Había estado deseando que este día por fin apareciera marcado en el calendario. La noche de Halloween, la fiesta más importante de mi mundo, la que se preparaba durante todo el año para celebrarla este gran día.
Y como tal, no había tardado mucho en viajar hacia allí para disfrutar de la noche.
Mientras iba caminando por la plaza junto a Ilana no podía parar de cruzarme con antiguos compañeros y niños que me pedían que les mostrara alguno de mis trucos. Con estos últimos solía pararme unos pocos minutos para mostrarles lo aprendido en Tierra de Partida y relatarles la terrorífica aventura vivida allí.
—¡Hala! ¿Y que hicisteis para rescatar a la dama? —preguntaba uno de los niños a lo que el resto se le unían exigiendo saber cómo continuaba la historia.
—Bueno, era un momento de vida o muerto por lo que decidimos...
—¿Alec? —me cortó una voz a mi espalda, la cual reconocí al instante.
Me giré para encontrarme con mi madre, a la que ya se le había acercado Ilana para que la acariciase. Como de costumbre, llevaba aquel largo vestido de color negro con la parte del cuello y las muñecas forradas con pelo de algún animal. Se había recogido el pelo en un extraño y extravagante moño el cual siempre le quedaba como anillo al dedo.
—Pensaba que estarías demasiado ocupado para venir y menos para traer a Ila contigo.
—No tengo al Maestro más exigente del lugar, aparte de que por nada del mundo iba a faltar. Sobre Ilana — hice resaltar el nombre de mi gata, no me gustaba nada que mi madre siempre se lo acortase —, ya sabes lo mimosa que es y cómo se pone cuando me voy sin ella.
Mi madre cogió a la gata y después me la pasó a mí para que la tuviera en brazos por alguna extraña razón, aunque al animal no le importó mucho, más bien le gusto, ya que no hizo más que acomodarse entre ellos.
—Entonces si va a estar contigo será mejor que la lleves en brazos, esos pequeños gamberros están montando una buena con las calabazas y ya sabes como a Ila le asustan las explosiones —asentí algo preocupado al saber eso.
Seguimos hablando un rato mas cuando una voz que llamaba a mi madre se hizo escuchar en nuestra conversación, la cual provenía de un grupo de unas cuatro brujas que reconocí como sus amigas, que también fueron en parte mis cuidadoras.
—Debería volver con ellas, las había dejado con una chiquilla bastante colorida —¿una chica colorida? ¿Sería alguien de Tierra de Partida? —. Intenta no meterte en ningún lio, Alec, Anthoni está hoy bastante tranquilo, pero puede pasar cualquier cosa.
—No tienes por qué preocuparte, ya soy bastante mayor para meterme en ese tipo de peleas —la relajé sonriendo.
Ella también sonrió antes de volverse con sus amigas y perderse entre las agitadas calles de la ciudad. Yo en cambió decidí acercarme al centró de la plaza, la cual encontré abarrotada de gente rodeando a alguien. Al acercarme más, vi que era una chica cantando junto a su… ¿Moguri?
“Vaya, nunca me había imaginado que Nadhia cantara tan bien” pensé mientras me decidía por si llamar la atención de la chica o no. No creo que tuviese ningún problema en reconocerme, ya que no había cambiado mucho mi aspecto, lo más destacable era que mi piel se había vuelto totalmente blanca al llegar a Ciudad de Halloween, pero mi ropa aun siendo diferente a la normal, era bastante de mi estilo.
Spoiler: Mostrar
Al final decidí dejarla cantando, no me veía capaz de cortar tan bonita melodía, por lo que me fui hasta la fuente ¡y vaya! Nadhia no era la única que había venido a disfrutar del día.
Sigilosamente, me coloqué detrás del chico alado y cuando estuve lo suficientemente cerca…
—¿Vaya, así que en esto pierdes las horas, Xefil? ¿Mirando a jovencitas cantar?