[Tierra de Partida] El loco de la colina

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Encuentro de Narrador y Axelpower.
Cronología:
Ivan Kit
Posterior a "Tak, ¿dónde estás?" y anterior a "Dead Space".

Axel
Posterior a "La victoria sabe a ambrosía".

—Otro trabajo bien hecho, ¿eh, Pichu?

Finalmente habíamos llegado a Tierra de Partida después de otro día de investigación de Sincorazón en Ciudad de Paso, en compañía de la ratoncita que me consideraba su madre desde que obtuve "accidentalmente" su huevo en el Bosque Amarillo. Y poco tiempo, además, había pasado desde que había descubierto sus habilidades eléctricas, luchando contra unos Sincorazón en Londrés en compañía de Zait Laind. Por supuesto, aquello me venía de perlas para dos cosas: mantener la Black Hunter con energías de sobra y hacer frente a algunos enemigos.

Por ello la había llevado conmigo a algunos combates, para que aprendiese dotes de lucha básicos y se le quitara el miedo a los Sincorazón. La verdad es que en lo segundo había tenido un éxito más bien nulo: siempre que venía uno, la pobre lloraba, se escondía o se quedaba paralizada. Solo cuando estaba en peligro lanzaba uno de los que apodé "impactruenos", pero si por ella fuese, se escondería lo más lejos posible.

—Bueno, hora de que me vaya a mi habitación, pequeñaja —indiqué, levantándome del asiento de capitán y rascándole la cabeza a la pequeñaja, que se encontraba pegada a mí dormitando; le había permitido descansar durante el viaje de vuelta por su combate reciente, que la había dejado exhausta—. Nos vemos mañana, ¿eh?

Pichu levantó la vista y me observó unos segundos, sabiendo que me iba. No quería ver cómo me ponía cara triste porque la volvía a dejar sola, así que agarré los mandos del teletransportador rápidamente para salir de allí cuanto antes. Sin embargo, la ratoncita no era tonta; había aprendido con el tiempo que, cuando hacía eso, significaba que me marchaba. Así que salto a mí justo antes de que lo activara.

Aparecí en la plaza del castillo, a la entrada, con Pichu agarrada a mi pantalón y con su carita pegada a mí. Suspiré y me agaché, haciendo que se soltara de mí y me mirase directamente a los ojos.

—A ver, bonita. Debes quedarte en la nave, ¿vale? No puedo andar contigo todo el día y toda la noche...

Pichu hinchó sus mofletes, en desacuerdo con lo que le acababa de decir. Me sacó la lengua y llevó rápidamente una de sus patas a mi cara, dispuesta a hacer lo que más le gustaba en el mundo: robarme las gafas y salir corriendo para que jugase con ella. Y lo logró.

—¡Eh! —protesté, aunque ya era tarde; las lentes estaban en su posesión, se había metido en la boca estas y había salido corriendo hacia una de las colinas—. ¡Pero serás ladrona...!

Salí corriendo detrás de ella, intentando cazarla lo más rápido posible. La muy cretina era veloz, así que más que un pilla pilla acabaría siendo un escondite. No era la primera vez que me lo hacía...

[Axelpower]

—Uno, dos, uno, dos, uno, dos.

A pesar de que era prácticamente lo único que había hecho desde mi llegada, no podía dejar de entrenar. Ahora era un Aprendiz, pero aun así aún me quedaba un largo camino por recorrer antes de llegar a lograr mi auténtico objetivo.

Lo que tenía que reconocer es que, a pesar de que podía hacer exactamente las mismas flexiones y abdominales encerrado en mi habitación, me relajaba y motivaba muchísimo más entrenar viendo las majestuosas colinas de Tierra de Partida. El aire puro, el ambiente, la enorme majestuosidad del cielo... Eran cosas que no se podían apreciar en una megápolis como Tebas, en las que tenía que ir esquivando carros y transeúntes cuando corría por la ciudad.

—Ahora no es momento de echar de menos mi hogar —pensé para mis adentros—. Tengo que seguir punto por punto las rutinas de entrenamiento.

Libre ya de distracciones, seguí sin pausa con mis ejercicios. Pero poco después, cuando había logrado concentrarme una vez más, un extraño animalito pasó por a unos cuantos metros por delante de mí.

Se trataba de una criatura que no había visto en mi vida. Parecía un conejo pequeñito, de un claro color amarillo, excepto su cola y el final de sus orejas, de color negro. ¿Sería alguna especie autóctona de dicho mundo? Nunca me había planteado que, dado que los mundos eran distintos, también debían serlo la fauna y la flora que lo poblaban.

Mientras lo observaba, me fijé en que llevaba algo en pequeña boca. Y, a pesar de que era incapaz de apreciarlo bien desde lejos, habría jurado que parecían unas gafas.

El pequeño animal iba corriendo por todas partes y observando constantemente a su alrededor, como buscando algo. Entonces reparó en mi presencia y, con una jugetona y alegre expresión, se llevó la mano a la boca, como indicándome que guardara silencio. Después, se acercó raudo a un árbol que había cerca de mí y, tras observarlo un poco, subió corriendo por su tronco hasta llegar a la copa, donde buscó unas hojas con las que cubrirse y quedar fuera de la vista de cualquiera que no le hubiera prestado atención mientras se escondía.

—Desde luego, vaya bichos más raros hay por aquí —murmuré. Y dicho eso, sin más demora, seguí con mis ejercicios.

[Soul Artist]

Ella había ganado: me había despistado en su huida. Ahora pasaría un largo tiempo, quizás más de una hora, buscándola para recuperar mis gafas y poder irme a mi habitación a descansar definitivamente. Por suerte estas eran decorativas y no las necesitaba para ver bien, pero aquello era mi pequeño secreto personal. Me quedaban realmente bien; sin ellas, no era tan guapo como me hubiese gustado ser.

Ya no corría, caminaba. Gastar energías era inútil, pues ella estaría escondida en cualquier parte. Sin embargo, yo jugaba con una ventaja mayor que ella: mi muy superior inteligencia. Preguntando, siguiendo su rastro, la localizaría antes o después. Era mi gran don, uno del que muchos les gustaría presumir.

Vi a un joven entrenando cerca de un árbol y me llevé la mano a la barbilla. El muchacho, de complexión atlética y pelo oscuro, tendría que haber visto como mínimo una mancha amarilla correteando por allí. El color de la piel de Pichu era muy llamativo, por lo que a cualquier aprendiz que la hubiese visto no se le podría haber pasado por alto su presencia.

Me acerqué a él caminando y observando las flexiones con las que se ejercitaba. Ejercicio físico, bah. Todo el mundo sabía que la magia siempre sería superior a la estupidez de la fuerza bruta.

—Eh, musculitos —llamé su atención—. ¿Has visto una ratoncita amarilla por aquí?

[Axelpower]

—Eh, musculitos —me pareció oír de pronto—. ¿Has visto una ratoncita amarilla por aquí?

Al oír el grito, me giré a ver quién había por ahí. Aún no había visto pasar a nadie en toda la tarde, pero juraría que aquello no había sido mi imaginación. Entonces vi a otro chico, que aparentaba tener más o menos mi misma edad, un poco más tal vez. Si mi vista no me engañaba, estaba mirando en mi dirección. ¿Se referiría a mí con lo de musculitos?

Entonces caí en la cuenta. ¿No buscaba una pequeña ratoncita amarilla? ¿Se referiría a aquel extraño conejo que había pasado hace poco frente a mí? Desde luego, no sabía si era un conejo o un ratón, y mucho menos si era masculino, femenino o hermafrodita, pero sería demasiada casualidad que el animalito que había visto no fuera el que el chico estaba buscando. Por rara que pudiera ser la fauna autóctona, dudaba que hubiera muchos animales amarillos por allí cerca.

Al pararme a pensarlo mejor, recordé que aquella pequeña ratoncita me había indicado entre risas que no dijera nada.

"Posiblemente", deduje, "esté jugando al escondite con ese chico. Y no voy a ser yo quien les estropee la partida."

Miré al árbol disimuladamente, para ver si seguía allí y me hacía alguna señal que me indicara qué decirle, pero debía estar demasiado bien escondida; fui incapaz de verla, a pesar de su chillón color. Bueno, pues entonces haría lo que me indicó desde un primer momento.

—No —le grité a aquel chico—. Llevo toda la tarde entrenando por aquí y no he visto nada extraño.

[Soul Artist]

—No. Llevo toda la tarde entrenando por aquí y no he visto nada extraño.

Me llevé la mano a la barbilla, dubitativo. Extraño, tendría que haber pasado por allí sí o sí. Claro que, entre que el chico parecía corto de miras y que estaba muy centrado en sus entrenamientos, podía ser perfectamente posible que no hubiese visto a Pichu pasar por allí, aunque lo más seguro fuese que lo hubiese hecho.

—Está bien —me rendí. Estaba claro que el chico no tenía razón alguna para mentirme—. Seguiré buscando. Si la ves, mi Tuipper es @Ivan_Kit, no dudes en avisarme.

Me giré y observé la colina en la que estaba. Todo a partir de allí era cuesta abajo, por lo que debía tener cuidado de no resbalar y caerme. Faltaba bastante para llegar al precipicio, pero si me cayese por él seguramente no lo contase. Me pregunté entonces qué había en lo más bajo del mundo; claro, el castillo y los lugares de entrenamiento estaban en lo más alto de las colinas, pero ¿qué habría oculto tras la niebla que tapaba la base de las montañas?

Di dos pasos para seguir buscando a mi pequeña amiga cuando noté que algo me golpeó la nuca con fuerza. Me llevé las manos a esta, dolorido por el traicionero ataque, y me giré con furia hacia atrás. Una manzana era el proyectil con el que había sido atacado, y allí solo había una persona.

—¡Tú, musculitos! —le grité, recogiendo la manzana y lanzándosela—. ¡Serás traidor! ¿Crees que puedes atacarme así e irte de rositas?

Invoqué mi Llave Espada, furioso con él. El chico parecía nuevo por Tierra de Partida, y eso jugaba a mi favor. No me gustaban nada los combates físicos, pero en una ocasión como aquella... Era imposible perder, ¿verdad?

—¡Le reto a un duelo por mi honor, traicionero...! ¡Traicionero traidor!

[Axelpower]

—Está bien —se rindió—. Seguiré buscando. Si la ves, mi Tuipper es @Ivan_Kit, no dudes en avisarme.

En el mismo instante en que terminé de hablar con aquel chico, me concentré una vez más en mis ejercicios. Aún me quedaba mucho día por delante antes de volver a casa.

Entre flexión y flexión, levanté un momento la cabeza para ver si su mascota seguía escondida o si por el contrario había bajado ya de la copa del árbol. Efectivamente, allí estaba, en el mismo sitio al que se había subido hacía un momento. Incluso había salido un poco más hacia fuera, como si tuviera intención de bajar, por lo que era imposible no ver una mancha amarilla entre las hojas del árbol si echabas un simple vistazo. No obstante, tenía la impresión de que cada vez la mancha se hacía más y más grande, y cuando me quise dar cuenta, se encontraba subido a una rama cualquiera, sin cubrirse lo más mínimo con las hojas.

"Qué pronto se ha cansado de jugar", murmuré, creyendo que se disponía a bajar ya de allí.

Entonces, me fijé en que llevaba algo en una de sus pequeñas manos. Desde donde estaba no lo podía ver bien, pero por su vivo color rojo y su forma prácticamente esférica supuse que se trataría de una manzana que habría cogido del árbol. O de una pelota que había sacado de la nada, ambas opciones eran posibles.

De pronto, antes de que pudiera adivinar con seguridad de qué se trataba, se la lanzó al muchacho que había venido buscándolo, y todo ello sin borrar la risueña expresión de su rostro. Quedé maravillado por su puntería, gracias a la cuál logró darle en toda la nuca. Me giré veloz, mirando a ver si el animal bajaba y se disculpaba, pero para mi sorpresa había desaparecido. Supuse que habría vuelto a esconderse dentro del árbol, aún con ganas de jugar.

—¡Tú, musculitos! ¡Serás traidor! ¿Crees que puedes atacarme así e irte de rositas? —vociferó aquel chico, dirigiéndose a mí y lanzando la manzana hacia donde yo me encontraba. Por suerte, no logró atinar el golpe.

Me di cuenta en ese momento del lío en el que me había metido. Teniendo en cuenta que, para él, yo era el único que había en toda la colina y el único que podía haberle lanzado la manzana. Eso explicaba por qué parecía tan enfadado conmigo. De pronto, sin previo aviso, invocó su Llave-Espada, y apuntando hacia mí con ella gritó

—¡Le reto a un duelo por mi honor, traicionero...! ¡Traicionero traidor!

“Mierda” pensé “Mierda mierda mierda mierda”.

Esto me dejaba únicamente con dos opciones. Por una parte, invocar yo también mi Llave-Espada y aceptar el desafío, pero no me gustaba nada la idea de usar mis poderes para mi propio recreo y disfrute. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

Por otra parte, tenía la opción de revelar que todo había sido una broma y decirle que la manzana se la había lanzado su mascota, que se encontraba escondida para poder jugar un rato con él. Pero cuando más me lo repetía para mí mismo, más inverosímil parecía la historia. Y si la mascota no bajaba del árbol, no tenía forma alguna de probar que era verdad.

Desgraciadamente, esto sólo me dejaba con la primera opción como válida. Extendí mi brazo, materialicé mi Llave-Espada y me dispuse a entablar un duelo en el que hubiera el menor número de heridos posibles. Pensándolo bien, un duelo no era una mala forma de entrenar, y además me permitiría evaluar un poco el nivel del resto de habitantes de aquel mundo.

—¡Acepto el reto!— grité. Aunque no fuera demasiado correcto moralmente, tenía que reconocer que me gustaba la idea de poder entablar un combate después de tanto tiempo.

Entonces, cuando ya me encontraba en posición de combate y era imposible echarme atrás y rechazar el desafío, una aterradora idea se pasó por mi mente. ¿Cuánto tiempo llevaría allí aquel chico? ¿Sería tan fuerte como Rebecca? O peor aún, ¿sería más fuerte que Rebecca? Lo único que ahora podía hacer es dar todo lo que tenía y esperar que él hiciera lo mismo. Pensándolo bien, un rival de dicha talla sería lo mejor que podía hacer para probar mis habilidades.

[Soul Artist]

—¡Acepto el reto!

Sonreí para mí mismo. Pobre, pobre muchacho. No sabía lo que acababa de hacer; aceptar enfrentarse al que sin duda era el mejor aprendiz de toda Tierra de Partida. Eché una carcajada al aire y coloqué mi arma frente a él, en posición defensiva; una de las pocas cosas que Ronin me habría enseñado, a mi parecer. Sus entrenamientos eran demasiado orientados a la lucha, no a la magia.

—¡Pobre iluso! —grité con una risa, sonriendo con prepotencia—. No tienes ni la más mínima oportunidad contra mí. ¡Pero seré bueno! Usaré solo mis habilidades con la espada, en vez de usar todo mi poder mágico en tu contra. ¡Prepárate para tu humillación final!

Quizás no fuese muy fuerte físicamente, pero estaba experimentado en el combate con espadas. La única dificultad que podía surgir era que fuese más fuerte de lo que esperaba, lo cual compensaría lo poco diestro que era con la Teluria, cosa que podía imaginar mediante un análisis rápido de cómo la agarraba.

—¡Vamos!

Me lancé contra mi enemigo, pretendiendo alcanzarle con un corte de mi Plasma de Abadón. Mi primera acción fue intentar alcanzarle las piernas para tirarle al suelo y colocarle mi arma en el cuello; no podía tener tanta fuerza bruta como para resistir aquello.

Oh... Cómo me equivocaba yo...

[Axelpower]

—¡Pobre iluso! No tienes ni la más mínima oportunidad contra mí. ¡Pero seré bueno! Usaré solo mis habilidades con la espada, en vez de usar todo mi poder mágico en tu contra. ¡Prepárate para tu humillación final!

Empezó colocando su arma en posición defensiva. Esto me dejaba en una ligera ventaja, puesto que si daba yo el primer golpe y no se lo defendía correctamente podía asestarle una ráfaga sin darle siquiera opción a responder. Pero, por otra parte, si cometía el más mínimo error y me contraatacaba rápidamente podía destrozarme en el tiempo que tarde en pestañear.

Decidí que sería mejor esperar a que él diera el primer golpe, y atacar tras defenderlo como pudiera. Al fin y al cabo, aunque esa pudiera no ser la mejor opción, tampoco pretendía empezar un combate a muerte por una disputa tan tonta como la que habíamos tenido. Si me derrotaba, aceptaría mi destino con honor. Pero eso sí, nada iba a salvarlo de una revancha en el futuro. Me coloqué yo también en posición defensiva y esperé a que se moviera en primer lugar.

—¡Vamos! —gritó él, mientras dirigía su Llave-Espada hacia mí.

Aquel chico era bastante rápido, tal y como había esperado. Empezó asestándome un golpe en las piernas, que a pesar de que lo intenté sabía a medida que se acercaba que no iba a poder bloquear. Desde luego, eso demostraba que era buen guerrero: golpeándome en las piernas me haría perder el equilibrio, y entonces quedaría a merced de cualquier ataque que me lanzara sin tener la más mínima posibilidad de defenderme. En ese momento llegué a dar el combate por perdido.

No obstante, cuando recibí el golpe todo fue distinto a como lo había imaginado. A pesar de que me impactó de lleno, ni siquiera logró desequilibrarme un poco. Fue como si me hubieran dado con una espada de madera.

Sonreí, convencido de que ahora las tenía todas conmigo. Si había resistido este primer golpe, ahora podía atacar yo. Tan deprisa como mis reflejos me lo permitieron, lancé un golpe directo a su costado. Si todo iba bien y no lo bloqueaba correctamente, iba a caerle encima una ráfaga de golpes tremenda.

[Soul Artist]

Sabía que yo no era muy fuerte. Y sabía que él era un musculitos. Vale, si hubiese ido a atacarle directamente no debería haber podido tirarle al suelo, como planeaba. Pero... ¿¡Cuán bruto era mi enemigo para no notar apenas mi ataque en sus piernas!?

En cero coma me vi en una situación poco prevista por mi parte. Como imaginaba, el chico no era muy diestro con el manejo de la Llave Espada, ¿pero realmente le hacía falta? Era como un tanque de fuerza bruta, dispuesto a lanzar toda su artillería pesada y aplastarme como una lata de Pepsicola. Intentó atacarme a mi costado, aunque fui más rápido que él y pude bloquearlo... Aunque no sirvió de mucho. Mi Plasma de Abadón solo pudo frenar un poco su golpe, que acabó dándome igualmente.

Para rematarme, siguió atacando con una serie de ataques directos contra mí que solo pude parar haciendo uso de mis manos, una en el mango de mi arma y otra en el filo. Para ello, tuve que ignorar el dolor que me había provocado aquel ataque en las costillas; un moratón como mínimo me había ganado. Aquello me pasaba por subestimar a mis rivales.

—¡Oh, venga! —protesté, parando otro de sus ataques. Por lo menos el chico no parecía muy inteligente y repetía sistemáticamente sus golpes, aunque a aquel paso no podría seguir resistiendo su brutalidad.

Debía derrotarle sin magia... Aunque lo comenzaba a ver realmente difícil. A aquel paso, el perdedor del combate sería yo, y todo mi honor sería manchado entonces. Así que un poco de handicap no me haría daño...

Me agaché en el suelo en cuanto retrocedió ligeramente y noté cómo el frío atravesaba mi mano. Sonreí para mis adentros.

—¡Campo Helado! —invoqué a mi habilidad favorita. El suelo de congeló y, con él, los pies de mi enemigo; me levanté de nuevo, dispuesto a seguir atacando.

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Axel tiene la suficiente fuerza para romper el Campo Helado de Ivan, tranquilidad xD

[Axelpower]

Tal y como supuse, una vez le impactó el primer golpe no pudo hacer nada para defenderse. Uno tras otro, cambiando cada vez el lado en el que le golpeaba para que el esfuerzo que él tuviera que hacer fuera mayor. Él intentaba bloquearse, pero de poco le servía. Aunque diera en su Llave-Espada, por su forma de retroceder se notaba que le costaba detenerlos, que no iba a aguantar mucho más. Seguí atacando, incansable. Tenía que reconocer que me encantaba saber que no estaba en mala forma para ser un recién llegado.

—¡Oh, venga! —se quejó

En ese momento, disminuí un poco la frecuencia con la que le asestaba. Ante todo, tenía que recordar que estaba haciendo esto únicamente porque me había quedado sin ninguna otra opción, y no para verlo sufrir. Y, después de todo lo que le había caído encima, tal vez estaba un poco adolorido.

Retrocedí un momento, para darle tiempo a recuperarse un poco y de paso aprovechar para relajarme. Estaba tomándomelo demasiado en serio.

De pronto, se agachó y apoyó sus manos en el suelo. Yo lo miré confundido, sin saber que pretendía hacer, y cuando menos lo esperaba todo el suelo había quedado congelado, atrapando mis pies y impidiéndome moverme.

Quedé sorprendido como pocas veces antes. Aquella habilidad demostraba que ese Aprendiz tenía un buen dominio de la magia. ¿Sería por eso por lo que su fuerza física era tan insignificante?

Examiné un poco la dureza del hielo, intentando mover levemente mis piernas para ver si cedía. Por suerte, a pesar de que tenía que hacer un poco de esfuerzo, podía moverlas, lo que indicaba que podría librarme de ese pequeño obstáculo sin demasiada dificultad.

Concentré mi fuerza como pude y, con un seco golpe de la Llave-Espada, rompí el hielo que me aprisionaba. Cogí mi arma en posición de ataque una vez más y, tras soltar un grito enfurecido que no pude contener, me lancé a por él una vez más, intentando golpearle aprovechando que se encontraba despistado.

[Soul Artist]

Su madre... Era la primera persona que se liberada de mi Campo Helado, quitando la versión subdesarrollada que usé en Fyk, hacia ya medio año. Por ello me quedé quieto, sorprendido y con la boca abierta ligeramente. Tuve que recuperarme rápidamente, pues mi rival parecía preparado para un ataque final: uno que me dejaría finalmente fuera de combate.

Cogió su arma en posición de ataque, preparado para lanzarse sobre mí. Le imité, colocándome en posición defensiva. No podía permitirme perder... Aunque significase hacer trampas y lanzarle un Hielo una vez estuviese frente a mí. Tragué saliva, concentrándome lo máximo posible para su ataque. Debía estar preparado, debía...

Un objeto rojo y redondo me golpeó entre ceja y ceja, dejándome tonto por unos segundos. Lo siguiente fue escuchar a mi enemigo lanzándose a por mí con un grito enfurecido, pero le ignoré al ver algo amarillo entre las hojas del árbol frente al que estaba. ¿Era...? ¡Pichu me había lanzado una manzana, la muy criaja!

—¡Tú! ¡Vuelve a...!

No pude terminar la frase, pues mi rival cargó contra mí y me atacó con todas sus fuerzas. Me había pillado por sorpresa, pues me había centrado en mi "adorable" mascota, que se reía de mí tontamente. Acabé en el suelo, con las costillas ardiéndome por la brutalidad del chico y maldiciendo a toda su condenada familia. Me llevé las manos al estómago, pero tuve que dejarlo al ver que Pichu se bajaba del árbol y corría con mis gafas, pasando por mi lado.

—¡Maldita criaja...! —protesté, enderezándome y levantándome con algo de pesar. Dirigí mi mirada hacia el musculitos, con algo de furia en mi interior—. ¡No puedes aprovecharte de alguien a quien un tercero acaba de atacar! ¡Gano por tramposo!

Bueno, al menos me había librado de una derrota segura. Salí corriendo tras Pichu, que ya no iba tan rápido como antes, esperando seguramente que esta vez sí la capturase; la muy cretina iba colina abajo, pero aquello no me detendría.

[Axelpower]

Justo cuando iba a propinarle el que creía que sería el golpe definitivo, algo rojo impactó en su cabeza, entre ceja y ceja. ¿Una manzana? Intenté pararme, pero ya era demasiado tarde y no pude detenerme del todo. Por suerte logré contener un poco mi fuerza, así que el golpe no fue tan dañino como podría haberlo sido.

Me giré hacia el árbol tan rápido como mis reflejos me lo permitían. Tal y como lo pensaba, la pequeña ratoncita estaba allí, riéndose, desde un punto en que tenía una visibilidad perfecta del cuerpo de su amo. A pesar de que no la había visto, no había duda de que ella había lanzado la manzana.

—¡Maldita criaja...! —vociferó él. De pronto, se giró hacia mí y continuó—. ¡No puedes aprovecharte de alguien a quien un tercero acaba de atacar! ¡Gano por tramposo!

El muchacho, que había recuperado de forma inexplicable parte de sus fuerzas, se levantó y fue corriendo detrás de su mascota, con la intención de capturarla. Y, sinceramente, no parecía que sus intenciones fueran buenas. ¿Y si pretendía pegarle, o hacerle daño o algo por el estilo? Vale que la actitud del pobre animalito no había sido la más correcta, pero seguro que no era consciente del daño que estaba causando. Pensándolo mejor, todo había empezado porque estaba escondiéndose de él. ¿Y si lo maltrataba constantemente, y estaba huyendo precisamente por miedo?

No podía tolerar algo así. Por muy mal que hubiera actuado la pequeña criatura, no era motivo como para agredirle y atacarle. Bajo ningún concepto pensaba permitir eso.

—¡Eh, tú! —grité, asegurándome de que me oía— ¡Ni se te ocurra hacerle daño a ese indefenso animal!

Eché a correr detrás suya, intentando llegar a tiempo de evitar una tragedia, pero desgraciadamente eran más rápidos que yo. Intenté ir más deprisa, pero tenía la sensación de que no recortaba distancias, sino todo lo contrario. Definitivamente, los próximos días debía mejorar mi velocidad.

Cuando creía que lo tenía todo perdido, llegamos a la bajada de la colina. Esta vez sí, era ahora o nunca. Cogí impulso, respiré hondo, y salté tanto como pude, deseando tener suerte y que pudiera agarrar a aquel chico al caer antes de que fuera demasiado tarde para su mascota.

[Soul Artist]

Pichu frenó su huida al ver que estaba comenzando a resbalar colina abajo. Por un instante, me preocupé de que fuese a resbalar y a caerse por un precipicio; quizás estaba enfadada con ella por sus travesuras, pero no al nivel para desearle eso. ¿Quién me ahorraría aquellos platines en electricidad si ella moría? ¿Hitori? La imagen de mi joven pseudoaprendiz correteando por una rueda gigante de ratón pasó por mi cabeza, arrancándome una sonrisa.

—¡Te pillé!

Cogí finalmente a la pequeña ratoncita, la cual no opuso resistencia alguna a mis manos. Es más, estaba contenta de que por fin le hiciese algo de caso y le diese la atención que tanto solicitaba. Rió conmigo y me tocó la nariz, devolviéndome las gafas. Se me ablandó el corazón; ¿cómo iba a enfadarme con una monosidad como aquella? Noté entonces que llevaba algo en una de sus patas, un hilo rojo enganchado a ella.

—Eh, ¿de dónde...?

Algo me golpeó por la espalda, derribándome. Por suerte, Pichu saltó de mis manos en cuanto reconoció a aquel que me había sorprendido. Y el resultado de aquello fue desastroso.

Entre vuelta y vuelta al caer al suelo pude reconocer la cara del musculitos, que, una vez más, me había atacado a traición. ¿Cuántas veces iban en aquel día? Le intenté insultar, pero con tantas vueltas no me salía la voz; iba a acabar vomitando sobre él. ¿Por qué hacía aquello? ¿Es que quería una revancha? De aquel modo no lo iba a lograr, y menos si... Nos caíamos.

Pude ver que estábamos dirigiéndonos hacia uno de los acantilados.

—¡Oh, mier...!

Mi cuerpo se soltó del suyo, dirigiéndonos ambos hacia el vacío. Abajo, una espesa niebla que tapaba el suelo, pero que la caída estaba asegurada de ser mortal; arriba, mi destino, el cielo. Acababa de descubrir que no me gustaban nada de nada las alturas, y de qué manera. La vida pasó por delante de mis ojos, recordando grandes momentos hacia atrás: mi primer beso... Mi primer día de colegio en Ciudad de Paso... El día de la destruccción...

La imagen de un niño de pelo oscuro y otro de pelo rojo pasaron por delante de mí. El rojo lo reconocí de inmediato por ser un muy viejo amigo. ¿Pero quién era el del pelo negro? ¿Por qué me sonaba tanto?

Me olvidé de ellos casi de inmediato, cuando noté que algo me agarraba de la pierna. El musculitos me había agarrado, evitándome una muerte segura, pero yo no era capaz de tranquilizarme. Estaba cabeza abajo, mirando directamente hacia el suelo.

—¡Joder! —grité, entrando en pánico encolerizado—. ¡Joder joder JODER!

Estaba a punto de morir.

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Tengo el permiso de Pawah para controlar que me agarró, sí. Sé que muchos deseabais la muerte de Ivan, se siente xD

[Axelpower]

Una vez ya en el aire, me quedé analizando la situación con más calma y se me ocurrió la posibilidad de que tal vez saltar para intentar cogerlos no hubiera sido la mejor idea posible. Teniendo en cuenta que estábamos en la ladera de una colina, bajando y que al final de ella había un precipicio cuyo fondo no podía verse. No, tal vez aquella no hubiera sido la mejor opción.

Tal y como me había propuesto, choqué contra aquel chico. Y tal y como había supuesto, los dos empezamos a rodar velozmente hacia abajo.

Intenté agarrarme a cualquier cosa que hubiera por allí para evitar que siguiéramos rodando, pero por desgracia lo único que encontré fue la hierba que había en las colinas, que no era una opción demasiado viable. Nos encontrábamos en una parte del terreno completamente despejada; ni árboles, ni plantas, ni estatuas ni nada.

Completamente desesperado, hice todo lo posible por presionar todo mi cuerpo sobre la superficie del césped, con la esperanza de que el rozamiento lograra frenarme. Pero, por más que lo intentaba, llevábamos demasiada velocidad para que eso sirviera de algo.

Cuando me quise dar cuenta, ya nos encontrábamos en el acantilado, precipitándonos ambos al vacío. Antes de que fuera demasiado tarde, estiré el brazo y busqué el borde, para evitar así una muerte segura. Logré agarrarme a él y, tan pronto como me sujeté, estiré en un acto reflejo el brazo que tenía libre y logré coger la pierna de aquel muchacho que, por culpa de una inocente mentira mía, estaba con su vida pendiente de un hilo, a punto de despeñarse en una de las colinas de Tierra de Partida.

—¿Estás bien? —pregunté preocupado. Desde luego, imagino que habría estado en situaciones mejores que estar colgando boca abajo a punto de morir, pero al menos no estaba cayendo hacia una muerte segura.— ¡Agárrate fuerte y no te sueltes!

Pensándolo mejor, esa había sido una pregunta bastante inútil. Puede que fuera un torturador de mascotas, pero desde luego no tenía pinta de suicida. Creo que sabía tan bien como yo que no debía soltarse.

Ahora que los dos estábamos bien sujetos, intenté hacer fuerza hacia arriba para subir y ponernos a salvo, pero era imposible. No habría tenido ningún problema en levantar mi propio peso con los dos brazos, pero levantar a dos personas con uno solo...

—¡Maldita sea, tengo que entrenar más! —exclamé sin darme cuenta. Seguí intentando hacer fuerza, toda la fuerza que podía, pero aunque conseguía levantarnos unos pocos centímetros terminaba perdiendo la fuerza y volviendo a la posición inicial.— ¡JODER, JODER, JODER! —vociferé, cabreado conmigo mismo.

Entonces, oí un pequeño gritito que provenía de la parte del borde del acantilado. Al levantar mi cabeza, vi que allí estaba la pequeña ratoncita, mirándonos con su habitual sonrisa juguetona y feliz. Ya no llevaba las gafas en la boca, pero ahora tenía una extraña cosa roja enganchada en la pata. ¿Un hilo de coser, tal vez?

—¡Eh, chaval! —dije intentando llamar la atención del chico que colgaba boca abajo sujeto por mi brazo. Al pararme a pensarlo, me di cuenta de que después de todo aún no conocía su nombre. Pero desde luego, ese no era momento para preguntar.— ¡Tu pequeña mascota está aquí!

[Soul Artist]

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¡Post experimental incoming! Sorpresa sorpresa...

¡Mami estaba en peligro!

Había que ver la que había montado yo solita, cuando lo único que quería era que me hiciese un poco de caso. ¡Hacía todos los días lo que me ordenaba para que después se fuese a su cuarto y me dejara abandonada! Con lo que yo sabía que le gustaba jugar conmigo, y toda la atención que me merecía, no podía permitir que se fuese así como así. ¡Pero yo no quería aquello!

El niño juguetón había atacado a mami y lo había tirado por el precipicio, llevándome así el susto de mi vida. Me lancé corriendo al borde, a pesar del peligro de caerme, para observar si, de alguna manera, se habían salvado. Y menos mal que sí: por un momento me había dado por huérfana, pero por suerte ambos estaban colgando, aunque cerca de caerse.

Intenté tomar con mis dos manitas al chico musculoso, mientras este decía algo en el idioma de los humanos. Mami, por otra parte, gritaba algo mientras pataleaba y se movía, como en una de mis rabietas. ¿Es que no se podía tranquilizar? ¡Intentaba salvarles!

Pero desgraciadamente, mi fuerza no era la necesaria para levantarles a ambos. Era una debilucha, siempre lo había sido, y por ello iba a perder a mi única familia. No pude evitar que la tristeza invadiera mi corazón, dejara caer mi culito al suelo y unas lágrimas contenidas saliesen de mi carita. Finalmente, me di por rendida y dejé escapar mis sollozos, dejándolos salir de mi boca. Era tonta, ¡tonta e inútil! No podía hacer nada por mami, absolutamente nada.

Me sequé las lágrimas con mi patita, intentando calmarme, pero fue inútil. De nuevo me dolía el corazoncito por no poder hacer nada. Me sentía muy mal, una inútil.

—Eh, ¿por qué lloras?

Dejé de llorar ligeramente, secándome los mocos, y dirigí mi vista hacia donde aquellas palabras que perfectamente podía entender habían venido. Venía de unos escasos centímetros de mí, del suelo, y no me sorprendí al verlos: un trío de ratoncitos pequeñitos vestidos con algo de ropa que se habían acercado a mí, preocupados por mi estado y mis lágrimas.

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—¡No llores, princesita! —me animó la que parecía ser la chica del grupo, una ratoncita de vestido amarillo y pañuelo rojo tapándole la cabeza.

—¡Eso, las chicas guapas no lloran! —comentó el de las ropas naranjas, más delgaducho y alto que sus compañeros.

—Es que... Yo... —intenté contener los mocos que me salían por tanto llorar, pero era difícil en una situación como aquella—. No puedo salvar a mi mami... Se va a morir... Está ahí, en ese acantilado, a punto de caerse... Pero soy una debilucha y una inútil...

—¿Qué? —se alertó el ratoncito, saltando de la impresión de mi noticia y dirigiéndose hacia sus dos compañeros—. ¡Vamos, muchachos, hay trabajo que hacer! ¡Debemos salvar a la madre de nuestra nueva amiga!

—¿Podéis hacer algo? —pregunté, levantando mis orejitas y frenando de inmediato mis lágrimas. ¿Había esperanza, después de todo, de salvar a mami?

—¡Claro! ¡Siempre llevamos los instrumentos de costura encima! —contestó el chico, invocando en su mano un recogedor de hilo verde. Su compañera invocó una aguja por su parte y el otro, gordete, trajo consigo una cita—. ¡Tenemos que hacer una cuerda en un tiempo récord! ¿Crees que podrás hacer algo, princesa?

—¡C-claro! ¡Dejad que os ayude!

Un sonidito de alegría salió de mi boca, emocionada de que hubiese esperanzas de salvar a mami. ¡Y lo que me divertí! Entre los cuatro cosimos, unimos hilos, cintas... Y la verdad es que, aunque yo era más bien inútil en aquello, mis nuevos tres amiguitos hicieron muy bien su trabajo.

El resultado fue impecable. ¡Menuda pedazo de cuerda habíamos creado en apenas un minuto! No pude evitar dar saltitos al ver el resultado final, y en tiempo récord. Una cuerda multicolor, con algunas cintas para poder usarla como escalera, de extensa longitud y muy, muy resistente, tal y como los dientes de los tres ratoncitos comprobaron.

—¡Gracias, chicos! —me lancé a abrazarlos con energía, mientras los cuatro reíamos energéticamente.

—¡No es nada! Los ratones se ayudan entre sí —aseguró el larguiducho—. ¡Y tú nos has llamado!

—¿Llamado...? —ladeé la cabeza, intentando pensar en aquello. ¿Cuándo lo había hecho? Ni siquiera sabía sus nombres...

—¡Claro! Usaste el hilo mágico —señaló hacia el hilo que se había enganchado a mi pata, que no recordaba cuándo lo había obtenido. ¿Al subirme al árbol, quizás? ¿O tal vez en la ciudad oscura llena de Sincorazón?—. Vuelve a usarlo cuando quieras vernos. ¡Estaremos encantados de volver a verte! ¡Somos Jack, Gus y Perla!

—¡Gracias, chicos! ¡Lo haré sin duda! —aseguré, mostrándoles mi sonrisa más amplia—. ¡Yo soy Pichu! ¡A partir de hoy, seréis mis mejores amigos!

Los tres ratoncitos desaparecieron con un destello, dejándome sola de nuevo. Estaba muy feliz por aquel minuto que había pasado con ellos, la verdad, ¡eran muy amistosos! Pero no era tiempo para aquello. Cogí la cuerda con la boca, la até a un árbol cercano con fuerza, imitando a mami cuando a veces hacía nudos en la nave, y me apresuré a llevársela al chico de los músculos.

—¡Mami! ¡Vengo a salvarte, tranquila! —le anuncié, aunque ella solo contestó con más pataletas y grititos.

Antes de que subiesen ambos, miré el hilo mágico que Jack señaló. Iba a ser muy especial para mí a partir de aquel momento, así que lo despegué y lo até bien a mi patita. Lo usaría siempre que me sintiese sola, en la nave, y sonreí al pensar en ellos tres.

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Es legal, ¿no? Que un post sea de la mascota. O un tema entero. Y si han sobrado dudas, sí; a partir de ahora ya tengo la invocación de los tres ratoncitos, y será Pichu quien los invoque. Porque todos sabíamos que a Ivan no le iban a hacer ni puto caso xD