—Parece un mapa, pero por escrito, bueno al menos dos de los lugares que se mencionan podemos comprobar que son reales.
Alec señaló a la cumbre de la montaña. La hermosa vista que presentaba parecía mágica, casi irreal. Una estela de color parecía descender desde detrás de la escarpada formación... ¡claro, "donde el arco iris fluye"! Alec decía que no se le daba muy bien la poesía, pero aquello de descubrir significados ocultos no parecía dársele mal. Luego señaló a un lugar indeterminado de la jungla... bueno, aquello sí era bastante obvio leyendo el poema si se sabía que era un mapa.
—Aunque la última línea se me hace rara, no dice ningún lugar y solo una persona y si alguien estaba intentando hacer un mapa del tesoro con esa línea va a conseguir ocultarlo realmente bien.
—¿A lo mejor es que se llega a ese sitio sólo si no quieres hacerlo? —pensé, ladeando la cabeza—. Como caerse por un agujero o algo así. ¡Yo no quiero caerme por un agujero!
—Oh, creo que lo pillo... Se supone que en cada uno de estos lugares hay algo, ¿no? Pero... ¿No deberíamos centrarnos en buscar a... —comenzó Maya, dubitativa— Bah, de todas formas ya hemos peinado toda la playa y no le hemos encontrado, así que supongo que no está de más que descubramos el misterio que se esconde tras este papel mientras le buscamos, ¿verdad?
Parecía más entusiasmada que de costumbre. Supuse que no había problema en hacer las dos cosas a la vez, como proponía. Total, el papel parecía instarnos a explorar la isla al completo, así que matábamos dos pájaros de un tiro.
—Si no os importa me gustaría dirigirme a esa enorme montaña, tengo la sensación de que uno de los lugares que salen en la rima es ese, aparte de que tengo curiosidad por ver que hay al otro lado de ese colorido puente.
—¡Como en los cuentos, Alec! —exclamé, con los ojos brillantes—. ¡Si te encuentras con un duendecillo nos lo tienes que decir!
—Esto... No sé si será seguro, pero propongo que nos separemos —añadió Maya—[b]. Así podremos encontrar a Zait y examinar los lugares de la nota en menos tiempo. Si Alec quiere ir a la montaña yo iré a... ¡A la jungla! ¿Tú qué quieres hacer, Fyk?
Sopesé la idea y, aunque aquello de separarnos no me hacía mucha gracia, supuse que sería lo más eficaz si queríamos abarcar la máxima área de la isla en el menor tiempo posible. Cuando Maya me pregunto qué haría a continuación me di cuenta de que no tenía ni idea. Volví a echarle un vistazo a la nota, todavía en mis manos.
—Pues... creo que yo me quedaré por la costa —decidí—. ¡Así cada uno explorará un sitio completamente diferente!
Les dediqué una sonrisa juguetona, doblé la nota y me la guardé en el bolsillo. Me quedé un rato indeciso, balanceándome sobre mis pies. Tras unos segundos de no hacer nada, suspiré y relajé los hombros.
—Bueno, en marcha entonces. ¡Hasta luego y tened cuidado! —me despedí.
Me acerqué de nuevo a la húmeda pared rocosa que delimitaba la playa y volví a colocar mi mano sobre ella. Comencé a correr acariciando la dura superficie, cuyo tacto me resultaba tan agradable. Tras unos pocos pasos, perdí de vista a Maya y Alec... ¡y también la arena!
—¡Aaah!
Corriendo como iba, no me di cuenta de que la playa se estaba acabando, siendo sustituida por una plataforma de roca parecida a la que había estado palpando durante mi carrerita. Cuando la arena se hubo acabado del todo, un saliente en la piedra me hizo tropezar y acabé cayendo al agua de bruces. ¿Y qué recordé entonces?
¡Que nunca había nadado!
—¡Hakuu'jorr! ¡No sé nadar! —grité, esperando que alguien me oyese— ¡Naahgaj-mi!
Pataleé lo más fuerte que pude, moviendo los brazos rítmicamente para mantenerme a flote como hacíamos en Espacio Profundo para movernos cuando la gravedad bajaba... Un momento...
—¡Uf!
Suspiré aliviado al darme cuenta de que no corría peligro. El susto había sido lo que me había afectado, más que nada. Nadar en el agua era lo más parecido a levitar en gravedad cero que había hecho fuera del Transporte Penitenciario Durgon. Hice un largo rápido hasta la pared de roca contraria a de la que me había caído para familiarizarme con la técnica. Era bastante agradable, en realidad.
Tras haberme tranquilizado, habiendo superado la falsa alarma, me acerqué con unas cuantas brazadas a un pequeño islote de roca cercano. Al subirme sobre él, pude observar un poco mejor los alrededores. El lugar en el que me encontraba parecía estar delimitado por diversas formaciones rocosas que le daban un aspecto cerrado, como si fuese un lago... aunque no lo era.
—Esto parece un lago, pero está conectado con el mar... ¿No será esto la laguna? —susurré, recordando la nota y mirando a mi alrededor en busca de la cosa cuya localización se suponía que revelaba.