[Atlántica] Leyendas del fondo del mar

Khsora, Narrador, Sombra

La aparición del bando de Bastión Hueco ha colocado a la Orden de los Caballeros de la Llave Espada en una tensión creciente difícil de remediar. ¿Llegarán a enfrentarse ambos bandos en conflicto, o será posible la paz?

Moderadores: Suzume Mizuno, Astro, Sombra

[Atlántica] Leyendas del fondo del mar

Notapor Nell » Vie Sep 21, 2012 12:39 am

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Por las dudas, esta Trama estará cronológicamente situada después de:
>Ocaso de una estrella
>¡Se me ha metido plancton en la nariz!
>Volaré, uoo, cantaré, uooooo.



Tierra de Partida


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Habían pasado varios días desde el incidente de Bastión Hueco. Nada había vuelto a ser igual. El ambiente de Tierra de Partida había cambiado, sin duda. Antaño, en los pasillos se respiraba el aire de la duda, ante la inexplicable aparición de los sincorazón; pero, también, de la entereza, del incansable valor para enfrentarlos hasta el final.

En cambio, ahora que conocían la verdad, sus enemigos habían cambiado. No sólo se trataban de antiguos Maestros, sino también de compañeros que abrazaron otra forma de vida.

¿Cómo se combatía contra una persona no sólo compuesta de oscuridad?

El Maestro Ronin hizo llamar, una mañana, a Fran e Ivan. El lugar escogido fue la biblioteca y, cuando llegaron, éste ya estaba sentado en una de las tantas mesas repartidas por la habitación, leyendo con interés un libro. Algo bastante inaudito en él.

¿Qué tal, chicos? Venga, sentaos —les invitó, inmediatamente. A pesar de que sonreía amistosamente, como siempre, se le notaba más cansado. Su carácter era, indudablemente, más forzado—. Tengo una historia muy larga que contaros.

Después de tanto tiempo juntos, el Maestro no se iba a andar con rodeos tontos. Sin embargo, sí que le interesaba saber el estado (sobre todo anímico) de sus aprendices.


Bastión Hueco


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Al contrario que en Tierra de Partida, la situación en Bastión Hueco era mucho más sosegada.

Puesto que eran pocos residentes, gran parte del castillo estaba en desuso. Sin embargo, comenzaba a llenarse de mayor actividad poco a poco: los Maestros habían colocado un Tablón de Misiones para movilizar a los aprendices más perezosos; solían producirse sesiones de entrenamiento mágico que dirigía Nanashi (libre para cualquiera); se necesitaban manos para cierto techo que arreglaba, en solitario, Wix…

Pese a todo, el ambiente estaba muy tranquilo. No había planes de movilización, ni nadie parecía tener intención de atacar Tierra de Partida de un día para otro, como quizá alguno hubiese esperado. Para ser una guarida del mal, dejaba mucho que desear.

La primera vez que Ragun fue convocado ante su Maestra tampoco fue una acogida muy diferente a la de Tierra de Partida. En la sala de los tronos, sentada en el que le correspondía (en una postura para nada formal), Ariasu le esperaba cuando entró. Hasta entonces, había estado hablando con Alexis, situada al pie de las escaleras, pero se interrumpió al verle llegar.

¡Ah! —exclamó Ariasu, mientras se le iluminaba la cara—. ¡Por fin apareces! ¿Qué tal tus primeros días? —quiso saber.

Alexis, sin decir nada, hizo una pompa con el chicle que masticaba. No trató de reiniciar la conversación que había estado manteniendo hasta entonces con Ariasu, sino que permaneció callada ante el aprendiz.


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Re: [Atlántica] Leyendas del fondo del mar

Notapor Sombra » Vie Sep 21, 2012 3:17 am

Habían pasado varios días desde mi encontronazo con Nadhia en aquel mundo isleño. Habría deseado no haberla visto nunca, si hubiese sabido que iba a pasar aquello. No recordaba muchas cosas de nuestra pequeña reyerta, aquello me molestaba bastante. Pero las manchas negras... Habían estado ahí.

Había sido llamado por Ariasu en la Sala del Trono, por lo que me dirigía hacia allí como podía. Si bien aquel castillo era más grande incluso que el de Tierra de Partida era mucho más laberíntico y estaba muy vacío en comparación lo que daba un aspecto siniestro al lugar y perderse no era algo raro. Sobre todo, teniendo en cuenta que era casi imposible encontrarse a alguien para preguntar. Ese era uno de los motivos por los que había limitado mis rutas desde el comedor a mi habitación, de mi habitación a la Sala de los Tronos y desde la Sala de los Tronos al Hall frente a la zona de telesféricos.

Lo poco que hacía era ayudar con las reparaciones del Hall, que había acabado destrozado tras nuestro combate contra Wix, salir a otros mundos o quedarme en mi habitación haciendo el vago... Aunque también acudía a los entrenamientos... La mayoría de las veces...

Tal vez debiese dedicar algún día a la exploración del castillo para no limitarme a mis rutas habituales. Había una biblioteca en el Hall, no había visitado la Sala del Ordenador y tampoco los laboratorios. Ni siquiera había explorado la zona de las terrazas.

Los entrenamientos eran libres y casi nadie iba a ellos por lo que resultaba un poco solitario. ¿Así había sido en su momento Tierra de Partida? ¿Cuando solo tenían uno o dos aprendices por Maestro? En el entrenamiento mágico con Nanashi había aprendido y perfeccionado algunas técnicas lo cual me había ayudado mucho a la hora de combatir a los sincorazón. Pero por ahora, prefería no luchar contra los que pululaban por los exteriores del castillo ya que eran muy poderosos, pero todo se vería con el tiempo... Algún día podría derrotarlos, eso no cabía en duda. Cada día me hacía más fuerte, y con ello mis poderes. Me convertiría en un Maestro para así poder saber cualquier cosa, tener la sabiduría de los Maestros y por tanto poder realizar mis propias investigaciones.

Me quedé frente a la puerta de la Sala del trono unos instantes antes de golpear varias veces la puerta y abrirla asomándome por esta.

¡Ah! —exclamó mi nueva Maestra al verme atravesar el umbral de la enorme puerta—. ¡Por fin apareces! ¿Qué tal tus primeros días? —se interesó por mi estadía en el castillo.

He aprendido bastante más gracias a que los Maestros se pueden dedicar mejor a entrenar a los Aprendices de forma individual. En Tierra de Partida eso era impensable dado a la enorme cantidad que éramos conviviendo y al escaso número de maestros existentes —admití mientras caminaba hacia el trono poniéndome a la altura de Alexis, a la que no miré apenas—. Es una suerte que pocos aprendices se pasasen a "este lado", habría sido un problema entrenar con todos ellos.

"Además todos son muy débiles allí, siempre tenía que contenerme para no herir a alguien seriamente." Intenté no decir aquello para no parecer demasiado arrogante, aunque era verdad. Al igual que Ivan decía ser "El Mejor" yo sabía de sobras que yo era todavía mejor que él. El poder de la Oscuridad era desconocido, eso era lo que me hacía mucho más fuerte que el resto. Tal poder impredicible era incalculable, infinito, eterno...

Agité la cabeza para evitar darle tantas vueltas a mis pensamientos y así centrarme en el tema que venía a discutir. ¿Tal vez la Maestra quería que Alexis y yo mostrasemos nuestras habilidades de combate? Algo así como un entrenamiento para compararnos... Tenía bastante sentido, estábamos los dos allí, seguramente a la espera de ordenes por parte de Ariasu, pero la curiosidad me podía, quería ir al grano.

¿Por qué he sido llamado aquí? —pedí saber con un tono educado. Forma de hablar que usaba usualmente con todos los Maestros.
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Re: [Atlántica] Leyendas del fondo del mar

Notapor Quico » Vie Sep 21, 2012 10:37 pm

Ese día tampoco había dormido nada de nada. Había vuelto a tener una pesadilla. Un sincorazón se abalanzaba sobre mí y otras personas mientras caíamos al suelo, irremediablemente derrotados. ¿De verdad era lo suficientemente fuerte para luchar contra ellos? Se me había conferido la misión de proteger la luz, a mí, a un chico medianamente normal de Villa Crepúsculo. Pero ni era capaz de saber que era la luz, ni nada sobre su eterna lucha con la oscuridad, sin comprender la razón de mi lucha, y sin encontrar a mi padre.

Sentado en la silla del escritorio de mi habitación seguía pensando en los últimos acontecimientos ocurridos, o al menos de los que me acordaba de algo. A veces aparecían retazos de memoria que pasaban por mi cabeza, pero que no me sonaban de nada. Medio dormido me levanté de la silla, casi no podía sostenerme en pie. Me acerqué a mi cama y subí la cortina de la ventana. Aún había estrellas en el cielo, pero se veía ya un atisbo de amanecer al fondo del horizonte.
Miré al reloj con la mirada cansada. Las siete menos diez minutos. Llevaba más de dos horas despierto, intentando conciliar el sueño sin ningún éxito. Aún faltaba un rato para que empezara otra vez de forma oficial el día en Tierra de Partida.

Me volví a echar en la cama, cerré los ojos y esperé hasta dormirme otra vez.

------


Abrí los ojos. La luz entraba radiante en la habitación, atravesando la cortina de la ventana. Me incorporé sobre la cama mirando al reloj. Eran las diez de la mañana. Me desperecé y salí de la cama. No me apetecía hacer nada. Me sentía fatal por las cuestiones de mi cabeza. Me preparé para salir de forma lenta, sin esperar ninguna tarea. Ya listo para volver a salir al mundo, mientras abría la puerta, cayó un papel al suelo. Lo recogí y me dispuse a leerlo sin mucho entusiasmo.

Carta del suelo escribió:Hola aprendices Ivan Kit y Fran:

Necesito que os acerquéis a la biblioteca un momento para hablar con vosotros.

Atentamente,
El maestro Ronin


Otra misión para el fantástico Fran y su fiel compañero no-se-quién—dije con sarcasmo—. A saber que les apetecerá hacer ahora a los maestros.

Desde que volvimos de ese castillo que parecía una copia exacta de la sala del trono de Tierra de Partida, había cambiado bastante. Solía ser muchas veces bastante hostil y ya pocas cosas me hacían muy feliz. Todo lo miraba desde un punto más indiferente y mi timidez estaba en vías de extinción.

Cerré la puerta de mi habitación y fui directamente a la biblioteca, sin pasar por el comedor, no tenía el estómago como para desayunar.

Ya allí, me dirigí a la mesa donde pude atisbar al maestro Ronin, que suponía que me esperaba. Se encontraba leyendo un libro, casi parecía devorarlo con los ojos.

Cuando se dio cuenta de mi presencia allí se dispuso a saludar:

¿Qué tal, chicos? Venga, sentaos.

¿Chicos?

Me giré, encontrándome a alguien totalmente pálido con gafas y más o menos de mi estatura detrás de mí.

Oh, encantado de conocerle señor Ivan Kit.

Acto seguido me senté en la mesa, esperando las órdenes de Ronin.

Tengo una historia muy larga que contaros.

Me dispuse a escucharle, esperando que no fuera un gran rollo lo que me esperaba en las próximas horas del día.
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¿Os acordáis del tal HushHush? Digamos que le falta un rato largo.
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Ivan Kit #1 - Leyendas del fondo del mar

Notapor Soul Artist » Vie Sep 21, 2012 11:33 pm

Oh, vamos.

Pichu asomó su cabecita desde mi hombro para mirar mi móvil, con el cual trasteaba con una mueca de disgusto. Me acababa de llegar un email de parte de mi padre, que seguía de vacaciones allí donde estuviese, y al abrirlo... ¿Qué coño había pasado? El celular se había apagado, los cascos en mis hombros habían dejado de reproducir música con ello y mi mal humor crecía.

Allí estaba yo, en uno de los pasillos de Tierra de Partida, peleándome con un aparato de nueva tecnología. Típico de mí. Habían pasado ya unos días desde los sucesos en Bastión Hueco y el castillo no se había terminado de tranquilizar, lo cual nos mantenía a todos los aprendices en un estado de alteración permanente. Era parte del ambiente: los Maestros no descansaban, vigilaban siempre sus espaldas, y todo aquello se contaminaba hacia nosotros también.

¿Será la batería? —me pregunté en alto, quedando como un estúpido cuando un chico pasó por mi lado y me miró mal, aunque no le di importancia—. Pichu, recárgala.

Acerqué el teléfono a las mejillas de mi mascota y esta lo acarició para cargarlo de energía; alguna vez había funcionado. Sin embargo, cuando volví a mantener apretado varias veces el botón de encendido comprobé que no había tenido éxito alguno: se negaba a volver a la vida. ¿Habría muerto? Aquellos malditos móviles ya no aguantaban nada.

Me llevé la mano al pelo y me rasqué, suspirando por la rotura de mi aparato. Aquellos días se había llevado ya unos cuantos golpes, para qué negarlo. Se debía a que me había negado pasar una sola noche en mi habitación de Tierra de Partida: de ningún modo. Desde nuestro viaje había sido incapaz. Lo intenté unos días, pero... Ya no podía dormir con la misma seguridad que anteriormente. Saber que estábamos siendo acechados por los de Bastión Hueco, que conocían nuestras debilidades y territorio... Y sobre todo, que cualquiera de nosotros podía ser un traidor...

Por ello, cada noche me escabullía y me iba lejos con la Black Hunter. Me daba igual adónde ir, solo quería estar lejos, muy lejos. Al principio era solo dormir en la nave, pero cada noche que pasaba notaba que tenía que alejarme más y más. Ya había pasado por Villa Crepúsculo, Ciudad de Paso, incluso en la nave de la Federación...

¿Hasta cuándo iba a necesitar dormir lejos de Tierra de Partida? ¿Hasta que un día tuviese que abandonarla? Nunca la traicionaría. Pero quedarme allí...

Lo único que podía hacer era ir a la biblioteca. A mi llegada aquella mañana me había sido notificado que mi Maestro me esperaría allí, algo que me llamó enormemente la atención ya que sus entrenamientos eran habitualmente en las afueras. Había pensado en saltarme las clases, pero... Sin mi móvil, sería mejor no irme muy lejos. Me coloqué los cascos nuevamente en las orejas aunque no tuviese ya mi música, con Pichu al hombro.

Llegué allí tras caminar un rato, desganado. Quizás no me fuese a saltar el entrenamiento, pero las pocas ganas no me las quitaba nadie, por lo que tardé un poco mientras pensaba en mis... Cosas. Tantas cosas habían cambiado... Me crucé a varios aprendices por el camino, algunos conocidos para mí, pero no todos de confianza. ¿Realmente podía fiarme de ellos? Le dejé las cosas claras a Ronin: no podíamos. No debíamos.

Vi al Maestro decirle algo a otro joven al llegar, pero por los cascos no pude escucharle bien al insonorizar el ruido, por lo que me los bajé de nuevo a los hombros para ver cómo el aprendiz se giraba a mí.

Oh, encantado de conocerle señor Ivan Kit.

Le contesté con una mueca desagradable, descontento con su saludo. Mientras él se sentaba en la mesa yo me quedé de pie, con los brazos cruzados. Ciertamente, Ronin parecía agotado: la situación le estaba quedando grande. Parecía más serio de lo habitual, lo cual, en gran parte, agradecí para mí mismo, pues nunca había soportado su actitud.

Pero también activaba mi preocupación por él.

Tengo una historia muy larga que contaros.

Tengo tiempo de sobra —le contesté, haciendo una señal con la mano para que comenzase a hablar y sin todavía tomar mi asiento.
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¡Gracias, Flan, por Alexis e Ivan!
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Re: [Atlántica] Leyendas del fondo del mar

Notapor Nell » Sab Sep 22, 2012 2:14 am

Tierra de Partida

El Maestro no insistió en que Ivan obedeciera, ni tampoco en tirarles más de la lengua a ambos. Al parecer, no había ánimos entre los presentes para hablar más. Volvió a abrir el libro por la página que tenía marcada, con el dobladillo de la esquina.

Como ya sabéis, actualmente nos enfrentamos a personas que, no hace mucho tiempo, convivieron con nosotros entre estas mismas paredes —señaló Ronin—. Ahora que es primordial averiguar qué planes desean llevar a cabo, lo lógico es que empecemos en el mismo punto donde ellos también comenzaron.

Giró el libro, en dirección a los aprendices, y lo arrastró por la mesa hasta su nivel. Se notaba que era antiguo, que estaba bastante desgastado por el uso, y que además la tinta había sido restaurada hacía poco tiempo, para sustituir a una anterior que podría haberse borrado, o convertido casi en ininteligible.

Veréis, el Maestro Ryota siempre estuvo interesado en cierta leyenda de este libro —relató—. Trata sobre una pareja de enamorados que, separados por el destino, se hacen una promesa: volver juntos al lugar del comienzo. La chica lo consigue, pero él se queda atrás y pasan muchos años, por lo que ella deja de esperarle. No obstante, el chaval consigue encontrarla, sólo para estar juntos durante sus últimos días de vida.

Como podrían comprobar los aprendices, si echaban una ojeada a la página señalada por Ronin, encontrarían similar información en el extracto escrito. Lo que el Maestro no había mencionado, sin embargo, es que estaba redactado de una peculiar manera:

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Tres sirenas lloran, a ras del mar, mientras relatan esta historia:
Ella viajaba por todos los confines: explorando, descubriendo y maravillándose con el mundo.
Él surcaba, haciéndose paso entre obstáculos y muros, las dificultades que en su camino eran puestas, buscando una forma de evadir el destino.
Y, entonces, ambos tropezaron.
Hallaron en la otra persona el futuro que habían perseguido.
Quedaron en encontrarse de nuevo, cuando el pasado fuera resuelto.
Ella visitó su tierra natal, donde se enfrentó a la horrible criatura de la que había escapado tiempo atrás. Veló por aquellos a los que salvó, y lloró por quienes no pudo hacer nada.
Él regresó a casa. Y tuvo entonces el rey que morir, tornando el cuento hacia un imprevisible final. Allí se quedó, anclado por el sino, por incontables años, no olvidando nunca a su amada.
La espera, eterna, nunca acababa. Y la princesa, dándose por vencida, en algún lugar se perdió.
Pero la esperanza terminó triunfando. Cuando él comenzó a sentirse morir, dejó su corona y partió en su busca. Guiado por la Perla, cruzó valles, montañas, campos y sierras, hasta hallarla, llorando, en un estanque tierra adentro. Allí murieron ambos.
Más tarde, unos y otros de la nueva generación encontraron sus cuerpos. Y, cada cual, se llevó de ellos lo que pertenecía al lugar donde habían nacido.
Ni en paz juntos pudieron descansar.


Excluyendo la parte romanticona de la telenovela —continuó Ronin—, hay cierto dato en esta historia que interesaba mucho al Maestro: la forma en la que se rencontraron de nuevo. Si bien es cierto que menciona cierta Perla como algo totalmente irrelevante en la historia, se cree, por textos aún más antiguos, que podría ser un objeto de misteriosos poderes perteneciente, además, a otro mundo. No tengo ni idea de por qué se interesaría en algo tan ambiguo, pero es muy posible que Ryota intente encontrar esa reliquia, si no lo ha hecho ya. Pero sospecho que no ha sido así.

Retiró el libro, se levantó, y lo guardó en la estantería que tenía a su espalda.

Como ya habéis comprobado, el libro no menciona el mundo en el que se sitúa la leyenda. Sin embargo, hace poco que Yami ha tenido cierta excursión a un sitio que podría tener alguna conexión. ¿Habéis oído hablar de él? Tengo entendido que se llama Atlántica —preguntó—. Es el reino de las sirenas. ¿Os suena de algo? —sonrió, por primera vez.

»Quiero que vayáis a Atlántica a investigar todo lo que podáis sobre este relato. Confío en que Ryota aún no conozca ese mundo, que no haya relacionado ambos hechos, o que no haya encontrado en él nada. Si bien es posible que el objeto de la leyenda no sea para nada especial, prefiero en todo lo posible adelantarnos a él. En cualquier caso, si os encontráis con él o con alguien de Bastión Hueco… tened mucho cuidado. Y regresad sanos y salvos.

Acto seguido, el Maestro dejaría un corto periodo de tiempo para las preguntas que pudiesen aún albergar los aprendices. Intentaría responder a lo que pudiera, pero prácticamente estaba todo dicho ya. Por último, añadiría, en especial a Ivan:

El lugar al que iréis no es precisamente seco —informó el Maestro—. Puede que te conviniese dejar a tu rata aquí, para no hacerla pasar por un mal trago —sonrió—. Dejaría que se entretuviese con Mordisquitos mientras estás fuera.

Cabe mencionar que, si los rumores eran ciertos, el nombre de la rata de Ronin no era meramente decorativo…


Bastión Hueco

Ariasu escuchó, aparentemente con atención, las detalladas impresiones que Ragun había acumulado aquellos días de su nuevo hogar, comparándolo irremediablemente con el antiguo. Pese a que aquella información debería de interesar a la Maestra, a fin de usarla para acomodar a los próximos estudiantes, en realidad estaba enormemente aburrida, y deseando abordar el tema por el cual lo había llamado.

¡Me alegro de que te guste! —respondió, finalmente—. Tienes toda la razón. No importa la cantidad, sino la calidad, ¿verdad? Y, cuantos más sean en el otro lado, más divertido nos lo pasaremos los de éste.

Se levantó del trono y, trotando, se acercó a lo alto de las escaleras, con ambos brazos a la espalda.

Os he llamado a ti y a Alexis porque quiero que hagáis un encarguito por mí —comenzó a explicar Ariasu—. Hace poco he visitado un mundo bastante extraño, ¿sabéis? Mientras que la tierra está habitada por humanos, en el mar hay todo tipo de criaturas inteligentes. Como… ¡sirenas! —exclamó—. No sería nada especial a tener en cuenta si no hubiese nada más ahí que nos interesase. Concretamente, sincorazón.

Hizo una breve pausa. Probablemente, esperando alguna reacción de los aprendices. Por parte de Alexis, sin embargo, no hubo ninguna.

Los sincorazón normalmente se expanden con libertad por los mundos, sin límite ni meta distinguida —continuó Ariasu—. Me ha llamado bastante la atención el increíble modo en el que se han adaptado al medio de ese mundo. Y su comportamiento. Parece que obedecen a los intereses particulares de alguien. Quien, además, debe de tener control sobre ellos —terminó de explicar—. Quiero que averigüéis todo lo que podáis sobre la situación de ese mundo, y si esos planes pueden o no afectarnos. Era de suponer que alguien más se aprovecharía de la repentina liberación de los sincorazón, así que debemos ser cautos con los peligros que nosotros mismos nos cosechamos.

»El mundo al que viajaréis se llama Atlántica. Al llegar, tendréis que adoptar otra forma para poder respirar bajo el agua. ¡No os vayáis a ahogar!

Maestra —intervino, repentinamente, Alexis—, ¿no podría excluirme de esta misión? El medio acuático no es precisamente mi favorito —comentó, colocando de nuevo su paraguas en el hombro.

Te acabará por gustar —sonrió Ariasu—. Y no querrás abandonar en ese desconocido mundo a este caballero, ¿verdad?

Alexis suspiró. Era imposible razonar con la Maestra cuando se ponía así de cabezota. Hiciera lo que hiciese, tendría que apechugar con aquel encargo… y con el nuevo aprendiz.
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Re: [Atlántica] Leyendas del fondo del mar

Notapor Sombra » Sab Sep 22, 2012 2:34 pm

¡Me alegro de que te guste! —respondió, felizmente con su típica sonrisa bobalicona—. Tienes toda la razón. No importa la cantidad, sino la calidad, ¿verdad? Y, cuantos más sean en el otro lado, más divertido nos lo pasaremos los de éste.

No pude negar eso. Salvo un par de aprendices los demás eran simple relleno en aquel castillo. Es que la dificultad de entrenar con tanta gente era enorme. En primer lugar, rara vez era posible entrenar con tu propio Maestro ya que solían dar clases especiales, como aquella sesión de entrenamiento con Ronin el día que consiguiera mi llave espada oscura.

La Maestra se levantó de su trono, en el cual había estado sentada de cualquier manera y se acercó dando pequeños saltitos hasta el borde de la plataforma de madera donde estaban los tronos, justo donde estaban las escaleras que bajaban hacia donde Alexis y yo nos encontrábamos. Llevó sus manos a la espalda intentando tener una posición más erguida y seria (o eso me pareció a mí)

Os he llamado a ti y a Alexis porque quiero que hagáis un encarguito por mí —aclaró haciendo que mi idea del entrenamiento con Alexis fuera erronea—. Hace poco he visitado un mundo bastante extraño, ¿sabéis? Mientras que la tierra está habitada por humanos, en el mar hay todo tipo de criaturas inteligentes. Como… ¡sirenas! —hizo énfasis en "sirenas". Por lo que sabía, las Sirenas existían en algunos mundos con mar y eran mitad pez y mitad humano—. No sería nada especial a tener en cuenta si no hubiese nada más ahí que nos interesase. Concretamente, sincorazón.

¿Sincorazón? ¡Qué novedad! Ni que no fuesen comunes en casi cualquier mundo. No era ninguna sorpresa para mí, la verdad. Si dijese "No hay sincorazón" eso sí me sorprendería.

Los sincorazón normalmente se expanden con libertad por los mundos, sin límite ni meta distinguida —si devorar corazones para reproducirse no era una meta... A saber, yo poco sabía de los sincorazón, a parte de que eran seres nacidos de la oscuridad—. Me ha llamado bastante la atención el increíble modo en el que se han adaptado al medio de ese mundo. Y su comportamiento. Parece que obedecen a los intereses particulares de alguien. Quien, además, debe de tener control sobre ellos —concluyó. Aquello sí que me interesaba. Controlar los sincorazón, si aprendiese podría evitar a que atacasen a las personas—. Quiero que averigüéis todo lo que podáis sobre la situación de ese mundo, y si esos planes pueden o no afectarnos. Era de suponer que alguien más se aprovecharía de la repentina liberación de los sincorazón, así que debemos ser cautos con los peligros que nosotros mismos nos cosechamos.

»El mundo al que viajaréis se llama Atlántica. Al llegar, tendréis que adoptar otra forma para poder respirar bajo el agua. ¡No os vayáis a ahogar!

Por favor, nadar no.

Maestra —llamó Alexis al momento—, ¿no podría excluirme de esta misión? El medio acuático no es precisamente mi favorito.

Te acabará por gustar —dedicó una sonrisa comercial a la niña—. Y no querrás abandonar en ese desconocido mundo a este caballero, ¿verdad?

Puedo ocuparme solo —estuve a punto de decir, aunque al final, aquellas palabras quedaron en mi mente.

Alexis parecía agotada de lidiar con Ariasu, o tal vez se sentía derrotada. Parecía que la maestra no cambiaría de parecer ni con sobornos.

El problema lo tenía yo. Nadar, aquello que no sabía hacer. En aquel accidentado viaje con Nadhia e Hitori lo había descubierto y nunca me había esforzado por aprender. Al menos ahora habría oportunidad...

¿Cómo era el dichoso hechizo de transformación? No sabía emplearlo sobre otros, por lo que Nyx tendría que quedarse en casita. Pobre. Ah, ya me acordaba, al igual de mis múltiples errores antes de poder transformarme en algo. Un problema que tenía es que me costaba bastante aprender magias que no tuviesen que ver con los poderes de la Oscuridad, suponía que a cualquier aprendiz le costaba mucho esfuerzo aprender habilidades mágicas que no tuviesen que ver con sus propias afinidades.

¿Salimos ahora? —pregunté a la Maestra.

¿Cómo iríamos? ¿A traves de uno de los Portales Oscuros tal vez? Tenía ganas de ver uno de cerca sin que este me obligase a atravesarlo (como había pasado en Tierra de Partida, cuando habíamos sido llevados a Bastión Hueco) Parecía una magia simple y que cualquiera con un mínimo de experiencia podría realizar, sin embargo saber a que zona dirigir el portal parecía algo que solo un Maestro podía hacer por lo que tampoco me quería arriesgar mucho. No querría acabar en medio de un campo de asteroides en el espacio exterior o dentro de un volcán en erupción.
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Ivan Kit #2 - Leyendas del fondo del mar

Notapor Soul Artist » Dom Sep 23, 2012 12:39 pm

El Maestro abrió el libro que tenía delante y cumplió con lo prometido: nos contó una larga historia sobre la obsesión de Ryota, el que parecía ser el líder de los traidores de Bastión Hueco, acerca de un cuento de hadas de enamorados que solo al final veían capaces de disfrutar de su compañía. Incluso giró el tomo y nos lo acercó para que lo pudiésemos leer, cosa que hice de inmediato; pero la lectura tampoco es que fuese especialmente interesante, pues no me parecía más que otro cuento estúpido. ¿De verdad hacíamos frente a gente que creía en viejas historias de niños? Lo próximo sería oír hablar del hombre del saco.

No pude evitar bufar cuanto más leía. La historia podía ser triste o no, pero estúpida era un rato largo. ¿Cómo había podido ser tan idiota el hombre como para no ir a por ella antes y convertirla en su reina? Pero quitando tonterías semejantes, no dejaba de ver agujeros en la historia. ¿Cuál era la horrible criatura? ¿Qué era la Perla? ¿Y qué demonios tomaron las nuevas generaciones de ellos dos?

Acabé más inmerso en la lectura del libro de lo que me hubiese gustado aceptar. Había tantas cosas que no entendía que sacaba mi lado más curioso. Comprendí un poco a Ryota: ¿quién no se volvería loco pensando seriamente de aquello? Todas las leyendas tenían algo de cierto, decían. Todo parecían locuras, pero...

Excluyendo la parte romanticona de la telenovela, hay cierto dato en esta historia que interesaba mucho al Maestro: la forma en la que se rencontraron de nuevo. Si bien es cierto que menciona cierta Perla como algo totalmente irrelevante en la historia, se cree, por textos aún más antiguos, que podría ser un objeto de misteriosos poderes perteneciente, además, a otro mundo. No tengo ni idea de por qué se interesaría en algo tan ambiguo, pero es muy posible que Ryota intente encontrar esa reliquia, si no lo ha hecho ya. Pero sospecho que no ha sido así.

Entonces, sospecha usted también que es real —comenté en voz alta, dirigiendo la mirada hacia mi Maestro mientras este guardaba el libro de nuevo en una estantería.

Sí, claro que era real si había textos más antiguos... O no. Todo podía ser una colección de mitos conectados entre sí. ¿Pero no podría estar buscando Ryota entonces fantasmas en la niebla? E igualmente, ¿para qué querría él aquel objeto? Quizás después de todo fuese humano y simplemente estuviese enamorado y buscando desesperadamente a su amada. Pero destruir un mundo entero solo por ello lo veía excesivo, incluso para un cretino como él.

Cretino. Estaba cogiendo demasiada manía hacia los habitantes del castillo Bastión Hueco definitivamente.

Como ya habéis comprobado, el libro no menciona el mundo en el que se sitúa la leyenda. Sin embargo, hace poco que Yami ha tenido cierta excursión a un sitio que podría tener alguna conexión. ¿Habéis oído hablar de él? Tengo entendido que se llama Atlántica. Es el reino de las sirenas —levanté la cabeza al oír aquella descripción y observé directamente al ojo de Ronin, el cual sonrió por primera vez en el día de forma natural—. ¿Os suena de algo?

Me llevé una mano a la nuca, algo avergonzado. Así que por eso me quería a mí en aquella investigación. ¿No hubiese sido más lógico coger a Fátima? Por lo que tenía entendido, ella venía de allí... Claro que no del mundo submarino, sino del terrestre, por lo que la descarté. ¿Y Kousen? Vino conmigo también, aunque el pobre no había terminado de aprender a nadar. Suspiré, rendido: que yo supiese, quizás después de todo era la mejor opción disponible.

Sí... Yo estuve allí —contesté, pensando en el musical y las princesas sirenas—. No lo investigué a fondo, pero era bastante grande. Si está allí, la Perla debe estar realmente oculta.

Y tanto que debía estarlo. Había toda una ciudad sumergida, aparte de un gigantesco palacio, y por supuesto, miles de cuevas y arrecifes. Era todo un océano, maldita sea; buscar algo del tamaño de una perla, tal y como me imaginaba el objeto, era como buscar una aguja en un pajar... No, ¿qué digo? Como buscar una aguja en cien pajares. Y una aguja además amarilla, camuflada a simple vista.

Quiero que vayáis a Atlántica a investigar todo lo que podáis sobre este relato —nos explicó el Maestro, aunque ya era algo más que obvio. Observé a mi compañero de reojo y me pregunté por qué él venía, siendo yo el que había estado en aquel mundo. ¿O igual él también estuvo en una ocasión anterior?—. Confío en que Ryota aún no conozca ese mundo, que no haya relacionado ambos hechos, o que no haya encontrado en él nada. Si bien es posible que el objeto de la leyenda no sea para nada especial, prefiero en todo lo posible adelantarnos a él. En cualquier caso, si os encontráis con él o con alguien de Bastión Hueco… tened mucho cuidado. Y regresad sanos y salvos.

Volví a dirigir mi mirada hacia la estantería donde estaba el libro. Había mucho todavía por lo que me preguntaba: ¿encontraría todas las respuestas que habían pasado por mi cabeza acerca de la leyenda visitando aquel mundo? ¿O me llevaría un chasco inmediato al descubrir que ni siquiera ese era el mundo en el que había sucedido la historia? No podía evitar preguntar sobre ello, aunque antes de ello me interrumpió:

El lugar al que iréis no es precisamente seco —Ronin me miró en especial, y entonces caí en la cuenta de que Pichu no podría visitar el mundo—. Puede que te conviniese dejar a tu rata aquí, para no hacerla pasar por un mal trago. Dejaría que se entretuviese con Mordisquitos mientras estás fuera.

Afirmé con la cabeza y me agaché para que mi mascota bajara al suelo, la cual se acercó a cuatro patas al Maestro al cual olisqueó antes de acariciarle la pierna con sus mejillas. No tendría que preocuparme por ella mientras estaba fuera, al parecer.

Dos preguntas, Maestro —relajé mis brazos, haciendo una señal con la mano que indicó que iba a comenzar a hablar—. Lo primero, ¿sabe algo más acerca de otras interpretaciones de la leyenda? Como el monstruo del que habla. En caso de encontrarnos con algo así, deberíamos ir preparados.

»Y por otra parte: ¿por qué me debe acompañar este aprendiz? —dirigí una mirada llena de desconfianza hacia el otro chico, sabiendo que no podía confiar en él tras los eventos en Bastión Hueco—. Si me lo permite, hubiese preferido a alguien de mayor confianza. ¿No está Hitori disponible?
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Re: [Atlántica] Leyendas del fondo del mar

Notapor Quico » Lun Sep 24, 2012 10:15 pm

Al saludar al tal Ivan Kit fui correspondido con una mueca rara en su cara. Quizás sufriera en silencio de alguna enfermedad, o tenía una molestia en las muelas.

En todo caso, Ronin empezó su historia, abriendo el libro por una página que suponía previamente marcada por él.

Como ya sabéis, actualmente nos enfrentamos a personas que, no hace mucho tiempo, convivieron con nosotros entre estas mismas paredes—recordé a Ragun. Pero, ¿qué se le iba a hacer? Una pena. Además, también me acordé de cierto hombre rata que había visto alguna vez por Tierra de Partida y que no había vuelto a aparecer—. Ahora que es primordial averiguar qué planes desean llevar a cabo, lo lógico es que empecemos en el mismo punto donde ellos también comenzaron.

¿Espiar a nuestros compañeros? No me apetecía volver a Bastión Hueco tan pronto, la otra sala del trono daba miedo, pero aún más algunos de sus habitantes, tales como Ariasu y Wix.

Veréis, el Maestro Ryota siempre estuvo interesado en cierta leyenda de este libro. Trata sobre una pareja de enamorados que, separados por el destino, se hacen una promesa: volver juntos al lugar del comienzo. La chica lo consigue, pero él se queda atrás y pasan muchos años, por lo que ella deja de esperarle. No obstante, el chaval consigue encontrarla, sólo para estar juntos durante sus últimos días de vida.

Qué historia más agradable…

El maestro giró el libro hacia nosotros, permitiendo vernos su interior. No esperaba que el resumen que nos había proporcionado fuera exacto al contenido del libro, así que acerqué la vista hacia las hojas. En efecto había más historia, pero estaba redactada en forma de poema, dificultándome un poco la comprensión. En todo caso lo leí lentamente para enterarme mejor.

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Tres sirenas lloran, a ras del mar, mientras relatan esta historia:
Ella viajaba por todos los confines: explorando, descubriendo y maravillándose con el mundo.
Él surcaba, haciéndose paso entre obstáculos y muros, las dificultades que en su camino eran puestas, buscando una forma de evadir el destino.
Y, entonces, ambos tropezaron.
Hallaron en la otra persona el futuro que habían perseguido.
Quedaron en encontrarse de nuevo, cuando el pasado fuera resuelto.
Ella visitó su tierra natal, donde se enfrentó a la horrible criatura de la que había escapado tiempo atrás. Veló por aquellos a los que salvó, y lloró por quienes no pudo hacer nada.
Él regresó a casa. Y tuvo entonces el rey que morir, tornando el cuento hacia un imprevisible final. Allí se quedó, anclado por el sino, por incontables años, no olvidando nunca a su amada.
La espera, eterna, nunca acababa. Y la princesa, dándose por vencida, en algún lugar se perdió.
Pero la esperanza terminó triunfando. Cuando él comenzó a sentirse morir, dejó su corona y partió en su busca. Guiado por la Perla, cruzó valles, montañas, campos y sierras, hasta hallarla, llorando, en un estanque tierra adentro. Allí murieron ambos.
Más tarde, unos y otros de la nueva generación encontraron sus cuerpos. Y, cada cual, se llevó de ellos lo que pertenecía al lugar donde habían nacido.
Ni en paz juntos pudieron descansar.


…y encima un drama absurdo—dije por lo bajo—.

Excluyendo la parte romanticona de la telenovela, hay cierto dato en esta historia que interesaba mucho al Maestro: la forma en la que se rencontraron de nuevo. Si bien es cierto que menciona cierta Perla como algo totalmente irrelevante en la historia, se cree, por textos aún más antiguos, que podría ser un objeto de misteriosos poderes perteneciente, además, a otro mundo. No tengo ni idea de por qué se interesaría en algo tan ambiguo, pero es muy posible que Ryota intente encontrar esa reliquia, si no lo ha hecho ya. Pero sospecho que no ha sido así.

Entonces, sospecha usted también que es real.

Se levantó de su asiento un momento y guardó el libro en la estantería justo detrás de él. Después continuó:

Como ya habéis comprobado, el libro no menciona el mundo en el que se sitúa la leyenda. Sin embargo, hace poco que Yami ha tenido cierta excursión a un sitio que podría tener alguna conexión. ¿Habéis oído hablar de él? Tengo entendido que se llama Atlántica. Es el reino de las sirenas. ¿Os suena de algo?

Sí... Yo estuve allí. No lo investigué a fondo, pero era bastante grande. Si está allí, la Perla debe estar realmente oculta.

Me temo que en mi caso no me suena de nada.

Quiero que vayáis a Atlántica a investigar todo lo que podáis sobre este relato. Confío en que Ryota aún no conozca ese mundo, que no haya relacionado ambos hechos, o que no haya encontrado en él nada. Si bien es posible que el objeto de la leyenda no sea para nada especial, prefiero en todo lo posible adelantarnos a él. En cualquier caso, si os encontráis con él o con alguien de Bastión Hueco… tened mucho cuidado. Y regresad sanos y salvos.

Fácil. Buscar una perla mágica en un mundo entero, además bajo la amenaza de ciertos habitantes de Bastión Hueco. Bueno, más bien diría simple.

El lugar al que iréis no es precisamente seco—información vital, aunque no sabía hasta que punto iba a ser húmedo—. Puede que te conviniese dejar a tu rata aquí, para no hacerla pasar por un mal trago. Dejaría que se entretuviese con Mordisquitos mientras estás fuera.

Dos preguntas, Maestro —pidió Ivan Kit—. Lo primero, ¿sabe algo más acerca de otras interpretaciones de la leyenda? Como el monstruo del que habla. En caso de encontrarnos con algo así, deberíamos ir preparados.

»Y por otra parte: ¿por qué me debe acompañar este aprendiz?
—me miró con un poco de desconfianza—. Si me lo permite, hubiese preferido a alguien de mayor confianza. ¿No está Hitori disponible?

¿Qué podía decir? Tampoco yo le conocía de antes, pero… Quizás no tenía una pinta muy agradable. Eso sí, me había dejado sin palabras.

—abrí la boca intentando decir algo, pero no sabía que decir—. Bueno…
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¿Os acordáis del tal HushHush? Digamos que le falta un rato largo.
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Re: [Atlántica] Leyendas del fondo del mar

Notapor Nell » Dom Sep 30, 2012 9:39 pm

Tierra de Partida

Si bien la segunda pregunta no agradó, no demasiado, a Ronin, se centró en responder a lo primero antes de nada.

No sabría decirte nada sobre el monstruo. No hay ninguna referencia más a él. Pero, si la leyenda data de tanto tiempo, ¡dudo que una cosa así continúe viva! Sólo tened cuidado de los sincorazón, y de que no tenga descendientes —bromeó.

Por otro lado…

Él no te tiene que acompañar, Ivan —aclaró el Maestro—. Vais los dos juntos en el mismo saco, a lamentaros porque os he señalado para el engorro de éste de trabajo. Ya podrás elegir compañero cuando dejes de ser aprendiz —soltó una carcajada—, hasta entonces, no tienes elección. Pero, si tanto lo queréis, puedo asignaros a otro aprendiz… Hay un tal Derhe Yeno que, según Lyn, estos días no está haciendo nada. O que nunca lo hace, no sé, ya no me acuerdo bien qué dijo. Puedo llamarle…

Aceptaran o no la oferta, todo estaba dicho. Ronin los despidió, para que se preparasen (si lo necesitaban) y se marcharan a la tarea cuanto antes. El tiempo apremiaba más de lo que pensaban…

~


El viaje hasta Atlántica fue monótono. No hubo incidencias por el camino, como quizá relatasen historias de diversos aprendices, ni tampoco tuvieron ninguna distracción. Lo único que podían hacer era avanzar hasta su destino.

Pero, como todo, finalmente llegaron. Nada más llegar, vieron el inmenso mar, sobre el cual se quedaron flotando con sus Gliders. Había llegado la hora de la transformación y la inmersión marina.

Daba igual quien lo hiciese primero: las risas del otro podían estar bien aseguradas.


Bastión Hueco

¡Claro, claro! No perdáis ni un minuto más.

Alexis se encogió de hombros. Explotó el chicle que estaba masticando y comenzó a caminar por el largo corredor hacia la salida más próxima, donde encontrarían un brillante cielo despejado. Puede que las nubes del día de la venida de Ragun fueran sólo un mal tiempo pasajero, pues el clima de Bastión Hueco no era diferente al de otros mundos. Ni con sincorazón, ni sin ellos.

Éste tipo de misiones no me sientan demasiado bien, ¿sabes? —comenzó a lamentar Alexis—. El agua limita mis movimientos… se me agarrotan los músculos… y tendré que cambiarme la ropa por algo más playero. Es prácticamente un castigo.

Acto seguido, el paraguas desapareció de su mano, sustituyéndose por la Llave que hizo volar por los aires hasta convertirse en el conocido Glider de los portadores. Por otra parte, Alexis se recubrió con una galante armadura de dama, con exquisitos decorados y formas majestuosas.

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Próximamente.


En cuanto Ragun estuviese listo, partirían.

~


El viaje hasta Atlántica fue monótono. No hubo incidencias por el camino, como quizá relatasen historias de diversos aprendices, ni tampoco tuvieron ninguna distracción. Lo único que podían hacer era avanzar hasta su destino.

Pero, como todo, finalmente llegaron. Nada más llegar, vieron el inmenso mar, sobre el cual se quedaron flotando con sus Gliders. Había llegado la hora de la transformación y la inmersión marina.

Alexis esperó, pacientemente, a que Ragun hiciera los honores.


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Por las dudas, aunque parezca que no, estáis en franjas horarias y posiciones distintas, que iréis comprobando poco a poco, con más referencias en los próximos posts. Por lo tanto, no os encontráis ni al llegar, ni al aterrizar, ni al sumergiros, ni nada de nada.

PD. La oferta de Derhe Yeno no es coña.

Fecha límite: 6 de octubre.
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Re: [Atlántica] Leyendas del fondo del mar

Notapor Sombra » Dom Sep 30, 2012 11:17 pm

¡Claro, claro! No perdáis ni un minuto más —premió la maestra.

Alexis fue la primera en empezar a caminar hacia la salida, la seguí de cerca, un poco más atrás. Salimos por una de las grandes puertas donde el sol brillaba en todo su esplendor en un cielo limpio; azul. Todo lo contrario a lo que había visto por la mañana. Seguramente todo aquello no había sido más que un simple cúmulo de nubarrones que pasaban sin más.

Éste tipo de misiones no me sientan demasiado bien, ¿sabes? —me dijo—. El agua limita mis movimientos… se me agarrotan los músculos… y tendré que cambiarme la ropa por algo más playero. Es prácticamente un castigo.

No tienes que quejarte tanto. Yo no sé nadar —contesté intentando que su problema no pareciese tan grave comparado con el mío—. ¿Y por qué te pasa eso?

Pero no escuchó mi pregunta. Hizo que su paraguas con punta de calabaza desapareciese apareciendo en su lugar su llave espada. Si mal no recordaba, su nombre era algo como "Calabaza Macarra" ¿Macabra tal vez? No estaba seguro.

Mientras ella lanzaba hacia el cielo su llave espada yo hice aparecer mi armadura para después invocar mi llave espada y concentrarme en la forma del Glider. Lo había conseguido hacer durante el combate contra Wix.

Mi llave espada se cubrío de bruma negra haciéndose cada vez más grande hasta tomar la forma de mi Glider, una tabla de Wind Surf.

Muy apropiado para ir a un mundo aquático —solté al aire sin dirigirme a nadie en concreto. Vi la armadura que lucía Alexis, era muy elegante por así decirlo, casi parecía una armadura digna de alguien de la realeza.

Tras contemplar la armadura de mi compañera monté en mi vehículo y ascendí al lado de Alexis.

En el exterior del mundo no pasó nada, ni basura espacial, ni sincorazón, ni campos de asteroides... Aquel viaje incluso podía considerarse aburrido, todo en línea recta.

Y llegamos. Nuestros Gliders estaban en medio del mar, sin que se viera tierra a la vista (aunque por lo que sabía, ese mundo tenía diferentes zonas con tierra; islas, continentes... Pero por lo que sabía, la mayor parte de aquel mundo era agua.

Preparé el hechizo de transformación y cuando noté que esta se estaba iniciando salté haciendo que el Glider desapareciese como si nunca hubiese estado allí.

Al caer, al agua en un principio me asusté. Contuve la respiración mientras me hundía sin remedio en las profundas aguas. Intenté mover las pier....

No, aquello no eran mis piernas, era... ¿Una cola? Parecía la cola de una serpiente marina o algo similar. Mi ropa había desaparecido por completo y unas branquias habían aparecido en mi cuello. La cicatriz que recorría mi cuerpo desde la clavícula hasta el abdomen aún perduraba incluso sobre las escamas que llegaban hasta la altura de mi ombligo, lugar desde donde empezaba una larga cola que duplicaba mi altura normal (si es que llegaba a ponerme completamente erguido allí)

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Imagen Más o menos sería una cosa así.


Traté de mover la cola para ascender y poder coger aire... No, espera. No sentía necesidad de respirar... Era extraño.

Mi cola se retorció en un inservible intento de menearse de forma que pudiese ir más arriba, pero como no. No lo conseguí.

Mierda —susurré. Un momento... ¿Susurrar bajo el agua? ¿Era eso posible? ¿Podía hablar allí? Increíble—. Vaya, no me lo esperaba.

Tras intentar volver a hacer que la cola me sirviese de algo logré ascender un poco. ¡Era más fácil de lo que creía! Pero era algo difícil por lo que mi velocidad dejaba mucho que desear.
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Re: [Atlántica] Leyendas del fondo del mar

Notapor Quico » Mar Oct 02, 2012 10:33 pm

Ronin empezó a responder a las preguntas de Ivan:

No sabría decirte nada sobre el monstruo. No hay ninguna referencia más a él. Pero, si la leyenda data de tanto tiempo, ¡dudo que una cosa así continúe viva! Sólo tened cuidado de los sincorazón, y de que no tenga descendientes.

Un mensaje muy tranquilizador, pensé para mis adentros. Lo malo es que iba a ser otro mundo infestado también de sincorazón. Una gran molestia, ya que desde un enfrentamiento con uno de ellos, del que no consigo acordarme de nada, sufría de horribles dolores de espalda. Los aguantaba callado, pero suponía que no aguantaría mucho más de esa forma. Además, todo parecía como más alto. Tenía un muy mal presentimiento.

Él no te tiene que acompañar, Ivan —sonreí. No me iba a tocar ir con él a la misión—. Vais los dos juntos en el mismo saco, a lamentaros porque os he señalado para el engorro de éste de trabajo—bajé la cabeza, decepcionado—. Ya podrás elegir compañero cuando dejes de ser aprendiz, hasta entonces, no tienes elección. Pero, si tanto lo queréis, puedo asignaros a otro aprendiz… Hay un tal Derhe Yeno que, según Lyn, estos días no está haciendo nada. O que nunca lo hace, no sé, ya no me acuerdo bien qué dijo. Puedo llamarle…

Bueno, supongo que esto no puede ser peor. Vale, que venga…

Entonces Ronin nos dejó marchar para prepararnos para la misión. Me dirigí a la habitación para recoger mi Llave Espada. La había dejado apoyada contra la pared antes, desde el día que volvimos de aquel otro castillo exactamente, para estar preparado por si no me daba tiempo volver a invocarla.

Ya con arma en mano fui directo al jardín de Tierra de Partida donde invoqué mi glider para ir al otro mundo donde encontraría sirenas, cuentos de amor, perlas mágicas y monstruos milenarios. Suspiré.

-----


Entré en el mundo. Me encontraba justo encima del mar, me temía que justo en el centro ya que no se veía nada a los alrededores.

Así que a eso se refería Ronin con “el lugar no es precisamente seco”… ¿Y qué hay que hacer? ¿Tirarse?

Ya que no había otro remedio, buscar la costa más cercana sería una pérdida de tiempo, me quité la armadura y salté al agua. Nada más entrar me embargó una sensación de frío que provocó que casi me hundiera. Salí a la superficie para coger aire.

Pues a ver cómo hacemos para encontrar aquí una perla—miré a mí alrededor disgustado, no veía absolutamente nada—. ¡Mis gafas!

Me sumergí en el agua para intentar ver un atisbo de ellas. Las aguas eran muy limpias, así que observé cómo caían lentamente hasta el fondo del mar, o al menos vi algo parecido a estas. Quizás me diera tiempo a cogerlas y no ahogarme en el camino, así que me impulsé las gafas, esperando encontrarlas.
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Ivan Kit #3 - Leyendas del fondo del mar

Notapor Soul Artist » Sab Oct 06, 2012 2:33 pm

No sabría decirte nada sobre el monstruo. No hay ninguna referencia más a él. Pero, si la leyenda data de tanto tiempo, ¡dudo que una cosa así continúe viva! —bromeó el Maestro, restándole importancia al hecho de que hubiese una terrible bestia en el cuento que quizás debiéramos temer. Aunque era innegable: había pasado mucho tiempo, pero... ¿Acaso no había monstruos que vivían cientos de años?—. Sólo tened cuidado de los sincorazón, y de que no tenga descendientes.

Descendientes. No pude evitar la mueca que se dibujó en mi rostro al imaginar "pequeños" monstruos con cabeza de calamar de piel verdosa, llenos de maldad pura. Algo me daba mala espina con aquella leyenda y su monstruo, aunque seguramente solo serían paranoias mías. Sí, paranoias mías...

En cuanto a mi segunda pregunta, Ronin no tardó en pronunciarse. Llegué a notar algo de seriedad en sus palabras, pero acabé deduciendo que eran imaginaciones mías, pues era imposible que mi Maestro se molestase por algo así. Mi relación con él se había vuelto algo tensa desde los sucesos en Bastión, pero creo que solo por mi parte.

Él no te tiene que acompañar, Ivan —señaló, aclarándome la situación e incluso facilitándomela: un problema menos para mí, desde luego—. Vais los dos juntos en el mismo saco, a lamentaros porque os he señalado para el engorro de éste de trabajo. Ya podrás elegir compañero cuando dejes de ser aprendiz, hasta entonces, no tienes elección.

Me llevé una mano a la nuca, pensando en ello. Cuando dejes de ser aprendiz... Ser Maestro, la Tierra Prometida de cualquiera de nosotros. Claro que yo estaba más cerca que nadie, siendo el mejor aprendiz de Tierra de Partida. ¿Quién no había oído hablar de mí? Mis únicos problemas que me retrasaban a la hora de alcanzar aquella meta podía, ser mis escapadas en mitad de la noche, mis recientes conflictos con Ronin, mis enfrentamientos moguriles...

Pero, si tanto lo queréis, puedo asignaros a otro aprendiz… —puse total atención de inmediato al escuchar aquello, haciéndome ilusiones de que me ofreciera como acompañante a Fátima, Fyk o Nadhia. Sin embargo, mi chasco fue grande:—. Hay un tal Derhe Yeno que, según Lyn, estos días no está haciendo nada. O que nunca lo hace, no sé, ya no me acuerdo bien qué dijo. Puedo llamarle…

"Derhe Yeno". Tenía nombre de tipo majo, pero no era en absoluto alguien que yo quisiera en mi equipo. Suspiré, desviando la mirada y cruzándome de brazos, dándome finalmente por rendido. Sabía que, por mucho que insistiese, poco conseguiría. Pero por otra parte, si no tenía que acompañar al mentecato...

Bueno, supongo que esto no puede ser peor —comentó en voz alta el chico, sin darle la más mínima importancia a la ayuda extra—. Vale, que venga…

De acuerdo, pero le acompañaría a él. A mí, personalmente, todo aquello me la empezaba a soplar. Solo quería cumplir la misión, con más o menos ayuda... Pero sin que me estorbara nadie. Me ajusté las gafas y coloqué los cascos en los oídos, volviendo a meterme de lleno en mi música y a aislarme de los demás.

Haré lo que pueda, Maestro —me despedí de Ronin, dando la espalda al otro aprendiz. Me dirigí hacia la salida de la biblioteca, sin pasar por mi habitación para recoger nada: todo lo que necesitaba estaba en la Black Hunter.

* * *

Llegué finalmente a Atlántica con el piloto automático, despreocupándome del viaje en sí. Ya había estado allí antes, por lo que conocía todo el método de trabajo: saltar al agua, pensar en el hechizo de transformación y verte sorprendido con varios tentáculos de calamar bajo el mar, con un frío del carajo y el pecho descubierto. Típico.

Leí una revista mientras esperaba a que llegaran los otros aprendices en sus Gliders, despreocupado por la situación y ojeando el primer número de una revista llamada Kupó!. Nunca me había interesado por los chismorreos de famosos y semejantes, pero la verdad era que desde que la había abierto me había quedado bastante enganchado a su lectura.

¡León y Aeris! ¿Parejita en secreto?

Desde luego, artículos como aquel me hacían reír y pillar interés por los ciudadanos del Reino de la Luz. Había cobertura en bastantes mundos, y aunque la mayor parte de la plantilla eran asquerosos moguris, el producto era de calidad. Y ante buenos trabajos, fueran de la fuente que fueran, yo solo podía aplaudir.

Un aviso en el monitor de la nave me advirtió de la llegada de gente de otro mundo, a lo que levanté la vista de las páginas que leía para comprobarlo. En silencio, volví a cerrarla y me estiré solito, comenzando a desvestirme para meterme de lleno en el agua. Me desabroché la camisa y dejé las gafas en el asiento, dejándome solo con un bañador para que, cuando volviese a la nave, no mojase todo. En cuanto a mi equipamiento, llevaba todo cuanto pudiese necesitar: lo justo, pero necesario. Nunca se sabía...

Con todo aquello listo, chasqueé los dedos para activar el control por voz de la nave.

Teletransportación al agua —ordené, haciendo mi cuerpo desaparecer para volver a surgir en el mar... Con mis poco queridos tentáculos de calamar.
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Re: [Atlántica] Leyendas del fondo del mar

Notapor Nell » Mar Oct 09, 2012 4:32 pm

Fran e Ivan

Puesto que ambos jóvenes estuvieron de acuerdo, Ronin fue a llamar a Derhe Yeno, un chico gordinflón, con ridículas gafas, y aún más estrambótica ropa. No había muchas personas a quien el muchacho agradase. Por no decir ninguna.

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Nada más entrar en la biblioteca, soltó:

Pfff, vaya peste a pringao que hay por aquí. ¡Qué divertido sería que se quemara! Los sabiondos marginados llorarían como bebés por ver todas estas cosas volatilizadas.

Ronin lamentó no acompañarlos para ser testigo de la masacre que habría en ese grupo.

~


Nada más llegar, tanto por Glider como por nave, ninguno de los chicos perdió el tiempo y se lanzó al agua. Mientras Derhe Yeno intentaba chapotear para no hundirse, se fijó en Fran, que acababa de perder las gafas e iba a sumergirse para recuperarlas.

¡Así no, tonto! ¡Tienes que transformarte o te ahogarás!

Haciendo alarde de una gran demostración, Derhe Yeno cogió aire y buceó. En cuanto estuvo bajo el agua, hizo una serie de movimientos con las manos (que parecían más aspavientos porque no podía contener mucho la respiración) y, tras un destello, se transformó en una criatura marina, adaptándose inmediatamente al medio. Seguramente no tenía mucha práctica porque… ejem, bueno, lo comprobaron enseguida ellos mismos:

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^ En esta no tiene gafas, pero con el poder de la imaginación, estoy segura de que podréis hacerle unas.


JAJAJAJAJA, ¡menudas pintas de imbécil! —se rio a carcajadas Derhe, al ver bajo el mar el aspecto de Ivan.

En el momento en el que estuviesen todos listos (Fran transformado, y quien sabe si maquinada una horrible venganza por parte de Ivan), comenzarían a descender. Y comprobarían, pronto, que algo ocurría. Multitud de criaturas marinas (desde peces hasta mantas) se desplazaban por el ancho mar hacia una dirección en concreto, cuchicheando entre ellas, extasiadas.

—¡Va a ser…!
—¡… creía que no viviría lo suficiente para ver otro, cof, cof!
—Entonces el Rey Tritón…
—… Sebastián…
—¿Te vienes después a mi anémona, pececita?
—…y la princesa…
—¡Espero que esté ese pulpo tan sexy!

Además, pronto se dejaron ver otro tipo de seres, que enseguida identificaron como sirenas y tritones. Tenían la mitad superior del cuerpo humana, pero su mitad inferior acababa en una colorida cola que dejaba lugar a la imaginación sobre método reproductivo de la raza.

Y el lugar al que todos se dirigían pudieron atisbarlo pronto, tras un largo descenso y un intricado camino (menos mal que en todo momento sabían dónde estaba la superficie): el castillo del Rey Tritón. A pesar de contar con paredes, la planta baja de éste contaba más con columnas, por las cuales se colaba la gente hacia el interior. Los guardias, apostados en el jardín, los dejaron pasar a todos.

Podrían ver, antes de acceder al castillo en sí, un cartel que despejaría todas sus posibles dudas: anunciaba la celebración de un concierto musical en el auditorio, aquel mismo día, y a pocos minutos de empezar.

Si decidían avanzar, junto a la masa, hallarían una gigantesca sala (el auditorio), preparada para la actuación, donde podrían acomodarse con el público. Por otro lado, estaba claro que aquella no era su misión principal, sino la de encontrar la Perla. ¿Qué hacer, entonces?

Esta claro que tienen un diminuto cerebro de pez, ¿eh? —sonrió maliciosamente Derhe, ajeno a todo lo que no fueran sus estúpidos pensamientos—. ¿Qué rey bobo dejaría pasar a su castillo a la chusma?


Ragun y Alexis

Mientras Ragun se acostumbraba a su nuevo aspecto, y a las ventajas de éste bajo el agua, Alexis se sentó sobre su Glider, para nada convencida aún con la idea de tener que mojarse. Bañó primero los pies, y cuando se le acabaron los suspiros, se dejó caer.

La transformación fue inmediata, y Ragun pudo observar, desde el primer momento, la criatura en la que se había convertido Alexis: una araña marina. Tenía ocho patas, y de ellas salía su mitad superior, ataviada con su vestido habitual, que pese a flotar sin dirección sobre las nuevas patas, la chica se negaba a quitárselo. Era lo poco que le quedaba de señorita.

¿Empezamos buscando a esos sincorazón? —propuso Alexis.

Comenzaron a descender. A pesar de atisbar alguna que otra criatura marina (pocas), visiblemente racionales, que conversaban tranquilamente entre sí, ninguna tenía pinta de sincorazón, por lo que siguieron avanzando.

Finalmente, llegaron hasta lo que parecía una primera capa del suelo marítimo, rocosa y con multitud de desniveles. Recorriéndola a ras, descubrieron grietas por las que colarse para continuar hacia el interior. Sin embargo, por mucho que buscaran no apareció ningún sincorazón.

Uno de los pasadizos les llevó hasta cierto macabro lugar:

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Vaya joya —comentó Alexis—. Debe de llevar aquí bastante tiempo. Apuesto a que tiene hasta fantasmas de antiguos marineros —murmuró, sonriendo.

Sin embargo, en vez de dirigirse a él, la chica prefirió atisbar a su alrededor, fijándose en las partes sueltas que se habían desprendido, y en el destrozo en general que presentaba el lugar.


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Fecha límite: 14 de octubre.

Intentaré a partir de ahora contestar en la fecha límite, siento los retrasos.
Especificación: La Gruta de Úrsula no está visible. Se encuentra bloqueada por una piedra.
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Re: [Atlántica] Leyendas del fondo del mar

Notapor Sombra » Mié Oct 10, 2012 12:23 am

Poco a poco, pude coordinar mejor mis movimientos con aquella larga cola por lo que acabé desenvolviéndome bastante mejor de lo que pensaba. En ese momento, Alexis saltó al agua mientras se transformaba en una especie de araña. No estaba seguro de que tipo de criatura marina se trataba, pero al menos por su aspecto es lo que me pareció.

¿Empezamos buscando a esos sincorazón? —preguntó al cabo de unos momentos.

Ya estamos tardando —contesté sin mucho entusiasmo.

Los dos empezamos a descender a buen ritmo, no se veía mucha vida a simple vista a parte de algún que otro pez que nadaba por ahí, ninguno se acercó ni nada por el estilo. Ni siquiera se parecían a sincorazón.

Seguimos avanzando bajo el agua descendiendo más hasta encontrar lo que sería el suelo, tenía varios niveles, como si formase una ciudad de roca con numerosas grietas y valles submarinos. Había grietas que nos guiaron hacia el interior de un laberinto rocoso. Finalmente, llegamos a un lugar bastante amplio con una imagen que no esperaba ver.

Vaya joya —admiró la muchacha—. Debe de llevar aquí bastante tiempo. Apuesto a que tiene hasta fantasmas de antiguos marineros.

Si intentas asustarme vas por el mal camino —le solté—. Revisaré el interior, quizás haya algo que nos interese.

La chica se quedó fuera revisando en general. Yo, por mi parte busqué una entrada por la cubierta hacia el interior del navío naufragado. Tal vez encontrase algo de valor, o algún que otro sincorazón. De todas formas, no perdía nada por echar una ojeada y sinceramente, tenía curiosidad por ver el interior ya que no recordaba haber visto un barco en mi vida, sin contar las lanchas de Islas del Destino, claro.
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Ivan Kit #4 - Leyendas del fondo del mar

Notapor Soul Artist » Sab Oct 13, 2012 8:37 pm

¡Menudas pintas de imbécil!

Fulminé con la mirada a la morsa que tenía como compañero mientras se reía patéticamente de mi aspecto de medio calamar. No merecía la pena enfadarse por semejante sujeto, que no dejaba de demostrar su inferioridad intelectual ante mi brillante presencia. Me llevé la mano a la nariz para ajustarme las gafas como acto reflejo, pero había dejado estas en la nave; se me hacía raro no vestirlas.

Hmpf. Debe ser agradable para ti no haber visto nunca un espejo —me burlé delicadamente, haciendo referencia a su horrible aspecto, tanto animal como humano.

Esperé a que el otro aprendiz estuviese listo, observando a mi alrededor. Estaba más o menos donde comencé mi anterior visita al mundo, por lo que sería fácil orientarme para llegar al auditorio del palacio o... Bueno, solo al auditorio. No conocía nada más de aquel mundo, para mi desgracia. Igualmente, el castillo sería un buen lugar como cualquier otro para comenzar nuestra búsqueda.

Hice una señal a los dos jóvenes para que me siguiesen y comencé a descender, buscando el sumergido edificio. No tardamos en encontrarlo, brillando como la última vez con magia propia; y parecía ser que llegábamos en un momento idóneo, pues cientos de criaturas marinas nadaban en su dirección, accediendo con suma facilidad a él.

Afiné el oído. Un musical, eso parecía estar claro. Me pareció oír también el nombre de Sebastián, por lo que sonreí. ¡Oh, mi crustáceo favorito! Debió quedar sumamente encantado por mi divina voz de la muerte, aunque estuviese más interesado en Kousen y las princesas cantarinas. Pero nada, nada; estaba claro que el mejor cantante, el artista principal de aquella función, era yo. Lo que significaba pases VIP gratis.

Pero no eran ganas de irme con los niñatos de turno... Observé a mis dos compañeros de reojo. Su inteligencia, su incultura... Dibujé una mueca de disgusto. Quería librarme de ellos, y soportarles durante una audición era una idea que...

Esta claro que tienen un diminuto cerebro de pez, ¿eh? ¿Qué rey bobo dejaría pasar a su castillo a la chusma?

... Definitivamente, les quería lo más lejos posible.

Muy bien, organicémonos —me llevé el dedo índice a los labios, pensando en cómo podría alejar a aquellos niñatos de mí lo máximo posible—. Tengo contactos en palacio, por lo que podría intentar investigar un poco por mi cuenta acerca de esa Perla que buscamos. En cuanto a vosotros... Bueno, si vuestro nivel intelectual os lo permite, podríais meteros entre el público e intentar averiguar cuanto podáis. Sin armas escándalo —señalé a la morsa especialmente, viendo su incapacidad de mantener el pico cerrado cada vez que su cerebro comenzaba a funcionar mínimamente, aunque fuese para mal—. Si no os veis capacitados, os ordeno dar media vuelta y volver por donde habéis venido.

"Mejor para mí, así me libro de vosotros", pensé, aunque sabía bien que no tendría esa suerte. Ignoré cualquier comentario de Derhe Yeno y me dirigí hacia el palacio, buscando una entrada para las estrellas y semejantes, esperando contactar con Sebastián o alguna de las princesas incluso. Igual se acordaban de mi increíble físico y acabábamos en una habitación aparte: distraerme de la misión no me haría daño alguno...
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¡Gracias, Flan, por Alexis e Ivan!
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