-Zait Laind (Little Sho)
-Nadhia (EspeYuna)
Ubicación
-Tierra De Partida (Escenario inicial: Biblioteca)
Cronología
Para Zait: [Trama] Lectura Obligatoria> (Este encuentro) > [Encuentro] La miel es deliciosa
[Es decir, es justo después de que se termine la trama y anterior al encuentro]
Para Nadhia: [Trama] Bienvenidos a mi cocina > (Este encuentro)
[Es decir, después de la trama]
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Y entonces, después de despedirme de todos, salí rápidamente del libro para aparecer en la biblioteca. Observé mis manos abiertas y me aseguré de que no faltase ningún trocito de mí. Una vez terminé de comprobar mi estado y me recoloqué el pañuelo en mi cabeza, fui directamente a la sección infantil con pasos rápidos y decididos. No me hizo falta comprobar el camino ni dudar un momento, me acerqué a una estantería y encontré el tomo que hace un tiempo atrás estaba leyendo en esa misma sección; "Chocobo Tales". Miré a mi alrededor frunciendo el ceño, era una decisión que no podía tomar tan a la ligera, y debía cerciorarme de que lo hacía bien. Me llevé una mano a la barbilla para rascármela suavemente con el dedo indice, y así, con expresión dubitativa, empecé a meditar. Me moví por los pasillos, vagabundee entre las estanterías y recorrí en gran parte la biblioteca. Anduve, hasta encontrar a la persona indicada.
Se trataba de una joven, aprendiz supuse. Tenía largos y ondulados cabellos castaños, que a la luz que atravesaba las vidrieras, soltaban destellos dorados. Aparentaba mi altura, aunque tenía una piel más clara que la mía, y unos profundos ojos de color avellana. Lucía un conjunto cómodo de ropajes que no sabría describir. Eran cosas que me fascinaban sobre la mezcla de mundos que se apreciaba en Tierra de Partida, vestimentas y mantos de todo tipo, y extravagantes hasta más ver. Entonces supuse que seguramente yo también causaría atención, al igual que en Londres, con mi querido pañuelo ondeando por los aires. Se encontraba leyendo un libro que sostenía entre sus manos resguardadas con guantes, a mi parecer, faltos de tejido. "Prácticos, pero frioleros en invierno", pensé. Sentada en una mesa, parecía sumergida en aquel mar de letras, enfrascada en su lectura. Deseé poder leer así yo también.
Me apresuré a acercarme a ella e intentar averiguar qué leía.
— Es un libro muy grande —comencé. Y sin esperar respuesta, seguí hablando—. ¿Cómo se llama? Tiene el aspecto de ser uno de los libros que suelen usar los maestros.
Y de nuevo, me diese la respuesta que me diese, me senté en la mesa junto a ella, mirándola de frente y sonreí.
— Tiene pinta de ser interesante —dije para esperar una respuesta, permaneciendo callado y escuchando atentamente, aunque en caso de que no me respondiese, me limité a esperar un instante y proseguir.
— Verás... Necesito tu ayuda con un "pequeño" problemilla...