Estaba desierto. Solo se podía sentir una lejana brisa. Era cálida e irreal. Enok avanzaba a paso lento por aquel jardín dirigiendo una mirada nerviosa en todas direcciones. Tenía miedo. El chico sentía unos ojos clavados en él aunque por mucho que miraba a su alrededor no acertaba a ver nada.
- Huye...
Se paró en seco. Alguien le había susurrado. Una voz abismal le instaba constantemente a que se alejara de allí pero el chico sentía una atracción irrevocable a permanecer parado junto a una de las fuentes del jardín. Poco a poco, el viento de intensificaba. Los rubios mechones del pelo de Enok creaban imaginarias olas que se desarrollaban en el vacío. Al chico se le nublaba la vista y poco a poco disminuían sus fuerzas.
- Huye...
Otra vez aquella voz sonó. Ahora con un tono autoritario aunque misteriosamente alentador. Una lágrima se deslizaba por el angelical rostro del chico en aquel momento. Echó a correr. Era lo único que podía hacer ahora que aquella voz le había echo regresar a la realidad. Consiguió atravesar el jardín a pesar del sobrenatural vendaval que prácticamente elevaba del suelo a Enok.
Las puertas de la cocina se abrieron de un portazo. El aterrado joven apoyó una mano en la pared y agachando la cabeza intento recuperar la respiración . Nadie había ido a socorrerle ni a preguntarle nada aunque el chico intentó creer que era debido a que la gente no se había percatado de lo que había pasado con la puerta. Alzó la mirada algo mas relajado intentando buscar a Dejay y su acompañante. Se habían sentado en la otra punta de la cocina y Enok se dirigió a ellos no sin antes volverse a mirar el exterior. Por arte de magia habían aparecido varios grupos de chicos y parecía que el viento hubiese sido una mera ilusión del chico.
- Me estoy volviendo loco...- susurró tras dirigirse hacia Dejay y el chico.
Se sentó junto a la chica y suspiró levemente. Miro al joven vergonzosamente y rapidamente se decidió a hablar:
- Ho...Hola