[Encuentro] Tras el crepúsculo brilla la luz del sol

[ita]

PARTICIPANTES:

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Gray -- Gray
Irian -- Ita

Lugar: Tierra de Partida

La crepuscular luz del sol teñía de rojo y violeta los verdes jardines que rodeaban la zona donde Irian había sido destinada.

Le había costado mucho poder seguir a su Maestra, montada en aquel extraño vehículo que aparecía al lanzar la Llave-Espada. Por suerte tenía un buen sentido del equilibrio, motivo por el cual, estaba segura, seguía viva. No quería pensar en qué habría pasado si, durante el trayecto aéreo, se hubiese precipitado al vacío; le resultaba un tanto aterrador y, por eso, daba gracias por haberse mantenido sobre la nave sin caer.

Y ahí estaba, paseando por aquellos extraños jardines que le eran completamente desconocidos. ¿Dónde la habían llevado? ¿Qué se suponía que tenía que hacer? A penas le habían dicho nada, sólo unas normas que debía seguir; le habían asignado una habitación y ahí la habían dejado, abandonada a su suerte, como siempre.

Lo miraba todo con mucha curiosidad, mientras se preguntaba si aquello era lo mismo que había visto su hermano tiempo atrás. Le hacía ilusión pensar que estaba viviendo, en cierto modo, la misma vida que Henry, pero hasta el momento no había descubierto nada. Ninguna señal, ninguna evidencia... no había nada que demostrase que él había estado allá, al igual que Irian ahora.

Inconciente de a dónde sus pasos la guiaban, llegó a una especie de plazoleta con bancos y árboles; un lugar ideal para sentarse y perderse en la lectura de un buen libro. Pero con ella no había traido nada más que su chaqueta, por si refrescaba, así que se sentó contemplando el espectáculo de luces que el ocaso traía mientras pensaba.

[Gray]

Aquel crepúsculo le recordaba al mismo que había vivido hacía escasos dos días en Villa Crepúsculo. El mismo mundo del cual había provenido Gray, un portador de la llave espada. Aunque aún era un simple aprendiz perdido de la vida, que no hacía mas que leer un poco y practicar el manejo de su nueva arma, la ya mencionada, llave espada.

Había llegado traspasando el espacio entre mundos a bordo de su llave espada, que extrañamente se convertía en una especie de moto negra sin ruedas. Aunque el aspecto no le desagradaba en lo mas mínimo, si que se le podía considerar un vehículo lo suficientemente extraño, como para que cualquiera que supiera un poco sobre la llave espada pudiera reconocerlo en seguida.

Una habitación, comer a unas determinadas horas, estudio leve dado por el mismo, y ni rastro de Rebecca. ¿Es que acaso se había olvidado de su querido alumno y se había ido a dar mas vueltas por ahí para encontrar a otros? ¿Acaso no tenía suficiente con Gray que tendría que buscarse ya a otra u otras personas? Suspiró mientras avanzaba por los jardines pensativo, llegado a un punto alargó su mano hacia al frente, y justo en un destello apareció su llave espada.

— ¿Qué secretos escondes en tu interior?— Preguntó en voz baja mientras volvía a desvanecerse, desde luego podría considerarse un arma leal.

Sus recuerdos aún no estaban del todo claro. ¿Su hermano Allen había pasado por aquel castillo también? ¿Habría aprendido a manejar la llave espada? Y si era así ¿Por qué no dio señales de vida? Había preguntado a alguna que otra persona sobre si conocían a su hermano, pero no había encontrado información alguna. Quizás aquel recuerdo solo fuera una simple ida de olla, probablemente estaría loco.

Colocó su mirada en los alrededores. Caminando, caminando, había llegado a un recinto de los jardines, los cuales estaban decorados con alguna que otra construcción menor, como aquellos bandos. Se sorprendió un momento ante la vista que tenía frente a si. Mas adelante se encontraba una chica sentada en uno de aquellos bancos. No sabía si acercarse o alejarse, pero debía de socializarse un poco si quería avanzar con su poder, por tanto se acercó con pasos tímidos.

— Disculpa, ¿te importa que me siente?— Preguntó el chico a la joven mientras se colocaba frente a ella. Necesitaba hablar con alguien pero quizás ella no querría hablar con él.

[ita]

De repente un ser tapó parcialmente la bella escena que se estaba produciendo en los cielos y eso la molestaba un poco. No es que no fuese social, sino que le había tomado gusto a estar ahí sentada, sola.

Miró hacia arriba y, por primera vez, le vio. Debía ser un aprendiz como ella misma, o eso supuso. Para sus adentros, sonrió; era la primera persona que veía que se molestaba en decirle algo. De hecho, pensó, era la primera persona que veía en todo el lugar, pues se había encerrado a guardar sus cosas, sus múltiples cosas, en la habitación nada más llegar y, hasta más tarde de la cena, cuando el sol ya se ponía, no salió de su cuarto, una vez consiguió guardar todos los cacharros que había traído consigo. Se había percatado demasiado tarde que la mayoría de objetos no le harían falta verdaderamente, pero ya no podía hacer nada, así que los guardó en la reducida cámara que le habían asignado.

- Por mi no hay problema - contestó a la pregunta que le había formulado el chico.

[Gray]

No sabía porque pero sentía que sobraba un poco en la escena.

— Gracias.— Fue lo que comentó antes de ponerse en su asiento.

Cabello negro. Gafas cuadradas. Ojos oscuros. Flequillo ladeado. Muy delgada. Tez blanquecina como la tiza. Todas esas cosas era aquella chica que se sentaba actualmente en su izquierda. Se fijó un breve momento en la luz del atardecer, era bonito, pero nada comparado con las luces que emitían los crepúsculos de su mundo natal, Villa crepúsculo. Suspiró un momento mientras miró un instante a la chica, debía presentarse, reglas de educación.

— Perdona por haber molestado tu tranquilidad, pero casi no conozco a nadie en este lugar, y encontrarse con alguien es cuanto menos extraordinario.— Comentó primero a modo de disculpa, aunque no es que lo pareciera mucho.— Estas luces no son nada comparadas con las de mi mundo natal, Villa crepúsculo, se la conoce así precisamente por los amaneceres y los atardeceres.— Le confío el joven a la chica, mientras se preparaba para presentarse.— Por cierto, soy Gray, un portador de la llave espada, aprendiz que llegó hace muy pocos días.— Dijo mientras esperaba que ella se presentara, era cosa de la educación claro.

Volvió a quedarse en silencio. ¿Y si le había caído mal ya sin conocerlo? No es que no fuera posible, pero al menos esperaba poder socializar con aquella chica y obtener una amistad por aquellos lares, eso le ayudaría a sobrellevar la carga que soportaban sus hombros. Que precisamente no era poca.

[ita]

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Siento haber tardado tanto en contestar, pero estos días el foro cargaba a la velocidad negativa de la luz y se quedaba colgado a la más mínima; no he querido tentar a la suerte. Lo siento.

Aquel chico no paraba de hablar, aunque parecía que lo hacía más por cortesía y educación que por un deseo expreso de sociabilización. Y ella simplemente sonrió para sus adentros, feliz de haber encontrado, por fin, alguien con quien, simplemente, estar.

Le miró de refilón, con curiosidad. Y sus brillantes ojos azules la sorprendieron. Estaba acostumbrada a otra clase de gente; clientes exigentes, clientes ébrios, clientes que le miraban con desdén. Pero él no, simplemente estaba ahi, a su lado, a pesar de no conocerla absolutamente de nada. Y se sentía bien. Sí.

Así que tomó aire y dejó atrás toda esa timidez que solía bloquearla. Dibujo una sonrisa pequeña, sincera, no la amplia y falsa que solía regalar para agradar... Y le contestó.

- Realmente los atardeceres son preciosos. Ya no era capaz de recordarlos. Así que te envidio- volteó su cabeza y le miró directamente a los ojos, marrón sobre azul - envidio el lugar donde el crepúsculo pueda ser aún más bello y hermoso que este de aquí que se desdibuja ante nosotros- sonrió un poco avergonzada por aquella sarta de bobadas que acababa de relatarle a un completo desconocido y, como para disculparse, como para redimir su instante de melancólica belleza plástica, se presentó. - Me llamo Irian, Irian Line. Y vengo de Ciudad de Paso, un lugar ciertamente triste y deprimente, si lo comparamos con todo esto. - comentó abrazando con la mirada aquel basto prado ajardinado que se desplegaba, majestuoso y verde, ante sus ojos claros. - Aún no sé muy bien qué hago aquí... Supongo que debo ser una Aprendiz también, puesto que puedo invocar la Llave-Espada - comentó, con un aire soñador añadido.

[Gray]

Una sola mirada directa bastó para darse cuenta de que aquella chica no era para nada normal. Se sentía cómodo allí sentado mientras simplemente tenían una charla tranquila. Justo en el momento en el que la chica sonrío, a él se le iluminó el rostro, era realmente guapa desde aquella distancia. Le gustaba además la forma con la que relataba la belleza de la naturaleza. Ciertamente compartía su ilusión y opinión. En aquel momento la sonrisa de Gray salió a la luz, justo en el momento en que la chica se presentaba, Irian Line.

— Bonito nombre, para una bella mujer.— Comentó de improvisto, ni él mismo se esperaba decir esas palabras, es mas un color rojizo comenzó a salir en sus mejillas, mientras miraba a los ojos a aquella chica. Debido al contacto directo de nuevo entre ambas miradas, tuvo que apartar levemente la vista, estaba algo avergonzado.— Entonces... ¡Decidido!— Dijo mientras se levantaba de un salto y se colocaba frente a ella, a escaso medio metro mientras la miraba.— Como portadores de la llave espada, deberías saber que tenemos la capacidad de viajar entre los mundos ¿no?— Explicó ilusionado mientras levantaba su brazo derecho al cielo, queriendo invocar la llave espada.— Cuando seamos un poco mas fuerte...— Comenzó a decir mientras le daba al asunto el interés debido.— ¡Te llevaré a Villa crepúsculo para observar al atardecer! Prometido.— Dijo mientras invocaba la llave espada en su mano levantada, lanzándola al cielo para convertirla en su vehículo con forma de moto.— Y podremos ir en asientos de primera.— Comentó.

Una sonrisa estaba dibujada en su rostro, no podía evitarlo, pero aquella chica le había elevado su ánimo hasta límites insospechados, hacía tiempo que no se sentía así, y ciertamente le gustaba esa sensación.

[ita]

Los colores subieron al rostro pálido de Irian, llenando sus mejillas de un rosa furioso, dándole un aspecto un tanto cómico y añiñado. El comentario sobre su nombre le había sorprendido, pues de normal nadie lo consideraba bello ¡Y a ella mucho menos! Así que, un poco nerviosa ante tal comentario, empezó a juguetear con su cabello, enrollando sus tirabuzones entre sus dedos.

Al mirar de nuevo, de refilón, a su acompañante, se percató de que él también se había sonrojado ante sus propias palabras. Y al darse cuenta de lo absurdo de la situación, dejó escapar una pequeña risa, suave y discreta. La verdad es que aquel chico le empezaba a resultar intrigante... y agradable. Sin a penas conocerla le había propuesto llevarla a ver un atardecer... ¡Más bello que el que se estaba produciéndose en ese momento! Le parecía imposible, así que le replicó:

- Si de verdad es más bello que éste - señaló con su mano hacia el horizonte, donde el rojo se fundía con el dorado, muriéndose lentamente para dejar paso al azul oscuro, salpicado por pequeñas estrellas - definitivamente quiero verlo- sonrió.

[Gray]

Bastante guapa. Tenía que admitir que no estaba acostumbrado a permanecer mucho tiempo con las chicas, pero debido a la observación que podía practicar desde las alturas, podía ver la belleza de las jóvenes, y ella había que admitir que lo era. Probablemente se sentía algo avergonzada con el comentario hecho antes, sus dedos estaban jugando con su pelo, formando tirabuzones, claro signo de nerviosismo. Había aprendido a apreciar aquel tipo de cosas en el orfanato, mientras otros jugaban él se fijaba en los movimientos de las personas, un buen método de estudio.

¡Quería ver ese amanecer del que le hablaba! Aunque sabía que su propuesta podía sonar tentadora, nunca hubiera pensado que lo hubiera aceptado tan fácilmente, y menos con aquella sonrisa, le sorprendía gratamente cada vez que hacía algo, realmente aquello era bueno. Correspondió a aquella sonrisa con la suya propia, estaba lleno de energía, no lo entendía, pero tenía algunos momentos en los que actuaba por impulso, sin ninguna razón en especial, solamente porque creía que eso era lo mejor o le apetecía.

— ¿Para qué te mentiría yo?— Preguntó primero mientras reía levemente, justo en aquel momento le vino otra cosa a la cabeza y obviamente tenía que sacarla fuera.— Y si te miento, tendrás derecho a pedirme algo, lo que tu quieras, pero tienes que pensarlo ya eh, sino en el momento me puedo negar...— Preparó lo mejor para el final, se veía que no estaba acostumbrada a los piropos.— Aunque no creo que me pudiera negar a nada que me pidiera una chica tan guapa como tú.— Dijo mientras volvía a reír levemente, esa risa verdadera, corta, pero era suya. La risa claro.

[ita]

Con cada nueva frase pronunciada por el chico, más sorprendida y asombrada se quedaba ella. ¿De dónde había salido un joven tan agradable y simpático? No podía creer la suerte que había tenido de encontrarle. Puede que acabaran de conocerse y que apenas hubiesen compartido un par de frases tópicas de cortesía, pero se le antojaba como un chico realmente interesante y que podría ser un buen compañero... para futuras ocasiones. Así que, decidida, le siguió el juego, con el propósito firme de sacar algo más en claro de su objetivo como aprendices (la maestra Nanashi no le había explicado casi nada sobre su nueva vida como Portadora de la Llave y parecía que él, o cualquier persona de allá, supiese más del tema), conocerle y, en la medida de lo posible, entablar algo parecido a una "amistad", aunque no recordaba cuándo fue la última vez que empleó el término... ¿Con su hermano, talvez? Mas lo que a él la unía, además de los lógicos vínculos fraternos, era un sentimiento mucho más simple que la amistad... No era sólo que Henry fuese su hermano, sus lazos eran más poderosos que aquello pero... era una relación bastante peculiar.

Con cierta curiosidad, observó de nuevo al joven Gray. Le resultaba divertido y entretenido todo lo que estaban charlando. Amaneceres, crepúsculos... A ella le encantaban aquellas cosas. Era sensible a todo lo que fuese bonito o tuviese encanto; paisajes, obras de arte, personas, objetos corrientes... si era bello no lo podía ignorar. Y aquel chico la desconcertaba, pero también le agradaba.

- Como bien dices, no tienes motivo por el cual mentirme - respondió, divertida, pero meditando sus palabras - así que no creo que sea necesario que me compenses por nada. De hecho acabamos de conocernos, sería muy extraño que ya me engañases - prosiguió - a no ser que ya lo hayas hecho y Gray no sea tu nombre.- se aventuró, tratando de indagar un poco más en su persona, con mucha curiosidad y con bastante diversión.

[Gray]

No pudo evitar que su sonrisa estallara en carcajadas. Comenzó a reír como hacía mucho que no lo hacía, incluso le salían alguna que otra lagrima de sus ojos. ¿Qué no se llamaba Gray? Hubiera sido un engaño magistral al principio pero no, él tenía otras cosas en las que pensar que no ocultar su identidad. Nunca se había preguntado quien le había puesto ese nombre, pero se le hacía notablemente divertido que dudara de ello. Se dio cuenta de que era mejor parar de reír y con un terrible esfuerzo lo consiguió.

— Si quieres me llamo Ryag, Agir, Gira, o derivados, pero creo que mis padres, a los cuales no conozco, me pusieron Gray, o eso me dijeron.— Volvió a reír levemente mientras pensaba en las anteriores palabras dichas.

¿Donde quedaba la diversión de ver en lo que podía pensar aquella chica? Pedirle algo a cambio siempre daba la cabida a que sucediera algo fuera de sus expectativas, a que pudiera sonreír simplemente debido a que le habían ganado en un juego de misterios. Estaba claro que dejarle la posibilidad de pedirle algo a cambio era divertido, incluso que se lo pidiera porque si, adoraba aquella idea.

— Sino me pides nada a cambio todo esto será aburrido, si el amanecer o atardecer que te enseñe no supera con creces éste...— Comentó mientras señalaba al cielo con ambas manos, intentando abarcar toda su extensión, sin conseguirlo obviamente.— Entonces tendrás derecho a pedirme algo, y si supera con creces lo visto aquí, igual, solo que tendré la posibilidad de negarme.— Dijo, teniendo férrea confianza en sus palabras.— ¿Te hace o no este pequeño juego?— Preguntó mientras sonreía y bajaba los brazos de nuevo.

[ita]

No sólo era agradable y divertido, sino que además era de lo más locuaz. Empezaba a encontrarle ciertamente fascinante. Igual era a causa de su poca interacción con el mundo, a su escasa relación social con seres humanos (lo más parecido a un amigo había sido su antiguo jefe, un divertido moguri cocinero) o la coraza que había construido para aislarse del mundo para que nada le volviese a dañar.
Pero allí estaba, sentada en un banco, viendo un atardecer del que a penas quedaba nada, mientras buscaba palabras para seguir conversando con aquel peculiar chico.

Sin duda, era desconcertante. ¿Dónde quería ir a parar con todo aquello? ¿Era un extraño juego psicológico? Sonrió para sus adentros; le causaba diversión pensar en qué podría estar tramando su compañero.

- Si te respondise ahora - comentó, con voz pausada y tranquila - puede que más adelante haya algo que realmente necesite y, entonces, no podré pedírtelo. Así que me guardo el derecho a decidir hasta que vea con mis ojos si es más bello que esto de aquí - y, al igual que Gray, señaló el cielo. - Me pregunto qué habrá en los otros mundos... ¿Hay algún lugar donde las almas existan? - preguntó, soñadora.

[Gray]

Desde luego era una chica inteligente. En cierta forma había aceptado el pequeño juego planteado por él, pero por otra parte no lo había dicho del todo claro, muy lista. Se lo recordaría de igual forma en el momento en el que vieran ambos el atardecer o amanecer de villa crepúsculo, estaba dispuesto a llevarla pronto, eso estaba claro. Que le costara sudor y sangre conseguirlo sería otra historia, pero la llevaría a la colina del amanecer, desde el cual podrían observar el sol ponerse.

¿Había muchos mundos allí afuera no? Tantos como las estrellas le habían dicho hacía poco tiempo. Si eso era cierto era probable que hubiera algún mundo en el cual residieran las almas de las personas, fallecidas claro. Además, cortarle el sueño a una joven soñadora no iba con él. Sonrío de nuevo mientras le hacía una leve reverencia, estaba claro que su forma de actuar no era para nada normal.

— No podremos saberlo sino vamos y lo vemos, ¿Verdad? — Preguntó aquel joven mientras seguía sin incorporarse, ahora le tocaba su petición.— Y si a usted señorina, no le importa, me gustaría que me acompañara a ver mas mundos, a observar a todos ellos y ver que es lo que hay allí fuera.— Dijo mientras esta vez si se incorporaba y se ponía recto en su posición normal.— Quizás en un mundo donde las almas residan pueda encontrar lo que busco, quizás, solo quizás.— Susurró, aunque ella podría escucharlo y miraba a los cielos y volvía a mirarla a ella.— ¿Damos un paseo por los alrededores? No estaría de mas conocer esto un poco.— Invitó el chico mientras se arrascaba levemente la cabeza ¿Habría pasado su momento de locura?

[ita]

Se levantó al oír la propuesta. Se estaba haciendo tarde, pero aún había luz para pasear. Y aquel lugar le parecía bastante hermoso, lo suficiente como para sentir la tentación de perderse en él. Hacia bastante tiempo que no le pasaba algo parecido; habitualmente no tenía tiempo libre, un rato que fuese para ella, que dedicar a no hacer nada o a quedar con los amigos. Tras la muerte de Henry había tenido que esforzarse al máximo para sobrevivir; había terminado los estudios como pudo, a la vez que trabajaba en cualquier cosa que le diese suficientes platines para mantenerse. Y hasta el momento en que encontró a la Maestra Nanashi, a quien no había vuelto a ver, vivía para trabajar. Así que se sentía bien y libre junto a ese muchacho.

- Sí que me gustaría conocer otros mundos; otros lugares diferentes, con seres distintos.- sonrió, soñadora y con cierta curiosidad, comentó - los seres más extraños que he visto hasta ahora son los Moguris. ¿Y cómo se puede entrar en los otros mundos? La verdad es que aún no me han explicado nada sobre todo ésto. - explicó con media sonrisa mientras se ponía al lado del chico, dispuesta a pasear.

[Gray]

Otros mundos. Que bien sonaba aquello. Era como si le estuvieran llamando a él a salir y conocer a todos los mundos que existían allí fuera. Desde el inicio había tenido mucha curiosidad por saber como eran los demás lugares que componían todo aquel... ¿Universo? No sabía explicar en que sitio se encontraban los mundos, solo sabía que gracias a sus llaves espadas, ellos podían viajar de un lado a otro. Miró con interés a la chica, que se había puesto a su lado a la vez que hacía una pregunta un tanto extraña, ya que se trataba de algo fácil de decir, pero difícil de explicar, ya que ni él que había viajado entre Villa crepúsculo y Tierra de Partida, lo entendía del todo.

— Realmente no se explicarlo... Solo se que gracias a nuestras llaves espadas, podemos viajar entre los mundos, probablemente abrirán las rutas de un lado a otro, pero no lo se, y ciertamente me da mucha curiosidad.— Dijo justo antes de ponerse en marcha para andar por aquellos jardines, estaba bastante tranquilo, y ciertamente feliz.— Somos los protectores del equilibrio, debemos de salvaguardar que la oscuridad no venza y todo eso, ciertamente me entreno para otro propósito, aunque mantener el equilibrio sea uno de ellos.— Comentó mientras seguía caminando, advirtiendo la belleza de aquellos campos.

[ita]

Ambos habían emprendido una caminata sin destino, uno al lado del otro, tratando de descifrar, de comprender, que era todo aquello. ¿Cuántos mundos habría allá fuera? ¿Cómo viajaban entre ellos?

Su única experiencia había sido la de su llegada a Tierra de Partida y el recuerdo que conservaba era un tanto confuso. Demasiadas emociones, demasiada agitación, demasiados pensamientos agolpados que poco a poco ordenaría en su mente. Pero aún era muy reciente.

- Así que la Llave-Espada abre las puertas de los Mundos...- repitió; en su cabeza tenía un extraño sentido lógico. Y supuso que debía ser así. Decidió que cuando tuviese tiempo investigaría sobre ese punto; su difunto hermano había dejado en su anterior hogar muchos libros y textos relacionados con los Portadores, pero por falta de tiempo y un poco por desinterés jamás los había tocado siquiera. Y ahora los había traido consigo, guardándolos en su nueva habitación, entre el caos de ropa, comida y demás cacharros.

Y una idea prendió en su mente. Tenía que haber un mundo en el que viviesen aquellos que ya no estaban vivos, un mundo para los muertos. Y ella iría. Si existía, sabía que tenía que ir y buscarle... preguntarle por qué murió, por qué aceptó una misión suicida, por qué la abandonó.

Gray, a su lado, seguía parloteando sobre los mundos y los Portadores, pero a penas le prestaba atención. Conciente de lo descortés y poco educada que estaba siendo con él, con aquel chico que tan bien la estaba tratando, le dedicó una amable sonrisa.

- Una de las pocas cosas que Nanashi me dijo fue exactamente eso mismo; debemos preservar el equilibrio y defender la luz- entrecerró los ojos, pensativa, meditabunda [b]- pero no veo qué puede tener de malo la oscuridad, ¿no son parte de la misma cosa?