[Tierra de Dragones] No matarás

[Soul Artist]

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Prólogo de Tetsuya Ryu.

Tercer callejón a la izquierda, al oeste de los muros del palacio imperial.

Allí es donde había quedado con "él". El día anterior un joven se le había acercado, tras asegurar que le había estado observando, y le preguntó si quería hacer un "trabajito especial". Debía reunirse con él en aquel callejón para entrar en detalles, y aunque le había prometido mucho, muchísimo dinero por hacerlo... Le había advertido que tendría que mancharse las manos.

Estaba cerca de su objetivo ya. Desconocía por completo qué iba a hacer, aunque echándole imaginación no sería difícil imaginar de qué se trataba. Conocía el callejón de antes: sucio, húmedo y a veces con algún vagabundo entre ellos, como él. Se situaba en la zona pobre de la ciudad imperial, y desde luego que se notaba.

Pronto llegaría. Pronto...

[Perrianez]

Los barrios bajos de la ciudad eran como siempre los había imaginado. Suciedad, Putridez.....no era bastante agradable pasear por estas calles, aunque debido a mi experiencia pasada, estaba acostumbrado y podía esconder su cara de asco con cierta facilidad.

Cada paso que avanzaba me aproximaba más a mi destino, por lo que cuando estuve cerca, empecé a dar vueltas por las callejuelas hasta llegar al lugar donde había sido reunido
Creo que si doy la vuelta por aquí llegaré al lugar donde me indicaron.....

[Soul Artist]

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Cuidado con esos puntos suspensivos. Deben ser tres, no más.

También deberías incluir guiones (—) para señalar que un personaje habla.

Estuvo en lo correcto. Llegó sin problemas al lugar de reunión, aquel callejón sin salida situado entre dos pobres casas que tapaban la luz del sol, ocultando fácilmente a cualquiera que estuviese allí oculto de ojos curiosos.

Al llegar, allí estaba él: el mismo joven que le había visitado el día anterior. No sería mucho mayor que él, pero desde luego tenía dinero que ofrecerle, tal y como le había demostrado con una pequeña bolsita que colgaba en su pantalón. Sus vestimentas no eran habituales de por allí, desde luego: un chaleco sin mangas rojo, puesto sobre su camiseta negra... Ni tampoco él en general; enormes ojos verdes, un tatuaje negro con forma de cicatriz en el ojos izquierdo... Incluso llevaba un pendiente de dados en la oreja izquierda. Extraño tipo.

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—Llegas tarde —señaló el desconocido con su particular acento, apoyado en una de las paredes mientras barajaba con especial habilidad una serie de cartas—. ¿Debería sorprenderme?

El chico esperó respuesta y dirigió su mirada hacia Ryu. Parecía serio y poco animado, probablemente por los nervios del trabajo que iba a encargarle o quizás por la tardanza de su compañero. Fuese como fuese, se acercó a él con postura prepotente y se llevó la mano derecha a la cabeza.

—Por lo menos has venido —analizó con la mirada a Ryu, juzgándole por encima—. Seguro que podrás con este trabajito. Siempre que no seas lo suficientemente idiota como para lanzarte al objetivo...

El chico bajó la mano de su rostro y barajó de nuevo sus cartas. Tras unos segundos poniéndolas en orden sin mirarlas, tomó la que se encontraba por encima de todas y le dio la vuelta para revelársela a Ryu: un hombre sentado, furioso, con una larga barba que observaba a un pequeño hombre aparentemente espiritual. Quizás el muchacho pudo reconocer entonces las cartas que estaba utilizando: tarot.

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—Debes matar al objetivo —sentenció el desconocido—, para asegurar el cambio mayor.

[Perrianez]

La imagen del callejón se mostraba en el ante mis ojos, en el cual se podía observar la figura de una persona especialmente joven. El chico no podría tener mas edad que la que yo poseía, poniéndome de mal humor en el momento que empezó a soltar estupideces de su boca. Manda narices tenía el asunto, que me envía al culo del país, en un sitio de mala muerte y viene con estas de llegar tarde, será estúpido. — La próxima vez te invito a mí casa, aunque seguramente no llegará a la categoría de tu hogar. La decoración es de primera — dije mostrando una sonrisa mientras recogía la cara que entregaba mientras intentaba aguantar la risa por las pintas que me llevaba el chico.

—Tú déjame de encargarme de mi trabajo. Yo lo haré a mi manera y si no te gusta, puedes hacer las cosas por ti mismo — bufé mientras agarraba la carta. En ella se podía mostrar la figura de lo que parecía un mago chino junto a un secuaz. Tenía bastante pinta de peligroso, aunque de su vestuario no se podría sacar ningún comentario que no sea el de participar en la de una atracción de feria del siglo pasado. ¿Es que le pagan por vestirse de esas maneras? — Bien, ¿alguna cosa que deba saber de nuestro amigo? —

[Soul Artist]

El joven no pudo evitar soltar una risa cuando Ryu aseguró que haría el encargo a su manera. Volvió a barajar las cartas y de su bolsillo derecho tomo una pequeña hoja robusta, dura, con un retrato en él. ¿Una pintura? Era demasiado realista como para que hubiese sido dibujada por manos humanas. El artista merecía un aplauso, desde luego.

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—Tu objetivo —señaló el desconocido, volviendo a centrarse en sus cartas como venía siendo habitual en los minutos que le conocía—. Quizá hayas oído hablar de él. Su nombre es Li, general del ejército chino y uno de los militares más cercanos al Emperador. Grandes dotes de lucha con armas, procura no enfrentarte a él directamente.

Volvió a tomar la carta superior de su baraja y la observó fijamente. En ella estaba retratada una mujer bella, pura y delicada, iluminada por una enorme luna que tenía a su espalda. La carta estaba invertida, y cualquiera que fuese su significado, no pareció sorprenderle en absoluto al muchacho, pues su rostro no reveló ninguna nueva expresión.

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—Conque tus métodos... C'est une honte —susurró para sí mismo antes de volver a colocar la carta en su sitio y guardar la baraja completa en el bolsillo izquierdo—. El General pronto llegará al palacio imperial y se reunirá con el Emperador. Es el momento perfecto para acabar con él: tendrás que infiltrarte y llegar hasta él. Me da igual cómo le mates, solo hazlo.

El joven tomó en sus manos una bolsita llena de dinero y la lanzó al chico, esperando que la cogiese al vuelo.

—Una décima parte de tus platines. Recibirás el resto si acabas el trabajo con éxito.

[Perrianez]

No sería la primera vez que recibo un encargo de asesinato. Fue muy extraño cuando ahogué a aquel traficante de niños hace un año y a la vez me sentí bastante bien al hacer, porque me imaginé aquellos niños libres de la tiranía de ese hombre.
Pero la diferencia es que este trabajo sería mucho más complicado, adentrarse en el palacio imperial no iba a ser nada sencillo, debía elegir el momento indicado y tenía que ser antes de la llegada del extraño general, cuando estén todos preparados la llegada de este personaje y no estén bastante atentos a la presencia de gente desconocida por los terrenos del palacio, si es que de alguna manera les ve
—Bien. Entonces si no hay mas que hablar. Voy tomando mi camino— dije mientras recogía la bolsa de dinero en el aire y la tocaba para determinar el número de platines que había en la bolsa —Espera a noticias y nos reuniremos por este lugar. Espero verle pronto, no me gustaría acabar contaminado mientras le espero —

[Soul Artist]

—Espera. Toma esto.

El chico lanzó al aire un dado a Ryu, esperando que, al igual que los platines que le había entregado, lo cogiese antes de tocar el suelo. Parecía un cubo normal: pequeño, blanco, con marcas que indicaban el resultado... ¿Para qué podría querer que tomase aquello?

—Utilízalo si te ves en apuros —le indicó el joven cruzándose de brazos—. Lo lanzas como un dado normal y esperas su efecto. Procura que no te salgas números bajos... Bonne chance.

El joven se apoyó en la pared, a la sombra, y se quedó allí clavado con los brazos cruzados, esperando a que su acompañante se fuese a cumplir su cometido. Ya de poco servía quedarse a hablar más con él: había trabajo que hacer. ¿Cómo lo empezaría? Se encontraba cerca del palacio, situado en pleno corazón de la ciudad y rodeado por gigantescos muros que quizás fuese capaz de escalar de algún modo. O también podía dirigirse a la puerta principal e intentar atravesarla de algún modo, algo que se le ocurriese.

Fuese como fuese, su misión había comenzado...

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Minigame time. La cosa es sencilla: debes infiltrarte en el palacio sin que te pillen, pasando por distintas fases, hasta llegar al General. Por cada fase que superes recibirás un pequeño premio, y si cumples tu objetivo completo, un gran premio te esperará. Eso sí, cada fase es mucho más complicada que la anterior, y tendrás que echar mucha imaginación para ello. Por suerte, tienes un comodín, que es el dado, aunque su efecto funcionará de forma completamente aleatoria, por lo que puede que sea incluso perjudicial si sale un mal resultado. Siempre uso random.org para estas cosas, aviso.

Esta es la Fase 1, Los muros. Tienes dos modos de intentar superarlos que he comentado atrás, tú eliges cuál intentar. ¡Suerte!

[Perrianez]

Bien... - dijo el chico mientras observaba el dado que se le había entregado en ese momento. Era algo extraño y divertido pensar que un dado le iba a sacar de algún problema que tuviera, pero igualmente lo guardó. No quería hacer el feo de tirarlo delante suya. Podía ponerse a llorar y la verdad, no estaba para ser de niñera de cualquier persona que se ponga triste.

El chico empezó a rodear el muro mientras lo observaba detenidamente a la vez que procuraba no llamar la atención de nadie, por lo que lo rodeaba en la distancia. La verdad es que era bastante curioso, lo que estuviera ahí dentro debe de ser algo muy especial. No se construyen cosas así solo por diversión. Parecía que tampoco era muy trepable, aunque sus habilidades sean buenas, sería muy difícil trepar aquellos muros y llamaría mucho la atención.

Cuando volvió al punto de inicio, observó con detenimiento la puerta a una distancia prudente. Quería poder sacar alguna conclusión de las dos cosas, tanto del muro y la puerta tras examinarlo de manera que pudiera sacar algo en claro antes de aventurarse a realizar cualquier acción

[Soul Artist]

Ryu no podría haber tenido más suerte.

Justo cuando inspeccionaba el muro buscando algún modo de entrar dio a parar en la entrada principal, custodiada por dos guardias. Y, delante de sus ojos, llegaron tres hombres. Los dos primeros, vestidos con armaduras y con dos espadas enfundadas en sus cinturones, observaban su alrededor con precaución. Y el tercer hombre...

—Soy el General Li. Vengo a ver al Emperador.

No podría haber sido más oportuno. Los guardias abrieron paso para que el famoso general, el mismísimo objetivo de Ryu, pasase al interior de los muros del castillo. El pájaro había entrado en la jaul, y el joven estaba preparado para acabar con él en cuanto tuviese la oportunidad.

Pero pese a todo, los muros eran perfectos. En cada esquina había un guardia vigilando en cuatro torres, y a través de toda la muralla más gente caminaba. Además eran altos y difíciles de escalar, aunque no imposible; en el lado este había descubierto una enredadera que conectaba justo con una de las torres, desde la cual podría despistar o acabar con uno de los guardias para tener acceso al patio interior.

Pero aquel día la fortuna, definitivamente, sonreía al chico.

Ryu pudo escuchar un grito cercanos a la entrada. Una mujer señalaba hacia una criatura de baja estatura, con sus manos dirigidas hacia ella y los brazos extendidos firmemente. Si piel era azul clara, tan pálida como la de un muerto, y pese a ir vestido sus profundos ojos amarillos dejaban claro que ni era humano ni había en él el mínimo atisbo de racionalidad.

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Los dos guardias de la entrada prepararon sus lanzas, pero no movieron ni un músculo hasta que el monstruo, finalmente, atacó a la mujer. La criatura destripó a la mujer con sus propias manos, manchándolo todo de sangre y extrayendo de ella algo rojo y brillante... Un corazón. El monstruo lo engulló para sí mismo y entonces, por arte de magia, de su cuerpo surgió otro ser igual a él.

Los guardias corrieron de inmediato a atacar a las dos bestias, dejando desprotegida la entrada. Todos los soldados del muro estarían observando la escena y se encontrarían distraídos. Ryu tenía tres opciones por delante: escalar el muro por la enredadera, atravesarlo por la puerta principal y alcanzando así al General Li antes de que llegara al mismo palacio... O incluso ayudar a los guardias. Aquellos monstruos podían atacar a todo el pueblo si se les dejaba libres, claro que no era de su incumbencia.

[Perrianez]

El joven observaba la escena con atención mientras se escondía tras un muro. Saludos militares, formalismo....definitivamente el ejercito no era para él, demasiado estirado tenías que ser y eso no era una de sus grandes virtudes.

En ese momento aprovecho para acercarse, mientras los soldados empezaban a entrar en el lugar. Que fácil hubiera sido robar el traje de ese general, pero quizá pudiera realizar alguna otra maniobra con los guardias. Alguna, como distraerle, para atraerle a un punto muerto y acabar con él y a la vez que el otro guardia se acercara para ver que faltaba su compañero realizar lo mismo. Era un plan sencillo, pero siempre funcionaba, ya que parecía que hacían el pinto pinto gorgorito para la elección de los guardias.

Pero esta idea se fue muy rápido cuando escucho una serie de gritos provenientes del exterior, cercano a la entrada. Una escena un tanto grotesca provocó una mueca de asco en la cara del joven. Una mujer era engullida por parte de una bestia que no había visto en su vida, era diferente a los monos o tigres que se podrían encontrar en la fauna normal...parecía que ni siquiera estaba comida. Pero eso daba igual, porque los guardias abandonaron su posición y eso era la opción que necesitaba para poder entrar y no la desaprovechó. Le daba un poco igual los problemas ajenos, simplemente quería cumplir su parte del trato y recibir la recompensa.

El chico entrando por la puerta empezó a atravesar la puerta mientras observaba cada uno de los guardias que se encontraba a su vista. Mientras se escondía por los diferentes objetos, para no ser visto. Estaba claro que los guardias estarían muy distraídos con la pelea, que incluso se podían unir más y dejarle el camino más libre al joven asesino

[Soul Artist]

Ryu entró por la puerta principal sin problema alguno; gracias a su habilidad para ocultarse no había sido visto por nadie, por lo que el acceso fue sumamente fácil y los guardias seguían ocupados con los dos monstruos que habían surgido en la plaza frente al palacio.

El patio interior era enorme y extenso, tanto que sería difícil encontrar un sitio donde esconderse. Las escaleras a unos cuantos metros de él ascendían hasta el mismísimo palacio imperial, alzándose majestuosamente frente a toda la capital china. Li ya debió acceder a su interior, pues no se le veía en los alrededores.

Frente a la puerta del palacio dos soldados esperaban de pie, firmes, los cuales debieron ver a Ryu en la distancia: había sido descubierto. Sin embargo, si el chico se acercaba descubriría que estos no iban a alertar de su presencia. No movían ni un músculo, ni tan siquiera los ojos. Es más, parecía ser que no respiraban... Y su corazón no latía. Pero, si estaban muertos, ¿por qué no caían al suelo? ¿Por qué seguían allí de pie, como si nada sucediese?

Sería otro simple golpe de suerte, y uno muy ventajoso para él: ya eran dos seguidos. Ryu ya casi podía notar el peso de los platines en sus manos, cada vez más cerca de alcanzar su objetivo. Desde allí podía proceder a dos modos de entrar en el palacio: por la puerta principal o buscando algún modo de escalar las columnas circulares que llegaban hasta un segundo piso, que conectaba directamente con un balcón que daba acceso a los aposentos personales del Emperador.

Además de ello, si se atrevía, podía desnudar a uno de los guardias y hacerse con sus ropajes. ¿Qué más le daría al pobre? No respiraba, y además era incapaz de hacer correctamente su trabajo, el de proteger el palacio.

[Perrianez]

No quería arriesgarse. El momento en el que se dio cuenta de que aquellos soldados no se iban a mover y de que no conocía el motivo por en el que se encontraba en ese estado, le hizo no confiar en su situación. Un golpe de gracia puede ser casualidad, pero dos...era bastante sospechoso. No quería arriesgarse y busco trepar por algún lado hacia el segundo piso.
Era la mejor manera atacar al emperador desde lo más alto, mediante un ataque sorpresa, y evitar que lo puedan descubrir si hubiera tomado el camino de la puerta principal.

Desde su posición intento buscar algún medio para treparlo. Algún saliente que hiciera de una especie de muralla capaz de poder escalarse y meterse directamente por la puerta del segundo piso. ...No me está gustando...tengo una mala sensación sobre este caso. Espero terminarlo pronto y salir por patas lo más rápido posible

[Soul Artist]

Ryu logró escalar las firmas columnas por suerte: alguien había dejado unas extrañas marcas, como si se hubiesen hecho con alguna especie de garras, en las cuales podía meter los dedos y auparse para ir subiendo. Curiosamente subían también hasta el piso superior, como si alguna especie de animal grande hubiese ascendido antes que él. Juntado con la línea de casualidades, el joven comenzó a sospechar que algo no marchaba bien. Pero mientras el trabajo siguiese yendo para bien…

Al llegar al segundo piso se encontró la puerta al interior de los aposentos del Emperador ya abiertas de par en par, invitándole a entrar. Su interior era impresionante: objetos de auténtico lujo, cojines y vestidos hechos de tela china, además de artefactos extranjeros u objetos de gran belleza como una lámpara de aceite hecha de puro oro. Si quería ganar algo de dinero extra a la salida del palacio podía coger cualquier cosa de allí, aunque el peso agregado sería considerable y en su huida necesitaría ser lo más rápido posible.

Pero todo eso pasó a un segundo plano cuando se dio cuenta de algo fuera de lugar: una mujer se encontraba en el suelo, cerca de la cama, sin conocimiento. Seguía viva, pero el moratón que se había formado sobre su frente señalaba que había sido atacada recientemente. Vestía como toda una señorita, con un precioso kimono rosado con flores estampadas en él, y su piel era tan blanca como la nieve. Su belleza era apreciable para Ryu.

La puerta de salida de los aposentos llevaban directamente a un pasillo, y este hasta un segundo piso de la sala del Consejo. Pero quizás el joven no quisiese abandonar a la mujer allí. Claramente, aquella era la prueba definitiva de que no estaba solo: alguien más había accedido al palacio a la fuerza, y seguramente con malas intenciones también. Pero dependía de él despertarla y arriesgarse a que llamara a los guardias, o seguir adelante y quedarse sin preciadas respuestas.

[Perrianez]

Por ahora iba bien la cosa. Desde el segundo piso se podían ver mejor las cosas que pasaban en el palacio, había mejores sitios para esconderse y sobretodo y lo más importante, era la zona menos vigilada.
Andando por los diferentes lugares pudo presenciar las distintas salas del palacio, donde la actividad en el lugar era bien escasa - Vaya...pues si que tienen mucho tiempo libre

Sus pasos y caminos le llevaron directamente a lo que parecía la habitación del emperador. Se podía diferenciar la calidad de muchas de las habitaciones con respecto a esta. La decoración era muy diferente y el ambiente mucho más acogedor. Se lo montaba muy bien el emperador, aunque lo que más llamó la atención al joven ladrón y asesino era el cuerpo que se encontraba en el suelo.

Una mujer, de una gran belleza, se encontraba inconsciente en el suelo mientras que las puertas hacia la salida se encontraba abierta de par en par. Menuda coincidencia, un segundo visitante no deseado había entrado...lo mejor no era dar la nota, puede que el objetivo de este segundo visitante fuera el emperador, y si se tenía que manchar las manos en vez del oriental, podría ser lo mejor o si falla y llama mucho la atención, los guardias estarían más pendientes de él o ella y le dejarían el camino a Ryu mas tranquilo para cumplir sus objetivos.

Con esto en mente, dejo tirado el cuerpo donde se encontraba y siguió el camino que presuntamente tomó el segundo visitante para conseguir más información con respecto al caso, pero siempre andando con cautela y con mucho sigilo

[Soul Artist]

Ryu decidió no despertar a la mujer, sacrificando respuestas por el sigilo. Así pues, avanzó hasta la salida de la habitación y accedió a un largo pasillo que se extendía de su izquierda a su derecha, pero su objetivo estaba claro: la puerta de la derecha, desde donde se podía escuchar al General Li hablar en alto con alguien más.

Al atravesar el pasillo y acceder a la puerta, el chico llegó al segundo piso de lo que parecía ser la sala del trono, en una pequeña auditoría con un sillón en el cual se podía sentar y observar a la gente de abajo, con dos largas cortinas rojas a ambos lados que llegaban hasta el piso inferior. Gracias a la poca iluminación, dada por sólo las lámparas de aceite de la entrada del piso inferior y junto al emperador dando luz la habitación, Ryu estaba perfectamente a salvo de ser descubierto en un principio. Y era un lugar perfecto, pues desde allí podía ver a su objetivo.

Se encontraba en el piso inferior, de rodillas frente al trono del Emperador y con el casco bajo el brazo. Sus dos guardias personales se encontraban tras él, también mostrando sus respetos a su señor. Este se encontraba sentado sobre su imponente trono, con una larguísima barba blanca tocando el suelo y vestido con una túnica amarilla muy llamativa. Incluso Ryu debía conocerle, pues era la máxima autoridad de toda China.

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—... Están avanzando a una gran velocidad. Debemos colocar defensas en palacio inmediatamente, antes de que...

—No —le interrumpió el soberano, levantándose de su asiento y acercándose al General—. Reunirás un ejército para proteger a mi pueblo. Quiero a un varón por cada familia de China, sin excepciones. No debemos bajar la guardia ante Shan Yu.

—¡Pero señor! —el General se levantó de golpe, dirigiéndose hacia el Emperador con un paso hacia adelante—. ¡Si esperamos, los hunos podrían hacerse más fuertes y posicionarse en nuestra contra! ¡Costará meses entrenar debidamente a otro ejército más! ¡Mis tropas pueden rechazarlos a tiempo ahora que están en la frontera!

—Tu ejército es poderoso, pero conoces a Shan Yu: es inteligente y por ello debemos actuar con cautela —advirtió el sabio hombre, levantándole el dedo índice—. Tu ejército es poderoso, pero conoces a Shan Yu: es inteligente y por ello debemos actuar con cautela. Un grano de arroz desequilibra la balanza: un hombre puede ser la diferencia entre la victoria y la derrota.

Era momento de decidir por parte de Ryu. Podía actuar de inmediato o seguir esperando a que el General Li abandonara la sala del trono, y entonces seguirle de algún modo atravesando el palacio.