1º LIBRO: DESEMBARCO
(la foto no es mia xD)
Introducción:
¿Que se debe sentir al estar en un mundo nuevo? El terrestre Jorge acaba en un mundo extraño de monstruos, imperios, espadas y armas. Sin el privilegio de la memoria y del conocimiento, se tendrá que desenvolver en Ilia. Por el camino hará muchas alianzas y enemigos, pero la meta es la misma: Recuperar los recuerdos, saber porque ha sido enviado, y regresar a la tierra
Capítulo 1- Despertar
Spoiler: Mostrar
El joven se acurrucaba en algún lugar. Miro a los alrededores mientras el aire le acariciaba el moreno rostro. Era muy extraño que estuviera en una zona de campo, ya que el estaba hace unos segundos en la gran ciudad.
Jorge era un adolescente de 18 años recientes que estaba en plenas vacaciones de Verano. Era moreno con el pelo oscuro corto también. Tenía una comprensión normal y vestía una camiseta blanca y unos pantalones negros. Los ojos castaños observaban su alrededor nervioso y pensó rápidamente.
Un sueño. Una ilusión
Levantándose del suelo intentó avistar alguna pista para dictar su localización: algún edificio, tienda, ruido, pero era imposible. Estaba en medio del campo.
— Es un sueño, no recuerdo nada… la cabeza me da vueltas…
Agitó la cabeza y decidió investigar. Unos lobos y unas plantas carnívoras se golpeaban entre si y el adolescente retrocedió. Había tenido sueños bonitos, pesadillas espantosas pero nunca algo tan real. El lobo era de tamaño pequeño, tenía unos ojos rojos feos y arremetía contra la gran planta de feroz boca.
— ¿Eso es un lobo? ¿Y eso que es? ¿Una planta?
El lobo embistió violentamente contra la planta feroz y la destruyó. La planta se desintegró en un montón de luces que se fusionaron con el aire
— ¿Ha desaparecido? Parecen monstruos de videojuego. ¿Habré jugado demasiado?
El lobo escupió en el suelo y giró la cabeza rápidamente hacia Jorge. Al estar en pleno llano le localizó con facilidad y Jorge no tenía donde esconder.
— OH mierda…
Jorge salió corriendo a toda velocidad mientras se pellizcaba los brazos para despertar. No era muy dado a ser perseguido y el corazón le latía mil por hora. No tenía ninguna experiencia en ningún arte marcial y ese lobo tenía una mandíbula brutal. Todo pasaba demasiado rápido. De repente pensó en muchas cosas. ¿Y si no se hubiera despertado y el lobo le hubiera localizado tarde o temprano? ¿Qué otras criaturas se hallaban? ¿Dónde leches se encontraba?
El lobo ya le había alcanzado y Jorge se paró en seco y le atizó con una patada rápida a traición. El lobo salió despedido ligeramente y eso le dio una oportunidad para alejar distancias en la persecución de la vasta llanura. El lobo se recuperó ágilmente de la caída y aumentó su velocidad el tripe. Si tuviera algún arma podría hacer algo…
Y un milagro ocurrió
Una flecha de madera incidió en el ojo del lobezno que se desvaneció rápidamente. Jorge dirigió la vista hacia la dirección contraria de la flecha y dio con su salvador. Un hombre alto, muy moreno con una coleta de pelo negro observó al joven extrañado. Vestía unas ropas propias de los indios.
— Tu… ¿No tienes armas? — preguntó el hombre con una voz muy grave
— Yo… Perdone pero… donde estoy… ósea, me he perdido. ¿Qué lugar es este?
El indio siguió observando las prendas del joven sin hacer caso a la duda de éste. Jorge mantenía la mirada fijamente a su rostro.
— ¿Me escucha? — preguntó Jorge extrañado
— Tu eres muy raro. ¿De donde vienes? ¿Midra? ¿Cazalia? ¿o de Borgion?
Jorge hizo un largo silencio lleno de perplejidad. ¿Era una especie de broma?
— Me parece que… me duele la cabeza…- dijo Jorge
— Creo que estas delirando — comentó el indio — yo, Jess, alumno del noble Grant, me encargaré de ti. Es tarea de un Soma ayudar siempre al prójimo.
-Esto no me esta pasando a mi- susurró aterrorizado el joven arrojándose al suelo esperando despertar en el mundo real mientras el hombre le arrastraba de camino a su aldea. Desmayo…
Sus pensamientos eran confusos y una niebla oscura invadía su mente. Se recuperó pronto del subconsciente y rezó con todas sus fuerzas de despertar en su habitación. Sentía una almohada y unas sábanas así que dedujo que había funcionado su maniobra de escape. Abrió ojos y se encontraba en un lugar diferente a su habitación. Apretó el puño y empezó a desesperarse.
— Veo que ya has despertado -- dijo una misteriosa voz
Una mujer entró en la choza desde fuerza. Jorge se dio cuenta de que solo había una habitación en la casa. Tendría alrededor de la edad de Jess y también tenia sus rasgos morenos. Jorge intuyó que se encontraba en medio de una tribu india. La mujer atisbó rápidamente a Jorge sonriendo.
— Buenos días. Debes estar agotado. ¡Has dormido exactamente un día entero!- exclamó la mujer
Jorge no dijo palabra por el shock. Parecía que había muy poco tiempo para él. Su cansancio debía haber sido agotador. Dejo a un lado la timidez y empezó a conversar con la mujer.
— Gracias por todo. Creo que… he perdido la memoria y no me encuentro bien- excusó
— Que mal — dijo la mujer sorprendida. — Te encuentras en el pueblo de Roldan, de la región Soma. Del continente del norte- aclaró la chica para sorpresa de Jorge
— ¿Perdone? No entiendo nada — dijo Jorge avergonzado
— Esto es demasiado grave muchacho — contestó la mujer. Por cierto, soy Almúdena, la esposa de Jess. Mi marido es un alumno del arquero famoso Grant. Ahora mismo esta entrenando. ¿Te suena el nombre de Grant?
— Lo siento. Yo soy Jorge, universitario- se presentó Jorge amablemente.
— ¿Así que estudias en la universidad de Álcalea? Tus prendas ya me parecían extrañas. Debes ser de la capital- dedujo para colmo Almúdena
— ¿Álcalea? Me parece que…
— No te preocupes — dijo la mujer con delicadeza — Debe ser una amnesia temporal. No te fuerces. ¿Por qué no te das una vuelta por la aldea? Seguro que te van resultando cosas familiares.
Jorge afirmó con la cabeza y salió de la choza. Empezó a mirar alrededor. El campamento se asentaba en medio del infinito océano de hierba. Solo había 6 tiendas de campaña de asentamiento así que el poblado era prácticamente nulo. Había varios “indios”, “somas”,“roldanes” o como se llamaran, afinando sus arcos y afilando sus katanas. Jorge atisbó rápidamente al hombre que le había salvado la vida. Jess estaba disparando el arco en unas dianas. Jorge se acercó a él con muchas dudas.
— Perdona. Tengo que darte las gracias pero quiero preguntarte muchas cosas- dijo Jorge impaciente
— Eres el forastero — reconoció Jess rápidamente. — Veo que has despertado y te noto menos confuso.
— Si. No me acuerdo de nada y necesito más información.
— Ahora estoy entrenando con el arco. Debo acertar 200 blancos antes del atardecer o mi maestro no me aceptará
—¿200? Pero…
— ¿No tienes adonde ir?
— La verdad es que no se ni de donde vengo…
— Quédate con Almúdena y conmigo. Puedes ayudar a Almúdena en las tareas de la casa a cambio
— ¿De verdad? De momento me vendría bien para acapararme a la situación un poco…
—¿ Por que no empiezas ahora? Se nos acaba el agua, podrías ir al Lago Soma a por un poco.
— Pero… monstruos…
— Toma esta espada de madera. Con esto deberías pasar de una pieza. El lago está a quince minutos de aquí pero pareces un buen guerrero- opinó claramente Jess sonriendo. Jorge nunca le había visto sonreír. Era demasiado serio.
Jorge algo retraído y nervioso cogió la espadita de madera. Era como de juguete pero le serviría para defenderse de los ataques enemigos. Se quedo perplejo mirándola mientras avanzaba hacia el lago. Jess siguió haciendo plenos en la diana.
Durante su andanza Jorge empezó a recopilar todo lo que le había ocurrido. Parecía que se situaba en un mundo totalmente diferente y no conocía a nadie de la Tierra. Estaba molesto
— ¿Por qué me ha dado una espada de madera? Una espada de acero o un arco de los que vi me sería más útil.
Jorge avanzó hacia el lago. Se encontró muchas plantas carnívoras. El joven las observó con más detenimiento. Tenían tentáculos y una feroz boca. Al estar plantadas en el suelo no podían moverse y eso facilitaba el camino a Jorge. Se desviaba ligeramente de las plantas para alejarse de su rango de ataque y evitar una tragedia.
Pequeños lobeznos también se interponían en su camino. ¿Había demasiados monstruos o era su imaginación? El chico no tenía mucha idea sobre esgrima y se protegía con el arma como podía. Sus estocadas eran torpes pero contundentes, los lobos eran aturdidos rápidamente.
— Grrrrr
— Sois una plaga. !Iahhhhhhhhh!
Desenvainaba la espada cada vez más rápido y más hábil. Empezaba a ser divertido y se olvidó de todo lo que le había sucedido anteriormente. Los sablazos eran un tremendo desahogo.
— Lo había probado en los videojuegos. Nunca pensé que sería tan divertido. En fin, empiezo a retrasarme. Voy a irme — dictaminó Jorge asestando el golpe de gracia
Jorge aceleró el paso para llegar al lago. Estaba algo más lejos de lo que dijo Jess pero no le importó. Un lago cristalino se mostró ante él. Había una pila de cubos al lado de una pequeña caseta. Jorge intuyó que eran los cubos del poblado. Se acercó a la pila y cogió un cubo para llenarlo de agua. Se agacho al lago y probó el agua para asegurarse. Era un agua potable y fresca. Sumergió el cubo y lo llenó al máximo del líquido.
Cuando se dispuso a oírse escuchó un quejido en alto que provenía de la caseta.
— ¿¡Idiota!? — voceó la voz en alto
A Jorge no le gustaba ni la interesaba escuchar conversaciones ajenas, pero quizás podía darle pistas sobre su localización. Dejó el cubo en la orilla y se asomó a la ventana de la caseta, abriéndola un poco para escuchar mejor. La habitación a la que dio a mirar desde la ventana era una habitación vacía, pero, en una habitación contigua se situaban los individuos, que según la conversación parecían dos. Una voz era muy aguda y femenina, debía de ser de mujer. La otra voz era de hombre, era suave y no demasiado grave, debía ser un adolescente.
— Como se te ocurre este lugar como reunión… Eres una despistada — dijo el supuesto joven
— Esos somas estas muy ocupados con sus armas, no creo que nadie pase por aquí — respondió a la defensiva la voz femenina
— Rápido… Dame eso, estoy en un punto de no retorno… es… demasiado tarde para mi. ¿Verdad?
— Me ha costado mogollón encontrarla así que tómala…
A Jorge le inundó la curiosidad y abrió aún más la ventana ya que no se estaba enterando de la conversación.
— Tenemos que encontrar otro lugar, Tifa — dijo el adolescente tras una pausa — En Arcadia ya no podemos continuar
— He oído hablar de un lugar… Es un secreto de momento — Aconsejó la llamada Tifa
— Me parece bien. Necesitamos un buen lugar
— Si… un lugar… en el fin del mundo si puede ser
— Un lugar donde nadie pueda… escucharnos… ¿¡Verdad, chico!?
El joven le había descubierto, o los dos, no lo sabía. Jorge se aterrorizó y salió corriendo a por el cubo decidido a marcharse. Los dos individuos iban tapados con un traje blanco con símbolos rojos, al igual que la capucha que les ocultaba el rostro. Eran de la misma altura más o menos y solo se podían diferenciar por la voz. Éstos acorralaron a Jorge.
— ¿No te han enseñado modales? No puedes ir escuchando conversaciones ajenas — dictaminó la chica
— Ahora tendremos que sacrificarte — dijo el acompañante de la chica
— Es que os confundí — intento improvisar Jorge — pensé que erais dos amigos míos, lo siento
Jorge no pudo ver más allá de las capuchas, los rostros estaban muy bien escondidos, aunque tampoco tenía ganas de mirar. El joven intentó escapar pero sabía que si lo haría le matarían.
— Espera Tifa. Me ha invadido un presentimiento — dijo el encapuchado con voz temblante
— ¿Qué quieres decir?
Jorge sin mediar palabra presenció el confuso diálogo de los individuos
— Tifa. Lo que quiero decir es, que… este chico no debe morir
— Me estas diciendo que este chico vale la pena. ¿Eso quieres decirme?
— Si este chico muere no podremos conseguir nuestro objetivo. Eso quiero decir
— No sé — susurró la llamada Tifa — La puerta debe abrirse. Sergio ya ha sido capturado, él es lo que nos faltaba. ¿De verdad? ¿Tan fácil?
— Si queremos que la profecía se cumple lo necesitamos
— Vamos a someterle a la prueba, ¿te parece?
— ¡Apresadle!
Un agujero de oscuridad salió de la nada y un montón de armaduras se abalanzaron sobre Jorge. Las corazas, rótulas… etc. eran dy hierro y golpearon brutalmente a Jorge y partiendo el palo de madera en dos.
— ¡No!- chilló el chico desvaneciéndose en el suelo
Jorge perdió el conocimiento irremediablemente por los golpes. El primer golpe ya le había dejado inconsciente pero habían seguido golpeando. El encapuchado tuvo que ordenar que pararan para que no le mataran. La otra encapuchada llamada Tifa se reía con una risa muy aguda y cruel.
— ¿Me oyes?
Jorge se despertó sobresaltadamente. Esperaba que alguien le hubiera despertado del sueño pero seguía en algún misterioso lugar. Estaba en una habitación. El suelo era una vidriera de recuadros blancos y negros como un tablero de ajedrez. Un trono con una mujer de pelo violáceo, largo, con esbelta figura. Tenía un traje blanco liviano, que se dejaban entrever ciertos detalles de la mujer. A los laterales había unas cortinas de color salmón. La mujer empezó a hablar telepáticamente, sin abrir la boca.
— Ha llegado la hora. Te entrego mi espada, Sinistra , el sable oscuro — dijo la voz dulce
Jorge no dijo palabra. Tenia el presentimiento que la entendía pero no sabía lo que estaba pasando. Un haz oscuro salió de su mano y el arma salió de la nada. Era un sable oscuro, aunque era tan fina y delgada que más bien era una katana, una katana negra con tonos morados.
— No dejes que se salgan con la suya — ordenó la voz — Utiliza todo tu poder. Este arma despertará la oscuridad.
— Mi oscuridad. Ha llegado la hora de invocarla — susurró Jorge inconscientemente como si otra persona hablara por el — de despertarla…
— Veo que tu alma ha vuelto. Despierta mi dicha y marcha por la senda oscura
Jorge era un adolescente de 18 años recientes que estaba en plenas vacaciones de Verano. Era moreno con el pelo oscuro corto también. Tenía una comprensión normal y vestía una camiseta blanca y unos pantalones negros. Los ojos castaños observaban su alrededor nervioso y pensó rápidamente.
Un sueño. Una ilusión
Levantándose del suelo intentó avistar alguna pista para dictar su localización: algún edificio, tienda, ruido, pero era imposible. Estaba en medio del campo.
— Es un sueño, no recuerdo nada… la cabeza me da vueltas…
Agitó la cabeza y decidió investigar. Unos lobos y unas plantas carnívoras se golpeaban entre si y el adolescente retrocedió. Había tenido sueños bonitos, pesadillas espantosas pero nunca algo tan real. El lobo era de tamaño pequeño, tenía unos ojos rojos feos y arremetía contra la gran planta de feroz boca.
— ¿Eso es un lobo? ¿Y eso que es? ¿Una planta?
El lobo embistió violentamente contra la planta feroz y la destruyó. La planta se desintegró en un montón de luces que se fusionaron con el aire
— ¿Ha desaparecido? Parecen monstruos de videojuego. ¿Habré jugado demasiado?
El lobo escupió en el suelo y giró la cabeza rápidamente hacia Jorge. Al estar en pleno llano le localizó con facilidad y Jorge no tenía donde esconder.
— OH mierda…
Jorge salió corriendo a toda velocidad mientras se pellizcaba los brazos para despertar. No era muy dado a ser perseguido y el corazón le latía mil por hora. No tenía ninguna experiencia en ningún arte marcial y ese lobo tenía una mandíbula brutal. Todo pasaba demasiado rápido. De repente pensó en muchas cosas. ¿Y si no se hubiera despertado y el lobo le hubiera localizado tarde o temprano? ¿Qué otras criaturas se hallaban? ¿Dónde leches se encontraba?
El lobo ya le había alcanzado y Jorge se paró en seco y le atizó con una patada rápida a traición. El lobo salió despedido ligeramente y eso le dio una oportunidad para alejar distancias en la persecución de la vasta llanura. El lobo se recuperó ágilmente de la caída y aumentó su velocidad el tripe. Si tuviera algún arma podría hacer algo…
Y un milagro ocurrió
Una flecha de madera incidió en el ojo del lobezno que se desvaneció rápidamente. Jorge dirigió la vista hacia la dirección contraria de la flecha y dio con su salvador. Un hombre alto, muy moreno con una coleta de pelo negro observó al joven extrañado. Vestía unas ropas propias de los indios.
— Tu… ¿No tienes armas? — preguntó el hombre con una voz muy grave
— Yo… Perdone pero… donde estoy… ósea, me he perdido. ¿Qué lugar es este?
El indio siguió observando las prendas del joven sin hacer caso a la duda de éste. Jorge mantenía la mirada fijamente a su rostro.
— ¿Me escucha? — preguntó Jorge extrañado
— Tu eres muy raro. ¿De donde vienes? ¿Midra? ¿Cazalia? ¿o de Borgion?
Jorge hizo un largo silencio lleno de perplejidad. ¿Era una especie de broma?
— Me parece que… me duele la cabeza…- dijo Jorge
— Creo que estas delirando — comentó el indio — yo, Jess, alumno del noble Grant, me encargaré de ti. Es tarea de un Soma ayudar siempre al prójimo.
-Esto no me esta pasando a mi- susurró aterrorizado el joven arrojándose al suelo esperando despertar en el mundo real mientras el hombre le arrastraba de camino a su aldea. Desmayo…
Sus pensamientos eran confusos y una niebla oscura invadía su mente. Se recuperó pronto del subconsciente y rezó con todas sus fuerzas de despertar en su habitación. Sentía una almohada y unas sábanas así que dedujo que había funcionado su maniobra de escape. Abrió ojos y se encontraba en un lugar diferente a su habitación. Apretó el puño y empezó a desesperarse.
— Veo que ya has despertado -- dijo una misteriosa voz
Una mujer entró en la choza desde fuerza. Jorge se dio cuenta de que solo había una habitación en la casa. Tendría alrededor de la edad de Jess y también tenia sus rasgos morenos. Jorge intuyó que se encontraba en medio de una tribu india. La mujer atisbó rápidamente a Jorge sonriendo.
— Buenos días. Debes estar agotado. ¡Has dormido exactamente un día entero!- exclamó la mujer
Jorge no dijo palabra por el shock. Parecía que había muy poco tiempo para él. Su cansancio debía haber sido agotador. Dejo a un lado la timidez y empezó a conversar con la mujer.
— Gracias por todo. Creo que… he perdido la memoria y no me encuentro bien- excusó
— Que mal — dijo la mujer sorprendida. — Te encuentras en el pueblo de Roldan, de la región Soma. Del continente del norte- aclaró la chica para sorpresa de Jorge
— ¿Perdone? No entiendo nada — dijo Jorge avergonzado
— Esto es demasiado grave muchacho — contestó la mujer. Por cierto, soy Almúdena, la esposa de Jess. Mi marido es un alumno del arquero famoso Grant. Ahora mismo esta entrenando. ¿Te suena el nombre de Grant?
— Lo siento. Yo soy Jorge, universitario- se presentó Jorge amablemente.
— ¿Así que estudias en la universidad de Álcalea? Tus prendas ya me parecían extrañas. Debes ser de la capital- dedujo para colmo Almúdena
— ¿Álcalea? Me parece que…
— No te preocupes — dijo la mujer con delicadeza — Debe ser una amnesia temporal. No te fuerces. ¿Por qué no te das una vuelta por la aldea? Seguro que te van resultando cosas familiares.
Jorge afirmó con la cabeza y salió de la choza. Empezó a mirar alrededor. El campamento se asentaba en medio del infinito océano de hierba. Solo había 6 tiendas de campaña de asentamiento así que el poblado era prácticamente nulo. Había varios “indios”, “somas”,“roldanes” o como se llamaran, afinando sus arcos y afilando sus katanas. Jorge atisbó rápidamente al hombre que le había salvado la vida. Jess estaba disparando el arco en unas dianas. Jorge se acercó a él con muchas dudas.
— Perdona. Tengo que darte las gracias pero quiero preguntarte muchas cosas- dijo Jorge impaciente
— Eres el forastero — reconoció Jess rápidamente. — Veo que has despertado y te noto menos confuso.
— Si. No me acuerdo de nada y necesito más información.
— Ahora estoy entrenando con el arco. Debo acertar 200 blancos antes del atardecer o mi maestro no me aceptará
—¿200? Pero…
— ¿No tienes adonde ir?
— La verdad es que no se ni de donde vengo…
— Quédate con Almúdena y conmigo. Puedes ayudar a Almúdena en las tareas de la casa a cambio
— ¿De verdad? De momento me vendría bien para acapararme a la situación un poco…
—¿ Por que no empiezas ahora? Se nos acaba el agua, podrías ir al Lago Soma a por un poco.
— Pero… monstruos…
— Toma esta espada de madera. Con esto deberías pasar de una pieza. El lago está a quince minutos de aquí pero pareces un buen guerrero- opinó claramente Jess sonriendo. Jorge nunca le había visto sonreír. Era demasiado serio.
Jorge algo retraído y nervioso cogió la espadita de madera. Era como de juguete pero le serviría para defenderse de los ataques enemigos. Se quedo perplejo mirándola mientras avanzaba hacia el lago. Jess siguió haciendo plenos en la diana.
Durante su andanza Jorge empezó a recopilar todo lo que le había ocurrido. Parecía que se situaba en un mundo totalmente diferente y no conocía a nadie de la Tierra. Estaba molesto
— ¿Por qué me ha dado una espada de madera? Una espada de acero o un arco de los que vi me sería más útil.
Jorge avanzó hacia el lago. Se encontró muchas plantas carnívoras. El joven las observó con más detenimiento. Tenían tentáculos y una feroz boca. Al estar plantadas en el suelo no podían moverse y eso facilitaba el camino a Jorge. Se desviaba ligeramente de las plantas para alejarse de su rango de ataque y evitar una tragedia.
Pequeños lobeznos también se interponían en su camino. ¿Había demasiados monstruos o era su imaginación? El chico no tenía mucha idea sobre esgrima y se protegía con el arma como podía. Sus estocadas eran torpes pero contundentes, los lobos eran aturdidos rápidamente.
— Grrrrr
— Sois una plaga. !Iahhhhhhhhh!
Desenvainaba la espada cada vez más rápido y más hábil. Empezaba a ser divertido y se olvidó de todo lo que le había sucedido anteriormente. Los sablazos eran un tremendo desahogo.
— Lo había probado en los videojuegos. Nunca pensé que sería tan divertido. En fin, empiezo a retrasarme. Voy a irme — dictaminó Jorge asestando el golpe de gracia
Jorge aceleró el paso para llegar al lago. Estaba algo más lejos de lo que dijo Jess pero no le importó. Un lago cristalino se mostró ante él. Había una pila de cubos al lado de una pequeña caseta. Jorge intuyó que eran los cubos del poblado. Se acercó a la pila y cogió un cubo para llenarlo de agua. Se agacho al lago y probó el agua para asegurarse. Era un agua potable y fresca. Sumergió el cubo y lo llenó al máximo del líquido.
Cuando se dispuso a oírse escuchó un quejido en alto que provenía de la caseta.
— ¿¡Idiota!? — voceó la voz en alto
A Jorge no le gustaba ni la interesaba escuchar conversaciones ajenas, pero quizás podía darle pistas sobre su localización. Dejó el cubo en la orilla y se asomó a la ventana de la caseta, abriéndola un poco para escuchar mejor. La habitación a la que dio a mirar desde la ventana era una habitación vacía, pero, en una habitación contigua se situaban los individuos, que según la conversación parecían dos. Una voz era muy aguda y femenina, debía de ser de mujer. La otra voz era de hombre, era suave y no demasiado grave, debía ser un adolescente.
— Como se te ocurre este lugar como reunión… Eres una despistada — dijo el supuesto joven
— Esos somas estas muy ocupados con sus armas, no creo que nadie pase por aquí — respondió a la defensiva la voz femenina
— Rápido… Dame eso, estoy en un punto de no retorno… es… demasiado tarde para mi. ¿Verdad?
— Me ha costado mogollón encontrarla así que tómala…
A Jorge le inundó la curiosidad y abrió aún más la ventana ya que no se estaba enterando de la conversación.
— Tenemos que encontrar otro lugar, Tifa — dijo el adolescente tras una pausa — En Arcadia ya no podemos continuar
— He oído hablar de un lugar… Es un secreto de momento — Aconsejó la llamada Tifa
— Me parece bien. Necesitamos un buen lugar
— Si… un lugar… en el fin del mundo si puede ser
— Un lugar donde nadie pueda… escucharnos… ¿¡Verdad, chico!?
El joven le había descubierto, o los dos, no lo sabía. Jorge se aterrorizó y salió corriendo a por el cubo decidido a marcharse. Los dos individuos iban tapados con un traje blanco con símbolos rojos, al igual que la capucha que les ocultaba el rostro. Eran de la misma altura más o menos y solo se podían diferenciar por la voz. Éstos acorralaron a Jorge.
— ¿No te han enseñado modales? No puedes ir escuchando conversaciones ajenas — dictaminó la chica
— Ahora tendremos que sacrificarte — dijo el acompañante de la chica
— Es que os confundí — intento improvisar Jorge — pensé que erais dos amigos míos, lo siento
Jorge no pudo ver más allá de las capuchas, los rostros estaban muy bien escondidos, aunque tampoco tenía ganas de mirar. El joven intentó escapar pero sabía que si lo haría le matarían.
— Espera Tifa. Me ha invadido un presentimiento — dijo el encapuchado con voz temblante
— ¿Qué quieres decir?
Jorge sin mediar palabra presenció el confuso diálogo de los individuos
— Tifa. Lo que quiero decir es, que… este chico no debe morir
— Me estas diciendo que este chico vale la pena. ¿Eso quieres decirme?
— Si este chico muere no podremos conseguir nuestro objetivo. Eso quiero decir
— No sé — susurró la llamada Tifa — La puerta debe abrirse. Sergio ya ha sido capturado, él es lo que nos faltaba. ¿De verdad? ¿Tan fácil?
— Si queremos que la profecía se cumple lo necesitamos
— Vamos a someterle a la prueba, ¿te parece?
— ¡Apresadle!
Un agujero de oscuridad salió de la nada y un montón de armaduras se abalanzaron sobre Jorge. Las corazas, rótulas… etc. eran dy hierro y golpearon brutalmente a Jorge y partiendo el palo de madera en dos.
— ¡No!- chilló el chico desvaneciéndose en el suelo
Jorge perdió el conocimiento irremediablemente por los golpes. El primer golpe ya le había dejado inconsciente pero habían seguido golpeando. El encapuchado tuvo que ordenar que pararan para que no le mataran. La otra encapuchada llamada Tifa se reía con una risa muy aguda y cruel.
— ¿Me oyes?
Jorge se despertó sobresaltadamente. Esperaba que alguien le hubiera despertado del sueño pero seguía en algún misterioso lugar. Estaba en una habitación. El suelo era una vidriera de recuadros blancos y negros como un tablero de ajedrez. Un trono con una mujer de pelo violáceo, largo, con esbelta figura. Tenía un traje blanco liviano, que se dejaban entrever ciertos detalles de la mujer. A los laterales había unas cortinas de color salmón. La mujer empezó a hablar telepáticamente, sin abrir la boca.
— Ha llegado la hora. Te entrego mi espada, Sinistra , el sable oscuro — dijo la voz dulce
Jorge no dijo palabra. Tenia el presentimiento que la entendía pero no sabía lo que estaba pasando. Un haz oscuro salió de su mano y el arma salió de la nada. Era un sable oscuro, aunque era tan fina y delgada que más bien era una katana, una katana negra con tonos morados.
— No dejes que se salgan con la suya — ordenó la voz — Utiliza todo tu poder. Este arma despertará la oscuridad.
— Mi oscuridad. Ha llegado la hora de invocarla — susurró Jorge inconscientemente como si otra persona hablara por el — de despertarla…
— Veo que tu alma ha vuelto. Despierta mi dicha y marcha por la senda oscura
<--------- Gracias Zero
