por Soul Artist » Jue Jul 01, 2010 6:07 pm
Round 9
Algo llamó la atención de Gambit en el cielo.
Él y the Death habían pasado la noche en un apartamento, ocultos por si aparecía alguno de los Killers. Las cosas ahora habían quedado claras; sobrevivir hasta que Creator les pudiera devolver a sus hogares. También debían encontrar a Sopho para ello, pero tras buscarle todo el día anterior, se habían dado por vencidos. Ahora caminaban ambos por la calle, en busca de su antiguo amigo y de la gente que había atacado el Big Building. Pero Gambit no podía quitarse una terrible sensación de encima de que algo iba horriblemente mal. Y aquella era la prueba.
Sobre ellos, un avión estaba sobrevolando Game City, dirigiéndose hacia el mar. Aquello dio mala espina a ambos Players nada más verlo.
-Creator dijo que nos llamaría en cuanto cancelara el Game, ¿verdad? –recordó Gambit. The Death afirmó con la cabeza.
-Será un equipo en concreto –comentó él-. Unos investigadores que deben abandonar la isla, supongo.
Pero apenas habían pasado diez minutos, cuando un segundo avión sobrevoló la ciudad. Aquello dio más mala espina a Gambit, comenzando a enfadarse.
-Vale, esto ya es rallante –se quejó-. ¿Está abandonando la isla todo el mundo?
-No creo que se vayan sin nosotros –puntualizó the Death-. Hay tres aviones a disposición de Creator y Sponsor, junto con cuatro helicópteros y un barco.
-¿Y por qué se va tanta gente de golpe?
Venom observaba desde su despacho, junto con Triple Siete, cómo el tercer avión despegaba, pasando por al lado del Big Building. Se encontraba sentado en la silla de Creator, que, aun manchada de sangre, era ciertamente agradable para él estar sobre ésta. Llevaba tanto tiempo esperando, que aquella “maldición” en forma de silla de ruedas le sabía ahora a gloria. Gloria bendita, sagrada e inquebrantable. Gloria de un Dios.
-Ahí iban los últimos –señaló el nuevo Creator-, junto con Asia, Mikun… Ter… Parece que nos hemos quedado solos.
Triple Siete no dijo nada. Siguió observando el cielo, junto con su jefe.
-Parece que la mayoría de los trabajadores no se tomaron bien mi ascensión a Creator. El resto, simplemente, debían abandonar la isla; llevaban un tiempo queriéndolo así. Sólo tú has decidido quedarte.
-Estaré siempre a su lado –aseguró Triple Siete, sin mirarle a la cara.
Sponsor rió para sus adentros.
-Me tienes puesto en un altar, Triple. Debes darte cuenta de una vez de que no soy lo que fui. Ahora no soy más que –señaló con su mano derecha su ropa- un capullo de rojo.
-¿Al final qué hago con esto? –preguntó Triple Siete sacando un sobre doblado de su bolsillo, queriendo desviar aquella conversación.
-Haz lo que quieras con él.
Triple Siete dudó un momento. Podía tirarlo y olvidarse de aquel asunto de hacía varios días para siempre. No podía permitir que la curiosidad le apoderara de él y lo abriera. Optó por guardarlo de nuevo en el bolsillo y de nuevo observó Game City, o más concretamente, una mansión que se encontraba a lo lejos, apartada.
-¿De nuevo observando la mansión? –preguntó pícaramente su compañero. Triple Siete suspiró.
-Eso me temo.
-Aquel encontronazo con la chica te afectó. No has vuelto a mirar la mansión del mismo modo, aun incluso aunque esté destrozada.
Triple Siete bajó la mirada. Sí, así era. Todo había cambiado desde lo de hacía cuatro años. Se sentía en gran parte mal, se sentía culpable y preocupado… Pero ya no podía hacer nada.
-Por eso –Venom se levantó de la silla-, voy a acabar con la mansión de los van Maggon.
Triple Siete le observó sorprendido.
-Podemos considerar esta mansión como una reliquia, muestra de la creación del Game y de sus anteriores Creator –comentó Venom, levantando su puño-. Pero ha comenzado una nueva era. El Game ya nunca será lo que fue. Han pasado más de cien años, y es hora de dar paso al futuro y olvidar el pasado.
Venom agarró un dispositivo y pulsó uno de los botones. Una grabación se escuchó por todo Game City y el Big Building, una grabación de victoria.
-“¡Players!” –gritó la voz de Venom- “¡Estáis cerca de vuestra victoria! Vuestra penúltima misión resultará más ardua, más difícil, y marcará el comienzo de una nueva era. En la mansión a las afueras de la ciudad han sido colocados varios explosivos. Debéis encontrar el dispositivo que los activa y hacer estallar el lugar. ¡Suerte, estimados Players!”
Ahí terminaba la grabación. Dos figuras entraron por la puerta del despacho, y Triple Siete se giró a observarlas. Venom se quedó quieto en su puesto, sin necesidad de girarse para saber quiénes eran.
-Puppet, tú te quedarás hoy aquí –señaló-. Efialtes… Tú irás a la mansión. Pero toma antes de mi mesa lo que necesitas para ello.
La figura de Efialtes se acercó al escritorio de Venom y cogió de él una máscara. Tenía la forma de demonio calvo, monstruoso, de piel roja y orejas puntiagudas. Sólo dejaba orificios para los ojos, teniendo una boca sellada que había sido tejida para evitar mostrarla. Efialtes se la colocó, dando, junto con sus ropas de Killer, un aspecto de demonio de las tinieblas de ojos verdes.
-Y si ves algún Player –ordenó Venom antes de que el demonio abandonara la sala-, ya sabes qué hacer.
Inahf abrió las puertas de la mansión de un golpe.
Destruir aquel lugar. Era simple y rápido, ya que, como había señalado Sponsor, habían sido colocados unos explosivos para facilitar el trabajo. Allí era donde había estado tanto tiempo con Axel, donde su padre le había salvado de Samurái, donde pudo superar sus temores, donde… Por una vez… Creyó ser feliz. No quería esa falsa felicidad nunca más. Y para eliminarla, debía acabar con aquel lugar.
Debía localizar aquellas estúpidas bombas. Localizarlas, y hacerlas explotar. Entró al hall de la mansión, furiosa, y pensó hacia qué dirección se podía dirigir. Optó por probar en la planta baja y tomó el pasillo de la derecha.
-¡Sopho!
Aquel grito llamó la atención de Inahf. Se ocultó en el pasillo derecho tras una pared y pegó la oreja al hall, donde oyó, desde el pasillo izquierdo, cómo llegaba una criatura descomunal que reconoció como Bruto. Llevaba su mano derecha vendada y la movía con algo de dificultad, como si hubiese tenido un accidente.
-¡Ven aquí, hijo, ven aquí! –gritaba Bruto, enfadado- ¡Papá tiene que hablar contigo! ¡Tengo cosas muy importantes que anunciarte!
¿Papá? ¿Sopho? No tenía ni idea de qué podía estar hablando. Recordó a un muchacho llamado así, un Player que se marginaba en un rincón mientras se encontraba en la fábrica. Probablemente existía alguna relación.
El Killer subió las escaleras, furioso, en busca del Player de nombre Sopho. En cuanto Inahf dejó de escuchar sus pasos se dirigió hacia la oscuridad del pasillo, pero nuevamente escuchó algo en el hall. Esta vez era a dos personas cuyas voces reconoció, y no pudo evitar echar una ojeada. Gambit y the Death acababan de llegar.
-¿Destruir este lugar? –preguntó Gambit- ¡Ese puto cabrón está loco! ¿Para qué iba a querer librarse de un sitio como éste?
-A saber –contestó the Death cabizbajo.
Gambit notó a su compañero algo más depresivo de lo habitual. Colocó su mano derecha en su hombro y le intentó mirar a la cara, aunque como siempre, éste la apartaba.
-¿Sucede algo?
-Éste fue el lugar donde… -the Death enmudeció unos segundos- Aquí acabó el Game anterior. Aquí murieron mis compañeros y recibí mi nuevo y flamante maquillaje permanente, junto con descubrir que…
The Death se detuvo y levantó la cabeza.
-Acabemos con este lugar –decidió-. Por todos los Players de los Games de Sponsor.
Gambit afirmó con la cabeza y subieron las escaleras juntos. Inahf apartó su cabeza del marco y se llevó una mano al pecho. Tanto pensar en eliminar sus malos sentimientos, su dolor… Y no se había dado cuenta de que otros habían pasado por lo mismo, que hasta incluso habían muerto. Otras vidas habían pasado por aquel lugar, habían sufrido y fueron atacados por el monstruo conocido como el Sponsor… Como Axel y su padre.
-Axel… Papá… -susurró ella- Voy a poner fin a todo esto. Por vosotros.
Y con aquellas palabras, se adentró en la oscuridad del pasillo.
Aquel lugar gritaba por todas las esquinas. Los sentidos de Gambit le advertían, le chillaban que huyera. Era como si un Killer fuera a surgir de un momento a otro al entrar por las puertas, al cruzar un pasillo. Si se quedaba quieto, incluso podía escuchar los pasos del silencio. Pero debía acabar con todo aquello.
The Death estaba realmente raro. No era de extrañar, por lo que le había contado de aquel lugar; pero le molestaba en parte. Era como si él mismo lo sintiera. Como si todas las almas de los Players se hubieran reunido allí, como una última luz, e intentaran agarrarse de aquel lugar. Con algo así, no le extrañaba que Sponsor quisiera librarse de la mansión.
El muchacho fijaba su mirada en los oscuros pasillos, cuando algo se movió entre las sombras.
No tenía claro de qué se trataba. Parecía una especie de capa carmesí larga y mal hecha. La vio en el suelo, y de golpe, cómo se alzaba y salía volando afuera a la vez que unos pasos sonaban.
-¡Eh! –llamó. Echó a correr tras él, seguido de the Death. Al recorrer el pasillo, vio cómo una puerta se cerraba, no muy lejos. Se lanzó hacia su interior y entró.
La luz del Sol le golpeó de lleno, directamente a los ojos. Cuando pudo acostumbrarse a ella, pudo ver que se encontraba en una amplia sala, una sala de estar a juzgar de un destrozado sofá y una chimenea. Encima de la chimenea se encontraba un gran cuadro gigante con una figura que ignoró. El sol entraba por una ventana sin cortinas, mientras que las demás sí estaban tapadas por éstas, como si alguien hubiera arrancado la que faltaba. Pero todo aquello daba igual.
Algo colgaba del techo por una cuerda. Estaba tapado por una sábana, y Gambit no pudo evitar saciar su curiosidad. Se acercó a ello, extendiendo la mano para quitar el manto que lo rodeaba. Pero su compañero le detuvo con un grito.
-¡Gambit!
El muchacho se giró hacia the Death, que tenía su mirada clavada en el gran cuadro. Gambit se acercó a él y se fijó bien en la persona que lo ocupaba.
-Dime que no me engañan mis ojos –le pidió su amigo.
El joven no lo comprendió al principio. Se trataba de un hombre que rondaría los treinta años de edad. Parecía alguien severo, serio. Tenía unos ojos profundos e hipnotizadores. Su pelo estaba suelto y largo, liso. Mantenía una postura dominante, como un conquistador, a la vez que vestía elegantes ropajes de un siglo atrás. Se encontraba en aquella misma habitación, menos destrozada. Al fondo había una figura de un hombre mayor, en segundo plano, con su mirada clavada en él, pero Gambit lo ignoró. Bajo el cuadro rezaba la frase “In memory of our master van Maggon (1886-1917)”.
Fue entonces cuando Gambit lo reconoció.
-No es posible –dijo simplemente-. ¿Es…? ¿Madmahon?
-Se le parece muchísimo. Algo más mayor, más maduro aparentemente…
-¿Un familiar, tal vez? –se aventuró Gambit.
-Oh –se sorprendió una voz a sus espaldas-, así que en vez de abrir el regalo que te he envuelto expresamente para ti, vienes a contemplar… Arte.
Gambit y the Death se giraron de golpe. Junto con el objeto colgante se encontraba un joven con una larga capa color carmesí, chapuceramente recortada, parcialmente quemada y con agujeros grandes y notorios. Gambit la reconoció como una de las cortinas de la mansión, que era probablemente la que faltaba en aquella misma habitación. Llevaba un traje blanco y zapatos negros, junto con una expresión de odio y decisión que hizo que en un principio no reconociera al joven.
-¡Sopho!
-Me has decepcionado, Gambit.
-Sopho –comenzó-, ven con nosotros. Podemos volver a casa y dejar esta locura. Puedes llevar una nueva vida con tu padre…
-¿Cuánto durará esta farsa? –le preguntó el muchacho, resignándose a escucharle- Viste cómo rechacé a mi supuesto padre, a él y a su estúpido Game. He abrazado el caos, aunque su precio vaya a ser elevado; y tú estás aquí, todavía intentando convencerme.
-¡Porque espero que recapacites! –contestó Gambit. Sopho echó una risa por lo bajo.
-No, no lo esperas en absoluto. Sólo deseas ser el bueno.
Gambit se echó atrás con aquel comentario.
-Has engañado a muchos con esa actitud tuya. Un héroe, un salvador de la gente y dispuesto a sacrificarse si hace falta. Luchar por la justicia y el honor, por los supuestos seres queridos. Y déjame adivinar; no matarás nunca, pase lo que pase, porque está mal.
-La muerte no es la solución.
-¡Tu máscara no me engaña! –gritó Sopho- Eres degradante. Noté algo oscuro en ti cuando te conocí. Esa misma oscuridad que yo tenía, ese odio interior que puede explotar en cualquier momento. Pero las diferencias son claras. Tu oscuridad no es caos, es pura oscuridad. Es… Sombra.
-Te equivocas –le corrigió-. Yo no soy como tú.
Sopho mantuvo su mirada clavada en Gambit, como un duelo. Apartó su vista de él y extendió su brazo hacia el manto que tapaba el objeto colgante.
-Veremos tu honestidad cuando veas esto.
Sopho tiró el manto y lo tiró al suelo. Gambit saltó hacia delante al ver a la figura que ocultaba.
Freya estaba colgada por una cuerda que agarraba firmemente unas esposas, las cuales sujetaban firmemente sus muñecas. Miraba hacia el suelo con los ojos abiertos, supuestamente desmayada, y no presentaba un aspecto positivo. Uno de sus pies estaba destrozado y rojo, y su cuerpo mostraba moratones. Aparentemente estaba todavía viva.
Gambit no soportó verla así.
-¿¡Qué le has hecho!?
-Nada –contestó Sopho-. No tenía mejor aspecto cuando apareció en la mansión.
Gambit dio un paso adelante en su socorro, pero Sopho se interpuso poniéndose delante.
-¿O tal vez haya hecho algo más? No sé, no lo recuerdo.
-¡Suéltala! –Gambit se lanzó a por él, pero Sopho fue más ágil y lo esquivó con un rápido movimiento hacia su derecha.
-¡Oh, oh, oh! –se burló él- No sé lo que haré, no sé lo que pasará. ¿Dónde está la llave? ¿La tengo yo? El tiempo corre y unas bombas explotarán de un momento a otro.
-¿Para qué tanto juego? –Gambit comenzaba a enfurecerse. Notaba cómo algo se le subía al cuello, cómo sus instintos le pedían lanzarse sobre su enemigo y estrangularlo- ¿Es parte de tu plan?
-Los planes fracasan. El único modo de lugar tus objetivos es dejar que los sucesos sucedan por sí solos. Si quieres salvar a la chica, ven y lucha.
-Tú encárgate del maniático –señaló the Death-. Yo me encargo de Freya.
the Death se aproximó a Freya cuando la puerta de la sala se abrió de golpe. Por ella entró Samurái, con su katana en mano, que clavó su mirada en él.
-Vaya, vaya, reunión familiar –comentó el Killer-. ¿Nadie me ha invitado?
-¡Cambio de planes! –anunció the Death, lanzándose directamente contra su mortal enemigo con la espada de Saixion. Samurái le detuvo con su arma, y Gambit se obligó a apartar su mirada de él para clavarla en Sopho.
-Mira, tu hermano está ahí –señaló-. ¿No tenías un asunto familiar pendiente?
-Libera a Freya –le ordenó. Sopho se juntó de hombros.
-Oblígame.
Gambit se lanzó contra su oponente con el puño derecho por delante, preparado para lanzarle un gancho. Sopho pretendió esquivarlo, pero no pudo cuando su enemigo cambió de dirección y le golpeó con fuerza en la mejilla izquierda, lo que hizo que se tambaleara. Gambit le agarró por el cuello de la camisa, decidido a sacarle la información.
-¡Libérala!
-No estás siendo tú todavía –se rió Sopho-. Saca tu lado oscuro adelante y me lo plantearé.
Gambit no lo soportó. Golpeó nuevamente a su contrincante, esta vez en el estómago.
-¡Hazlo!
-Esto es lo que haría Gambit, el héroe. ¡No es lo que quiero!
Gambit apretó los dientes. No sabía qué hacer para complacer a aquel maldito loco. Nuevamente, apretó su puño con fuerza, preparado para asestar otro golpe. Pero se detuvo al notar temblar el suelo.
A su lado, la pared se derrumbó y surgió una gran figura de los escombros.
-¡Sopho! –gritó la figura con una gran voz y fuerza. Agarró a Gambit con el brazo izquierdo y lo lanzó lejos, hacia Freya- ¡Hijo!
-Hola, papá.
Gambit necesitó un segundo para recuperarse y recobrar la compostura. Oía el sonido del metal chocando no lejos, y vio un duelo entre the Death y Samurái.
-¿Gambit? –preguntó una voz por encima de él.
-¡Freya! –saltó él- ¿Estás bien?
-¿Qué hago en el aire?
-Espera, veré cómo te puedo ayudar…
-Me he enterado de lo de Creator –comentó Bruto a Sopho-. Hijo, estoy muy orgulloso de ti. Por fin me has reconocido como tu padre y te has convertido en un hombre.
-Sí, papá. Ahora soy todo un hombre.
Sopho dio un abrazo al Killer. Éste se emocionó, al notar cariño por primera vez en él. Siempre había temido que no le respetara, que le odiara. Pero ahora…
-Estás destinado a perder, Samuel –señaló Samurái-. No puedes hacer nada.
-Te equivocas –the Death detuvo uno de los ataques de su contrincante con su espada-. Puedo acabar con este Game. Con todos los Games. Y está sucediendo ahora mismo. Creator va a…
-Te puedo asegurar que Creator no va a hacer nada.
-¿Cómo lo sabes?
-Oh –Samurái atacó de nuevo a su contrincante, aunque éste le detuviese-, porque es Venom.
The Death no pudo evitar sentir una sensación de derrumbamiento dentro de él.
-Tu querido Spencer murió ayer.
El derrumbamiento en esta ocasión fue completo.
-Papá, me he dado cuenta… -comenzó Sopho, todavía abrazando a Bruto- Me he dado cuenta de muchas cosas. De que tenías razón en todo. Debí escucharte desde el principio.
-Olvídalo, hijo. Ahora no importa.
-Pero es importante que lo diga.
Samurái aprovechó el derrumbamiento de su contrincante para lanzar un ataque contra su espada. Ésta salió volando, aterrizando cerca de Gambit. Éste la recogió rápidamente y cortó la cuerda de Freya con el arma, provocando que la Intruder cayera al suelo de golpe. Después clavó su mirada en el encapuchado.
-Tus esperanzas se acaban aquí –señaló Samurái, que colocó la punta de su arma bajo el cuello de su enemigo, en el interior de la capucha-. Ya no puedes hacer nada. Cinco años esperando que se acabara, con mi caída… Y quien ha caído eres tú.
The Death no dijo nada. Estaba demasiado conmocionado para hacerlo.
-Ambos sabíamos que no acabaría bien para nadie –señaló Samurái, quitando la capucha de the Death con la punta de su arma sin que éste opusiera resistencia.
-Tu eres mi padre porque… -Bruto cada vez estaba más emocionado- Cuidaste de mí cuando nadie lo hizo. Mi madre era débil y sin ti no lo hubiera logrado. Y a pesar de mi pasado, de pertenecer a otro hombre… Me acogiste en tu seno. Me adoptaste como a tu propio hijo.
-Así es, Sopho. Así es.
-Pero… Yo no soy tu hijo.
Antes de que pudiese hacer nada, Bruto notó cómo algo te atravesaba la mano izquierda. Se apartó y vio que su propio hijo le había atravesado la mano con un gran cuchillo de cocina. Observó que tras su capa llevaba más de aquellas armas.
-Y educarme como tu hijo al no serlo fue un error, papá –explicó Sopho mientras sacaba otro cuchillo-, porque provocó un gran caos en mi interior.
-¡Detente! –rogó Gambit a Samurái- ¡Por favor!
-Oh. Somos familia, quizá debería hacerte caso.
Aquello confirmaba todavía más sus sospechas. Aquel día, cuando vio la mitad de su cara, ya lo temió. Pero era ya definitivo.
-¡Por favor…! –tragó saliva antes de decirlo- ¡Hermano!
El silencio se hizo un momento. Todo pareció especialmente silencioso. Finalmente, unas risas surgieron tras la máscara de Samurái.
-¿Hermano? –preguntó entre carcajadas- ¿Hermano? ¡Oh, ésta sí que es buena!
-Hijo… -pidió Bruto- Detente, por favor…
Sopho clavó otro cuchillo de cocina, esta vez en su mano derecha, ya herida por su combate con Neipol.
-¡No puedo! –aseguró el Player- Debes entender tu error. Y no he encontrado ninguna escopeta por la mansión para ver si esta vez aprendías la lección.
Sopho se acercó a la cara de su padre y le quitó la máscara.
-Pero tranquilo, papá.
Con decisión, Sopho se colocó la máscara de Killer frente a su padre. Agarró otro cuchillo de cocina.
-Seguiré con tus importantes lecciones.
Y con el rostro oculto tras la máscara, Sopho clavó el cuchillo en el pecho, directo al corazón, dando fin a las brutalidades del Killer.
-¡Hermano! –seguía riendo Samurái, que se apartó de the Death- ¡Hermano!
Gambit le observó con duda.
-¿Acaso no eres…?
-Te creía inteligente, de veras. Durante tantos años, pensé que tú ibas a salir el genio de la familia. ¡Pero llamarme tu hermano…!
-¿No eres Samuel?
Samurái alzó su brazo, apuntando directamente a the Death.
-Tu hermano Samuel está ahí.
En un segundo, el mundo de Gambit se derrumbó. Observó bien por primera vez el deforme rostro de the Death, y por fin, lo reconoció; ojos café, como los suyos; el pelo poco que le quedaba; y la cara… La cara…
-No es posible… -las lágrimas comenzaron a asomarse por los ojos de Gambit. Freya se levantó por fin del suelo y colocó sus manos, todavía aprisionadas por las esposas, sobre el hombro izquierdo de Gambit- ¿Por qué no me lo dijiste…?
The Death apartó la mirada, incapaz de mirar a los ojos a su hermano. Gambit comprendió que por eso evitaba siempre mirarle a la cara. No por mostrar su rostro, sino por vergüenza, miedo de que lo descubriera…
-¡Pero esperad, queda lo mejor! –anunció Samurái- ¿Quién será el misterioso enmascarado con una katana en mano, enfrentado eternamente con Samuel? ¿Quién podría cosechar tanto odio?
Samurái se llevó una mano a la máscara, decidido a quitársela.
-¿Quién se puede parecer tanto físicamente a Samuel como para que lo equivoquen con él, echándole un par de años más?
La máscara bajó parcialmente de su cara.
-¿Cuál es el auténtico objetivo de los Killers? –preguntó retóricamente. Freya lo comprendió de inmediato y se negó a aceptar la identidad detrás de la máscara- O, mejor preguntado, ¿quiénes son los Killers? ¿Simples personas en coma para acabar con los Players? Oh, no. Todos tenemos lo mismo en común…
El rostro de Samurái se vio a la luz. Ojos café oscuros, cuarentón… Gambit lo reconoció. Un rostro que no veía desde hacía cinco años, al que daba por muerto.
-¡Somos vuestros pecados! –gritó Samurái- ¡Somos los que debemos castigaros por ellos! ¿Y quiénes son los capacitados para ello?
-Papá… -susurró Gambit. Samurái sonrió.
-Sí –contestó-. Bienvenido a casa, hijo.
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VIVO. ESTOY VIVO.
No sé cuánto durará, pero mientras, tenéis éste. Saludos~
Última edición por
Soul Artist el Jue Jul 01, 2010 9:03 pm, editado 3 veces en total