[Prólogo] El problema de la fuga

[Nell]

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Prólogo de Hashizume

Llovía.

Y eso, en Ciudad de Paso, se notaba y mucho. El alcantarillado era pésimo en el Distrito uno y las calles se inundaban con facilidad, por lo que la gente se refugiaba en sus casas y cerraban la puerta a cal y canto. Antiguamente, no habría sido un problema tan grave, teniendo en cuenta que los Distritos dos y tres no se llenaban tanto de agua, salvo en el nivel más bajo del suelo.

Por eso, Hashizume, que no tenía ni techo, ni hogar, se encontraba solo en la calle, sin nadie a quien acudir, ni ningún lugar donde refugiarse. Las tiendas estaban cerradas y los dependientes habían tenido el detalle de subir el toldo y bajar las persianas (incluso del restaurante, la zona de las mesas), por lo que tampoco había ninguna protección contra la lluvia. Ni, mucho menos, el frío.

No obstante, antes que congelarse y empaparse más, tenía varias opciones. O bien podía pedir asilo en alguna casa (eso si le abrían), volver a la suya (no, no creo) o buscar un sitio vacío. Los únicos lugares vacíos, sin duda, eran los otros dos distritos. Y en ellos, seguramente habría muchos techos donde refugiarse. Sin embargo, la puerta que daba al Distrito tres estaba cerrada, y la que daba al dos, aunque abierta, tenía un cartel que decía: “Entre bajo su propio riesgo”.

Bien era conocida la amenaza de los sincorazón. Ni siquiera querían oír hablar de ellos en el Distrito uno, aunque nadie sabía realmente qué eran. Así que el joven, mientras seguía siendo mojado por la lluvia, podía decidir otra forma de ponerse a salvo o afrontar el peligro.

[Hashizume]

La lluvia caía sobre la cabeza de Hashizume haciendo que las gotas de aguan cayeran sobre su cara, no quería mojarse mas, buscaba algún sitio donde refugiarse, aunque sea pequeño. No había ningún lugar donde refugiarse, una puerta a lo lejor tenía un cartel en el que estaba escrito "Entre bajo su propio riesgo", el peligro le daba igual si podía refugiarse y aquella puerta era la única por la que podía pasar.

Después de haber empujado aquella puerta y pasar al distrito pensó:

-"Bueno, esta es mi única opción, tendré que asumir los riesgos, pero mientras pueda secarme me da igual realmente, aunque... ¿Y si me pasa algo? ¿Y si me surge un problema y no puedo solucionarlo? Bueh, me da igual, algo se me ocurrirá, decidí meterme en este lío y pienso salir de él."

La lluvia seguía cayendo, la manos de Hashi se estaban enfriando rapidamente, perdia el control de sus dedos, apenas los notaba y le costaba moverlos.

-Espero encontrar un sitio lo antes posible.

[Nell]

Finalmente, en un arranque de temeridad inesperado, Hashizume decidió internarse en el Distrito dos. La puerta chirrió al abrirse, quizá más de lo normal, después de tanto tiempo desde que alguien se atreviera a pisar el resto de la ciudad. Al otro lado, el Distrito dos esperaba. Y con él, sus peligros.

Estaba tal cual como lo habían dejado sus gentes tras salir corriendo ante el peligro. Y no había ni un alma por las calles. Las tiendas estaban abiertas, cerradas como máximo con la llave, y desprotegidas. Si Hashizume quisiera comprobar todos los locales, hallaría el hotel abierto, con todas sus habitaciones abandonadas; y la torre del reloj, igual. Cualquiera de los sitios principales del Distrito estaba disponible.

No obstante, el riesgo siempre conlleva peligro. Apenas se acercó a la barandilla que había sobre la fuente, vislumbró dos sincorazones de aspecto primitivo bañándose en ella (sí, con lluvia). Casi automáticamente, al observarlos, ellos giraron aquella pequeña cabecita y clavaron sus dos pares de ojos amarillos en él.

Lo habían visto. Y, peor aún: se dirigían hacia él. Salieron de la fuente y, fundiéndose con el suelo, comenzaron a recorrer rápidamente el camino hacia las escaleras, para subir hasta su posición. En apenas unos segundos, llegarían a su lado. Y Hashizume no tenía nada con lo que enfrentarlos.

[Hashizume]

Al ver que los sincorazones se acerbana hacia él, en un intento desesperado corrió lo mas rápido posible hacia una gran edificio que se encontraba en aquel distrito. en el cartel ponía "Hotel". Al empujar la puerta se abrió, no había ni un alma, o eso parecía, Hashizume se tranquilizó un poco y al menos podría librarse de la hipotermia, pero ese no era su principal problema. Decidió subir y entrar en una habitación para poder esconderse de los sincorazones, dado que no tenía nada para poder defenderse.

-"A saber que pasará ahora. ¿Este es mi destino, acabar encerrado en un hotel sin poder salir? No me lo puedo permitir, mi hermano me necesita, tengo que encontrarle, no puedo morir aquí ni hundirme con mis pensamientos"

El miedo se estaba apoderando de Hashizume, no sabía no lo que iba a ocurrir, aunque ya lo suponía, era un presa fácil e indenfensa, de repente Hashizume soltó un grito de rabia. Aquel grito retumbó en todo el hotel dado que estaba vacio. ¿Habrían los sincorazones escuchado aquel grito?

[Nell]

Sí, sin duda, escucharon el grito angustiado de Hashizume, que se sentía como un conejo en su madriguera, sabiendo que el zorro espera al otro lado, pacientemente. O puede que sólo acudieran porque ya lo perseguían antes.

El caso es que aparecieron de improviso, tanto desde el balcón como desde la puerta por la que había entrado el muchacho. Correr podía no ser suficiente aquella vez, puesto que estaba acorralado. Y sobre los sincorazón, pese a ser el tema principal de Ciudad de Paso, debido al peligro que desentrañaban para la paz, poco sabían los ciudadanos de a pie: ni cuáles eran sus debilidades, ni cómo enfrentarles. El único mensaje que siempre se había promulgado a la población era “huid de ellos, buscad zonas seguras”. Hashizume, como tantas otras personas, estaba confirmando, en aquel momento, que el Distrito dos no era una de esas susodichas zonas seguras.

Los sincorazón, que pese a no poseer inteligencia, abundaban en número, se las habían apañado para acorralar a Hashizume en la habitación, impidiendo su salida por cualquiera de las dos puertas (balcón y pasillo del hotel, con un sincorazón en cada una). Y, por desgracia, no había ventanas. El joven tenía que decidir nuevamente por su vida.

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[Hashizume]

El chico estaba muy asustado, el sudor frío del pánico le caía por la frente, sus latidos iban a mas, sus puños estaban apretados, no sabía que hacer, estaba confuso, perdido en su mente, sin saber qué hacer. Palabras sin sentidos pasaban por su mente.

-"Abre tu corazón, la luz es la clave..."

Cosas que le hacían pensar, pero sin mucho sentido. Estaba tan asustado que se arrinconó del todo. Miraba los sincorazones uno a uno, sus ojos amarillos, tan brillantes hacían que su viste se perdiese en ellos. En un momento dado, un impulso se apoderó de Hashizume, lo único que hizo fue correr hacía ellos gritando, sudando, pensando en el fin de su corta vida.

-"Ya está, todo se acaba aquí, no puede ser, lo tengo que hacer por mi hermano."

[Nell]

Hashizume, sin nada con lo que luchar, finalmente se decidió por el ataque directo. Intentó embestir a uno de los sincorazones que, a pesar de ser arrollado, consiguió agarrarle por la pierna y frenarle, mientras su compañero avanzaba hacia ellos rápidamente, fundiéndose con el suelo, como habían hecho anteriormente los otros. Al alcanzar su posición, volvió a adoptar su forma natural, saltó y…

Un arma surgió de la nada y atravesó al sincorazón que estaba a punto de atacar a Hashizume. Antes de que se diera cuenta el chico, el arma hendió de nuevo el aire y volatilizó al otro sincorazón que le atacaba. Libre por fin, y pasado el peligro, su salvador (mejor dicho, salvadora), se dirigió a él:

—¿Estás bien?

Se trataba de una mujer algo entrada en años, con un largo vestido blanco y con el pelo recogido de una forma peculiar. Parecía preocupada por el muchacho que, al fin y al cabo, había estado a punto de caer hacía pocos segundos. Hashizume se pudo fijar, también, en el arma (muy rara) que llevaba.

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—No te ha hecho nada, ¿verdad? —insistió, esperando una respuesta.

[Hashizume]

- No, estoy bien.

El chico se levantó, aun tenía el corazón que palpitaba debido al ataque del sincorazón, pero sobre todo por la aparición de aquella espada tan extraña. Al menos el peligro había pasado, aunque no era seguro, porque seguramente habría mas sincorazones escondidos y buscando a Hashizume.

El chico se levantó del suelo, se puso justo enfrente de la chica y le extendió la mano.

-Hola, soy Hashizume, encantado, por cierto, gracias por la ayuda. No me lo esperaba, pensaba que esto iba a ser mi fin.

El sudor no había desaparecido y aún le costaba respirar, pero al menos se sentía seguro con aquella extraña mujer.

-"¿Por qué me habrá ayudado esta mujer tan extraña? No tiene ningún motivo para ayudarme, espero que me lo explique."

[Nell]

La mujer se relajó ante las palabras de Hashizume. La extraña arma que empuñaba desapareció de su mano, como si se hubiese volatilizado por si sola, para sorpresa del joven. Con la mano libre, la mujer se la estrechó.

—Es un placer, Hashizume. Yo me llamo Nanashi —se presentó la mujer, dulcemente—. No hace falta que me des las gracias. Es mi trabajo, al fin y al cabo. Pero creía que ya no había nadie por aquí, ¿te has perdido?

¿Perderse? ¿En aquella pequeña ciudad? ¿Y casualmente en el Distrito dos? Sonaba muy raro para cualquiera que hubiese vivido allí el tiempo suficiente.

—Bueno, ya me lo explicarás. Ven, conozco un lugar más seguro, aunque tendremos que mojarnos un poco —le indicó, dirigiéndose al balcón—. Por cierto, no hay nadie más por aquí, ¿verdad? Los sincorazón se han extendido por todo el lugar, no sería prudente dejar a nadie cerca de sus garras.

Nada más abrir la puerta, el aire frío y las primeras gotas de lluvia, de las que Hashizume se había resguardado, comenzaron a colarse. A pesar de que la habitación no había sido muy cálida debido al abandono, el cambio de temperatura se notó hasta helar los huesos de ambos. Nanashi, sin inmutarse, incluso con aquel fino vestido, salió al exterior.

—Mejor démonos prisa —le apremió.

Nanashi se sentó en la barandilla y se dejó caer a la calle, abandonando a Hashizume.

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Se ha añadido a Nanashi al Registro de NPCs.

[Hashizume]

Hashizume confiaba en aquella chica, después de lo que hizo era lo mínimo que podia hacer, así que decidió seguirla. El agua le volvía a enfriar el cuerpo, pero no le importaba, tenía la esperanza de que aquella chica le llevara a un sitio seguro y seco, donde podría recuperarse del frío. Sus manos habían perdido un poco el tacto, por lo que decidió apresurarse, para así calentarse y atrapar a la chica, dado que Hashizume se quedó un poco parado.

-Espera- Su voz era tenue debido al frio y al cansancio.

Cogió impulso y saltó a la calle. Cuando bajó miró en todas direcciones en busca de la chica para seguirla.

-No corras tanto, que yo no puedo, me estoy helando.

[Nell]

La mujer se frenó en cuanto Hashizume le dio el primer aviso. No parecía que le hiciese gracia tener que empaparse, pero supo disimularlo y le esperó pacientemente. Luego, en cuanto se reunió con ella, echó a andar hacia una reja que había al fondo de la calle y que llevaba, seguramente, a las alcantarillas. Caminó despacio, a pesar de la lluvia.

―Nos tendremos que mojar más, así que espero que puedas aguantar el frío.

Tuvieron que meter los pies en el agua, que llegaba ahora hasta las rodillas debido a la fuerte lluvia. Nanashi avanzó con decisión hacia la reja, agarró dos barrotes concretos y, sin aparente esfuerzo, la arrancó sin problemas. Hizo una seña a Hashizume para que pasara, y en cuanto lo hizo detrás de él, volvió a colocarla en su lugar, en las bisagras y todo.

Mientras el joven avanzaba por la pequeña cueva que le había mostrado Nanashi, llegó un momento en el que no pudo hacer pie, por lo que tuvo que nadar. Por suerte, en breves llegaron a una zona donde sí volvieron a tocar fondo y pudieron salir del agua. Era una cavidad algo extraña, natural sin duda, salvo por un tapiz al fondo con el dibujo de una luna creciente.

―Nos secaremos aquí hasta que pase la lluvia. Los sincorazón no se acercarán ―decretó Nanashi―. ¿Por qué estabas en el Distrito 2, por cierto?

Mientras le preguntaba, Nanashi extendió las manos y creó de la nada una esfera de fuego entre sus palmas, llenando la cueva de luz y calor, algo que se agradecía bastante.