Mientras estaba llegando al comedor, dos chicos pasaron por delante de mí. Eran morenos y parecían mayores que yo, sobre todo el que era más alto. Cuando llegué, lo que vi fue impactante: cuerpos tirados por el suelo, las mesas volcadas y manchas de diferentes colores por todas partes.
—¿Pero qué...? ¿Qué ha pasado aquí? —murmuré
Vi que los dos chicos que habían entrado antes que yo estaban caminando por la sala intentando averiguar qué había pasado allí, así que me acerqué a ellos. El más bajo tocó una de las manchas de la pared con el dedo índice.
—Esto es...¿pintura? ¿Les han atacado con pintura?
—Esto podría parecer una guerra de comida a simple vista, pero la pintura lo cambia todo, y... —continuó el otro chico mientras miraba a mi alrededor para comprobar si había alguien en pie además de nosotros tres—. ¿Por qué están tan angustiados si no parecen heridos de gravedad? ¡Venga ya! ¿Dónde se supone que están los Maestros? ¿¡Cómo pueden permitir que ocurra todo esto!?
—Eh, hola, ¿tenéis idea de... —comencé a preguntar a los dos chicos, pero fui interrumpida.
—¡Alto!
Un hombre salió de detrás una de las mesas volcadas que al parecer usaban como barricadas apuntándonos con una escopeta. El chico alto se quedó paralizado, pero el otro decidió sacar su Llave Espada y colocarse en posición defensiva. Preferí no hacer tonterías y quedarme quieta, aún no era demasiado hábil con el manejo de la Llave Espada así que preferí no precipitarme demasiado.