[Ciudad de Halloween] Elegías en un cementerio

[Soul Artist]

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Prólogo de Pharos

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Halloween, Halloween... Todo en aquella ciudad giraba en torno a la susodicha festividad. Quedaba mucho para que se repitiera la ocasión de disfrutar de los sustos y el miedo, del número musical que se preparaba cada año. Terror en las calles, juegos macabros, decapitadas cabezas reducidas...

En el cementerio de la ciudad, por otra parte, el trabajo ya era algo más habitual. Al fin y al cabo, todos los días alguien fallecía, igual que alguien nacía. El ciclo de la vida y la muerte. La ironía de la vida, el sarcasmo de la Parca. Y, por supuesto, aquella noche de primavera también había trabajo que hacer. Eso siempre era dejado a la familia Sepultura, los enterradores de la zona.

Esta vez le había tocado a Adelaida hacer el trabajo sucio mientras su padre iba a visitar la ciudad, llamado al parecer por el alcalde para algún asunto privado. Tenía un largo trabajo por hacer: primero cavar la tumba, después colocar la lápida y terminar metiendo el enorme ataúd de roble negro que esperaba a su lado, con una cruz plateada sobre él. Pero en aquello ya le ayudaría su padre, o eso esperaba la joven.

Sería mejor ponerse manos a la obra.

[Pharos]

Adelaida había encajado mal que aquella mañana le tocara a ella cavar. Estaba en medio de un cuento hermosamente tétrico, El rayo de luna, cuando Padre se lo dijo. La joven no era capaz de dejar aquella interesante lectura a medias, así que se pasó el resto de la mañana recreándose con aquella historia de tintes románticos.
Para cuando hubo acabado, había transcurrido más tiempo del que ella creía y el Sol se apresuraba hacia el horizonte para dar comienzo a otra encantadora noche. Según sus cálculos, Padre no tardaría mucho en volver, si es que no estaba ya a punto de llegar. Esbozando una mueca de disgusto, Adelaida fue a buscar la pala a su habitación.

-No me dará tiempo, no me dará tiempo-se repetía con ansiedad mientras cavaba a toda prisa el hoyo.

Si Padre se daba cuenta de que había estado vagueando en vez de cavar, se enfadaría mucho y la quitaría su amado libro ¡durante una semana entera! Iba muy retrasada. Tendría que encontrar una manera de acelerar su avance si quería acabar a tiempo.
Pero entonces, una rápida sonrisa cruzó el rostro de Adelaida al mismo tiempo que una idea mordaz. Lanzó la pala lejos y fue corriendo hacia casa.
Quince minutos después, estaba de vuelta en el cementerio, con todo su arsenal de petardos y bombas-chinchilla. Era todo su alijo, pero si quería conservar su libro, tendría que arriesgarse a no poder contraatacar a las pirotécnicas trastadas de Lock, Shock y Barrel. Así pues, introdujo todos los cohetes en el agujero, lo tapó y preparó la mecha. Se parapetó tras una lápida cercana y...

¡BOOOM!

El suelo se estremeció y una gran nube de tierra atomizada salió volando hacia el cielo, llegando tan alto que casi parecía rozar el cielo del ocaso.
La joven salió de su escondite con un grito de alegría por su éxito y comenzó a bailar entre risas bajo la lluvia de tierra húmeda. Dando vueltas y más vueltas mientras su vestido corto de color negro se manchaba con motitas marrón oscuro. Y en sus emocionados giros, Adelaida fijó su vista por casualidad sobre el Sol mientras se escondía tras el horizonte. Súbitamente inspirada, dejó de bailar. El matiz delirante de sus ojos verdes fue sustituido por una cálida serenidad.

Como el Sol al morir el día
como el cuerpo al huir el alma
todos nos hundimos en la tierra
para que venga la noche
para que venga la muerte
y no nos moleste la luz
y poder dormir por una pequeña eternidad

Con el último verso del improvisado poema, el polvo terminó de depositarse sobre el suelo, despejando la visión de Adelaida.

Entonces pudo ver el agujero que había abierto con sus petardos. Era del tamaño de un coche de caballo.

-Aiba

[Soul Artist]

El agujero había resultado ser demasiado grande, y el ataúd no daba tanto. Seguramente le caería una buena en cuanto volviese su padre, y se lo merecía por bestia, e incluso por vaga. Los resultados demasiado buenos no eran positivos en ocasiones.

Quizá pensase en arreglar su error de inmediato, pero sus planes se verían interrumpidos cuando una nueva bomba se abalanzó sobre ella. Al esquivarla, esta cayó en el agujeto y explotó, aumentando su tamaño y levantando de nuevo el polvo que cegó a Adelaida. En cuanto recuperó la vista escuchó unas risitas en bajo y pudo ver el origen del ataque: tres niños, cada uno con distintas máscaras que simulaban una bruja, un demonio y un esqueleto. No le fue difícil en absoluto reconocerlos, pues se había criado conociéndolos y soportando sus bromas macabras: Lock, Shock y Barrel.

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—¡Hola, Adelaida! —saludó la bruja, Shock.

—¡Te hemos visto tirar bombas y queremos hacer lo mismo! —explicó el esqueleto, Barrel.

—¡Sí, y después podemos ir todos juntos a visitar a Oogie! —animó el diablo, Lock, líder del pequeño trío.

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Añadidos Lock, Shock y Barrel a la lista de NPCs de Ciudad de Halloween

[Pharos]

Adelaida sintió una gota de sudor frío correr sobre su espalda al ver el abismo que uno de aquellos diablillos había ensanchado con su broma. "Me la voy a cargar, me la voy a cargar, me la voy a cargar como nunca nadie se la ha cargado nunca" pensó.
Una risa nerviosa escapó de entre sus labios.
Oogie siempre había tenido mala fama. El rey de Halloween, Jack Skelleton, no se fiaba para nada de él y su guarida era un lugar poco frecuentado excepto por las alimañas más viles. A Padre no le haría ninguna gracia que fuera por allí. La única excepción eran Lock, Shock y Barrel, que se decía que hacían migas con aquella sombra siniestra. Adelaida volvió a mirar al cráter a sus pies.

-Bueno, ya que me he cavado mi propia tumba, no creo que importe meterme un palmo más en la tierra

Y la risa se tornó en una carcajada impregnada de delicioso humor negro como el color de la noche.

-No me quedan petardos chicos, así que me apunto a eso de ver a Oogie. ¡Parece divertido!

Si se la iba a cargar, lo haría por la puerta grande. La cara de su padre iba a ser un poema cuando le viera.Adelaida cogió su pala del suelo y se giró hacia los chuiquillos con una sonrisa de mármol de cementerio, fría e inmaculada.

- Pero antes... -dijo, alzando la pala en el aire- ¿Quién ha sido?

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Adelaida intentará dar un coscorrón en la pala al que señalen los otros dos. O a Shock si tiene dudas. Luego irá con ellos a ver a Oogie

[Soul Artist]

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Disculpad no haber actualizado el rol en estos días; por asuntos de índole personal no me he visto capacitado de concentrarme en nada. Así pues, seguiré actualizando (no con la misma velocidad que antes) hasta que vuelva Nell, y entonces quizá me tome un pequeño período de vacaciones.
De nuevo, disculpad las molestias, por favor.

Entonces, ¿pongo que Adelaida da el coscorrón? No, mejor te lo dejo a ti xD

Los niños se miraron los unos a los otros ante la pregunta de la joven, que les dirigía una mirada amenazante y la pala no ayudaba en absoluto a que se sintieran más seguros. Rápidamente la bruja y el diablo se apartaron, señalando con el dedo al chico esqueleto, el cual pareció asustarse al ver que era abandonado de aquella manera tan cruel.

—¡Ha sido él! —gritaron Lock y Shock al unísono.

—¡Traidores! ¡Yo no quería! —sollozó Barrel, imaginando lo que le iba a pasar.

—¡Tú lanzaste la bomba, eres culpable! —le acusó Shock, a lo que Lock le siguió con una afirmación de ello.

[Pharos]

Con una carcajada maníaca, Adelaida levantó la pala por encima de su cabeza. El aturdido Barrel cerró los ojos, atemorizado, mientras se cubría la crisma con ambas manos para protegerse del inminente golpe.
La pala bajó y un eco metálico como el de la campana del ayuntamiento resonó en el camposanto. Otro eco se unió al primero un instante después.

El pequeño tonel disfrazado de esqueleto abrió los ojos. Estaba indemne.
Frente a la sepulturera, Lock y Shock giraban, desorientados por sendos golpes de pala en sus afiladas cabecitas.

-¡Eso os pasa por delatar a un compañero bromista, canijos!-les reprochó

Su atención se centró entonces en Barrel. Una sonrisa malévola apareció en los labios de Adelaida.

-En cuanto a ti, ya te daré un coscorrón bien fuerte...pero lo más divertido de todo es que ¡no sabrás cuando será!-sus ojos brillaron amenazantes-Podría ser dentro de cinco minutos, cuando lleguemos a casa de Oogie...¡o ahora mismo!

Alzó la pala de nuevo. El gesto de terror del niño le resultó de lo más divertido. Iba a saborear aquella sensación hasta que se cansara y entonces [¡PONG!]. La sola idea hizo que se la escapara una risita. Entonces apuntó con su arma improvisada hacia el cielo.

-¡Venga chicos!¡A casa del Hombre del Saco!

[Sombra]

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Por ciertos asuntos Narra deja de ser GM y yo paso a ser su sustituto indefinidamente, por lo que a partir de ahora llevaré los prólogos y tramas que tenía pendientes. Perdona cualquier problema que este cambio pueda crear.

Lock y Shock cayeron en el acto ante el fuerte golpe que la extraña muchacha les había dado, sin embargo se levantaron sin problemas tocandose el lugar donde habían recibido el golpe doloridos casi al momento, posiblemente acostumbrados a los fuertes golpes que recibían casi a diario. Barrel, por el contrario, que no había recibido el golpe miraba en silencio a Pharos con miedo intentando predecir cuando recibiría el coscorrón prometido.

—¡Eso ha dolido!—Exclamó el diablillo.

—¡Podrías habernos matado!—Coreó la bruja a su amigo poniendose junto a él señalando a la bella joven con dedo acusador—.¡Venga, vamos a junto Oogie!—Apresuró casi al momento después de haberse quejado cambiando de tema de una forma muy forzada.

[Pharos]

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Siento haber estado ausente tanto tiempo, era la temporada de exámenes. Y por cierto en tu último post "...posiblemente acostumbrados a los fuertes golpes que recibían casi a diario. Barrel, por el contrario, que no había recibido el golpe miraba en silencio a Pharos con miedo intentando " El nombre de la chica, de mi personaje, es Adelaida, Pharos es mi nombre de perfil en el foro .

Adelaida hizo una florida filigrana para indicar al malvado trío que encabezara la marcha, aunque un cierto temor le atravesaba.
Los pequeños se montaron en su bañera autómata y pusieron rumbo a la colina del cementerio, uno de los lugares desde donde se podía llegar a la casa de Oogie. El zarcillo de tierra que coronaba la colina se extendió perezosamente, desenroscándose con la misma suavidad amenazante de una serpiente. La sepulturera siguió a la bañera, caminando tras ella por el angosto puente improvisado.
Aún quedaba camino por recorrer hasta llegar a la casa de Oogie Boogie, que se divisaba en la distancia. Adelaida sentía una mezcla de miedo y expectación en su interior al internarse en aquel territorio prohibido y peligroso: los dominios del habitante más infame de toda Ciudad de Halloween.

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No quiero poner nada más porque no quiero extralimitarme e invadir las competencias del GM, pero la próxima vez, ¿podrías darme algo más de material para responder a él? Es que con el último post no se me ocurría para dónde ir ni qué poner. Gracias

[Soul Artist]

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Vuelvo a hacerme cargo de este Prólogo.

Por cierto, has hecho aparecer la bañera de la nada. No le daré importancia porque tenía que aparecer igualmente y porque con el cambio de GM más debes estar tú liado xD

Y cuidado con manejar el ambiente. Sí, tendrías poca capacidad de movimiento, pero que la colina haya abierto el camino ya... No entraba en mis planes más próximos.

Tras el apurado puente que cruzaron el trío de niños y la joven ya parecía faltar menos para llegar a la casa del infame hombre del saco; la doble puerta de una gran verja, accesible tras un pequeño puente a unos pasos de ellos que cruzaba un riachuelo sin apenas agua y que venía y se iba por túneles de alcantarillado a su izquierda y derecha, de paso restringido por barrotes de aspecto frágil y gastado.

—¡Espéranos aquí, vamos a avisar a Oogie de tu llegada! —ordenó la pequeña bruja a la sepulturera, indicándole que esperase al otro lado del puente.

Barrel salió de la bañera y, tras empujar con fuerza la puerta que daba acceso a los terrenos de Boogie, logró moverla para dar acceso a sus amigos adentro. Volvió a montarse en la bañera y los niños fueron por delante, dejando a la humana detrás.

Dos largos e interminables minutos habían pasado desde que los chicos le habían abandonado. En aquel rato no había pasado absolutamente nada; Adelaida tuvo que buscar algún modo de no perecer del aburrimiento, pues poco había que hacer allí. Ni siquiera podía retroceder a aquellas alturas, incapaz de saltar el muro de regreso. Parecía una trampa, como si solo pudiese avanzar hacia adelante; quizá así el hombre del saco se hacía con sus víctimas, después de todo.

Un "clink" pudo llamar la atención de la chica. Los barrotes del túnel a su izquierda estaban flotando en el agua, llevándoselos la corriente hacia el otro túnel. Una figura salió de las oscuras alcantarillas, alguien vestido con una túnica negra que ocultaba todo su cuerpo, siendo difícil de adivinar su raza o incluso género; una capucha tapaba su cabeza, apenas permitiendo ver una parte de su barbilla, muy pálida. Por las mangas los dibujos de dos dragones grises alargados se extendían, terminando en sus oscuros guantes de cuero.

Lo más llamativo no eran sus ropas, que no pasaban en absoluto desapercibidas; era el extraño objeto que blandía la figura, algo que difícilmente podría ser llamado un arma. Y sin embargo, algo le decía a Adelaida que con aquello había roto los barrotes que daban acceso a aquel lugar.

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La misteriosa figura dio un par de pasos por el agua, sin percatarse de la presencia de la chica. Al empezar a avanzar comenzó a tararear en bajo una canción que quizás Adelaida reconociese como una nana.

Estaba claro que aquella misteriosa persona estaba tan metida en su mundo que, de seguir ahí quieta la joven humana, no se daría cuenta de que no estaba sola. Podía entrar en contacto con ella, observar qué hacía, correr a avisar a los niños, atacarla... El abanico de posibilidades era bastante amplio.

[Pharos]

Adelaida no conocía de nada a aquél extraño. ¿Había llegado algún vampiro nuevo a Ciudad de Halloween sin que ella se enterara? No, tampoco podía ser un vampiro, los vampiros llevaban capas, no túnicas con capucha... ¿Entonces qué era?

El encapuchado desde luego había despertado en ella una gran curiosidad. ¿Podría ser que fuera un extranjero?

En cualquier caso, Adelaida quería conocerle. ¡Pero se presentaría al estilo particular de Adelaida Sepultura!
La chica se agachó tras la barandilla del puente, para ocultarse a la vista. Amarró bien la pala al arnés de su espalda y esperó con impaciencia hasta que el extraño llegó a la altura del puente. Entonces, rápidamente, corrió hacia el otro lado y se encaramó encima de la barandilla. Se dio la vuelta y... dio un pequeño saltito hacia atrás, dejándose caer.

Aterrizó agachada en el lecho del río, casi seco, hundiendo unos centímetros sus botas en la tierra húmeda con la fuerza del impacto. Se irguió y con una amplia sonrisa se presentó:

-Hola, espero que no te importe que me deje caer por aquí. Soy Adelaida Sepultura, hija del enterrador...¿Y tu nombre es?

[Soul Artist]

Quien fuera que fuese el deconocido, se sorprendió al ver a Adelaida aterrizar frente a ella. Su respuesta al saludo de esta fue quitarse la capucha y revelar su rostro. Era pálida como la nieve, y sus ojos orientales revelaban que definitivamente no se trataba de alguien que viviese en aquella ciudad, donde lo común para otros podía ser lo más extraño del mundo. Su pelo era largo y negro, con puntas rojas perfectamente cortadas que caían por sus hombros.

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La mujer sonrió a Adelaida, aparentemente muy contenta de ver a la muchacha por allí.

—¡Una guía! —saltó ella, lanzándose a abrazarla con fuerza—¡Qué bien nos lo vamos a pasar todas juntas! Sí, sí, empezaba a pensar que me perdería entre tantos túneles, ¡y yo intentando encontrar el camino a esa mansión! Pero has aparecido. ¿Sepultura, entonces? ¡Tu padre me indicó el camino! Muy amable, sí, sí... Me dijo que eras perezosa, ¡pero has venido a ayudarme!

La desconocida soltó a Adelaida y se apartó unos pasos de la chica, dirigiéndose hacia la otra entrada del túnel. Con su extraña arma rompió los barrotes con dos rápidos movimientos, sin preocuparse por estos, y entró por ellos. Se giró e indicó con la mano que se acercara hacia el interior de ellos.

—¡Vamos, vamos! Tenemos que llegar hasta su casa. ¡Ya sabes cuál es! Por cierto, soy Yami. ¡Nos gustas el jazmín! ¿A ti te gusta? Podemos hablar de tipos de jazmín por el camino.

¿Adónde quería ir? No estaba claro... Pero era Adelaida quien quizá conociese el lugar, no ella.

[Pharos]

-¡Por supuesto que conozco el camino!- respondió con una risotada- Más o menos... Por cierto, nunca te había visto por aquí, ¿de dónde eres? Tu casa debe ser enorme si la llave de tu puerta es tan grande. Bueno, supongo que así nunca la perderás

Aquella mujer, Yami, era como la primera caja sorpresa de Halloween, un soplo de aire fresco en la monotonía de Ciudad de Halloween. Además, tenía el punto justo de locura con el que Adelaida se sentía más a gusto. Iba a ser un día divertido. Y todavía quedaba mucho para volver a casa y que dejara de serlo.

-Será mejor que emprendamos camino hacia la mansión de Oogie Boogie, que es a donde querías ir, ¿no?-dijo, mientras se internaba en la oscuridad del pasaje-En este rincón del universo el jazmín se esconde bajo tierra y no acaba de crecer, me temo. Aunque he leído algunas rimas en las que aparecen pétalos de jazmín

Adelaida recordaba cuando jugaba de pequeña al pilla-pilla-bomba en aquellas alcantarillas con los tres diablillos que la habían dejado abandonada fuera de la casa de Oogie. Pero de aquello hacía mucho tiempo, así que esperaba no perderse en aquellos intrincados túneles.

- Y mientras tanto, cuéntame una cosa de los jazmines: ¿cómo huelen exactamente, a cielo o a nubes?-añadió, intentando recordar.

[Soul Artist]

Yami rió por lo bajo cuando la chica le preguntó de dónde era, señalando su enorme arma. Se llevó la mano a la boca para tapar su sonrisa.

—¡Ay, mi hogar es enorme, sí! —le contestó mientras se metían en los túneles—. Es un gigantesco castillo, sí, sí, ¡realmente bonito! Pero esta llave no abre ninguna de sus puertas...

—Será mejor que emprendamos camino hacia la mansión de Oogie Boogie, que es a donde querías ir, ¿no? —la mujer afirmó con la cabeza—. En este rincón del universo el jazmín se esconde bajo tierra y no acaba de crecer, me temo. Aunque he leído algunas rimas en las que aparecen pétalos de jazmín.

—¡Una pena! No hay nada más maravilloso que el jazmín... Aparte de los chocobos. ¡Adoro los chocobos! No creo que hayas visto ninguno, pero son tan adorables...

—¿Cómo huelen exactamente, a cielo o a nubes?[/b]

—¡Ah! —Yami se llevó el dedo índice al labio inferior, reflexionando acerca del tema mientras caminaba por el oscuro laberinto de túneles e intentando recordar aparentemente el dulce sabor de aquellas maravillosas y admiradas flores—. Pues... ¡A ambas cosas! ¡Y a mi tierra! Siempre nos trae recuerdos a mi antiguo hogar... Pero no lo echo mucho de menos.

»¡Parece que conoces bien estos túneles! Menos mal, yo ya me daba por perdida... ¡Ojalá hubiese aquí chocobos para ir directa! Pero no, debo ir con sigilo, ¡shh, shh! —la mujer hizo un gesto de silencio—. ¿Qué sabes de Oogie Boogie? ¿Y cómo es vivir en esta ciudad? Una vez conocí a una niña de por aquí, pero no es que fuese muy agradable conmigo... ¡Torturaba a pobres moguris!

Mientras Yami le hablaba, las dos chicas habían llegado a un ligero desvío en el interior de los túneles. Debían girar hacia la izquierda, a la derecha o, por el contrario, seguir recto. Incluso todavía cabía la posibilidad de dar media vuelta y volver.

[Pharos]

»¡Parece que conoces bien estos túneles! Menos mal, yo ya me daba por perdida... ¡Ojalá hubiese aquí chocobos para ir directa! Pero no, debo ir con sigilo, ¡shh, shh! —la mujer hizo un gesto de silencio—. ¿Qué sabes de Oogie Boogie? ¿Y cómo es vivir en esta ciudad? Una vez conocí a una niña de por aquí, pero no es que fuese muy agradable conmigo... ¡Torturaba a pobres moguris!

¿Moguris? ¿Chocobos? Aquella mujer debía ser de un lugar muy, pero que muy lejano. Y eso la hacía aún más interesante. Adelaida seguía sin saber que era un Moguri, pero si alguien era tan perversa como para torturar a algo con un nombre tan mono, tenía que ser Shock.

-¿Oogie Boogie? No sé demasiado sobre él. Jack Skelleton dice que es un tipo malo y perverso y que no nos acerquemos a él. Y como es el rey de Halloween, supongo que tendrá algo de razón. Iba de camino a comprobarlo cuando te he encontrado. Peeeero eso último no hace falta que se lo cuentes a mi padre cuando volvamos a casa ¡a no ser que te guste ver cómo se transforma en la mismísima Parca!-añadió, haciendo una mueca escalofriante, imitando la cara que ponía su padre cuando la pillaba leyendo su libro en vez de cavar tumbas.

Cuando se encontraron con la intersección, la cara de Adelaida se arrugó como la cara de Nosferatu, el viejo vampiro de casa grande de la plaza mayor, en un intento por recordar la dirección adecuada. Ni la más mínima idea. ¿No era por...? ¡Sí! ¡No! ... A lo mejor no tenía ni idea de por qué túnel ir. Decidió resolver el problema a su particular manera. Se giró hacia Yami con una sonrisa entre los dientes.

-Ciudad de Halloween es un lugar muy ajetreado la mayor parte del año. Hay que prepararlo todo para la gran noche, la noche de Halloween. Así que la mayor parte del tiempo hay que trabajar, y aquí no hay ni chocobos ni moguris con los que divertirse. Pero la noche de Halloween...

Cogió las manos de Yami, dejando entre su mano y la de ella aquella llave gigantesca que llevaba apuntando hacia fuera. Y empezó a girar con ella como una peonza.

-¡La noche de Halloween es la mejor del año! ¡Truco o trato! ¡Chucherías! ¡Sustos! Toda la ciudad ríe y se estremece de miedo en un carnaval de actuaciones de miedo.-recordó entonces el himno de Ciudad de Halloween:

Esto es Halloween, esto es Halloween
Gritos en la oscuridad
Esto es Halloween, la función ya va a empezar.
Somos traviesos y a todos vamos a asustar.

Las dos chicas giraron cada vez más rápido, cantando alegremente en medio del túnel mugriento. Hasta que, con un grito de júbilo que resonó fuertemente en las alcantarillas, terminaron de cantar y girar.

Un poco mareada, Adelaida observó hacia dónde se había quedado señalando la misteriosa llave de Yami.

[Soul Artist]

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Me ha gustado esa idea para tomar uno de los caminos...

Yami se detuvo entre risas, señalando hacia un camino de los cuatro disponibles. Con tantas vueltas habían perdido el rumbo, y por tanto, toda orientación posible. Bien podían estar tomando el camino de vuelta, que ambas chicas ni se enterarían hasta llegar al final.

—¡Qué divertido! —señaló la mujer, complacida por el baile y la entretenidísima canción que Adelaida le acababa de cantar, el hinmo de Halloween—. ¡Así que Halloween! Hace poco hice una fiesta de San Valentín... ¡Fue divertida, sí, sí, sí! Gente dedicando su amor unos a otros... Moguris disfrazados volando y dando cartas... ¡Pero tengo que celebrar Halloween! ¡Sí, sí, sí! Chuches, cohetes, bombas, cabezas decapitadas... ¡Todo el mundo lo amará! Y... ¡Ya lo tengo! ¿Me ayudarás tú a organizarlo?

Mientras esperaba respuesta, ambas jóvenes llegaron al final del túnel. La primera impresión de lo que vieron debió de dejarlas enmudecidas a las dos: parecía un pequeño monte a primera vista compuesto de múltiples casas, pero en realidad era una gigantesca mansión en mal estado, roñosa, gastada. Muchos agujeros de las paredes se abrían como bocas y ojos, tejados se asomaban entre las paredes de piedra. ¿Cuántas puertas habría? ¿Cuántas habitaciones? Era algo de pesadilla. Algo... Efiáltico.

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—Hemos llegado... —dedujo Yami—. La mansión de Oogie Boogie.

Salió del túnel y se dirigió hacia la mansión, dispuesta a localizar una salida. Sin embargo, se encontró un obstáculo en el camino: una momia, inmóvil, que se balanceaba de un lado a otro sin hacer nada ni amenazar a la mujer. Adelaida debió reconocerla por su símbolo en el pecho: era una de las graciosas criaturas que había surgido últimamente, las cuales no hacían absolutamente nada excepto divertir a los ciudadanos, sin crear ninguna clase de problemas. Sin embargo, Yami pareció alterarse con su presencia, pues blandió su enorme llave, dispuesta a atacarle.

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