[Ciudad de Paso] The Game Never Ends

por **LightHelco** » Lun Nov 23, 2015 10:29 pm

Lo primero que sentí tras que Julio volviera a transportarnos de un lado a otro fueron nauseas, pero también un gran mareo y un dolor de cabeza que no me permitía recordar muy bien lo que había pasado. Miré a mis compañeros esperando a ver a Maya y Fátima entre ellos y si, allí estaban las dos damiselas, sanas y salvas.

Aun estaba intentando recomponerme del cambio de mentalidad que había sufrido, por una vez en todo aquel tiempo, forzada por mí, cuando una enorme y blanca figura apareció ante nosotros. ¿Aquello era un Incorpóreo?

—¡Os esforzáis por evitar que el mundo se convierta en la utopía que merece ser! —pude escuchar resonar la voz de Andrei desde… ¿el interior del monstruo? —. ¡No permitiré que arruinéis de nuevo mi gran obra!

Vale, tenía muchas cosas que gritarle a ese condenado, pero en aquel momento estaba demasiado confundido y mareado como para recordarlas. Lo único que llegué a decir estuvo dirigido a mis compañeros.

—Se que suena raro, pero ¿Qué ha pasado en los últimos diez minutos?

Ninguno tuvo tiempo de contestarme, ya que entonces la criatura nos atacó con unos extraños rayos blancos y negros que pudimos esquivar por suerte, Light encargándose además de sacar a Julio de ahí debido a que el felino se encontraba bastante agotado. Posado en el sombrero del gato pude ver nuevamente la imagen de Joshua, explicándonos que aquel enorme Incorpóreo no pertenecía a Andrei, si no a los Villanos Finales, los cuales lo usaban como última defensa de la ciudad y ahora el gitano lo controlaba desde el interior.

—Al menos algo bueno vamos a sacar de esta batalla —sonreí preparando un hechizo de fuego de segundo nivel —. No solo vamos a acabar con ese malnacido de Andrei, sino que también vamos a dejar a los Villanos Finales sin su mejor arma.

—La magia no rebotará contra el gigante, así que dadlo todo. ¡Suerte! —nos informó por última vez Joshua antes de desaparecer.

Algo que nos venía bien saber, ya que lo último que me faltaba era recibir mi hechizo más poderoso rebotado. Pero ahora el que lo iba a sufrir era esa criatura y el hombre que había dentro de ella. Me quedé frente al Incorpóreo gigante con la bola de fuego en la mano, esperando que Andrei se centrara en mi como lo había intentado antes durante mi arrebato de locura, realmente no sabía cómo había acabado eso, así que tampoco perdía nada por intentarlo nuevamente.

—¡Andrei! —le grité al gitano —. Me importa poco el daño que me hayas hecho o vayas a hacerme, o que quieras usarme para sentirte lleno en tu venganza al no poder alcanzar a Joker. ¡Me importa poco todo! —declaré con el hechizo aun en la mano esperando que estuviese atrayendo su atención para que mis compañeros lo moliesen a palos —. Pero lo que no me importa es el daño que le has causado a mis amigos o el que hayas arrastrado a inocentes a esta locura solo porque se encontraban conmigo. ¡Si vas a vengarte, hazlo de forma correcta!

Y con aquel último grito y tras ver que Light y el resto habían atacado, disparé la gran esfera de fuego que era el hechizo Piro+ directo al pecho de la criatura. Tras eso, empecé a correr hacia un lado a la vez que cogía el sombrero, era hora de realizar unos cuantos trucos. Apuntando con el sombrero al Incorpóreo, hice que dos palomas blancas salieran de él con la intención de explotar en la cara del ser.

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por **Zodiark** » Mié Nov 25, 2015 6:28 am

—Gracias... —agradecí al compañero de Saeko y al ¿gato bípedo con botas y sombrero? que el acompañaba.

Mi cuerpo empezaba a calmarse y recuperarse. Lo tenía entumecido, pero el dolor había cesado y poco a poco iba recuperando la sensibilidad perdida, aunque seguía sin tener control sobre él. Aunque poco tiempo tuve para recuperarme por mí misma, porque antes de poder darme cuenta, otro intenso calambrazo me estaba recorriendo el cuerpo de arriba a abajo.

—¡¿Qué demonios haces?! —le gritaría al gato tras ver que era el causante de la descarga eléctrica justo después de ahogar un grito de dolor.

—Listo. ¡Muévete, chiquilla!

Moví los dedos, lentamente, y abrí y cerré el puño repetidas veces. Intenté mover los brazos y después las piernas. ¡Podía mover mi cuerpo! Había recuperado el control de mi cuerpo gracias al gato, así que le dediqué una sonrisa de agradecimiento y me reincorporé, preparada para unirme a la batalla contra Andrei.

No obstante, la masa de Incorpóreos me impidió lanzarme contra el gitano, al que por cierto le tenía muchísimas ganas. En su lugar, tuve que quedarme en el sitio, defendiéndome con mi Pétalo de Hada de los ataques de aquellos seres.

—¡Que no escape! —Una voz familiar resonó por la sala, emitida por un altavoz. Al fijarme, comprobé que, efectivamente, Andrei estaba intentando huir—. ¡Los nanobots están programados para explotar y mataros por dentro si intentáis salir de Ciudad de Paso! ¡Si Dex Rain se marcha, os dejará encerrados en este mundo con los Villanos Finales tras vosotros! ¡Corred!

¿Nanoqué? ¿Dex Rain...? ¿De qué hablaba?

En cualquier caso, parecía que estábamos en problemas...

—Soy Julio. Dejad las explicaciones para luego —dijo el gato, mirándonos a Fátima y a mí. Era obvio que durante nuestra estancia en aquel lugar, nos habíamos perdido muchas cosas—. Lo único que necesitáis saber es que no os podrá volver a controlar de nuevo, al menos por ahora. ¡En marcha, cachorros!

Asentí con la cabeza y di un par de estocadas para aniquilar a un grupo de Incorpóreos, y seguí a mis compañeros hacia la salida. Durante nuestra carrera por la guarida, pasamos junto a la habitación donde habíamos sido capturadas, en la que Crow y Clío seguían tumbados, inconscientes. Frené en seco y clavé la mirada en los dos, jurándome a mí misma que en cuanto acabásemos con Andrei volvería a por ellos, y retomé la carrera cuanto antes, pues mis compañeros seguían persiguiendo a Saavedra a toda prisa, y los Incorpóreos no nos daban tregua.

No tardamos mucho tiempo en alcanzar la puerta que, suponía, nos sacaría de allí. Pero como siempre no iba a ser todo tan fácil. Un temblor que me hizo perder parcialmente el equilibrio sacudió el suelo, y cuando me reincorporé pude vislumbrar unas espantosas grietas en las paredes que no indicaban nada bueno. Di dos pasos hacia atrás, y miré a mis compañeros asustada.

—¡¡Cuidado!!

Noté cómo algo tiraba de mí y me succionaba. Durante una fracción de segundo, la imagen de la Maya virtual cayendo en un pozo oscuro que la llevaría directamente al Exilio me pasó por la mente, haciéndome temer lo peor. Aquella sensación... ¿Estaba a punto de revivir aquello...?

Por suerte, pronto me percaté de que no. A pesar de las fuertes náuseas y la sensación de agotamiento que tenía, estaba aliviada por ver que todos nos encontrábamos salvos y sanos en las calles de Ciudad de Paso.

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Ni siquiera tuvimos tiempo de hablar y ponernos al día antes de seguir con la búsqueda de Andrei. Un estruendoso ruido a nuestra espalda nos llamó la atención y nos hizo girarnos, sólo para ver a la enorme bestia que se alzaba frente a nosotros.

—¿Q-Qué es eso...?

Por su color grisáceo, pude deducir que se trataba de un Incorpóreo, el más grande y tenebroso que jamás había visto. Lo observé de arriba a abajo, intimidada por su tamaño, con mi Llave Espada en ristre. Me sentía perturbada, ya que a pesar de no tener rostro, notaba cómo la criatura nos observaba, impasible, cómo clavaba su mirada sobre nosotros.

—¡Os esforzáis por evitar que el mundo se convierta en la utopía que merece ser! —La voz de Andrei resonó por toda la calle, y claramente podía apreciarse que provenía del interior del Incorpóreo gigante—. ¡No permitiré que arruinéis de nuevo mi gran obra!

—Asqueroso tarado...

Esquivé el ataque del Incorpóreo por los pelos, rodando hacia un lado, y observé a mis compañeros, especialmente a Julio, para saber cuál era el plan.

—Ese incorpóreo era el arma secreta que El Emperador guardaba como defensa de la ciudad. Ahora Andrei lo controla desde su interior.

—¿Así que este bicho es cosa del maldito Palamecia...? —pensé en voz alta tras suspirar, enojada, sin prestar demasiada atención a la voz, cuyo origen desconocía.

Una extraña imagen surgió del sombrero de Julio, despertando, esta vez sí, mi curiosidad. Sobre todo, al percatarme de que la imagen era ni más ni menos que Joshua.

»Clío y Crow están bien, no os preocupéis —dijo el chico, justo cuando estaba a punto de saludarle, como quien saluda a un viejo amigo, interrumpiéndome—. Concentraros en derrotar al incorpóreo gigante. Dex Rain tiene muchos recursos, pero es débil físicamente: sabe que no puede contra todos vosotros a la vez. Está jugando su última carta.

De nuevo aquel nombre... ¿Dex Rain? ¿Se refería acaso a Andrei?

—¿Y qué hay de Neku y Shiki?

—Pero este alboroto no pasará desapercibido para los Villanos Finales. Debéis daros prisa, o los tendréis a todos aquí en menos que canta un gallo. Os ayudaré... En un minutito...

Por supuesto, los malditos Villanos Finales aparecerían en el peor momento para tocarnos las narices, como siempre. Aquella batalla llamaría la atención de toda la ciudad, cuyos ciudadanos alertarían sin tardar a los Villanos Finales. Era una batalla a contrarreloj.

—La magia no rebotará contra el gigante, así que dadlo todo. ¡Suerte!

—Genial —contesté con una sonrisa confiada en el rostro, preparando mi primer hechizo.

Julio no iba a poder ayudarnos, estaba demasiado agotado, y mucho menos Joshua, así que era cosa de nosotros seis. Allí estábamos, de nuevo frente a frente contra Andrei, mientras el tiempo se nos echaba encima. No iba a ser una batalla fácil.

Alec se propuso llamar la atención del gitano hablándole directamente, y los demás se comenzaron a mover rápidamente para actuar. Sin perder tiempo, lancé un hechizo Libra al Incorpóreo, pues contra un enemigo así sería conveniente conocer sus puntos débiles.

Acto seguido, y con la Pétalo de Hada por delante, me deslizaría a toda velocidad hacia una de sus piernas, mientras Light se lanzaba a por la otra, y le propinaría un contundente Aturdidor que esperaba que pudiera hacerle perder el equilibrio. A continuación, volvería atrás, alejándome del Incorpóreo, dando un par de saltos para así evitar que me intentara pisar o que, si perdía el equilibrio, cayera sobre mí.

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por **Astro** » Mié Nov 25, 2015 9:18 pm

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Los seis aprendices se lanzaron al ataque, iniciando su ofensiva sin esperar ni un momento. Cada uno con un objetivo, los hechizos y habilidades golpeaban al Penumbra Espinosa que parecía tener problemas para lidiar con tantos oponentes a la vez.

Primero los hechizos de Simbad, Saeko, y Alec impactaron en el pecho y cabeza del incorpóreo, dañándole pero sin llegar a desestabilizarlo. Pero los golpes a las piernas por parte de Light y Maya, y sobre todo las habilidades que utilizaron, acabaron consiguiendo que perdiera el equilibrio, momento que Fátima aprovechó para lanzarle un Dragón de agua potenciado por su estilo, que tumbó a la criatura plateada.

Hubo un instante de tenso silencio, porque la criatura no se movía del sitio, tirada en el suelo. Pero cuando el primer aprendiz se atrevió a acercarse demasiado, ya fuese para atacar a la Penumbra o simplemente para observarla, provocó que el gigante girara sobre si mismo como una hélice, contorsionándose y barriendo el suelo con sus extremidades.
Alec, Fátima, y Light (éste último por los pelos) tuvieron los reflejos necesarios para reaccionar a tiempo y esquivarlo de un salto, pero los otros tres aprendices —Simbad, Saeko y Maya— salieron volando por el impacto, chocando contra la pared del edificio más cercano y sufriendo daños considerables.

La Penumbra Espinosa recuperó su forma normal, en pie de nuevo, y no tardó nada en volver a atacar a los tres portadores que estaban en pie: estiró sus brazos a una velocidad de vértigo como si fuesen de goma, embistiendo con ellos a Fátima y Light. Ambos pudieron bloquear el golpe a tiempo con sus Llaves Espadas, pero no pudieron evitar que la fuerza del impacto les empujara hacia atrás unos cuantos metros.

Alec fue el único que quedó en pie frente al incorpóreo... Pero eso era lo que quería Dex Rain. Unas espinas de energía, similares a las que habían sido lanzadas al principio como ataque, envolvieron al brujo, sujetándole por los brazos y las piernas y elevándole por el aire formando una "X" con su cuerpo. Puede que si Alec hubiese tenido más fuerza pudiese haberse liberado de sus ataduras, pero no fue el caso. Antes de poder conjurar algún hechizo que le salvara, la Penumbra le aplastó con ambas manos como quien aplasta a una mosca, causándole unos daños horribles. No satisfecho, le estampó contra el suelo con violencia.

Los demás aprendices ya se habrían recuperado para entonces, pudiendo observar la escena mientras corrían a reincorporarse al combate. El incorpóreo elevó los brazos al cielo, empezando a formar una gigantesca esfera de energía blanca y negra, con espinas en su interior interior, y que indicaba que era una habilidad que se estaba cargando para rematar a Alec. Quien, tirado en el suelo, todavía podía reaccionar al haber desaparecido sus ataduras, aunque su condición física era lamentable y le resultaría imposible echar a correr por el dolor, aunque sí contraatacar desde su posición.

Aquella podía ser su oportunidad, aprovechando la fijación de Andrei por Alec, para acabar por todas con el incorpóreo y sacar al gitano de su escondite. Sin embargo, si fallaban, las consecuencias podían ser devastadoras, sobre todo para Alec. Aunque un dato positivo fue que tanto Alec como Fátima recibieron un éter, que apareció de forma digital en sus manos. ¿Obra de Joshua, tal vez?

Y los Villanos Finales podían llegar en cualquier momento...

Imagen

Datos aportados por Libra para Maya:

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Fecha límite: sábado 28 de noviembre.

*Los dos con menos PH del grupo han recibido un Éter como ayuda de Joshua.
*Al ser una ronda de combate pura y dura pongo una fecha límite corta, si alguno tiene problemas para cumplirla y necesita más días que me lo comente.

por **Light** » Vie Nov 27, 2015 12:45 am

El grupo se dispersó y atacaron diferentes partes de su cuerpo. La jugada les salió muy bien y lograron hacerle llegar sus ataques. Light, decidido, cargó contra su pierna con todas sus fuerzas y le cortó con una Brecha lunar. Con la ayuda de Maya consiguió que perdiera el equilibrio.

Y luego recibió el potente hechizo de Fátima, que le derribó al suelo.

—¿Ya está? —No estaba nada seguro. ¿De verdad era el arma secreta de los Villanos Finales? No podía ser su fin, imposible. Incluso los otros Incorpóreos menores les habían dado más problemas.

Su enemigo no respondió en un primer momento. Tampoco desapareció, así que no podía asumir que habían acabado con él. Light no tuvo reparos en acercarse para darle el golpe de gracia.

No pudo. Los extraños movimientos de aquel ser le pillaron por sorpresa y le obligaron a retroceder: era mucho más elástico y ágil de lo que se había imaginado. Tras girar sobre sí mismo, se dispuso a aplastarles con sus extremidades. Pero, aunque le sorprendió, no le llegó a tocar por los pelos. Light reaccionó a tiempo y esquivó el ataque de un salto. Maya y otros aprendices no tuvieron tanta suerte desgraciadamente…

«¡Joder!», su fuerza no podía ser subestimada, eso lo tenía muy claro (sus compañeros habían salido volando por el impacto). Light se mordió el labio inferior, esperaba que estuvieran bien.

No tuvo mucho tiempo para descansar porque volvió a verse en peligro. Penumbra Espinosa intentó golpear a Fátima y a él con sus brazos elásticos, pero fracasó: lograron interponer sus Llaves Espada y resistir el impacto. Light, con los músculos tensos, apretó los dientes mientras se protegía con su arma.

El ser les empujó varios metros gracias a su tremenda fuerza, aunque por suerte no les hizo demasiado daño.

«Sí que es fuerte, sí».

Light, que seguía con molestias en la espalda, se reincorporó. No tardó en volver a la carga: corrió con decisión hacia el Incorpóreo. Aquel monstruo había dejado a su amigo Alec hecho polvo y si no hacían nada para detener su siguiente habilidad, una esfera de energía, podrían lamentarlo.

Se bebió un éter mientras se acercaba al gigante. Ya estaba preparado para acometer otra vez. En cuanto Maya le diera cierta pista, asentiría.

«¿La cabeza? Ya… veo».

Se imaginaba lo que quería decirle.

«Necesito tu poder», pensó en una amiga y activó el susodicho poder. El tatuaje de su espalda (oculto tras sus ropas) se iluminaría y su Nexo con Nadhia empezaría a funcionar, otorgándole poderes que no podría obtener de otra forma:

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Su estrategia consistiría en invocar las Alas del Solsticio y emplearlas para volar. El improvisado ángel se aproximaría a la cabeza del enemigo mientras Maya le molestaba con su ciclón (a ser posible). Procuraría no interponerse en las posibles magias de sus compañeros y, por supuesto, no perdería de vista los movimientos de su contrincante. Ni la bola mágica, de seguir ahí.

Después, enviaría una Brecha lunar directa a su punto débil, a la cabeza. Usaría esta técnica aunque no lograra acercarse por cualquier motivo. Prefería ejecutar un ataque a corta distancia que arriesgarse a fallar desde lejos por su mala puntería.

Acto seguido se alejaría de aquella criatura, preparado para bloquear y evadir. Permanecería en el aire hasta que las alas desaparecieran: su intuición le decía que ahí estaría más seguro que en tierra. Si los ataques de sus compañeros no bastaban para ponerle fin, le machacaría la cabeza a base de contundentes golpes.

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por **Suzume Mizuno** » Sab Nov 28, 2015 5:20 am

Su ataque, que vino detrás del de todos sus compañeros, hizo caer al Incorpóreo. Fátima aguardó unos segundos, inflamada de poder, y haciendo un gran esfuerzo por quedarse quieta, maldiciendo por tener tan poca magia.

Entonces vino el golpe. Fátima consiguió saltar y rodar en el último segundo para evitar que las extremidades de la criatura la barrieran. Después el Incorpóreo se incorporó y continuó atacando con redobladas fuerzas. Por suerte, tuvo los suficientes reflejos para interponer la Llave Espada antes de que uno de los brazos del monstruo, que se alargaron con una elasticidad casi imposible, la destrozara, aunque no pudo evitar perder terreno y ser empujada varios metros atrás.

Levantó la vista justo a tiempo para ver cómo el Incorpóreo aplastaba a Alec entre sus enormes manos. Se quedó sin aliento y no supo cómo reaccionar, completamente paralizada. El chico se desplomó en el suelo y el monstruo alzó las manos, donde comenzó a acumularse una inmensa cantidad de energía oscura. Tardaría unos segundos en cargarla por completo.

¡Tenía que detenerlo, tenía que aprovechar la apertura, tenía que…!

En sus manos apareció algo. Un éter. No se detuvo a pensar cómo era posible. Lo bebió de un trago y la magia volvió a estallar en su interior. Sus ojos resplandecieron con fuerza.

Light desplegó las alas de luz y se arrojó hacia lo alto, buscando atacar la cabeza del Incorpóreo. Le pareció tan buena idea como cualquier otra. Decidió ganarle un poco de tiempo. Corrió hasta hallarse a una distancia aceptable, donde el ser no pudiera aplastarla pero a ella no le resultara difícil controlar su poder e invocó un nuevo Dragón de Agua que mandó directo contra la cabeza de su enemigo —con cuidado para no hacer daño a Light ni tampoco interrumpir el ataque de alguno de sus compañeros—, con la esperanza de hacerle perder una vez más el equilibrio o, al menos, romper su concentración.

«¡Vamos!»

Después, rodeando al Incorpóreo y corriendo con todas sus fuerzas, esperó a ver el resultado de los ataques de sus compañeros. Si lograban detener o derrotar al enemigo, aguardaría para ver qué sucedía con Andrei. Si este salía del Incorpóreo y trataba de atacarlos, arremetería con su ataque final Marea para detenerlo. En caso de que no se moviera o Andrei no se mostrara agresivo, esperaría y reservaría fuerzas. Sabía que podía necesitarlas si llegaban los Villanos Finales.

Si el Incorpóreo todavía les amenazaba, activaría Marea, acercándose todo lo posible para asegurarse de que fuera efectivo y no hubiera forma de fallar.

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Canal de youtube · por **xXOrbOOkXx** » Sab Nov 28, 2015 9:56 pm

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El golpe me dejó sin aire. Ciudad de Paso dio tantas vueltas como dio mi cabeza al impactar contra el edificio. Una parte de mí quería quedarse allí, en el suelo, escuchando las voces y gritos de batalla, alejándose de la realidad. La boca me sabía a sangre. Habíamos subestimado a nuestro adversario, y lo estábamos pagando con huesos rotos.

«Cuán efímera es la vida y cuán intenso el dolor», pensé. Genial, la contusión había hecho que se me ocurrieran palabras poéticas en medio de una batalla. Definitivamente no estaba en mis cabales.

Pero aún así me levanté. Apoyándome en el mismo muro que irónicamente había sido ser nuestra perdición. Con alarma, observé que el potingue de Julio se había desprendido y el estómago sangraba de nuevo, pero no le encontraba por ninguna parte. Tendría que aguantar un poco más.

Todos alcanzamos a ver el horror que había hecho el Incorpóreo con Alec. Le había inmovilizado con una X de luz mortífera, y tras eso le había aplastado con sus grandes manos. Comenzó a cargar un hechizo para rematarlo del todo, y pensé una vez más en lo cruel que una sola persona podía llegar a ser. Mis compañeros no perdieron más tiempo y yo tampoco. Si los Villanos Finales aparecían, estaríamos perdidos.

Hubiera estado bien una estrategia antes de lanzarnos al ataque de nuevo, como por ejemplo, recolocarnos cada uno desde una posición diferente, pero evidentemente no había tiempo para cháchara. Además, estaba seguro de que todos nos habíamos percatado de que el ataque de agua de Fátima había causado que cayera, y este iba dirigido a la cabeza. Parecía ser el centro de daño.

Light y Fátima se lanzaron al ataque con hechizos que jamás había visto, y que definitivamente mostraban todo su poder. Por mi parte, e ignorando el agujero y el dolor que me producía cada mínimo movimiento, corrí hasta la parte izquierda de nuestro adversario. Pensé en curar a Alec con un hechizo Cura, pero a penas llegaba a verle desde mi posición, y tampoco hubiera servido de mucho. Tampoco podía lanzarle la poción, dado que estaba inmovilizado no hubiera podido bebérsela.

Por tanto, lo dejé todo en manos de mi magia, desgraciadamente no tan poderosa. Invoqué dos hechizos Perla para empezar dirigidos a su cabeza, intentando no superponer mis ataques a los de otros compañeros e interrumpirlos. Si el grandullón dejaba a Alec e intentaba atacar a cualquiera de nosotros, invocaría un Quasar para intentar ralentizarlo y así poder esquivarle mejor.

Tras lanzar los hechizos Perla, correría rápidamente al flanco derecho, corriendo por la parte de atrás del objetivo. Desde esa posición, lanzaría dos Electros hacia la cabeza de nuevo. Una vez acabados esos ataques, intentaría alejarme lo más posible, intentando evitar un ataque como el anterior. Intentaría apuntar con toda la certeza posible para no dañar a Light que se encontraba suspendido en el aire.

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por **Tsuna** » Lun Nov 30, 2015 11:51 pm

El enorme incorpóreo terminó por caer ante nuestros ataques, derrotado. Todavía con el arma en mano, insegura, me acerqué un poco a él, esperando que empezara a desvanecerse o que dejase al bautizado Dex Rain de nuevo en libertad. Pero no fue así.

Todo pasó demasiado rápido y antes de darme cuenta la mejilla ya me ardía por el potente manotazo que me había pegado encima. Salí despedida por los aires, liviana como una pluma, hasta chocar contra la pared más próxima. El golpe me arrebató el aliento por completo. Y eso no era lo peor, claro que no, sino la extraña forma que tenía de moverse. Era casi antinatural que pudiese estirarse y girar de aquella forma.

Sentí el líquido emanar de nuevo desde mi estómago, llevé los dedos hasta allí temiendo lo peor. Y así fue.

—Ugh... —expresé con amargura, intentando ponerme de nuevo en pie.

Pero pronto comprobé que no me había llevado la peor parte. Distinguí por el rabillo del ojo a Fátima y Light intentando resistir unos potentes golpes del incorpóreo, y luego... Alec. Nuestro compañero de Bastión Hueco recibió una paliza monumental, hasta el punto de que cuando cayó al suelo todo mi cuerpo se echó a temblar. Eso me dolió hasta a mí, y parecía que Andrei se estaba tomando sus palabras al pie de la letra; pensaba vengarse.

Desvié la vista buscando a Simbad, comprobando que todavía podía mantener el ritmo de la lucha. Suspiré aliviada, alivio que no me duró mucho al percatar la enorme esfera de energía que estaba materializando aquella bestia sobre sí misma: se me encogió el estómago. Apuntaba hacia Alec, pero estaba convencida de que aquel impacto nos iba a barrer a todos por igual.

Todos nos pusimos en movimiento, y recordando lo que había sucedido con anterioridad, busqué la pierna donde Light ya le había golpeado. Suponía que tendría esa zona herida, y aunque no fuese tan bruta como el otro aprendiz, sí tenía mis trucos bajo la manga. Corrí hasta dicha zona, invocando un Mayal helado en mis manos. Era de las primeras veces que utilizaba la habilidad, no estaba acostumbrada al frío penetrante que ahora me recorría el brazo, ni al tremendo gasto mágico que suponía, pero procuré mantenerme centrada y aguantar la presión.

—Julio, ¡sácalo de ahí! —logré exclamar a Julio desesperada, intentando encontrarlo con la mirada. ¿Porque seguía por allí, verdad? En todo caso me aseguré de señalar a Alec, que parecía estar recibiendo ayuda de Maya.

Exhalé una bocanada de aire antes de continuar, cogiendo fuerzas, y enarbolé mi arma fabricada con hielo para asestar un fuerte golpe en la misma zona que antes le había hecho perder el equilibrio, efectivamente, donde Light ya le había golpeado, liberando una nube de cristales helados que cayeron repartidos por el suelo. Alcé la vista hacia arriba, todo en cuestión de segundos y demasiado rápido, y al ver cómo se centraban en golpear su cabeza, el supuesto punto débil del incorpóreo, supe que no podía perder aquella oportunidad.

Giré sobre mis talones, exclamé, y maniobrando con mis brazos invoqué mi Llave Espada en la libre, liberando de pasada un Tajo oscuro. Luego desmaterializaría el arma y retrocedería de un salto. Rebusqué en mis bolsillos a toda prisa la poción que me quedaba, y me la llevé a la boca.

¡Maldita la katana que me había atravesado!

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por **LightHelco** » Mar Dic 01, 2015 1:14 am

Y tras nuestros ataques, el Incorpóreo cayó como un tronco al suelo. ¿Habíamos ganado tan fácilmente? No podía creerme que el arma definitiva de los Villanos Finales hubiese caído ante seis aprendices de nada, pero tampoco iba a quejarme, ya que eso significaba que íbamos a poder agarrar a Andrei y detener sus planes para siempre.

Pero en cuanto se acerco un poco Saeko a él, vi lo equivocado que estaba sobre el estado del ser. El monstruo giró sobre si mismo barriendo a mis dos compañeros de Bastión Hueco y Maya. Yo pude esquivarlo a tiempo con un salto al igual que Light y Fátima, pero estos dos recibiendo seguidamente otro ataque que los tiró a un lado.

—¡Chicos, aguantad! No puede quedarle… oh, maldita sea.

Despacio, me giré hacia el Incorpóreo dándome cuenta de lo que había hecho. Su objetivo no había sido causarnos daño, solo quitarse a mis compañeros de en medio. Antes de poder huir, unos nuevos rayos blancos y negros me envolvieron y elevaron hasta dejarme a la altura de la cabeza del monstruo, con mis extremidades inmovilizadas.

Forcejeé a la desesperada intentando liberarme, sabiendo incluso que si me caía a esa altura iba a hacerme bastante daño, pero fijo que era menor a cualquier cosa que pudiese hacerme el Incorpóreo. Y claro que habría sido, lo supe bien claro en el momento en que las dos manos del ser me aplastaron en una fuerte palmada dejándome sin aliento. Un nuevo golpe para lanzarme contra el suelo donde sentí que iba a desmayarme en cualquier instante. Casi no podía moverme, quizás tuviese la mitad de mis huesos rotos… y Andrei aun no había terminado conmigo.

Pude ver una especie de esfera en las manos del monstruo, un ataque final que no iba a conseguir esquivar a tiempo. Intenté levantarme poco a poco cuando sentí que algo caía enfrente de mí: un Éter. No dude en cogerlo con una mano que temblaba como nunca y tras abrirlo con bastantes dificultades, bebérmelo para al menos así recuperar mi magia… la cual esperaba que no se viera afectada por el estado en el que había acabado.

—¡No… pienso dejar que… me mates! —gruñí apuntando con mi mano al monstruo y lanzando nuevamente un hechizo Piro+ contra él.

Justo tras lanzar mi ataque llegó Maya usando su magia curativa para que recuperase las fuerzas y dejara de sentirme tan aplastado.

—Gracias —le dije pudiendo en esta ocasión ponerme en pie con algo de ayuda y preparé un nuevo hechizo de fuego, ahora conocedor del punto débil de nuestro enemigo gracias a la información de la brujita — ¿Cabeza, no? Entonces le voy a dar una jaqueca de las buenas. ¡Piro! —bramé usando un segundo Piro+ contra la cabeza del Incorpóreo esperando que incluso le llegara a quemar a Andrei, a ver si él le gustaba que le dieran hasta en el carnet de brujo.

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por **Zodiark** » Mié Dic 02, 2015 8:30 am

—Agh, maldición... —me quejé, frotándome la nuca mientras me reincorporaba tras el fuerte golpe que me había dado por culpa del coloso.

Por suerte, habíamos logrado tumbarle, y aunque aquello había jugado en nuestra contra, sabíamos al menos que teníamos la fuerza suficiente para hacerle frente. Además, gracias a mi hechizo Libra, conocía su punto débil.

—¡Alec! —llamé a mi compañero al ver que el Incorpóreo gigante cargaba una inmensa bola de energía en sus manos, que no dudaría en usar para aniquilarle.

Me apresuré a lanzar un hechizo Cura a Alec para sanar sus heridas, pues parecía bastante debilitado, y no perdí tiempo en hacer saber a mis compañeros cuál era el punto débil del Incorpóreo. Les observé, y con un movimiento de la cabeza, señalé al coloso, y acto seguido me señalé mi propia cabeza con un dedo, para intentar hacerles entender que esa era su debilidad, optando así por no decirlo en voz alta para aprovechar que Andrei estaba distraído con Alec y no llamar su atención.

Era hora de moverse, y Light se puso en marcha el primero. Apunté con la Pétalo de Hada a la cabeza de Penumbra Espinosa y conjuré un Ciclón de Hojas con todo mi poder para cegarlo parcialmente y confundirlo, y así dar a los demás la oportunidad de darle por sorpresa.

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por **Astro** » Sab Dic 05, 2015 9:10 pm

La lluvia de habilidades golpeó al Penumbra Espinosa por todas direcciones, y la gran mayoría en la cabeza. El gigantesco incorpóreo se tambaleó, todavía cargando su esfera de energía, pero el último impacto fue demasiado para él y su ataque estalló, cegando a todos los aprendices momentáneamente.

Un rugido de rabia y desesperación se oiría por todo el distrito mientras recuperaban la vista. Andrei Saavedra, o Dex Rain como prefería llamarse ahora, se mantenía en pie a duras penas, con las piernas temblándole y la cara pálida. Ya no quedaba rastro alguno del gigante plateado que usó para esconderse.

—N-no es posible. Mi plan era p-perfecto —balbuceaba, intentando dar unos pasos al frente, aunque parecía estar apunto de caerse al suelo redondo en cualquier momento—. Mi utopía, mi sueño... ¡¡¿POR QUÉ?!!

Hizo aparecer un mazo de cartas a toda velocidad, con un movimiento amenazante, pero antes de que pudiera llegar a atacar las cartas empezaron a resbalarse de su mano y caerse al suelo. Hizo el ademán de volver a intentarlo, pero sólo consiguió que se le cayesen todas. No tenía fuerzas para luchar, era evidente. Al final, se dejó caer de rodillas al suelo con la mirada, tan vacía que daba miedo, clavada en el infinito.

Los aprendices habían ganado.

—Se acabó. Game Over.

Joshua apareció de nuevo en escena, y aunque su cuerpo seguía siendo holográfico al menos ahora tenía su tamaño normal y no parpadeaba tanto como antes. Observó a Andrei con una mueca de desagrado, antes de chasquear los dedos y producir en los jóvenes una sensación que todos habían experimentado antes.

—Todo tuyo, Julio.

Los aprendices no podían moverse, de nuevo. Podían hablar, pero de cuello para abajo sus cuerpos no les respondían. En esa condición, no pudieron hacer nada para evitar lo que sucedió a su alrededor: el gato con botas apareció frente a Andrei, y tras mirar de reojo a los cachorros, se limitó a quitarle el brazalate (que flotó hasta Joshua) a un Andrei que no opuso resistencia alguna y a teletransportarse con él, desapareciendo de la vista de todos con el incorpóreo.

—Lo siento, pero formaba parte del trato que hice con él para colaborar juntos —explicó, tras chasquear los dedos y devolver la libertad de movimiento a todos—. Tanto la Federación como él temían que vuestras órdenes, o vosotros mismos, os tomarais la justicia por vuestra mano u os dejaseis llevar por venganzas personales.

Dirigió una mirada significativa a Alec, y después a Fátima. Pero no hubo ocasión para la conversación ni los reproches, porque una risa histérica resonó desde las puertas del Distrito 4. Una risa que algunos reconocerían con facilidad: Kefka se acercaba, y seguramente no iría solo.

»Debéis marcharos de Ciudad de Paso ahora, he desactivado del todo vuestros nanobots. Yo me ocupo de Neku, Clío y los demás, pero no podré hacer nada por vosotros si os atrapan. —La puerta del Distrito 5 se abrió según hablaba, y les hizo una seña para que empezaran a correr hacia allí—. Hay una cápsula de escape esperándoos, ¡corred!

No hubo opción de réplica: Joshua se desvaneció entre datos y a los lejos ya podía verse la silueta de Kefka, acompañado al menos de los cuatro archidiablos y una extraña silueta voladora con una larga melena plateada (que sería muy familiar para Alec y Maya). Por no mencionar un grupo de vecinos de Ciudad de Paso pobremente armados. Ninguno estaba en condiciones de enfrentarse a semejante grupo, por lo que no les quedó otro remedio que hacer caso a Joshua y buscar la cápsula de escape en el distrito 5.

Fue fácil de encontrar, aunque era un poco pequeña para seis personas y tuvieron que apretujarse un poco. Cuando el último estuvo dentro, cualquiera pudo apretar el botón rojo de lanzamiento y activarla: la nave salió disparada hacia el intersticio, esquivando a toda velocidad las defensas de los Villanos.

Dejaban Ciudad de Paso atrás. El Reaper's Game había terminado en victoria.

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El viaje fue corto, pero endiabladamente incómodo. La cápsula no era nada estable, y no ayudaba a aquellos que tenían heridas: de hecho las empeoraba. Por suerte tras diez minutos acabaron llegando a la nave principal de la Federación Galáctica: el Transporte Penitenciario Durgon.

Rodeados de alienígenas, y al parecer todo bajo las indicaciones del detective Gatstantino (alias el Gato con Botas), fueron llevados a un hospital de urgencia donde les trataron sus heridas y directamente les pusieron a dormir para que se recuperasen.

Durante el sueño, los recuerdos volvieron. El cómo habían acabado siendo atrapados por Dex Rain: aquella mañana, habían coincidido como los únicos aprendices que se encontraban entrenando en el gimnasio. De repente, un moguri había entrado en la sala gritando que Ronin (o Ryota, dependiendo del lugar) tenía una misión muy urgente, pero al acerarse el moguri estalló liberando una nube de polvo blanco que les dejó inconscientes. Poco tardarían en deducir que había sido una copia digital de Andrei, infiltrada en el castillo para capturarles.

Horas después, cada trío de aprendices despertaron en habitaciones separadas según el bando al que pertenecían (al fin y al cabo, estaban en guerra), vestidos con pijamas de hospital con demasiadas mangas y completamente sanos. Según les informaron, habían eliminado cualquier rastro de los nanobots de sus cuerpos, y algunos lo podrían notar en seguida: la conexión de Light con su eidolón se había restablecido al despertar, así como la de Alec con su gata.
Lo malo fue que les obligaron a permanecer allí encerrados hasta que todo se resolviese, lo que no tardó mucho cuando una hora escasa después unas caras conocidas entraron en las habitaciones:

―¡Oh, por todos los dioses, menos mal que estáis bien! ¡No me lo habría perdonado!

Ariasu entró hecho un manojo de nervios a la habitación de Bastión Hueco, abrazando uno por uno a sus aprendices con tanta fuerza que casi les partió la columna. La maestra tenía una pinta horrible: lagrimones en los ojos, el sombrero mal colocado, estaba despeinada y tenía unas ojeras enormes. Y no venía sola: Gengar e Ilana también entraron en la habitación para reunirse con sus respectivos dueños.

Por otra parte, los de Tierra de Partida...

―Qué orgullosa estoy de ti. ¿Cómo te encuentras? ―Lyn examinó a Fátima de arriba a abajo con detenimiento, asegurándose que al menos estuviese bien físicamente―. Ese desgraciado...

―Relájate, Lyn, los chicos están bien. ¿Verdad, Light? Sois más duros de lo que se piensan ―comentó Ronin, dándole una fuerte palmada a su aprendiz en la espalda―. Pero sentimos mucho que os secuestrasen y no haber podido encontraros antes.

―Ni siquiera sabíamos dónde... buscar. ―Kazuki bostezó ampliamente, sentándose en el borde de la cama de Maya. Del interior de su capa sacó el sombrero de la chica, sin un rasguño alguno y totalmente limpio, y se lo ofreció con una sonrisa―. Lo encontré entre, em, tu ropa rota y lo arreglé un poco. ¿Estás bien, Mala?

Tanto Ariasu como el trío de maestros de Tierra de Partida pusieron al día a los aprendices sobre la situación actual: Andrei Saavedra, Dex Rain, como quisiera llamarse, se encontraba en la zona de máxima seguridad de la prisión, por acuerdo entre la Federación y ambas órdenes de la llave espada. Aunque por la cara que puso Ariasu al comentarlo, no le hacía mucha gracia.
Los seis aprendices estaban limpios de cualquier rastro de tecnología del Reaper's Game, y podrían volver a casa en cuanto contestasen a unas preguntas de parte de la Gran Consejera. Tuvieron que vestirse a toda prisa (cada maestro se había asegurado de traer ropa limpia para su aprendiz) y acudir uno por uno hasta un despacho para relatar su experiencia en el endemoniado juego a un alien de aspecto serio. Tanto el maestro correspondiente como Julio (que parecía estar más dormido que despierto) estuvieron presentes durante la entrevista.

No hubo presión. Cuánto quisiera contar cada uno, dependía de ellos.

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Cuando las seis entrevistas acabaron, aprendices y maestros se reunieron en el gran hall de la nave para despedirse de la Consejera. Se notaba el ambiente tenso al juntarse ambos bandos, y Ariasu le sacó la lengua varias veces a Kazuki cuando este no miraba (aunque Lyn la pilló en una ocasión y a poco estuvo de abalanzarse sobre ella).

—Esperad un momento, por favor.

Julio Gatstantino Tercero, el detective que les había ayudado durante el juego, apareció corriendo justo antes de que se fueran.

—Me han dado permiso para llevaros a verle. A Dex Rain. —Se rascó la barbilla, pensativo, mirando de reojo a los maestros—. Es lo mínimo que puedo hacer tras lo que os hizo. Si estáis interesados, acompañadme.

Ningún maestro se opuso a la idea, dejando la elección a manos de los aprendices. ¿Querrían ver al monstruo que les había secuestrado o preferían marcharse a casa cuanto antes?

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Fecha límite: miércoles 9 de diciembre.

· ¡Última ronda!
· El post es largo, sois libres de resumir lo que mejor veáis. En la entrevista no hace falta que pongáis por escrito todo lo que vuestro personaje cuenta, pero tampoco lo dejéis en una línea. Remarcad bien las cosas que no contáis.
· Lo ideal es hacer las preguntas que podáis tener durante las entrevistas, o cuando los maestros os visitan en la enfermería. Procuraré responderlas todas y que no se me escape ninguna.
· Ir a ver a Andrei es completamente opcional.

por **Light** » Dom Dic 06, 2015 7:26 pm

El Incorpóreo gigante fue incapaz de resistir todos sus ataques, la mayoría directos a su punto débil. Su esfera de energía estalló, provocándoles una ceguera momentánea. Light, instintivamente, se alejó a toda prisa y aterrizó mientras se tapaba los ojos.

Recuperó la visión mientras escuchaba el rugido furioso de alguien. Andrei permanecía de pie a duras penas, con aspecto debilitado.

«Te has quedado sin escondite. Qué pena», pensó con ironía, haciendo crujir sus nudillos.

—N-no es posible. Mi plan era p-perfecto. Mi utopía, mi sueño... ¡¡¿POR QUÉ?!!

—Porque te has metido con quien no debías. Por eso —respondió a su pregunta, áspero, y se acercó a éste sin bajar la guardia. Le observó, con el ceño fruncido. Ni siquiera podía mantenerse de pie ni utilizar sus naipes, estaba para el arrastre.

Entre que el gitano ya estaba debilitado y que su mirada vacía le transmitía mal rollo se le quitaron las ganas de darle una paliza. Aunque se la merecía por haberles metido en aquel juego absurdo.

—Se acabó. Game Over.

Otra imagen holográfica de Joshua apareció, esta vez más fiel a su tamaño. Miró con cierto desagrado a Dex (era comprensible) y luego chasqueó los dedos.

—Todo tuyo, Julio.

—¿Qué significa esto? —preguntó de inmediato Light, alarmado.

A partir de ese momento quedaron completamente paralizados, como en aquella ocasión. El detective le arrebató a Dex Rain su brazalete tras dirigirles una mirada disimulada, se lo dejó a Joshua y luego se teletransportó con él. Los dos desaparecieron.

—Lo siento, pero formaba parte del trato que hice con él para colaborar juntos. —Recuperaron la movilidad tras otro chasquido—. Tanto la Federación como él temían que vuestras órdenes, o vosotros mismos, os tomarais la justicia por vuestra mano u os dejaseis llevar por venganzas personales.

No tuvieron tiempo para conversar con Joshua. La risa de cierto payaso sádico le alarmó: los Villanos Finales se acercaban y sus vidas corrían peligro. ¡Tenían que poner los pies en polvorosa!

»Debéis marcharos de Ciudad de Paso ahora, he desactivado del todo vuestros nanobots. —«Sí, joder, sí», su noticia le alivió infinitamente. Esperaba que, en efecto, no quedara ni uno solo en su cuerpo, ni secuela alguna—. Yo me ocupo de Neku, Clío y los demás, pero no podré hacer nada por vosotros si os atrapan. —Les facilitó la huida abriéndoles la puerta del Distrito 5. Insistió para que empezaran a correr—. Hay una cápsula de escape esperándoos, ¡corred!

—Gracias —dijo antes de que se desvaneciera.

Ya podían ver a Kefka y a otros villanos acercarse; también a un grupo de vecinos armados. No le apetecía nada iniciar un combate absurdo con ellos —que no podía ganar—, así que corrió para salvar su vida.

Atravesó la puerta con sus compañeros y encontró con facilidad aquella cápsula de escape. Se metió rápidamente en la nave que suponía su salvación e intentó hacer sitio al resto de aprendices para que todos cogieran. Iban a tener que apretujarse, aunque ese era el menor de sus problemas en aquel momento.

—¡Rápido! —Esperó con impaciencia y nerviosismo a que todos entraran. En cuanto todos estuvieron dentro pulsó el botón rojo.

El viaje resultó de lo más angustiante para él. Sabía que era una vía de escape más segura que la de salir huyendo con el glider, pero… no podía permanecer tranquilo. No hasta que toda aquella locura hubiera pasado y lograran escapar.

Al final toda preocupación fue innecesaria, escaparon con éxito de Ciudad de Paso. Cerró los ojos y resopló, aliviado. La incomodidad en la nave le daba igual, el dolor de espalda también.

Lo importante era que lo habían logrado, habían sobrevivido a aquel juego.

***

A Light le sentó de maravilla estirar sus piernas tras permanecer apretujado en aquella nave. Por fin habían llegado al Transporte Penitenciario Durgon.

Les recibieron unos alienígenas que se aseguraron de que iban derechitos al hospital de la nave. Allí les trataron sus heridas y les permitieron descansar. El aprendiz de Ronin insistió en que se encargaran primero de los más heridos.

De cualquier manera le pusieron a dormir, al fin pudo cerrar los ojos y descansar: necesitaba un sueño reparador.

Entretanto, recuperó los recuerdos anteriores al secuestro. En efecto, Andrei le había pillado desprevenido mientras entrenaba, usando un moguri de mentira. Éste aseguró que Ronin había salido a realizar una misión urgente y después explotó. Y a partir de ahí no recordaba nada más, ya que se desvaneció.

Poco a poco recobró la conciencia tras el merecido descanso.

«¿Light?».

«¡Gaomon!», sonrió ante aquella sorpresa agradable. Cuánto había añorado escuchar la voz de su amigo.

El eidolon, aliviadísimo, le confirmó que le había tenido muy preocupado desde el secuestro de Andrei, ya que había sido incapaz de ponerse en contacto con él. La última vez que perdieron la conexión fue en el ataque de Erased Data y el perro temió que hubiera sucedido algo parecido.

No preguntó nada a su amo, ya que tuvo acceso a sus recuerdos y supo en seguida lo que le había pasado.

En cuanto abrió los ojos se dio cuenta de más cosas, aparte de que Maya y Fátima estaban con él. Lo primero, que llevaban pijamas de hospital y que se habían recuperado. Lo segundo, les confirmaron que los nanobots habían desaparecido del todo y que no quedaba ningún rastro de ellos, lo que supuso un alivio. Intentó convencer a los doctores para que le dejaran salir de allí, asegurando que se encontraba bien, pero no lo consiguió. Tenían que permanecer encerrados de momento.

«Qué mierda», se desperezó y permaneció tumbado sobre la cama, aburrido.

Cabía decir que la espera se le hizo interminable. Para que fuera más amena, entabló conversación con las aprendizas, preguntándoles por su estado.

Al cabo de una hora aparecieron Lyn, Ronin y Kazuki. Se le iluminó un poco el rostro, se podía decir que también les había añorado. Su ausencia debía haberles preocupado bastante, seguro que se habían aliviado al saber que estaban bien.

―Qué orgullosa estoy de ti. ¿Cómo te encuentras? ―preguntó Lyn a su aprendiza, mirándola de arriba abajo―. Ese desgraciado...

―Relájate, Lyn, los chicos están bien. ¿Verdad, Light? Sois más duros de lo que se piensan ―comentó, propinándole una fuerte palmada en la espalda. Si seguía sintiendo algo de dolor en esa zona por un casual, pondría una mueca―. Pero sentimos mucho que os secuestrasen y no haber podido encontraros antes.

―No pasa nada. Le dimos una lección que no olvidará. ―Sonrió.

―Ni siquiera sabíamos dónde... buscar ―señaló Kazuki, quien bostezó y se sentó al lado de Maya para entregarle su sombrero―. Lo encontré entre, em, tu ropa rota y lo arreglé un poco. ¿Estás bien, Mala?

«Pero este hombre nunca va a aprender nuestros nombres o qué», definitivamente no tenía remedio.

Procedió a escuchar con atención lo que tenían que decirles los Maestros. Le alegró saber que Dex Rain estaba encerrado en la zona de máxima seguridad, ojalá se pudriera ahí dentro y no volviera a ver la luz del sol. No podía perdonar lo que había hecho con ellos y sus copias.

También le agradó saber que ya podían salir del hospital. Aunque antes de volver a su hogar debían ser entrevistados por la Gran Consejera. Qué remedio, tendrían que hacerle una visita.

―Por curiosidad, ¿Andrei siempre ha estado tan mal de la cabeza? ―preguntó a los Maestros, quienes seguramente llegaron a conocerle antes de que dejara Tierra de Partida―. Dijo que quería crear una utopía. Maldito pirado… ―añadió, irritado.

***

Se puso rápidamente las prendas que le había traído su mentor ―le dio las gracias por el favor― y se dirigió hacia el despacho de la Gran Consejera, donde se realizaría la entrevista.

―Clío y Crow... quizás estaban infectados como nosotros. ¿Sabéis si están bien? ―preguntó antes de comenzar el interrogatorio, mirando principalmente al detective gatuno. Esperaba que Joshua cumpliera su palabra.

Light les contaría todo lo que sucedió (cómo fueron secuestrados, cómo iban recibiendo las misiones de Dex Rain, la batalla contra él...), intentando aportar la mayor información posible, y respondería siempre con la verdad a cualquier pregunta que la alienígena le planteara. Ellos habían sido las víctimas de aquel juego, así que no tenía nada que temer, al contrario que Andrei.

Eso sí, omitiría el detalle de la fuente que destruyeron. Aunque sospechaba que la Gran Consejera no tardaría en enterarse si por algún casual oía alguna noticia de la prensa de Ciudad de Paso.

Se imaginaba a la perfección el gigantesco título de la primera noticia en portada: “Portadores de Tierra de Partida y Bastión Hueco provocan actos de terrorismo en la ciudad”.

***

Les habían entrevistado a todos, así que iba siendo hora de despedirse de la Gran Consejera. Los Maestros de ambos bandos se encontraban en el hall de la nave y, bueno, la tensión entre ellos era más que notoria. Después de todo estaban en guerra. Light no hizo mucho caso a las burlas de Ariasu —aquella Maestra no le infundía nada de respeto— y permaneció cerca de los Portadores de su bando.

—Esperad un momento, por favor.

Julio apareció en el último momento, antes de que se marcharan de allí.

—Me han dado permiso para llevaros a verle. A Dex Rain. Es lo mínimo que puedo hacer tras lo que os hizo. Si estáis interesados, acompañadme.

¿Una visita a Andrei (o Dex Rain)? La verdad es que no le apetecía verle ni en pintura y tampoco tenía nada que decirle a ese pirado; como mucho restregarle que había perdido en su propio juego. Era una tontería, así que decidió dejarlo pasar.

—Ahora que todo ha acabado puedo decirlo una vez más. Gracias por todo, Julio —expresó su agradecimiento antes de separarse del gato. Nunca olvidaría el favor que les había hecho.

Y se quedó en el hall, con los Maestros de su bando, preparado para volver a casa. Esperaría con impaciencia a que abrieran un portal y lo atravesaría mientras le recorría una sensación agradable de alivio. Al fin, regresaba a su hogar.

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por **Tsuna** » Mié Dic 09, 2015 1:41 am

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Golpeé con todas las fuerzas que pude al incorpóreo gigantesco, luego me bebí la poción y retrocedí. El espectáculo fue increíble: todos los ataques alcanzaron al enorme enemigo, se hacía evidente que su tamaño era su mayor punto débil, por mucha elasticidad que tuviese para desenvolverse luego. La esfera de energía, cuya magia o afinidad todavía desconocía —¿tendrían los incorpóreos una afinidad distinta a los que sí teníamos corazón?—, brilló con intensidad sobre mi cabeza, y luego explotó.

—¡Ah...!

La onda expansiva fue muy grande y no tardé un instante en verme empujada hacia atrás. Me protegí como pude con mis manos, desmaterializando mi Llave Espada y sosteniendo todavía la maza de hielo. Terminé por caer sobre mi propio peso, cansada y con ojos cerrados, dolorida por el destello de la explosión.

Pasaron unos momentos en los que solo lograba escuchar los latidos frenéticos de mi corazón. Todavía desde el suelo, el eco de unos pasos llegaron hasta a mí, a lo que fui abriendo poco a poco los ojos mientras me ponía en pie. Y allí estaba: Dex Rain, o el antiguo maestro de Bastión Hueco, Andrei Saavedra, caminando a duras penas, intentando sostener sus odiosas cartas.

—N-no es posible. Mi plan era p-perfecto. Mi utopía, mi sueño... —conseguía escuchar, su mirada lo decía todo, y en ese momento no supe siquiera qué pensar. Me resultaba horrible ver a qué se había reducido el antiguo maestro, pero también él se lo había buscado—. ¡¡¿POR QUÉ?!! —terminó por gritar, sin esperanza alguna. Un escalofrío me recorrió la espalda.

Tragué saliva y retrocedí, todavía vigilante por si aparecía algún incorpóreo de la nada. Ya me esperaba cualquier cosa.

—Porque te has metido con quien no debías. Por eso. —respondió Light, que se acercaba paso a paso hasta su posición. No sabía tampoco qué pensar de su respuesta, ya era la segunda vez que intentaba lo mismo, y ya era la segunda vez que nos habíamos puesto en su contra. El problema estaba en que él se encontraba solo, y siempre tenía a todo el mundo enfrente.

—Se acabó. Game Over.

La voz de Joshua volvió a resonar por la plaza, apareciendo de nuevo como si fuese un fantasma. Supuse que sí, que nos había estado vigilando constantemente durante el combate, y puede que durante todo el Reaper's Game. Sin embargo no tardé en sentir una sensación ya desagradable, y que empezaba a conocer bien: estaba paralizada, por obra del propio Joshua.

Fui a responder, nerviosa, pero Light me quitó las palabras de la boca. Observé a Julio atenta, mirando cómo le arrebataba el endemoniado brazalete.

—Lo siento, pero formaba parte del trato que hice con él para colaborar juntos. Tanto la Federación como él temían que vuestras órdenes, o vosotros mismos, os tomarais la justicia por vuestra mano u os dejaseis llevar por venganzas personales.

Recuperé entonces la movilidad, me incliné levemente hacia adelante por la presión a la que había estado sometida y me llevé una mano al cuello, que ya me empezaba a doler. Me seguía sin hacer gracia que Joshua fuese tan misterioso como siempre, ocultando cosas que podían ayudarnos en gran medida, pero no estaba en condiciones de exigir nada.

»Debéis marcharos de Ciudad de Paso ahora, he desactivado del todo vuestros nanobots. Yo me ocupo de Neku, Clío y los demás, pero no podré hacer nada por vosotros si os atrapan. —explicaba, mientras el chirrido de las puertas a mis espaldas resonaba con profundidad—. Hay una cápsula de escape esperándoos, ¡corred!

Me había salvado, otra vez. Desvié la vista, nerviosa, hacia la zona por la que venía un grupo enorme de ciudadanos y villanos finales, o eso suponía por las pintas que tenía uno, y que el otro podía volar. Y no estaba dispuesta a quedarme allí para terminar capturada, era lo último que me faltaba.

Miré por última vez a Joshua, recordando la misma situación de las Terrazas del Atardecer, y sonriente le agradecí:

—Gracias... otra vez.

Ya me parecía hasta cómico y surrealista que se hubiese dado una situación idéntica a la de aquel juego. No volví mi vista hacia atrás, corrí tan veloz como mis piernas me lo permitieron, y por supuesto, si Simbad necesitaba ayuda no me quedaría otra que retroceder hasta él y ayudarlo. Temí en ese momento que los aprendices de Tierra de Partida nos negaran la entrada a la cápsula de escape, especialmente a mí, que no llevaba muy buenas relaciones con ninguno de los presentes: ni con Light, ni con Maya ni con Fátima. Era su enemiga y ya había quedado demostrado en el pasado, así que me apresuré para colarme como pude y cuanto antes.

Una vez dentro, me aseguré de estar ubicada bien al fondo y alejada de la puerta.

No tardé en sentirme invadida cuando entraron todos, puse una mueca de asco por estar tan cerca de gente que sudaba chorros al igual que yo, y la nave empezó a ascender cuando el último entró. Durante los primeros minutos me sentí mareada, muy mareada, porque no estaba acostumbrada aquella clase de vuelos, sino al Glider que era bien distinto, y al ver que el cacharro se tambaleaba y crujía de vez en cuando exhalé un suspiro de amargura.

—¿Es que no nos podían dar algo que no estuvieran a punto de tirar a la basura...? —musité, asqueada.

Cerré los ojos e intenté mantener la calma, después de haber sobrevivido al Reaper's Game me esperaba un infierno, y no sabía si era mejor que ser capturada por los subordinados de Mateus Palamecia.

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¿Se estará leyendo Nikolai el libro que le recomendé el otro día?

En menudas cosas pensaba mientras entrenaba en el gimnasio, se notaba que ese día no lo había empezado con buen pie. Estaba espesa y mientras pegaba algún que otro espadazo a los cristales de prueba, la puerta principal se abrió: se trataba de un Moguri.

Desmaterialicé el arma y cogí el paño húmedo que tenía por allí cerca para refrescarme la cabeza, luego me acerqué al sirviente, que parecía tener algo importante que decirme a mí, a Alec y a Simbad. Gritaba algo sobre una misión urgente del maestro Ryota, alterado por algo. Ni siquiera tuve oportunidad de pedir que se calmara: estalló en una nube de gas. La cabeza me dio vueltas, tosí e intenté escapar, pero no avancé siquiera dos o tres pasos. Caí redonda al piso.

Malditas copias virtuales.

Estaba despierta en una enfermería de la Federación. Sentí el cuerpo pesado al principio, con aquel sabor amargo y la boca pastosa. Gruñí por lo bajo y me revolví entre las sábanas, intentando ubicarme: Simbad y Alec también andaban por allí, en una cama como yo. Un alienígena de aspecto tan raro como los demás nos avisó de que ya estábamos limpios, nada de nanobots en el cuerpo. La mejor noticia que había tenido esa semana.

Por lo demás, todo bien. Me quedé allí echada, mirando perpleja el pijama que me habían puesto, el cual parecía tener más mangas de lo normal. Cómo no, la ropa humana no era bienvenida allí, pero lo entendía, sí, podía entenderlo. Aunque me resultara la cosa más incómoda del mundo porque al girarme terminaba enrrollada por todos lados.

—Estamos vivos —le comenté a Simbad, buscando conversación—. ¿Sabes? En el juego anterior Joshua también me salvó de forma parecida, nunca pensé que Andrei quisiera intentarlo otra vez... —pensé en voz alta, rascándome la sien.

Entonces caí en algo, y era que Simbad conocía al tal Yerai, o como se llamara.

>>Oye, ¿de qué conocías a Yerai? ¿Ya sabías de Andrei desde antes?

Aparte de eso, no hablé mucho más. Me quejé alguna que otra vez del incómodo pijama que me tenía desquiciada a ratos, y por lo demás, aproveché para quedarme allí hasta estar recuperada del todo. En un momento dado la puerta se abrió de par en par y la última persona que esperaba ver allí entró corriendo.

―¡Oh, por todos los dioses, menos mal que estáis bien! ¡No me lo habría perdonado!

La maestra Ariasu corrió hacia nosotros, nos abrazó y nos apretujó con fuerza. De no ser por el aspecto deplorable que exhibía, me hubiese enfadado, pero también tenía que entenderla.

—M-maestra, me voy a quedar sin aire...

Bueno, al menos podía considerarme afortunada de tener una maestra alegre que se preocupaba siempre por mí. Gengar también llegó con ella, y se me acercó levitando sin demora y alcé mi mano izquierda hacia él para acariciarlo. Mi fantasma sonrió y jugó con mis dedos, mientras escuchaba todo aquello que me tuviese que decir la maestra Ariasu y el encargado correspondiente.

Al final nos pusieron al tanto de todo: Dex Rain estaba confinado en la prisión y no tenía modo de escapar, imaginé que aquello era lo que se merecía. Y por otro lado la Gran Consejera nos quería entrevistar a todos, por separado, para escuchar lo que tuviéramos que decir sobre esa aventura en Ciudad de Paso. Me ofrecieron ropa limpia y me preparé cuanto antes. Esperaba no tener que ponerme un pijama como esos en mucho tiempo.

Una vez en el pasillo, antes de ir a la entrevista, me agaché hasta la altura de mi pequeño.

—¿No quieres ir a verla? Es tu oportunidad, mientras yo estoy ocupada.

Efectivamente, le estaba hablando de la pequeña alienígena que había conocido en nuestra última aventura. No solíamos visitar la nave de la Federación con frecuencia así que se trataba de una oportunidad única. Gengar asintió y, sonriente, marchó volando por los pasillos. Desconocía qué punto utilizaban para quedar, pero si él se orientaba mejor que yo, estupendo.

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Entré en la sala con cierta tensión encima, extrañada porque ya Julio nos había acompañado a Simbad y a mí durante parte del juego, él sabría explicar mejor que yo las cosas, ¿no? Como fuera, tenía que hacerlo y no podía echarme atrás. Me senté sobre la silla, recordando la situación tan parecida que hubo en la crisis energética tiempo atrás, y junté ambas manos sobre mis rodillas, buscando las palabras adecuadas para empezar.

Julio ya estaba por allí, y la maestra Ariasu también, pero el alienígena que tenía delante, con aquel aspecto tan serio, lograba intimidarme.

—Yo me llamo Saeko, aprendiz de Bastión Hueco como puede ver —desvié la vista un momento hacia la maestra, para luego continuar—. Fui secuestrada por Dex Rain... o Andrei, como se llame, estando en el gimnasio. Utilizó... —dudé por unos instantes, casi sin creerme lo que estaba a punto de decir de lo absurdo que resultaba, pero lo de las copias virtuales era tan cierto como mi otra vida en Villa Crepúsculo— una copia virtual de un Moguri para tendernos una trampa. Ya participé en el anterior Reaper's Game, bajo la identidad de una copia virtual controlada por él. Puede parecer absurdo, pero posee la tecnología y los medios para hacerlo. —cuanto más hablaba, más convencida estaba de que debía parecer una lunática.

>>Desperté en Ciudad de Paso, sin mucha idea de lo que estaba pasando. Nos quitó todas nuestras pertenencias y nos fue guiando con misiones que no tenían mucha lógica por la ciudad. El detective Julio ya estará al tanto de ello —expliqué, mirando esta vez a Julio, que parecía más dormido que presente—. Los villanos nos intentaron capturar, Andrei nos intentó matar creando nuevas copias de nosotros, y Joshua nos salvó el pellejo. Creo que no hay nada más que comentar.

Y con eso, esperaba que todo estuviese listo. Había sido un resumen muy completo, cierto que había omitido algunos detalles como la destrucción de la fuente —aunque Julio fue testigo del proceso—, o el asunto de los nanobots, tan complejo que ni yo lo entendía. Pero ya Joshua y el detective tendrían tiempo de completar la información. Les había dicho la verdad, al fin y al cabo. No era más que una víctima más de aquel chiflado.

Al salir, nos reunimos en el hall del Transporte Penitenciario. Acompañada de la maestra Ariasu y mis compañeros, logré ver a los miembros de Tierra de Partida. Estaban Ronin, el mismo maestro que ya había acompañado a Neru durante la crisis de energía, y otra que me sonaba de haberla visto en La Red, cuando Erased. Gengar llegó en ese momento, cargado de aparatos quirúrjicos que no me sonaban de nada, y se situó a mi lado. Tenía aspecto de haberlo pasado bien, y me alegraba por ello.

—Esperad un momento, por favor —interrumpió Julio entonces—. Me han dado permiso para llevaros a verle. A Dex Rain. Es lo mínimo que puedo hacer tras lo que os hizo. Si estáis interesados, acompañadme.

Ignoraba quiénes querrían visitarlo, pero yo sí estaba dispuesta a hacerlo, quería al menos dedicarle unas palabras. Unas palabras que, muy posiblemente, le hubiesen gustado decir a mi otra yo, a mi propia copia.

—Maestra, si me permite. —le pedí permiso.

El caminó llevó lo suyo, y me impactó ver las tremendas medidas de seguridad de la prisión. Sin duda, escapar de allí era imposible. Menos mal que yo no tenía culpa de nada, ¿no? Me sentí incómoda al recordar cómo había tratado a Gata la primera vez.

Y allí estaba: Dex Rain, o Andrei Saavedra. Sabía que, muy posiblemente, no fuese a escucharme, pero era algo que necesitaba decirle. O no podría descansar tranquila esa noche. Por supuesto, Gengar me acompañó en todo momento. Sí, tendría que recordarnos bien, a fin de cuentas, incluso mi pequeño tuvo que pasar un infierno por su culpa.

—Sé que te importará bien poco mi opinión, pero mi otra yo quería decirte algo desde hace mucho tiempo —fruncí el ceño, pensando bien cómo decirle aquello sin tener que insultar—. Si siempre tratas a los demás como meras herramientas, como si todo lo que no entrara en tus planes no sirviese, es normal que nunca hayas encontrado apoyo. Me obligaste a vivir algo que yo nunca quise, incluso a mi mascota —"Y hasta a Nadhia", pensé, pero esa última parte no la mencioné—. Y lo has querido repetir otra vez. Supongo que esto es lo que te mereces, ¿no? Y luego era yo la débil. —apreté el puño, recordando cómo me había infravalorado tanto, a mí y a otros tantos aprendices, durante nuestros primeros meses de entrenamiento en Bastión Hueco—. Pero gracias por haberme salvado aquella vez, en el entrenamiento. Supongo que no tengo nada más que decirte. Aquí ha terminado todo para ti.

Le miré una última vez, intentando grabar bien su imagen en mi memoria, y me di la vuelta. Aquella era la última vez que iba a ver a Andrei Saavedra, y todo lo que le tenía guardado, estaba dicho. Sentí cómo me liberaba de un peso más que cargaba a mi espalda: una nueva etapa empezaba para el antiguo maestro, y esperaba que supiese reflexionar sobre todo lo que había hecho hasta ese entonces.

Ya nadie volvería a sufrir por el Reaper's Game.

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Canal de youtube · por **xXOrbOOkXx** » Mié Dic 09, 2015 8:32 pm

Spoiler: Mostrar

Todos los ataques impactaron desde múltiples ángulos, la mayoría de ellos acertaron en la cabeza. Todavía estaba en tensión en cuanto el Incorpóreo se tambaleó, incluso llegué a apartarme, a pesar del dolor de mi estómago. Pero en cuanto el último ataque impactó contra su cabeza, el hechizo que había preparado para el joven Alec estalló en mil fragmentos de luz.

Instintivamente me protegí la cabeza con brazos temblorosos. Por unos momentos en los que la onda expansiva se disolvió por completo, pude escuchar el silencio. Pude sentir las baldosas frías bajo mis pies, las respiraciones de los otros Aprendices, a pesar de que estuvieran tan lejos, la mayoría agotadas. Habíamos vencido. O eso quería creer.

—N-no es posible. Mi plan era p-perfecto. Mi utopía, mi sueño... ¡¡¿POR QUÉ?!!

Aparté los brazos de nuevo y di un paso hacia atrás. Observé a lo que quedaba de Andrei, o Dex Rain como hacía llamarse. Un escalofrío me atravesó como una flecha. Porque era absurdo, toda la situación, todo el dolor que estaba sintiendo en carne viva, como la adrenalina volvió a golpear incansable. Nuestro enemigo estaba a punto de caer rendido, con pies temblorosos y con la piel del color del mármol. Fue chocante ver a alguien que parecía tan frío y sin sentimientos tan derrotado.

—Porque te has metido con quien no debías. Por eso —respondió seco Light, que se acercaba con mucha precaución al caído.

—¿Para qué Andrei? —murmuré para nadie con el ceño fruncido, mirando hacia el suelo—. ¿De verdad estás tan loco, o... hay algo más?

No lo entendía. Quizás comencé a desvariar, porque en vez de aceptar que Dex Rain estaba como una cuba y quería utilizar personas inocentes para su utopía y para realizar su venganza, estaba pensando que podría haber algo más, escondido. Probablemente de solo exponer esa idea me tacharían de necio, o incluso de cómplice, y me mandarían a la horca. Me hubiera rascado la perilla para seguir cavilando, pero el cuerpo no me respondía.

Intentó volver a atacar con la baraja de Tarot, pero estaba tan reventado como nosotros. Cayó en el suelo con la mirada vacía.

—Se acabó. Game Over.

Giré la cabeza hacia el holograma de Joshua, aún me parecía extrañísimo verlo pero no verlo, la tecnología siempre me daba muchos males de cabeza. Se acercó tranquilamente a Andrei con una mueca de desagrado, chasqueó los dedos. Todo mi cuerpo entró en pánico creciente, nos había inmovilizado. No podía ser, ¿verdad? Se había acercado a Dex Rain con una mueca de asco, no podían ser cómplices, no podía haber estado todo montado... ¿para qué?

—¿Qué significa esto? —preguntó Light alarmado. Cada vez me ponía más nervioso. Apreté los dientes.

En el tiempo que pasamos inmovilizados, apareció Julio y le quitó el maldito brazalete a Andrei, cuyo brillo metálico reflejaba la muerte. Sin decir nada, el cacharro flotó (no sabía como) hasta Josuha, mientras que el gato y Dex Rain desaparecían de escena con un teletransporte. De no ser por los nervios crecientes, me hubiera gustado ver a aquel antagonista con mareos por el viajecito.

—Lo siento, pero formaba parte del trato que hice con él para colaborar juntos. —Con otro chasquido, recuperamos la movilidad. Suspiré aliviado—. Tanto la Federación como él temían que vuestras órdenes, o vosotros mismos, os tomarais la justicia por vuestra mano u os dejaseis llevar por venganzas personales.

Tomé aire, pero el amago hizo que me dolieran las costillas, y cómo no, el estómago. Me llevé una mano a la zona afectada, la sangre no paró de brotar. No sabía por qué había dudado una vez más de ellos que habían hecho tanto por nosotros. Pero no me gustaba que ocultaran ese tipo de cosas, aunque si no lo hubieran hecho... quizás algunos de los aprendices presentes le hubieran matado sin consideración. No había estado ni en la mitad de la historia, pero se les notaba.

Una risa histérica y desquiciada reverberó en las calles de Ciudad de Paso. Los Villanos Finales volvieron a la carga, con más equipamiento que nunca: lugareños, más incorpóreos y el rugido de la gente enfurecida. Era increíble lo que podían montar por una maldita fuente.

»Debéis marcharos de Ciudad de Paso ahora, he desactivado del todo vuestros nanobots. Yo me ocupo de Neku, Clío y los demás, pero no podré hacer nada por vosotros si os atrapan. —explicó rápidamente el gato—. Hay una cápsula de escape esperándoos, ¡corred!

Una buena noticia, por fin. Después de las despedidas apresuradas, echamos a correr hacia la cápsula de escape. Mi vista se emborronó por unos momentos, en los que traté de presionar la herida del estómago para que no se me salieran los intestinos, pero no amanioré la marcha. Llegué jadeando.

—¡Rápido!

Entré el tercero e intenté hacer sitio para los demás, la cápsula no era especialmente grande y no estaba en buen estado, y Saeko se quejó de ello, pero no estaba en condiciones de pedir nada, ya habían hecho suficiente. En viaje fue efímero, pero un infierno efímero. Era como si todavía no hubiéramos acabado el segundo Reaper´s Game. No me podía imaginar ni cómo hubiera sido el primero. No quería saberlo.

************

Desperté en el cielo. Fue todo lo que pude pensar. Conseguí espabilarme del todo en cuanto recordé lo sucedido, pero no me moví del sitio, las sábanas estaban demasiado suaves y mis músculos agarrotados. Después de salir de la cápsula de escape de Ciudad de Paso todo había ocurrido de forma borrosa, sabía que habíamos llegado a la nave Penitenciara alienígena o algo así, según conseguí recordar, y que nos habían mandado directamente al hospital... Después de eso, nada. Solo el aspecto de los extraños alienígenas.

Afortunadamente, también recordé cómo había acabado en Ciudad de Paso: mediante lo que creí que era la copia virtual de un moguri que me había avisado para una misión en medio de un entrenamiento. Como no era muy común ese hecho, recelé, pero acabé por seguirle. Mal hecho.

Cuando conseguí incorporarme, reconocí la enfermería de Bastión Hueco. Vi a Alec y a Saeko unas camas más allá, ambos con el mismo pijama que me habían puesto a mí: las mangas eran kilométricas. También nos informaron de que habían eliminado cualquier rastro de los robots en nuestra sangre, lo que me alivió por completo. No entendía la tecnología más básica y no me causaba ningún tipo de comodidad saber que tenía piezas metálicas en vena.

—Estamos vivos —me dijo Saeko de repente— . ¿Sabes? En el juego anterior Joshua también me salvó de forma parecida, nunca pensé que Andrei quisiera intentarlo otra vez...

—Supongo que está más loco de lo que creíamos —pensé en voz alta.

Sonreí un poco. Al fin había acabado aquella pesadilla, y por lo que parecía, no íbamos a ver a Saavedra por mucho tiempo. Fruncí el ceño, completamente inmerso en mis pensamientos. Todavía no me podía creer que Ariasu me pidiera que lo buscara. Debí haberle preguntado para qué.

>>Oye, ¿de qué conocías a Yerai? ¿Ya sabías de Andrei desde antes?

La pregunta me pilló desprevenido, pero no me mostré sorprendido. Mantuve un gesto neutral. Tenía que habérmela esperado, no solo de ella sino también de los otros aprendices, pero no me imaginaba que fuera tan pronto. No sabía si responder con franqueza.

—A veces la Fortuna es muy caprichosa —expliqué después de un momento, mirando hacia el techo—. Digamos que... París es pequeña, y los gitanos familia. En esencia... es una larga historia.

A parte de eso no dije nada más. Excepto cuando me dirigí a Alec y le pregunté si estaba bien su sombrero. Había sido innecesario, pero después de toda la tensión tenía que decir algo que no fueran malas noticias. Después de eso, volví a echarme, en un duermevela infinito.

―¡Oh, por todos los dioses, menos mal que estáis bien! ¡No me lo habría perdonado!

Me despertó la estridente voz de Ariasu, que había entrado en tromba en la habitación. Estaba hecha un desastre, y se notaba que estaba nerviosísima, nunca creí que nos tuviera tanto afecto. Nos abrazó uno por uno hasta que nos dejó sin respiración. Al menos en mi caso, pero tampoco me quejé. Ya tenía una úlcera, por tener dos no iba a morirme.

Ella y el encargado correspondiente nos explicaron lo sucedido: Saavedra estaba encerrado en una prisión de máxima seguridad de la prisión por acuerdo de ambas Órdenes de la Llave Espada y la federación, aunque a Ariasu no pareció hacerle ni pizca de gracia. Parpadeé sorprendido, ella misma lo había visto, estaba loco ¿por qué esa reacción, pues? Nos avisaron que podíamos marcharnos después de unas preguntas de la Gran Consejera.

Sin embargo, antes de vestirme, me dirigiría a Ariasu, tratando de que nadie escuchara la conversación. No era importante. No decidía el destino de nadie, no estaba salvando vidas. Era una cuestión personal, y la iba a solventar.

―Maestra tengo que hablar contigo ―le dirigiría la palabra, serio pero sin emoción alguna. Cogería aire―. La primera vez que nos vimos, me dijiste algo: te pareces a él, refiriéndote a Saavedra. ―Dejaría una pausa conveniente, donde podría observar su reacción. Fuera cual fuese, seguiría hablando―: Dijeron que perdió el corazón, lo que me lleva a pensar (juntando esto y tu afirmación), que ese cambio hizo que se le fuera la cabeza... ¿Pero solo eso? Estoy convencido de que... tiene que haber algo más. Maestra, ¿qué significa que perdió el corazón? ―No la presionaría si no quería decirme nada. Estaba seguro de que ella lo sabía.

Tenía las nociones básicas de lo que era: el alma, algo así como lo que nos mantenía... vivos de alguna forma, y estrechamente ligado con la Llave Espada. No podía concebir la idea de que Andrei lo hubiera perdido y quisiera vengarse por ello, por mucho que esa fuera la situación. Demasiado abstracto, demasiado lioso.

Sin decir nada más, me dirigí hacia el despacho de la Consejera Galáctica, una vez que me hubieran llamado. Expliqué a rasgos mayores lo que había pasado: Andrei estaba convencido de hacer una nueva utopía, a la par que se vengaba de todos aquellos que le vencieron en el pasado. Para ello había conseguido, mediante la ayuda de Verdín, crear copias más perfectas a partir de humanos vivos, que seguirían sus ideales. También me detuve en cómo nos habían capturado mediante el moguri trampa y las pruebas, y en cómo había hecho que los Villanos obedecieran sus órdenes, y nosotros mediante los robots. No mencioné a Yerai, un detalle que creí que no hacía falta, tampoco preguntaron.

Fue un resumen bastante corto, pero tuve la esperanza de que otros aprendices se esmeraran más que yo.

Una vez listos, ambos bandos nos reunimos en la nave para despedirnos. La presión era palpable, ambos bandos se lanzaban pullas mudas, en especial Ariasu. Había sido un día muy largo, y no hacían nada para acortar la experiencia. Ojalá algún día cambiara.

—Esperad un momento, por favor. —intervino Julio, que había aparecido corriendo, a pesar de que se notaba cansado.

—Me han dado permiso para llevaros a verle. A Dex Rain. —Aquello sí que me sorprendió. No me lo esperaba para nada—. Es lo mínimo que puedo hacer tras lo que os hizo. Si estáis interesados, acompañadme.

***********

>>Simbad, ¿qué estás haciendo?<< Preguntó mi conciencia mientras recorría los pasillos de la nave, siguiendo a Gastantino y a los Aprendices que hubieran querido acompañarle también. Sin decir nada, sin sacar ninguna emoción a relucir.

Había sido una experiencia muy dura, y lo último que quería era volver a ver esos ojos sin vida. Pero sería la última oportunidad. El camino fue largo, pero a mí me pareció un segundo. No estaba nervioso, es más, no sentía nada. Y me alivió.

Esperé pacientemente, apoyado en alguna pared cercana a que todos los Aprendices acabaran con sus insultos, monólogos, preguntas o lo que fuera. Quería ser el último. Miraría a Andrei de reojo. Me pareció imposible que un día hubiera sido un gitano. Me pareció imposible que Yerai le estuviera esperando, quizás en una casita bajo un puente. Me pareció imposible que siquiera se acordara de él.

Una vez que todos los aprendices hubieran acabado, me acercaría un tanto. Sin expresión y sin reproches. Con la expresión vacía.

—No te lo mereces —comencé sin emitir absolutamente nada—. Pero él está bien. Quizá muerto de frío y aferrando un reloj.

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por **Suzume Mizuno** » Mié Dic 09, 2015 10:27 pm

Todos atacaron a la vez y el Incorpóreo, a pesar de que pareció que iba a resistir, finalmente cayó de espaldas. Fátima se cubrió la cara a tiempo de evitar que la explosión la cegara demasiado.

El rugido de Andrei le hizo bajar los brazos con una sonrisa seca y desagradable. Un escalofrío indescriptible le recorrió el cuerpo cuando vio a Andrei abandonado, solo, herido y apenas manteniendo el equilibrio.

—N-no es posible. Mi plan era p-perfecto —farfulló, tambaleándose—. Mi utopía, mi sueño... ¡¡¿POR QUÉ?!!

La ira sacudió de tal forma a Fátima que ni fue capaz de responder, aunque Light se ocupó por ella. Andrei hizo un patético intento de ataque con unas cartas, pero se le resbalaron de entre los dedos. Fátima aplacó el pinchazo de compasión que amenazó con desbaratar la tormenta de rabiosa satisfacción que la embargaba y saboreó el placer de la victoria cuando Andrei, ya sin fuerzas, cayó de rodillas.

—Se acabó. Game Over.

Joshua se materializó como si fuera un fantasma, o más bien un holograma, y miró a Andrei con asco. Fátima sonrió en dirección al antiguo Maestro cuando Joshua chasqueó los dedos y, de pronto, la misma horrible sensación de inmovilidad que la vez que estuvo ante Andrei. Trató de moverse, pero ya de antemano sabía que el cuerpo no le respondería. Soltó un gemido de angustia y pavor.

—Todo tuyo, Julio.

—¡¿Qué?!—rugió Fátima tras un instante de confusión.

Forcejeó a pesar de que sabía que sería inútil mientras el gato anaranjado les miraba de soslayo. Le quitó el brazalete a Andrei, que flotó hasta el holograma de Joshua y, después, simplemente desaparecieron.

—¡NO!—gritó.

¡Otra vez! ¡Otra vez se había esfumado frente a sus malditas narices!

—Lo siento, pero formaba parte del trato que hice con él para colaborar juntos

Joshua chasqueó los dedos y Fátima recuperó el control de su cuerpo. Furiosa, se abalanzó sobre él, pero se detuvo al darse cuenta de que ni siquiera podría tocar al muy cobarde. Frustrada y temblando de indignación, se quedó apretando los puños hasta abrirse heridas en las palmas con las uñas.

—Tanto la Federación como él temían que vuestras órdenes, o vosotros mismos, os tomarais la justicia por vuestra mano u os dejaseis llevar por venganzas personales.

—¡QUÉ VENGANZA PERSONAL, ES UN CABALLERO, NOS COMPETE A NOSOTROS DECIDIR QUÉ HACER CON ÉL!—chilló, poniéndose colorada de pura furia y le devolvió una mirada asesina a Joshua.

Lo habría matado. De haber podido se le habría lanzado al cuello y le habría exigido por todos los métodos posibles que trajera a Andrei. No hubo ocasión. Escucharon una risa que Fátima conocía bastante bien y que le puso la carne de gallina.

Kefka.

—Debéis marcharos de Ciudad de Paso ahora, he desactivado del todo vuestros nanobots. Yo me ocupo de Neku, Clío y los demás, pero no podré hacer nada por vosotros si os atrapan.

La puerta del Distrito 5 se abrió y Joshua les indicó que se fueran.

—Hay una cápsula de escape esperándoos, ¡corred!

Fátima soltó un grito de frustración y le clavó una última mirada venenosa antes de girar sobre los talones y salir corriendo justo antes de que Kefka y varias personas se acercaran a ellos… Seguidos por una horda de vecinos de Ciudad de Paso.

«Mierda. JODER.»

Light ya se había adelantado y les metía prisa para que se metieran en una especie de cápsula no muy grande.

—¡Rápido!

Fátima saltó dentro, sin aliento, y se apretujó contra el fondo para dejar sitio a sus compañeros. Cuando se metieron todos, Light dio a un botón rojo. El aparato se sacudió y Fátima contuvo un grito de angustia cuando empezó a moverse a tal velocidad que creyó que se dejaría atrás los intestinos.

Después cerró los ojos y apoyó la cara contra la fría pared, conteniendo a duras penas las lágrimas.

Otra vez. ¿Es que nunca iba a acabarse…?

****

Las pesadillas fueron terribles. Su cuerpo era de piedra y no podía impedir que Andrei torturara a Maya, que hiciera daño a Clío, que se paseara delante de ella con esa sonrisa que hacía que se le helara la sangre, que se acercara a ella en medio de esa diminuta cabaña de China. Entre medias creyó recuperar retazos de lo sucedido, de cómo aquel maldito moguri les había estallado en la cara mientras les aseguraba que Ronin les necesitaba.

Dio vueltas en la cama, sudando y gimiendo por lo bajo, hasta que al final consiguió despertar cuando la sobrevino una arcada. Empapada de los pies a la cabeza y temblando sin control, se quedó encogida en la cama, desorientada y aterrorizada, tanto que ni pudo gritar.

Cuando consiguió calmarse recordó que los habían llevado a un hospital de la Federación Galáctica, pero poco más. No tenía ni idea de cómo había acabado en esa cama, ni con esa ropa que tenía un par de brazos de más. Con la boca llena de bilis, se obligó a salir de las húmedas mantas y a buscar un baño, donde abrió lo que creía que era la taza del váter y vomitó. Después se lavó la cara con agua muy fría y bebió hasta hartarse. Sólo entonces se dio cuenta de que todas sus heridas habían desaparecido. Intentó convencerse de que a unos alienígenas no debía importarles que tuviera algo entre las piernas o no, pero se le escaparon las lágrimas al no encontrar su ropa por ninguna parte.

Al final, meditabunda, regresó a la cama y esperó a que Light y Maya se despertaran; antes muerta que volver a dormirse. Se imaginaba que la gente de Bastión Hueco no andaría muy lejos, quizás en otra habitación, y lo agradeció mientras enrollaba las mangas extra y se las metía por el pecho, muerta de vergüenza.

Poco más tarde les explicaron no se qué de unos nanobots, básicamente la tecnología con la que Andrei les había controlado, y les pidieron paciencia. Fátima respondió a las preguntas de sus compañeros con monosílabos, consciente de que algo dentro de ella iba a estallar y no quería pagarla con ninguno de los dos. No después de todo lo que habían pasado. Sólo quería regresar con Malik, aferrarse a él y no pensar más.

Fue un verdadero alivio cuando llegaron Ronin, Kazuki y Lyn a por ellos.

―Qué orgullosa estoy de ti. ¿Cómo te encuentras? ―Sorprendida, Fátima se encogió un poco ante el examen de Lyn, deseando con intensidad febril tener ropa decente para que no se le viera ni un centímetro de piel―. Ese desgraciado...

Cerró los ojos y expulsó la sonrisa de Andrei de su mente.

—Gracias Maestra…

¿Orgullosa, por qué? ¿Qué era lo que había hecho para que mereciera que nadie sintiera orgullo?

A duras penas se tragó las ganas de gritar.

―Relájate, Lyn, los chicos están bien. ¿Verdad, Light? Sois más duros de lo que se piensan ―dijo Ronin, palmeando la espalda de Light―. Pero sentimos mucho que os secuestrasen y no haber podido encontraros antes.

―Ni siquiera sabíamos dónde... buscar. ―Kazuki, como de costumbre, bostezó―. Lo encontré entre, em, tu ropa rota y lo arreglé un poco. ¿Estás bien, Mala?

Fátima apretó los puños de nuevo y respiró hondo. Muy hondo. No debía perder el control. Trató de sonreír y no lo consiguió. Así que escuchó atentamente a sus Maestros, casi con avidez, mientras les explicaban que la Federación había capturado a Andrei. Se quedó de piedra cuando les dijeron que estaban de acuerdo con ello y perdió el hilo del resto de la conversación.

¿De acuerdo? ¿Cómo podían estar de acuerdo? ¡Eran ellos quienes debían ocuparse de Andrei! ¡Quienes tenían que…! ¿Qué? ¿Acabar con él? ¿Matarlo? Dios, desde luego que se lo merecía pero…

Captó algo de que los iban a interrogar, pero no prestó demasiada atención. Su interior era un torbellino que tenía que controlar a cualquier precio.

Querían dejar a Andrei en manos de la Federación.

«Cálmate.»

Después de todo lo que había hecho no iban a tener la oportunidad de vengarse.

«¡Cálmate!»

Le entraron ganas de reír y llorar al mismo tiempo. Joshua tenía razón. Quería vengarse. Quería romperle todos y cada uno de los huesos del cuerpo. Quería hacerle saltar los dientes. Patearlo hasta dejarle la cara irreconocible. Quería hacerle daño.

De pronto tuvieron que vestirse y Fátima se escondió en el baño mientras intentaba apañarse el pecho y tener una apariencia relativamente aceptable, más un acto mecánico que intencionado, ya que le silbaban los oídos y le daba vueltas la cabeza. Sentía la necesidad de saltar sobre alguien y descargar toda su ira y frustración sobre él o ella, pero debía controlarse, Dios, debía comprender, debía aceptar lo que estaba sucediendo.

Que era mejor tener a Andrei alejado.

«¿Es que quieres repetir lo de China?»

Apretó los labios. No. No quería. Pero habría mentido si dijera que no le tentaba.

Esperó su turno con la mirada clavada en los pies, sin prestar atención a su alrededor. Al fin y al cabo, no podía hacer nada. Y en caso de que pudiera meterse en la maldita celda, ¿qué pretendía? ¿Matarlo? ¿Y luego qué?

Se pasó las manos por la cara, apretando los dientes. Eso. Y luego ¿qué?

Cuando entró a la sala, se sentó sin prestar atención ni a Julio ni al interrogador. Se limitó a ser escueta:

—No recuerdo mucho de cómo fuimos capturados en Tierra de Partida. Nos despertamos bajo tierra con unas instrucciones y un tiempo limitado para cumplir una misión de un juego llamado «Reaper’s Game». Cumplimos en la medida de lo posible las misiones e intentamos a la vez averiguar qué estaba sucediendo. Al final ese… Al final Saavedra apareció y nos capturó. El gato… El detective nos ayudó junto a un compañero y pudimos hacerle frente.

Prácticamente escupió las palabras, forzándose a callarse los insultos, los gritos, las ganas de levantarse y gritar qué derecho tenían a encerrarlo ellos. Porque así sería mejor.

Por Dios, tenía que ser mejor.

****

Fátima sentía que era un poco más dueña de sí misma cuando se reunió con los de Bastión Hueco. Despidieron a la enorme alienígena, la Consejera, que se estaba ocupando del caso. De inmediato notó la tensión entre ambos bandos y Fátima hundió los hombros, agotada.

—Esperad un momento, por favor.

El gato se acercó rápidamente a ellos.

—Me han dado permiso para llevaros a verle. A Dex Rain.

Todo el cuerpo de Fátima se puso en tensión.

—Es lo mínimo que puedo hacer tras lo que os hizo. Si estáis interesados, acompañadme.

Miró a Lyn, que no hizo ningún amago de oponerse a lo que ella decidiera. Sin aliento, vio cómo Julio se alejaba y, cuando quiso darse cuenta, había echado a correr tras él.

****

Dejó que los demás fueran antes. Escuchó de fondo el discurso de Saeko, aunque permaneció lejos y no prestó atención porque era algo entre ellos dos, y sus labios se convirtieron en una fina línea. Cruzada de brazos, apretó tanto que se hizo daño. El corazón le latía deprisa, la sangre le martilleaba las sienes y sentía un calor abrasador, casi mareante.

Esperó hasta que todos hubieron pasado. Dirigiría una mirada fulminante a cualquiera que intentara hacerla entrar antes. No quería que nadie escuchara lo que tenía que decir. Una vez se aseguró de que estarían solos, con lentitud, casi disfrutando, se situó donde Andrei pudiera verla. Lo examinó de arriba abajo con todo el asco y el desprecio que fue capaz.

Y sintió un inmenso alivio porque estuviera encerrado. Porque hubiera una barrera entre ellos.

También experimentó odio y frustración, porque nada la habría complacido tanto como meterse en su celda y destrozarlo.

Con todo, comprendió la decisión de sus Maestros.

Se adelantó y siseó:

—Púdrete. Púdrete lentamente. No podré hacerte pagar ahora por todo lo que has hecho pero si alguna vez te atreves a salir lo haré. Así que quédate aquí, porque ya no tienes nada que hacer ni nada por lo que vivir. Quédate y púdrete.

Se quedó callada. Tenía mil cosas que decir y gritar. Tantas que sentía que iba a explotar.

«Cómo te atreves a hacerle algo así a Clío. Cómo te atreves a hacerme algo así a mí. Has destrozado tantas vidas, ¡tantas! Y aun así podrás vivir. Entre estas paredes, sí, pero podrás vivir. Ya es más de lo que le has dado a otras personas pedazo de cabrón.

»No te atrevas a salir nunca de aquí. Muérete aquí y deja que el mundo se olvide de ti porque ni mereces ser conocido, ni mereces que tus víctimas conozcan tu nombre. Desaparece de una jodida vez. Monstruo.»

Pero no habría podido ponerlas en palabras. Además, dudaba que a Andrei le importara una mierda lo que quería decir. Ya se había descargado lo suficiente sin ponerse en ridículo. Así que retrocedió un paso y susurró con amargura:

—¿Qué se siente al acabar en un sitio como este y saber que, hagas lo que hagas, nunca obtendrás lo que deseas?

Se dio la vuelta y salió de aquel lugar pensando que, por fin, sabía dónde estaba Andrei. Y por Dios, más les valía que no volviera a salir de allí.

Quería dejar sus pesadillas atrás de una maldita vez.

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por **LightHelco** » Jue Dic 10, 2015 1:44 am

¿Por donde podía empezar a contar? Realmente, todo lo que había ocurrido aquí era el resultado del final del primer Reaper’s Game, pero… ¿era seguro contarle a la Gran Consejera esto? Supongo que tampoco pasaría nada y de esa forma tendrían más cargos contra Andrei.

Le expliqué que era el Reaper’s Game, para que lo había usado Andrei y que había ocurrido en él. También le relate el cómo las copias se sublevaron y Joker terminó arrancándole el corazón a Andrei, convirtiéndolo en Incorpóreo, aunque no pude darle gran información sobre estos ya que solo contaba con la adquirida en los libros de la biblioteca de Bastión Hueco.

—Antes de continuar, me gustaría pedirle que aunque ahora sepa todo esto, jamás investigue sobre el cómo llegar a ese mundo virtual —le rogué a la mujer alienígena a sabiendas de cómo había terminado el primer intento de acceder a él —. Aunque sean datos, las personas que habitan esa ciudad están tan vivas como nosotros, prefiero que se les deje vivir en paz ajenos a lo que suceda en nuestros mundos.

Tras que recibiera su confirmación, le hablé sobre las dos copias que se marcharon de allí con Andrei, Clío y Crow, además de pedirle que los protegiera en caso de que pudiese pasarles cualquier cosa. Qué Andrei escapó y desde su huída había estado planeando esta venganza, capturar a aquellos que estábamos relacionados con el Reapers’ Game, en este caso Fátima y yo, la viva imagen de su asesino. Los otros cuatro aprendices involucrados solo habían tenido mala suerte.

Relaté lo que había ocurrido en Ciudad de Paso bastante más por encima que el tema del Reaper’s game, ya que imaginaba que el resto de mis compañeros le habrían estado diciendo lo mismo. El extraño niño llamado Verdín, la ayuda de Julio y Joshua, la batalla contra Andrei… todo lo ocurrido, pero sin mucho detalle.

* * *

Me miré al espejo comparando la ropa que había traído Ariasu con mi sombrero actual. No pegaban nada. Vale que yo le buscaba un sombrero a cada traje, cierto, pero tampoco le había costado nada a la Maestra coger uno de colores más alegres que encajaran con mi sombrero azul claro, no el traje negro con detalles rojos.

—Qué se le va a hacer, siempre puedo pedir que me hagan uno para este traje y así ya tengo algo de repuesto —suspiré volviendo con el grupo.

La verdad es que no había querido meterme mucho, pero… la tensión se podía cortar incluso con un naipe. Al ver a Kazuki, había querido intentar hablar con él, pero la presencia de Ariasu me hizo pensármelo dos veces. Ladeé la cabeza para intentar decidirme y finalmente avancé hacia el mago, al menos tenía una excusa para dirigirle unas pocas palabras.

—Maese Kazuki, siento cualquier daño que haya podido sufrir Maya —le hablé al hombre ignorando cualquier comentario que pudiera hacer mi Maestra o Saeko —. La he arrastrado por donde yo he querido durante el Reapers’ Game, obligándola a seguirme e incluso protegerme, pero yo no he hecho lo mismo. No le he preguntado en ningún momento que quería hacer y lo peor de todo… deje que Andrei la capturase —agaché la cabeza a modo de disculpa —. Ha sido mi culpa que Maya casi haya perdido la vida, intentaré no volver a entrometerme en asuntos de Tierra de Partida para que algo así no pase nuevamente.

Dicho esto, regresé con mi Maestra y los otros dos aprendices de Bastión Hueco y ya íbamos todos a prepararnos para irnos, cuando el felino apareció nuevamente avisándonos de que podíamos ir a ver a Andrei. Me lo pensé realmente, porque Joshua y el gato me habían dejado con las ganas de sacarle varios dientes de un puñetazo y a la vez no quería volver a saber nada de él en un tiempo.

* * *

Pero las ganas del puñetazo eran mayores. Así que allí estaba, frente a la celda en donde estaba confinado el gitano junto a otros aprendices. Dejé que Saeko y Simbad hablaran primero y habría esperado a Fátima si esta no hubiese insistido en que yo fuera antes, caray, normalmente iban siempre las damas primero.

Avancé hasta el hombre, mirándole fijamente a los ojos y sintiendo un gran odio hacia él, casi sentía que los recuerdos de Joker iban a destrozarme la cabeza.

—Mira. Sé que le odias a él, que fue el que te convirtió en esto y al que nunca vas a poder alcanzar —empecé a hablar —. Tengo asumido que quieres pasar su venganza hacia mí y, siendo sincero, me importa poco. Puedes perseguirme, torturarme y matarme si así lo deseas, pero… —. Apreté el puño cerrando los ojos por un segundo antes de volver a abrirlos —. Haz daño a cualquiera de mis amigos y te mataré. Sé que no eres un ser vivo realmente, así no voy a sentir ningún remordimiento cuando vea tu cuerpo arder hasta solo quede una montaña de cenizas.

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