Fátima tuvo que invocar a Pegaso para sobrevolar las cabezas de los chinos y perseguir al odioso payaso. Sabía la impresión que estaba dando pero luego se cambiaría de ropa y punto para que nadie la reconociera. ¡Además, estaban en fiestas, seguro que terminarían por creer que era uno de esos muñecos que se paseaban por las calles y que eran mucho más grandes que Pegaso! ¡Si hasta los
qilin se parecían a los pegasos!
Localizó a Kefka gracias a Hiro, quien se había adelantado más rápido y que fue envuelto en una enorme esfera de agua. Por suerte, esta se rompió pronto. Fátima se inclinó sobre el lomo de Pegaso mientras seguía las estridentes carcajadas de Kefka. La gente se había abierto para esquivar la pelea, por lo que tuvo la oportunida de cargar con la Llave Espada en ristre.
Kefka esquivó su arma con la gracia de una bailarina y, cuando quiso darse cuenta, rodaba por el suelo después de que Pegaso la hubiera arrojado por los aires. Se levantó con un gemido, a tiempo de ver cómo Kefka pateaba el estómago de Pegaso. Recordó, con horror, lo que le había hecho a aquel caballo hacía ya varios años. Furiosa, se incorporó y rugió:
—
¡APÁRTATE DE ÉL!—
¡Querer pegar a una inocente mujer, ji, ji, ji! ¿Eso es lo que queréis? ¿Entrar en combate conmigo? ¡Que así sea!—gritó Kefka, bailando sobre la panza del animal e invocando esferas de elementos en las manos.
De pronto se vieron atrapados dentro de una barrera junto a varios chinos. Fátima cogió impulso y se preparó para saltar sobre Kefka cuando, de la nada, salió un remolino de viento que la atrapó en su interior. Intentó gritar pero el viento le arrancó el aire de los pulmones. Luego vino el golpe que le hizo ver las estrellas y cayó al suelo una vez más. Debió quedarse inconsciente porque, cuando intentó incorporarse, vio que ella no era la única que había acabado despatarrada por ahí; Saxor también luchaba por levantarse.
—
¡Qué, ya no estáis tan gallitos, niños de la Llave! —Kefka estaba sentado, en el aire, sobre Pegaso. Fátima gruñó de dolor pero se obligó a sobreponerse, en especial cuando vio que una zarzas envolvían al pobre animal por el cuello. ¡Tenía que ayudarlo!—
. ¿Vais a llorar? ¡Decídmelo para que pueda traer una jarra y meter vuestras lágrimas dentro!—
Lo que voy a hacer es destrozarte la boca—respondió Fátima con voz ronca, más para sí que para Kefka, cuya risa era ensordecedora.
Y, entonces, Kefka quedó atrapado en un carámbano de hielo. Su magia se quebró al momento y la gente pudo escapar ahora que no había barreras que la retuvieran.
Excepto una persona, que destacaba por quedarse inmóvil en medio de la estampida. Al principio Fátima no le prestó atención, porque buscaba al responsable de un hechizo tan poderoso. Después sintió el peso de su mirada sobre ella, entre los pliegues de la capucha que se quitó con dedos delicados y… azules.
Sin aliento, reconoció el rostro de la bella y temible diosa que creía que había desaparecido con la avalancha. Ya no tenía el pelo cristalino, sino que era morado, y resultaba extraño verla vestida, pero era ella, no cabía duda.
—
Shiva…—
Cuánto tiempo, mis guerreros de la luz.****—
¡Reei, estamos en casa!Fátima se frontó las sienes, que le latían cada vez con más intensidad. Intentó consolarse pensando que, al menos, gracias a Shiva habían capturado a Kefka, cuya cárcel helada transportaban Hiro y Saxor. Ella casi ni había conseguido desplazarla ni un par de centímetros. Por suerte, era una magia poderosa y tardaría lo suyo en comenzar a deshacerse. Contaban con un poco de tiempo para actuar. Ahora la pregunta era: ¿debía llevárselo directamente a… Tierra de Partida o a la Federación? Dios, tenía que contactar con Ronin cuanto antes.
Dejó entrar a Shiva, que caminaba con su garbo de costumbre, y cerró la puerta a sus espaldas. Soltó un suspiro. Por fin a salvo. De momento. Si es que se podía estar a salvo con una diosa en casa, claro. Una diosa que, por cierto, se estaba desnudan… Ah, no, llevaba algo de ropa. Se obligó a apartar la mirada de su escultural cuerpo azul, aunque no se le pasó por alto que parecía muy aliviada de quitarse la capa de encima. Se preguntó en qué momento Shiva decidió que había que tragarse el orgullo y disfrazarse como una humana y, ante todo, por qué. ¿No habría sido más fácil retirarse a las montañas?
«
Pero quiere seguidores. No los va a obtener apartada del mundo…»
Recordó que se suponía que ella iba a ayudarla a extender el culto a Shiva y se estremeció. ¿Qué se suponía que tenía que hacer?
Captó que Shiva la miraba, a la espera de que hiciera algo. Seguramente no se habría dado cuenta si Feng no se hubiera dejado caer en las escaleras. Fátima se acercó a una silla con una mirada interrogante y, tras asegurarse de que era lo que quería Shiva, le acercó el asiento.
«
Qué gran Maestra eres, Fátima. Pasarás a la historia por ser la chica que le hacía los recados a Shiva.»
—
Habéis cambiado desde la última vez que os vi. Vuestra aura es más intensa. —Shiva se detuvo a examinar a Saxor. Fátima no supo si era bueno que ahora supiera que eran más poderosos. ¿Y si les pedía algo para conseguir acólitos? Por otra parte, no pudo evitar ruborizarse un poco, satisfecha de que una persona tan fría como Shiva reconociera sus avances—
. ¿Dónde se encuentran vuestros otros compañeros? ¿La joven que luchó con bravura y el muchacho que hizo amistad con mis lobos?Fátima frunció el ceño. Se imaginaba que con la «joven» se refería a Kairi pero en cuanto al segundo… ¿De qué estaba hablando?
—
Kairi ha tenido que luchar en otro reino—respondió, situándose frente a Shiva y haciendo una reverencia que esperaba que fuera respetuosa—.
Respecto al otro muchacho…Y se hizo la luz.
—
¿Os referís a Exuy?—La voz le tembló. Les habían dicho que el coma de Exuy tenía que ver con una «diosa invernal» y que no había forma de despertarlo sin su ayuda. Fátima dio por sentado que Shiva estaba muerta y que nunca podrían despertar al pobre chico. Ahora las cosas eran muy diferentes.
Se echó a temblar y tuvo que contenerse para no lanzarse sobre Shiva. Debía convencerla, de alguna forma, para que salvara a Exuy. Decía que había simpatizado con sus lobos y, todavía más importante, se acordaba de él, de modo que debía tenerle aunque fuera un poquito en consideración. O eso esperaba.
—
Tendréis muchas preguntas... Y alguna petición. —Shiva sonrió y Fátima se quedó paralizada. ¿Le había leído la mente o algo así?—
. Yo, Shiva, escucharé encantada vuestros ruegos. Si seguís a mi adepta contaréis con mi bendición.Fátima sonrió, en especial a Feng porque se imaginaba la cara que pondría, y alzó un poco la mano como para confirmar que sí, que era la adepta de Shiva. Probablemente la única.
Respiró hondo, se puso de rodillas e hizo una reverencia con la que casi tocó el suelo con la frente.
—
Mi señora, siento no haber podido acudir a vos antes. Ojalá hubiera sabido dónde encontraros—demonios, si era la salvación de Exuy deseaba habérsela llevado a Tierra de Partida cuando la encontró—
. Tenéis razón, tengo una petición y os suplico que me la concedáis: Exuy, el muchacho del que hablábais, lleva desde que se encontró con vos… durmiendo y no somos capaces de despertarlo. Por favor, ¿podríais ayudarle? Sé que vos tenéis el poder necesario.—Aguardó por si Shiva quería decir algo—.
Puedo traerlo ahora mismo, no necesitaréis ni moveros, mi señora.En caso de que le dijera que sí, Fátima se lo agradecería efusivamente —de corazón—, se volvería hacia sus compañeros y señalaría a Kefka:
—
Vigilad a este. Habrá que interrogarle para saber qué hacía aquí. Y tratad a Shiva con el respeto que se merece.—Les lanzó una mirada de advertencia—.
Vuelvo en seguida.
Después se iría a una habitación donde no pudiera verla nadie, cerraría ventanas y puertas, y respiraría hondo. Estaba a punto de sufrir un ataque de histeria. Como si antes la misión no fuera complicada de por sí, ahora aparecían no solo Kefka sino Shiva y ella era la responsable. Si no fuera porque tenían la oportunidad de curar a Exuy… El corazón le latió con violencia mientras invocaba un
Portal de Luz y se trasladaba a Tierra de Partida. Allí sacó el móvil y llamó a Ronin mientras se dirigía a la enfermería o al dormitorio de Exuy, estuviera donde estuviera el chico.
—
Maestro Ronin—no, no creía que pudiera dejar de llamarlo así en un tiempo—
estoy en Tierra de Partida y…—Le resumió rápidamente la situación: que habían encontrado a Kefka y a Shiva y que en ese mismo momento iba a buscar a Exuy para curarlo—.
¿Qué hacemos con Kefka? ¿Lo llevo a la Federación Galáctica o lo traigo antes a Tierra de Partida? El hechizo de Shiva todavía debería durar un tiempo.Escucharía lo que Ronin le tuviera que decir, probablemente que se las apañara ella sola aunque esperaba que al menos le diera indicaciones sobre qué hacer con Shiva y Kefka, y después, cuando llegara hasta Exuy, aprovecharía esos años de inmovilidad en los que seguro que había perdido peso para envolverlo en una manta y buscarle un poco de ropa, aunque se imaginaba que en China podría encontrar más. Se detuvo un momento a mirarlo y le acarició el pelo. Esperaba que pudieran conseguir despertarlo. Después lo levantaría en brazos, si es que era posible —si no, directamente arrastraría a Exuy— y abriría el
Portal para llevarlo de nuevo a la habitación de la que había salido. Una vez cerrara el
Portal, pediría ayuda a Feng para llevar a Exuy ante Shiva.
Mientras tanto suplicaba para sus adentros que funcionara, por favor,
que funcionara.
Por supuesto, si Shiva no aceptaba se quedaría escuchando las posibles preguntas de sus compañeros mientras intentaba averiguar cómo convencerla.