─No lo sé, pero lleva el uniforme de la guardia de Vergel Radiante.
—¡Anda! ¿En serio? —dije, sorprendido—. ¡No me extraña que quieras perseguirlo, entonces!
Suponía que la catástrofe de Vergel Radiante había sido... bueno, eso, una catástrofe. Saxor lo debió haber perdido todo en aquel lugar... y su vida tras el incidente debió ser dura. No era de extrañar que quisiese recuperar todo lo que se le había arrebatado, y aquel enmascarado podría ser el último resquicio al que se podía aferrar. ¡Otro superviviente a parte de él, ni más ni menos!
Seguimos con nuestra ronda de interrogatorios a los ciudadanos de aquel mundo. Esta vez le tocó a una amable anciana de una tienda en la que parecía que se vendían dulces. Nos dijo que aquella persona se había dirigido hacia un hotel cercano. Saxor preguntó entonces cuánto valía un helado de los que estaban allí a la venta. ¿Le habría entrado el hambre?
─¿Quieres uno?— me preguntó, pillándome desprevenido.
—¿Q-qué? No, no, no me he traído dinero...
Pero ya daba igual. Saxor había utilizado sus propios platines para comprar dos polos de color azul claro... ¿por qué lo había hecho? No estaba acostumbrado a aquel tipo de trato...
—Gracias —musité. Mis mejillas brillaron un poco debido a la vergüenza que me daba aquella situación.
El helado tenía un sabor peculiar... no sabría describirlo muy bien, aunque era lo de menos. El detalle de Saxor me había impresionado bastante, daba igual cómo supiese el helado.
—Bueno —dije, tras darle un mordisquito al helado—, dirijámonos hacia el hotel entonces. La verdad es que no me importa la caminata que estamos dando, este lugar me encanta. Tan sereno y tal.