Capítulo 1: La Llave
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La Llave
Probablemente pienses que la historia que procedo a narrar ahora es pura ficción, que los mundos que hay ahí fuera y el tuyo están fuera de peligro. Adelante, continua con esa idea. Pero si en el fondo te ves a ti mismo en estas páginas, prepárate. Se avecinan tiempos oscuros, y necesitan a gente como tú para combatirlos.
Antes de comenzar esta historia, permite que me presente. Mi nombre es Enix. Mi mundo de residencia actual es Ciudad de Paso, aunque mi mundo natal es... Bueno, si queréis descubrirlo, continuad leyendo este relato. Desde pequeño, vivo únicamente con mi madre, y no tengo consciencia de haber conocido a mi padre cuando era pequeño, aunque mi madre me recuerda constantemente que tengo su pelo liso de color negro azabache. Acababan de empezar las vacaciones de verano cuando sucedió la historia que os narro.
Era por la noche, y hacía un calor horrible, típico de las noches de verano, que no te deja dormir. Así que, mientras estaba tirado en la cama, decidí salir a refrescarme. Salí por la ventana para no molestar, y me encaminé a la plaza donde se encontraba la fuente, para darme un pequeño baño. Me quité la camiseta y me metí en la fuente. Chapuceé un poco, pero me acabé relajando, y, recostado en la pared de la fuente, me sorprendí a mí mismo pensando en el futuro. Aquel había sido mi último año de instituto, y no sabía que haría después. Al fin y al cabo, mi madre no tenía ningún negocio, solo sus misteriosos “ahorros”, que no parecían agotarse nunca. Tenía el sueño de viajar a otros mundos, aunque... No tenía amigos con los que cumplirlo. Me estaba empezando a agobiar, así que decidí volver a casa a dormir. Pero cuando acabé de vestirme, oí una voz que me llamaba:
-Enix... Descubre el secreto... Vuelve al punto de partida...
-¿Quién...? -pero cuando me giré, no había nadie.
-Enix... Ven conmigo...
-¿Quién eres? –chillé- ¡Deja de esconderte!
-Enix... Enix...
Recuerdo que deambulé rato y rato por las calles siguiendo a aquella voz, hasta que acabé en un callejón sin salida:
-Paso de ti, me voy a casa.
Me giré, enojado, y me quedé helado. Justo detrás de mí se encontraba una horda de bichos negros y pequeños.
-¿Pero qué leches...?
Antes de que pudiera siquiera moverme, cinco de ellos me salieron al paso y se abalanzaron sobre mí. Estaba muerto. Cerré los ojos y... De repente, hubo un resplandor, y una llave gigante apareció en mi mano. Parecía haber ahuyentado a unos cuantos, así que me puse en posición de defensa. En efecto, los seres oscuros temían a aquella... Llave Espada. Me encaminé hacia aquellos monstruos y les lancé un mandoble. Se desvanecían ante el golpe de la llave. Pero aún quedaban muchos de ellos. Grité y me lancé al combate.
Golpe tras golpe, al cabo de un rato había terminado con ellos, pero había excedido mis fuerzas, estaba agotado. Entonces, un halo de oscuridad apareció de la nada. De él surgió un hombre mayor, calvo y con perilla blanca. Tenía los ojos de color miel, con un brillo que no me gustaba nada... Me miró y dijo:
-Vaya, vaya, eres igual que tu padre...
Probablemente pienses que la historia que procedo a narrar ahora es pura ficción, que los mundos que hay ahí fuera y el tuyo están fuera de peligro. Adelante, continua con esa idea. Pero si en el fondo te ves a ti mismo en estas páginas, prepárate. Se avecinan tiempos oscuros, y necesitan a gente como tú para combatirlos.
Antes de comenzar esta historia, permite que me presente. Mi nombre es Enix. Mi mundo de residencia actual es Ciudad de Paso, aunque mi mundo natal es... Bueno, si queréis descubrirlo, continuad leyendo este relato. Desde pequeño, vivo únicamente con mi madre, y no tengo consciencia de haber conocido a mi padre cuando era pequeño, aunque mi madre me recuerda constantemente que tengo su pelo liso de color negro azabache. Acababan de empezar las vacaciones de verano cuando sucedió la historia que os narro.
Era por la noche, y hacía un calor horrible, típico de las noches de verano, que no te deja dormir. Así que, mientras estaba tirado en la cama, decidí salir a refrescarme. Salí por la ventana para no molestar, y me encaminé a la plaza donde se encontraba la fuente, para darme un pequeño baño. Me quité la camiseta y me metí en la fuente. Chapuceé un poco, pero me acabé relajando, y, recostado en la pared de la fuente, me sorprendí a mí mismo pensando en el futuro. Aquel había sido mi último año de instituto, y no sabía que haría después. Al fin y al cabo, mi madre no tenía ningún negocio, solo sus misteriosos “ahorros”, que no parecían agotarse nunca. Tenía el sueño de viajar a otros mundos, aunque... No tenía amigos con los que cumplirlo. Me estaba empezando a agobiar, así que decidí volver a casa a dormir. Pero cuando acabé de vestirme, oí una voz que me llamaba:
-Enix... Descubre el secreto... Vuelve al punto de partida...
-¿Quién...? -pero cuando me giré, no había nadie.
-Enix... Ven conmigo...
-¿Quién eres? –chillé- ¡Deja de esconderte!
-Enix... Enix...
Recuerdo que deambulé rato y rato por las calles siguiendo a aquella voz, hasta que acabé en un callejón sin salida:
-Paso de ti, me voy a casa.
Me giré, enojado, y me quedé helado. Justo detrás de mí se encontraba una horda de bichos negros y pequeños.
-¿Pero qué leches...?
Antes de que pudiera siquiera moverme, cinco de ellos me salieron al paso y se abalanzaron sobre mí. Estaba muerto. Cerré los ojos y... De repente, hubo un resplandor, y una llave gigante apareció en mi mano. Parecía haber ahuyentado a unos cuantos, así que me puse en posición de defensa. En efecto, los seres oscuros temían a aquella... Llave Espada. Me encaminé hacia aquellos monstruos y les lancé un mandoble. Se desvanecían ante el golpe de la llave. Pero aún quedaban muchos de ellos. Grité y me lancé al combate.
Golpe tras golpe, al cabo de un rato había terminado con ellos, pero había excedido mis fuerzas, estaba agotado. Entonces, un halo de oscuridad apareció de la nada. De él surgió un hombre mayor, calvo y con perilla blanca. Tenía los ojos de color miel, con un brillo que no me gustaba nada... Me miró y dijo:
-Vaya, vaya, eres igual que tu padre...