Yo me dispuse a entrar tranquilamente por las callejuelas, teniendo en cuenta mi posición fui prácticamente el último en coger aquel sendero, pero Tak no me ayudó precisamente.
Habiendo entrado prácticamente por la primera calle, el cachorro comenzó a correr sin rumbo, haciéndome a mí correr detrás de él. Tardé en alcanzarle, por lo que tuve que improvisar algún tipo de correa con cualquier cosa que encontré tirada cuando finalmente le agarré. No fue fácil, pero al fin conseguí que se mantuviese quieto. Para cuando terminé aquel caos perruno, los demás aprendices, si es que lo eran, habían avanzado lo suficiente como para que yo me sintiese perdido y solitario.
El lugar era solitario, abandonado y se encontraba en un estado pésimo, seguramente sería la peor imagen que se vio jamás de aquel mundo. Se apreciaba vagamente el paso de los alumnos por el lugar, que además parecía registrado. Había pasado mucho tiempo desde que entraron. Sobre todo contando con el hecho de que me tomé un rato para descansar.
Proseguí por el lugar sin parar a pensar en nada. El ambiente desolado me traía muy malos recuerdos de Londres. Por otro lado, el hecho de vagar solo por aquellas calles de un mundo repleto de tanta desdicha trazaba en mí un escalofrío que recorría mi cuerpo. Aunque, estando solo, encontraba una única ventaja: No podía perder a nadie. Pero no estaba solo, contaba con la ayuda de Tak, que brillaba por su ausencia. Sin embargo, sabía que podía contar con él.
Acabé en lo que parecía una plaza a la que se accedía tras bajar unas escaleras. Al fondo del lugar se divisaban unas construcciones deterioradas al completo, ya fuese por el agua, el olvido o los sincorazón. Debajo de aquellas construcciones, estancada y algo pestilente, el agua permanecía inmóvil. Las construcciones se dividían en plataformas, y podría fácilmente subir a una de ellas, ¡incluso Tak podría! Pero me encontraba en un gran dilema si quería acceder a un mayor nivel. Podría intentar escalar, pero aparte de ser inviable, Tak no corría mi misma suerte. No quería volver a aquella tétrica plaza donde las sombras me llevaron. Menos me gustaba la idea de descubrir otros caminos. Es cierto que conocía a otras personas que habían decidido coger otras direcciones, pero buscarlos sería imposible. En cambio, encontrar al grupo de aprendices que vinieron a las callejuelas podría ser algo más seguro.
Al ver que por las buenas no podía acceder arriba, y mucho menos mi perruno amigo, invoqué mi Glider, monté a Tak y accedí a la superficie. Contemplé una cuerda amarrada que colgaba hasta el suelo de la plaza, por lo que mi mente me decía que no iba mal encaminado. A no ser que aquella cuerda llevase allí el tiempo suficiente como para ver aquella catástrofe, pero no parecía deteriorada.
Proseguí mi camino hasta lo que me pareció una sala circular, donde pude escuchar unas voces. Me detuve al instante y me escondí sigilosamente, avisando a Tak con un gesto para que se quedase quieto y no hiciese ningún tipo de ruido.
Al pararme a mirar pude contemplar a varios aprendices. Entre ellos pude diferenciar a Hiro, el joven-perro a quien conocí en Tierra de Dragones. Estaban también el niño azulado que parecía provenir de Espacio Profundo que vi en los jardines, junto con Edge Lemmons, el joven de las cicatrices y Maya Zawrid, la joven bruja de pelo rojizo. Maya y Edge parecían debilitados y heridos, ambos con quemaduras en la ropa. Había también otra aprendiz que no supe identificar en aquel grupo. Lo que me sorprendió fue lo que vi. Se encontraban luchando contra un hombre de pelo castaño que portaba una extraña combinación de espada y pistola. En la estancia también se encontraba una joven, también de pelo castaño y un vestido rosa, que contemplaba preocupada lo que ocurría.
Me llevó un tiempo pensarlo, pero no entendía la situación. ¿Qué hacía aquel joven atacando a los aprendices? Y si ellos luchaban en su contra significaría que algo malo habría hecho. ¿Y si había intentado atacar a la joven mujer del vestido rosa? Yo pensaba que iba a encontrarme con un sincorazón enorme del tamaño de espectro, pero aquello me confundió.
De alguna forma u otra, no eran mis amigos, pero me sentía responsable. No quería volver a perder a nadie, no quería que nadie perdiese a nadie. Algunos llevaban menos tiempo en tierra de partida, ¡otros incluso acababan de llegar! Obviamente aquel tipo no era un sincorazón, pero sentía la obligación de defender a mis compañeros. Es más, le superaban notablemente en grupo y al joven parecía no importarle aquello.
El joven azulado y lo que parecía una extraña criatura corrían rápidamente alrededor del joven, quizá intentando marearle.
Finalmente me decidí y creé una pequeña estrategia. Me acerqué a Tak y le dí unas indicaciones precias.
—
Muy bien chico —dije entre susurros—
. Voy a distraer a aquel grandullón. Tú ponte detrás suya sigilosamente y atácale por la espalda. Lánzate a por él, evitando al chico azulado y a ese otro animal, lánzale un piro o algo. Podrás hacerlo, pero, ten cuidado, ¡intentará atacarte! Si no puedes defenderte, huye, que mientras se fija en ti, ¡yo le atacaré de nuevo!Cargué mi ballesta aunque sin encender la flecha aún. Sólo quería lanzar una flecha, no más. Mi intención no era matar a aquel tipo, ni mucho menos, pero sí ayudar a mis compañeros. Además, tenía que atravesar la cerca de niño azul, pero teniendo en cuenta su altura no sería muy complicado.
Me acerqué sigilosamente y apunté. Respiré hondo, me tranquilicé y fijé la mirada, poniendo toda mi atención en la flecha.
—
Muy bien Tak, cuenta atrás —dije otra vez susurrando—
. Tres… Dos… —cogí aire—
. Uno… —y lo solté, al mismo tiempo que la flecha, que se dirigía ahora, en llamas, hacia el pecho de aquel joven.
Dirigí un paso al frente y dejé ver mi figura.
—
No es típico en mí ir lanzando flechas a la gente, pero… Tampoco lo es atacar a aquellos que no lo merecen.Aprovechando mi llamamiento de atención, Tak se coló entre la gente y puso en marcha el plan que le dicté. Funcionase o no, en cuanto Tak pasó a ser el objetivo del hombre, corrí hacia él, pegué un salto —y con ello evitar el círculo del niño azul— y ejecuté un
Ataque Circular a la vez que invocaba mi Llave Espada. Una vez terminado, di un salto hacia atrás para evitar o esquivar cualquier represalia.
—
Y sigo creyendo que podemos hablarlo.No sabía qué iba a pasar, pero, cierta parte de mí esperaba que mis compañeros aprovechasen mi intromisión para hacer algo ellos también. Quizá no éramos más fuertes que él, pero sí mayor cantidad.
Por si acaso, mi mano estaba preparada para cargar otra flecha.
Buah… Me ha costado >_> Y bueno, esta escena no me parece muy de Zait, pero bueno…