Y sin más demora, os dejo con los resultados.
1er PUESTO
Spoiler: Mostrar
LA QUE "NADHIE" QUIERE, de Light (19 puntos)
Premio: Un cupón de 15000 platines para gastar en la Tienda Moguri + Premio a elegir (Primera persona en elegir) + 5 PX por participación
Premio: Un cupón de 15000 platines para gastar en la Tienda Moguri + Premio a elegir (Primera persona en elegir) + 5 PX por participación
2º PUESTO
Spoiler: Mostrar
DECISIÓN, de Zee (11 puntos)
Premio: Un cupón de 10000 platines para gastar en la Tienda Moguri + Premio a elegir (Segunda persona en elegir) + 5 PX por participación
Premio: Un cupón de 10000 platines para gastar en la Tienda Moguri + Premio a elegir (Segunda persona en elegir) + 5 PX por participación
3er PUESTO
Spoiler: Mostrar
CÁLIDAS NOCHES EN BASTIÓN HUECO, de Zx (10 puntos)
Premio: Un cupón de 5000 platines para gastar en la Tienda Moguri + Premio a elegir (Tercera persona en elegir) + 5 PX por participación
Premio: Un cupón de 5000 platines para gastar en la Tienda Moguri + Premio a elegir (Tercera persona en elegir) + 5 PX por participación
4º PUESTO
Spoiler: Mostrar
PERRO MALO, de Narrador (8 puntos)
Premio: 5 PX por participación
Premio: 5 PX por participación
5º PUESTO ¡Empate!
Spoiler: Mostrar
¡Hora de avent...! ¡Hora de... OH WAIT! IT´S RAPE TIME, de Sombra (6 puntos)
Premio: 5 PX por participación
MUÉSTRAME LAS ESTRELLAS, de Suzume Mizuno (6 puntos)
Premio: 5 PX por participación
Premio: 5 PX por participación
MUÉSTRAME LAS ESTRELLAS, de Suzume Mizuno (6 puntos)
Premio: 5 PX por participación
6º PUESTO
Spoiler: Mostrar
DIOS LOS CRÍA Y ELLOS SE JUNTAN, de H.S Sora (4 puntos)
Premio: 5 PX por participación
Premio: 5 PX por participación
7º PUESTO
Spoiler: Mostrar
ERA UNA SIMPLE TARDE..., de HappyDelice (0 puntos)
Premio: 5 PX por participación
Premio: 5 PX por participación
Recuerdo a los tres ganadores los Premios a Elegir =P
- Grillo. [Nivel 2]. Se dice que trae buena suerte. Nadie lo ha comprobado por el momento.
Su Objeto de Invocación es una jaula donde se recomida tenerlo encerrado para que no escape y se lleve con él, además, toda esa supuesta suerte.
- 25 PX
- Anillo que, en vista de peligro de muerte, se activa y crea un campo de energía que rodea a su dueño, capaz de bloquear un ataque mágico de gran potencia. Sólo puede ser usado una vez en batalla.
Perdonad si puede resultar enfermiza mi mente y el relato en sí, o quizás algunos chavales me lo agradezcáis en vuestras solitarias noches... quién sabe, al menos que lo disfrutéis, para reíros una vez más de la pobre Nadhia y sus aventuras salvajes (?)
Spoiler: Mostrar
En Villa Crepúsculo empezaba un nuevo día. Pero no un día como cualquier otro. No.
Daba comienzo el tercer día del Juego Reaper.
Mientras que Ragun, Light, Xefil y otros aprendices se enfrentaban a un poderoso Reaper, Andrei Saavedra, dos aprendizas habían logrado escapar de Villa Crepúsculo. No llegaba ningún mensaje, Maya no podía contactar con Nadhia, pues donde se hallaban no había cobertura.
Eran libres, ¿o no?
Porque Saeko y Nadhia habían acabado frente a una misteriosa torre, decidiendo si lo mejor era volver al Juego o enfrentarse a lo que se encontrara dentro de la infraestructura. Eileen, la pequeña y misteriosa muchacha que había desaparecido en la oscuridad, les pidió ayuda.
“Salvadme”, dijo, decantando tristeza en su voz.
Nadhia observó el horizonte, pensando que quizás debería volver pero.. ¿para qué? ¿Acaso Xefil, Ragun, o Light… la necesitaban? Para nada.
Porque ya era apodada como la que “nadhie quiere”. A pesar de parecer una loca ninfómana vestida de cuero por las noches, en busca de sexo fácil… en realidad, la joven quería lo que más ansiaba una chica de su edad: caricias que susurraran en su piel cariño y comprensión.
Algo que nunca había encontrado en la Villa, ni en Tierra de Partida. Incluso había llegado a tal locura de querer restregarse con el sudor y los caspones de Derhe. Cada vez que lo recordaba le entraban ganas de vomitar. Y con tan sólo recordar que cayó tan bajo como para suplicar mientras ese saco de patatas podridas y su novio promulgaban su amor en sus narices: “¡Yo quiero, yo quiero!”.
Bajó la mirada, avergonzada de su comportamiento. ¿Es que nunca iba a encontrar lo que ansiaba? ¿Ese amor, esa ternura?
Observó la silueta de Saeko bajo la luz de luna, bajo el manto de estrellas. Su tez blanca, su larga cabellera, su esbelta figura y aquellos ojos que le intimidaban. Nadhia sentía envidia. Seguramente su compañera no tendría problemas para buscar alguien a quien amar, pues.. ¿qué hombre se iba a negar a aquella preciosidad? Por otro lado, Nadhia se veía patética. Más bajita, un rostro de lo más infantil, unos pechos “normales”… ¿a quién pretendía engañar? ¿Y más con el apodo que se había ganado en Tierra de Partida? Qué vergüenza.. qué vergüenza..
Las dos subieron a lo más alto de la torre, buscando a Eileen. Cuando abrieron la última puerta, se encontraron con una escena un tanto confusa para ambas.
En el centro de la sala, Eileen se hallaba profundamente dormida, abrazada por un manto de oscuridad. La misteriosa encapuchada se había despojado de sus ropas, siendo arropada por la niebla de oscuridad que la rodeaba, tanto a ella como al resto del cuarto.
—Habéis venido.
Eileen entreabrió los ojos, que producirían en Saeko y Nadhia una sensación extraña. Aunque, para qué engañarse, notaban.. ¿felicidad? ¿Por qué esos ojos eran tan atrayentes, ese rubí ardiente?
—Habéis venido a salvarme de mi soledad.
Las puertas que habían atravesado Nadhia y Saeko se cerraron de golpe. Saeko fue a abrirla, pero dos garras de oscuridad, parecidas a las de los sincorazón, bloquearon el acceso. Una enorme cerradura apareció en el centro de la puerta, y se oyó un chasquido.
—¿¡Pero qué demonios…!? —exclamó Saeko, intentando abrir la puerta con sus manos, e incluso usando una de sus piernas para ejercer más fuerza, pero sin éxito.
Las ventanas que daban al exterior también se cerraron, dejando el lugar a oscuras por unos instantes. Sin embargo, la pequeña Eileen hizo encender cientos de velas alrededor del cuarto, dejando entrever su desnuda piel mientras se levantaba de la tupida cama. La mole de oscuridad seguía haciendo de manta, o más bien de una exquisita lencería, tapando las zonas más provocativas de una mujer.
—¿Tu… tu soledad? —preguntó Nadhia, dubitativa y sonrojada. La joven, en un primer momento, no podía apartar sus ojos avellana de la sangre que inundaba los de Eileen. Pero al poco de preguntar, agachó la cabeza, y volvió a ladear cuando percató que la pequeña a la que habían ido a salvar estaba totalmente desnuda.
—He estado mucho tiempo sola, aquí. En una prisión eterna. Conseguí deshacerme de mis pecados durante unos años, pero.. el estar tanto tiempo sola… me obligó a hacer uso de mi propia oscuridad. No podía evitarlo, porque estaba sola. Nadie me daba cariño. Nadie.
Eileen señaló a su alrededor, las bolas de humo que se camuflaban en ese momento con la propia oscuridad de un cuarto sin ventanas donde pudiese atisbar el mínimo rayo de sol.. o de luna en este caso. A su alrededor, Nadhia y Saeko podrían escuchar sonoras carcajadas. ¿La oscuridad de Eileen había cobrado vida propia? ¿A eso se refería Eileen? ¿Aquella oscuridad la tenía cautiva en la Torre?
—Siempre esperé que alguien me encontrara. Y vosotras… ambas, habéis aparecido. Estoy tan… feliz. Venid conmigo.
La pequeña alzó la mano, con una cálida sonrisa en su rostro. Su brazo tornaba desnudo, tentador… una tentación, un pecado.
Nadhia no entendía nada. Por una parte, los ojos de Eileen le incitaban a coger su mano, abrazarla e ir con ella, a donde quiera que fuera. Sin embargo, se agarró la sien y cerró los ojos, confundida y decantando miedo en su voz.
—¿A qué te refieres? ¿Qué quieres de nosotras? ¿A dónde quieres llevarnos? —miles de preguntas asomaban por la cabeza de Nadhia, mas Saeko permanecía callada, observando cómo su querida compañera sufría todo aquello en sus carnes.
Realmente era una situación un tanto extraña. Definitivamente, las dos no tenían un pelo de tontas, pues aquella proposición, en tales condiciones sólo podía significar una cosa.
Un rato divertido y placentero.
O sea, sexo.
Saeko recordó entonces una de sus “lecciones” en Bastión Hueco … con Ariasu. Y con el Maestro Ryota. Aquella noche llena de caricias prohibidas. Cómo sintió los labios de su Maestro, Ariasu colocándose detrás suya, haciéndole cosquillas en lugares íntimos.
La joven hija de la luna sonrojó, recordando todo aquel placer que recorrió su cuerpo tiempo atrás. Cómo lo disfrutó, y olvidó por un momento toda la tensión acumulada durante aquellos primeros días en su nuevo hogar, o incluso olvidar todo lo que había sufrido bajo el poder del PCM.
—Saeko, tú lo entiendes, ¿cierto? Ahora mismo, siento tus ansias. ¿Estás recordando lo mucho que te gusta, verdad? ¿No te gustaría… descubrir lo que Nadhia puede hacerte sentir?
Nadhia se quedó petrificada ante las palabras de Eileen. Se dio la vuelta y observó a Saeko, la cual se hallaba mirando fijamente el cuerpo de su pequeña compañera.
Era cierto. ¡Ahora era tan claro! Nadhia la había hecho sentirse poderosa, especial. Con ella y con Gengar, era invencible. Pero no había caído en la cuenta de que había algo más.
Contempló a Nadhia. Aquel rostro de niña, sus inocentes ojos avellana, sus finos labios. Notaba encendida sus mejillas, lo cual la hacía parecer sumamente adorable. Pero ella sabía que debajo de esa inocencia existía una guerrera, valiente y llena de determinación.
No había percatado hasta ese preciso instante lo tan bella que podía llegar a ser Nadhia en ese aspecto. Jamás había experimentado aquellos sentimientos. Conocía el placer que podía disfrutar con el cuerpo de otras personas, quienes le habían mostrado aquel mundo prohibido, según ellos, pues no muchos lo consideraban una afición apropiada. Es más, ahora recordaba las palabras de Nadhia, llenas de ironía:
Por un momento, Saeko se vino abajo. Aquello que quería compartir con Nadhia… ella lo detestaba. De una forma u otra, le había transmitido sentir repugnancia por lo que ansiaba encontrar el bando de Bastión Hueco. ¿Tanto odiaba sentir eso?
—Nadhia..
—¿Q-qué ocurre, Saeko? Te has puesto pálida de repente —preguntó la arquera, acercándose a su compañera. Alzó la mirada y, enfurecida, apuntó con su arco hacia Eileen—. ¿¡Qué le has hecho!? ¡Contesta! ¿¡Qué quieres de nosotras!?
—Nadhia... conozco lo que es… sentirse sola. Por favor, no te enfades.
—Nadhia, ella tiene razón —dijo Saeko, agarrando el hombro de la joven y haciéndole bajar el arco—. No tenemos por qué seguir luchando. Aquí podemos ser felices, las dos. No, las tres, junto a Gengar. Juntos somos invencibles. En este lugar secreto nadie nos molestará, nadie vendrá a por nosotras. Estaremos juntas por siempre.
—S-Saeko… yo… no soy quién tú crees —dijo Nadhia, dándose cuenta a dónde quería llegar Saeko. Aquello le dolía, pues Saeko no conocía toda la verdad sobre ella.
—¿A qué te refieres?
—Yo… soy impura. He querido conseguir el amor, pero a la fuerza. En Tierra de Partida me conocen como la que “nadhie quiere” —Nadhia esperó, por si en ese momento Saeko se reía por el apodo. Sin embargo, Saeko no se burló, permaneció seria—. Eso hizo que me convirtiera en una ninfómana que sólo buscaba algo de carne para una noche. Siempre he pensado que, quizás… no merezca ser deseada.
—¡Tonterías! —Saeko se abalanzó sobre Nadhia, cogiendo sus muñecas y acorralándola contra la pared.
Ambas se encontraban muy cercanas, la una a la otra. Los ojos de Saeko centelleaban. Haber recordado aquellas caricias, tener a su ángel a solo unos milímetros. La oscuridad se apoderaba de su cuerpo, pues… quería hacerla suya.
—¿S-Saeko?
—Oh, cállate, tonta.
Los gruesos labios de Saeko contactaron por primera vez con los de Nadhia. Un beso dulce e inocente, que al cabo de unos segundos encendió ambos cuerpos.
Nadhia quiso huir, confusa por lo que sentía, pues era la primera vez que era besada por una mujer. Pero Saeko apoyó su cuerpo en el de la pequeña, haciéndole notar su calor, aprisionándola. Era suya, y no la dejaría escapar.
Pero entonces se dio cuenta de que estaba haciendo aquello en contra de la voluntad de Nadhia, y por un momento se separó, dejando de ahogar al fruto de su pasión con sus besos llenos de lujuria.
—Lo siento, Nadhia. Te estoy presionando, y lo que quiero es que ambas disfrutemos… de una eternidad… juntas.
—Saeko —susurró la joven, notando como sus mejillas se encendían de nuevo. Jamás alguien le había otorgado aquellas palabras.
¿Por qué no arriesgar?
La pequeña se puso de cuclillas y besó tímidamente a Saeko. Y ésta, muy feliz, le correspondió de nuevo. Gengar, quien se hallaba en aquel momento flotando en el aire, giró, sonrojado. Los gemidos de Nadhia empezaban a resonar en el cuarto, la cual los acallaba y se ahogaba por vergüenza. Saeko había aprendido mucho de su Maestra. Y de Ryota, por supuesto. Pero algo le decía que lo que Ariasu le hizo en su cuerpo podía gustarle a su pequeña.
—Nadhia, no te contengas. Aquí no habrá nadie que pueda observarnos. Tan sólo la oscuridad que nos rodea. Ella nos arropará en el deseo. Nos otorgará intimidad y protección, para siempre. Y con tu luz, jamás nos engullirá.
Hacía calor. Nadhia notaba como su cuerpo se encendía cada vez más, que no era capaz de soportarlo, abrazada a la esbelta figura de Saeko. Fue entonces cuando ambas notaron algo extraño, y por la sorpresa pararon de besarse.
Dos moles de oscuridad surgieron de sus pies, rodeando poco a poco su cuerpo.. hasta convertirse en grandes zarpas, las cuales suavemente comenzaron a despojarlas de sus ropas. Las dos sintieron cosquilleos placenteros, provenientes de la mismísima oscuridad de sus corazones.
Una vez ambas se miraron la una a la otra, sin nada que las tapara, sin secretos… Saeko cogió con ambas manos el rostro de Nadhia y se fundió en un apasionado beso con ella.
Caricias prohibidas, besos recorriendo cada milímetro de la piel de una y otra. Las dos se abrazaron, en un instante en el que ni siquiera eran capaces de otorgarse placer ellas mismas, pues la oscuridad que les rodeaba le transmitían mil y una sensaciones que no eran de aquel universo.
Dadnos lo que queremos.
Lo que quiere ella, sí.
Vamos, pequeñas, sí.
Sí, sí, sí.
Los gemidos de Saeko y Nadhia retumbaban en todo el islote.
—Saeko, Nadhia… venid —rogó Eileen, quien, sumamente excitada por aquella bella escena, se hallaba tumbada en su lecho de oscuridad, esperando pacientemente que sus dos amigas se le unieran—. Por favor, os necesito.
No la dejéis sola.
Os lo pasaréis bien.
—Nadhia, ven —Saeko cogió de la mano a Nadhia, quien, sorprendida, fue atacada por los seductores labios de Eileen, quien no pudo aguantar más por probar el contacto con otra persona… pues había estado allí sola todo ese tiempo.
Notó un placentero escalofrío cuando Saeko se acercó detrás suya, acariciando su espalda y hundiéndose en su cuello.
—Saeko… E-Eileen…
—Nadhia, ésta es la Verdad Absoluta que tanto ansiaba encontrar... ahora lo entiendo. Pensé que quizás, no querrías descubrirla conmigo. He llegado a probar esto con mi Maestra, pero me siento, diferente, contigo. Mi pequeña, mi ángel… déjame enseñarte lo divertido que puede ser esto.
—Saeko… yo… ¡ah!
—Juntas somos invencibles. Gengar, únete a la oscuridad de nuestros corazones. Fusiónate con ellas, rodea nuestros cuerpos. Disfruta como nosotras lo hacemos.
Eileen asomó su cabeza al hombro de Nadhia, buscando los labios de Saeko. Ésta correspondió, excitada y ansiosa de descubrir qué más podía otorgarle la misteriosa encapuchada que les invitó a vivir una eternidad en aquella prisión… ¡tan placentera prisión! Seguidamente, la pequeña Eileen sopló en la oreja de Nadhia, mientras sufría caricias por parte de ambas.
—Nadhia, ¿sientes lo que yo? He estado tan sola, y por fin… puedo notar el calor de otras personas. La oscuridad de mi alrededor no era suficiente para superar esto. Pero nosotras tres, podemos… llegar tan lejos… sin tener que volver a ver la luz del sol.
—Sí, ¡lo siento! ¡Lo siento, Eileen, lo siento! ¡Saeko, por… por favor…!
—Déjate llevar, Nadhia. Dime qué quieres que haga, y lo cumpliré por ti.
—Saeko, por favor… rápido… no puedo más… no soporto que…no…
—Tranquila, mi pequeña. Tenemos toda una eternidad por delante. Disfruta de cada caricia, recuérdalo, haz cada momento inolvidable. Nadie vendrá a molestarnos.
—¡S-Saeko, Eileen! ¡Por favor, por favor!
Saeko soltó una risa picarona, dirigiéndose a Eileen, quien se encontraba debajo de las dos, presenciando la carita de Nadhia sumisa a las caricias de ambas.
—Nadhia, eres nuestra luz. No nos abandones, nunca.
—¡Jamás, soy vuestra! ¡No me abandonéis vosotras tampoco! ¡Nunca, ah!
Los cuerpos de ambas comenzaron a rozarse más,siendo acariciadas por la neblina de oscuridad. Gengar también participaba, rozando su gas con la piel desnuda de su dueña, y de la pequeña Nadhia. Y de la misteriosa Eileen. Sus corazones latían a mil por hora, se alternaban una con otra, en ocasiones Saeko era la que recibía, e incluso Eileen fue recompensada por estar años y años sola.
Eso es, seguid así. No paréis.
Hacednos caso. Os gusta, ¿verdad?
—¡Saeko! ¡Eileeeeeen!
Un ardiente orgasmo se escuchó en toda la torre. Más tarde, Nadhia se hallaba dormida, abrazada por Eileen y Saeko, mientras ésta última acariciaba sus cabellos. Al cabo de recuperarse, Eileen no tardó en incitar a ambas para volver a disfrutar. Y así una vez… y otra, y otra…
Aprendieron tanto las tres juntas.. El trío de chicas había descubierto el paraíso, unidas en deseo carnal. Lo que no sabían es que las tres estaban siendo víctimas de una poderosa magia oscura, una que había cobrado vida propia dentro del corazón de Eileen y que había conseguido engañarla, a ella y a sus dos nuevas compañeras, sumisas bajo las caricias de sus finos tentáculos de oscuridad. Aquellas criaturas habían conseguido, después de tantos años, otorgar a su vista nuevas escenas.. ¡tan bellas!
Y si las tres no se hallaban excitadas, ni siquiera despiertas, aquellas criaturas de oscuridad no esperarían: egoístamente, gozarían de aquellos inocentes cuerpos sin que ellas se dieran cuenta, sumidas en la hipnosis. Pues eran sus esclavas, sus prisioneras. Jamás escaparían de su poder.
Los sonoros gemidos de Saeko, Nadhia y Eileen podían oírse en la lejanía, pero nadie sabría de dónde provenían. Pues aquel lugar era un secreto de las tres.
Bueno, y de Gengar, quien se convirtió en el guardián de la torre, atemorizando a aquellos que consiguieran ver el tren en Villa Crepúsculo y llegaron a pisar el islote.
O, ¿por qué no? Quizás las damiselas, arropadas en la oscuridad y sin más iluminación que la luz de las velas, estaban dispuestas a tratar con aquellos que considerasen adecuados para satisfacer sus deseos.
Pero de una cosa estaban seguras: nunca se abandonarían. Y ninguna de ellas volvería al exterior. Jamás.
¡GRACIAS A TODOS!
