[Tierra de Partida] El castillo embrujado

[Sombra]

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Trama de Alec, Hana, Pharos y Edge

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Esta trama va cronologicamente antes que el global

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*Canción siniestra para que os metáis más en el papel. Por cierto, os recomiendo Shiki, ese anime no tiene desperdicio, en serio.

Desde hacía varios días, el ambiente en Tierra de Partida había sido bastante más tenso de lo habitual. Los aprendices evitaban ir en solitario por los corredores, a cierta hora nadie salía de su habitación, la biblioteca estaba absolutamente desierta y todos se aglomeraban en el comedor a la misma hora evitando así las "horas muertas" donde solo había uno o dos personas comiendo.

¿El motivo? Para los tres novatos; Alec, Hana y Edge podría ser un misterio, sin embargo quizás hubiesen escuchado los rumores... Fantasmas de aprendices que aparecían por el castillo asustando a los vivos. En cierto sentido, aquello parecía una tontería y los maestros parecían hacer caso omiso a las quejas, sin embargo... Era cierto que hacía muy poco una aprendiza, una tal Dejay Lion había muerto. Los detalles de su muerte quedaban en el más absoluto de los misterios, sin embargo, las malas lenguas decían que había sido asesinada en el propio castillo y que su espíritu vagaba en busca de venganza por aquellos lares.

Obviamente, no se podía hacer mucho caso de una leyenda urbana, sin embargo... ¿Y si era cierto? Muchos decían haber visto cosas...

Había tormenta y aún por encima eran las doce en punto de la noche cuando Alec, Hana y Edge fueron despertados, cada uno en su respectiva habitación por alguien que petaba en sus puertas.

Aquel martilleante ruido no les dejaría pegar ojo, por lo que tenían la obligación (quisiesen o no) de ir a mirar quien era a aquellas horas de la noche.

[LightHelco]

No habría pasado ni una semana desde mi llegada a Tierra de Partida cuando empecé a notar que el lugar solía estar demasiado vacio para lo que Kazuki me había dicho en mi mundo sobre la gran cantidad de aprendices que había en el lugar. A ciertas horas del día era imposible encontrarse con casi nadie por los pasillos o incluso en la cafetería, la gente se amontonaba a la hora de comer como si de esa forma se protegieran de algún enemigo que yo no conseguía ver y en el momento en que el sol se escondía el castillo moría con él.

Todo el mundo parecía tener miedo a algo, según lo que había escuchado durante las comidas y en las clases, un fantasma rondaba por el castillo, el fantasma de una antigua aprendiz decían, una que perdió la vida semanas antes en aquel lugar. Sandeces, eso es lo que eran aquellos rumores, tonterías expandidas por aquellos asustadizos que habrían visto algún ave por la noche. Si de verdad había algún fantasma en el castillo, ya habría aparecido ante la gente sin causar tal masa de gente asustada por un simple rumor.

Aunque no estaba seguro que era lo más estúpido de aquella situación, la gente que acababa creyéndose los rumores y siguiendo la rutina del resto en mantenerse alejados de los posibles lugares en donde podía aparecer el fantasma de la aprendiza, o aquellos que los propagaban diciendo que habían visto al espectro o lo habían escuchado llamándoles por la noche.

Verdad o mentira, el destino quería que aquella noche descubriera el pastel de esta historia de ultratumba.

Tras terminar de cenar me había subido a mi habitación con intenciones de descansar, por una vez a Kazuki se le había ocurrido dar clases prácticas y me había hecho sudar la gota gorda hasta que tras un centenar de intentos había terminado dominando el hechizo más básico de mi afinidad: Piro. No era mucho, pero era el primer paso para convertirme en el poderoso brujo que le había prometido ser a mi madre.

Al poco de tumbarme en la cama me había quedado dormido, ignorando los truenos que hacían temblar los cristales de la ventana, pensaba que si eso no conseguía despertarme de mi sueño nada lo haría, pero a la media noche algo consiguió hacerlo.

El ruido de alguien intentando destrozar la puerta de mi habitación me saco de mi sueño al instante consiguiendo sacarme también alguna que otra maldición a los pocos segundos. Intente ignorar el ruido sin éxito, ya que este penetraba en mis oídos con tal fuerza que me era imposible concentrarme en cualquier otra cosa que no fuera detener aquel incomodo martilleo.

Decidido, me levanté con el recién aprendido Piro listo para ser ejecutado y me acerqué a la puerta, agarré el pomo de esta y la abrí listo para descubrir quién era el graciosillo que me estaba amargando la noche.

[Nell]

Nada podía asustar a Hana. Nada, salvo una cosa. Una tan simple que probablemente ni ella misma imaginase.

Ni siquiera aquella tormenta podía sacarla ni el menor nerviosismo. Dormía como un bebé, en su nueva habitación de Tierra de Partida, ajena al horrible temporal que había tras su ventana. Había vivido noches parecidas en el barco de su tío, Gesshin, cuando navegaba con los piratas, y entonces la situación, sobre todo ante la llovizna, se volvía caótica entre los tripulantes, que luchaban frenéticamente contra la fuerza de la naturaleza. Las olas embravecidas y los constantes bamboleos tampoco habrían dejado que ninguno durmiese bien.

Antes de acostarse, y percibiendo la terrorífica e inminente noche que se avecinaba, a juzgar por los cielos de aquel mundo, Hana pensó que no podría conciliar el sueño. Ya le había costado bastante acostumbrarse al nulo balanceo del suelo que diariamente pisaba, como para aceptar el hecho de que aquellas nubes no suponían un problema para su supervivencia.

Se equivocaba. Cayó rendida enseguida, tras un largo día de entrenamiento.

Sin embargo, se despertó repentinamente ante un incesante golpeteo en su puerta. Se incorporó automáticamente, lista para contratacar a cualquier posible atacante nocturno. Tardó varios segundos en darse cuenta de que el ruido procedía de fuera.

—¡Basta ya, capullo! ¡Está abierto! —anunció, esperando que, fuera quien fuese el idiota, entrase de una vez para que parase ese melódico sonido.

Hana reservó una última mirada a través de las cortinas. La tormenta seguía ahí, en el cielo, descargando todo lo que tenía. La chica la observó, con indiferencia. No obstante, se llevó brevemente la mano al bolsillo del pantalón de su pijama, donde guardaba la concha cuando dormía, para acariciar la superficie llena de pinchos de ésta. De algún modo, la apaciguaba saber que estaba ahí. Nunca se separaba de ella.

Finalmente, dejó las distracciones para otro momento y se concentró en el desafortunado individuo que se divertía desvelando a quienes no debía. En caso de que nadie abriese la puerta, Hana avanzaría hasta ella para abrirla por sí misma.

[Demyx]

Ya era de noche, y por aquella hora, si no todos, la mayoría de aprendices ya debían estar por lo menos en sus cuartos. Quizá la tormenta perturbara el sueño de alguno que otro aprendiz. Sin embargo, éste no era el caso de Edge Lemmons, que aunque aún estaba en vela, no le sería complicado conciliar el sueño. No obstante, se había hecho el propósito de escribir un diario a partir de su llegada a Tierra de Partida, y seguramente no encontraría mejor momento para hacerlo que antes de irse a dormir.

—Ilustrísimo diario… —dijo en voz alta mientras empezaba a escribir. Al parecer ya no supo cómo continuar, por lo que lo repitió varias veces—. Ilustrísimo diario… Ilustrísimo diario… eh… Ilustrísimo diario… —y a pesar de sus buenas intenciones, cayó rendido encima del escritorio.

El ruido de los truenos hacía vibrar los cristales de la ventana, a la vez que eran golpeados violentamente por la lluvia y el viento. No fue esto, pero, lo que despertó a Edge. Sino unos furiosos golpes contra la puerta de su habitación.

El chico, desconcertado, se levantó y trató de entender lo que estaba pasando. Había algo de extraño en todo eso. Abriría la puerta, pero estaría en guardia por si se trataba de algo peligroso.

[Sombra]

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Aclaratorio sobre los golpes de la puerta. No fueron a la vez, si no que llamaron de uno a uno con aproximadamente un minuto de diferencia. No es que sea un dato demasíado importante, pero creo que era importante aclarar esto para evitar cualquier tipo de confusión futura.

Los tres acabaron decidiendo abrir la puerta de su habitación, pero justo cuando la abrieron, no vieron nada. Salvo una nota en el suelo con una hermosa caligrafía, solo contenía dos palabras, dos simples palabras, sin embargo eran muy misteriosas...

Estoy aquí

Y entonces, en cuanto leyesen o releyesen la carta sin comprender lo que quería decir escucharían unos pasos por el pasillo que no parecían venir de lugar alguno. Sin embargo aquellas pisadas... sonaban muy cerca, aunque no viesen a nadie. Fuese lo que fuese, parecía dirigirse a la sala del trono. Ya que las habitaciones quedaban en el segundo piso no les sería dificil llegar, tan solo tenían que ir hacia allí por un largo pasillo que estaba en el más siniestro de los silencios y en las más ocuras tinieblas, no había luz. Tendrían que guiarse como pudiesen.

[LightHelco]

Cuando abrí la puerta no me encontré a nadie tras ella, algo que me mosqueo bastante más. Lo único que había tras ella era una nota en la que podía leerse las palabras “Estoy aquí”.

—Sí, yo también estoy aquí metido y no por ellos voy despertando a la gente y poniendo notas en sus puertas —solté con un tono sarcástico comprobando si había alguien por los pasillos dejando mas notitas de esas —. A ver, si de verdad eres un fantasma ¿por qué no te dejas de tonterías con puertas y notas y te presentas ante todos? Si crees que unos golpes en la puerta y una nota misteriosa van a conseguir asustarme te equivocas, vas a…

Decidí callarme al escuchar unos pasos por el pasillo, miré otra vez el lugar sin volver a encontrar a nadie, aunque estando tan oscuro me costaría un rato estar seguro de si allí había alguien más que un servidor. Las pisadas del supuesto fantasma se escuchaban demasiado cerca para mi gusto. Encendí la luz de mi habitación para de esa forma iluminar en parte el pasillo, pero no conseguí ver a nadie y los pasos se alejaban mas, dirección a la sala del trono.

—¿Esto es demasiado extraño, primero me levantan a porrazos y ahora quieren que vaya hacia algún lugar de este castillo a oscuras? Que fantasma tan raro —terminé diciendo a la par que cogía mi chaqueta para salir al pasillo y seguir los pasos de aquel invisible ser.

Mantuve en todo momento una mano pegada a la pared para saber a dónde me dirigía en aquella oscuridad, ya que no contaba con la iluminación de mi habitación, la cual había cerrado por seguridad. Durante el viaje me hice preguntas sobre lo que estaba pasando, a la par de si yo sería al único al que había despertado de aquella forma.

[Nell]

A pesar de dar el permiso para abrir la puerta, nadie entró. Hana, extrañada, finalmente se decidió a ir a abrir la puerta, planeando silenciosamente también la regañina que daría a aquel impresentable cabrón que quería hacer la gracia de despertarla por la noche. Sobre todo aquella, en la que la tormenta era implacable.

—¿Es que no me has oído? Te he dicho que… —pero, al abrir la puerta, no había nadie, así que cerró la boca, atónita.

Hana bufó. En un primer momento, pensó que el graciosillo de turno había salido corriendo. Y, probablemente, en aquel momento, se estaría riendo de ella. No iba a consentirlo, por supuesto. Estaba dispuesta a salir y buscarle para darle el merecido castigo por elegirla como blanco de sus burlas. Sin embargo, vio a tiempo la nota, antes de enervarse más.

Cogió la nota del suelo y leyó las palabras. Estoy aquí. Miró a su alrededor, para comprobar que no había nadie. Y volvió a releerlas. Estoy aquí. ¿Dónde? ¡Si allí sólo estaba ella!

La tan peculiar situación, situada nada más y nada menos a medianoche y en mitad de una tormenta, le hizo recordar los rumores. Habían empezado a circular rápidamente por el castillo, propagándose como sincorazón en una fiesta de piratas, hablando de fantasmas, aprendices muertos y maldiciones en aquel mundo donde habitaban, Tierra de Partida.

Hasta entonces, Hana había hecho caso omiso de lo que consideraba el aburrimiento de los demás niños de por allí. La muchacha sólo creía en las leyendas de los mares, tan misteriosas, profundas y de detallados increíbles que dejaban volar libre la imaginación. Muchas eran mentira, sí; y alguna que otra había podido comprobar, en sus propias carnes, su veracidad… Sin embargo, en tierra, todo era diferente. Siempre la había considerado segura. Era el ancho y largo mar lo que escondía secretos. No la tierra.

Entonces, escuchó los pasos. Y se preguntó, por primera vez, si no estaría equivocada. Quizá los mundos también guardaban celosamente misterios. Incluso si no tenían mar. Así que, movida por la curiosidad, sin preguntarse más por el presunto graciosillo que estaba detrás de todo aquello, posó una mano en la pared y siguió, con el oído, los pasos hacia el salón del trono, para no caerse ante la casi absoluta oscuridad.

Podría haber regresado a su habitación. Haber intentado preparase, al menos. O cambiarse por una ropa más apropiada, pues seguramente nadie, en su sano juicio, pensaría que el pijama azulado con dibujos de ositos era lo más adecuado para embarcarse en una aventura.

Sin embargo, como se suele decir… La curiosidad mató al gato. O, en este caso, a la niña.

[Sombra]

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A partir de ahora Adelaida Sepultera se une a las filas de esta trama. Dadle una calurosa bienvenida...

Pharos: Lo que ocurrió en los anteriores post ocurre para todos por igual, así que puedes rolear teniendo en cuenta todos mis post hasta ahora.

[Pharos]

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Saludos, espero que no os importe que me deje caer por aquí

Tormenta. Deliciosa tormenta.
Rayos zigzagueantes que se abrían paso por un cielo oscuro y repleto de nubes. Vientos ululantes que cuando soplaban hacían que las contraventanas golpearan ruidosamente entre el ruido de bisagras un tanto viejas. Y el olor de la tierra mojada. Que aroma más delicioso... que ganas tenía de irse a cavar bajo la lluvia torrencial.

Sólo hacía falta que se topara con un fantasma para sentirse como en casa por completo.

¡Y aquella mañana había escuchado en la cafetería que había uno rondando por el castillo! Cierto era que decían que el fantasma en cuestión tenía sed de venganza y cosas malas, pero... Era un espíritu errante al fin y al cabo. Así que aquella noche tuvo graves dificultades para dormir por la emoción. Pero no bien había cerrado los ojos, rendida de agotamiento, cuando escuchó unos fuertes golpes en la puerta de su habitación.

La sorpresa hizo que se cayera de la cama del brinco que pegó.
-¿Que ha sido eso?-dijo con voz adormilada, aturdida todavía.
Lentamente, las lucecitas de su cabeza comenzaron a encenderse, como lo hacía el laboratorio del doctor Frinkenstein en cuanto caía la noche. Y los ojos se le abrieron como platos ante la posibilidad de que fuera el fantasma quien había llamado a la puerta.
Se levantó corriendo, con la ropa arrugada por haberse dormido sobre la cama sin haberse cambiado siquiera.

Estoy aquí

La nota a sus pies era breve y concisa, tenía una bonita letra. ¡Y con esas palabras, sólo podía pertenecer a un fantasma! Entonces, comenzó a escuchar unos pasos que se alejaban de su puerta.

No lo dudó ni un instante. Se calzó sus pesadas botas y abandonó rápidamente su habitación, intentando seguir el eco de las pisadas del fantasma.
El pasillo estaba en penumbra y un silencio mortal impregnaba la estancia, mientras los resplandores ocasionales de los rayos entraban a través de las ventanas.
Adelaida, avanzando con cuidado para no espantar al fantasma, sonrió.

-Ven aquí, fantasmita fantasmita - canturreó - sé que te escondes en alguna parte...

Jugando al escondite con un fantasma en una noche de tormenta. Ahora sí que se sentía como en casa.

[Demyx]

Tras abrir la puerta, y por sorpresa del chico, no vio a nadie en el pastillo. Miró de un lado a otro, pero no había ni rastro de quien pudiera haber estado aporreando la puerta unos instantes antes. O eso es lo que pensó en un principio, un papel en el suelo llamó su atención. Se agachó para recogerlo y pudo leer el breve mensaje escrito en la nota, tan solo dos palabras, “Estoy aquí”.

—¡Albricias! —exclamó con entusiasmo—. Qué caligrafía tan bella… ¿”Estoy aquí”? Pero si aquí no hay nadie más que un humilde servidor.

El chico iba a volver a su habitación para ir a dormir cuando unos pasos resonaron en el pasillo. Se quedó quieto, escuchando con atención, y a pesar de que no pudo averiguar de dónde provenían exactamente, parecía que se dirigían a la sala del trono.

Debió picarle la curiosidad porque se adentró al oscuro pasillo sin dudar ni un solo instante y con paso firme, seguramente sin percatarse que se iba en calzoncillos estilo pantalón corto y descalzo por el castillo. Tampoco le daba mucha importancia al asunto, así como a la nota, y es que si de algo no se había enterado Edge era de todos esos rumores acerca de un fantasma dentro del castillo.

[Sombra]

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Demyx, sé tu problema para postear, pero te pediría, ahora que estás en una trama y que los demás dependen de ti que no tardaras tanto. No has tardado los 15 días límite por lo que no puedo decir mucho, pero te pediría que te esforzaras en postear más rápido. En caso de que siguieses posteando "al límite" me vería obligado a bajarte PX y además ponerte una amonestación que trata en rebajarte el límite 5 días, por lo que si no posteases en 10 días serías expulsado. Sabes bien que me caes muy bien y que me duele regañarte así xDDD

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De una forma u otra, los cuatro habían salido de sus respectivas habitaciones y se habían dirigido a tientas hacia la sala de los trono a donde se dirigían los pasos. Las luces estaban apagadas, por lo que tenían que ir con extremo cuidado tratando de no tropezarse con nada que pudiese estar en medio del pasillo. Tierra de Partida era un lugar que podía presumir por su impecable aspecto gracias al grupo de moguris que hacían aquellos trabajos pero no eran perfectos, obviamente. Por suerte para ellos, el pasillo tan solo iba en línea recta hacia la sala de los tronos por lo que no tendrían ningún problema para llegar en un principio.

Edge, Hana y Alec pudieron escuchar durante su camino como ese supuesto fantasma iba golpeando las puertas de las habitaciones, aunque en algunas se hacía bastante insistente. No podían verlo realmente por culpa de lo oscuro que estaba todo, pero pronto esos tres se encontrarían los unos a los otros. Podrían haber chocado o podrían haber podido ver a los otros gracias a que la vista empezaba a adaptárseles a la oscuridad, el caso era que los tres se acababan de encontrar en un oscuro y tenebroso pasillo en mitad de la noche.

—Ven aquí, fantasmita fantasmita —escucharon un poco más adelante, en el pasillo—. Sé que te escondes en alguna parte...

La voz femenina que acababa de resonar por las paredes tenía un aire juguetón y realmente siniestro al estar siendo reverberada por la soledad del tenebroso castillo en un perturbador eco. Justo entonces, un trueno atravesó el cielo iluminando durante una fracción de segundo el castillo dejando ver lo suficiente como para reconocer (en caso de que se conocieran) a los otros que estaban allí en aquel momento. También podían ver una chica más, un poco más hacia la sala de los tronos que era lo más seguro la autora de aquella melodiosa y hermosa voz.

Quizás lo primero que pensasen al verse es que uno de ellos fuese el verdadero autor de aquella broma de mal gusto, o tal vez deducirían que no eran los únicos que habían sacado de la cama a aquellas horas.

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Para aclarar lo de "golpeando puertas". Como se supone que cada uno salió en un momento diferente escuchásteis como el fantasma golpeaba las puertas de los demás participantes de la trama. En el caso de Adelaida, como pongo que es la última en salir no la pongo con los otros tres.

[Nell]

Salió de su habitación, apoyando una mano en la pared y avanzando a ras de esta, de modo que la oscuridad de Tierra de Partida no la estorbase en el camino. Se guiaba por el oído, ya que la vista no le servía, para elegir las bifurcaciones oportunas hacia la sala del trono. Pero, más importante, hacia el culpable de su desvelo.

A pesar de la tozuda curiosidad por averiguar quién estaba detrás de todo aquello, Hana pronto lamentó no haber sido más previsora. Tenía los pies desnudos, al dejarse las zapatillas en la habitación, y el frío contacto del suelo provocaba que fuera dando pequeños saltitos, a fin de no tocarlo en exceso. Además, no tenía nada, salvo su concha y su Llave Espada, siempre dispuesta en la nada donde se encontraría, como Hana imaginaba, cuando no la invocaba. Sin embargo, no podía retroceder, porque la persona que la había perturbado podía escaparse. Y eso sí que no lo pensaba permitir.

Avanzando poco a poco, Hana pudo escuchar a la persona, porque se negaba a creer que era un fantasma, molestando a más gente por su camino, golpeando a las puertas y a quién sabe qué más. Comenzó a preguntarse si sólo lo escucharía ella. ¿Por qué nadie más se había levantado? ¿Es que estaban meados de puro terror en la cama por esas estúpidas leyendas, o tenían tapones en los oídos?

Estaba meditando seriamente la posibilidad de que Tierra de Partida albergase más cobardes de lo que imaginaba cuando discernió a alguien en la oscuridad. Pensando que se trataba del culpable, corrió hacia él y lo agarró del brazo, discerniendo todo lo que podía en la oscuridad la figura del muchacho.

—¿¡Quién te has creído que eres para incordiar tanto, capullo!? —le grité. Casi pude escuchar el eco de la voz resonando entre los pasillos—. La próxima vez que me despiertes te dejaré la cara echa papilla. Pero, ahora… —se le ocurrió algo mejor—. ¡Vacía tus bolsillos si no quieres una zurra en directo!

Mientras se desahogaba gritándole al muchacho, Hana fue forzando más la vista, hasta distinguir ciertos detalles en la figura que le resultaban familiares. ¿Le conocía de algo? Sí, probablemente sí. No habría llamado a su puerta de casualidad. A pesar de no conocer a muchos aprendices, quizá a alguno no le caía bien, así que no era de extrañar la bromita.

Se escuchó entonces una nueva voz. A Hana se le pusieron los pelos de punta, sobre todo ante la palabra fantasmita. ¿Quién…?

—¿Has sido tú? —preguntó al que tenía agarrado.

Entonces, un rayo cercano iluminó durante unos breves instantes la estancia, aclarando las dudas que Hana albergaba. En primer lugar, no estaban solos, sino que había alguien más allí, una aprendiza, a juzgar por su edad. En segundo, a quien estaba sujetando del brazo era a Edge, ese chico de Port Royal con el que había llegado, y con quien había estado a punto de morir asfixiada o quemada. Menos mal que no había sido así.

Soltó a Edge, puesto que había pasado de ser su nueva víctima de robo al chaval de siempre, tan educado y refinado que, en ocasiones, o le daba extrema sensación de desagrado, o le ponía los pelos más de punta que cualquier fantasma. En conclusión, era imposible que el señorito gastase semejante broma.

—¿Por qué diablos suenan tanto las voces en este castillo? —preguntó a, nadie en particular. Sin esperar respuesta, claro, se giró hacia donde había visto a la otra chica y empezó a avanzar, sospechando que quizá eran los pasos a los cuales había estado siguiendo, puesto que ellos llevaban allí más tiempo, quietos. Por el camino, iba murmurando, contrariada—. Nadie… nunca más… pienso poner una trampa… un cubo de agua… o un pomo que electrocute… o que un moguri lo vigile… pero nunca más…

Cada vez tenía más ganas de bronca con quienquiera que fuese el culpable. Edge, un fantasma, o la chica nueva. Le daba igual.

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He editado porque entendí mal y creí que había dos personas más aparte de Edge y Hana, no que se trataba sólo de Adelaida. Cualquier cosa, tengo el post original guardado =S

[Demyx]

Mientras Edge seguía avanzando hacia la sala de los tronos, siguiendo a esos misteriosos pasos a lo largo del pasillo, los golpes se sucedían en cada una de las puertas. No obstante, sus ocupantes no salían para ver qué ocurría, ninguna reacción ante todo ese alboroto.

Andaba con cuidado, guiándose con la mano derecha por la pared, ya que sus ojos todavía no se habían acostumbrado a la oscuridad. Por eso no pudo evitar sobresaltarse en cuanto alguien se lanzó a su brazo en un acto hostil, que vino acompañado de sus correspondientes insultos y amenazas.

—¿¡Quién te has creído que eres para incordiar tanto, capullo!? —le gritó una voz que le resultaba peculiarmente familiar—. La próxima vez que me despiertes te dejaré la cara echa papilla. Pero, ahora… ¡Vacía tus bolsillos si no quieres una zurra en directo!

El joven, siempre demasiado obediente, hizo el ademán de buscar en sus bolsillos cuando se percató de que iba en calzoncillos. Y antes de que pudiera dar una de sus pintorescas respuestas, una nueva y desconocida voz resonó por el castillo.

—Ven aquí, fantasmita, fantasmita —canturreó en un tono travieso—. Sé que te escondes en alguna parte...

―¿Has sido tú? ―preguntó, no sin dar antes un buen respingo, la persona quien le cogía del brazo.

―No…

Un rayo que atravesó el cielo iluminó durante un breve instante el interior del castillo. Lo que le permitió a Edge distinguir a lo lejos la figura de una muchacha y un chico algo mayor que él. También pudo identificar a su atacante, quien al parecer hizo lo mismo y le soltó el brazo. Se trataba de Hana, una pirata de Port Royal que el joven había conocido en el incidente de una taberna el día en el que ambos fueron reclutados por su maestra, Rebecca.

Por lo sucedido hasta ahora, y aunque en un principio sopesó la idea, no parecía que ella fuera la autora de todo ese desorden. Lo que dejaba a dos sospechosos… la chica y el muchacho que también se encontraban en el pasillo.

—¿Por qué diablos suenan tanto las voces en este castillo? —empezó maldiciendo Hana—. Nadie… nunca más… pienso poner una trampa… un cubo de agua… o un pomo que electrocute… o que un moguri lo vigile… pero nunca más…

―Mmm... ―meditó Edge en busca de algo que decir. Entonces recordó algo en lo que había podido fijarse en el breve período de iluminación otorgado por el rayo―. Bello pijama, señorita Hana.

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EDIT: Sombra, la verdad es que ya me va bien que me lo digas xDU Suelo tener varias cosas que hacer por el foro cuando estoy conectado, por lo que no siempre le doy la prioridad que debería al rol, además de que a veces estoy, simplemente, vago xDDD Así que ya me va bien rolear con fechas =P

[LightHelco]

Seguía caminando a tientas por el oscuro pasillo intentando dar alcance al fantasma, al cual podía seguir sin problemas gracias a sus incansables golpeteos en las puertas de todas las habitaciones. Curiosamente, nadie parecía contestar a sus llamadas, posiblemente por estar tan asustados que ni serian capaces de salir de debajo de las sabanas.

Durante la caminata, noté que mis ojos se empezaban a acostumbrar a la oscuridad, por lo que tras un tiempo deambulando por aquel pasillo, vi dos figuras de aspecto humano a las que les acompaño una melodiosa e infantil voz que me sonaba de haberla escuchado.

— Ven aquí, fantasmita fantasmita —canturreaba la voz trayéndome por alguna razón, recuerdos de mi mundo —. Sé que te escondes en alguna parte...

Aceleré mi paso para alcanzar a las dos figuras, cuando un relámpago iluminó todo el pasillo por un segundo dejándome ver los rostros de los dos desconocidos y de una tercera persona más que se encontraba algo alejada de ellos y a la cual pude reconocer como la hija del sepulturero, a la que solía ver de vez en cuando en mis escapadas al cementerio. A los otros dos jóvenes no los conocía de nada, vi que uno era un hombre y el otro una mujer y que esta última parecía estar bastante nerviosa con lo del fantasma, ya que acababa de soltar a su compañero al cual había estado agarrando del brazo.

— Supongo que vosotros también habréis sido sacados de vuestras habitaciones por un travieso fantasma, ¿no? —pregunté uniéndome al grupo de esa forma —. Para calmar tensiones creo que deberíamos saber con quién estamos y de esa forma asegurarnos de que ninguno es el fantasma bromista, ¿no os parece? Soy Alec de Ciudad de Halloween, por lo que tengo un poco de experiencia en lo que se refiere a bromas fantasmales.

Con aquella presentación esperaba calmar a la joven, a la par que darle confianza a la sepulturera haciéndola saber que pertenecía a su mismo mundo y como no, no hacer notar que estaba algo enfadado por el hecho de que no había podido dormir. Tenía que mostrarme tranquilo e inmune a aquella broma si quería mantener mi “reputación”.

[Sombra]

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Sobre Pharos, estará ausente hasta a saber cuando, mientras tanto, su personaje lo pondré como "ausente"

La chica que Alec había reconocido siguió su camino a paso apurado lo que hizo que se perdiese de vista por completo. No se podía negar que tenía narices al internarse de aquella manera en plena oscuridad completamente sola.

Los tres restantes se podrían reunir y hablar de la situación como quisiesen, incluso sospechar y echarse entre ellos las culpas, pero de poco serviría. Pues algo realmente aterrador pasó flotando. Se trataba de algo de un color traslúcido y blanquecino que en cierto modo parecía tener luz propia, aunque fuese tan ténue que casi resultase invisible. No tenía una forma nítida, aunque casi se asemejaba a un mantel con... ¿Aquello eran unos ojos y una boca? Lo que sí que estaba claro es que se escuchaba un silbido y de nuevo pasos. Se escuchaban próximos, muy cercanos. Tanto que daba miedo. Daba igual hacia donde se girasen porque no había nada salvo aquella cosa que se alejaba a bastante velocidad.

Aquellos pasos, que por el tipo de pisada debían de tratarse de un niño se dirigiían al igual que los anteriores que pertenecían a quien les había sacado de sus habitaciones hacia la sala del trono. ¿Por qué aquellos pasos se dirigían hacia allí? ¿Por qué habían sido sacados de las habitaciones a aquellas altas horas de la noche? Y justamente ellos... Un pequeño grupo de novatos. No tenía ni pies ni cabeza.

No sería dificil llegar a la sala del trono desde donde estaban, solo era continuar por ese mismo pasillo en línea recta, pero a saber que se encontrarían allí... ¿Sería buena idea ir en aquella dirección?