Antes de que pudiese volver a parpadear, me percaté de que nos encontrábamos dentro del susodicho Santuario, junto a todos los aprendices que se habían desperdigado a lo largo de aquel mar de recuerdos. Pero no estábamos solos, a pesar de que seguía teniendo dos ojos y poseía un aspecto mucho más joven, no me costó distinguir a Ronin después de haberle visto en varias ocasiones en retazos de recuerdos.

—Ya lo entiendo... —La voz de Aaron sonaba al otro lado de la puerta, y tras un pequeño silencio se escuchó un golpe seco contra la puerta—. Esta puerta está protegida por un hechizo... Para entrar no solo hace falta ser un portador, sino que también es necesario pasar una prueba específica... Y esa prueba se pasa de una forma, haciendo que alguien que ya la ha superado la active.

La verdad fuese dicha: Aaron sería un completo lunático homicida, pero poseía una inteligencia y habilidades sobrehumanas que iban más allá de la de muchos aprendices. El título de genio le quedaba corto, de la misma manera que el de loco.

>>¿Qué me dices? —Aaron parecía hablar con alguien distinto a nosotros, probablemente con la Maestra del grupo de aprendices masacrados, la cual yo pensaba que también estaría muerta a esas alturas—. Te dejo vivir a cambio de que la actives para mí.

No lo hagas... no va a dejarte vivir... ya estás muerta.

De pronto un haz de luz envolvió la puerta del Templo, aquella Maestra acababa de caer en la trampa de aquel sociópata. En cuanto entrase, no habría otra opción que atacarle entre todos... quizá con la ayuda de Nanashi, la de aquel joven Ronin y la que nosotros pudiésemos ofrecerle seríamos capaces de vencerle, o al menos de retrasarle hasta la llegada de Rayim y Awyr.

—¡Eso es! ¡VAMOS!

Aquella versión de Ronin con aún dos ojos se incorporó de manera brusca para ir a saber donde, pero entonces avistó a la marabunta de espectadores que estábamos en aquel recuerdo y retrocedió casi hasta chocar con la puerta. Para alguien que se percataba de nosotros, lo único que faltaba sería asustarlo y modificar aquello de la peor de las maneras.

—¿De dónde demonios habéis salido? ¿Quiénes sois? Bueno, eso da igual. El Maestro Aaron está como una cabra y quiere matarnos. —Aquel Ronin era un genio realizando esquematizaciones, a pesar de que todos ya nos habíamos hecho a la idea de lo que estaba sucediendo— Debemos internarnos en el Templo. Quizás solo así podamos sobrevivir, tendiéndole una trampa. Ayudadme, por favor. Bueno, ¿qué coño digo? Si no me ayudáis moriréis conmigo, así que no tenéis más remedio.

A pesar de que en un futuro se convertiría en el traidor líder que apuñalaría al Maestro Ryota, ahora mismo aquel Ronin no había hecho nada. Si había podido proteger al Kazuki joven, no veía muchos inconvenientes en trabajar junto a aquella versión de Ronin con la finalidad de patearle el culo a Aaron.

La mano del pirata se extendió hacía nosotros, como proposición de alianza o para recalcar que realizaríamos trabajo en equipo. Nanashi coloco la suya, y de manera progresiva lo hicieron el resto de mis compañeros, a los que me uní sin pensarlo, si teníamos que caer lo haríamos peleando.

—¡Uno para todos, y todos para mí!

Con aquel grito más eufórico de lo que cabía pensar, empecé a plantearme una estrategia que incluyese al nuevo integrante del grupo. A ver que salía de todo aquello.

***

Siguiendo las indicaciones de Ronin, bajamos por el sótano del Templo de Reminiscencia, pero por increíble que sonase la instancia no parecía tener final alguno. Ya no había un suelo en el que mirar, o un techo que contemplar, ni tan siquiera paredes hermosamente decoradas. Solo oscuridad y más oscuridad, aunque había dos excepciones: un gran número de estatuas acompañaban nuestra sinuosa marcha, y a pesar de que no conocía ninguna de ellas — no dudé en anotarme mentalmente los símbolos que ayudaban a distinguir las unas de las otras. Un unicornio, un oso... — dirigí unas palabras de profundo respeto dado que estaba seguro que en un pasado resultaron vitales para toda la Orden.

La otra excepción era el puente rodeado por aquellas figuras y que además lo atravesaba todo para llevarnos aún más adentro... ¿dónde se suponía que íbamos a tenderle la trampa a Aaron? Entre tanta oscuridad sería fácil camuflarnos, pero seríamos incapaces de ver nada una vez estuviésemos todos escondidos.

Algo interrumpió mi fascinación por aquel lugar, algo que no era normal; parte del espacio donde nos encontrábamos se “rajó” y por absurdo que sonase ya no podía dar nada por imposible después de todo lo que estaba pasando. Una mano asomó por la brecha que había surgido de la nada, luego otra y al fin surgió un individuo completo, más concreto un individuo no deseado. Se trataba de Aaron, pero no del “joven” que acababa de masacrar a un grupo de aprendices, sino del que había huido con aquella sucia técnica para conseguir el tiempo necesario para volver.

—Decidme... ¿Queréis escuchar mi historia? ¿¡Tanto os gusta hurgar en el pasado!?

El hombre perro, Hiro, realizó un comentario burlón contra el homicida. Un punto a favor para los de Tierra de Partida sin duda, ya que me había hecho cierta gracia que aliviaba la tensión que acababa de formarse, aunque tampoco creía muy conveniente tocarle las narices a alguien que podía soltar una nube de gas mortal en un espacio bastante cerrado y desconocido como en el que estábamos.

—Claro que sí... Puedo contaros muchas historias sobre mí. Tengo tantas que no entrarían en este castillo de mármol. ¡Pobre de mí! Creyendo que el Guardián y el Libro estaban ahí. Si tan solo hubiese removido las piedras de este castillo habría obtenido lo que quería. Pero primero, dejadme hacer algo que siempre he querido hacer.

Traté de ponerme en guardia, pero resultó del todo inútil; de la mano de Aaron surgió un ataque de oscuridad que no iba dirigido a mí, sino al Ronin que nos acompañaba, y al cual agarró por la pierna sin que el afectado pudiese reaccionar. Antes de que yo o cualquiera de mis compañeros pudiese actuar, colocó al casi Maestro delante suyo para atravesarlo al instante con su Llave Espada. Nanashi no pudo evitar soltar una exclamación, y yo no pude evitar pensar que acabábamos de perder a una de nuestras mejores bazas para matar a Aaron en aquel lugar.

Ahora volvíamos a estar en desventaja.

—Se supone que este recuerdo acaba con mi muerte. Logro entrar al templo, persigo a Ronin y justo cuando estoy a punto de matarlo aparecen Awyr y Rayim... Y colorín colorado. ¡Me río de ese final! Mi patético yo solo perdió por que ellos eran más. Al final los que os hacéis llamar los "buenos", los "héroes" no sois más que basura. No sois diferentes de uno de esos grupitos de matones. Sin los demás no sois nada, solo mierda en la suela de los zapatos.

—Te equivocas. Yo no soy un héroe ni de los buenos. Los idiotas no somos tan buenos como para ser héroes.

Si Hiro no se consideraba un héroe allá él, yo discernía sobre su opinión de lo que te hacía o no ser uno de los buenos... Bastión Hueco, por ejemplo, era el lugar de los buenos y estaba seguro que en nuestras filas existían verdaderos héroes. No era nadie para juzgar a los de Tierra de Partida ni llevarles la contraria, pero si lograba salir de allí dentro intacto empezaría a auto-proclamarme héroe por mi cuenta, sobretodo si antes borraba la existencia del malnacido de Aaron.

“El rey de Roma” arrojó entonces el cuerpo del futuro Maestro — que ya no existiría en ese recuerdo si acababa de matarlo — al vacío. Pero en vez de caer sin más y fundirse con la oscuridad rompió todo el lugar por el que pasaba. Aquello no podía ser bueno.

—¡Oh! Qué mal, acabo de destruir la sala al matar a Ronin, cuando eso se supone que no puede ocurrir. El recuerdo ha sido interrumpido y ya no tiene razón de ser, por lo que será autodestruído... Con vosotros dentro.

Y como acababa de decir, no era para nada algo bueno. Ahora además de encargarnos de alguien con habilidades superiores y que no pretendía dejarnos marchar por las buenas, tendríamos un límite de tiempo que a saber cuanto duraba. ¿Y nosotros éramos “los mierdas” de aquella sala? Había sido él quien había huido como una rata con tal de que no le rematásemos en el lugar de nuestro primer enfrentamiento, y ahora él nos ponía contra la espada y la pared.

»Hay dos salidas de este lugar... Una está detrás de mí, aunque eso significaría que tendríais que pelear contra mí. Una verdadera batalla final. ¿No es lo tipico en estos casos? ¿Que al llegar casi al final salga el Jefe Final? La otra está fuera, en la necrópolis en un arco plateado... Pero tendríais que resolver un acertijo muy difícil y... Bueno, no os aseguro que lleguéis a tiempo. Decid de una vez, ¿saldamos las cuentas? Aunque total... Todos los caminos acabarán llevando a mí al final...

Apreté mis puños con fuerza, y desenvainé la espada que aquel maldito creído me había dado antes de ser liberado por el Guía. ¿Quería una batalla final? Pues la iba a tener, y de las buenas además. Solo necesitábamos una buena estrategia para poder dejarle atrapado en sus propios recuerdos y nosotros poder escapar por la salida que él mismo había abierto; no sería fácil dado el número de aprendices que éramos, pero no estaba todo perdido... juntos podríamos derrotar a ese “Jefe Final”.

—Creo que se refiere también al Aaron de este recuerdo, puede ser que esté por aquí también, de todos modos luchar contra el sin Rayim será difícil, —argumentó Hiro— aunque sabemos donde esta el arco si lo que dice es cierto puede que ni lleguemos, por otro lado siendo el puede ser un bulo para que nos quedemos aquí.

>>Decidid que queréis hacer rápido o a saber que pasará con nosotros

—Yo me voy —comentó Simbad de pronto—. Quien quiera que me siga, necesitaremos cabezas para resolver el acertijo.

—¡Yo voy contigo! —exclamó Freya—. Resolvamos ese acertijo.

Mis esperanzas se esfumaron tan pronto como aparecieron al ver que nuestro pequeño grupo empezaba a desperdigarse y a deshacerse, ya que si no trabajábamos en equipo sería imposible vencerle... y mucho menos si solo nos quedábamos la Maestra Nanashi y yo.

—Maestra Nanashi... ¿cree que tenemos más posibilidades de escapar todos con el acertijo que unidos contra él? —Señalaría, al ver como casi todo el grupo planeaba irse— ¿O tiene usted otro plan, Maestra? Aunque creo que no hay más remedio que irse ahora, no tenemos demasiado tiempo. Acompáñenos para poder resolver el acertijo lo antes posible, por favor.

Tras escuchar lo que la Maestra tuviese que decir, seguiría a Simbad, Hiro, Freya, y a Lyon corriendo todo lo que mis piernas me permitiesen en dirección a la salida del Templo, y más concretamente hacia el arco plateado. No tenía un Glider en el que montar, por lo que más le valía a Rayim tener razón y que Zephyr estuviese de nuestra parte para concedernos unos minutos más, o estábamos bien muertos.

Si el maníaco nos intentaba perseguir, trataría de hundir el puente una vez hubiésemos pasado todos
lanzando una Explosión de Oscuridad que evitaría lanzar cerca de Aaron para que no la devorase.

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▪ Explosión de Oscuridad (HM) [Nivel 9] [Requiere Afinidad a Oscuridad; Poder Mágico: 13] Crea una bola de oscuridad de tamaño medio, la cual se divide en otros 3 orbes más pequeños que explotan simultáneamente.

[Sombra]

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Todos hicieron caso al joven gitano decantándose por una retirada y dejando solo a Aaron. Saito y Nanashi parecieron dudar unos instantes, puesto que el aprendiz se aproximó a la dama de hierro para exponer sus inquietudes:

—Maestra Nanashi... ¿cree que tenemos más posibilidades de escapar todos con el acertijo que unidos contra él? ―dudó—. ¿O tiene usted otro plan, Maestra? Aunque creo que no hay más remedio que irse ahora, no tenemos demasiado tiempo. Acompáñenos para poder resolver el acertijo lo antes posible, por favor.

―Antes logramos ponerle contra las cuerdas. Creo que podríamos lograrlo una vez más ―razonó la mujer. Ahora Aaron estaba herido... Incluso si Saito se fijaba bien sus heridas eran ahora mayores. Poco a poco era como si su cuerpo se marchitase. Quizás ganar tiempo significaba también encontrarle más debilitado. ¿Pero a qué se debía aquello? ¿Acaso había sido presa también del Miasma a pesar de ser el lanzador de aquel maleficio?

No, aquello era imposible cuando había quedado claro que era inmune a la Oscuridad.

Ambos siguieron al resto, que ya se alejaban por el sinuoso pasaje suspendido en mitad de la nada.

No les resultó difícil salir del templo, Aaron había optado por dejarlos marchar sin más, eso sí. Con una tenebrosa sonrisa en sus labios.

El Aaron del recuerdo estaba completamente paralizado, y su rostro se desfiguraba a la par que el paisaje más alejado de ellos. Las montañas parecían fundirse con el suelo cual vela al derretirse y los millares de Llaves se desvanecían en una intensa polvareda que pronto se convirtió en una tormenta de arena. Avanzar fue de todo menos fácil. La arena se les metía en la boca, entre sus prendas y en los ojos. También respirarían aquella polvareda, por lo que no podrían evitar empezar a toser si decidían no cubrirse con.

El suelo bajo ellos se resquebrajaba lentamente y grandes temblores sacudían todo el lugar haciéndoles perder el equilibrio en más de una ocasión.

―¡Seguidme, puedo sentirlo! ―exclamó Nanashi convocando una resplandeciente esfera de luz que era como un faro en mitad de la noche para ellos en aquella tormenta de arena.

Poco a poco, pudieron percibir el brillante artefacto plateado que esperaba la llegada de los allí presentes. Unas letras empezaron a dibujarse en toda la estructura.

Aquellos con ______ pura creen tener el derecho para gobernar, que todo es un _____. Pero esa no tiene por qué ser la verdad.

La verdad puede estar escondida, protegida por un ________, o tal vez donde Los ________ aguardan ser despertados una vez más.

La Luz debe adelantarse y mover _______, antes de que los errores que se han cometido en el pasado arrasen el presente futuro. Un futuro, donde por fin los Portadores puedan cumplir la ____ ______ que les fue encomendada...

―Por fin os encuentro.

Tras ellos había aparecido una persona que podría decirse que era la más hermosa que habrían visto antes. Un hombre alto, de piel blanquecina, casi brillante y rostro afilado. Sus ojos eran dos preciosas gemas preciosas y su cabello era largo y rubio, perfectamente liso. Pero el detalle más destacable de aquel hombre eran sus alas. Un enorme par de alas cuyas plumas eran de un impoluto blanco, puro como la luz más brillante jamás vista. Vestía unas prendas largas y livianas, tan blancas como sus alas. Su cabello estaba adornado por una preciosa tiara dorada y en sus piernas llevaba unas botas plateadas que llegaban hasta sus rodillas.

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―Soy Nithael ―se presentó a sí mismo con una afable sonrisa―. No hay mucho tiempo, el Aaron que está fuera de este recuerdo os está esperando fuera. Lo único por lo que os dejó venir hacia aquí es porque él tenía la "esperanza" de que acabaseis atrapados aquí, en este recuerdo. Eso sería peor que la muerte o cualquier otra tortura, repetiríais el mismo ciclo para siempre sin posibilidad de salir.

»La Maestra Awyr y el Maestro Rayim se están enfrentando a Aaron, pero tienen las de perder ellos solos. Son simples recuerdos, por lo que pueden daros igual. No necesitáis tener empatía con ellos. Pero al menos están luchando por vosotros, tened eso en cuenta. Una vez derrotéis a Aaron se abrirá la puerta hacia el lugar en el que aguardan Los Perdidos... Y la Llave que buscáis. Los que bajaron a los sótanos del castillo están a punto de llegar también a su destino. Pronto todas las piezas habrán encajado. Resolved el acertijo.

Nithael rebuscó en su túnica y sacó de ella unos misteriosos objetos. Uno de ellos lo colocó en las manos de Saito, el otro se lo entregaría a Lyon o a Freya. El que lo cogiese se lo llevaba.

―Ese te servirá para que tus habilidades de Oscuridad puedan dañar a Aaron ―señaló el objeto que acababa de entregar a Saito, que parecía una simple bola de metal―. Su duración es muy breve, apenas treinta segundos. Funciona como una bomba, por lo que tendrás que lanzársela para que explote.

Tras eso, se aproximó al que hubiese cogido aquel objeto de entre los dos aprendices. Aquel objeto era una especie de brazalete precioso, lleno de joyas desde esmeraldas, rubíes, diamantes y zafiros.

―Lo necesitaréis. Le dará al que lo utilice un poder especial, pero solo se activará una vez, tras eso se romperá y con él el poder. Utilizadlo con cabeza.

―¿Quién eres exactamente? ―Nanashi dio un paso cauteloso hacia él.

―Alguien que no quiere permitir que este Castillo acabe siendo pasto de los sincorazón. Se supone que soy el Guadián de Tierra de Partida y, aunque sea, me gustaría hacer algo por ayudar a protegerla... ¡Aprisa! El recuerdo se desmorona. No tenemos más tiempo.

Un nuevo temblor partió el suelo en dos levantando parte del terreno y bajando otra zona creando grandes desniveles. Tenían poco tiempo. ¿Qué palabras faltaban para completar aquellas frases?

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Toda la VIT y PHs de los personajes se recupera.

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-Mario51y1 II (I Justificada)
-CrystalWing (III Justificadas)
-Sheldon III (EXPULSADO)
-xXOrbOOkXx I (Justificada)

Fecha límite: 21/08/2015 a las 23:59

[Crystal]

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Salir del templo no fue difícil para los aprendices. Sin embargo, seguir avanzando ya fue más complicado. Los millares de Llaves creaban una gran polvareda que ocasionó una tormenta de arena que no ayudó para nada. Freya se frotó los ojos, molesta por la arena que le entraba, y tosía de vez en cuando a causa del polvo hasta que optó por taparse bien con su capucha. Para no perder el equilibrio, se quedó cerca de sus compañeros por si necesitaba sujetarse en algún momento.

―¡Seguidme, puedo sentirlo! ―exclamó la Maestra, la cual creó una esfera de luz que sirvió como farolillo.

A lo lejos, Freya vio un artefacto plateado. Saber que estaban cerca del acertijo, la hizo correr más rápido para llegar y ver de qué se trataba todo aquello. Al momento, unas letras empezaron a dibujarse.

Aquellos con ______ pura creen tener el derecho para gobernar, que todo es un _____. Pero esa no tiene por qué ser la verdad.

La verdad puede estar escondida, protegida por un ________, o tal vez donde Los ________ aguardan ser despertados una vez más.

La Luz debe adelantarse y mover _______, antes de que los errores que se han cometido en el pasado arrasen el presente futuro. Un futuro, donde por fin los Portadores puedan cumplir la ____ ______ que les fue encomendada...

La aprendiza se quedó unos momentos en silencio, con la cabeza ladeada.

―Por fin os encuentro.

Al girarse, Freya no pudo evitar parpadear un un par de veces para asegurarse de que lo que estaba viendo era real. Un hombre alto, pálido, cuyos ojos brillaban como gemas y cuyo cabello rubio estaba mejor mantenido que el de ella. Pero, por si todo aquello fuese poco, el hombre tenía alas. Un par de perfectas alas blancas que se podían comparar con la luz más pura. Por un momento, la pelirrosa llegó a olvidarse de dónde se encontraban.

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―Soy Nithael ―Se presentó―. No hay mucho tiempo, el Aaron que está fuera de este recuerdo os está esperando fuera. Lo único por lo que os dejó venir hacia aquí es porque él tenía la "esperanza" de que acabaseis atrapados aquí, en este recuerdo. Eso sería peor que la muerte o cualquier otra tortura, repetiríais el mismo ciclo para siempre sin posibilidad de salir.

»La Maestra Awyr y el Maestro Rayim se están enfrentando a Aaron, pero tienen las de perder ellos solos. Son simples recuerdos, por lo que pueden daros igual. No necesitáis tener empatía con ellos. Pero al menos están luchando por vosotros, tened eso en cuenta. Una vez derrotéis a Aaron se abrirá la puerta hacia el lugar en el que aguardan Los Perdidos... Y la Llave que buscáis. Los que bajaron a los sótanos del castillo están a punto de llegar también a su destino. Pronto todas las piezas habrán encajado. Resolved el acertijo.

Nithael buscó en su túnica y sacó unos misteriosos objetos. Uno de ellos fue para Saito, e inmediatamente Freya se lanzó a por el otro, sin apenas mirar a Lyon.

―Ese te servirá para que tus habilidades de Oscuridad puedan dañar a Aaron ―Señaló el objeto de Saito―. Su duración es muy breve, apenas treinta segundos. Funciona como una bomba, por lo que tendrás que lanzársela para que explote.

Tras eso, se acercó a la pelirrosa. El objeto que tenía entre sus manos era un precioso brazalete lleno de joyas. Era un accesorio bastante bonito...

―Lo necesitaréis. Le dará al que lo utilice un poder especial, pero solo se activará una vez, tras eso se romperá y con él el poder. Utilizadlo con cabeza.

―Eso haremos.

―¿Quién eres exactamente?

―Alguien que no quiere permitir que este Castillo acabe siendo pasto de los sincorazón. Se supone que soy el Guadián de Tierra de Partida y, aunque sea, me gustaría hacer algo por ayudar a protegerla... ¡Aprisa! El recuerdo se desmorona. No tenemos más tiempo.

Un nuevo temblor sacudió el territorio y empezó a crear grandes desniveles; claramente quedaba poco tiempo.

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Después de colocarse el brazalete en la muñeca derecha, Freya volvió a acercarse a las palabrejas aquellas que habían sido escritas en la plataforma.

―¡Vale! Hay que darse prisa. Os propongo mis palabras, pero echadme una mano; no creo que vaya a poder con esto sola...

»

Aquellos con sangre pura creen tener el derecho para gobernar, que todo es un _____. Pero esa no tiene por qué ser la verdad.

La verdad puede estar escondida, protegida por un guardián, o tal vez donde Los Perdidos aguardan ser despertados una vez más.

La Luz debe adelantarse y mover _______, antes de que los errores que se han cometido en el pasado arrasen el presente futuro. Un futuro, donde por fin los Portadores puedan cumplir la ____ misión que les fue encomendada...

Se giró hacia sus compañeros, buscando en sus miradas las respuestas que faltaban. Después de todo, estaban juntos en aquello, ¿verdad? Debían ayudarse. Todo eso no era más que una estúpida prueba para seguir avanzando.

―¿Y bien? ¿Qué tal suenan? ―preguntó inocentemente―. ¿Alguna otra idea?

[H.S Sora]

Mis nervios afloraban por momentos, dado que tan solo la Maestra Nanashi y yo seguíamos allí, a la merced de cualquier ataque a la desesperada que aquel loco se propusiese a lanzar. Pero a pesar de todo algo me inquietaba todavía más mientras la Dama de Hierro se planteaba su respuesta: Aaron había dejado huir con demasiada facilidad al resto, como si fuese aquello lo que estuviese buscando.

―Antes logramos ponerle contra las cuerdas. Creo que podríamos lograrlo una vez más ―dijo tras aquel momento de reflexión.

Asentí a su comentario, sabiendo ahora que si el resto se hubiese quedado a cooperar quizá ya estaríamos fuera... pero a pesar de que aquel no era momento de dudar sino más bien de actuar y correr, algo llamó mi atención sin poder yo remediarlo. Aaron estaba herido, más de lo que recordaba yo que hubiese estado en nuestro último encuentro. Era como si el paso del tiempo por algún motivo le estuviese empeorando al son de un ventajoso ritmo para nosotros; ahora la duda residía en que le llevaba a ese estado, o si aquel proceso continuaría dándose o por el contrario se revertiría tarde o temprano.

Fuese como fuese, no podíamos desaprovechar aquella oportunidad la próxima vez que nos lo encontrásemos.

Nanashi y yo habíamos salido de escena, alcanzando a nuestros compañeros para dejar atrás el Santuario de Reminiscencia. Aquel maníaco no se había movido en busca nuestra, pero estaba seguro que tarde o temprano tendríamos que afrontarlo cuando lográsemos salir de aquella prisión de memorias en la que estábamos.

***

Aquello era una completa mierda.

Tras salir del lugar sagrado, el panorama se desestabilizó por completo: aquello de que el recuerdo se estaba destruyendo no iba en broma, el paisaje se había fundido en una especie de asquerosa masa mezcla de las montañas que había podido contemplar antes y de aquel suelo. Pero aquello no era lo que alteraba mi humor, ya que ver al Aaron de aquel recuerdo desfigurar su rostro había valido todo lo que acabábamos de pasar y más.

Lo que me disgustaba de todo aquello era que todas las Llave Espada de la Necrópolis habían pasado a ser polvo, el cual se arremolinó contra nosotros en una repentina aglomeración de arena para la que ni yo ni el resto de mis compañeros estábamos preparados. Tanta arena me recordaba a Agrabah, mundo del que no guardaba unos maravillosos recuerdos que digamos; cuando la malévola arena se decidió a instalarse en mis ojos y a viajar a través de mi ropa para provocar angustiosos picores, creí que estallaría en una virulenta ira sobre todo aquel presente que no tuviese un título de Maestro.

Lejos de montar un numerito ― y tras casi caerme a causa de una especie de temblor proveniente del resquebrajado suelo que pisábamos ― coloqué férreamente una de mis manos en la boca y la otra a la altura de los ojos sin dejar de avanzar. Si la pesadilla tenía que continuar, por lo menos quería evitar perder un ojo como el mismísimo Ronin.

―¡Seguidme, puedo sentirlo!

Tras que la voz de la Maestra Nanashi me insuflara un poco más de esperanza, esta evocó una esfera de luz que nos permitió guiarnos sin demasiados problemas a través de la tormenta, aunque no por ello significó que nos hubiésemos esforzado menos con tal de llegar a nuestra salida de escape que se presentaban a través de un arco plateado brillante; un mensaje empezó a plasmarse en el arco, el acertijo, incompleto tal y como debía ser.

Aquellos con ______ pura creen tener el derecho para gobernar, que todo es un _____. Pero esa no tiene por qué ser la verdad.

La verdad puede estar escondida, protegida por un ________, o tal vez donde Los ________ aguardan ser despertados una vez más.

La Luz debe adelantarse y mover _______, antes de que los errores que se han cometido en el pasado arrasen el presente futuro. Un futuro, donde por fin los Portadores puedan cumplir la ____ ______ que les fue encomendada...

―Por fin os encuentro.

Me exalté por un momento cuando oí aquella desconocida voz a mis espaldas, a lo que reaccioné girándome con cierta brutalidad tanteando la empuñadura de mi espalda. No tenía la menor idea de lo que estaba a mis espaldas, y aunque me lo hubiesen dicho jamás me lo hubiese creído así como así.

U-Un ángel...

Aquel era el único pensamiento que tanteaba mi cabeza ante tan hermosa criatura, a la cual asemejaba como imagen de mitos y leyendas más que de la realidad. Pero ahí estaba él, imponente e impasible frente a nosotros con aquella piel de mármol brillante en la que se destacaban todos aquellos rasgos que poseía y respaldados por la rubia melena lisa a la que le acompañaba una especie de corona. Su blanca vestimenta era bastante sencilla, lo que permitía que por encima de todo destacasen aquellas blancas alas.

Jamás había presenciado algo como aquello, y pude notar una opresión en mi pecho, la cual casi me derribó, como si un rayo me hubiese atravesado. Si los ángeles existían, ¿qué más había ahí fuera que no supiésemos? ¿El cielo y el infierno podían ser verdad?...

―Soy Nithael ―dijo sonriendo―. No hay mucho tiempo, el Aaron que está fuera de este recuerdo os está esperando fuera. Lo único por lo que os dejó venir hacia aquí es porque él tenía la "esperanza" de que acabaseis atrapados aquí, en este recuerdo. Eso sería peor que la muerte o cualquier otra tortura, repetiríais el mismo ciclo para siempre sin posibilidad de salir.

Tal y como pensaba, Aaron se iba debilitando más y más con el paso del tiempo por algún motivo que desconocía. Pero mejor para nosotros, una vez lográsemos escapar del dichoso recuerdo nada impediría que le pateásemos el culo de forma definitiva

»La Maestra Awyr y el Maestro Rayim se están enfrentando a Aaron, pero tienen las de perder ellos solos. Son simples recuerdos, por lo que pueden daros igual. No necesitáis tener empatía con ellos. Pero al menos están luchando por vosotros, tened eso en cuenta. Una vez derrotéis a Aaron se abrirá la puerta hacia el lugar en el que aguardan Los Perdidos... Y la Llave que buscáis. Los que bajaron a los sótanos del castillo están a punto de llegar también a su destino. Pronto todas las piezas habrán encajado. Resolved el acertijo.

Asentí, imaginándome como aquellos dos antiguos Maestros trataban de protegernos con todo lo que podían ofrecer en su estado actual. A pesar de que fuesen antiguos miembros de Tierra de Traidores, no pensaba abandonarles en una lucha que nosotros debíamos de acabar; aquello también acrecentó mi curiosidad acerca de Los Perdidos, pero antes de reunir el valor suficiente como para preguntarle a Nithael, este colocó sin previo aviso sobre mis manos una pesada esfera, además de dar otro objeto a mis compañeros.

―Ese te servirá para que tus habilidades de Oscuridad puedan dañar a Aaron ―Abrí de soslayo mis ojos, preguntándome si aquello que estaba diciendo sería una broma. ¿Pero podían mentir los ángeles?―. Su duración es muy breve, apenas treinta segundos. Funciona como una bomba, por lo que tendrás que lanzársela para que explote.

Asentí agradecido, contemplando la fascinante posibilidad de que pudiese devolverle a Aaron el “festín” que le había otorgado antes en forma de verdadero daño en este caso. Sostuve aquella bola metálica como si de un seguro de vida se tratase, porque quizá así era.

―¿Quién eres exactamente? ―Nanashi se acercó después de que él hubiese explicado a mis compañeros sobre el otro objeto que les había dado, en este caso una especie de brazalete especial.

―Alguien que no quiere permitir que este Castillo acabe siendo pasto de los sincorazón. Se supone que soy el Guadián de Tierra de Partida y, aunque sea, me gustaría hacer algo por ayudar a protegerla... ¡Aprisa! El recuerdo se desmorona. No tenemos más tiempo.

¿Acaso era él lo que Aaron había estado buscando durante tanto tiempo sin obtener resultados?

No tuve tiempo de pensar nada más, porque un nuevo sismo hizo que me concentrase en no perder el equilibrio en esta ocasión y en poder quedarme sobre la zona elevada que se había formado. Me acerqué todo lo que pude al arco plateado con tal de resolver el acertijo.

Lo releí una y otra vez, tratando de pensar en todo lo que había aprendido durante mi instancia en el Castillo del Olvido y de lo que había vivido en aquellos espantosos recuerdos pertenecientes a ese loco. Cerré mis ojos unos segundos tratando de concentrarme a la par que imaginaba las posibles palabras que faltaban revolotear a mi alrededor para contemplar al final como estas trataban de adherirse a la frase. Palabra de la que dudaba, palabra que desechaba. Así una y otra vez.

Hasta que abrí los ojos, seguro de que lo tenía. Tenía que estar bien, no había margen para el error. Era ahora o nunca.

―¡Vale! Hay que darse prisa. Os propongo mis palabras, pero echadme una mano; no creo que vaya a poder con esto sola...

Mire las palabras de la chica, y observé sorprendido como había plasmado en gran mayoría las que se me habían ocurrido a mi también.

>>¿Y bien? ¿Qué tal suenan? ¿Alguna otra idea?

―La primera palabra es sangre, concuerdo ―diría a mis compañeros, centrándome en Freya y pasando del segundo hueco el cual no tenía todavía más claro y que esperaba que ellos supiesen―. La tercera y cuarta por ese orden son Guardián y Perdidos, también lo veo correcto. Y las últimas palabras son Gran Misión ―añadiría algo nervioso, enfatizando en la palabra que le había faltado a la chica.

Seguían faltándome dos en las que mirase lo que mirase no quedaba ninguna palabra bien... hasta que se me iluminó la cara de golpe.

>>¡La segunda es juego! ―concluiría, esperando las observaciones de mis otros compañeros.

El acertijo quedaría así, si ni Freya ni yo estábamos equivocados.

Aquellos con sangre pura creen tener el derecho para gobernar, que todo es un juego. Pero esa no tiene por qué ser la verdad.

La verdad puede estar escondida, protegida por un guardián, o tal vez donde Los Perdidos aguardan ser despertados una vez más.

La Luz debe adelantarse y mover _______, antes de que los errores que se han cometido en el pasado arrasen el presente futuro. Un futuro, donde por fin los Portadores puedan cumplir la gran misión que les fue encomendada...

Tan solo quedaba una palabra, y la dejaba en manos del resto.

[RedXIII]

Una tormenta de aire se levantó en cuanto salieron, era tan fuerte que el cigarrillo que llevaba en la boca salió volando. Goei se enganchó a la espalda del aprendiz mientras este se ponía las gafas protectoras y seguía de cerca a los demás para no perderse.

―¡Seguidme, puedo sentirlo! ― Invocó una lucecita.

—Yo también sé hacer eso — Sacó su linterna del bolsillo y empezó a iluminar en dirección a la lucecita y habría seguido un rato así si no fuera porqué se percató de la extraña edificación plateada con las letras extrañas dibujadas.

―Por fin os encuentro ― Un desconocido con forma de ángel se presentó tras ellos.

Habló sobre la situación actual y a continuación les regaló a sus compañeros unos artefactos y baratijas que aumentaban su poder, el aprendiz se giró y contempló el marco plateado.

―¿Quién eres exactamente?

―Alguien que no quiere permitir que este Castillo acabe siendo pasto de los sincorazón. Se supone que soy el Guadián de Tierra de Partida y, aunque sea, me gustaría hacer algo por ayudar a protegerla... ¡Aprisa! El recuerdo se desmorona. No tenemos más tiempo.

—¿Eso quiere decir que le has vendido Tierra de Partida a los de Bastión Hueco? — Susurró el aprendiz para si mismo mientras se mordía el labio, remarcando el detalle de que los artefactos solo se los había dado a miembros de ese grupo.

El suelo empezó a desquebrajarse mientras los demás hablaban entre ellos de como resolver el enigma.

―¡Vale! Hay que darse prisa. Os propongo mis palabras, pero echadme una mano; no creo que vaya a poder con esto sola...

―La primera palabra es sangre, concuerdo. La tercera y cuarta por ese orden son Guardián y Perdidos, también lo veo correcto. Y las últimas palabras son Gran Misión.

>>¡La segunda es juego!.

Hiro, mientras, intentaba encenderse un cigarrillo, pero el viento era demasiado fuerte para ello.

—Mierda — Susurró mientras, nervioso, contemplaba el enigma y las respuestas optadas, su mente trabajaba a un nivel de estrés mayor al que estaba acostumbrado, aunque le resultaba bastante familiar aquella sensación.

—Juego, guardián... — Repitió varias veces —¡Ajedréz!.

Aquellos con sangre pura creen tener el derecho para gobernar, que todo es un juego. Pero esa no tiene por qué ser la verdad.

La verdad puede estar escondida, protegida por un guardián, o tal vez donde Los Perdidos aguardan ser despertados una vez más.

La Luz debe adelantarse y mover ficha, antes de que los errores que se han cometido en el pasado arrasen el presente futuro. Un futuro, donde por fin los Portadores puedan cumplir la gran misión que les fue encomendada...

Anunció la palabra restante mientras recargaba su rifle, esperando a que pasara lo que tuviera que pasar.

—Por cierto, también podría ser "olvidados" en vez de "perdidos" ¿No?

[xXOrbOOkXx]

Todos optamos por una retirada, lo que me animó en parte. Sin embargo, la respuesta de Nanashi a la pregunta del Aprendiz me hizo pensar. Curiosamente, las heridas de nuestro enemigo parecían muy profundas, y creí que iban en aumento. Sin embargo, algo me hacía pensar que habíamos hecho lo correcto. El verdadero Aaron y no el de recuerdo nos estaba buscando en la superficie, y dado que seguramente tendríamos que derrotarle para llegar a la Llave, era mejor ahorrar energías.

Habíamos llegado al acertijo. Era un paisaje onírico, como si el mundo se estuviera diluyendo en un vaso de tinta. No podíamos perder más tiempo.

―Por fin os encuentro.

Me giré súbitamente, pensando que Aaron nos había encontrado irremediablemente. Pero no pude creer lo que vieron mis ojos. Parecía salido de una pintura. De una canción.

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―Soy Nithael ―me tensé, porque no confiaba en que fuera amigo, a pesar de su sonrisa―. No hay mucho tiempo, el Aaron que está fuera de este recuerdo os está esperando fuera. Lo único por lo que os dejó venir hacia aquí es porque él tenía la "esperanza" de que acabaseis atrapados aquí, en este recuerdo. Eso sería peor que la muerte o cualquier otra tortura, repetiríais el mismo ciclo para siempre sin posibilidad de salir.

Me lo imaginé. Pensamientos inconscientes, pero reales al fin y al cabo, al final sólo se reducía a eso: sobrevivir. Fuera como fuere, Aaron estaba más loco que un cencerro. Acto seguido nos habló de los recuerdos de otros Maestros y que estaban luchando por nosotros. Nos habló de los que habían recorrido los sótanos del Castillo, pero ni una palabra sobre los que habían viajado en el tiempo. Era lógico por otra parte.

―¿Quién eres exactamente? ―Preguntó la Maestra.

―Alguien que no quiere permitir que este Castillo acabe siendo pasto de los sincorazón. Se supone que soy el Guadián de Tierra de Partida y, aunque sea, me gustaría hacer algo por ayudar a protegerla... ¡Aprisa! El recuerdo se desmorona. No tenemos más tiempo.

―Ya que estás podrías ayudarnos un poco ―suspiré. Si él era el Guardián o algo así, debería saber se el acertijo.

Mientras repartía objetos a los otros aprendices, me rascaba la perilla, pensando en las respuestas del acertijo. Todos dieron sus respuestas, y asentí conforme a la mayoría de ellas.

―No creo ―respondí a Hiro―. Más de una vez he escuchado ese término en este viaje, pero olvidados...

Hice una mueca.

Aquellos con sangre pura creen tener el derecho para gobernar, que todo es un juego. Pero esa no tiene por qué ser la verdad.

La verdad puede estar escondida, protegida por un guardián, o tal vez donde Los Perdidos aguardan ser despertados una vez más.

La Luz debe adelantarse y mover ficha, antes de que los errores que se han cometido en el pasado arrasen el presente futuro. Un futuro, donde por fin los Portadores puedan cumplir la gran misión que les fue encomendada...

El acertijo quedaba así. Lo de la sangre lo daba por supuesto, dado que la realeza cree en la sangre pura, y más lo sabía yo. El guardián también era de cajón, al igual que los Perdidos, por muy extraño que sonase. Por otra parte, la palabra ficha y juego estaban mortalmente relacionadas pero había algo que no me convencía.

―Supongo que da igual pero en vez de gran misión ¿no sería ardua misión? ―Murmuré―. Creo que suena más poético, la clase de palabra que ves escrita en una leyenda.

Supuse que ambas estaban bien, dado su parecido. Cambiar una palabra no iba a hacer que nos quedásemos atrapados ¿o sí? Fuera como fuese, decidí incluir mi opinión, para bien o para mal, dándola por hecho en el resultado final a no ser que los otros opinaran lo contrario. Parecía un mensaje oculto.

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