[Islas del Destino] Límites

[Zee]

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Prólogo de Kousen

El sol crepuscular reflejado en el interminable mar de las Islas del Destino molestaba en los ojos a aquel muchacho que con tanta admiración lo contemplaba, pero no por ello apartaría la vista de un tan maravilloso espectáculo como aquel caleidoscopio de la naturaleza. Kousen lo observaba ensimismado, sin siquiera sentir la arena raspando sus manos y piernas, como entendiendo un mensaje que nadie a su alrededor podría comprender.

Un mensaje que sólo alguien que no pertenecía a aquellas diminutas islas podría recibir.

Kousen se frotó los ojos y miró al mar una última vez antes de levantarse, mientras se preguntaba si tendría que mirarlo cada día, preguntándose si alguna vez sería capaz de romper los límites del horizonte y ver lo que había más allá, preguntándose si podría saber de dónde venía...

[Kousen]

Cierro los ojos aún pudiendo distinguir la huella de la luz del sol en mis párpados cerrados, cada vez más tenue hasta desaparecer. Mis oídos captan el rumor del agua cuando choca con el nacimiento de la tierra, pero mi mente divaga en algo completamente distinto a estos conocidos estímulos externos.

-¿Cuánto? Día tras día desde que mi memoria me permite recordar este escenario se ha repetido y grabado en mi mente sin pausa. Bello sin duda, pero tan... monótono. Nunca cambia... ¿será todo así mientras viva?

Reanudo el camino hacia el sendero que sale desde la playa al camino de la montaña con tranquilidad, es un largo camino hasta el pueblo, pero no me espera nada interesante en casa aparte de unos libros. Desde hace tiempo vengo sintiendo una presión en mi pecho que me impide concentrarme en la lectura, como una llamada lejana. Me insta a que no todo puede ser tan calmado y repetitivo siempre, sin ningún sentido trascendental.
Sin embargo, parezco ser el único de esta isla en darse cuenta, los demás ni se inmutan de ello y no prestan mucha atención cuando intento entablar una conversación relacionada con ellos, son... felices viviendo así. ¿Será por el hecho de que no soy precisamente nativo? Me consta que mis padres me hallaron solo en la playa cuando era un bebé, y siempre he ido arrastrando esa sensación de que los demás no se fijan tanto como yo en que pueda haber "más allá" de la rutina.

-Suficiente filosofía personal por hoy- me digo a mi mismo. Me giro para contemplar por última vez las nubes arrastradas por el viento mientras el ocaso las atraviesa, descansando mi mirada unos segundos en el islote situado enfrente. Es raro que el Alcalde haya prohibido ir a la isla de los niños, no se avecina ningún temporal que pudiese poner a nadie en peligro...
Con un rápido parpadeo, sigo caminando hasta bajar la colina e internarme en el sendero que lleva hasta el pueblo.

[Zee]

La caminata tomó más tiempo de lo esperado. Kousen se detenía de vez en cuando, viendo sin mirar las luces del pueblo en la lejanía, mientras su mente se permitía divagar durante algunos instantes. Luego de unos segundos, el chico volvía al mundo real, se daba algunos golpecitos en la cabeza como para castigarse y finalmente continuaba andando... para después repetir el proceso pasados algunos minutos.

Pero finalmente el chico se las arregló para llegar al pueblo, aunque ya había oscurecido completamente para cuando lo hizo. Debido a la prohibición que había impuesto el alcalde, debido a un peligro desconocido en otras islas, muchos de los habitantes habían adoptado la nueva costumbre de adoptar un toque de queda para sus familias, inclusive si había sido ya dicho que el peligro no podía llegar a la isla principal a menos que alguien rompiese la norma.

Mas a Kousen no le preocupaba aquello. Sin duda, podría defenderse en caso de que algo llegase a suceder, aunque era cierto que era poco probable. Y sin embargo, supuso que ese desconocido "peligro" podría romper la monotonía de las Islas.

Se sintió culpable por pensarlo. Tras dejar salir un suspiro, comenzó a caminar por las casi vacías calles nocturnas del pueblo.

[Kousen]

Me muevo bajo la tenue luz de las farolas que esperaban en las esquinas de las callejuelas, cuyo brillante color amarillo contrasta con el predominante azul que proyecta el cielo nocturno. De vez en cuando me cruzo con alguien, ya sea volviendo a sus casas o por montar guardia, saludando a un par de conocidos pero sin detenerme a dar conversación. Ahora vivo solo, el toque de queda me trae sin cuidado, pero estoy cansado y quiero estar en casa.

Desde luego el asunto sobre ese "peligro" que yace en el ambiente enrarecido y de alarma que rodea el lugar me está calando, aunque no me hace ni la más mínima gracia pensar en algo tan negativo como una especie de alivio a la repetitiva vida que hasta ahora he llevado.

Finalmente llego a mi puerta, y tras entrar al recibidor cierro a cal y canto con más de un candado que mis padres me habían procurado cuando se desencadenó el toque de queda. "Por si acaso", dijeron.
Paro un momento en el comedor y tomo unos sándwiches que preparé por la mañana para la cena, subiendo las escaleras hasta mi dormitorio. Cansado del día arrojo la bolsa con mis cosas a un rincón sin molestarme y me tumbo en la cama tras quitarme los zapatos, comiendo rápidamente mi ligera cena.

Acto seguido apago la luz del techo dejando solo una lamparita y simplemente observo el cielo nocturno brillar con las incontables estrellas del cosmos... tan lejanas pero tan cercanas a la vez, como un gran mar cubierto por las luces de los botes.

-Y he aquí un día más de mi vida- Resoplo de mala gana, acomodándome en la mullida cama -vuelta a empezar cuando salga el sol, pero ya se me pasará la mala gaita. - Reflexionando sobre esta última frase y con la imagen del islote flotando en mi mente, cierro los ojos. No, no pienso dormir tan temprano, pero sí que me merezco descansar unos minutos por lo menos...

[Zee]

Despertó sin razón aparente en medio de la noche. La luna se hallaba en lo más alto, brillando con su usual belleza, acompañada por las incontables estrellas. En la costa, donde no había nada que bloqueara la vista, y no había suficiente luz como para eclipsar el cielo, así que la bóveda se convertía en un espectáculo sin igual. Kousen miró aquello por la ventana y admiró la armonía de la noche antes de darse la media vuelta y volverse a dormir.

¿Eh? ¿Luz?

Kousen se sentó sobre su cama y se frotó los ojos. No era nada normal que hubiera algo encendido a esas horas, aparte de las farolas de la calle. Pero aquel extraño brillo venía de un lugar más lejano, más allá del muelle y la playa. ¿Una de las islas? Pero si no podía ser. No a menos que alguien...

¿Había alguien escapado?

[Kousen]

Luz. En mitad de la noche y en una de las Islas marcadas fuera de los límites. ¿Casualidad? Mi cerebro parece reírse de sí mismo por ese pensamiento. O alguien ha escapado a hurtadillas o bien es el causante de todo esto.

Entonces es cuando lo oigo en el fondo de mi cabeza: - ¿A qué esperas? -

Mis ojos se clavan en ese pequeño y sospechoso foco de luz ¿Acaso no es lo que esperaba? Algo que rompe con la repetitiva calma de estas islas, una oportunidad de cambio y quien sabe, quizá no fuese efímero. No puedo dejar pasar esta oportunidad y volver la espalda esperando a que desaparezca, necesito saber que pasa ahí fuera.

Pero no seamos descabellados, pensemos con claridad antes de meternos hasta las rodillas en el asunto. Alerta permanente, vigilantes e isleños asustados, no es posible que hayan dejado semejante cosa pasar por alto. Probablemente ya estén apiñados en algún lugar preguntándose cómo actuar, así que debo salir rápido antes que ellos a la playa, pero actuando siempre con cautela.
Me lanzo inmediatamente al armario en busca de un viejo abrigo de color oscuro. Cubre mi cuerpo por completo y tiene una capucha, perfecto para ocultar mis facciones y mi ropa a la vez que pasar desapercibido en la oscuridad; me cubro con él cerrándolo a la vez que me pongo la capucha y subo un trozo de tela hasta mi nariz, acto seguido agarro la espada japonesa que tengo en mi cuarto, como decoración y posiblemente algo más. Antes de nada miro por la ventana y me cercioro de que nadie está en la calle en ese momento, por último tomo mi bolsa y escondo tanto esta como la espada bajo el manto.

Bajo los escalones de tres en tres, con el pulso en los oídos y salgo a la calle mirando por la rendija de la puerta. Una vez que miro y vuelvo a asegurarme de que estoy solo, me apresuro y me interno en el atajo más oscuro hacia la playa, corriendo sin descanso a la vez que me oculto de miradas indiscretas hasta que finalmente llego a la costa, escondiéndome en un arbusto junto al embarcadero.

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Edito para el color de la línea de diálogo

[Zee]

Utilizando su grueso abrigo con sabiduría, Kousen se permitió ocultarse dentro del arbusto, donde seguramente nadie podría encontrarle. Sólo algunas ramas rasparon su rostro, pero se ocupó de partirlas con cuidado, una por una, sin hacer mucho ruido.

Desde su escondite, había advertido que su teoría había sido correcta. Había ya otras personas observando la extraña fuente de luz en una de las islas, donde los niños frecuentemente iban a jugar y a pasar el rato, comentando entre ellos qué hacer ante la situación. Por lo que el joven pudo apreciar, muchos de ellos eran autoridades de la isla, aunque no faltaban padres preocupados o vecinos curiosos.

—No podemos permitir que nadie se acerque a traerlos de vuelta... —comentaba una mujer. A juzgar por su tono de voz, le asustaba la posibilidad de que alguien más fuese a la isla.

—¡Pero si no hacemos nada, podían perder la vida allá afuera! —respondía otro hombre, agitado y ciertamente desesperado por actuar.

¿Alguien podía perder la vida?

—¡Son un par de niños, por Dios! ¡Si realmente hay algo peligroso allá afuera...!

¿Un par de niños en la isla? Kousen tragó saliva y miró de reojo al muelle. ¿Debería? ¿Qué había allá afuera? ¿Realmente había vidas en peligro? Si las había, ¿por qué nadie tomaba un bote y hacía algo al respecto?

No tardaría nada... y en la oscuridad de la noche, nadie vería una solitaria canoa siendo arrastrada por las olas...

[Kousen]

Trago saliva. Una cosa es encontrar algo interesante o que alguien, como pensaba, haya roto el toque de queda y otra muy distinta es que estén en juego vidas humanas, aún encima de unos niños ¿Tan peligroso es lo que ronda por allá afuera? A saber que nos están ocultando.

- Esto cada vez pinta más turbio, pero no puedo dejar las cosas tal como están y quedarme mirando como un pasmarote cualquiera. Si cruzo hasta la isla puede haber algo peligroso, pero yo al menos estoy armado... -pienso para mis adentros mientras noto el peso de mi espada - No como esos pobres chavales, y no puedo permitirme indecisión como los demás con algo tan delicado sobre la mesa.

Decidido, tengo que cruzar a esa isla. Espero unos minutos hasta que una "inocente" nube cubre temporalmente la luna para arrastrarme desde mi escondrijo en la total oscuridad, me acerco a un bote ya en el agua, lo desato y me oculto lo mejor que puedo disimulando entre las redes de pesca que lleva dentro, espero hasta que la deriva me arrastra a una distancia prudente para no ser visto ni como una figura y a partir de aquí me siento y remo hasta el lado de la isla, que se encuentra más oscuro.
Con el mango de la espada en la mano y el corazón en un puño, me asomo con cautela por debajo del puente que une a la roca del árbol del Paopu. ¿Qué pasa aquÍ?

[Zee]

No había nada cerca de aquella parte de la costa. La pequeña isla parecía hallarse completamente vacía, por lo menos en aquel trozo. Sin embargo, era evidente que alguien había estado allí hacía apenas unos instantes: varias antorchas se hallaban clavadas en la arena, acomodadas de manera algo descuidada, pero que había cumplido su propósito de cualquier modo.

No obstante, todas éstas se hallaban apagadas. Y no habían caído al suelo ni se hallaban húmedas. Sencillamente parecían haber terminado con su combustible. ¿Pero todas al mismo tiempo? Además, quedaba lo suficiente como para que éstas ardieran hasta el amanecer.

Kousen conectó los puntos de inmediato. Alguien había apagado todas esas antorchas poco antes de que él llegase a la isla. O dicho de otra manera: todavía había alguien alrededor. Sin embargo, ¿podían dos niños hacerlo con tanta eficacia y en tan poco tiempo?

Un trozo de tela ondeó entre unas palmeras no muy lejos de donde el joven se hallaba. ¿Una capa o un abrigo? Aparentemente, se dirigía a una porción de la isla frecuentemente utilizada para carreras de obstáculos. Kousen decidió que era prudente seguirle. Y lo más pronto posible.

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Te doy la oportunidad de que imagines tú la persecución. No obstante, si lo atrapas o no ya será decisión mía. Espero no te moleste :_D

[Kousen]

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Nah, yo encantado de la vida :_D

- Que te has creído que después de montar semejante alboroto te me vas a escapar así. -Digo por lo bajo mientras giro sobre mí mismo y me doy prisa en alcanzar la puerta del lado de la playa, que lleva a la ensenada, donde se amontonan estructuras ideadas para carreras.

En un principio el temor a perder la figura misteriosa se manifiesta, no veo a nadie alrededor, pero a los pocos segundos compruebo que me equivoco. El misterioso individuo está saltando por las plataformas de madera en dirección a las palmeras, quizá pretenda huir en alguna barca anclada en el otro lado...
Me impulso siguiendo sus pasos a través de la vieja madera, mientras cruzo los dedos esperando que pise el trozo carcomido que suele ceder, lo cual me daría una ventaja. Sin embargo parece darse cuenta y lo salta limpiamente. No caerá esa breva, no señor.

Aun así vas fresco, era uno de los críos más rápidos de la Isla. El azar se pone de mi parte y el tipo se dirige hacia las palmeras que sirven de plataforma, no conoce el atajo de la tirolina, al parecer. Subo la escalerilla a toda la velocidad que puedo y me agarro deslizándome al otro lado de la cuerda, pero el intruso no es moco de pavo, salta las palmeras a una velocidad y ritmo que jamás había visto... aun así la inercia parece estar a mi favor, salto justo a tiempo cuando llega y alargo mi mano mientras aterrizo, intentado agarrar al desconocido.

-¡Ya te tengo!- Mi respiración sigue acelerada por la carrera y las palmas de mis manos se quejan por el esfuerzo y la resistencia a mi peso en la cuerda.

[Zee]

—¡Ya te tengo!

El joven se dejó caer de la tirolina con gracia y precisión, dignas de admirarse, sobre su objetivo, esperando atraparlo al aterrizar sobre él. Y así fue precisamente: tanto Kousen como el fugitivo se precipitaron con un estruendo a la fría arena, levantando una pequeña nube que cegó al chico por un momento. Cuando se disipó, no pudo evitar sorprenderse.

¿Era una mujer? ¿Había perseguido y atrapado a un sospechoso que había resultado ser una mujer? Bueno, eso era una muestra más de que uno no debía dejarse llevar por los prejuicios. ¡Pero aun así no podía evitar teorizar tantas cosas! ¿Y si se trataba de una pervertida pederasta? ¿O si era traficante de niños? Qué horror, qué horror...

—Ay... duele-duele-duele...

[Kousen]

Por suerte no caigo sobre quien quiera que sea, sino que hago el empuje justo para cortar su huida lanzándonos a ambos contra el suelo.
El golpe me hace dar con las rodillas y los codos en la arena, sintiendo un calambre recorrerme estos últimos, probablemente habiendo golpeado un nervio. Me alzo de la arena, aun notando el tacto de la tela dejando mi mano.

-Aaaaauch... - toso ligeramente por la arena levantada y miro al lado donde yace... ¿una mujer?

No es que no lo tuviese en mente, pero ahora me encaja mejor esa facilidad para saltar, por su complexión. Me pasa por generalizar... Aunque pronto abandono estos pensamientos, pues su quejido de dolor me hace recobrar todo lo que ocurre. ¿Qué pinta esta mujer en mitad de la noche cuando se supone que solo había un par de niños? Se me pasan mil ideas descabelladas por la cabeza, aunque no parece muy peligrosa que digamos... ¿Habrá tenido la misma idea que yo de venir a por los crios y habrá huido temiendo a las autoridades?

-Disculpe mi rudeza causando esta caida pero, ¿quién es usted? ¿y los niños que encendieron las luces? - Intento cribar mis miles de preguntas y seleccionar unas cuantas para no abrumarla.

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Edit por colores traicioneros D:

[Zee]

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Se puso de pie. Indudablemente, era una mujer joven, de unos veinte o veintiún años, de cabellos y ojos de color morado profundo... En la oscuridad, había sido difícil distinguir sus vestimentas, pero ahora era posible advertir que se trataba de un estiloso vestido kimono. ¿Cómo se las había arreglado para saltar de un lado a otro y correr sin parar con un atuendo como ése? Tal vez no había explicación alguna. Y tal vez tampoco la había para su presencia en aquella isla. Después de todo, a juzgar por su expresión distraída y algo ida, su porqué no podía ser muy perverso.

—Bueno, qué tosco. ¿No lo creerías así? —comenzó. Kousen se preguntó por qué le formulaba aquella cuestión a él. Se vio tentado, incluso, a contestar por un minuto, pero la desconocida continuó hablando—. Sí, sí, cuánta rudeza. O tal vez no; tal vez fue un accidente. O tal vez no y lo ha hecho a propósito. Aunque no, bien pensado, es posible que... haya una probabilidad de que se haya tratado de un hipotético caso donde haya sido factible el evento azaroso de un aleatorio accidente. Sí, seguro que es eso.

—Disculpe mi rudeza causando esta caida pero, ¿quién es usted? ¿Y los niños que encendieron las luces? —quiso preguntar Kousen, quien hasta hacía unos instantes se hallaba boquiabierto. Aquella desconocida no paraba de hablar y de contradecirse. ¿Estaría loca? Posiblemente. De todas maneras, pensó, debía interrogarla, aunque fuese un poco. Sin embargo, ella no contestó. En realidad, siguió hablando en voz alta, ignorando al muchacho:

—Sí, pudo haber sido eso. ¿O tal vez no? Nah, seguro que fue un accidente. Porque lo fue, ¿no? ¿Lo fue? ¿No lo fue.....? ¿...lo fue? —y de pronto, la extraña mujer reconoció la presencia de Kousen y, finalmente posando la mirada en él, soltó un "¡Oh!" de comprensión. Con una sonrisa en el rostro, le dirigió la palabra por primera vez—: Buen día. O noches. ¿Tardes? Es de noche aquí, pero seguro que es de día en otro mundo... e invierno, tal vez. Oh, no habrás... sí seguro que habrás... ¿No habrás visto al maleducado que me lanzó al suelo?

[Kousen]

Buen día. O noches. ¿Tardes? Es de noche aquí, pero seguro que es de día en otro mundo... e invierno, tal vez. Oh, no habrás... sí seguro que habrás... ¿No habrás visto al maleducado que me lanzó al suelo? - Preguntó las misteriosa fémina.

La he hecho buena. Vine intentando seguir un posible criminal atacando a los niños y acabo sintiendome fatal por hacer daño a quien no me esperaba para nada (y que no encaja para nada en este sitio, lo que la vuelve extremadamente sospechosa... aunque no parece precisamente la imagen de la cordura). Hacer preguntas no ha tenido ningun beneficio, así que será mejor lo inverso y esperar a que diga algo coherente.

-Esto... lo siento mucho, pero creo que ese fui yo... Me emocioné con la idea de algo tan novedoso como una persecución en una situación extraña y perdí los papeles. - Me levanto sacudiéndome la arena del cuerpo y le tiendo una mano para ayudarla, luego volvere a intentar sacar algo en claro. Siempre con suavidad, no pretendo que desvaríe del tema como antes - Me llamo Kousen y vivo en estas islas, ¿se encuentra bien?-

-Y... ¿acaba de decir ..."otro mundo"? - Se me escapa de la boca en voz baja sin darme
cuenta, al sentir como una chispa se enciende en mi mente.

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Edit: Negrita a mis dialogos aplicada, creo que así se ven más claros. ¿Si?

[Zee]

—Me llamo Kousen y vivo en estas islas, ¿se encuentra bien?

La mujer asintió con la cabeza y le dedicó una sonrisa, dándole entender que lo disculpaba por aquel peculiar accidente. La extraña hizo ademán de decir algo, pero se vio interrumpida ante el murmullo de incomprensión que salió de los labios de Kousen:

—Y... ¿acaba de decir ..."otro mundo"?

La desconocida se llevó la mano a la boca y abrió los ojos por la sorpresa, infantilmente. Luego, agitó la cabeza y cerró los párpados fuertemente, como de alguna manera castigándose, enajenada, por lo que había dicho.

—Uy, Yami, pero mira lo que has hecho... ahora has dicho algo inapropiado... —murmuró la mujer, ensimismada aunque en voz alta todavía. Luego, descubriéndose la boca, se dirigió al otro—: Umm, si está bien, joven Kousen, ¿podrías olvidar eso de "otro mundo"? ¡Se suponía que era un secreto! Y los secretos son secretos y, debido a tal secretismo, permanecen secretos. ¿No habrá alguna manera de que puedas provocarte amnesia a ti mismo? Seguro que hay muchas maneras creativas, como el coco de una palmera o una gran roca. ¿Lo intentamos? Aunque a lo mejor no quieres... no seguro que no quieres. A nadie le gusta que le golpeen la cabeza con una roca. Al menos a nadie de los que yo conozco, que no son tantos. O tal vez sí. No lo sé...