por Denna » Jue Jun 30, 2016 11:47 pm
Podía contar con los dedos de una mano las veces que había rechazado un plato de comida, y sabía que no tardaría en arrepentirme de esa decisión. Y menos después de toda una mañana de entrenamiento. Volví la vista atrás con cierta tristeza, pero de verdad tenía el estómago cerrado tras ese... exceso de información.
Tenía gracia. Creía que, a estas alturas, podía reaccionar bastante bien —con elegancia, al menos— ante las costumbres de otros lugares, por raras que se me hicieran. ¿Mundo digital? Fácil. ¿Múltiples dioses? ¡Adelante! Pero debería haber ciertas normas que valiesen para todo o...
Empecé a rizar un mechón de cabello. «¡Déjalo estar!», me quise gritar a mí misma. «Está claro que ahora no puedo pensar con claridad. Ya reflexionaré sobre eso. Más tarde. Con calma. O quizás no. Tampoco es algo que me incumba».
Sonreí un poco al ver a Harun sacar la cabeza del bolso y al oír el gritito de Fátima.
—Oh, seguirá con hambre, el pobre. —Eché un vistazo por si había curiosos, y luego partí un trocito del pan que había sacado de la posada—. ¿Le gusta? No es un animal recién cazado, pero mejor eso que tus manos.
Mejor y más sutil, eso seguro.
—Antes dijiste que el camino fácil no es el que hay que escoger—dijo Fátima al cabo de un rato—. Cuanto más lo pienso, más me doy cuenta de que, como Caballeros, tenemos la responsabilidad de intentar hacer lo correcto y somos los que más pecamos de tomar la ruta sencilla. Mira a Harun, por ejemplo. Los cazadores acabaron con todos los dragones de China y creo que es el último. Si alguien se hubiera levantado, en vez de haber apartado la vista, para proteger a sus divinidades Harun podría haber nacido junto a su verdadera madre.
Se me encogía el corazón al escuchar aquello. ¿Cazados? ¿Todos? Vale, quizás unas criaturas grandes como pinos y de dientes afilados podían llegar a dar miedo, pero... Harun parecía tan bueno...
—¿No tendríamos que tener el valor de dar la cara…?
—Sí, pero normalmente todo está en tu contra. Por las razones que sea, eres demasiado débil, o demasiado poco importante. Quizás en el caso de los dragones sí que hubo alguien que protestó, pero los cazadores le pasaron por encima. No sería la primera vez que ocurre algo así. Y de ahí que la mayoría se limite a alejarse o a apartar la situación —comenté, pensando en La Cité. Aunque eran pocos los blancos que habían intercedido en algún arresto, sabía que había casos. Pero rara vez significaban algo, y ya apenas nadie decía nada.
—Apartarla es… muy fácil, sí… Yo también lo he hecho con Bastión Hueco —reconoció—. Creo que me queda mucho tiempo para aceptar lo que ha hecho tu Orden. Quizás si hubiéramos sido más fuertes podríamos haber evitado que pasaran muchas cosas, como lo que hizo Andrei en China. O podríais haber hecho otras.
—Eso siempre.
Me mordí el labio, sin saber muy bien qué más podía decir.
—Si no nos aceptamos entre nosotros, ¿cómo vamos a hacer frente a los problemas que hay en otros mundos…?
—No puedo hablar en nombre de nadie, claro, pero supongo que todos hemos cometidos errores. —Le dirigí una mirada significativa—. Ahora lo importante es seguir como podamos, solucionarlo y procurar que no empeore. O que no vuelva a ocurrir —añadí con una mueca. Con la de problemas que teníamos todos ahora mismo, a saber qué más podía pasar—. Pero, eh, ¡al menos ya no estamos en guerra! Por algo se empieza, ¿no?
Pasé por alto el tema de «los problemas que hay en otros mundos». Esa lección sí que la había aprendido, y no pensaba hablar de ello con nadie, Maestro o Aprendiz; del bando que fuera. Era lo mejor para todos, en especial para mí. Sin embargo, bastó con ese comentario de pasada para hurgar en una herida que no podía cerrar.
—¿Sabes? Cada vez tengo más la sensación de que lo de la Llave Espada no es tan buen plan como nos dan a entender —confesé tras una pequeña pausa—. Poderes, armas mágicas, tantísimos mundos que ver... ¿A cambio de qué?
Negué con la cabeza.
—Es decir, no sé si también te ha pasado o es cosa mía, pero yo siento que me he perdido. Que hace un año era alguien muy distinto y... y mejor. Es una tontería, ¿verdad? —Le resté importancia con un gesto—. Sólo pienso que... quizás... Y-ya no pertenezco a mi hogar como antes.