La Oscuridad acecha
Participantes
~ Hiro – RedXIII
~ Kairi – Kairi
~ Enok – Sheldon
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Ubicación
~ Tierra de Partida.
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Cronología
~ Sheldon > Tras ‘[Encuentro] El tercero en discordia’.
~ Kairi > Tras "[Trama] Más fácil habría sido si fuera un perro" y "[Especial libre] San Valentín".
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Enok arrugó la hoja de papel y con un ademán algo brusco la lanzó contra la papelera. Acto seguido soltó un bufido y se levantó de la silla de su escritorio. Se acercó al descansillo del ventanal y apoyando su brazo en un pequeña barrote de madera, se sentó a observar la inmensidad del jardín.
Amanecía. El sol lanzaba tímidos rayos de luz en todas direcciones, despertando a la fauna de toda Tierra de Partida. Más de uno maldecía esa hora del día ya que comenzaban los entrenamientos. Varios Moguris, tiernos y rechonchos, aleteaban de aquí para allá manteniendo en perfecto estado las instalaciones. Algún que otro aprendiz paseaba solitario por el laberinto de vegetación a la espera de algún recado que se hacía eterno o simplemente disfrutando de aquella paz que se podía respirar.
Enok suspiró. Se sentía agotado. Toda la noche había estado dándole vueltas a su cabeza para encontrar algo que escribir en su casi vacío diario. Desde que Zait y Dejay parecían haber desaparecido, Enok no lograba conciliar el sueño por lo que intentaba buscar una excusa con la que pasar el tiempo.
Aquello que el chico había visto como un nuevo hogar, parecía desmoronarse ante sus ojos. Toda la gente que había conocido parecía ahora querer despedazarle interiormente. "No debería haber nacido.”
Se alzó lentamente y se dirigió hacia la puerta. Recorrió los pasillos una y otra vez, haciéndose creer que no se encontraba solo en aquel lugar. Aburrido, decidió salir al jardín a respirar algo de aire fresco. Tomó asiento en un apartado banco y dejó pasar las horas, observando la marabunta de alumnos que comenzaba a deambular por aquel lugar hasta que le vio. Seguía igual que siempre, con aquellos rasgos tan salvajes a la vez de misteriosos. Su largo pelo escarlata le tapaba toda la frente y rozaba sus hombros.
Enok se levantó rápidamente y se acercó algo más hacia el chico. Se colocó junto a un árbol intentando disimular a la vez que le miraba de reojo, intentando imaginarse como había llegado a ese lugar.