The Message.

Una de Zombies.

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The Message.

Notapor Tsuna » Sab Nov 10, 2012 5:38 am

Introducción.
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La historia comienza en un instituto normal de Secundaria y Bachillerato, ubicado en Santa Cruz de Tenerife en un día como otro cualquiera, pero quién iba a saber que algo cambiaría la vida de la gente para siempre. El peligro que se cernía sobre ellos escaparía a todo lo comprensible, y aquí es donde todo empieza, en una grisácea mañana...


Capítulo 1.
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Era todavía muy temprano, yo me encontraba aburrido y con bastante sueño en el patio exterior de mi instituto, en ese momento no tenía clase. Tuve que ir a primera hora, a las 8:00, pero a segunda no tenía nada importante que hacer. Miré mi reloj una vez más, eran las 09:36, en poco tiempo volvería a sonar el timbre ese para cambiar de clase.

Estaba sentado, apoyado en un muro y tras el pabellón, en la pequeña cancha que había allí junto a una puerta metálica que siempre permanecía cerrada, era aparentemente inservible, quizás los profesores la utilizaran para algo pero yo nunca lo sabría, no olvidar tampoco unos jardines al lado de una gran reja de hierro que daba directamente a la calle, al fondo de la propia cancha de suelo negro.

Durante esa mañana todo era normal, un día más, como otro cualquiera. Yo llevaba encima los cascos, siempre los tenía encima e iba escuchando música por todas partes, sabía que eventualmente me quedaría sordo y ya esos signos comenzaban a notarse en mi día a día.

El cielo estaba nublado todavía y la brisa que acariciaba mi rostro era fría, helaba, por suerte llevaba aquella chaqueta tan cálida y acogedora conmigo, color negro con líneas blancas y diversos tonos de grises. Suspiré, pensando lo bien que podría estar en mi cama en esos instantes, pero decidí levantarme, era hora de ir yendo ya al edificio principal del instituto para esperar a la próxima clase, yo era muy puntual y no me gustaba llegar tarde.

Me levanté cansado, agarré la mochila y me la coloqué sobre uno de mis hombros, entonces seguí por el único camino posible, uno a mi derecha que rodeaba el pabellón por abajo. Al fondo podría apreciar unos bancos y tras estos un jardín junto con pequeños almacenes donde se practicaba gimnasia o se jugaba al ajedrez, nunca me importó lo que se llevara a cabo allí. Siguiendo más al fondo se podían ver unas escaleras que se hundían en el suelo, estas daban a otra puerta metálica grande y cerrada, la diferencia con la anterior es que esta sí sabía para que servía, normalmente se abría a las 14:00 pm todos los días para que los alumnos saliesen del recinto, era una segunda salida por decirlo así, pues también estaba la entrada principal en otra parte del instituto. Tras las mismas escaleras, al fondo del todo, había un invernadero, personalmente nunca había entrado allí.

Al llegar a la altura de los bancos, observé de nuevo la plaza situada frente al pabellón, donde los niños del instituto pasaban las horas del recreo. Desde esa plaza podía seguir recto hasta aquel invernadero, o simplemente subir aquella gigantesca oleada de escaleras situadas a mi izquierda, en la dirección contraria al invernadero y al fondo de la plaza, la pequeña cancha en la que estaba antes quedaba detrás de mí. Las mencionadas escaleras llevaban a otra pequeña plaza de menores dimensiones que la que se encontraba frente a mis ojos, dando lugar a más escaleras, las que terminarían en el parking del instituto, allí estaba la entrada principal. También podía optar por entrar en el pabellón, cuya entrada estaba junto a las escaleras y en el lado opuesto de la cafetería, situada en el edificio secundario, dónde estaban las aulas de las asignaturas optativas y 1º de Bachillerato, entre otras cosas.

Observé que en las escaleras estaban los típicos de siempre, aquellos que eran compañeros míos de clase pero a la vez no lo eran, pues nunca los veía sentados en sus respectivos pupitres, en ese instante se encontraban sentados frente al ordenador portátil de uno de ellos, ligando con hembras adolescentes en la famosa red social llamada Tuenti, y viendo cosas de fútbol y coches. A mí no me gustaba nada de eso, por lo que era evidente que no me llevara bien con aquellos irresponsables, porque eso es lo que eran, irresponsables e inmaduros. Esa es la primera impresión que tenía de ellos, a decir verdad, no me había molestado en conocerlos a fondo.

Avancé pocos pasos por la plaza, evitando la mirada con aquellos que jugaban con el artefacto informático, quería evitar que me dijeran cualquier tontería y no estaba de humor. Entonces pude verlo con claridad, al fondo, al final de las casi infinitas escaleras, pude ver a una pareja que se fugaba en esa hora de clase. Una chica de corta edad y un chico que quizá podría estar en Bachillerato, o en 4ºESO, no era quién para criticar a nadie, si querían estar allí cogiendo calorcito entre ambos, me parecía perfecto, pero ya lo que me llamó la atención fue que la chica se asustara y corriera hacia abajo, su novio miró de nuevo a través de la puerta metálica de la derecha, la que llevaba al parking y a la entrada del instituto, tras unos segundos bajó también algo intimidado. ¿Qué había sucedido? Decidí ir a mirar, no tenía nada que hacer, de momento.

—Hey, ¿tú también fugándote? Jajaja chiquito golfo. —Me dijo el que sostenía el portátil.

—Sí sí, y parecía bobo, mira esta, ¿no te gusta? La vamos a desvirgar todita mañana, uhhhh. —Siguió otro sentado al lado, mostrándome la pantalla del ordenador en la que pude ver a una chica que no conocía de nada, tenía el cabello color castaño, y estaba en biquini al lado de unas piscinas, intenté ignorarlos.

—Si claro... —Dije, intentando no darles mucho tema de conversación, eran canis, una etapa inferior del ser humano.

Para mi sorpresa, otro de los que estaban sentados se levantó, parecía que se había cansado de estar con ellos y ahora venía a darme la lata a mí, no me molestó pues lo conocía y me llevaba bien con él. A los pocos segundos, aquellos adolescentes volvieron a babear mirando la pantalla del portátil, mientras seguían ojeando fotos de aquella chica. Subí los escalones, mientras el otro chico se aproximó a mí un poco rápido, en un intento de alcanzarme.

—¿Tú también la vas a desvirgar? —Pregunté, sin ganas, intentando sacar conversación.

—Jajaja, no, no, ¿tú ahora tienes clase verdad? Física, creo que era... —Se quedó dudando, mirando al cielo, mientras subía escalones junto a mí.— Eso de estar repitiendo con dos asignaturas en 2º de Bachillerato es envidiable, ¿eh? A mí me han quedado cuatro... —Concluyó, con cierta amargura.

—Sí, física, de todos modos... Mira eso. —Dije señalando a la parejita, que parecía estar asustada en la plaza pequeña, junto a más y más escaleras que seguían subiendo hasta el parking, entre imponentes muros de piedras.— Parece que algo ha pasado arriba, en la entrada.

—Anda, ni idea, no me fijé, ¿vamos a ver? —Preguntó.

—Eso iba a hacer. —Dije, con mi seco y borde tono de voz mañanero.

Ambos pasamos las escaleras que quedaban y una vez llegamos a la puerta de hierro, que en ese momento estaba cerrada y situada entre nosotros y el parking, pudimos contemplar una escena de lo más peculiar.

A través de todos los coches, en la entrada del instituto, se encontraba un misterioso hombre en traje y corbata, era extremadamente pálido y tenía unas ojeras anormales. Parecía estar acercándose al conserje, que se encontraba en el suelo a pocos metros de él, asustado.

En ese momento lo recordé, recordé que la semana pasada la puerta de la entrada se había averiado, y ahí mismo estaba el conserje intentando repararla. Lamentablemente, en los planes del conserje no entraba el que se colara aquel individuo. Tanto yo como Mick, así se llamaba el chico que me acompañaba, bajito con gafas y algo de sobrepeso (a veces me impresionaba que un tipo como él se juntara con aquellos canis), permanecimos en suspense y asustados en todo momento. La parejita de abajo pareció vernos y comenzaron a subir también para observar, pero ni caso les hicimos, al menos yo.

—¡O-oiga, no puede entrar aquí! ¡Váyase de inmediato, ¿es que no me oye?! —Gritó el conserje, asustado. Estaba tirado en el suelo, junto a unas escaleras metálicas que había usado esa mañana para subirse a lo alto de la entrada y reparar unos cables, pues la puerta era eléctrica, para entrar o salir se debía pulsar un interruptor.

El hombre trajeado ignoró al conserje y avanzó sin decir nada. Comencé a asustarme, aunque también me preguntaba el porqué de que el conserje le estuviese gritando, quizás fuera el familiar de algún alumno o algo similar.

—¡¿Por qué ha tirado la escaleras de esa manera?! ¡Mire el golpe que me he dado! ¿Es que no me escucha? —Siguió alegando el conserje.

Comprendí entonces por qué el conserje le reprochaba, ¿había tirado la escalera y al conserje con ella al suelo? ¿Y no decía nada? Algo en mí interior hizo que me diera cuenta de que esa escena no era normal. Acto seguido, dos profesores más salieron al encuentro, pasaron un puente que conectaba el edificio principal dónde estaban las aulas de la ESO y Bachillerato, junto con los departamentos de las asignaturas, y llegaron así al parking.

—¿Pero qué pasa aquí? ¿Quién es éste? —Dijo el profesor con el que tenía clase a la siguiente hora.

—Pues no sé, estaba arreglando la escalera y sin decir nada ha entrado y la ha tirado abajo. El golpe me ha dejado destrozado, me duele la espalda, arg, y encima no responde. —Explicó el conserje, aún en el suelo algo malherido.

—¡A ver, ¿quién es usted?! —Exclamó furioso el otro profesor, que era de carácter más fuerte, aproximándose al individuo, situado a unos centímetros del conserje.— ¡Deje de molestar, si quiere algo simplemente discúlpese y hable con nosotros!

El profesor le agarró por la corbata y lo levantó en el aire, en un intento de que dijera algo, pero aquel hombre no se inmutó, no se quejó por el brusco movimiento llevado a cabo por el profesor, y sin mediar palabra, le agarró el brazo al maestro, devorándolo en el acto.

—¡Arg! ¡¿Pero qué mierda?! —Gritó el profesor, empujando al hombre hacia atrás con sus pocas fuerzas en un intento de quitárselo de encima. Varias gotas de sangre cayeron sobre el conserje, quién observaba la escena tan impresionado como nosotros, los alumnos al otro lado de la reja del parking.

—¿Pero qué...? —Se preguntó el conserje, asustado y aguantando el dolor de la espalda.

—¡Oye, ¿estás bien?! —Preguntó mi profesor de física, que permanecía aún atrás, acercándose al agonizante maestro.

—¡Aaaaaahhhhh! ¡Dueleeeeee, dueleeeeeee! ¡Aaaaahhh! —Gritaba, lleno de dolor, mientras se revolvía de un lado para otro en el suelo. De la zona del mordisco no paraba de emanar sangre, era impresionante, pues un charco de dicho líquido se formó a su alrededor, llegando incluso al conserje.

Mi profesor de física se acercó, intentando socorrerle pero...

—Oye... ¿Todos habéis visto lo mismo que yo no? —Dijo Mick, totalmente asustado, no supe qué responder, me encontraba igual que él.

—Uf, entre el dolor de espalda y la sangre... esto está hecho un asco. —Se quejó el conserje, quién tenía cada vez más cerca al individuo del traje y la corbata.

Yo seguía observando la escena. Casi al instante, varios profesores más se asomaron por la puerta, asombrados y viendo el macabro espectáculo, nos vieron a mí y a los otros alumnos, pero no nos reprocharon nada, no tenían la mente en su trabajo, era normal. El profesor que había sido mordido en el brazo pareció... ¿morir? Sí, era el término ideal, estaba muerto, en el piso. El profesor de física lo intentó levantar, zarandeándolo un poco a ver si reaccionaba, pero no decía nada, en cambio, el profesor ya muerto se giró rápidamente a la pierna del maestro de física, devorándole un poco la misma por sorpresa.

Al otro lado de la entrada, en la calle, varias personas habían aparcado sus coches, algunos sacaban fotos, otros no salían de su asombro, estaban todos asustados e impresionados. El profesor de física logró quitárselo de encima casi en el acto, pero cayó al suelo mientras se quejaba también. Poco a poco iba retrocediendo hasta la entrada, donde algunos profesores lo rescataron, llevándolo al interior del edificio y sellando la puerta de cristal con numerosos muebles, incluso la cerraron con llave, mientras, seguirían observando desde las ventanas, y sin decirle nada a ningún alumno, pues no querían que el pánico se desatara allí.

—Oye, oye... ¿Esto va en serio? No... ¡Por favor, no, piedad! —Exclamó el conserje, aterrorizado entre los dos asesinos, quiénes comenzaron a devorarlo allí mismo, ignorando todo lo demás.

—¡Aaaaaarggggggggggggg S-socorro-ooooooooooooooo, argggggg...! ¡! —Murió.

Tanto yo como Mick retrocedimos, completamente aterrorizados por la escena, un charco de sangre se formó en medio del parking, y los tres cadáveres comenzaron a avanzar hacia la entrada del edificio, en la que todavía colocaban algunos muebles.

—¡O-oye! ¡Esto tiene que ser una broma! —Exclamó nervioso mi amigo.

Yo tampoco me lo podía creer, ante mí habían tres cadáveres llenos de sangre caminando hacia la puerta del edificio, ¿qué iba a hacer? Se me ocurrió compararlo con una película o novela de zombies, no quería creer que eso fuera cierto.

—Esto se parece a una película de esas de zombies... ¿Vamos a decirle esto a los demás o nos escondemos o qué? —No sabía que preguntar, estaba asustado y nervioso.

—Esto no puede ser real... ¡No puede serlo! —Gritó la jovencita aterrorizada, estaba junto a su novio, detrás de nosotros.

—Lo primero que tenemos que hacer es decírselo a todo el mundo, juntos podemos defendernos, mira, ¡solo son tres! —Explicó el chico.

—Sí, pero si se lo decimos a todo el mundo aquí se va a armar una buena... —Comentó Mick, intentando asimilar lo que había pasado mirando a los tres asesinos.

En ese momento recordé que habían metido al profesor de física dentro del edificio, si el otro profesor y el conserje se transformaron en esas cosas por los mordiscos, ¿quería decir que el profe de adentro también? Estábamos perdidos si ese era el caso.

—¡Oh, no, el profesor de física también fue mordido, y está dentro! —Grité.

—¡Es verdad! ¿Qué hacemos? ¡Tenemos que buscar algún lugar seguro pero a la de ya! —Exclamó Mick, más nervioso aún.

Miré escaleras abajo, todavía estaban aquellos memos con el portátil frente a la cafetería en la plazita del recreo. Me dio lástima por ellos, pero no tenía otra alternativa que preocuparme por mí, no pensaba ayudarlos.

—Bueno, podemos ir al salón de actos, aunque sea un lugar algo cerrado, si nos encerramos allí no nos podrán atrapar, tenemos que hacernos con las llaves. —Explicó el otro chico, mientras su novia lo miraba con cierta admiración.

—Sí, pero rápido, primero tenemos que decírselo a los de nuestra clase, que no me gustaría verlos como esos tres... —Dijo Mick, señalando a los tres cadáveres vivientes del parking.

Para nuestra sorpresa, estos tres hombres comenzaron a golpear la puerta de cristal sin parar, no parecían sentir dolor, pues el conserje, o ex-conserje mejor dicho, daba cabezazos, uno tras otro. La puerta comenzó a agrietarse.
Última edición por Tsuna el Lun Mar 11, 2013 6:02 pm, editado 1 vez en total
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Re: The Message.

Notapor ita » Lun Nov 12, 2012 4:55 pm

Espero que no te moleste la crítica, si es así, de antemano, lo siento mucho pues no es mi intención;

He leido por encima el capítulo que has publicado. El argumento, por ahora no se ha revelado mucho, así que sobre este aspecto no puedo decir más, ya se verá.
Tienes algunos problemas con la puntuación, sobre todo con las comas. Tenlo en cuenta, porque tal y como lo haces ahora, la lectura se hace lenta y un poco pesada, poco fluida, vamos.
Y repites descripciones y, a veces, palabras.

Pero nada que no se pueda mejorar con una segunda lectura. Tienes una narración correcta y no he visto ninguna falta de ortografía.

Ánimo y continua.

¡Mucha suerte!*
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Re: The Message.

Notapor Tsuna » Mar Nov 13, 2012 5:24 pm

Muchas gracias por tu crítica :)

Lo tendré todo muy en cuenta, e intentaré mejorar para la próxima vez, a ver que tal~
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