—¡Zait! No sé por qué, pero te puedo asegurar que vi a Nate. Gritaba tu nombre, parecía desesperado por alcanzarte. ¡Estaba atado a esa cosa! Bueno... ¡a ese Espectro, cómo tú lo llamas! ¡No es un sincorazón! ¡Me niego a creerlo!
—No es que no quiera creerte, pero lo que digo es verdad. Sé lo que vi. Otro Espectro se lo llevó, lo arrebató de mi lado. Al dar las doce en el Gran reloj y sonar las campanadas, el corazón de mi amigo cesó en su latir, y poco a poco se desvaneció entre mis brazos. Su corazón se elevó en el cielo, y de él se formó un nuevo ser, uno de esos horrendos sincorazón... —dije agachando mi cabeza —. Pero no me importa. Sé que no se ha ido para siempre, tan sólo está atrapado, consumido entre toda esa oscuridad, pero yo le liberaré. Le sacaré de su prisión.
De repente, la joven se levantó e invocó su Llave Espada.
—¡Te ayudaré a recuperar a Nate! ¡Te lo prometo! ¡Si yo le he visto ha sido por algo, estoy segura! ¡Y no me voy a quedar de brazos cruzados!
Su llave también brillaba, con intensidad.
—Pe...perdona, Zait. Creo que me emocioné. Puede que yo sólo sea una carga después de todo... pero... quiero ayudar. Será mi pago por haberte hecho coger el broche.
Tras decir esto, Nadhia agachó su cabeza y se mantuvo callada. Quizá estaría avergonzada por lo sucedido.
—No sé qué decirte... —cerré los ojos y solté un gran suspiro —. Agradezco mucho tu ayuda. Y quizá suene algo egoísta, pero me prometí a mí mismo que volvería a dejarlo todo como estaba, que solucionaría todo... No sé. Pero claro está... Si sobreviví en Londres fue gracias a Nate, a que eramos amigos, a que éramos un equipo imparable... A que nada podría con los dos juntos, unidos... Puede que tu ayuda me sirva de mucho. No, mejor dicho, me servirá —dije con una sonrisa, aunque algo apagada. Los recuerdos de Nate me entristecían el alma, aunque avivaban mi corazón, lo hacían latir más fuerte. Era algo muy nostálgico.
—¡Oh! Y no te preocupes por el broche, no ha sido nada. Pero me gustaría volver a ver a Pooh, quizá esté preocupado.