[Bosque de los 100 Acres] Cuando los pikadores se cabrean

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Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro

[Bosque de los 100 Acres] Cuando los pikadores se cabrean

Notapor Mickael » Sab Jun 16, 2012 8:30 pm

PARTICIPANTES

Narrador --> Ivan Kit
Mickael --> Mickael Vavrinec

UBICACIÓN

Tierra de partida > Bosque de los 100 Acres

CRONOLOGÍA

Mickael Vavrinec --> Después de “[Trama] Más fácil habría sido si fuera un perro”
Ivan Kit --> Después de “[Trama] La adorable fantasma” y antes de “[Trama] Dead Space”

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Mickael se sentía perdido ante la inmensidad de la vasta biblioteca de Tierra de Partida. Había decidido aprovechar el tiempo libre para visitarla y consultar algunos libros. Comparada con las pequeñas y desordenadas estanterías de Merlín, aquello era un sinfín de conocimiento condensado en una única estancia, aunque lo cierto es que Merlín no necesitaba algo tan grande como aquello, le llegaba con su gran cerebro y su capacidad de aprendizaje, todo lo que requería, lo conservaba en su memoria, por eso era tan sabio.

Libros sobre el manejo de la llave espada, sobre como viajar entre mundos, sobre como enfrentarse a los posibles peligros… Todos aquellos conocimientos le serían de mucha ayuda al joven roedor que se sentía –nunca mejor dicho- como una rata de biblioteca, agarrando libros y libros, formando un montón que acechaba con caérsele y provocar un estrepitoso escándalo en aquel templo del silencio. Pero era incapaz de no agarrar todo aquel que tuviera un título interesante.

De pronto, el joven se paro, deteniendo su atención sobre un colorido libro que se encontraba apartado del resto. En su portada, un oso rechoncho sonreía felizmente. Mickael no pudo evitar sentir curiosidad, por lo que dejo el montón de libros a un lado y agarró aquel curioso ejemplar, observando la portada con extrañeza.

¿Un libro infantil? ¿Cómo es que tienen este tipo de libros por aquí? ¿Acaso serán para los moguris? —opinaba en voz baja el aprendiz, curioso de saber que pintaba aquel libro allí.
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Re: [Bosque de los 100 Acres] Cuando los pikadores se cabrean

Notapor Soul Artist » Sab Jun 16, 2012 8:32 pm

Mis tardes en la biblioteca estaban siendo muy provechosas, si no fuese por la parejita feliz.

Siempre que iba allí a consultar algunos libros para mis investigaciones acerca de los Sincorazón, siempre, había una estúpida parejita que se reía por lo bajo y se decía cosas empalagosas al oído. El primer día me hicieron gracia, el segundo me empezaron a molestar, el séptimo se pusieron demasiado cerca de mí y ya aquel día me harté definitivamente cuando se morrearon delante de mis narices.

Chasqueé la lengua y les dirigí una mirada de desprecio. Volví a mirar el tomo que tenía delante de mí, un libro acerca de los Sincorazón, aunque la verdad es que poca información me podía aportar sobre el tema. Aparentemente, en el pasado no había tantos causando problemas, y estaban aislados en un lugar llamado “Reino de la Oscuridad”. ¿Desde cuándo había tantos como para atacar mundos y provocar la caída del llamado Bastión Hueco?

Noté algo tocando mi pie. Cuando dirigí la mirada hacia el suelo, comprobé que el chico se había estirado de modo que chocaba con una de las patas de mi silla. Le miré y comprobé que la chica se había sentado sobre él, metiéndole la lengua bien hasta el fondo y transportando sus idiotizadas mentes lejos de aquella biblioteca.

Tosí con fuerza un par de veces tapándome la boca, intentando llamarles la atención, pero no logré nada. Volví a toser hacia ellos, esta vez sin modestia alguna, pero tanto el chico como la chica siguieron comiéndose la boca.

Perdonad —les intenté cortar—, ¿podríais iros a un hotel? ¿Por favor?

Ningún resultado. Ambos sujetos siguieron liándose, como si la cosa no fuese con ellos.

Acabé bastante harto. Recogí mis cosas y me levanté, portando el libro con el que investigaba con la intención de ir a otra mesa donde no hubiese idiotas que no supiesen ir a molestar a una habitación en privado.

En mi frustración no reparé en la presencia de un chico de aspecto ratonil. No le había visto antes, la verdad, porque alguien con aquellas pintas se me quedaría rápidamente grabado en la memoria. ¿Era humano? ¿O un monstruo bípedo que atacaría Tierra de Partida? Eso sería lo que me hubiese preguntado en otra circunstancia en la que no hubiese chocado con él.

Al hacerlo, un libro que llevaba en sus manos cayó al suelo, igual que yo caí de culo. Aunque mi culo no acabaría en el incómodo suelo de la biblioteca...
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Re: [Bosque de los 100 Acres] Cuando los pikadores se cabrean

Notapor Mickael » Dom Jun 17, 2012 9:34 pm

El joven humanoide de aspecto ratonil observaba embobado la infantil portada de aquel extraño libro. Tan ensimismado estaba que no se percató de la presencia de otra persona que caminaba también distraida en su misma dirección, hacía él, lo que llevó a que el impacto fuera inevitable, lo que provocó que ambos seres cayeran al suelo y que el libro que sostenía Mickael hiciera lo mismo, siendo abierto en el proceso.

¡Ay! ¡Mi culo! —se quejó el joven roedor tras la dura caída—. Lo siento —se disculpó. Aunque probablemente la culpa no fuera suya, simplemente no podía evitar mostrar aquella amabilidad con quien fuera.

Entonces reparó en su entorno, algo había cambiado drasticamente. Se puso de pie y observó como la magna biblioteca se había convertido en un bello paraje donde colores como el verde y el amarillo resaltaban por todos lados, mostrando una exhuberante vegetación, y en el cual el cielo mostraba un azul claro y limpio, sin apenas nubes o, en caso de que las hubiera, éstas parecían echas de algodón.

¿Qué lugar es este? —se preguntó a si mismo confuso. ¿Acaso había abandonado Tierra de Partida? No recordaba haber materializado su armadura ni su keyblade glider, además de que nunca lo hubiera echo por voluntad propia, le estaba prohibido abandonar por el momento aquel lugar, y el joven aprendiz era un ser que seguía las reglas al pie de la letra. Entonces, ¿había llegado mediante algún otro modo? ¿Por un portal de oscuridad quizás? ¿Algún método de viaje instántaneo como el que usaba su antiguo tutor Merlín? Pero él no conocía el modo de emplear ninguno de esos métodos.

De pronto se giró hacia su acompañante, ¿habría sido la persona con la que se chocó la culpable de aquel misterio? Lo observó, era un hombre joven, un humano, cuyo rasgo más significativo era su pálida piel, pero por el resto no presentaba ninguna otra característica especial y sus ropas eran ordinarias. Mickael dudó de si podía tratarse de un maestro a pesar de su juventud. De todas maneras, el joven parecía estar también perplejo ante el panorama que se encontró, por lo que el hombre-rata concluyó que probabablemente también estaría allí por accidente, al igual que él.

Sin saber muy bien qué hacer, se le acercó y le ofreció su mano para ayudarle a levantarse.

Ho-hola, soy Mi.. Mi... Mickael —se presentó con su tímida voz y su tartamudeo habitual ante desconocidos—. Pa-parece que nos... nos hemos pe-perdido.

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Edit1: Para poner códigos, que se me olvidaran.
Edit2: PAra específicar el porque del Edit1, que también se me olvidara.
Última edición por Mickael el Dom Jun 17, 2012 9:46 pm, editado 2 veces en total
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Re: [Bosque de los 100 Acres] Cuando los pikadores se cabrean

Notapor Soul Artist » Dom Jun 17, 2012 9:34 pm

Ho-hola, soy Mi.. Mi... Mickael —se presentó con su tímida voz y su tartamudeo habitual ante desconocidos—. Pa-parece que nos... nos hemos pe-perdido.

Observé de reojo al chico y fue entonces cuando me sorprendí por su aspecto. Todo lo anteriormente descrito me vino a la mente: monstruo alienígena con fines malvados, para resumir rápidamente mi primera impresión. Y darme cuenta de que no estaba en la biblioteca no ayudó a relajar la situación.

Me levanté sin la ayuda que el chico me ofrecía y observé disgustado el lugar donde me encontraba. Jamás había visto aquel paisaje. Árboles se levantaban ante mí, una cueva se veía a lo lejos, un acantilado... No había visitado a fondo las colinas de Tierra de Partida, pero nada de todo aquello parecía ser parte del mundo de los Caballeros de la Llave Espada. ¿Adónde habíamos ido a parar? ¿Qué hacía yo allí?

Lo primero que pensé, claro, fue algo malo. Me acerqué al chico ratonil y le agarré la ropa, algo descontrolado.

¿Dónde estoy, extraterrestre secuestrador? —interrogué, sin darle oportunidad de que me dijera algo antes—. ¿Qué quieres de mí? ¿Es que habéis oído hablar de mí en tu planeta y queréis que lo salve de su completa destrucción? ¡Por secuestrarme no tendréis mi ayuda, malditos...!

Noté algo en mi culo y giré mi cabeza. Otro ratón, uno más pequeño, de color amarillo y largas orejas, estaba rebuscando en los bolsillos traseros de mi pantalón, agarrado a mi pierna como quien no quería la cosa. Para cuando quise darme cuenta, había cogido con una de sus pequeñas patitas las llaves de mi Black Hunter. Se metió el llavero en la boca, entre sus mejillas rosadas, y echó a correr en dirección contraria, mostrándome su cola con forma de rayo.

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¡Pero será...! —grité, soltando al ratón medio humano y corriendo tras la criatura amarilla, que buscaba cobijo en un bosque cuyos árboles eran del mismo color que él—. ¡Vuelve aquí, maldito ladronzuelo!
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Re: [Bosque de los 100 Acres] Cuando los pikadores se cabrean

Notapor Mickael » Dom Jun 17, 2012 9:51 pm

El otro joven ignoró a Mickael en un primer momento, levantándose sin su ayuda tras echarle un vistazo de reojo. Observó con detinimiento el entorno, seguramente para corroborar que efectivamente, estaba en algún lugar desconocido. Después se dirigió con brusquedad hacia el hombre-rata, agarrándolo por su chaqueta de cuero, mostrándose violento.

¿Dónde estoy, extraterrestre secuestrador? —le interrogó, sin darle oportunidad de que le dijera algo antes—. ¿Qué quieres de mí? ¿Es que habéis oído hablar de mí en tu planeta y queréis que lo salve de su completa destrucción? ¡Por secuestrarme no tendréis mi ayuda, malditos...!

Mickael se asustó por la extraña reacción de su compañero, parecía haberlo confundido con algún tipo de enemigo extraño. El roedor quería explicarse, pero los zarandeos de su interlocutor no le permitían coger aliento para dicho fin. Finalmente, su agresor pareció prestar interés a otra cosa, girando la cabeza para detectar la presencia de un pequeño ratón amarillo que parecía haberle quitado algo de importancia, a juzgar por cómo reaccionó el chico en cuanto vió escapar al susodicho roedor.

¡Pero será...! —gritó, soltando al pobre Mickael, que por fin pudo coger aire, y corriendo tras la criatura amarilla—. ¡Vuelve aquí, maldito ladronzuelo!

Mickael se quedó durante unos instantes desorientado, analizando la situación. Su acompañante y el pequeño roedor carterista corrían en dirección a un bosque que sobresalía entre el paisaje por sus árboles de fuerte color amarillo. ¿Qué debía hacer? Después de cómo le había tratado aquel chaval no debería sentir ningún interés por él, aunque sí deseaba aclarar aquel malentendido; por otra parte, le causaba curiosidad el pequeño roedor amarillo, ¿habría más como él por aquel lugar?

Primero Mordisquitos y ahora ratas amarillas, supongo que tengo un imán para los roedores —comentó entre risas. Lo cierto es que no le molestaba demasiado aquella capacidad, al fin y al cabo, le gustaba sentirse entre los suyos, le recordaba a aquellos tiempos que cada vez parecían más lejanos en los que disfrutaba de la compañía de su familia de ratas. Así que, sin pensarselo dos veces, se dirigió en persecución de ambos sujetos, sin esperarse la sorpresa que se encontraría cuando les diera alcance...
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Re: [Bosque de los 100 Acres] Cuando los pikadores se cabrean

Notapor Soul Artist » Dom Jun 17, 2012 9:52 pm

¡En cuanto te capture voy a cocinar al horno, animalejo!

El animalejo había desaparecido de mi vista para mi desgracia. Jadeé por la carrera que acababa de pegar y me llevé las manos a las rodillas, intentando recuperar el aire. No tardó en alcanzarme el chico rata, al que había confundido con mi secuestrador, al que dediqué una mala mirada, algo enfadado todavía por haberme llevado a aquel extraño mundo.

¡Tú! —le señalé con el dedo índice de mi mano derecha, alzando mi voz—. ¿No tenías suficiente con secuestrarme? ¡Ahora los de tu especie me han robado las llaves de mi nave gumi! ¡Te exijo que me lleves con tu pueblo!

Esperé a la respuesta del joven mientras cruzaba mis brazos, enfadado. Estaba realmente molesto de que una simple rata inmunda me hubiese robado algo tan valioso, lo cual me hacía sentir un intenso odio por cualquier cosa que caminase a cuatro patas o que, sencillamente, tuviese demasiado pelo.

¡Venga! —volví a exigirle—. ¿A qué esperas? ¡Llévame ante tu líder!

Por supuesto, no me daba cuenta de que él estaba tan perdido como yo.
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Re: [Bosque de los 100 Acres] Cuando los pikadores se cabrean

Notapor Mickael » Dom Jun 17, 2012 9:56 pm

Al joven roedor no le llevó demasiado tiempo alcanzar a su acompañante, por lo visto, la condición física de éste se encontraba en un estado lamentable a juzgar por lo cansado que parecía encontrarse tras aquella pequeña carrera. En cambio, Mickael sólo necesito respirar un poco de aire para renovar sus fuerzas. Observó su alrededor, reparando en la ausencia del pequeño ladrón, por lo que dedujo que debió ser más astuto que su perseguidor y consiguió que lo perdiera de vista.

¡Tú! —le señaló con el dedo el muchacho, claramente alterado, seguramente enfadado por perder de vista al roedor—. ¿No tenías suficiente con secuestrarme? ¡Ahora los de tu especie me han robado las llaves de mi nave gumi! ¡Te exijo que me lleves con tu pueblo! —dijo alzando la voz.

Mickael no sabía que contestarle, algo atemorizado por el enfado del joven, que permanecía de brazos cruzados esperando su respuesta.

¡Venga! —le exigió de nuevo—. ¿A qué esperas? ¡Llévame ante tu líder!

El hombre-rata se dispuso a abrir la boca, pero finalmente no articulo palabra, había detectado un cierto olor en el aire, un olor que ya había identificado durante la carrera como el olor del roedor, ligeramente diferente al de sus conocidas ratas de alcantarillado, algo menos... maloliente, por decirlo de alguna manera. Si bien cuando tuviera que encargarse de la misión de Mordisquitos le costara identificar el olor de éste al tratarse de un único individuo y al estar mezclado con los olores de los muchos otros seres que habitaban Tierra de Partida, en este caso, el olor del animal era muy fuerte, lo que probablemente indicaba que había varios de ellos.

Finalmente, decidió dejar a un lado las explicaciones por el momento y ayudar a su joven acompañante a recuperar las llaves de su nave antes de que perdiese el rastro.

¡Sígueme! —le indicó con un ligero movimiento de manos mientras se adentraba en el bosque, siguiendo el rastro de aquel fuerte olor.

Y no tardaría demasiado en encontrar la fuente ni en confirmar sus sospechas...
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Re: [Bosque de los 100 Acres] Cuando los pikadores se cabrean

Notapor Soul Artist » Dom Jun 17, 2012 9:57 pm

¡Sígueme!

El ratón humanoide se adentró en el bosque, por lo que deduje rápidamente que iba a llevarme en presencia de aquellos a quienes le había exigido que me llevara. Imaginé toda una aldea de ratones y ratas de todo tipo, algunas con dos cabezas y otras con garras gigantes de todo tipo. ¿Sería mejor que invocase la Llave Espada para protegerme de posibles ataques? Llamé en silencio mi Plasma de Abadón, surgiendo con un destello en mis manos. Mejor estar preparado para cualquier cosa.

Llegamos a un claro del bosque, guiado por el chico. Para mi sorpresa, no había cientos de tipos de ratas: solo pude llegar a distinguir dos especies de ratones, ambas de color amarillo. Por una parte, y la especie más numerosa, ratones como el que anteriormente me había robado las llaves de la Black Hunter, de color amarillo y alargadas orejas. Su comportamiento era, cuanto menos, curioso: mientras que algunos traían manzanas con la boca a sus compañeros, otros descansaban, jugaban entre ellos o, incluso, se frotaban las mejillas entre ellos, provocando ligeras chispas que me sorprendieron bastante.

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Por otro lado, había otra especie mucho menos numerosa que llamó mi atención. Eran parecidos a la otra, también de color amarillo, pero más pequeños y con orejas considerablemente más grandes y con bordes negros. Algunas de las crías intentaban caminar a dos patas, seguidos de algunos de la otra especie, que no les quitaban ojo de encima. ¿Quizás fuesen sus padres?

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¿Esta es tu familia? —pregunté al chico rata—. Qué raros sois.

Me acerqué al centro del claro, pasando entre algunos de los ratones, y rápidamente comprobé que que todos se quedaron observándome. Los más pequeños parecían atónitos e impresionados ante mi presencia; claro, qué menos cuando el gran Ivan Kit estaba allí. Sin embargo, la otra especie rápidamente me gruñieron y se colocaron en posición amenazante. No le di ninguna importancia.

¡Aquí estoy, animales inmundos! —anuncié en alto, alzando mis brazos—. ¡Quiero conocer a vuestro líder! ¡Y las llaves de mi nave gumi de vuelta, malditos!

¡Pikaaaaa! —me contestó uno de los animalitos. Fruncí el ceño, impresionado por su idioma.

¿Mande?
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Re: [Bosque de los 100 Acres] Cuando los pikadores se cabrean

Notapor Mickael » Dom Jun 17, 2012 10:01 pm

El joven roedor siguió el rastro que dejaba el olor de aquella especie de roedores, concentrando sus sentidos en llegar a la fuente de la misma. Aún así, pudo percatarse de que su acompañante había materializado su llave espada, ¿no pensaría atacar a aquellos pobres animalitos? Al fin y al cabo, no creía que fueran malvados, tan sólo un poco trastes. Mickael dudó por un momento si continuar con aquello, pero decidió que si se atrevía a hacerles algo los defendería.

Finalmente llegaron a su escondrijo: un amplio claro en el bosque bañado suavemente por la luz del Sol. En aquel lugar observaron dos tipos distintos de roedores, los que se parecían al pequeño ladrón, y otros más pequeños, que poseían un pelajo más oscuro y que de alguna manera parecían ser las crías de los otros. Los comportamientos que mostraban también llamaron la atención de ambos aprendices.

¿Esta es tu familia? —le preguntó su acompañante—. Qué raros sois.

Mickael se limitó a emitir un leve resoplido. “Mi familia es algo más... común”, pensó al recordar a las ratas con las que vivía en Ciudad de Paso. Les dedicó unos breves pensamientos, maldiciendo el no haberse llevado algun recuerdo de ellas. Quizás no las volviera a ver nunca... Pero no importaba, mientras ellas estuvieran bien no harían falta objetos ni otras cosas, su recuerdo permanecería guardado en su corazón.

¡Aquí estoy, animales inmundos! —mientras el hombre-rata permanecía ensimismado en sus pensamientos, su compañero ya se las había apañado para armar un escándalo en aquel tranquilo lugar—. ¡Quiero conocer a vuestro líder! ¡Y las llaves de mi nave gumi de vuelta, malditos!

¡Pikaaaaa! —le contestó uno de aquellos seres.

¿Mande?

Algo... algo me dice que... que no están muy contentos con nuestra presencia —el otro chico le observó con cara rara—. Bu-bueno, qui-quiero decir —tartamudeó sintiéndose intimidado—, he-hemos invadido su hábitat y ellos querrán pro-proteger a sus... a sus crías.

Entonces al roedor que se dirigiera a ellos comenzaron a secundarlo el resto de sus compañeros.

¡Pika, pika, pika! —se oía desde todos los ángulos y direcciones, parecía como si aquellos animalitos quisieran espantarlos.

Entonces, de pronto, todos se callaron, y un silencio aterrador se apodero del ambiente. Mickael observó cómo todos los roedores adultos giraban la cabeza hacia un punto concreto del bosque y sintió curiosidad por saber la razón. Pronto ésta se dejo ver: un roedor aun mucho más grande que cualquiera de los que estaba allí —a excepción del hombre-rata—, de pelaje anaranjado, con manchas negras, de curiosas orejas puntiagudas y largo rabo que terminaba con forma de trueno, emitiendo ligeras descargas por las mejillas, se presentó ante ellos, en medio de entre todos los demás roedores, que parecían de alguna manera guardarle respeto.

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Re: [Bosque de los 100 Acres] Cuando los pikadores se cabrean

Notapor Soul Artist » Dom Jun 17, 2012 10:02 pm

Por la forma de hablar de la rata inmunda, acabé dándome cuenta de que quizás, después de todo, no pertenecía a aquella pequeña tribu de ratones amarillos. Parecía estar asustado por la actitud de estos hacia nosotros, como si nos hubiésemos metido en terribles problemas. ¿Pero qué nos iban a hacer unos animalitos inferiores como aquellos?

La aparición del que parecía ser el líder de los animales de aquella zona no ayudó en que se tranquilizase, con un rastro de pánico en su voz. Suspiré y le puse la mano en el hombro, abriéndome paso hacia el anaranjado ser mientras los “pikadores” me gruñían y amenazaban.

¿Sois razas enfrentadas? Tranquilo, yo me encargo. Pero luego me devuelves a mi mundo —indiqué al muchacho, del cual todavía no sabía el nombre. Pero la verdad, ¿para qué molestarme en aprenderlo? Pronto le perdería de vista de forma definitiva.

Me acerqué hacia el líder, el cual juraría que me miraba con una sonrisa engreída y chulesca, con los brazos cruzados. Hice girar mi llave mientras observaba que, detrás de él, uno de los ratones amarillos guardaba tres huevos del mismo color con la base de color negro.

¡Raza de ratones! ¡Os habla Ivan Kit, Caballero de la Llave Espada! —alcé mi arma para que los animalejos pudieran verla bien, contemplarla y saber el peligro en el que se encontraban si se atrevían a atacarme—. ¡Uno de los vuestros me ha robado! ¡Exijo lo que es mío más una compensación por este robo!

¡Rai, raiiii! —vociferó la rata anaranjada. Fruncí el ceño y le señalé con el dedo índice.

No tengo ni idea de lo que has dicho, pero ya estás soltando mis llaves.

El viento zarandeó ligeramente las hojas de los árboles y entonces lo vi. Un pequeño destello desde el nido de huevos me llegó, pasando por encima del hombro del ratón amarillo y llamando mi completa atención. Pude reconocer entonces que allí estaban las llaves de mi Black Hunter. Me aproximé un paso nada más reconocerlas, pero la rata inmunda me cerró el paso.

¡¡Raichu!! —me gritó, extendiéndose de brazos para evitar que pasara.

¡Corta el rollo!

Intenté apartarle bruscamente, pero nada más tocarle me llevé una muy desagradable sorpresa: una descarga eléctrica atravesó todo mi cuerpo, como si acabara de meter los dedos en un enchufe. Solté un grito de dolor y la descarga cesó, tirándome al suelo dolorido por aquello.

Cálmate, Kit. Cálmate. Respira. No te precipites, no te...

¡Maldito animalejo inferior! —solté en alto, apuntándole con la Llave Espada y lanzándole un hechizo Hielo para vengarme de su ataque a traición.

El ser anaranjado fue derribado con mi potente ataque mágico, por lo que sonreí para mis adentros. Sin embargo, me arrepentí al instante cuando volvió a levantarse, aparentemente enfadado, y me lanzó una mirada de odio. Una mirada que, claro, los ratones amarillos interpretaron rápidamente que era hora de practicar la puntería de sus ataques eléctricos.

El blanco, por supuesto, éramos el chico rata y yo.
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Re: [Bosque de los 100 Acres] Cuando los pikadores se cabrean

Notapor Mickael » Dom Jun 17, 2012 10:05 pm

Contrario al temor de Mickael, su compañero parecía mostrarse muy confiado y decidido a pesar de encontrarse en una situación de peligro. Éste de hecho le mostró signos de que confiara en él para solventar aquel problema, confundiendo la situación con una rencilla entre especies. El joven roedor no le corrigió nuevamente sobre las aventuras de ficción que se inventaba el muchacho.

El engreído aprendiz alzó su Llave Espada al aire mientras atemorizaba —o trataba de hacerlo, al menos—, a aquel grupo de roedores y a su líder con sus palabras cargadas de ego. Mickael temió que aquel humano no controlara la situación y causara daños a aquellos seres que vivían tan pacificamente hasta su llegada, pero permaneció a la expectativa, dispuesto a materializar su arma si fuese necesario.

Fue entonces cuando aquel muchacho pareció fijarse en algo que había detrás del ratón anaranjado. Unos huevos que parecía custodiar, y se lanzó hacia ellos, siendo detenido por el jefe de los roedores, que lo envío al suelo rápidamente con una ligera descarga. Mickael no pudo evitar sonreir internamente, al fin y al cabo se lo merecía. Además, ¿para qué necesitaba los huevos? Se suponía que sólo habían venido a recuperar lo que les robaran, pero aquel muchacho parecía ser demasiado codicioso. Si, sin duda se merecía aquella descarga a ojos del roedor humanoide.

¡Maldito animalejo inferior! —gritó entonces el susodicho, dolorido en el cuerpo y en el orgullo, lanzando un hechizo Hielo directamente a su enemigo.

¡Noooooo! —gritó al mismo tiempo Mickael, tratando de impedir que hiriera al animal, pero ya era demasiado tarde, el anaranjado ser recibió el impacto de lleno, cosa que sólo sirvió para aumentar su cabreo y el de los que lo rodeaban.

La cosa parecía complicarse, y Mickael no tuvo más remedio que materializar su Cadena del Reino, una Llave Espada sencilla, y colocarse en posición de lucha junto a su estúpido compañero.

Escucha, te merecías esa descarga y todas las que van a caer —comentó mientras observaba como chispeaban las mejillas de todos los roedores allí reunidos—. Pero por ahora te voy a echar una mano. Así que coge lo que te robaron y vámonos de aquí.

Casi no había terminado de hablar cuando tuvo que hacer un pequeño salto para esquivar el primer rayo que le lanzaron, luego la escena se asemejó de repente a un bonito espectáculo de baile, evitando ambos aprendices los ataques que les lanzaban mientras movían los pies al ritmo que marcaban los roedores eléctricos. Entonces Mickael reparó en que el jefe estaba preparando un ataque eléctrico aún mucho más poderoso, uno que seguramente los dejaría irreconocibles, hechos chamusquina, y preparó un hechizo Piro para lanzárselo y detener el ataque.

Lo siento —susurró. Pero antes de que lo lanzara, un rayo impactó en su cuerpo de rata, provocando que cayera al suelo y que el disparo se desviara con tan mala suerte que incendió un arbusto y el fuego comenzó a propagarse alrededor del claro, lo que provocó el pánico entre los roedores.
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Re: [Bosque de los 100 Acres] Cuando los pikadores se cabrean

Notapor Soul Artist » Dom Jun 17, 2012 10:05 pm

Un incendio, estupendo. Aplaudí a mi compañero ratonil mientras las criaturas amarillas corrían de un lado a otro, desesperadas por las intensas llamas rojas que comenzaban a devorar la flora a nuestro alrededor.

¡Bien, muchacho, bien! —le felicité irónicamente en alto, mientras las palmadas de mi mano sonaban con fuerza—. ¡Ahora todos morirán y tu raza dominará este mundo!

Me acerqué a él y le propiné una colleja, intentando dejarle claro que aquellas no eran maneras. Apunté hacia algunas de las llamas con la Llave Espada para invocar algunos hechizos Aqua que apagaran el fuego y así mantener controlado mínimamente el incendio. Observé al nido de huevos; los ratones ya se habían llevado la mayoría de huevos, dejando solo uno.

Aunque logré mantener a raya el fuego, no pude hacerme cargo de todas las llamas. Ya casi no quedaban ratones; lo mejor sería largarnos de allí.

¡Yo me largo! —anuncié a mi compañero, lanzándome al nido para coger mis llaves, las cuales seguían allí.

Cuando por fin las tuve en mi poder noté una nueva descarga eléctrica recorriendo mi cuerpo, haciéndome soltar una palabrota en cuanto me liberase del ataque. Giré mi cabeza y vi que una de aquellas criaturas seguía allí, mirándome con odio y gruñiéndome. Salvar su hogar, al parecer, no era suficiente para que me dejasen en paz.

Un nuevo ataque se aproximaba hacia mí, cargando su cuerpo de más electricidad, como si de una batería se tratara. Dibujé una mueca de disgusto y cogí el huevo que quedaba en el nido para ponerlo delante de mí, como si de un escudo se tratase. El animal dejó de cargarse de inmediato, reconociendo lo que tenía entre manos. Reí con fuerza, victorioso.

¡Vámonos ya! —ordené al chico ratonil, echando a correr en la dirección por la que habíamos venido—. ¡No nos atacarán mientras tengamos este huevo!
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Re: [Bosque de los 100 Acres] Cuando los pikadores se cabrean

Notapor Mickael » Dom Jun 17, 2012 10:09 pm

La rata humanoide se quedó petrificada, tirada en el suelo, observando como su error había provocado el pánico entre aquellas criaturas a las que no quería hacer daño, pero a las cuales acababa de dejar sin hábitat. Su compañero le dirigió unas palabras, seguramente de reproche, pues vinieron acompañadas de una colleja, pero Mickael no le hizo caso, ni siquiera sintió el golpe, estaba demasiado ensimismado asimilando lo que había hecho.

Observó como aquel chico engreído intentaba salvar el bosque impotente, pues él no conocía hechizos de Aqua o Hielo. Después se dirigió hacía el último huevo que quedaba y se lo agenció, chantajeando a uno de los roedores, que intentó detenerlo. Y finalmente huyó.

¡Vámonos ya! —pareció ordenarle—. ¡No nos atacarán mientras tengamos este huevo! —afirmó con soberbia.

Desde luego era un ser despreciable, invadiendo de aquella forma aquel lugar y robándoles a aquellos pequeños animales, pero el joven roedor tampoco podía hablar demasiado, acababa de eliminar de un sólo ataque todo un ecosistema que tardaría años en recuperarse. Finalmente se levantó alicaído, pensando que no había nada más que pudiese hacer allí.

¡Pichu, pichu! —se escucharon de repente los gritos de socorro de una cría. Mickael volteó la cabeza y se encontró con el pobre animalito, que había quedado atrapado entre las llamas y un par de árboles caídos, sin posibilidad de escapar.

Observó su alrededor; todos los roedores ya habían salido de la zona. ¿Acaso lo habían abandonado? No se lo pensó dos veces, golpeó los árboles caídos con su llave espada en varias ocasiones, hasta que fue capaz de quebrarlos y poder alcanzar al joven, que temblaba de miedo pero no se rehusó a ser cogido por el joven aprendiz. Al poco rato de abandonar la zona del bosque en llamas, aún con el pequeño entre sus brazos, se cruzó con un adulto que parecío reconocer a la cría, y que “agradeció” a Mickael el haberla rescatado con una fuerte descarga eléctrica que obligó al joven a soltar a su carga y caer al suelo. La cría se quedó observándolo confundida unos instantes.

Está bien pequeñín —le dijo—. Ahora tan sólo escapa con tu familia —le recomendó. Y el pequeño roedor pareció hacerle caso, porque dejó de prestarle atención para seguir a su madre, la cual lo guiaba hacia un lugar seguro.

Poco después logró llegar al punto de incio de aquella aventura y no tardó en localizar a su compañero, que aún sostenía el huevo robado. Éste parecía estar buscando la manera de salir de aquel lugar mientras esperaba por el roedor humanoide. Mickael se acercó a él, bastante molesto por los acontecimientos ocurridos durante el día, y sin mediar palabra trató de arrebatarle el huevo.

¡No es tuyo! —le gritó mientras forcejeaba por hacerse con él—. ¡Devuélvelo, ladrón!

En esas andaban cuando Mickael reparó en el cielo al observar una fuerte luz que lo cegó al instante. Para cuando volvió a abrir los ojos ya no se encontraba en aquel bello paraje, sino en otro lugar más conocido: la biblioteca de Tierra de Partida.
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Re: [Bosque de los 100 Acres] Cuando los pikadores se cabrean

Notapor Soul Artist » Dom Jun 17, 2012 10:09 pm

¡No es tuyo! ¡Devuélvelo, ladrón!

El ratón humanoide intentó por todos los medios quitarme el huevo de los ratones eléctricos, llamándome injustamente ladrón y pretendiendo que se lo entregase a él. Su repentino interés por él me pareció de lo más sospechoso: primero me invocaba en aquel extraño mundo, luego me llevaba hasta una raza con la que seguramente la suya estaba enfrentada y ahora quería arrebatarme el huevo con el pretexto de que era un ladrón, cuando pretendía dejarlo allí mismo para que los "pikadores" vinieran a recogerlo cuando pudiesen.

¿Sospechoso? No, lo siguiente. Estaba claro: el chico ratón pretendía robarme el valioso objeto, probablemente el huevo del líder de aquella raza, para secuestrarlo y amenazarles a ellos. Y claro, pretendía hacer uso de mi bondad y echarme en cara que era un ladronzuelo para que me sintiese mal. Por encima de mi cadáver caería en sus truquitos.

¡Por encima de mi cadáver te lo entregaré, monstruo inmundo! —grité, protegiéndolo con mi cuerpo y forcejeando con el chico para que no me lo quitase de las manos.

Luchando con él para que no me quitase el preciado objeto una fuerte luz nos golpeó a ambos, cegándonos por completo. Al dirigir mis ojos hacia ella tuve que entrecerrar mis ojos para poder aclarar algo la vista.

Mi sorpresa al comprobar que la luz desaparecía poco a poco y volvía a estar sentado en el suelo de Tierra de Partidam con mi espalda en una estantería, fue mayúscula. Me encontraba de nuevo en la biblioteca, como quien no quería la cosa. Lo primero que pasó por mi cabeza fue que todo había sido un sueño. ¿Ratones enfrentados entre sí? ¿Un joven malvado ratonil que pretendía destruirlos a todos? Je. Todo estúpido. Recordaba mi caída al suelo; seguramente me había dado en la cabeza y todo había sido un mal sueño.

Saqué mi celular para relatar en Tuipper mi extraño sueño. Pero unas enormes orejas amarillas me saludaban desde detrás él.

Orejas demasiado llamativas.

¿Pi...?

Dirigí mi mirada hacia mi derecha, donde, en el suelo, estaba el chico ratonil. Al bajar el móvil me llevé el susto de mi vida. No, no había sido un sueño. Y una de las crías de aquellos eléctricos ratones me miraba, curioso, con una de sus orejas ligeramente despeinada.

¿Pichu...?

Abrí la boca y los ojos como platos. La criatura me sonrió rápidamente y abrió sus brazos, lanzándose a mí para darme un enorme abrazo.

¡Pichuuuu!

No... No me estaría confundiendo con su madre, ¿verdad?
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Re: [Bosque de los 100 Acres] Cuando los pikadores se cabrean

Notapor Mickael » Dom Jun 17, 2012 10:18 pm

Efectivamente, habían regresado, aún no sabían muy bien como, pero lo habían echo. Mickael echo un vistazo a su alrededor para cerciorarse de que realmente estaban de vuelta. ¿Qué había pasado? ¿Un sueño? Miró hacía su derecha y observó aquel infantil libro abierto de par en par. Rápidamente recordó algo que le hizo cogerlo y cerrarlo de golpe para quedarse observando la portada de nuevo.

Un libro mágico, ese debía ser el causante de aquella extraña aventura. Recordaba perfectamente cómo Merlín le hablara en alguna ocasión de estos extraños ejemplares: libros de apariencia normal que son la puerta hacia otro mundo. Un mundo dentro de un libro, interesante y aterrador al mismo tiempo, así lo juzgaba el roedor humanoide.

¿Pichu...?

Le sacó de sus pensamientos el suave murmuro de un pequeño roedor amarillo. Mickael alzó la vista para comprobar que el huevo que se llevaran de aquel bosque amarillo eclosionara y la cría que acababa de nacer observaba con curiosidad a su compañero, del cual, por cierto, todavía no conocía su nombre.

¡Pichuuuu! —el pequeño roedor parecía emocionarse con la presencia de aquel muchacho.

Mickael comprendió al instante lo que pasaba, y no pudo evitar reír.

Parece que cree que eres su madre ¡ja, ja, ja! —le indicó—. Bueno, lo menos que puedes hacer es cuidarlo bien, ¿vale, mamá? ¡ja, ja, ja!

Mientras la nueva „mamá“ lidiaba con su curiosa cría, Mickael decidió dar por terminada aquella extraña aventura. Se irguió con el libro entre sus manos, decidiendo devolverlo al lugar del que procedía. La curiosidad de saber si habría más como aquel por la biblioteca le asaltó, pero se sentía demasiado cansado para comprobarlo. De hecho, decidió posponer su jornada de estudio para otro momento, lo mejor era descansar tras tanto trote...
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