[La Red] Gift for you

Prólogo de Ban Oswald

Si ya has creado tu ficha, pásate por aquí para escribir la primera página de ese gran libro que va a ser tu vida. O échale un vistazo a los amigos y rivales con los que te encontrarás en un futuro.

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro

Re: [La Red] Gift for you

Notapor Soul Artist » Sab Ago 31, 2013 11:57 pm

Alexis rió para sí misma mientras Ban farfullaba sus quejas acerca de Andrei. Se llevó las manos a la nuca y entrelazó sus dedos mirando hacia lo alto del ascensor mientras este ascendía.

Tranquilo, te acostumbrarás a él. Siempre le gusta tomar el pelo a los nuevos y a esos estúpidos de Tierra de Partida —explicó la niña en alto, restando importancia a la secta que había nombrado su compañero. Se quedó en silencio un segundo y dirigió sus ojos hacia los de Ban—. Tierra de Partida es otro lugar. Nuestros enemigos directos; su líder allí es un tirano déspota de la luz; roban toda tu libertad, todo lo bueno que hay en ti, para proteger algo que nunca has terminado de comprender. Lo peor es que los lucidiotas no se dan cuenta de que él es el malo de la historia...

Las paredes que rodeaban el ascensor en su ascenso desaparecieron para dar paso a un paisaje oscuro y frío. Después de que Ban se recuperara del golpe de los fuertes vientos a las alturas en las que se encontraban pudo ver detrás de sí un gigantesco bastión, caracterizado por una altísima torre a la que parecía que se acercaban. Alrededor de este había una ciudad entera, construida por pequeñas casas y jardines de plantas ya machitas. Estaba rodeada por hielo, completamente congelada en los alrededores, como si el agua que antes corría a su alrededor hubiese terminado por rendirse a la oscuridad. Ya no se veía el sol en el cielo: cientos de nubarrones negros lo ocultaban de los ojos del muchacho.

El ascensor se detuvo frente a un pequeño patio con un acceso a lo más alto de la torre superior. Alexis salió del ascensor y, una vez Ban le acompañó, se dirigieron ambos hacia la puerta del fondo, que daba acceso a un pasillo oscuro iluminado por unas pocas velas, con algunas escaleras descendientes a su lado.

Sobre él... Sí, es mi Maestro. Quiere hablar contigo, pero no parecía muy contento. Yo en tu lugar intentaría no ofenderle. No toques nada, no hables si no es para contestar a sus preguntas, ni siquiera le mires a los ojos directamente demasiado tiempo ni pestañees demasiado seguido. ¿Sabes qué? No respires. Cuanto menos le moleste tu presencia más posibilidades tienes de salir de esta.

Llegaron al final del pasillo finalmente hasta una puerta doble cerrada, iluminada por dos candelabros de tres velas a ambos lados. Alexis tomó aire y golpeó la puerta tres veces exactas. No hubo respuesta en los primeros segundos: después ambas puertas se abrieron solas, dando acceso a una habitación oscura apenas iluminada por dos velas junto a lo que parecía ser un trono en el centro de la sala, a una amplia distancia frente a Ban. La figura allí sentada descansaba su rostro frente a sus dedos cruzados. Los ojos del hombre brillaban con luz propia, como el monstruo que esperaba en la oscuridad de la habitación de un niño para alimentarse de él cuando menos lo esperara.

Alexis caminó lentamente hacia él, pero con paso decidido. Se arrodilló a su presencia y le miró directamente a la cara, esperando alguna respuesta por parte de su Maestro. Este, sin embargo, no hizo ningún gesto; costaba ver a Alexis tan redimida y poco chulesca ante alguien.

Maestro, él es de quien os he hablado —explicó la niña, bajando la mirada de nuevo al suelo—. Ban Oswald. Tiene potencial.

El hombre finalmente dio señales de vida; levantó la cabeza para mirar directamente a los ojos de Ban. Separó sus manos y le indicó, en silencio, que se acercara hasta su trono.

Acércate, hijo.

Las puertas de acceso a aquel oscuro lugar se cerraron tras Ban de golpe, sin darle ninguna escapatoria posible.
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Re: [La Red] Gift for you

Notapor Astro » Dom Sep 01, 2013 2:23 pm

Tranquilo, te acostumbrarás a él. Siempre le gusta tomar el pelo a los nuevos y a esos estúpidos de Tierra de Partida —explicó Alexis, que parecía encontrar graciosa la reacción de Ban con Andrei. Se quedó en silencio un segundo y dirigió sus ojos hacia los del chico—. Tierra de Partida es otro lugar. Nuestros enemigos directos; su líder allí es un tirano déspota de la luz; roban toda tu libertad, todo lo bueno que hay en ti, para proteger algo que nunca has terminado de comprender. Lo peor es que los lucidiotas no se dan cuenta de que él es el malo de la historia...

¿Qué...?

Ban arqueó las cejas y miró a la chica con incredulidad, sorprendido por lo que acababa de escuchar. Ella también. La idea de la secta, que se le había ocurrido en broma, empezaba a cobrar fuerza en la mente del chico. Pero, ¿y si decían la verdad...? No, imposible. Otros mundos, una especie de guerra entre la luz y la oscuridad, caballeros mágicos; todo era demasiado fantasioso. Incluso con lo que había visto en La Red, Ban Oswald era demasiado escéptico como para creer esas palabras sin pruebas.

El rubio prefirió guardar silencio y encogerse de hombros, mientras el ascensor seguía subiendo. Las paredes metálicas que rodeaban al ascensor habían desaparecido y en su lugar ahora se encontraban ante un paisaje oscuro y frío en el que se alzaba un gigantesco bastión. Andrei no había mentido, realmente estaban en un castillo. Alrededor de éste se extendía una ciudad entera de aspecto ruinoso, y en el cielo no había rastro del sol: cientos de nubarrones ocupaban su lugar. Desde luego, no era un paisaje muy agradable.

Finalmente, el elevador llegó a la planta deseada: un pequeño patio que daba acceso a lo más alto de la torre superior del castillo. Siguiendo a Alexis, los dos chicos avanzaron hacia la puerta del fondo, que les condujo a un pasillo oscuro iluminado por unas pocas velas.

Sobre él... Sí, es mi Maestro. Quiere hablar contigo, pero no parecía muy contento. Yo en tu lugar intentaría no ofenderle. No toques nada, no hables si no es para contestar a sus preguntas, ni siquiera le mires a los ojos directamente demasiado tiempo ni pestañees demasiado seguido. ¿Sabes qué? No respires. Cuanto menos le moleste tu presencia más posibilidades tienes de salir de esta.

Si os soporta a vosotros, no creo que yo le moleste mucho —respondió el chico con sarcasmo.

Aunque, en el fondo, las palabras de la paliducha le asustaron. Recordaba lo que la niña fue capaz de hacer en los Juegos, y si aquel hombre era su Maestro significaba que tenía aún más poder que ella. ¿Qué sería capaz de hacerle si le ofendía?

El dúo finalmente llegó hasta una puerta doble cerrada, iluminada por dos candelabros de tres velas a ambos lados. Blackblood tomó aire y golpeó la puerta tres veces exactas, y aunque no hubo respuesta en los primeros segundos después ambas puertas se abrieron solas. Dentro había una habitación oscura apenas iluminada por dos velas junto a lo que parecía ser un trono en el centro de la sala, a una amplia distancia frente a Ban.

¿Tenéis problemas de iluminación o qué? —le susurró el chico a Alexis, sorprendido por tanta oscuridad en el castillo.

Y entonces se percató. En el trono había alguien sentado, y aunque no le podía ver bien la cara, sus ojos brillaban con una luz siniestra. Alexis avanzó hacia el hombre lentamente, pero con paso decidido. A poca distancia suya, se arrodilló y miró directamente a la cara de quien debía ser su Maestro, con una actitud completamente distinta a la que tenía antes. A Ban le costaba creer que esa fuera Alexis.

Maestro, él es de quien os he hablado —explicó la paliducha, bajando la mirada de nuevo al suelo—. Ban Oswald. Tiene potencial.

Y entonces sus miradas se cruzaron. El hombre miró directamente a los ojos de Ban, quien se había quedado quieto en la puerta. Si el rubio hubiera tenido que decir qué le transmitía aquel hombre, no habría sido capaz de decidir si miedo o respeto. Solo podía rezar por dentro para que no fuese otro loco como Andrei.

Acércate, hijo —se pronunció el Maestro.

Antes de que el chico pudiese dar un paso, las puertas tras él se cerraron de golpe. De alguna manera, su única salida había sido bloqueada, y aunque no le gustaba ni un pelo todo aquello, Oswald avanzó. Tragó saliva y, dubitativo, avanzó hacia el trono.

Ban se colocó al lado de Alexis y, recordando las clases de protocolo que había recibido de pequeño, hizo una reverencia ante el Maestro. El muchacho, alarmado por las advertencias de la niña, intentó encontrar las palabras adecuadas para no ofender al hombre:

Ban Oswald, señor. Siento haber entrado de esta manera en el castillo, no era mi intención.
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Re: [La Red] Gift for you

Notapor Soul Artist » Dom Sep 01, 2013 7:09 pm

Los correctos modales de Ban frente al Maestro tuvieron un efecto positivo en el ambiente. El hombre relajó sus manos y las apoyo sobre los respaldos del trono, analizando con la mirada al recién llegado mientras realizaba su reverencia. Sin embargo tampoco sonrió: dirigió la mirada lentamente hacia Alexis, la cual vigilaba las acciones de su compañero.

Sobran tus disculpas, hijo; fue ella quien te arrastró hasta aquí sin tan siquiera saber por qué —señaló el hombre, fulminando a la niña con la mirada—. El único crimen que has cometido es ayudar a mi discípula a defender su existencia en ese mundo virtual. No he sabido de muchos jóvenes que hayan demostrado acto más valiente en largo tiempo.

El hombre se levantó de su asiento y caminó lentamente hacia Ban, caminando a su alrededor para ver su cuerpo completo. Tras dar una vuelta sobre él se colocó delante con sus ojos clavados en su pecho. Acostumbrado ya a la oscuridad el joven pudo distinguir el rostro del Maestro; un varón ya adulto, superior a los cuarenta años, tal y como podía deducir de las arrugas que comenzaban a marcar su rostro. Su cuerpo denotaba por todas partes nobleza y sinceridad, todo un líder a primera vista. Pero, pese a todo, no podía quitarse de encima aquella sensación de miedo que le provocaba su presencia.

Señor Oswald... ¿Puedo ofrecerle algo de beber? —preguntó el hombre, sorprendiendo enormemente a Alexis que abrió los ojos como platos al escuchar aquella invitación. No debía tratarse de algo habitual, aparentemente—. Cualquier cosa. Dígalo y los moguris del castillo se lo traerán raudamente.

Esperó a una respuesta por parte del chico. Tanto si le dijo una bebida como si rechazó la oferta, el hombre afirmó con la cabeza y ordenó a Alexis a ir en busca de un moguri que trajese lo del joven y su copa particular para él. La chica abandonó la estancia no sin antes dirigir una mirada hacia Ban, probablemente preocupada por si fuese a complicar la situación en su ausencia. La joven marchó sin decir nada en absoluto.

El Maestro volvió a colocarse en su asiento, cómodo de nuevo en la oscuridad del trono. Observó directamente a los ojos a Ban durante unos tensos segundos en silencio.

Tu vestimenta es claramente propia de un mundo no muy lejos de aquí, Villa Crepúsculo —señaló el hombre, haciendo una reverencia con la mano—. En el pasado lo visitaba con suma frecuencia. Ahora tenemos una base de operaciones allí, una mansión abandonada... —se quedó en silencio unos segundos, con su mente perdida en aquella mansión y en parte de su pasado—. La Maestra Ariasu la regenta más a menudo. ¿Conoces el lugar? Se encuentra en un bosque a las afueras de la ciudad.

»Es un buen lugar para vivir. Es un mundo pacífico y encantador, perfectamente situado al borde del Reino de la Luz. Los habitantes desconocen de más mundos como los que has visto hoy; el peligro que acecha en cada esquina del cosmos no tiene sentido allí. Hoy has podido comprobar que hay mucho más allá de los raíles de trenes y de los tranvías que recorren siempre la misma plaza. Has podido comprobar que si alzas la vista verás hermosas estrellas que los de tu alrededor ignorarán sin saber lo pequeños que son en el cosmos...

»Dígame, señor Oswald. ¿Soportaría usted poder levantar esa mirada y saber que nunca podrá tocar las estrellas?

El Maestro se quedó en silencio tras formular la pregunta. No continuaría hablando, no mientras el chico no contestara a aquella cuestión tan importante: no podía estar seguro de ello, pero quizás fuera la pregunta más importante de su vida. Era vital para él contestar a aquel hombre.
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Re: [La Red] Gift for you

Notapor Astro » Dom Sep 01, 2013 9:05 pm

Sobran tus disculpas, hijo; fue ella quien te arrastró hasta aquí sin tan siquiera saber por qué —la reverencia y la educación que mostró el rubio parecieron tener el efecto deseado: el Maestro había relajado sus manos y las apoyaba sobre los respaldos del trono. Aunque Alexis, a quien el hombre había fulminado con la mirada, no tenía tanta suerte—. El único crimen que has cometido es ayudar a mi discípula a defender su existencia en ese mundo virtual. No he sabido de muchos jóvenes que hayan demostrado acto más valiente en largo tiempo.

N-no ha sido para tanto, Blackblood también me ha ayudado a sobrevivir y a salir de allí —respondió el chico, que no sabía cómo tomarse el cumplido que acababa de recibir.

El Maestro de Alexis se levantó del trono y empezó a caminar lentamente alrededor de Ban, examinándole de arriba a abajo. El muchacho permaneció inmóvil como una estatua, esperando que dejara de mirarle y le dijera algo. Parecía que le había causado buena impresión, pero según palabras de Alexis no debía bajar la guardia (y, sobre todo, controlar lo que decía si quería volver a casa).
Tras dar una vuelta entera a su alrededor el hombre se paró frente a Ban, con los ojos clavados en su pecho, lo que le permitió al joven ver por primera vez la cara de su anfitrión: un hombre adulto, entre los cuarenta-cincuenta años, y con un porte que desprendía nobleza y sinceridad a la vez que intimidaba.

Señor Oswald... ¿Puedo ofrecerle algo de beber? —preguntó el hombre, sorprendiendo enormemente tanto a Alexis como a Ban, que abrieron los ojos como platos al escuchar aquella invitación—. Cualquier cosa. Dígalo y los moguris del castillo se lo traerán raudamente.

¿Moguris?

Pues...no me vendría mal un vaso de agua —confesó el chico, que por primera vez en horas reparaba en su estado físico—, por favor.

El Maestro afirmó con la cabeza y ordenó a Alexis a ir en busca de un "moguri" que trajese el vaso de agua y su copa particular para él. La paliducha abandonó la sala no sin antes dirigir una mirada de preocupación hacia Ban, quien solo pudo encogerse levemente de hombros.

De vuelta en su trono, el hombre observó los ojos del joven Oswald durante unos segundos de incómodo silencio, hasta que finalmente volvió a hablar:

Tu vestimenta es claramente propia de un mundo no muy lejos de aquí, Villa Crepúsculo

Aquellas palabras volvieron a provocar que Ban abriese los ojos como platos. ¿Cómo sabía de dónde era? ¿Y por qué todos insistían en lo de los otros mundos?

En el pasado lo visitaba con suma frecuencia. Ahora tenemos una base de operaciones allí, una mansión abandonada... —permaneció en silencio unos segundos, como si su mente rememorara su pasado en aquella mansión—. La Maestra Ariasu la regenta más a menudo. ¿Conoces el lugar? Se encuentra en un bosque a las afueras de la ciudad.

Creo que he oído hablar de esa mansión, pero no he estado nunca en persona —contestó Ban, que recordaba haber leído en foros de internet varias teorías sobre esa mansión abandonada, supuestamente encantada con fantasmas.

»Es un buen lugar para vivir. Es un mundo pacífico y encantador, perfectamente situado al borde del Reino de la Luz. Los habitantes desconocen de más mundos como los que has visto hoy; el peligro que acecha en cada esquina del cosmos no tiene sentido allí. Hoy has podido comprobar que hay mucho más allá de los raíles de trenes y de los tranvías que recorren siempre la misma plaza. Has podido comprobar que si alzas la vista verás hermosas estrellas que los de tu alrededor ignorarán sin saber lo pequeños que son en el cosmos...

Ban tuvo el impulso de golpearse la frente en señal de incredulidad, pero se contuvo para mantener las formas. Otra vez aquella historia de los mundos que había escuchado de Andrei y Alexis...¿por qué repetían todos lo mismo? Aunque el chico tenía que reconocer que de la boca del Maestro aquellas palabras sonaban mejor, más convincentes y, sobre todo, más profundas.

»Dígame, señor Oswald. ¿Soportaría usted poder levantar esa mirada y saber que nunca podrá tocar las estrellas?

Aquello pilló por sorpresa a Ban. Desde el principio había tomado las palabras de Saavedra y Blackblood como cuentos chinos, sin darles importancia. Pero que aquel hombre le contara lo mismo le hacía plantearse las cosas de forma diferente. ¿Y si de verdad decían todos la verdad? Tenía que reconocer que desde que fuese secuestrado por la pantalla de su ordenador, había visto cosas que no podía explicar. Cosas increíbles que nadie se creería si lo contaba.
Pero a la vez todo parecía demasiado fantasioso para ser verdad, demasiado. ¿Y si todo era un engaño?

Tras pensarlo con detenimiento, y aunque la sombra de la duda seguía muy presente en su cabeza, por una vez Ban Oswald creyó. Imagino cómo sería si de verdad existiesen otros mundos, si todo lo que le habían contado fuera cierto, y dio su respuesta:

Si de verdad es cierto lo de que hay otros mundos...supongo que resultaría muy frustrante. Saber que están ahí fuera, verlos brillar como estrellas, y a la vez ser consciente de que nunca podrás tocarlos. Darte cuenta de que estás atrapado en una vida aburrida condenada a mentiras y sonrisas falsas mientras allí fuera hay centenares de lugares extraordinarios esperándote...

El joven Oswald tardó en darse cuenta de que había incluido demasiado de su vida personal en su respuesta, y no pudo evitar ponerse rojo de la vergüenza. A toda prisa, intentó quitarle importancia al asunto y desviar el tema hacia otro lado:

»P-pero me cuesta demasiado creerlo, señor. Reconozco que hoy he visto cosas que no puedo explicar, pero estamos hablando de magia, luchas entre la luz y la oscuridad, y otros mundos. Esas cosas son propias de los libros o de los videojuegos, no de la vida real.
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Re: [La Red] Gift for you

Notapor Soul Artist » Dom Sep 01, 2013 11:30 pm

El Maestro no dijo nada tras las palabras de Ban; se cruzó los dedos de las manos y se inclinó en su asiento, meditando en silencio la respuesta del chico y cómo explicarle que todo lo que creía ficción hasta el momento era tan auténtico como él mismo.

Las puertas a la habitación se abrieron de nuevo, dando paso a una pequeña criatura voladora de pelaje rosado, gran nariz y pompón rojo sobre la cabeza. El animal portaba una bandeja sobre su cabeza con un vaso y una copa vacía, además de una pequeña botella de agua y dos bebidas alcohólicas de vermú y ginebra junto un pequeño tarro de aceitunas rellenas. La animada criatura soltó un kupó de felicidad y dejó la bandeja en el suelo, donde echó el agua de la botellita en el vaso y cruzó las bebidas alcohólicas en la copa, pasando a agitarlas y añadiéndole dos aceitunas. Entregó el agua a Ban y el cóctel a Ryota.

El hombre aceptó encantado la copa de la criatura y le dio un pequeño sorbo, saboreando la bebida y juzgando la textura en sus labios. Lentamente afirmó con la cabeza y metió la mano en su bolsillo para sacar un puñado de platines que entregó al animal en mano, con una ligera sonrisa. Este soltó otro de sus característicos sonidos de felicidad y se marchó, maravillado por la propina del buen hombre. Las puertas se cerraron tras él, volviendo a dejar a ambos en la intimidad.

Eso que has visto era un moguri; amables criaturas sin hogar que trabajan para otros a cambio de dinero y cobijo —explicó el hombre a Ban, desviando por un momento la conversación acerca de mundos más allá de Villa Crepúsculo—. Ellos tampoco creían en la existencia de más mundos, mas ahora son la especie que sin duda alguna más viaja entre ellos. ¿Cómo han cumplido este cometido? Ampliando sus horizontes.

»Mencionas la magia, ¿pero te has detenido alguna vez a pensar [/i]qué[/i] es, Oswald? Hablas de otros mundos, ¿pero alguna vez te has planteado si hay algo más allá de la colina en la que vives? Y no puedo evitar fijarme en que conoces el conflicto entre la luz y la oscuridad. ¿Pero qué son la luz y la oscuridad?

»La luz es lo que ya es conocido. La luz es ese sitio tan acogedor que te invita a encerrarte en tus límites, estancarte en el pasado. El universo está hecho de oscuridad que rodea a los mundos, pequeñas estrellas que desprenden luz con el poder de su corazón. Y son preciosas, desde luego; pero aquellos que la adoran no quieren saber nada más allá. Quieren vivir por y para su luz.

»Te has adentrado en esta habitación, Oswald, llena de oscuridad. No podías saber qué había en su interior excepto las dos pequeñas luces que iluminaban parcialmente mi trono. ¿Por qué has entrado, hijo? Porque has sabido que había algo más que estas luces. El instinto de todo ser vivo se impulsa hacia la oscuridad, a conocer más de lo que ya se sabe. Y te entiendo, hijo. La vida real nunca parece ser algo más allá de lo que dice tu pantalla de ordenador; mas, lo que debes hacer, es creer.

»Cree en Alexis. Cree en el moguri que te ha dado ese vaso de agua. Cree en la oscuridad que te rodea, en el castillo en el que estás y que nunca has visto antes. Cree en la realidad, pues la ficción supera a esta más veces de las que quisiéramos.

Con un último trago se tomó el cóctel que tenía en su mano, dejando la copa sobre el respaldo de su asiento. El mismo sonido que cuando Andrei invocó su gigantesca arma llegó a los oídos de Ban. El Maestro se levantó de su asiento y se dirigió hacia él en la oscuridad, ofreciéndole con las dos manos la empuñadura un arma de semejante apariencia a la del chico que le había acosado pisos abajo.

¿Podrás creer en el mundo real, Ban Oswald?
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Re: [La Red] Gift for you

Notapor Astro » Lun Sep 02, 2013 12:39 pm

El silencio se hizo en la sala tras la respuesta del joven Oswald. El Maestro, con los dedos cruzados e inclinado en su asiento, parecía estar meditando las palabras del chico y buscando una respuesta convincente que darle.

De pronto las puertas de la sala volvieron a abrirse, dando paso a un pequeño ser volador que se dirigía directamente hacia los dos.

¿Qué demonios es eso?

Se trataba de una extraña criatura de tamaño pequeño con un pelaje rosado, una gran nariz y un enorme pompón rojo sobre la cabeza. En una bandeja sobre su cabeza llevaba un vaso y una copa vacía, junto con una pequeña botella de agua y dos bebidas alcohólicas (que Ban no supo diferenciar), además de un pequeño tarro de aceitunas rellenas.

Tras soltar un gritito de felicidad (al muchacho le pareció entender que decía algo así como kupó), dejó la bandeja en el suelo y preparó el vaso de agua para el rubio y un cóctel bien agitado y con dos aceitunas para el adulto. Al entregar las bebidas a sus destinatarios el chico pudo examinar al animalejo de cerca, y desde luego no le gustó. Algunas personas podrían encontrarlo mono, pero a Ban le parecía una especie de gato gordo al que le habían salido alas. No le transmitía ningún tipo de confianza, y así lo demostró al coger el vaso: lo hizo con cuidado de no tocar al bicho, manteniendo las distancias.

Todo lo contrario que el chico, el hombre aceptó de buena gana su copa y, tras dar un trago y comprobar que estaba a su gusto, entregó un puñado de platines a la criatura a modo de propia. Con otro gritito de felicidad el gato volador se marchó por donde había venido, la mar de contento por el regalo que acababa de recibir, con las puertas de la sala cerrándose tras él, volviendo a dejar a los dos solos.

Eso que has visto era un moguri; amables criaturas sin hogar que trabajan para otros a cambio de dinero y cobijo —aclaró el hombre, desviando por un momento la conversación que estaban teniendo—. Ellos tampoco creían en la existencia de más mundos, mas ahora son la especie que sin duda alguna más viaja entre ellos. ¿Cómo han cumplido este cometido? Ampliando sus horizontes.

Oswald se limitó a asentir y a beber de su vaso, prefiriendo guardarse su opinión sobre los "moguris" para él. Con ambos disfrutando de su bebida, el Maestro retomó la conversación por donde la habían dejado:

»Mencionas la magia, ¿pero te has detenido alguna vez a pensar qué es, Oswald? Hablas de otros mundos, ¿pero alguna vez te has planteado si hay algo más allá de la colina en la que vives? Y no puedo evitar fijarme en que conoces el conflicto entre la luz y la oscuridad. ¿Pero qué son la luz y la oscuridad?

Ban agachó la cabeza, escuchando con atención las palabras del hombre. Tenía razón en que nunca se había planteado qué había más allá de Villa Crepúsculo; nunca lo había necesitado.

»La luz es lo que ya es conocido. La luz es ese sitio tan acogedor que te invita a encerrarte en tus límites, estancarte en el pasado. El universo está hecho de oscuridad que rodea a los mundos, pequeñas estrellas que desprenden luz con el poder de su corazón. Y son preciosas, desde luego; pero aquellos que la adoran no quieren saber nada más allá. Quieren vivir por y para su luz.

»Te has adentrado en esta habitación, Oswald, llena de oscuridad. No podías saber qué había en su interior excepto las dos pequeñas luces que iluminaban parcialmente mi trono. ¿Por qué has entrado, hijo? Porque has sabido que había algo más que estas luces. El instinto de todo ser vivo se impulsa hacia la oscuridad, a conocer más de lo que ya se sabe. Y te entiendo, hijo. La vida real nunca parece ser algo más allá de lo que dice tu pantalla de ordenador; mas, lo que debes hacer, es creer.

Ban tenía que reconocer que aquellas palabras tenían más sentido del que le gustaría que tuviesen. Aquellas frases de boca del Maestro conseguían hacerle reflexionar como ninguna otra, le invitaban a abrir su mente y dejarse llevar. Pero la sombra de la duda seguía acechando, tirando de Ban hacia atrás y gritándole que no se fiara de aquellas mentiras. Una lucha interna que ni siquiera Ban sabía cómo iba a acabar.

»Cree en Alexis. Cree en el moguri que te ha dado ese vaso de agua. Cree en la oscuridad que te rodea, en el castillo en el que estás y que nunca has visto antes. Cree en la realidad, pues la ficción supera a esta más veces de las que quisiéramos.

Una serie de imágenes pasaron a toda velocidad por la mente del chico. La pantalla de su ordenador brillando y su huida de la habitación que se derrumbaba. La primera vez que había visto a Alexis, la cara de la mujer cibernética, las hormigas que les habían atacado en los Juegos. Martha y J'ok, Alexis acabando con un grupo de hormigas con un movimiento de mano, el portal que les había sacado de La Red. Andrei invocando su Llave Espada, el castillo de Bastión Hueco, el moguri...
Todo había sido tan aterrador, tan desconocido para él, pero a la vez tan emocionante que no tenía palabras para expresarlo. Incluso había resultado mágico. Por una vez en su vida Ban Oswald había sido el protagonista de su propia aventura.

Con su cóctel terminado de un último trago, el Maestro se puso en pie. Y un ruido que el rubio ya había escuchado antes hizo que el muchacho volviera su atención hacia el hombre: en su mano portaba un arma similar a la que había visto minutos antes en posesión de Andrei. Era diferente, con otro diseño, pero a la vez fácil de reconocer: una Llave Espada. Y tras acercarse al chico, le ofreció su empuñadura. Era la segunda vez en un día que el muchacho presenciaba ese gesto, pero en aquella ocasión era diferente. Muy diferente.

¿Podrás creer en el mundo real, Ban Oswald?

¿Valía la pena confiar en las historias de unos locos? ¿De verdad existía la magia, los sincorazón, y los otros mundos? Aquello era un salto de fe. Y, haciendo caso omiso a las dudas de su cabeza, el joven Oswald decidió que ya estaba harto de pensarlo. Era hora de creer.

Estiró el brazo y agarró la empuñadura del arma con firmeza mientras miraba directamente a los ojos del Maestro.

Podré.
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Re: [La Red] Gift for you

Notapor Soul Artist » Lun Sep 02, 2013 8:00 pm

Las palabras del muchacho complacieron al hombre, el cual mantuvo la mirada que él clavaba en él. Sin embargo la desvió tras unos largos segudos hacia el arma que el muchacho le había dado en entrega; la recuperó de sus manos con delicadeza y la observó extrañado. Al parecer esperaba que algo sucediese con ella, y precisamente, nada es lo que pasó.

Extraño... —murmuró el hombre en alto—. Cuando alguien acepta el poder de la Llave esta desaparece en sus manos, tanto si es apto como si no...

El hombre se quedó un segundo observando a Ban fijamente sin comprender del todo cómo no había sucedido aquello que mencionaba. Sin embargo no le dio mayor importancia; echó a caminar hacia la salida de la habitación en silencio y, una vez llegó a la puerta, la abrió de par en par. Se giró para observar al joven muchacho.

Demos un paseo, Oswald. Hay mucho que contar.

Una vez el joven siguiese a su nuevo Maestro este caminó por el pasillo que antes había recorrido con Alexis. En vez de dirigirse hacia el elevador se giró hacia la derecha al final del camino y descendió unas largas y anchas escaleras de caracol, adentrándose en lo más profundo del castillo. Mientras no perdió el tiempo, pues como acababa de decir, debía narrar una gran cantidad de información:

Ahora que has abierto tu mente, muchacho, escucha bien lo que te voy a contar. Hace mucho, mucho tiempo, todos los mundos eran uno solo; ninguna barrera separaba los miles de lugares pintorescos que se encontraban en él. Sin embargo, un cataclismo terminó con esa paz: cientos de guerreros se obsesionaron con una luz tan poderosa que todos la deseaban para sí mismos. Este terrible suceso, sucedido hace mil años, se conoce como la Guerra de las Llaves Espada.

»Toma con escepticismo estas palabras, puesto que es sólo una leyenda que se ha transmitido de generación en generación. Quizás no fuese un único mundo, y tampoco podemos saber si hubo distintos bandos en aquella guerra; pero lo que sí sé, por experiencia propia, es que todas las leyendas tienen una base real por encima de la ficticia. Lo que temo de esa leyenda es que, tras más de mil años, no puedo dejar de ignorar que la gente se ha obsesionado cada vez más con la luz, rechazando por completo la oscuridad, despreciándola y buscando su eliminación definitiva. Por eso temo, cada día que pasa, que ese cataclismo que menciona la leyenda, aunque no sepamos cuál es, se repita de nuevo.

Las escaleras terminaron finalmente en un gran hall de una imponente lámpara de araña en el techo. Más gente regentaba aquel lugar; una chica acompañada por lo que parecía ser un fantasma salía del castillo por la puerta principal, mientras que dos varones de aspecto oscuro charlaban en las escaleras de descenso, uno con gafas y brillantes ojos y otro con una bufanda tapándole la cara. Se respiraba un buen ambiente en aquel lugar, familiar y en cierto modo cariñoso.

El hombre caminó directamente hacia su derecha, sin prestar atención alguna a nadie de aquel lugar. Abrió una puerta que daba acceso a una enorme biblioteca de dos pisos, llena de cientos de estanterías con miles de ejemplares de libros de todo tipo. Sus enormes ventanales permitían la entrada de luz natural directamente a la estancia, lo cual podían agradecer los lectores del lugar.

Los que poblamos el Bastión Hueco somos también Caballeros de la Llave Espada, como los de la leyenda —explicó Ryota, dirigiéndose directo hacia una mesa de estudio e invitando a Ban a sentarse en una silla de esta. Siguió narrando mientras se acercaba a una estantería cercana para tomar en el aire un libro y posarlo en su mano—. Ese arma que te entregué antes es una susodicha Llave. Tú también posees ahora una, en el fondo de tu corazón quizás lo notes; se trata de algo realmente único, pero también peligroso en manos equivocadas. Y desgraciadamente sabemos bien de quiénes son esas manos.

»Un mundo llamado Tierra de Partida tiene otro grupo de Caballeros de la Llave Espada. Fui yo quien dividió la Orden original tras percatarme de que los errores del pasado se estaban cometiendo una vez más; el exterminio de la oscuridad era inminente. Desde aquí buscamos un modo de equilibrar ambas fuerzas, sin que una supere a la otra, y el único modo funcional actualmente es apoyando a la oscuridad. Es el único método de salvación, Oswald.

El Maestro abrió el libro que había tomado y, tras hojear unas cuantas páginas, lo colocó sobre la mesa frente a Ban. Señaló directamente hacia la imagen de una criatura que inmediatamente reconoció: las hormigas del mundo virtual.

Esto es un Sincorazón. Son la única defensa natural de la oscuridad; buscamos cómo dominarlos para esta batalla. Actualmente se encuentran completamente descontrolados entre los mundos, creando un caos sin parangón y obedeciendo a sujetos que no terminarán por ser dominados por la oscuridad que traen consigo. Los mundos nos necesitan más que nunca, Oswald.

El Maestro colocó sus ojos sobre los de Ban, esperando una respuesta directa del chico.

Puedes formar parte de algo más grande que los monótonos días de colegio en Villa Crepúsculo: puedes ser aquel que marque la diferencia entre el fin del universo y el comienzo de uno nuevo. Podrás visitar tu mundo cuando quieras, pero no puedes contarles a qué te dedicas. Yo mismo te acompañaré hasta allí y les explicaré que has sido ingresado en el Instituto Ryota para Jóvenes Talentos.

»¿Me aceptas a mí, Ryota, como tu Maestro?
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Re: [La Red] Gift for you

Notapor Astro » Lun Sep 02, 2013 11:48 pm

La respuesta de Ban pareció complacer al Maestro, que mantuvo su mirada hasta desviarla alarmado por algo inusual. Observaba el arma que ahora sostenía el chico con extrañeza, como si algo estuviese mal. Oswald solo pudo enarcar una ceja mientras le devolvía la Llave Espada a su dueño, preguntándose si había cometido algún error.

Extraño... —murmuró el hombre en alto—. Cuando alguien acepta el poder de la Llave esta desaparece en sus manos, tanto si es apto como si no...

Tras meditarlo durante unos segundos, el Maestro pareció no darle mayor importancia y echó a andar hacia la salida. Abrió las puertas y se giró para invitar al muchacho a ir con él.

Demos un paseo, Oswald. Hay mucho que contar.

Como quiera.

El rubio, que no había entendido nada de lo que había pasado, se encogió de hombros y echó a andar tras el hombre. Caminaron por el pasillo que antes había recorrido con Alexis, pero en vez de dirigirse hacia el ascensor giraron a la derecha para descender unas largas y anchas escaleras de caracol. Mientras descendían a lo profundo del castillo, el Maestro prosiguió con su charla:

Ahora que has abierto tu mente, muchacho, escucha bien lo que te voy a contar. Hace mucho, mucho tiempo, todos los mundos eran uno solo; ninguna barrera separaba los miles de lugares pintorescos que se encontraban en él. Sin embargo, un cataclismo terminó con esa paz: cientos de guerreros se obsesionaron con una luz tan poderosa que todos la deseaban para sí mismos. Este terrible suceso, sucedido hace mil años, se conoce como la Guerra de las Llaves Espada.

¿Una guerra?

»Toma con escepticismo estas palabras, puesto que es sólo una leyenda que se ha transmitido de generación en generación. Quizás no fuese un único mundo, y tampoco podemos saber si hubo distintos bandos en aquella guerra; pero lo que sí sé, por experiencia propia, es que todas las leyendas tienen una base real por encima de la ficticia. Lo que temo de esa leyenda es que, tras más de mil años, no puedo dejar de ignorar que la gente se ha obsesionado cada vez más con la luz, rechazando por completo la oscuridad, despreciándola y buscando su eliminación definitiva. Por eso temo, cada día que pasa, que ese cataclismo que menciona la leyenda, aunque no sepamos cuál es, se repita de nuevo.

Con Ban reflexionando sobre la historia que acababa de oír, ambos llegaron al final de las escaleras. Un gran hall con una imponente lámpara de araña en el techo se extendía ante ellos, pero no estaban solos. Una chica acompañada por una especie de fantasma (¡¿en serio?!) salía del castillo por la puerta principal, mientras que en las escaleras de descenso dos jóvenes, uno con gafas y brillantes ojos y otro con una bufanda tapándole la cara, charlaban animadamente. Aquella escena chocaba completamente con el aspecto frío y oscuro que tenía el exterior del castillo. ¿Vivirían esos chicos allí?

El joven Oswald siguió al Maestro hasta una enorme biblioteca, la más grande que el muchacho había visto jamás. Centenares de estanterías con miles de libros de todo tipo en ellas y unos enormes ventanales que permitían la entrada de luz natural directamente a la estancia.

Los que poblamos el Bastión Hueco somos también Caballeros de la Llave Espada, como los de la leyenda —el hombre invitó a Ban a sentarse en la silla de una mesa de estudio, mientras parecía buscar un libro entre las estanterías—. Ese arma que te entregué antes es una susodicha Llave. Tú también posees ahora una, en el fondo de tu corazón quizás lo notes; se trata de algo realmente único, pero también peligroso en manos equivocadas. Y desgraciadamente sabemos bien de quiénes son esas manos.

¿¡Qué!? ¿¡Yo también!?

Ban se llevó la mano al pecho, intentando asimilar la noticia. Era cierto que, si prestaba atención, podía notar una especie de cosquilleo en el pecho; pero no podía confirmar si se trataba del "poder" de la Llave Espada en él o el resultado de un día lleno de emociones. Aunque tenía que intentar mantener la mente abierta...

»Un mundo llamado Tierra de Partida tiene otro grupo de Caballeros de la Llave Espada. Fui yo quien dividió la Orden original tras percatarme de que los errores del pasado se estaban cometiendo una vez más; el exterminio de la oscuridad era inminente. Desde aquí buscamos un modo de equilibrar ambas fuerzas, sin que una supere a la otra, y el único modo funcional actualmente es apoyando a la oscuridad. Es el único método de salvación, Oswald.

Saavedra y Blackblood me hablaron de eso —comentó el muchacho, que ya había escuchado esas palabras antes—. Se supone que ese otro "bando" es demasiado radical con la luz, ¿no? Eso suena tan mal como estar obsesionado con la oscuridad. Creo. No puede haber uno sin lo otro, tienen que estar en equilibrio...o eso dicen siempre en los videojuegos.

El hombre siguió con la lección abriendo un libro y colocándolo en la mesa. En la página por la que estaba abierto se veía la imagen de una criatura conocida por el chico: una de esas hormigas negras.

Esto es un Sincorazón. Son la única defensa natural de la oscuridad; buscamos cómo dominarlos para esta batalla. Actualmente se encuentran completamente descontrolados entre los mundos, creando un caos sin parangón y obedeciendo a sujetos que no terminarán por ser dominados por la oscuridad que traen consigo. Los mundos nos necesitan más que nunca, Oswald.

Pues son la mar de majos —repuso el chico con ironía, recordando lo mal que se lo habían hecho pasar en los Juegos—. Estoy deseando hacerme amigo de ellos.

El hombre miró fijamente a los ojos de Ban, con semblante serio.

Puedes formar parte de algo más grande que los monótonos días de colegio en Villa Crepúsculo: puedes ser aquel que marque la diferencia entre el fin del universo y el comienzo de uno nuevo. Podrás visitar tu mundo cuando quieras, pero no puedes contarles a qué te dedicas. Yo mismo te acompañaré hasta allí y les explicaré que has sido ingresado en el Instituto Ryota para Jóvenes Talentos.

Eso sí que suena a cómic.

Pero había dado en el clavo. Ban llevaba demasiado tiempo resentido con su vida en Villa Crepúsculo. Con su familia, con su ciudad, con todo. Era demasiado aburrido y monótono, demasiado falso. A su familia no les importaba nada, seguro que a estas alturas ni se habían percatado de su desaparición; y los chicos de su edad solo pensaban en comer helado de sal marina y darse de palos en el struggle (justo lo que Ban más odiaba).

»¿Me aceptas a mí, Ryota, como tu Maestro?

Yo...yo...

Tenía ante él la oportunidad perfecta para cambiar su vida, para convertirse por una vez en el protagonista de sus videojuegos. Vivir aventuras en otros mundos, hacerse fuerte y respetado, y sobre todo ayudar a salvar el universo. Hacer lo que en el fondo siempre había soñado. Pero era todo tan bonito...que las dudas volvieron a surgir. ¿Y si era una trampa? ¿Y si acababa herido? ¡O muerto!

¡NO! Se acabaron las dudas.

Estaba harto de dudar y de pensar. El día de hoy había sido horrible, de los peores de su vida, pero merecía la pena intentar que se convirtiese en uno de los mejores. Ban Oswald tenía su respuesta. Apretó los puños con fuerza y le devolvió la mirada al hombre, con una decisión tomada.

»Será un honor ser su discípulo, Maestro Ryota.
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Ronda Final - Tengo un regalo para ti

Notapor Soul Artist » Mié Sep 04, 2013 7:46 pm

Ryota afirmó con la cabeza ante las palabras de aceptación de Ban. No sonrió ni mostró ninguna clase de alegría ante la realidad de tener un aprendiz más a su cargo.

Tenemos mucho que hacer, mi joven aprendiz —señaló el hombre mientras echaba a caminar de nuevo hacia la salida de la biblioteca—. Te enseñaré lo más básico antes de partir hacia Villa Crepúsculo: invocar tu arma siempre que lo necesites y usarla como vehículo volador. Con ella podrás trasladarte entre mundos.

El Maestro se quedó quieto junto a la puerta y observó de arriba a abajo al joven. Había algo especial en él, ciertamente; no era capaz de decir el qué, pero antes o después lo averiguaría. Entre todos los aprendices que había tomado quizás aquel resaltara especialmente, o quizás fallase como muchos otros antes. Pero sin una oportunidad no lo sabría nunca.

Una vez se unió a él salió después del joven de la biblioteca, cerrando la puerta tras de sí.

* * *

La MPD observó la ciudad digital bajo sus pies, desde su pasillo en el rascacielos más alto de todo The Grid. Reflexionó sobre los Juegos del Enjambre de aquel día, infinitamente más exitosos que la anterior edición; de eso no se podía quejar. Sin embargo, la huida de dos de los usuarios podía alarmar gravemente a la población, en especial a su líder, y tenía constancia de ello. Otro error así podría pagarlo muy caro.

La puerta de su despacho se abrió de lado a lado, dando lugar a dos guardias negros con los neones naranjas. El guardaespaldas personal de MPD se puso en guardia de inmediato, levantándoles su lanza, pero la mujer le hizo una señal para que se relajara; se dirigió a los agentes en silencio. Eran dos o tres cabezas más altos que ella, pero no tenía nada que temer.

Informe de los Juegos del Enjambre —exigió uno de los dos agentes de forma brusca.

Los usuarios han perdido. Nadie se ha levantado con la victoria: los seis jugadores han sido... Eliminados.

Existen rumores de que dos usuarios han escapado.

Negativo. ¿Adónde van a ir? —MPD rió sarcásticamente para sí misma, observando al segundo guardia que había hablado casi con desprecio—. Nadie escapa a los Juegos sin que yo lo sepa. Y si hubiesen escapado y estuviesen merodeando por la ciudad informaría a CLU de inmediato.

Los dos guardias no contestaron a la tajante respuesta de la mujer. Se limitaron a quedarse en silencio unos segundos procesando la información y, finalmente, dándola como válida. MPD no tenía más

¿Resultados del experimento?

Éxito. Podemos traer a cualquier usuario de cualquier mundo a partir de cualquier ordenador. Sin embargo tenemos ciertas limitaciones: necesitamos que el usuario esté de acuerdo y que tenga una potente conexión a la red. Sobre el primer punto estoy dedicando todos mis esfuerzos.

Bien. CLU se sentirá satisfecho con la información. MPD...

Caballeros...

Los dos programas abandonaron la sala en silencio, tras lo cual la mujer volvió a dirigirse hacia el fondo del despacho para seguir observando la ciudad. Su guardaespaldas se acercó a ella y se quedó al otro lado de la mesa digital situada en el centro de la habitación, de pie. MPD suspiró y comenzó a hablar en alto, observando al cielo mientras se llevaba las manos a la espalda.

No puedes huir de tu destino, usuario. Podrás correr, esconderte, pelear. Pero antes o después, vuelves al punto de inicio: tu partida se termina. Y vuelves a empezar. Así lo harás para nosotros, siendo nuestro pequeño sujeto de experimentos. Y ahora, prepárate. Porque lamentablemente para ti...

Un disco de información apareció sobre la mesa del despacho, el cual el guardia observó detenidamente. Se quitó el caso de su cabeza y tomó el objeto para inspeccionarlo más de cerca, interesado por lo que acababa de obtener. La MPC se giró y se acercó lentamente hacia su compañero, mientras leía las palabras grabadas en el disco: rol Vengador.

... Tengo un regalo para ti.

El guardia aceptó el presente de la MPD y pasó a colocárselo en la espalda, iluminándolo con intensidad. Los ojos del guardaespaldas brillaron con intensidad, recordando por qué estaba allí y por qué seguiría estando. Podía ser sujeto de experimentos, de pruebas, de lo que fuera, pero su vida había sido perdonada. Al contrario de lo que haría ella cuando encontrara a aquel que provocó todas aquellas desgracias para ella.

Antes o después daría con Ban Oswald. Y cuando lo hiciese tendría que contestar a la venganza de Martha Whedon.

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¡Perfecto! Has hecho muy bien tu trabajo como Jugador. Te has desenvuelto a la perfección ante las situaciones dadas ante ti y tu desenvoltura ha sido digna de mención. La única pega que veo en tus posts es que en las narraciones has tendido bastante a contar a tu modo lo que ya ha dicho el Game Master, creando una tendencia a la repetición muy notoria que hace que el transcurso del post se vuelva repetitivo con respecto al anterior. Por lo demás, ¡excelente! ¡Ban Oswald ha nacido!
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