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De acuerdo: ¡Eron contra Nik Komet, damas y caballeros! —El dependiente extendió la mano hacia los dos jóvenes—.
Así pues, luchadores…Eron enarboló su bate e inclinó el cuerpo hacia delante, lanzándole una mirada desafiante a Nikolai con una sonrisa de alarde dibujada en su cara. El aprendiz se limitó a responder a su provocación con una expresión seria, flexionando las piernas y agarrando bien fuerte su arma. Estaba decidido a luchar por ese muñeco.
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¡Que de comienzo el combate!Nada más el dependiente diese el pistoletazo de salida, Eron salió escopetado hacia Nikolai, alcanzándole en tan solo tres zancadas. Alzó su bate y lo hizo descender con un movimiento rápido, buscando la oportunidad de propinar el primer golpe. El joven, previendo aquello por la naturaleza impulsiva del chico moreno, no perdió el tiempo y se apartó de la trayectoria con un paso lateral.
Claro que, la cosa no se iba a quedar en un sablazo fallido. Eron se limitó a oscilar el bate de un lado a otro frenéticamente, centrando su estrategia en una ofensiva total. Niko se vio obligado a recurrir de nuevo a su juego de pies, apartándose de las violentas estocadas con saltos cortos y pasos dobles. Gracias al entrenamiento en la Orden y a sus dotes de baile, se ha vuelto lo bastante escurridizo para su contrincante.
O tal vez no lo suficiente.
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¡Te tengo!Uno de los ataques de Eron logró conectar, arreándole un buen trastazo en un costado. Nikolai se encorvó sobre si mismo y soltó un gruñido de dolor entre dientes. ¿Entrenamiento seguro? ¡Y una porra! Sabía que esos chismes harían daño por muy acolchados que estuviesen. Y más cuando los blandía un bruto como aquel chaval.
El público vitoreó entre gritos y silbidos, emocionado por el espectáculo que estaba dando el chico. No cabía duda de que la muestra de salvajismo de Eron les había encantado, siendo los combates de gladiadores el entretenimiento estrella de aquel mundo.
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¡Esta pelea va a acabar en tiempo record como me lo pongas así de fácil! —se mofó a pleno pulmón—.
¡Ya noto el muñeco entre mis dedos!Con una expresión triunfal, Eron preparó una vez más el bate para arremeter contra su presa. Su brazo descendió a toda velocidad y…
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No cantes victoria antes de tiempo>.
Y entonces, Niko extendió delante suyo el bate, colocándolo en posición horizontal. Ayudándose de ambas manos, repelió el ataque de un empujón en cuanto chocó contra su arma. El desconcertado Eron trastabilló hacia atrás, a punto de perder el equilibrio. Sin embargo, no tuvo tiempo de recomponerse cuando Niko le hundió el bate en el estómago, teniendo que retirarse hacia atrás con torpeza.
La estratagema del aprendiz se ganó una ovación de los espectadores, sorprendidos por el cambio de tornas que había tenido el combate. Un claro ejemplo de que la fuerza bruta no lo era todo.
—¿Habéis visto? El chico rubio está aguantando contra Eron.
—¡Que sigan así! ¡Los combates reñidos son los más divertidos!
Con una mano en el estómago, Eron resopló y alzó la vista hacia Nikolai. El joven abrió los ojos con expectación al ver que, ni con esas, al moreno no se le borraba esa sonrisa de engreído.
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No está mal, rubito —espetó entre jadeos, reincorporándose con lentitud. Su sonrisa se amplió aun más—.
Pero ahora viene la mejor parte.Con los ojos bien abiertos, Eron colocó en ristre el bate y echó el brazo con el que lo sujetaba hacia atrás. De una patada se propulsó hacia Nikolai, con la punta del bate enfrente, y deslizándose por el suelo a tal velocidad que parecía una flecha. Niko pegó un respingo del susto y se apartó de su trayectoria de una voltereta, salvándose por un pelo de ser arrollado.
—¡Parece que Eron se está poniendo serio! —gritó uno de los espectadores entre risotadas—. ¡Oye, Nik “Clumet”! ¡Yo de ti me pondría las pilas!
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Ya… Y también ayudaría que recordases mi nombre, no es tan complicado>, puso los ojos en blanco. Saltaba a la vista quien de los dos era el favorito del público.
Eron levantó una humareda de polvo al derrapar, girando sobre si mismo. El aprendiz chasqueó la lengua al verle las intenciones al tomar carrerilla, preparándose para una segunda acometida. De seguir con su estrategia de esquivarle no conseguiría nada; el ataque de antes le había pasado de refilón, y en el momento que lo pillase, se acabó. Bloquearlo tampoco le resultaba una opción viable; con esa fuerza se lo llevaría por delante.
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A no ser que…>, los ojos se le iluminaron en cuanto una nueva ocurrencia se le pasó por la cabeza. Sí, podía funcionar. Y más le valía, ya que era su única alternativa.
Entonces, el chico de las rastas volvió a la carga. Niko contuvo la respiración y se concentró, visualizando la trayectoria del arma de Eron. Noto como el tiempo se ralentizaba a la par que controlaba sus pulsaciones. Cada vez lo tenía más cerca, a escasos centímetros de arremeter contra su pecho.
Solo un poco más, y…
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¡Ahora!>.
Nikolai se agachó en el momento justo, pasándole el bate muy cerca del pómulo derecho. Ondeó su propia arma con un barrido para golpear las piernas de Eron, quien salió despedido por la velocidad que había tomado en su ataque. Rodó por el suelo hasta acabar postrado sobre sus rodillas, maltrecho. Trato de alcanzar el bate que se le había escapado con la caída, alargando el brazo.
Pero Nikolai no se lo permitió: tomó impulso con un salto, y descargó el palo acolchado sobre su espalda, restallando en un sonido hueco. Eron ahogó un grito y se desplomó del todo, abatido.
El público enmudeció de sopetón, contemplando boquiabiertos a ambos combatientes. Pasaron cinco segundos y no hubo respuesta por parte del chico. Niko esbozó una mueca de inquietud, temiéndose que se hubiese pasado con el golpe. Y él le había tachado de bruto… Qué ironía.
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Eh… Bueno… —El dependiente, que se había quedado anonadado, reaccionó ante las incesantes miradas del gentío y carraspeó—.
¡Eron ha quedado fuera de combate! —Extendió la palma de su mano hacia Nikolai—.
¡El ganador es Nik Komet!Hubo unos pocos aplausos, la gente seguía un poco chocada por la victoria de un forastero. Pero al rato, fueron intensificándose, ganando más ánimo, hasta acabar en vítores y silbidos. No se esperaban que uno de los alumnos más aventajados de las palestras perdiera, claro que eso no cambiaba que había sido un combate entretenido.
Y Nikolai, ruborizado por las aclamaciones del público, alzó la mano y esbozó una tímida sonrisa. Nik Komet se había llevado su primera victoria.
***—
¿De verdad que estás bien?—
¡Pues claro! Un golpecito de nada no me va a… ¡Ay! — Eron gimió de dolor, llevándose la mano a la mano a la espalda. Niko hizo ademán de socorrerle, pero rechazó su ayuda alzando su palma.
La plazoleta del mercado se vació media hora después de que finalizase el combate, quedándose mucho más tranquila sin el jolgorio y la muchedumbre de antes. Nikolai se esperó allí hasta que se calmase el ambiente para reclamar su premio: el codiciado muñeco de Hércules que ahora reposaba en su puño. Se esperaba algo más
especial para lo que le había costado conseguirlo; si se le apretaba de la cintura, los bíceps y los pectorales se le hinchaban. Un simple juguete para contentar a los niños, solo que con el nombre del héroe más famoso de Grecia.
La otra razón por la que se quedó fue para esperar a que Eron se recuperase. Le costó lo suyo levantarse del suelo, y encima se largó entre tumbos nada más ponerse en pie, sin siquiera dirigirle la palabra a Niko o a cualquier otro.
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Oye… Lamento lo del regalo para tu hermano —espetó con lástima, pasándose la mano por la nuca.
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¡Bah! No te preocupes por eso. Creo que al final me las podré apañar sin el muñeco. —Comenzó a reír, hasta que su espalda le lanzó una punzada de dolor que le obligó a detenerse—.
Resulta que entre todo ese gentío me encontré a mi hermanito. Se enteró de que iba a luchar en un combate de exhibición y, claro… No se lo quería perder por nada en el mundo. —Una media sonrisa le asomó por la cara—.
¿Te puedes creer que me dijo que lo había hecho genial? Y eso que acabé mordiendo el polvo.—
Así son las conexiones entre hermanos —alegó, asintiendo con la cabeza. Él era hijo único, aunque comprendía hasta qué punto llegaba el vínculo entre dos hermanos—.
Seguro que te verá como su héroe particular.—
Pues menudo héroe se ha ido a buscar. Si hasta ese de ahí sería mejor ejemplo que yo —soltó con tono burlón, señalando el muñeco de Hércules—.
Pues resulta que no le importa quedarse sin él. Ahora —descolgó de su cintura el famoso bate azulado que había usado en la pelea y lo alzó—,
quiere uno de éstos. Se ve que le han encandilado estos chismes.A él y a otros muchos. El combate de exhibición fue un éxito para promocionar los susodichos bates. Minutos después de que acabasen, los espectadores salieron en estampida para hacerse con uno. Tanto los jóvenes aspirantes a guerrero, y los padres a los que sus hijos les imploraban que les comprasen uno, le dieron bastante faena al dependiente de la tienda, que no daba abasto con tanta demanda. No le hacía mucha gracia que unos niños fuesen por ahí aporreándose con esos trastos. Pero se hacía a la idea de que en aquel mundo tan belicoso no se vería con malos ojos.
Para compensar las molestias, el tipo les regaló a ambos los bates que habían utilizado. Niko tenía el suyo en la bolsa que colgaba de su hombro, con el mango sobresaliendo. La verdad es que no tenía ni idea de qué hacer con él… hasta hace escasos momentos.
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Si le vas a regalar uno a tu hermano, sería una lástima que no tuviese a nadie con quien practicar. —Agarró por el acolchado y le tendió a Eron el mango—.
Con un compañero le resultará más entretenido, ¿no crees?Eron parpadeó sucesivas veces, perplejo, intercalando la mirada entre Niko y el bate. Titubeó, y al cabo de un rato, alargó el brazo con lentitud, tomando el regalo que le ofrecía el aprendiz.
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Eso dicen, sí —musito, con la mirada perdida en el bate. Entonces, una sonrisa desafiante le cruzó por el rostro y se dirigió a Nikolai—.
Por cierto, un día de estos quiero la revancha. No lo olvides.Nikolai le devolvió una pícara sonrisa y se cruzó de brazos, adoptando una pose que denotaba orgullo.
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Cuando quieras.Obtienes: Muñeco de Hércules X1