Tierra de partida
Participantes:
Spoiler: Mostrar
Al parecer los entrenamientos iban endureciendo. Los entrenamientos con Akio eran cada vez más largos, más duros, requerían muchísimo más esfuerzo. O eso, o es que yo no descansaba lo suficiente como para resistirlos. Cuándo llegué era torpe, muy torpe pero ya había mejorado bastante. Sobre todo en el campo de cuerpo a cuerpo, combates con la Llave Espada. Me gustaba mi modo de luchar, una lucha cercana, sin sitio para trampas ni espacios enormes en los que se pudiera utilizar cualquier tipo de magia. Para mi la magia era de cobardes, un tipo de lucha que era de cobardes. Sí, cobardes. Ya se había demostrado lo buena que era la magia en el encuentro tiempo atrás en el que por aplastante victoria habían sucumbido a mi Llave Espada Fyk y Hitori.
—"Es hora de descansar, mañana será un gran día."
Como siempre, habría algo que iba hacer cambiar por completo el día. "Salir de la rutina ya es parte de la rutina, y eso quieras o no cansa..." Ya no era lo mismo que al llegar a Tierra de Partida. Ya conocía todos los recovecos del lugar y no había nada que se escapara a mi mente rápida e inteligente. Caída la noche me acostaba a una hora temprana como siempre, no iba desperdiciar mi precioso tiempo en leer libros o pasando el rato. Descansar, entrenar. Descansar, entrenar. Y a sí repetidas veces hasta conseguir lo que me proponía. Luchar contra los sincorazón.
—"Luchar contra los sincorazón... Suena lejano, muy lejano."
Poco después caí dormida en mi cama alborotada. Despeinada y ligeramente vestida era como me había tomado el sueño consigo. La lucha contra los sincorazón, un tema común a todos los estudiantes y maestros allí reunidos.