[Ciudad de Paso] Corazones atados

[Soul Artist]

Nadhia había quedado inconsciente y Ragun me ordenaba hacerme cargo del Soldado que quedaba allí. Olvidé por completo lo que acababa de pasar con el chico que había perdido la vida, ya que no era mi culpa, y suspiré para mí mismo. Saqué mi bloc de notas y comencé a tomar apuntes de lo que había visto, sin importarme el peligro que podía suponer mi enemigo. Con mi Llave Espada en la otra mano todavía, golpeé el suelo con la punta de mi arma e invoqué el Campo Helado para congelar los pies de mi enemigo.

—¿Puedes esperar ahí un momento? ¿Sí? Gracias.

Ignorando todo aquello y aprovechando que mis compañeros no podían verme, dejé mi arma en el suelo y escribí rápidamente notas acerca de la pérdida del corazón. El cuerpo parecía desaparecer, dejando solo al corazón; aquello no me importaba, lo interesante era la conversión a Sincorazón. El órgano era tragado por oscuridad, un vórtice oscuro... Y rápidamente formaba uno de aquellos monstruos. ¿Cómo funcionaba aquello? ¿Qué era lo que te hacía convertirte en un Sincorazón más fuerte? Demasiadas preguntas para mi curiosa mente.

En cuanto apunté lo básico, retomé mi Llave Espada y me acerqué al Soldado, el cual no supo atacarme sin poder utilizar sus piernas. Era gracioso verle así: Campo Helado era un hechizo débil de Hielo y solo funcionaba contra enemigos no muy fuertes, pero me agradaba verle tan indefenso. Coloqué la punta del Plasma de Abadón en su cuello, amenazándole, mientras le hacía ver su propia impotencia. Le dio igual; al ser incapaz de razonar, solo intentaba escapar.

—Apenas manejo la Llave Espada como arma. Cumple con tu función de saco de boxeo.

Comencé a golpear al Sincorazón con el arma, aunque con mi poca fuerza y poco manejo de armas tardé bastante en eliminarlo. Sin embargo, finalmente lo logré e hice desaparecer el cuerpo oscuro de mi enemigo, liberando el rojo corazón hacia los cielos. Aquel tonto entrenamiento me vendría bien para mejorar algo mi manejo del arma, definitivamente.

Una vez terminado el trabajo, descendí las escaleras y fui a reunirme con mis dos compañeros. Parecía ser que Ragun había eliminado a un par de aquellas bestias, pero otros tres que se encontraban allí le atacaron con dos patadas conjuntas y echaron a correr por la plaza. Me llamó la atención su aspecto cómico: eran muy parecidos a los Soldados, pero más pequeños, tremendamente rápidos y de ropas verdes.

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Intenté aproximarme a Ragun, pero uno de ellos se me cruzó y me atacó con una patada lateral que apenas pude esquivar, la cual me arrojó al suelo. El Sincorazón se quedó quieto mirándome, mientras le maldecía mentalmente; cogí mi arma y rabioso me incorporé e intenté golpearle con el Plasma de Abadón, pero salió corriendo como un loco de nuevo.

—Y una porra... —murmuré para mí mismo. Con lo rápidos que eran, haría falta mucha puntería para poder acertarles; por suerte, aquel era uno de mis fuertes. Vi cómo otro corría en dirección hacia su compañero y dirigí mi arma a un camino central entre ambos. En cuanto vi el momento adecuado, invoqué el hechizo perfecto para la ocasión:—. ¡Carámbanos!

Fragmentos de un hechizo Hielo se abalanzaron sobre los enemigos. Esperaba dar a los dos, aprovechando el camino que seguían, pero desgraciadamente uno giró de golpe y se dirigió hacia mí nada más ser eliminado su compañero. No solo había calculado mal la trayectoria del ataque, sino que además me llevé una nueva patada de este y el otro soldadito, a mi espalda. Me tuve que agachar al suelo para recuperarme, intentando recuperar el aliento. Ambos se quedaron quietos nuevamente ante mí, pero no estaba preparado para atacar.

—¡Atacan en equipo al eliminar a uno de ellos! —grité, esperando que Ragun me oyese—. ¡Ataca a uno de ellos ahora, antes de que escapen los dos de nuevo!

No sería posible acertarles a ambos sin que de nuevo corriesen como locos, pero al menos podríamos reducir su número a uno. Después, sería fácil eliminarle con mi buena puntería.

[Sombra]

Los tres que quedaban no dejaban de moverse por todos lados, eran incluso más veloces que Fyk, lo cual era bastante sorprendente, incluso tanto o más que Neso, se podría decir. Un par de ellos se juntaron frente a mí y saltaron propinándome una potente patada con la que lograron tirarme al suelo mientras salían corriendo nuevamente por toda la plaza dando vueltas sin sentido.

Vi a Ivan acercándose justo cuando uno de aquellos seres le atacó por la espalda sin que pudiese avisarle para evitarlo aunque no llegó a caer.

El joven de gafas esperó unos instantes mirando enfurecido a los dos monstruos, justo esperó el momento justo para gritar.

—¡Carámbanos!

Un montón de pequeños trozos de hielo golpearon a los enemigos siendo uno de ellos eliminado. El otro, consiguió propinar una patada más al pobre Ivan que se puso de rodillas dolorido.

—¡Atacan en equipo al eliminar a uno de ellos! —escuché como gritaba Ivan—. ¡Ataca a uno de ellos ahora, antes de que escapen los dos de nuevo!

—Entonces ataquemos a la vez —pedí al aprendiz. Me preparé para atacar y comencé una cuenta—. Uno, dos...¡Tres!

Espada en mano corrí dispuesto a atravesar aquel ser de lado a lado con tal de eliminarlo rapidamente.

[Soul Artist]

—¡No me toques las narices, emo!

La intención de Ragun debía ser buena, pero el chico era estúpido. ¿Que atacásemos a la vez? ¡Me acababan de golpear y me estaba recuperando! ¡Aquellos Sincorazón bailantes volverían a echar a correr con la estúpida cuenta atrás que proponía! ¡Era una estupidez!

No. Ahora dependía de mí salvar la situación. Me reincorporé mientras el chico contaba, tropezando con el aire por algo de mareo que me había dado al levantarme tan repentinamente, pero intenté caer sobre el Sincorazón al que Ragun pretendía que atacásemos con el Plasma de Abadón por delante, como si le amenazase con golpearle. Tal y como imaginaba, el soldado reaccionó al verse amenazado y echó a correr hacia mi compañero, asustado; pero este atravesó su cuerpo de una tajada, eliminándolo por completo y de un golpe.

El otro Sincorazón, tal y como imaginé, no contestó de buena gana. Corrió hacia Ragun y, sin darle oportunidad alguna, atacó con una poderosa patada al joven de la bufanda. Analicé mentalmente los datos de aquellos enemigos: muy rápidos, buenos reflejos, pero por el ataque de mi compañero había podido comprobar que con una bajísima resistencia. Corrían de un lado a otro y atacaban en grupo, como si de unos cobardes se tratase pero que cuando la tomas con uno de ellos, la tomas con todos. En bajo número no eran ningún riesgo, pero precisamente en grandes grupos podían ser especialmente peligrosos.

—¡Tú, el desertor! —grité, sorprendiendo al enemigo mientras corría hacia él.

Le golpeé con la Llave Espada y tiré su cuerpo a unos centímetros; le había sorprendido, aunque rápidamente se había levantado y vuelto a correr en círculos por la plaza. Le había atacado físicamente para descubrir sus capacidades físicas y su resistencia; era muy poco fuerte físicamente, pero incluso así le había lanzado. Estaba claro que con un poco más de fuerza aquella clase de enemigo se eliminaría con facilidad.

—Acaba con él mientras yo voy con la señorita, chico emo —ordené a Ragun, indicándole la posición del enemigo y acercándome a Nadhia, dispuesto a agacharme ante ella para despertarla. Quizá si lo primero que veía era yo fuese capaz de apreciarme más y fijarse en lo maravilloso que era.

[EspeYuna]

Las voces de Ragun e Ivan resonaban en aquel tenebroso páramo. Sí, había vuelto. El oscuro paraje en el que costaba tanto respirar y donde me perdí tras mi caída en Tierra de Partida. Pensé que jamás volvería, pero daba por hecho que estaba totalmente equivocada.

Me encontraba sola, rodeada de oscuridad. Tenía frío, mucho frío. Tanto que me castañeaban los dientes y los espasmos me acompañaban desde que abrí los ojos. Un momento... ¿podía abrirlos en un sueño? ¿En una pesadilla? Pero era todo tan real, que quizás ese sitio... no, ¡imposible!

Intenté levantarme, pero me llevé las manos al costado, dolorida y sin fuerzas para hacer esfuerzos. Empecé a toser. Realmente costaba respirar, y el dolor sólo hacía dificultar las cosas.

"¿Por qué soy... tan débil?"

Me acordé de las palabras de Zait, las que me animaron a seguir creyendo en mí. Pero aquel día, una persona había desaparecido para siempre... por mi culpa.

—Es to...todo... culpa mía. ¿¡Por qué!? —grité, mientras que mis lágrimas ascendían de nuevo al techo de aquel espantoso lugar— ¡Maldición! ¿¡Por qué soy tan débil!? ¡Tengo que ayudar a Rag...un... a Ivan...!

"¿Y por qué no lo haces?"

Una voz escalofriante retumbó en mis oídos. Asustada, me acurruqué más e ignoré aquella voz. La recordaba, era la voz de la espantosa criatura que adueñaba mis pesadillas.

—D...¡¡Déjame!! —grité.

"¿Por qué no los ayudas, mi princesa? Eres fuerte, y lo sabes"

La voz se escuchó detrás mía. Sentía su frío aliento en mi espalda. Me estremecí cuando uno de sus tentáculos rozó mi hombro con... ¿dulzura? No... era asqueroso... no podía pensar que aquel monstruo estuviese preocupado por mí.

Le dejé hacer, puesto que no tenía fuerzas para negarme. Al cabo de un rato, me sentí acunada por él. Era tan extraño... que asustaba. Me acariciaba el pelo con ternura. Poco a poco fui cerrando los ojos de nuevo, a la vez que oí una melodía muy familiar... ¿un violín? Tanto sueño... olvidé por completo lo que me estaba acunando, puesto que se sentía bien, era reconfortante, a pesar de estar hecho de oscuridad.

—¿Qui...quién eres? —pregunté, intentando despertarme para no caer rendida en sus "brazos".

"Es normal que no me recuerdes. Tranquila"

—¿Cómo puedo... ayudarles...? Por favor, dímelo —supliqué, aún adormilada.

"El pequeño todavía está vivo, lo noto. Siento su sabroso corazón palpitar. Está muerto de miedo, pero ha sabido esconderse. Es listo."

Reaccioné a esas palabras, despejándome del sueño que me invadía.

—¿El niño de siete años? ¿C...cómo lo sabes? —pregunté, y me atreví a mencionar otra cuestión más arriesgada— ¿Qué eres?

El ser pareció hacer caso omiso a mis palabras. Alzó mi brazo diestro con su tentáculo y lo rodeó, cubriéndolo por completo. Un haz de luz apareció en mi mano, llamándome.

"Recuerda que, con la Llave-Espada, todo es posible"

De repente, un fuerte dolor en el pecho me hizó recobrar la consciencia poco a poco, abandonando aquel oscuro lugar y al monstruo que me había protegido de la soledad, a pesar de sus escalofriantes ojos amarillos.

Abrí con dificultad los ojos. Estaba acordándome de cómo era respirar en la realidad, y sentaba bien que el aire entrase en mis pulmones con absoluta normalidad, a pesar de percatar todavía el dolor del costado.

Me llevé la mano al broche, donde el foco del dolor era más fuerte.

Alguien me observaba mientras me despertaba.

Hasta ahora no me había percatado de los rasgos de nuestro nuevo compañero, Kit. Una piel blanca, casi tanto como la mía. Sus cabellos eran perfectos, oscuros y de aspecto sedoso. Y a través de sus lentes pude observar por primera vez sus ojos. Eran penetrantes, sin duda alguna.

¿Qué me pasaba? Si hubiese pasado de otra manera, seguramente habría desviado la mirada, totalmente avergonzada. Puede que el dolor hiciera que mi cabeza no actuase con la suficiente cordura.

—¿I...Ivan...? —llegué a pronunciar, aún débil.

[Sombra]

El sincorazón se desvaneció como los demás haciendo que un rojo corazón saliese de su ya inexistente cuerpo. Observé pasmado como flotaba y se perdía en el firmamento aquel hermoso y brillante...

—¡Tú, el desertor! —gritó Ivan haciendo que mi mente, que había volado lejos volviese a mi cuerpo.

Asestó un golpe a la criatura que cayó al suelo. La criatura, de una agilidad sorprendente volvió a ponerse en pié para correr sin ninguna dirección definida por toda la plaza.

Ivan me miró.

—Acaba con él mientras yo voy con la señorita, chico emo —mandó. Asentí sin decir nada y me preparé para borrar la existencia de aquel ser mientras me preguntaba que significaba aquella palabra.

Golpeé al sincorazón con fuerza haciendo que fuese lanzado hacia atrás a la vez que se volatilizaba. Parecía que no quedaban más sincorazón en aquella zona.

Hice desaparecer la llave espada y me acerqué al lugar donde estaban Nadhia e Ivan. Mi compañera ya había abierto los ojos, aunque parecía totalmente confundida.

—¿Qué tal estás? —pregunté a la joven esperando que estuviese lo suficientemente bien como para poder seguir con la busqueda, de no poder, iría yo solo para encontrar a los otros chavales, eso lo tenía más que claro.

[Soul Artist]

—¿I...Ivan...?

¡Por fin lo había logrado! Sonreí a la chica, mostrándole todo mi encanto para que observara más mi belleza. Coloqué mi mano tras su cabeza, ayudándola a enderezarse despacio y con calma. Una vez erguida, observé fijamente sus ojos a través de mis gafas, analizando su estado; parecía estar mejor, tal vez todavía en estado de shock. Concluí que había sido por la muerte de aquella persona, sin darle más vueltas al asunto; bajé mi mirada a sus pechos un instante sin que ella lo pudiese notar y los analicé según mis gustos. Normales.

—Buenas noches, signorina —saludé a la joven, tomando su mano y besándola con cuidado. Después de ello, analicé su rostro y toqué su barbilla con cuidado—. ¿Se encuentra bien? ¿Algún daño considerable? Sería una pena que la luna supere en belleza a algo tan hermoso por una herida que le hayan podido hacer esos Sincorazón.

Ragun volvió a unirse a nosotros, arruinando el ambiente. Le miré de espalda, por encima del hombro, para comprobar que ya no quedaban Sincorazón; tras ello, volví a dirigirme hacia ella. Debía alejar al chico emo cuanto antes.

—Deberíamos volver al Distrito 1 —propuse a la joven, aunque no pensaba aceptar un no por respuesta—. Tras ese desmayo no se encuentra en condiciones de luchar. Yo la acompañaré, tranquila; nuestro compañero puede encargarse de salvar a los chicos él solo. ¿Verdad?

Ignorando toda respuesta que el chico de la bufanda me pudiese dar, me levanté y ofrecí la mano a la mujer para ayudarla a levantarse. Había gastado mucha energía en el combate contra los desertores y soldados; debía retirarme cuanto antes, y si podía lograr seducir a la aprendiza de paso, mejor.

[EspeYuna]

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Puto Kit... XD

Cuando pronuncié su nombre, el joven Kit me respondió con una grata sonrisa. Noté como una de sus manos agarraba mi cabeza para enderezarme con suma delicadeza. Y otra vez sus ojos se clavaron en los míos. La Nadhia tímida y vergonzosa comenzó a manifestarse en mis mejillas, tornándolas al rojo vivo.

—Buenas noches, signorina —y no ayudó que me besase la mano, como si se tratase de un cuento de hadas, y me tomase la barbilla. Supuse que me puse más roja aún, intentando evadir la mirada—. ¿Se encuentra bien? ¿Algún daño considerable? Sería una pena que la luna supere en belleza a algo tan hermoso por una herida que le hayan podido hacer esos Sincorazón.

Sus palabras sonaban como las de los príncipes de los que tanto había leído en mis cuentos, cuando huía de la vieja rutina de Villa Crepúsculo. ¿"La luna supere en belleza a algo tan... hermoso"? ¿Yo? ¿No le daría vergüenza decir esas cosas? Es más... ¿a mí? ¿Una chica que había sido rechazada en Villa Crepúsculo, quizás por mi aspecto?

—Y...yo, es-esto... y-yo, e-stoy bie... —me sentí estúpida, tartamudeando de forma atropellada y ridícula, clavando mis ojos al suelo. Entonces percaté unos pasos que se dirigían hacia nosotros. Alcé la vista y vi la silueta de Ragun.

—¿Qué tal estás? —preguntó, con cierta preocupación en la voz.

—Estoy bien —dije de forma seca y triste, tras darme cuenta de que ellos había combatido sin problemas a los sincorazón. El dolor había disminuido, pero seguía ahí y dudaba de que pudiese moverme con suficiente agilidad.

—Deberíamos volver al Distrito 1 —dijo Ivan. Intenté negarme, pero sus palabras posteriores hicieron darme cuenta de la cruda realidad—. Tras ese desmayo no se encuentra en condiciones de luchar. Yo la acompañaré, tranquila; nuestro compañero puede encargarse de salvar a los chicos él solo. ¿Verdad?

—S...sí. No debería estar en medio... sólo sería una "molestia" —marqué la última palabra con todo el dolor que seguía atravesando mi costado. Realmente hacía daño pensar que no servía para nada. El "príncipe" se levantó y me ofreció su mano para ayudar. Yo le di la mía sin rechistar. Costó lo suyo, puesto que todo me daba vueltas. ¿Tanto me había afectado una simple patada? No... la vez que me enfrenté a Xinjat, recibí varias patadas, pero pude continuar. ¿Entonces por qué...?—. ¡Oh, Ragun! Sobre lo de los dos chicos... sólo queda el pequeño.

Ragun me preguntaría el por qué de mi razonamiento, no lo ponía en duda. Le señalé el broche, puesto que en Villa Crepúsculo le conté toda la historia referente a él: las voces, su maldición. Él lo entendería, a pesar de que le resultase de lo más macabro y extraño.

—Según "lo que me ha dicho", está bien escondido, y ha sabido evadir a los Sincorazón. No sé ni siquiera por qué nos ayuda —recordé las palabras de mi escalofriante y a la vez reconfortante monstruo, "su sabroso corazón palpitar", no me di cuenta de que lo susurré lo suficientemente alto como para que Kit lo escuchase—. Ragun, ten cuidado, ¿vale?

[Sombra]

—Estoy bien —me respondió con tristeza.

—Deberíamos volver al Distrito 1 —informó Ivan—. Tras ese desmayo no se encuentra en condiciones de luchar. Yo la acompañaré, tranquila; nuestro compañero puede encargarse de salvar a los chicos él solo. ¿Verdad?

—No hay problema, puedo hacerlo yo solo —confirmé serio.

—S...sí. No debería estar en medio... sólo sería una "molestia" —dijo con pesimismo a lo que de pronto cambió de tema, como recordando algo importante que había olvidado completamente—. ¡Oh, Ragun! Sobre lo de los dos chicos... sólo queda el pequeño.

—¿Cómo lo...? —estaba preguntando, pero la joven señaló al broche y lo comprendí todo ¿Alguna de las voces de las que me había hablado le habían dicho eso?

—Según "lo que me ha dicho", está bien escondido, y ha sabido evadir a los Sincorazón. No sé ni siquiera por qué nos ayuda —dudó un momento, me quedé en silencio—. Ragun, ten cuidado, ¿vale? —deseó preocupada. Me pregunté que pensaría Ivan sobre aquella charla, que seguramente no tendría ni pies ni cabeza para él.

—Si tengo cualquier problema, o me veo rodeado huiré, y si no puedo os avisaré lanzando un hechizo al aire a modo de bengala —prometí para tranquilizarla—. Tened cuidado en la vuelta y vigilad bien vuestras espaldas. Los sincorazón siempre intentan emboscar a la gente atacando desde detrás —compartí aquella información que había "recopilado" gracias a aquellos seis años viviendo con ellos ¿Cuántas veces me habría librado por los pelos de la muerte?

[Soul Artist]

La joven se vio convencida por mis palabras, aceptando retirarse con mi compañía mientras el chico emo se hacía cargo del superviviente que quedaba. No di importancia a cómo se había enterado ella; seguramente fue el hombre del restaurante quien se lo dijo, mientras yo me centraba en la tarta de queso. Pensar en aquel postre me hizo sentir un ligero daño en el pecho: el apetito volvía de nuevo.

Ragun nos advirtió sobre cómo atacaban los Sincorazón y no pude evitar reírme en mis adentros. ¿Alguien intelectualmente inferior intentaba darme lecciones sobre aquello? Por favor, estaba investigando aquellas criaturas a la perfección. Ni que llevase años huyendo de ellos, era un simple aprendiz más. Con un gusto horrible del diseño de su Llave Espada, debía decir.

—Nos retiramos, pues —indiqué al muchacho mientras ofrecía mi brazo a la chica para que lo tomase—. Vamos, mi signorina. Le enseñaré mi crucero gumi. ¿Sabía usted que soy un magnífico piloto?

"A pesar de lo que piense el idiota de Hitori...", pensé para mis adentros. Eché a caminar de la señorita hacia las escaleras que subían a la puerta del Distrito 1, preparado para salir de allí y dejar al chico emo atrás.

[EspeYuna]

—Si tengo cualquier problema, o me veo rodeado huiré, y si no puedo os avisaré lanzando un hechizo al aire a modo de bengala —prometió Ragun. Estaba tratando de tranquilizarme, y lo conseguía, por supuesto. Sabía que él podía tratar con los enemigos mil veces mejor que yo—. Tened cuidado en la vuelta y vigilad bien vuestras espaldas. Los sincorazón siempre intentan emboscar a la gente atacando desde detrás —me acordé de su lección cuando nos conocimos. No pude practicarla contra Xinjat en Villa Crepúsculo, pero asentí sonriendo, esperando que algún día sus clases dieran resultado en mis reflejos que, aunque los consideraba agudos, todavía les faltaba algo de destreza.

—Nos retiramos, pues —dijo Kit, ofreciéndome su brazo como apoyo—. Vamos, mi signorina. Le enseñaré mi crucero gumi. ¿Sabía usted que soy un magnífico piloto?

Intenté no dar mucho soporte de mi cuerpo en el suyo, aún sentía algo de vergüenza por cómo me trataba. Al subir las escaleras del Distrito 2, tuve la extraña sensación de que el dolor del pecho se iba apagando poco a poco. Ahora sólo notaba ligeras punzadas del causado por el Sincorazón y su tremenda patada. Sus últimas palabras despertaron mi curiosidad.

—¿N...nave gumi? Es otro transporte para viajar entre mundos, ¿verdad? —pregunté. Había conseguido distraerme de mi preocupación por el niño, al menos unos segundos, mientras volvíamos a pasear por las calles del Distrito 1—. ¡Me gustaría verla! —añadí con entusiasmo. Al menos así estaría con la mente en otra parte, mientras esperábamos a Ragun.

Y le pregunté por el camino varias cosas más para tener la cabeza entretenida: cuál era su mundo natal, si tenía familia... y cómo no, por qué había elegido ser Aprendiz.

[Sombra]

Asentí ante las palabras de mi compañero Ivan en las que anunciaba que se irían. Miré como se alejaban hacia la puerta del Distrito 1 y cuando ya estaban cerca me giré contemplando mis posibles rutas:

En primer lugar estaba la puerta que pasaba por debajo del hotel y que estaba justo en el lado derecho de la fuente, también estaban los dos callejones que no sabía a que lugar podrían llevarme. En realidad, no sabía en donde acabaría siguiese la ruta que siguiese.

Me decanté por la puerta a la derecha de la fuente. Salí por un estrechisimo callejón que quedaba tras el hotel, desde mi posición podía ver casi toda la calle, una parte quedaba oculta por un montón de madera apilada en forma de barricada. Pensando un poco me di cuenta de que tenía que conectar con el Distrito 1 de alguna manera ya que se escuchaban las voces de los habitantes de la ciudad al otro lado. También se podía ver, frente a mí una especie de pequeño canal recorría gran parte de aquella zona acabando en una amplia rejilla de la que solo se veía una gran oscuridad. Me acerqué metiendo mis pies en el agua y asomando mi cabeza entre los barrotes, algunos de ellos parecían estar ligeramente deteriorados por lo que alguien con mucha fuerza podría ser capaz de romperlos o eso parecía al menos.

Miré un poco más la zona, hacia arriba había unos balcones, posiblemente del hotel.

—Aquí no hay nada —concluí decepcionado cuando noté algo a mi espalda. Uno de aquellos sincorazón que parecían soldados había tratado de atacarme directamente, por suerte mi velocidad y agilidad habían resultado mayores recibiendo tan solo una sensación de escozor al rozarme con sus garras que rompieron mis ropas. Mi sangre empezó a hervir, algo estaba dominando de nuevo mi cabeza.

Golpeé con poca fuerza al monstruo con la llave espada, aunque con la suficiente como para tirarlo al suelo sin herirlo de gravedad. Sin ningún motivo en especial empecé a asestarle golpes por todas partes disfrutando del sufrimiento de aquella pobre bestia, mis ojos se habían tornado de un intenso amarillo que se contraían de una manera que podría recordar a un poco a la Maestra Lyn.

Romper, partir, cortar, golpear, aplastar.
Romper, partir, cortar, golpear, aplastar.
Romper, partir, cortar, golpear, aplastar.

Repetí el ciclo numerosas veces con distintas partes de su cuerpo, casi podía notar como el cuerpo de la pobre criatura buscaba su liberación, sin embargo esta no ocurría ya que nunca atacaba a sus puntos vitales. Sus extremidades podrían ser ya casi como "puré de oscuridad". Decidí, mejor dicho, mi cuerpo decidió acabar con aquello de una vez por lo que levantó la llave espada apuntando al pecho de la criatura, todavía en el suelo e incapaz de moverse y la bajé clavandola de lleno en lo que sería su garganta.

Cuando el sincorazón se desvaneció sonreí con un sombrío aspecto, aunque poco duró ya que mi cabeza había vuelto a la normalidad haciendo que me diese de bruces con la cruda realidad.

Mi misión era eliminar sincorazón, sin embargo sabía de sobra que de un solo golpe podría haberlo "liberado". ¿Por qué entonces había buscado en él la satisfacción de destruír a "alguien" de aquella forma? Si él hubiese sido un humano seguramente habría muerto entre horribles sufrimientos.

Me llevé mis manos a la cabeza dejando caer mi llave espada.

—¿En qué me estoy convirtiendo?

[Soul Artist]

—¿N...nave gumi? Es otro transporte para viajar entre mundos, ¿verdad? ¡Me gustaría verla!

Dediqué una amable sonrisa a la joven mientras cruzábamos las puertas de acceso al Distrito 1. De nuevo estábamos en zona segura, lejos del peligro de los Sincorazón; el pesado del chico de la bufanda había quedado atrás, dejándonos completamente solos para poder comenzar a ser el cada vez más encantador Ivan Kit.

—No es una sencilla nave, mi estimada señorita —corregí a mi compañera con un tono dulce y nada maleducado, pretendiendo sorprenderla mientras bajábamos por la rampa que llevaba a la plaza de la farola—. . Sirve para viajar entre mundos, en efecto, sin tener que servirme del vehículo de la Llave Espada. ¿Nunca le ha resultado molesto no poder comunicarse con sus compañeros en condiciones? ¿Verse atacada por las hordas de los Sincorazón? O algo más sencillo, ¿no ha querido descansar después de una dura misión pero ha tenido que volver a Tierra de Partida de inmediato? Bueno, una simple nave podría hacerlo. Pero lo mío es más que eso...

Llegamos a las puertas de entrada a Ciudad de Paso, donde al otro lado la gente dejaba sus vehículos de transporte como las naves Gumi. Abrí ambas puertas y la observé de nuevo: cerca de la entrada una gigantesca nave negra, compuesta de varios pisos, cristales azules en la sala de mando y un aspecto intimidador, en general. Saqué del bolsillo de mi pantalón las llaves, que servían de mando a distancia, y apretando un simple botón el ascensor principal descendió para poder entrar ambos dentro.

—... Lo mío es un crucero Gumi. Las damas primero, por favor.

Me acerqué a la nave y, con las mismas llaves, abrí el acceso al ascensor para ella. Marqué con un gesto a la mujer que entrase ella primero, como buen caballero; una vez dentro, pulsaría el botón que nos llevase de forma directa a la sala de mando.

[EspeYuna]

—No es una sencilla nave, mi estimada señorita —me corrigió Kit, con una sonrisa amable en su rostro—. Sirve para viajar entre mundos, en efecto, sin tener que servirme del vehículo de la Llave Espada. ¿Nunca le ha resultado molesto no poder comunicarse con sus compañeros en condiciones? ¿Verse atacada por las hordas de los Sincorazón? O algo más sencillo, ¿no ha querido descansar después de una dura misión pero ha tenido que volver a Tierra de Partida de inmediato? Bueno, una simple nave podría hacerlo. Pero lo mío es más que eso...

Atravesamos la plaza de la farola, donde poco antes estuvimos cenando en el bar, para pasar por la gran puerta que conducía, seguramente, a su Nave Gumi.

Me quedé con la boca abierta cuando Ivan señaló con su mirada una majestuosa nave, de colores negros y, a diferencia de las demás naves, era gigantesca. Era un insulto llamarle Nave, pues su aspecto era menos infantil que las demás: era un auténtico...

—... Lo mío es un crucero Gumi. Las damas primero, por favor —un ascensor apareció ante nosotros para entrar en el "vehículo". El dueño me señaló entrar primero... ¿no estaba siendo demasiado educado? Ni que yo fuese alguien importante, ¿no? Aunque, de alguna forma, me hacía sentir bien. Jamás había visto a un chico tan atento y educado, pero... había algo que no encajaba todavía, un presentimiento extraño invadía mis neuronas.

Los dos ascendimos hasta llegar a lo que podría llamarse la "sala de mandos" de un avión o nave espacial. Me adelanté al ver tantos botones de colores y los acomodados sillones del piloto y co-piloto; en el último dejé caer mi cuerpo, esperando no ser maleducado puesto que él no me había dado permiso. Sentía mucha curiosidad, pero bien sabía que si aún me faltaba manejar a la perfección mi Glider, sería muy peligroso dejarme al mando de un crucero de aquel tamaño.

—Es increíble, Ivan —dije, asomándome por la ventana de los lados. Como antes, notaba algo raro en el ambiente, como si mi cuerpo me estuviese "advirtiendo" de algo. El broche no era, eso lo tenía claro. El dolor había desaparecido y ya se desvanecía el de la patada. ¿Entonces? ¿Por qué estaba tan nerviosa?

¿Y por qué me resultaba tan familiar esa sensación?

Recordé lo cerca que tuve el rostro de Kit en el Distrito 2 y me sonrojé. ¿Pero qué narices me pasaba?

—P-por cierto I-Ivan... no hace falta que me hables de usted. Parece que lo usas para ser del todo educado conmigo, pero... —en realidad, no sabía si lo hacía por ser educado o porque fuese algo normal en su mundo dirigirse así al género femenino, puesto que con Ragun, obviamente, no había tenido el mismo trato— Me gustaría que me llamases por mi nombre, sin "señorita", me hace sentir... rara —solté, riendo de forma nerviosa—. Sólo Nadhia.

¿Cómo le habría sentado aquello? ¿Se lo tomaría a mal que rechazase su educación?

[Sombra]

Me levanté tras un rato ¿cinco, diez minutos? no sabría decirlo. Volví al Distrito 2 que permanecía absolutamente vacío a excepción de una pequeña sombra que pululaba cerca de la puerta que daba acceso al primer distrito, lugar al que mis dos compañeros habían ido.

—Tal vez deba ir por esa calle... —me dije observando la calle que quedaba a mi izquierda, junto a la catedral. Me metí por allí quedando frente a una puerta de madera que me recordaba a la misma que había pasado antes de entrar en aquella zona. Empujé con cuidado la gruesa puerta.

El lugar donde había acabado era muy raro, había un muro que no me dejaba ver más adelante y una puerta a mi izquierda que llevaba a lo que parecía ser una casa abandonada. Algo me impulsó haciendo que me dirigiese a ella.

[Soul Artist]

—P-por cierto I-Ivan... no hace falta que me hables de usted. Parece que lo usas para ser del todo educado conmigo, pero... Me gustaría que me llamases por mi nombre, sin "señorita", me hace sentir... rara

La joven rió de forma nerviosa, desmotrando claramente que mis dotes de caballero estaban funcionando de sobra. La había calado; por algo todas las mujeres se rendían a mis pies. Me acerqué a ella ligeramente, esperando que apartase la mirada de mí.

—¿Quiere entonces que le llame de algún modo en especial? —pregunté con una delicada sonrisa sin apartarle la mirada.

—Sólo Nadhia.

—Bien, "Nadhia" —me acerqué a la joven más todavía, encontrándome a escasos centímetros de ella. Le acaricié con el dedo índice su mejilla suavemente, esperando una reacción más nerviosa por su parte—, te puedo tratar como alguien más... Cercana a mí —alcé con cuidado su rostro, de modo que el contacto visual fuese directo. Cada vez estaba más cerca—. Quizá como alguien... ¿Especial?

Mi rostro se encontraba muy cerca del suyo. Sin embargo, en el momento "clave" en el que deduje que ella me iba a besar, rompí el contacto físico y aparté la mirada de ella, dirigiéndome hacia el pasillo que se encontraba junto el ascensor del crucero. Aquello no solo la pondría más nerviosa al tenerme cerca, sino que aumentaría su deseo de poseerme, de quererme; así juega un auténtico hombre, como yo. En un momento u otro, sería ella la que se lanzaría a por mí.

—¿Te apetece tomar algo, Nadhia? —pregunté a la joven mientras entraba en el pasillo, como si aquella escena no hubiese ocurrido—. Tengo una reserva de vino aquí mismo, buena calidad, traído desde un pueblo francés.