[Villa Crepúsculo] ¿Qué es un "hogar"?

[EspeYuna]

Ragun nos siguió y, para mi sorpresa, posó su mano en el hombro de Dan, serio.

—Hey, Dan. Si encontramos al ladrón y vemos que es peligroso huirás con tu hermana ¿Sí? —y entonces, Ragun me lanzó una mirada. Lo comprendí al instante.

Extranjero significaba fuera de esta ciudad. Fuera de este mundo. Y si había cometido robos, quizás fuese alguien peligroso. Por una parte, mi coartada podría ser descubierta por Dan, en el caso de que Ragun y yo tuviésemos que recurrir a la Llave-Espada. Pondría en problemas el equilibrio de los mundos y, además, por otra parte, podría poner en peligro a Dan.

Asentí, y en mis adentros la adrenalina empezó a subir. Mis latidos se intensificaron. Aquello que íbamos a hacer era una locura, en realidad. Dan se quejó al principio, pero acabó cediendo. Era la condición para poder acompañarnos, por lo que no se hizo mucho de rogar.

—¿Hacia dónde? —preguntó Ragun, decidido a acompañarnos. Sé que si dejaba a Ragun con el ladrón, no tendría problemas para defenderse. Se las apañaría bien solo, de eso no había duda. Ya me lo había demostrado aquella noche que llegué a Tierra de Partida.

—Por aquí.

Dan y yo, seguidos por Ragun, nos dirigimos a la Plaza del Mercado. Una vez allí, intentamos no llamar demasiado la atención, mezclándonos entre la gente que todavía seguía de compras. Llegamos a nuestro destino: un callejón sin salida, el cual era bastante llamativo por un enorme boquete en la pared, lo suficiente grande como para atravesarlo los tres juntos.

Le hice señas a Ragun para que nos siguiese con sigilo. Una vez dentro, el jolgorio del mercado fue sustituido por un escalofriante silencio.

Intenté comportarme. De pequeña, el bosque me había inspirado terror desde que me perdí. Pasé horas interminables en la oscuridad, sin más compañía que ese silencio infernal.

Me encaminé unos pasos y toqué con mi mano el primer árbol cercano.

—Busquemos—dije entre susurros. Quién sabe si el ladrón podría estar allí cerca. ¿Y si en realidad nuestras suposiciones eran incorrectas?

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EDIT: para añadir una reacción de Dan. Se me había escapado xD

[Sombra]

—Por aquí —señaló Dan a las escaleras que bajaban hacia otra zona de la ciudad bastante amplia.

Dejé que Nadhia y su hermano fuesen delante para que así pudiese ir tras ellos sin posibilidades a perderme o a cualquier cosa similar. Nos mezclamos entre las personas que estaban comprando y paseándose por aquella zona. Nos fuimos alejando hasta llegar a un callejón con un muro altísimo en cuyo centro había una gran grieta. Me pregunté como se había roto de aquella forma aquel muro.

El bullicio de aquel mercado cambió al momento, como por arte de magia por el sonido de las hojas al moverse con el viento o a pequeños animales paseándose como si nada, el canto de los pájaros se escuchaba sobre nuestras cabezas.

—Busquemos —susurró Nadhia. Detecté inseguridad en su voz, se le notaba bastante nerviosa.

—Seamos sigilosos.

Me agaché un poco ocultandome en la maleza, los árboles eran gruesos y tenía muchos escondrijos por lo que buscar la posible guarida del ladrón podría tardar varias horas. Decidí que no me alejaría mucho de los dos hermanos, no conocía aquel lugar por lo que permanecer con ellos sería lo mejor.

[Soul Artist]

Al poco de entrar en el bosque y de caminar en el bosque, a uno de los dos jóvenes le cayeron unas hojas en el pelo que le obligarían a levantar la vista. Entre las ramas de uno de los árboles, más delgaducho y delicado que el resto, algo saltaba y agitaba para que las hojas cayesen y molestasen a la parejita. No podían ver claramente de qué se trataba, pero echaba una risita tonta y un extraño sonido que les podía recordar a algo, aunque no pudiesen saber exactamente a qué.

¿Qué podía haber ahí arriba? Estaba muy alto para atreverse a escalar el árbol. Tendrían que buscar algún método para subir o para que, hubiese lo que hubiese allí, bajase a ellos.

[EspeYuna]

—Seamos sigilosos —dijo Ragun, ocultándose entre la maleza a la hora de buscar. Aunque... ¿qué estábamos buscando exactamente? ¿Un ladrón? ¿Un tesoro? Por un momento perdí de vista a Ragun, pero lo encontré al momento. ¡Madre mía! Sus ropas le permitían camuflarse genial entre los rincones oscuros de los árboles.

Lo que me daba a pensar que nuestro sospechoso podría estar observándonos en ese mismo instante. ¡No! ¡No podía invadirme el miedo!

Dan se acercó a mí, agarrándome del hombro, y me susurró al oído:

—Nad, voy a buscar en lo más profundo del bosque —me intenté negar, pero él se adelantó, entregándome su espada de Struggle—. Ten. Así estarás más segura. Si alguien aparece, sólo tienes que darle con esto en la cabeza.

Antes de que pudiese decir nada, Dan se alejó de Ragun y de mí. Miré a Ragun, suspirando.

—Esto va a ser más difícil de lo que pensaba—le dije, sonriendo con resignación, mientras seguía buscando, examinando los troncos—. Realmente es complicado ocultar nuestro secreto, ¿verdad?

Y fue entonces cuando algunas hojas cayeron sobre mi cabeza y mis hombros desnudos. Asustada, alcé la vista. Tras de mí había un árbol delgado, en el cual no me había puesto a buscar, puesto que no tendría ningún hueco como el resto.

No se podía ver nada desde donde nos encontrábamos. Sólo hojas y más hojas. Y seguían cayendo.

Sí. Podía oír algo. Por un momento pensé en el ladrón, por lo que agarré mi... ¿Llave-Espada? No, sostenía la espada de goma-espuma de Dan. Con aquello me tranquilicé, a la vez que pude escuchar un sonido... ¿una ardilla quizás?

Una risa... muy, pero que muy familiar.

—¿Es...posible que...? —musité en voz baja. No sabía escalar, pero ese árbol era lo suficientemente delgado. Puede que... sí, podría ser posible— Ragun, aléjate un poco—le advertí, a la vez que alzaba con decisión la espada de Dan. ¿Un golpe sería suficiente? Tenía la sensación de que nos íbamos a encontrar con alguien inesperado... bueno, una criatura poco usual en Villa Crepúsculo.

Golpeé. Y antes de que algo o alguien pudiese caer al suelo, dejé la espada de Dan y alcé los brazos, por si era una criatura pequeña... algo de lo que estaba casi segura.

[Sombra]

Dan se acercó a Nadhia mientras inspeccionaba la zona diciéndole algo en el oído que no llegué a escuchar. Le cedió su espada de goma-espuma y se alejó de nosotros dos.

—Esto va a ser más difícil de lo que pensaba— comentó suspirando algo agotada por toda la farsa que estábamos realizando—. Realmente es complicado ocultar nuestro secreto, ¿verdad?

—No, no es complicado en absoluto—Opiné. No era tan difícil, a mi parecer pues no tenía que hacer nada más que no mencionar la llave espada ni nada sobre los demás mundos.

Y fue entonces cuando algunas hojas cayeron sobre mi cabeza y mis hombros desnudos. Asustada, alcé la vista. Tras de mí había un árbol delgado, en el cual no me había puesto a buscar, puesto que no tendría ningún hueco como el resto.

No se podía ver nada desde donde nos encontrábamos. Sólo hojas y más hojas. Y seguían cayendo.

Unas hojas empezaron a caer sobre nuestras cabezas seguido de algunas finas ramitas bastante molestas que se metieron por mi capa haciendo que todo mi cuerpo empezase a picar.

Y un característico sonido que una criatura en particular solía hacer se escuchó. Aquel sonido, sin duda era el mismo que había escuchado en Tierra de Partida cientos de veces, el la biblioteca, en el comedor, en la cafetería, por los pasillos... ¿Sería uno de esos que habían salido de viaje? Si mal no recordaba había un cartel bien grande en el panel de anuncios de Tierra de Partida donde informaban sobre que todavía no habían vuelto.

—¿Es...posible que...? —se dijo para sí misma—. Ragun, aléjate un poco —advirtió. Me aparté un poco para dejarle hacer lo que tuviese pensado. Cogió con fuerza la espada de su hermano y la levantó dispuesta a golpear con toda su fuerza aquel árbol.

Nadhia dio un potente golpe al árbol y acto seguido tiró al suelo la espada de goma-espuma para alzar sus manos para tratar de coger lo que fuera que cayese.

[Soul Artist]

El golpe de Nadhia al árbol hizo que se estremeciera y más hojas cayesen de por sí. Algo en una de las ramas se agitó con fuerza, tambaleándose... Y cayó sobre ella, sin oportunidad de que lo agarrase, golpeándole con fuerza en la frente, aunque no se tratase de un objeto muy pesado.

Tras recuperarse, dos cosas podrían ser percibidas por la joven. La primera, unas risas de las ramas, como un niño travieso que se divertía tirándole hojas y otras cosas. La segunda, un zumbido que quizá le pusiese los pelos de punta. Si volvía a mirar al suelo, reconocería de inmediato el objeto que había caído: una colmena. Y de ella comenzaban a salir enfurecidas abejas que la iban a tomar con la persona que había golpeado el árbol.

Las risas de aquel que estuviese arriba iban a ser más fuertes y sonadas...

[EspeYuna]

El árbol se estremeció, y un montón de hojas comenzaron a caer... ¿¡pero qué!?

—¡Ay! —exclamé, cuando algo me golpeó la cabeza. Me llevé las manos a mi frente y me agaché, dolorida.

Una risita se oía desde el árbol. No había sido mi imaginación. Aunque no había caído... ¿entonces qué es lo que me había golpeado?

Un olor dulzón me sobresaltó. No. No estábamos en el Bosque de los 100 Acres... entonces... miré el objeto que había caído y sólo pude soltar un grito ahogado. ¡No, no, no! ¡No!

Me levanté sigilosa, aun cogiendo la espada de Dan. Me costaba respirar. Ragun podría oír cómo hiperventilaba de forma ruidosa. Ahora mismo preferiría enfrentarme a los sincorazón o al ladrón. Cualquier otra cosa sería mejor que aquella espantosa nube de desagradables zumbidos que se dirigía hacia mí, furiosa de haber golpeado su nido.

—¡Cuando te coja...! —maldecí a la criatura que estaba observándonos desde allí arriba.

Tenía que hacer algo, y pronto. ¿Correr? No, mis piernas no me respondían. Y además, cerca de allí no existía ningún sitio donde poder escondernos de las abejas. No había ninguna fuente de agua cercana.

Me acordé de Zait y esbocé una sonrisa, riendo nerviosa, mientras me decidía a salir huyendo o enfrentarme a mis miedos. ¿Qué habría hecho él en una ocasión así? La última vez fue diferente.

Las abejas hicieron un círculo y me rodearon, dispuestas a picarme.

—Veamos... qué tal se me da... el Para-zumbidos—dije entre mi respiración descompensada, alzando con fuerza la espada de Dan.

No podía dejar que me invadiese el miedo por una tontería así. Recordé el dolor que me causó la pequeña abeja del Bosque de los 100 Acres. Sí, dolió, pero... fue más doloroso presenciar el estado de Zait por culpa de mi broche.

Una picadura... tres picaduras... ¿cien? ¡Qué más daba! Dentro de mí sabía que estaba cometiendo una locura, quizás reconcomida por el orgullo. Pero ya no era una simple habitante de Villa Crepúsculo. Ahora era una aprendiz. La aprendiz del Maestro Akio. Y portadora de la Llave-Espada.

Esperé a que las abejas diesen el primer movimiento. No iba a atacarlas. Simplemente, me defendería.

No me estaba dando cuenta de que, a pesar de mostrar una desconocida valentía dentro de mí, las lágrimas cubrían mis mejillas y caían de forma estrepitosa.

[Sombra]

Cuando Nadhia golpeó el árbol algo cayó desde las ramas sobre su cabeza. No distinguí bien lo que era hasta que se dejó de mover en el suelo.

—¡Ay! —se quejó mi compañera, más por el susto que por el daño causado por aquella especie de ¿Colmena?

Una suave risa se podía escuchar desde la copa del árbol. Un zumbido comenzó a hacerse sonar.

—¡Cuando te coja...! —amenazó la aprendiza. Algo me decía que tenía mucho miedo a aquellos diminutos insectos.

Invoqué mi llave espada y suspiré.

—Veamos... qué tal se me da... el Para-zumbidos—murmuró la chica poniéndose a la defensiva. Parecía a punto de echarse a llorar allí mismo, aunque valor no le faltaba.

—Que remedio...— dije para mí mismo. Me adelanté a Nadhia y me puse delante de ella mirando hacia las abejas sin ninguna clase de miedo y solo las miré intimidatoriamente, en humanos no solía funcionar demasiado bien pero en animales, que parecían tener algún tipo de "instinto especial" les afectaba bastante. Sin duda huirían asustadas incluso aunque estuviesen muy enfurecidas.

—Y ahora... ¡Razia Tenebrosa! —apunté a las ramas del árbol para hacer que el causante de aquello bajase por las buenas o las malas. La esfera que rezumaba oscuridad salió de mi llave espada.

[Soul Artist]

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Las abejas las controláis vosotros. Yo paso a controlar solo a...

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—¡Kupóoooo!

Una rosada criatura cayó de entre las ramas de los árboles al ser alcanzada por el ataque de Ragun, el cual le había pillado completamente por sorpresa. Las sospechas de los jóvenes eran correctas: se trataba de un moguri, una de las criaturas que habitaban Tierra de Partida a cargo de su líder Mog. Hacía poco tiempo se había colgado una notificación de que los diez moguris habían desaparecido durante sus vacaciones, y aunque algunos habían vuelto como Mogara, otros todavía no lo habían hecho.

—¡Qué rudos podéis ser, kupóoooo! Con lo que me divertía yo...

[EspeYuna]

—Qué remedio...— la voz de Ragun se acercó hasta donde yo me encontraba, rodeada de abejas. El joven se colocó delante mía y, sin saber muy bien por qué, las abejas parecieron... ¿retroceder?

Antes de que pudiese hacer nada, las abejas fueron desapareciendo poco a poco. Los zumbidos se alejaron.

—Ra...Ragun —tartamudeé, al tiempo que me daba cuenta de las gotas de agua que caían por mis mejillas. Avergonzada, me las sequé enseguida.

"Eres patética", culpé a mi fuero interno. Quería que la tierra me tragase, que me hundiese.

—Y ahora... ¡Razia Tenebrosa!

Aquello me asustó. Ragun parecía cabreado con sus últimas palabras, al lanzar una especie de hechizo a las ramas del árbol. No era extraño pensar de que su tono de voz fuese por mi culpa. ¿Qué pensaría de mí? Seguramente estaría mosqueado de jugar a los detectives, de hacer de niñera... con lo interesado que estaba en su libro en Tierra de Partida.

—¡Kupóoooo!

Sí, tal y como me lo había imaginado. Un Moguri cayó al suelo.

—¡Qué rudos podéis ser, kupóoooo! Con lo que me divertía yo...

Ese Moguri se merecía una bronca, la del siglo, de parte mía. Por haber lanzado esa condenada colmena al suelo. Pero no tenía fuerzas para regañar a nadie. Sólo a mí misma, por el simple hecho de ser tan miedica y llorona.

—¿Por qué has hecho eso? ¿No... no sabes que es peligroso lanzar ese tipo de cosas a la gente? —suspiré, aún cansada por el esfuerzo de hacerme la valiente. ¿Seguía temblando? — Ragun, voy a buscar a Dan.

Él ya se habría dado cuenta de que no era capaz de mirarle a los ojos. Me dirigí a lo profundo del bosque, intentando calmarme y recobrarme del incidente.

Me fui justo antes de que unos pasos se oyesen cerca de Ragun y del Moguri.

—Por fin te encuentro, ladronzuelo. Me has dado muchos problemas desde que llegué a esta mierda de ciudad. ¿Podrías decirme dónde tienes todo lo que has mangado, eh?— aquella voz sonaba segura de sí misma y arrogante—. Ya estoy cansado de que me confundan con un criminal como tú.

Un muchacho, no mucho más alto que Ragun. Sus ropajes eran oscuros y muy parecidos a los de mi compañero. Salvo por su pelo, más largo y recogido. El misterioso personaje parecía no haberse sorprendido de la presencia del Moguri.

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El joven se dio cuenta entonces del arma que portaba Ragun en sus manos. Apretó los nudillos, y sacó de sus labios una sonrisa pícara y desafiante.

—¡Anda! ¡Pero si eres de la "realeza"! ¿Qué hace un "elegido" robando a personas inocentes, eh? Y ese Moguri... ¡Bah! Por lo que se ve no eres de Ciudad de Paso. Si fueses de la orfebrería y te viese con un delincuente como él, te ibas a enterar de lo que es bueno, pequeñajo —el sujeto sacó de entre sus ropas una pistola. Desprendía magia por cada uno de sus filos de metal —¡Esto va a ser divertido, sí señor!

Y apretó el gatillo, disparando unas balas de un extraño color azul. Sin duda, no eran balas normales y corrientes. Pero no iban lanzadas hacia Ragun, sino al árbol que tenía al lado, a unos escasos centímetros de su rostro.

¿Una manera de asustar al aprendiz?

---

Mientras tanto, yo no era consciente de lo que estaba pasando. Buscaba a Dan entre los árboles, cada vez más perdida en el bosque.

[Sombra]

—¡Kupóoooo! —"bingo".

Aquella criatura, que ya me había imaginado quien era cayó al suelo con un golpe que no fue muy aparatoso gracias a mullida alfombra de hierba que cubría el suelo del bosque. El moguri se levantó con ojos llenos de furia

—¡Qué rudos podéis ser, kupóoooo! Con lo que me divertía yo...

—¿Por qué has hecho eso? ¿No... no sabes que es peligroso lanzar ese tipo de cosas a la gente? le temblaban las piernas al hablar, parecía como si se hubiese dado cuenta de aquello y le avergonzara profundamente — Ragun, voy a buscar a Dan.

La chica desapareció entre la maleza perdiéndose de vista. Me volví hacia el moguri.

—Creo que deberías volver a Tierra de Partida. Mog dejó una nota en la que ponía que volvieseis cuanto antes. O si no... —puse una cara ligeramente tenebrosa adrede con tal de dar a entender que si yo podía dar miedo, Mog sería aún peor—...él será el que venga a por vosotros.

Una ramita al crujir hizo que me sobresaltara, miré en todas direcciones hasta que lo vi. Era una persona de cabello violeta y largo que estaba recogido en una coleta que recordaba a las crines de un caballo, no era mucho más alto que yo y vestía una larga chaqueta negra que le llegaría tranquilamente hasta las rodillas y que llevaba abierta mostrando una camiseta más negra que la más oscura de las noches. En una primera instancia me quedé observando en silencio los movimientos de aquel individuo.

—Por fin te encuentro, ladronzuelo. Me has dado muchos problemas desde que llegué a esta mierda de ciudad. ¿Podrías decirme dónde tienes todo lo que has mangado, eh?— aquella persona estaba cometiendo un grave error si creía que yo era un vulgar ratero—. Ya estoy cansado de que me confundan con un criminal como tú.

Pareció darse cuenta del arma que portaba en mi mano pues se quedó mirándola con desprecio, como si odiara su simple existencia.

—¡Anda! ¡Pero si eres de la "realeza"! ¿Qué hace un "elegido" robando a personas inocentes, eh? Y ese Moguri... ¡Bah! Por lo que se ve no eres de Ciudad de Paso. Si fueses de la orfebrería y te viese con un delincuente como él, te ibas a enterar de lo que es bueno, pequeñajo —el desconocido metió la mano en su chaqueta buscando algo que reconocí como un arma que no había visto anteriormente—¡Esto va a ser divertido, sí señor!

Un fuerte ruido, similar al de una explosión salió del aparato y sentí como algo silbaba cerca de mi oreja, solo llegué a ver algo que brillaba de un color azul pasar durante un décima de segundo. En el árbol que estaba a mi lado se abrió un boquete, justo en el lugar donde aquel proyectil había impactado.

—No sé quien eres, ni sé por qué me acusas de ladrón —contesté sin ninguna clase de miedo en mi voz—. Tampoco me gusta pelear sin motivo alguno, así que. Si eres tú el ladrón entrégate y no juegues conmigo, por favor. O de lo contrario...

Mi voz sonó ligeramente más ronca y una sensación, como si quedase envuelto en un vórtice se apoderó de mi cabeza, casi era como si yo no fuera el dueño de mi cuerpo ya que aquellas palabras que surgieron desde mi garganta, a pesar de ser mías, no las había querido decir.

—O de lo contrario, te arrancaré la piel a tiras con estas mismas manos, estúpido ser inferior ¿Ladrón yo? No me compares con los de tu estúpida calaña, inferior.

[Soul Artist]

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El moguri escuchó la amenaza de Ragun sobre que podía ser Mog quien viniese a por él si no regresaba de inmediato a su hogar. Sin embargo, aquello no asustó a la pequeña criatura, la cual simplemente suspiró y revoloteó cerca de la cabeza de Ragun.

—Kupó... Pues me tocará volver, kupó. Hacía tiempo que no te veía, ¿eh? Igual te acuerdas de mí; soy Moglar, el moguri de la lanza. Tuvimos un enfrentamiento dirigido por Mog y Ronin, kupó. En fin... Hora de irme, pues.

Sin embargo, antes de que pudiese irse apareció el chico misterioso que con él nada tenía que ver. Al llamarle pequeñajo la criatura invocó su maza y la apuntó hacia él.

—¿¡A quién llamas pequeñajo, kupóoooo!?

[EspeYuna]

El joven observaba fijamente a Ragun, apuntándole con la pistola. Su orgullo y su ego le hacían inmunes a las palabras del aprendiz, aunque no pudo evitar sentirse algo intimidado por aquella mirada.

—Cuida tus palabras. ¿Ser inferior? No te creas un dios sólo porque llevas esa llave gigante a todos lados —el sospechoso dio unos pasos, amenazantes, pero no llegaba a disparar. Disfrutaba con el simple hecho de apuntar en la sien a un miembro de la realeza, como los llamaba él, en una especie de chiste personal.

Tras la amenaza del pequeño Moguri, salió de su interior una sonora carcajada, cristalina y llena de luz, poco acorde con el aspecto que había dado desde un principio.

—Lo siento, Moglar... ¿te llamas así? He oído hablar de ti por el viejo Mog —tras decir aquello, volvió a centrarse en el portador de la Llave-Espada Oscura—. Me extraña que estés con este "personaje". Perdona por el comentario, además... nunca haría daño a un Moguri. Os tengo respeto, y se lo prometí a cierta persona —bajó en unos instantes el arma, pero no lo suficiente. No iba a bajar la guardia.

Se acercó a Ragun unos pocos metros, pero aún seguían lejanos el uno del otro.

—Ahora quiero que me contestes a unas preguntas, si su alteza no se molesta... ¿por qué estás robando objetos relacionados con esa muchacha? —se quedó callado, esperando una respuesta, y procedió a explicar—. Cuando fui a investigar sobre "mis supuestos robos" y declararme inocente a algunos de los vecinos de esta Villa, me resultó curioso. Muchas fotos, eso sí. Y en todas aparece ella. ¿Eres algún tipo de acosador? Que sepas que soy ante todo un caballero y estas cosas me ponen más enfermo aún...

Una pareja de ratones surgieron de la capa del joven que confundía a Ragun con el ladrón. Uno negro como el carbón y otro blanco como la nieve. Parecían cuchichear secretos a su dueño.

—¡Qué modales los míos! Mi nombre es Will. Y estos son Ying y Yang. Gracias a ellos he podido averiguar que todos los objetos están relacionados con su existencia. En total son: una mochila, ropa donada, libros de la biblioteca, cacharros de un viejo desguace... todos esos objetos llevan impregnados su olor, seguramente. Sin contar con la veintena de fotos —prosiguió, mientras que los dos ratones se escondieron bajo sus ropas—. Así que dime... ¿por qué no le pides una cita y ya? ¿O es que te ha dado plantón? No me extrañaría, con alguien como tú...

Se acercó amenazante a Ragun, lo empujó contra un grueso árbol y puso en su cuello la pistola, amenazando con dispararla en cualquier momento.

—¿Qué tal si te refresco la memoria, eh? Su nombre es Nadhia.

---

No sé cuánto tiempo había pasado desde que me alejé de Ragun y del pequeño Moguri. No conseguía localizar a Dan, y por más que siguiese hacia delante, tenía la extraña sensación de que iba dando vueltas sin sentido entre los árboles.

El escalofriante silencio no podía ser comparado con los recuerdos que surcaban mi mente en aquellos instantes. Miedo a las abejas, miedo a la gente de mi edad... miedo a mí misma. Risas de los chicos que huían de mí. Risas de las chicas que observaban mis andares y mi forma de ser. Los cuchicheos de los vecinos. Todavía no conseguía superar mis miedos. Y bien sabía que si no era capaz de hacerle frente a ello, nunca podría considerarme una auténtica aprendiz.

Un chasquido me despertó de mis pensamientos. Una rama, en algún árbol cercano. Y una voz desconocida me sobresaltó.

—Por fin te he encontrado, jejej... por fin, jejej...

Apreté con fuerza mi espada de goma-espuma y me giré hacia la voz. Una sombra yacía entre las hojas de un majestuoso árbol.

—¿Q...quién eres? —pregunté, asustada. Esa risa había conseguido erizar todo mi cuerpo.

Alguien saltó con agilidad desde la rama del árbol para caer al suelo, con elegancia. Ante mí tenía a un hombre joven, de pelo largo, canoso y brillante. Sus ojos me observaban como si viese en mí un suculento manjar. Rojos como la sangre. Y de nuevo ese escalofrío recorrió mi espalda.

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—Pensé haberte encontrado al fin, jejej... pero resultó que no eras tú. Tiene tu cabello. Tiene tus ojos... pero no eres tú, jejej ¿curioso, eh? jejej —sus ropas...eran muy parecidas a las de Ragun.

—¿Has sido tú... el ladr...? —pero no pude seguir mi frase, cuando divisé detrás suya una figura familiar —¡¡Dan!! —mi hermano yacía en el suelo, inconsciente. Corrí hacia él, y le sujeté los hombros, intentando despertarle— ¡Dan! ¡Dan!

—No creo que despierte en un buen rato, jejej... le pillé por sorpresa, jejej... y usé un potente somnífero en él, jejej...—dijo, enseñándome desde su posición un paño—. En fin, jejej... ¿por qué no nos vamos? Mi amo espera que regrese contigo a su mundo, jejej... está deseoso de verte, jejej... —y alzó su mano, esperando a que aceptase su propuesta —vayamos a casa. Ven con Xinjat.

"A casa", una presión en el pecho agudizó mis sentidos. ¿El broche? Aunque en ese momento no le prestaba atención alguna. "Mundo". Entonces él no era de aquí. ¡Genial!

Dejé a Dan en el suelo y me levanté. Al igual que la espada de mi hermano. Invoqué mi Llave-Espada.

—No pienso ir contigo a ninguna parte —dicho aquello, le amenacé con mi arma, que brillaba con fuerza—. ¡Y no pienso dejarte ir tras lo que le has hecho a Dan!

El extranjero, Xinjat, profirió una horripilante carcajada.

—Sigues tan graciosa como siempre, jajaj... ¿eh, Evangeline?

—¿E...vangeline?

—Y mira que te iba a llevar por las buenas, jejej... entonces, tendré que ser malo, jejej...

Un aura de oscuridad rodeó a Xinjat.

¿De dónde saqué el valor suficiente para correr hacia él e intentar propinarle un golpe con mi llave? El caso es que consiguió evitarlo, y me acordé de la lección de Ragun. "Mi espalda, ¡maldición!", pensé, pero mis reflejos fueron lentos y noté una dolorosa patada, la cual me hizo caer sobre la hierba del bosque. ¿Todavía no estaba lista para un combate real?

Noté sus frías manos sobre mi hombro. Me giré hacia él y le apunté con mi arma, concentrándome con las pocas fuerzas que me quedaban tras el golpe. Algo dentro de mí ardía.

—¡Piro! —Xinjat consiguió esquivarlo, lo que hizo que el hechizo volase con energía hacia el cielo, como si de una bengala se tratase. Cualquiera que estuviera en el bosque podría divisarlo.

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Y así es como EspeYuna consiguió un Oscar, al menos por paciencia al terminar este post... siento que sea tan largo, pero era muy necesario para la historia de mi personaje XDDD

[Sombra]

—Cuida tus palabras. ¿Ser inferior? No te creas un dios sólo porque llevas esa llave gigante a todos lados —se acercó un poco, sin dejar de apuntarme con aquella peculiar arma a la cabeza. No estaba muy consciente de lo que pasaba, me agarré la cabeza con la mano. Me dolía ¿Había sido yo realmente el que había amenazado de aquella manera a aquel desconocido?

Moglar invocó su arma y amenazó al extraño, no estaba lo suficientemente atento como para saber que es lo que pasaba realmente pero aún así me repuse lo suficiente como para entender sus palabras.

—Lo siento, Moglar... ¿te llamas así? He oído hablar de ti por el viejo Mog —miró al moguri—. Me extraña que estés con este "personaje". Perdona por el comentario, además... nunca haría daño a un Moguri. Os tengo respeto, y se lo prometí a cierta persona.

—¿Cierta persona?

Cada vez se acercaba más, ahora se había movido unos pocos metros hacia delante.

—Ahora quiero que me contestes a unas preguntas, si su alteza no se molesta... ¿por qué estás robando objetos relacionados con esa muchacha?

—¿Te refieres a Nadhia? ¿Por qué querría hacer tal cosa?

—Cuando fui a investigar sobre "mis supuestos robos" y declararme inocente a algunos de los vecinos de esta Villa, me resultó curioso. Muchas fotos, eso sí. Y en todas aparece ella. ¿Eres algún tipo de acosador? Que sepas que soy ante todo un caballero y estas cosas me ponen más enfermo aún...

Me di cuenta de que unas ratas estaban paseándose por los hombros de aquella persona. Uno negro y otro blanco que me recordaba a la famosa mascota del Maestro Ronin.

—¡Qué modales los míos! Mi nombre es Will. Y estos son Ying y Yang. Gracias a ellos he podido averiguar que todos los objetos están relacionados con su existencia. En total son: una mochila, ropa donada, libros de la biblioteca, cacharros de un viejo desguace... todos esos objetos llevan impregnados su olor, seguramente. Sin contar con la veintena de fotos —explicó, las dos ratas se metieron en algún lugar de su ropa. Me pregunté si no sería incómodo llevar animales en la ropa—. Así que dime... ¿por qué no le pides una cita y ya? ¿O es que te ha dado plantón? No me extrañaría, con alguien como tú...

—Me parece que te estás confun... —Will, o como se llamase, me empujó contra el delgado árbol que tenía detrás presionando con su arma en mi cuello.

—¿Qué tal si te refresco la memoria, eh? Su nombre es Nadhia.

"Pum, pum"
"Pum, pum"

¿De dónde venían aquellos desincronizados latidos? Eran míos, o eso creía. Mi cabeza empezó a arder como si una repentina fiebre me estuviese afectando. Mi conciencia volvió a desaparecer durante unos instantes.

—Hey, capullo —llamé captando la atención de aquel hombre. Le di un fuerte rodillazo a la altura del estómago haciendo que cayese al suelo soltando así el arma—. Verás, payaso. Te diré un par de cosas; la primera, yo soy el que está buscando al ladrón y segundo...

Vi una luz roja en la espesura del bosque, había un extraño olor a quemado y algunos pequeños animales corrían en dirección contraria.

¿Fuego?

—Tú, como te llames. No quiero que vuelvas a acusarme sin pruebas de algo que no hice. Hoy te dejaré marchar —me apuré hacia el origen de aquella luz anaranjada. Mientras recuperaba mi "verdadero yo". Desde que había participado en el torneo deColiseo del Olimpo me había pasado cada vez que algo me hacía enojar, en aquellos momentos era como si algo me hiciese decir y hacer cosas violentas que no eran ni de cerca parte de mí. No entendía bien que era lo que ocurría conmigo pero por ahora tendría que aguantarlo.

Apuré el paso, tenía que ver si había ocurrido algo allí.

[Soul Artist]

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Al escuchar las disculpas del desconocido Moglar guardó su arma y gruñó ligeramente. Comenzaba a sentirse un poco fuera de todo aquello, así que miró a Ragun un momento.

—Os dejo solos, kupó. Informaré a Mog de que tú y tu amiga me encontrasteis y avisasteis de que volviese a Tierra de Partida, kupó.

Con aquello dicho, el moguri se fue volando hacia el cielo. Quizá entonces Ragun se preguntase cómo viajaban los moguris entre los mundos, pero aquel no era el momento, claramente.

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Ya está, Moglar ha vuelto a casa. Al final de vuestros mensajes dejad cuántos PX os repartís entre los dos por encontrar a la criatura.