[Ciudad Disney] Aprendiza

[Zee]

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Prólogo de Zodiark

La Piedra Angular de la Luz era un artefacto maravilloso. De orígenes tan arcanos como antiguos, desconocidos incluso para los más grandes eruditos, aquel tesoro de la Magia era considerado una reliquia invaluable. Además de bella e imponente, su única propiedad conocida era que, con su interminable luz, podía proteger a un mundo entero de las amenazas de la oscuridad... y eso era más que suficiente. Muchísimo más que suficiente.

Era por eso que la Piedra Angular de la Luz estaba oculta, protegida dentro de una sala secreta oculta bajo el trono del mismísimo rey, en el centro del gran castillo que coronaba la Ciudad Disney. Era por eso que su existencia sólo era revelada a unos cuantos bajo el servicio directo del monarca. Era por eso que inclusive se entraba a guerreros y magos que la protegieran con su vida.

Como los padres de la aprendiz de maga Maya Zawrid, Neo y Mia, y, dentro de muy poco, su hermana mayor Nika. A Maya todavía le faltaban bastantes años, pues ni siquiera podía mantener vivo un hechizo, pero ya casi llegaba la hora para que su hermana se proclamara finalmente como maga y se uniera a sus padres en la misión que el mismo rey les encomendaba.

A Maya no sólo le gustaba la magia. También había visto a los soldados luchar. Esperaba con ansias que llegara el día en que pudiera finalmente considerarse una aprendiz hecha y derecha. Desconocía, sin embargo, que ese día se hallaba bastante cerca...

[Zodiark]

Miraba al suelo, sentada en la cama y con los brazos cruzados. Ya era la quinta vez que me colaba en un entrenamiento del manejo de la espada para los soldados del castillo, y también la quinta vez que mis padres me castigaban por ello. Siempre era lo mismo, me encerraban en mi cuarto “para reflexionar”. ¿”Reflexionar” qué? ¡Me importaba un bledo lo que ellos pensaran! Yo sólo quería aprender a usar la espada, pero ellos no me dejaban, decían que no valdría para eso y que lo mejor sería que dejara de hacer tonterías y me centrara en aprender a dominar la magia de curación.

Levanté la cabeza y dirigí mi vista a la puerta. No pensaba quedarme encerrada allí. Me levanté de la cama y caminé hacia ella, y, al llegar, giré el pomo, sin resultado; estaba cerrada desde fuera, como siempre.

-Lo sabía -musité.

Miré entonces hacia la ventana. No estaba cerrada, pero mi habitación estaba en un segundo piso, y debajo estaban los jardines del castillo. Suspiré, resignada. Fue en ese instante cuando escuché un clic. Venía de la puerta, alguien la estaba abriendo desde fuera. Era Nika, mi hermana.

-Papá y mamá me han dicho que te levantan el castigo por ahora -dijo ella con el típico tono inocentón que la caracterizaba.

Salí sin dirigirle ni una sola palabra. No era que la odiara ni nada así, pero ella era el ojito derecho de papá y mamá, y por ello no podía evitar sentir cierto resentimiento hacia ella, sobre todo cuando me castigaban, cuando sentía más que nunca que ella era perfecta a ojos de mis padres y yo solamente era un estorbo.

Al salir, llegué al pasillo en el que se encontraban las habitaciones de la gente que vivía en el castillo. Al lado de la mía estaba la de mis padres y, justo enfrente, la de mi hermana, que en su día fue la habitación en la que dormía mi abuelo, y Nika dormía conmigo en la habitación de la que acababa de salir. No tenía ganas de hablar con nadie, así que me dirigí a los jardines del castillo. Me apetecía sentarme bajo la sombra de un árbol y relajarme.

[Zee]

Aún un tanto enfadada por el castigo, Maya abandonó la habitación y los aposentos de los habitantes del castillo para ir a perderse en los preciosos jardines de los cuales el reino se enorgullecía. Entre flores de variados colores, arbustos podados en graciosas figuras y verdes árboles de distintos tamaños, la pequeña niña decidió pasar el rato, siempre cobijada bajo la fresca sombra que las altas copas producían.

Pero aquel pequeño sitio no había sido elegido por mera coincidencia. Desde donde estaba sentada, Maya podía escuchar el repiqueteo de las hojas entrechocando, las armaduras de los maniquíes siendo destrozadas, los gritos de guerra de los soldados antes de asestar un golpe... Aunque no podía ver a través de la puerta que daba al patio de prácticas (puesto que podrían descubrirla de nuevo), podía conformarse, por lo menos un rato, con simplemente escuchar aquel agradable caos.

De pronto, un joven desconocido cruzó los jardines, caminando a toda prisa y frotándose los ojos como quien se ha quedado dormido. Murmurando cosas que Maya no pudo escuchar, el misterioso individuo se dirigió hasta la puerta que la niña había estado observando, donde permaneció de pie, intentando contemplar el entrenamiento... en vano, pues aún tenía que despertar del todo.

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[Zodiark]

Una vez llegué a los jardines, decidí sentarme bajo un árbol y escuchar, relajadamente, los sonidos que provenían de la sala de entrenamiento y, ya que si me acercaba probablemente me volverían a castigar, preferí quedarme un poco apartada. No obstante, después de un rato un hombre se dirigió a toda prisa hacia la puerta que llevaba a dicha sala. Me levanté y comencé a correr hacia él ya que pensé que, si estaba con un adulto, seguramente no me castigarían por estar allí. Al llegar a su lado, vi que se estaba frotando los ojos con las manos.

-¿Te pasa algo? ¿Es que acabas de levantarte de la siesta? -dije de broma, entre risas- ¿Qué haces aquí?

Me quedé pensativa medio segundo y, antes de que tuviera tiempo para responder, le dije sonriendo de oreja a oreja:

-¡Oh, pero lo primero es presentarme! Me llamo Maya, Maya Zawrid, y soy una aprendiza de maga.

Después le miré, curiosa, mientras me cruzaba de brazos.

-¿Y tú quién eres y qué haces aquí? Es que no me suena haberte visto nunca por el castillo. ¿Entrenas aquí? ¿Estás esperando a alguien?

Me quedé mirando al hombre con cara de chiquilla inocente para que no se sintiera demasiado incómodo por la forma en que le estaba acribillando a preguntas. Después miré al suelo y entonces cerré los ojos y apoyé mi cuerpo en la pared, escuchando de nuevo los sonidos que procedían del interior de de la sala mientras esperaba la respuesta del individuo. Mientras tanto, yo estaba pensando en lo mucho que me hubiese gustado estar allí dentro aprendiendo a luchar.

[Zee]

—¿Te pasa algo? ¿Es que acabas de levantarte de la siesta? —el hombre abrió de pronto los ojos por la sorpresa. Buscando a su interlocutora, asomó la cabeza por la reja, esperando encontrarse con alguien del otro lado. Sólo se encontró con soldados entrenando—. ¿Qué haces aquí? —añadió Maya, sonriente. Esta vez el joven pudo rastrear el sonido y, todavía sorprendido, bajó la mirada. Al encontrarse con la pequeña, alzó una ceja y abrió la boca para decir algo:

—¡Oh, pero lo primero es presentarme! —interrumpió, no obstante, la pequeña—. Me llamo Maya, Maya Zawrid, y soy una aprendiza de maga.

El hombre levantó las cejas y asintió con la cabeza, como diciendo "Oh, no está mal". Sin embargo, no dijo nada más; y aunque lo hubiese querido, una intervención más por parte de la niña se lo hubiese impedido. Con una enorme sonrisa de inocencia y unos ojos brillantes, Maya volvió a preguntar:

—¿Y tú quién eres y qué haces aquí? Es que no me suena haberte visto nunca por el castillo. ¿Entrenas aquí? ¿Estás esperando a alguien?

Tras pronunciar aquello, la pequeña se recargó contra la pared, ojos cerrados, como esperando la respuesta a sus preguntas. Maya no podía saberlo, pero a aquel hombre la actitud de la niña le parecía algo extraña: aunque sonaba infantil, podía percibir motivos ocultos y actitudes bastante maduras detrás de sus palabras. Decidió, sin embargo, concederle su deseo y contestar a sus preguntas.

—Me llamo Kazuki y, eh... Digamos que soy de por aquí aunque, erm, no visito el castillo muy seguido. Y yo sólo estaba, em, es decir, me han encargado que vea a los soldados entrenar para buscar... ¿cómo había dicho Nanashi? Esto, "talentos ocultos".

El supuesto Kazuki sonrió de oreja a oreja y se puso en cuclillas para quedar más o menos a la altura de la niña. Sin que su sonrisa boba se borrara ni un momento de su rostro, le acarició la frente y dijo:

—Aunque no creo que lo entiendas muy bien, pequeña.

[Zodiark]

Mientras escuchaba los sonidos de las espadas chocando y los gritos de guerra de los soldados de la sala de entrenamiento, el hombre de la capa comenzó a hablarme.

—Me llamo Kazuki y, eh... —respondió al mismo tiempo que yo abría los ojos y me separaba de la pared— Digamos que soy de por aquí aunque, erm, no visito el castillo muy seguido. Y yo sólo estaba, em, es decir, me han encargado que vea a los soldados entrenar para buscar... ¿cómo había dicho Nanashi? Esto, "talentos ocultos".

¿Talentos ocultos? Sonaba bien. Me quedé mirando al suelo, alicaída. Comencé a pensar que, si yo pudiera entrenarme en el manejo de la espada allí, quizá el tal Kazuki podría escogerme a mí como “talento oculto”. Tampoco sabía para qué los estaba buscando, pero tenía la corazonada de que eso me podría haber ayudado a hacerme fuerte y encontrar a mi abuelo.

—¿Y par... —antes de que pudiera acabar mi pregunta, Kazuki se puso a mi altura y me acarició la frente, sonriendo.

—Aunque no creo que lo entiendas muy bien, pequeña.

Me crucé de brazos y, enrojecida, dije ligeramente enojada:

—Oye, que soy pequeña pero no tonta, eh —después, le miré a los ojos—. ¿Para qué buscas “talentos ocultos”? No me vengas con que no lo entenderé, ahora tengo curiosidad y exijo saberlo —dije con tono infantil inflando las mejillas, y después me senté en el suelo, aún con los brazos cruzados, esperando una respuesta.

[Zee]

—Oye, que soy pequeña pero no tonta, eh —reclamó la niña, enfadada por la declaración de Kazuki. El joven le dedicó otra sonrisa, ésta más sincera y se disculpó diciendo:

—Claro que no, claro que no —Kazuki pareció pensarse un poco sus palabras, pero al final decidió que no tendría nada de malo agregar—: De hecho, erm, uno de mis mejores Aprendices es, esto, más pequeño que tú. Tienes razón, no debería, erm, asu--

Pero Maya lo interrumpió por enésima vez en el día. Por suerte el hombre parecía paciente con la niña y no se desesperó en absoluto. La dejó continuar, aunque el sueño volvió a atacarlo y dejó salir un gran bostezo mientras Maya decía:

—¿Para qué buscas “talentos ocultos”? No me vengas con que no lo entenderé, ahora tengo curiosidad y exijo saberlo.

La niña se sentó en el suelo, cruzando los brazos y haciendo un puchero, esperando su respuesta. Sin embargo, Kazuki, que aún se cubría la boca y tenía los ojos cerrados con fuerza, intentando mantener algunas lágrimas en su lugar, no pudo verla. Cuando finalmente pudo volver a respirar con normalidad, el joven contestó:

—¿Eh...? ¡Ah! Sí, eso... Bueno, vine a ver a los soldados paraaaaaaahhhhh —Kazuki bostezó de nuevo, aunque no por ello dejó de hablar, por lo que sonó bastante cómico mientras continuaba—: ancontar gente 'e puedaaaaaah... emmm... namnam... convertirse en mi Aprendiz —finalmente el hombre se había recuperado—. Dijiste que eras una aprendiz de mago, ¿no? Bueno, entonces creo que, eh, entenderás el concepto...

[Zodiark]

—Claro que no, claro que no. De hecho, erm, uno de mis mejores Aprendices es, esto, más pequeño que tú. Tienes razón, no debería, erm, asu-- —respondió Kazuki después de decirle que era pequeña pero no tonta.

Me quedé pensando. ¿Un aprendiz más joven que yo? Entonces yo también podría haberlo sido, pero él buscaba soldados, así que supuse que no me escogería a mí como su aprendiza.

—¿Para qué buscas “talentos ocultos”? No me vengas con que no lo entenderé, ahora tengo curiosidad y exijo saberlo —dije con tono infantil inflando las mejillas, y después me senté en el suelo, aún con los brazos cruzados, esperando una respuesta, mientras Kazuki bostezaba.

“Qué maleducado, bostezando mientras le hablo...”, pensé sentada en el suelo y después posé mi mirada en su rostro, indignada por sus malos modales. Entonces me di cuenta de que, a pesar de la cómica expresión que tenía a causa del bostezo, era bastante guapo, así que me calmé un poco y me levanté de nuevo.

—Eres un tío raro —le dije levantando la ceja derecha—. ¿Tienes sueño? ¿No duermes bien por las noches? —pregunté mientras inclinaba la cabeza hacia la izquierda como señal de curiosidad.

Entonces me di cuenta de que aquello no era lo importante del asunto, si no que lo que yo quería en aquel momento era saber de qué iba todo aquello de los “talentos ocultos”. Suspiré al mismo tiempo que se pudo oír el sonido del choque de dos espadas que provenía del interior de la sala, y acto seguido dije:

—Bueno, me da igual, responde a lo que te he preguntado.

—¿Eh...? ¡Ah! Sí, eso... Bueno, vine a ver a los soldados paraaaaaaahhhhh —me respondió Kazuki una vez acabó de bostezar y pudo volver a hablar con normalidad, y entonces volvió a bostezar— ancontar gente 'e puedaaaaaah... emmm... namnam... convertirse en mi Aprendiz.

Una vez se había recuperado del todo, me dijo:

—Dijiste que eras una aprendiz de mago, ¿no? —comentó él, a lo que respondí asintiendo con la cabeza— Bueno, entonces creo que, eh, entenderás el concepto...

—Sí, sí, pero si lo que quieres es ver a los soldados deberías entrar —le contesté mientras le agarraba del brazo, intentando aprovechar su búsqueda de nuevos talentos para poder entrar en la sala—. Vamos, entremos, porfi, porfi, porfi —insistí mientras intentaba arrastrarle hacia el interior de la sala estirándole del brazo—. Normalmente me reñirían, ¡pero si estoy contigo seguro que no me dicen nada! ¡Venga, por favor, tengo muchas ganas de entrar! —supliqué soltando su brazo y juntando las palmas de mis manos a la altura de mi boca, mirándole con carita de cachorro hambriento para darle más pena e intentar que así accediera más fácilmente a entrar conmigo.

[Zee]

—Sí, sí, pero si lo que quieres es ver a los soldados deberías entrar —la pequeña tomó a Kazuki por la manga e intentó jalarlo hacia la reja. Viendo el alboroto, un sirviente se apresuró a abrirla para ellos, pero el hombre no se movió ni un ápice—. Vamos, entremos, porfi, porfi, porfi —continuaba diciendo la niña, sin detener sus intentos de mover a Kazuki ni por un instante, excepto cuando éste finalmente se puso de pie. El joven sólo la miraba de reojo, sereno—. Normalmente me reñirían, ¡pero si estoy contigo seguro que no me dicen nada! ¡Venga, por favor, tengo muchas ganas de entrar! —en ese momento Maya prefirió soltar a Kazuki y unir las palmas de sus manos, como quien reza, para suplicarle que la acompañara. Se esforzó en poner la cara más adorable que pudo, pero al joven no pareció llamarle la atención. En cambio, sólo dijo:

—¿Cómo entrenarán cuando llueve? Hmm... —Kazuki se llevó los dedos a la barbilla y, con los ojos cerrados, comenzó a frotársela lentamente en señal de meditación. De pronto, como quien recuerda algo urgente que se había olvidado, el joven abrió los ojos de golpe y, tras dejar escapar un fuerte "¡Ah!", declaró—. ¿No tienes ganas de entrar? No hay necesidad de ser tan, eh, aburrida. Vamos a echar una ojeada, ¿te parece, Maya?

Kazuki la tomó por un hombro y la empujó levemente, incitándola a que lo acompañara. Una cosa era cierta: además de somnoliento, era un distraído.

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No estamos en una sala. Los soldados entrenan en exteriores; en este caso sería una de las entradas del castillo. Generalmente, si no están batiéndose entre ellos, golpean maniquíes con armadura. Te confío la descripción del entrenamiento.

[Zodiark]

Kazuki no respondía, simplemente me miraba en silencio con una expresión serena que me perturbaba un poco. Al parecer, mis súplicas no sirvieron para nada. Mientras tanto, un hombre nos abrió la reja.

—¿Cómo entrenarán cuando llueve? Hmm... —dijo llevándose la mano a la barbilla para frotársela con dos dedos y cerraba los ojos.

“Este tío me está vacilando”, pensé mientras suspiraba. Acto seguido, abrió los ojos tan de repente que, juntamente con el “¡Ah!” que pronunció después, hizo que me sobresaltara.

—¿No tienes ganas de entrar? No hay necesidad de ser tan, eh, aburrida. Vamos a echar una ojeada, ¿te parece, Maya?

Me llevé la mano derecha a la cara, solté un suspiro y ladeé la cabeza de un lado a otro en señal de resignación. “¿De dónde narices ha salido este sujeto?”, pensé mientras apartaba la mano de mi cara. Entonces Kazuki posó su mano sobre mi hombro y me empujó suavemente para hacerme entrar con él. Sin mediar palabra, ambos entramos en la estancia.

El lugar en cuestión era una enorme parcela cubierta por un corto y suave césped muy verde, rodeada por árboles. En el centro había dos hombres combatiendo, y a los lados otras dos parejas de soldados que estaban entrenando también. Alrededor de ellos había un grupo de soldados que observaban el combate con suma atención. Al fondo podía verse una zona llena de maniquís, que eran utilizados por los soldados para entrenar de forma individual. A la derecha de la reja de la entrada había una gran lona azul enrollada. Al parecer se ataba a los árboles de la esquina para protegerse de la lluvia y de la nieve durante los entrenamientos. Como Kazuki se había interesado por el tema, le agarré de la manga para llamar su atención y señalé hacia el lugar donde se hallaba la lona con el dedo índice.

—Supongo que eso responde a lo de la lluvia —le comenté.

Después dirigí mi mirada a la izquierda de la reja. Había una caseta de madera con un cartel en el que se podía leer “EQUIPO”. Al parecer era allí donde se guardaban las espadas, las armaduras y todo lo necesario para entrenar.

Estando de pie, justo delante de la entrada, me quedé mirando cómo combatían los soldados que estaban entrenando. Me imaginé a mí misma allí, blandiendo una espada, arremetiendo contra mi rival con un grito de guerra. Agité la cabeza para despejar todas aquellas fantasías. Tenía que asumir la realidad: mientras mis padres siguieran prohibiéndome acercarme a aquel lugar, no iba a poder aprender a luchar con una arma. Suspiré y musité:

—Si pudiera demostrarles que puedo ser capaz de llegar a dominar la espada...

[Zee]

Aparentemente, Kazuki sólo era un distraído cuando le convenía, pues la declaración que Maya había hecho en voz baja no se le escapó, pese a que no había levantado su vista, y con ella su atención, del entrenamiento ni por un instante.

—Bueno, dominar tanto la espada como la magia tomaría algo de tiempo... —dijo el joven, con la mirada distante—. Eh, lo cual no es ningún problema, considerando lo joven que eres, ¿no? Yo sé magia y sé usar la espada, eh, por ejemplo. ¿Por qué no crees que puedes demostrarles? ¿Porque eres niña? Yo, eh, conozco a muchas Aprendices y a varias Maestras mujeres, ¿sabes?

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Lamento la simpleza de mis posts últimamente. Apenas tengo tiempo para actualizar debido a que tuve que tomar un viaje de emergencia. Perdona las molestias ^^

[Zodiark]

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No te preocupes por eso, no pasa nada si es más breve o más largo xD

Kazuki escuchó lo que musité mientras observaba el entrenamiento. Sentí un poco de vergüenza, no quería que pensara que era una niñata llorica que se pasaba el día compadeciéndose a sí misma o algo así. De todas formas lo había dicho en voz alta y él lo había oído, ya no había vuelta atrás. Además, era un tipo raro, pero no se le veía mala persona, me daba buenas vibraciones, así que supuse que sería bastante comprensivo, así que me dispuse a abrirle mi corazón. Él sería la primera persona con la que hablaría del tema.

—Bueno, dominar tanto la espada como la magia tomaría algo de tiempo... —dijo Kazuki, antes de que yo pudiera darle explicaciones, con la mirada distante—. Eh, lo cual no es ningún problema, considerando lo joven que eres, ¿no? Yo sé magia y sé usar la espada, eh, por ejemplo. ¿Por qué no crees que puedes demostrarles? ¿Porque eres niña? Yo, eh, conozco a muchas Aprendices y a varias Maestras mujeres, ¿sabes?

—No, no es eso —dije mirándole con una tímida sonrisa—. Es que... mis padres... son muy estrictos, ¿sabes? Y... dicen que tengo que aprender a usar la magia y que todo lo demás se me dará mal, así que me prohíben venir por aquí—le respondí cabizbaja, con las manos juntas en la espalda y haciendo círculos en el césped con el pie derecho—. Me gustaría demostrarles que puedo ser una buena espadachina, pero ellos no estarían dispuestos.

Miré al cielo, crucé los brazos y suspiré.

—Seguro que a la tonta mimada de Nika sí le dejarían. Yo solamente quiero ser fuerte para proteger el reino, tal y como hizo mi abuelo durante toda su vida...

Entonces separé mis brazos, apreté los puños y miré a Kazuki a los ojos con determinación.

—Pero me da igual. Voy a hacer lo que me dé la gana, aunque tenga que desobedecerles. He tomado una decisión, y me importa un bledo lo que digan, voy a hacer lo que yo crea conveniente. Sé que sólo soy una niña y que suena infantil, pero es lo que quiero hacer... Y no voy a permitir que nadie, ni siquiera mis padres, me prohíba hacer realidad mi sueño de ser fuerte y defender Ciudad Disney —dije enérgicamente, y después me relajé un poco—. ¿Tú qué piensas, Kazuki? ¿Qué harías tú en mi lugar?

[Zee]

—Oh, bueno, los padres siempre hacen las decisiones que creen mejores para sus hijos... ¿no? —declaró el joven, imparcial, después de haber escuchado atentamente a todas las palabras que Maya había dicho. Ahora que se hallaba más despierto, parecía prestarle más atención a la niña que previamente.

Kazuki dejó salir un suspiro y se rascó la parte de atrás de la cabeza. Hizo una mueca y, después de darle una última mirada al entrenamiento, como si quisiera grabarlo en su memoria, se giró hacia la niña.

—¿Qué haría yo...? Bueno, no lo sé, erm... Aunque los padres hacen las decisiones que creen mejores, eso no significa que, erm, realmente sean las mejores, ¿no?

El extraño joven señaló hacia la salida con la cabeza.

—Ven conmigo —dijo—. A un lugar donde, eh, no haya nadie. Quiero decirte, erm, un secreto, sí...

Y Kazuki abandonó el patio de entrenamientos por la misma puerta por la que había entrado.

[Zodiark]

—Oh, bueno, los padres siempre hacen las decisiones que creen mejores para sus hijos... ¿no? —dijo Kazuki observando todavía el entrenamiento.

Aquello me dejó pensativa. ¿Realmente mis padres me prohibían aprender a usar la espada porque era lo mejor para mí? Sí, seguramente sí... Después de todo, podría salir gravemente herida. Me di cuenta de que si ellos decían que se me daría mal no era para desmoralizarme, sino que me estaban intentando decir que podría salir malparada.

Kazuki suspiró, se rascó la cabeza y se giró hacia mí. Sus ojos, que hasta aquel momento me habían parecido cansados y perdidos, me miraban entonces con más interés.

—¿Qué haría yo...? —continuó respondiendo a mi pregunta— Bueno, no lo sé, erm... Aunque los padres hacen las decisiones que creen mejores, eso no significa que, erm, realmente sean las mejores, ¿no?

—Sí, supongo que sí —le contesté mientras me llevaba la mano derecha a la barbilla y me la acariciaba mirando al cielo, pensativa—. Creo que los comprendo... Pero, aun así, no voy a cambiar de idea. Tengo muy claro lo que quiero hacer, y ellos deberían ser capaces de entenderlo. Sé que quizá estoy siendo una niñata inmadura y caprichosa, pero... Al fin y al cabo quiero hacerlo para poder proteger este lugar tan importante para mí —declaré posando mi mano izquierda en el corazón.

Me quedé en silencio, aún mirando al cielo, y me llevé las manos a la nuca. Entonces, miré a Kazuki. Moviendo la cabeza, me señaló el sitio por el que habíamos entrado.

—Ven conmigo. A un lugar donde, eh, no haya nadie. Quiero decirte, erm, un secreto, sí... 

—De-de acuerdo... —tartamudeé, un poco confusa, mientras el joven de la capa abandonaba la estancia.

Me ajusté el sombrero y miré a los soldados que estaban entrenando. Me imaginé una última vez a mí misma allí, entrenando igual que hacían ellos, y no pude evitar sonreír al pensar en ello. Miré otra vez hacia la salida y vi que Kazuki se había alejado bastante.

—¡Eh! ¡Espera! —exclamé mientras comenzaba a correr hacia él.

[Zee]

Kazuki dejó el patio donde los soldados estaban entrenando sus habilidades y comenzó a caminar por los pasillos al lado de los jardines. Se detuvo un momento en el mismo lugar donde había conocido a Maya, examinándolo y estudiándolo por completo. Meditó unos instantes sobre si aquel podría ser el sitio correcto y, tras ver que nadie parecía andar cerca, guió a la niña hasta donde se hallaban los arbustos y flores.

—Probablemente tus padres te dejarían entrenar con la espada si, erm, alguien se ofrece a entrenarte, ¿no?

Kazuki se llevó la mano al interior de la capa. La prenda le impidió a la niña ver lo que sucedía en el interior, pero si hubiera podido verlo, hubiese contemplado como la mano de Kazuki fue llenándose de luz y, tras un fuerte resplandor, una espada en forma de llave había aparecido entre sus dedos. El joven, sin embargo, fingió que la había llevado en la espalda todo el tiempo.

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—Esta es mi espada. Es, erm, algo rara, ¿no? Y además, soy mago.

Kazuki le tendió la empuñadura a Maya y dejó que la niña tomara la extraña arma entre sus manos por un momento.

—Lo que significa que... podría entrenarte en ambas cosas. Si, eh, lo quisieras, claro...